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𝐗𝐈𝐈𝐈. 𝐅elipe 𝐎taño

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total ya se fue ; los invasores de nuevo león & la loca ; los fugitivos

𝐅𝐄𝐋𝐈𝐏𝐄 𝐎𝐓𝐀𝐍̃𝐎

«Él fue el amor de mi vida... Jamás voy a poder ignorar lo mucho que lo llegué a amar»

Parte 2 del shot "Hoja en Blanco"

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LA CULPA ES quizá el peor sentimiento que pude alguien sentir. ¿Por qué no había regresado? ¿Por qué tuvo que quedarse en la ciudad?

Ahora que veía su cuenta bancaria sabía que el dinero no le importaba en lo absoluto... No estaba Elena.
¿Con quién lo compartía si ahora Elena, el amor de su vida, estaba con otra persona?

Le hizo una seña al mesero que se acercó para servir más bebida en el vaso de Felipe.
No se dio cuenta de cuando sus lagrimas cayeron al vaso, estaba demasiado triste para notarlo.

—Por ahí la gente dice que los tragos de alcohol son eficaces para cualquier dolor... —murmuró el mesero dejando unas palmadas en la espalda del chico, quien solo asintió.

Ya no sabía cómo pedirle a su corazón que se calmara, que dejara de sufrir. De cualquier manera, él había tenido la culpa.
Elena lo había esperado mucho tiempo y él jamás fue a buscarla, ni siquiera le había dado la esperanza de volver, así que era lógico que un día ella cumpliera su promesa de hacer su vida. Ella tenía derecho.

Pero el corazón no entiende de lógica o razón, solo sabe de sentimiento. Su corazón extrañaba el cariño y el calor de Elena.

Un hombre se sentó junto a él en la barra, se notaba que estaba feliz, pidió un whisky y después se volteó a ver al destrozado Felipe que solo bebía vaso tras vaso. 
Intentó entablar una conversación con él y Felipe le contó lo sucedido, evitando decir información de más. 
Era cierto que el pueblo había crecido desde su partida a la ciudad y ya no conocía a todas las personas que andaban por ahí.

—Che, no tenés que atormentarte toda la vida, un día ese dolor pasará y no será más que una piba en tu pasado... —aconsejó en desconocido. 

Felipe soltó una risita nasal, sin mirar al joven que estaba a su lado. —¿Cómo va a pasar eso? Creo que no lo entendés... Ella era el amor de mi vida, jamás nadie va a poder opacarla...

—La tenés en un pedestal, dejálo caer un toque —dijo el chico —Ella es tu pasado, la vida que viviste con ella ya no existe, ahora sos exitoso, disfruta eso y encuentra a alguien que te ame así...

Felipe asintió, pero en realidad no quería hacerlo, o más bien no podía. Él jamás iba a entender el dolor que sentía, ni lo mucho que había amado a Elena. Aunque en una buena parte tenía razón al decir que la vida con Elena ya no existía, después de todo, ella había formado su vida con otra persona.

—¿Y vos? ¿Tenés novia o una cosa así? —preguntó desanimadamente intentando seguir la conversación para dejar el tema de Elena, pues así tal vez podría dejar que su corazón descansara un segundo. 

El desconocido asintió. —Una esposa, no tenemos mucho juntos, pero la conocí cuando estaba en su peor momento...

Felipe soltó una risa. —¿Vos te imaginás que yo conozca a la mujer de mi vida ahora, en mi peor momento? —preguntó irónicamente. 

—Los planes de la vida son perfectos —dijo el desconocido. 

Felipe no pudo evitar mirarlo con mayor detenimiento. Era joven, atractivo y estaba vestido con ropas limpias tal vez incluso nuevas. Se veía bien, no parecía haber sufrido tanto. 

Él quería ser esa persona y tal vez podía olvidar a Elena momentáneamente, era capaz de lograr que sus pensamientos no rondaran en ella toda una hora, quizá él podía olvidar de un tirón todo, pero su corazón tenía memoria y seguía sufriendo la falta de Elena en su vida.

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LA VIDA SE había encargado de recompensar el dolor del pasado en la vida de Felipe.
El éxito, el dinero y el trabajo eran cosas que no le hacían falta más, su vida era buena después de salir de aquel pueblo.

Sin embargo, había un hueco que aún no había logrado llenar. El amor no había sido para él después de perderla, pues aunque lo intentó, jamás logró amar a nadie ni siquiera con la mitad de intensidad con la que había amado a Elena.

Aún así había intentado hacer algo por el amor de su infancia, a sabiendas de que ella no era capaz de dejar su tierra natal, Felipe hizo todo lo que pudo por cumplir la promesa que había hecho aquella tarde de hacía cuarenta años.
Solo eran unos niños, pero el deseo de darle lo mejor del mundo a su amada siempre fue sincero. 

Hizo todo lo que pudo por aquel pueblecito, y cuando Bruno hizo falta en la casa de Elena, fue Felipe quien no dudó en acompañarla.

Ahí estaban, mirándose a los ojos muchos años después, como si el tiempo no hubiera pasado. Pero la vida se había encargado de cobrar factura, arrebatándoles lo atractivo de la juventud.
Felipe la miraba, era ella, seguía siendo Elena el amor de su vida. 
Así que los años que cargaban en su espalda no pesaban ni se sentían.

—Pero, mamá, ¡Papá falleció hace un año! —Felicia gritó. La hija menor de Elena y Bruno. 

—Cariño, pero tenés que entenderme a mí también, por favor —suspiró la mujer, poniendo las manos sobre su rostro.

—¿¡Entender qué, mamá!? —chilló molesta. —¿¡Que vos ni siquiera tenés la decencia de guardar el luto por papá!?

Felipe escuchaba todo detrás de la puerta de la casa. Entendía que después de tantos años, los hijos de Elena no estuvieran del todo contentos de que él regresara. Aún así, estaba haciendo todo lo posible para ganárselos. 
Pronto escuchó un golpe, se sobresaltó después de escuchar lo que Elena tenía para decir.

—¡Pero qué pendeja maleducada que sos! ¡Yo no te crié para que vengas a decirme que soy una fácil! —gritó la mujer enfurecida por completo —¡Si no te gusta, podés andarte a la mierda, que ya sos muy mayorcita!

—Y yo soy la de los berrinches —murmuró Felicia, saliendo de la habitación con un portazo. —Vos no sos ni serás mi padre —escupió molesta.

—Yo no estoy intentando ser tu padre, Felicia —dijo Felipe, acercándose a ella cuidadosamente, pues sabía que podía tener un poco el carácter de su difunto padre —Respeto mucho su memoria, y a él le tengo alto respeto, cuando me enteré de que la mujer que amaba estaba casada y me había pedido olvidarla, fue Bruno quien me encontró en aquella taberna y me consoló sin siquiera tener idea de quién era ese pibe sentado llorado con un vaso de licor en sus manos

Felicia lo miró. Tenía los ojos de Elena, aquellos ojos tan expresivos que él tanto adoraba. Estaban cristalizados, Felipe podía leer el dolor que ella sentía, después de todo, durante años había leído el mismo dolor en sus propios ojos.
Se acercó a ella cuidadosamente y la tomó por los hombros, Felicia ni siquiera se atrevió a continuar el contacto visual. 

—Pero cuando Bruno estuvo grave, le confesé todo lo que había sentido por Elena, quién era yo en realidad en la vida de tu madre, Bruno me hizo prometerle que si no salía de esa, yo iba a cuidar de vos, de tus hermanos y de tu madre... Tenés que entenderla, Felicia, Elena ha perdido mucho —murmuró Felipe, buscando los ojos de la menor. —Y yo sé que no soy tu padre, ni voy a serlo jamás...

Las lágrimas en el rostro de Felicia caían sin detenerse un segundo, Felipe la entendía y solo pudo atraerla a sí para abrazarla e intentar consolarla con suaves caricas en su cabello. 

—Aunque no sea tu padre, Felicia, estoy aquí para vos, para tu madre y para tus hermanos —dijo el hombre, sosteniendo a la mujer que se derrumbaba en sus brazos.

Felipe pudo ver a Elena salir de la habitación con lágrimas en los ojos. Se veía incluso preocupada, pero él solo le hizo una seña para darle a entender que todo estaba bajo control. Elena relajó sus facciones y señaló su habitación, Felipe asintió. 

Durante unos minutos sostuvo a Felicia en sus brazos, intentando darle contención tras el duelo. La tranquilizó y le pidió que fuera a dormir para que a la mañana siguiente se sintiera mejor. 

Él no era el padre de aquella familia, conocía de sobra el hueco que Bruno había dejado en aquel hogar, pero intentaba dar lo mejor de sí mismo para que Elena pudiera estar tranquila. Al final, el amor que sentía por ella pudo curar un poco los dolores de la vida de Elena.

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LA VIDA DE Elena había sido buena, pero los años venideros se encargaron de arrebatarle poco a poco las ilusiones de una muerte tranquila.
Primero la vida había alejado a Felipe, pero se lo había compensado regalándole un maravilloso esposo que siempre cuidó de ella. La misma vida se encargó de arrebatárselo y regresarle a Felipe, pero cuando los años cobraron su deuda, Felipe terminó por irse también. 

Tal vez la genética tampoco la había favorecido mucho, pues poco después le diagnosticaron alzheimer.

—¡LOQUITA! —gritó un niño burlonamente. Elena levantó la vista de su tarea de costura para mirarlo con dulzura. —¿¡Vos estás esperando a tu marido!? ¿¡Va a venir por vos!?

Elena asintió velozmente. —¡Pipe va a venir! ¡Solo son tres años!

El niño soltó una carcajada. —¡Él no va a venir, loquita, ya se murió hace una banda!

Las palabras del niño eran crueles, lograron hacer que Elena se quedara en shock.

—¡Mamá! —gritó Felipe, su hijo mayor saliendo desde dentro de la casa. Miró al niño carcajeándose y a su madre llorando. —¡RAJÁ DE ACA, PENDEJO DEL ORTO! ¡DEJÁ A MI MADRE EN PAZ! 

El niño se retiró riéndose, mientras gritaba una cancioncita que los niños del barrio habían inventado a la señora mayor.

—Mamá, ¿Estás bien? —preguntó Felipe. La mujer lo miró confundida.

—Yo no soy tu madre, ¡sos mucho mayor que yo, loco! —chilló asustada. 

Felipe estaba acostumbrado a ese tipo de comportamientos por parte de la mujer, pero eso no le ayudaba a procesarlo mejor. 

—Mami, soy yo, miráme —murmuró, poniéndose de rodillas frente a ella, poniendo las arrugadas manos de su madre en su rostro. —Soy Felipe, tu hijo...

—Felipe... —musitó la anciana, con los ojos cristalizados. —Volviste, cielo...

El hombre sabía a quién se refería su madre, bajó la mirada cansado  resignado a que ella se había quedado atrapada en aquellos años donde esperaba ansiosa el regreso del amor de su niñez.

—Mamá está cada día peor, Felicia —dijo Felipe cuando se reunió con su hermana. 

—¿Y qué querés que hagamos? —preguntó la menor, mordiendo sus uñas nerviosamente.

—Tenemos que llevarla a un lugar donde puedan tratarla, qué sé yo, tal vez así los próximos años no sufra tanto —murmuró Felipe, pues sabía que esa era tal vez una de las decisiones más complicadas que había tenido en su vida.

Felicia lo miró y asintió. —¿Un manicomio, decís?

—No, no, hay instituciones que tratan el alzhéimer —dijo.

Los días más difíciles para Elena fueron los siguientes. Esperaba y esperaba en un banquito expuesto al sol, aguantando por aquel amor que se había marchado para siempre. A Felipe Gonzáles.
Su viejo reloj la acompañaba, ella esperaba con una sonrisa. 

—Señora, por favor —pidió un enfermero, extendiéndole una silla de ruedas. 

—No, no, dejá, estoy bien, mi esposo Felipe va a venir en cualquier momento —dijo con una sonrisa amable. 

Esperaba que él volviera de su estancia en la universidad y por fin pudieran ser felices. Él no iba a ir, el mundo que habían construido para los dos ya los esperaba en aquel barco de nubes que se extendía en el cielo. 

Elena cepilló sus grises cabellos, esperanzada de que Felipe volviera y le encontrara bonita para él. Esperaba vivir una vida con él.

—¡Venga, señora, por favor! —le gritaron los enfermeros.

—¡NO, SEÑOR, ENTIENDA POR FAVOR! —gritó asustada. —Felipe va a venir, no estoy loca, él viene por mí... Él va a venir, ¿Cierto?

Miró al enfermero que la sostenía de los brazos, él negó. —Su esposo falleció hace muchos años...

Elena reconoció el dolor que sentía. Lo había experimentado muchos años antes... Felipe estaba muerto. Ella estaba loca. No había más vida para ambos. 

Finalmente, aquella triste noche de marzo, Elena falleció dormida.

—Vení, cielo —pidió Felipe, acercándose a ella para darle un beso en la frente. —Vamos a vivir nuestra vida en otro lado, ahí no existe el dolor...

Ella no estaba loca. Su vida junto a Felipe comenzaba en otra parte, recuperando los años que se perdieron del otro, juntos hasta la eternidad.
Había estado loca una sola vez en su vida, pero había sido por amor, y ahora se reencontraba con él.

Holii 💕
Bueno, se me salió lo mexicana con este shot JAJAJAJAJA
No sabía qué otra canción poner, y bueno...

¿Que les pareció?
Ando triste porque ya no tengo más shots escritos y me voy a tardar en escribir más :(
Pero bueno, espero que les haya gustado, los leo y nos vemos... Después porque no sé cuanto vaya a tardarme jajaja

FÁTIMA FUERA 🤍

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