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𝐗. 𝐒antiago 𝐕aca 𝐍arvaja

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dime si me quieres ; los caminantes

𝐒𝐀𝐍𝐓𝐈𝐀𝐆𝐎 𝐕𝐀𝐂𝐀 𝐍𝐀𝐑𝐕𝐀𝐉𝐀

«Mejor decímelo de una buena vez, si lo que vos querés es que nos separemos, lo haremos, pero ya te digo yo que nunca ha sido mi intención alejarme de vos...»

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LAS COSAS NO iban del todo bien, y de eso estaba seguro. Lo único que sabía era que ya no tenía idea de qué más hacer para que todo volviera a la normalidad.

—¡SANTIAGO, POR FAVOR! —gritó Bayona molesto por tercera vez en el día. —¿Puedes, por favor, concentrarte un poquito más que sea, por favor? —rogó. 

Jota era perfeccionista y eso todo el mundo lo sabía, grababan las escenas hasta diez veces con tal de que el director estuviera contento con lo que transmitían los actores, pero ahora estaba siendo más complicado que nunca. Santiago no se concentraba en lo absoluto, olvidaba sus líneas, lo que tenía que hacer y el director no podía odiarlo más en ese momento.

—Lo siento, Jota, no me siento muy bien —respondió Santiago, levantándose de nuevo de su lugar para volver a comenzar la escena.

El español lo miró frustrado antes de pasarse la mano por el rostro. —Vamos a tomarnos un descanso, ¡Los quiero a todos vosotros de vuelta a las 15:30! 

El equipo acató las indicaciones del director, dispersándose por el lugar de inmediato. Bayona se acercó a Santiago para darle unas palmadas en la espalda.

—¿Qué te está pasando, Santi? —preguntó comenzando a caminar con él por el blanquecino lugar lleno de nieve.

—Nada, nada, estoy bien, solo tengo el estómago un poco revuelto, Jota, posta —respondió bajando la cabeza.

—No tendrá nada que ver con Julieta, ¿no? —inquirió Bayona una vez más, intentando no sonar rudo con el chico. 

Santiago lo miró de reojo, su director no tenía porqué saber los problemas que ellos tenían en su relación, ni tenía porqué enterarse de que Julieta estaba siendo cada vez más distante con él, porque de cualquier manera ni siquiera él mismo lo sabía. Así que negó lentamente, intentando convencer al hombre de que todo estaba bien con él y Julieta, aunque eso no fuera más que una vil mentira.

—Mira, ¿Qué te parece si vas al hotel, duermes un par de horas, te tomas algo para el dolor ese que traes en la panza, y vuelves para que terminemos de grabar tus escenas? —sugirió siendo comprensivo con el malestar de su actor.

—Déjame que me tome algo y ya estoy, puedo hacer las cosas, posta —aseguró dándole una sonrisa al mayor, quien solo le dio un par de palmadas en la espalda y le permitió ir con el chico que le atendía los malestares a los chicos.

Estuvo un rato vagando por la montaña, caminando para despejar su mente o al menos eso intentó hasta que el primer pensamiento lo atacó.
Ella quería dejarlo.

¿Por qué habría de hacerlo? ¿Qué había hecho él? El corazón le latía con fuerza mientras la cabeza le comenzaba a doler de la frustración, el miedo y la confusión. Se pasó las manos por el rostro varias veces, olvidando por completo que estaba maquillado.

—¡No, pelotudo, ¿Qué hacés?! —gritó Agustín Della Corte, llamándole la atención.

Cuando separó sus manos de su rostro, pudo ver que estaban manchadas de un color morado y rojo, se sintió estúpido pues ahora debía volver a que lo maquillaran.
Bayona le dio una mirada reprobatoria, mientras él solo pudo soltar un suspiro pesado.

Sacudió un poco su cabeza, decidió que se estaba precipitado y necesitaba hablar primero con Julieta antes de obtener una conclusión.
Se lavó la cara para quitar el maquillaje y volvió a su trabajo, intentando concentrarse en lo que hacía.

Por la noche regresó al hotel, con el corazón palpitante de miedo, casi salía de su cuerpo.
Abrió la puerta sin estar seguro de si quería hablar con su novia en ese momento, pero cuando entró pudo ver que ella ya estaba dormida plácidamente en el colchón de la cama matrimonial.

Durante su estadía en el país español, habían dejado una de las dos camas intactas, compartiendo la misma todas las noches. Pero ahora ella estaba acostada en la que antes solía estar vacía.
Santiago entendió que debía usar la otra, pero, ¿Por qué diablos ella estaba actuando de esa manera cuando unas cuantas noches atrás le había jurado que la única manera que tenía para conciliar el sueño era durmiendo juntos?

Se tiró a la cama, frustrado por todo lo que estaba pasando.

Cuando se despertó a la mañana siguiente, ella ya no estaba en la habitación. Era sábado, pero Julieta se había levantado temprano dejándolo solo. 
Le pareció extraño, pero no pudo hacer más que levantarse a desayunar con los demás chicos del cast.

—Che, Santi, ¿Qué onda con vos? ¿Todo bien? —preguntó Valentino ligeramente preocupado por su compañero que no parecía ni siquiera poder comer.

—Sí, sí, todo bien —respondió Santiago sin levantar la mirada del plato. Su ceño fruncido delataba la mentira que acababa de decir, pero nadie se atrevió a decir nada más sobre el estado de su compañero.

—Vamos a ir a dar una vuelta por la plaza, ¿Querés venir? —preguntó Juani intentando animar a su amigo.

—No, necesito descansar, re pesados han estado estos días, viste —volvió a decir Santiago un poco más cansado de la insistencia de sus amigos. 

No quiso decir más, ni responder a ninguna otra pregunta mientras terminaba con su comida. No dejaba de pensar en Julieta, ¿Había hecho algo mal?

—Santi —llamó Alfonsina alejando al chico de los demás —¿Está todo bien con Juli? Fue a verme en la mañana, estaba llorando y me dijo que sentía que ibas a dejarla, ¿Cómo es eso?

Confundido, Santiago solo ladeó la cabeza. ¿Por qué ella pensaría eso? ¿Qué había detonado aquel pensamiento? ¡Si la que no dejaba de comportarse extraño era ella!

—No, no, para nada —negó inmediatamente —¿Qué más dijo? Últimamente ha estado re rara, ni siquiera la he visto

Alfonsina negó con la cabeza. —No me dijo más, solo que tenía miedo, que vos sos el que ha andado re raro, como si ya no la quisieras...

—¿De casualidad no sabés dónde pueda estar? Necesito hablar con ella —preguntó desesperadamente. ¿Por qué eso les estaba pasando? No tenía idea de dónde Julieta había sacado eso.

—La verdad no sé exactamente donde está, pero dijo que iba a salir a pasear un rato para despejarse, capaz un rato más vuelve —dijo Alfonsina alzando los hombros. 

Santiago asintió y después de despedirse de su compañera subió a su habitación. No sabía qué hacer, las cosas estaban tan extrañas que no sabía por dónde empezar a investigar. ¿A caso había subido alguna foto que levantara las sospechas de Julieta? ¿Algún mensaje, tal vez? ¿Su tono había cambiado cuando le hablaba? ¿Por qué ella creería eso? Comenzaba a desesperarse sin tener idea de lo que sucedía. 

Su exasperación crecía a medida que veía los minutos pasar y Julieta no regresaba. No pudo evitar tomar un poco del whisky que reposaba en la mesita de la habitación. Unas semanas antes la había comprado con Julieta para tener una pequeña fiesta solo para ellos dos, no la habían terminado, pero fue lo mejor que se le ocurrió a Santiago para calmar un poco sus pensamientos. 

Un trago o dos, de pronto se convirtieron en toda la botella, estaba un poco ebrio pero seguía consiente, esperando que llegara Julieta.

Milagrosamente la figura de su novia cruzó el umbral de la puerta antes de que a Santiago se le ocurriera bajar a buscar otra botella.

—Ya vine, fui a dar un paseo —comentó Julieta sin mirarlo, yendo directamente hacia el tocador. 

—Por fin te dignás a aparecer... Y a decirme algo, Julieta —habló Santi un poco ebrio.

—¿Qué decís, Santiago? —preguntó la chica mientras se desmaquillaba.

—No lo sé, has estado re rara conmigo... Parece que ni te interesa si estoy vivo —dijo soltando una risa nasal, mientras se acercaba a ella dejando la botella en la mesa.

Julieta se tensó. —No sé por qué decís eso, si vos sos el que ha estado extraño, no me hablas, ni me miras, a veces parece que no estoy aquí... —dijo aguantándose un poco las lágrimas, dedicándose solo a limpiar su rostro. 

—Bueno, ahora el del problema soy yo —habló Santiago mirando a la chica a través del espejo. —Sina me dijo que vos creés que voy a dejarte, ¿Por qué creés eso? ¿Yo te he dado motivos? 

Julieta lo miró directamente a los ojos desde su lugar en el espejo. Su mirada hizo que Santiago dejara caer la actitud dura que estaba intentando tener, pues sabía que Julieta podía llegar a ser complicada con los temas de las discusiones y a veces podía ser mejor actuar un tanto rígido. Y lo intentó, pero no pudo hacerlo.

Al final, él también estaba asustado por los comportamientos de la mujer que tanto amaba, por las ideas que llegaba a tener. Los ojos de Santiago se aguaron, lo que causó la mueca asustada de Julieta. Él se acercó a ella para obligarla a dar la media vuelta y mirarlo.

—Decíme qué es lo que está pasando, porque vos sos la que no me dice nada nunca, la que últimamente está re distante, he intentado acercarme a vos solo te alejás y te alejás, decímelo, ¿Qué es lo que está pasando con vos? —preguntó, forzando a su voz a no sonar rota. 

Julieta lo miró, los ojos se le aguaban mientras procesaba las palabras de Santiago. Se pasó las manos por los ojos y se dirigió a la cama donde solo se sentó, poniendo sus manos sobre sus rodillas para apoyar su rostro. Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas.

—Siento que... —murmuró, intentando responder, pero un nudo en su garganta le impidió hablar. 

—¿Qué, Julieta? ¿Por qué no me decís nada? —preguntó Santiago, conteniendo las lágrimas mientras el corazón se le aceleraba. 

Julieta juntó todo el valor que pudo y exclamó: —¡Siento que vos vas a terminar conmigo!  

Las palabras de su novia le helaron la sangre. Alfonsina tenía razón aquella mañana que habló con él.
Santiago la miró antes de ponerse de rodillas frente a ella, acunando su rostro entre sus manos.

—¿Por qué creés eso? ¿Cómo es que esas ideas llegaron a vos? ¿Querés que eso pase? Porque si es así, mejor decímelo de una buena vez, si lo que vos querés es que nos separemos, lo haremos, pero ya te digo yo que nunca ha sido mi intención alejarme de vos —preguntó, acariciando las mejillas mojadas de su novia. 

Julieta lo miró, no sabía cómo decírselo. 

—¡Decíme algo, Julieta! —exclamó Santiago alejándose un poco de ella —Yo ya no sé qué más hacer, no sé si te estoy perdiendo, no sé qué es lo que pensás, y no sé cómo decirte que yo no quiero que esto termine... —murmuró mientras se levantaba totalmente.

Ella volvió a mirarlo una vez más, se mordía los labios como si no quisiera que las palabras salieran de estos. Pero después de un par de segundos en silencio, finalmente se atrevió a hablar.

—Hace un par de días una piba me mandó un mensaje a insta —murmuró mirando al piso. Santiago la miró atentamente. —No sé, me envió unas conversaciones, decía que vos ibas a dejarme, que ya estabas cansado... Y bueno... Como esa noche justo llegaste y ni siquiera me saludaste, solo fuiste a dormir, pues...

Las palabras de Julieta lo llenaron de confusión, él no había hablado con nadie, ¡Ni siquiera pensaba eso!
Se sentó junto a ella que había comenzado a dejar caer sus lágrimas más libremente, así que solo tomó su cabeza para recostarla sobre su hombro. Estaba confundido, no sabía a qué se refería. Dejó que Julieta se calmara antes de decir algo más, mientras él pensaba qué era lo que estaba pasando. 

—¿Puedo ver lo que mandó? —preguntó delicadamente, intentando no alterar a su novia.

Ella le extendió el teléfono con la conversación abierta, la cuál, inmediatamente Santiago leyó entendió de qué se trataba y sonrió. Tomó su teléfono, buscó la conversación y volvió a arrodillarse frente a ella tomando sus mejillas.

—Cielo, no tenés nada de qué preocuparte... Esas conversaciones son de hace mucho, desde antes de conocerte a vos —dijo sonriendo. —Esa piba estaba re enamorada de mí, pero yo solo la veía como una amiga, y bueno, creo que se volvió un poco loquita —continuó soltando una risa nasal. —Mirá, leé las conversaciones, mirá la fecha

Le entregó el teléfono y ella pudo comprobar que, efectivamente, aquellas eran conversaciones de cuando ellos ni siquiera se conocían. Se sintió tan tonta que solo pudo soltar una carcajada.

—Re loca la mina esta —dijo riéndose despreocupadamente. 

Ahí estaba. Ahí estaba la Julieta de la que Santiago se había enamorado tan loca y profundamente.
Por fin sintió cómo el aire llegó a sus pulmones cuando la escuchó reírse, la calma llenó cada una de sus venas y el corazón desaceleró su intenso ritmo.

—No, Santi, te juro que le creí todo el teatrito... Dios, que pelotuda—murmuró apenada, tapándose el rostro con las manos. Santiago se contagió de su risa. Todo había sido solo un malentendido. 

Ambos se recostaron en la cama, abrazados. Nada había pasado, por fin todo estaba bien de nuevo.
Santiago acariciaba el cabello de Julieta, intentando que cada roce le demostrara todo lo que él la amaba.

—Amor, yo nunca he pensado en dejarte a vos, sería tremendo pelotudo si eso me pasara siquiera por la cabeza —dijo dejando un beso sobre su frente. —Quiero que un día vos y yo formemos una bonita vida, jamás me cansaría de vos... Te lo puedo jurar

Julieta sonrió antes de dejar un beso corto sobre los labios de Santiago. Ambos estaban cansados, así que no les costó en lo absoluto quedarse dormidos, pues de cualquier manera ya estaban tranquilos.
A la mañana siguiente, Julieta se encontró con unas flores en el buró de la cama, Santi no estaba a su lado, pero había una nota.

Salí a buscar comida, cielo, vuelvo en un rato
-Santi

La tranquilidad que sentían reinó durante el resto de años juntos, pues como bien había dicho Santiago, habían formado juntos una vida bonita.

Holiiiis 💕
Bueno, ayer me olvidé completamente de subir el shot jajajaja
Tengo un par de sugerencias para los próximos shots, pero si tienen ideas pueden decirmelas jsjsjs

Por cierto, creo que la siguiente semana no podré subir nada, pero créanme que vale la pena ;)

En fin, ¿Qué les pareció?
Personalmente también amo este shot, amo a Santi es bien lindo 💕

Buenop, nos vemossss el sábado, supongo jaja

FÁTIMA FUERA 🤍✨

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