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𝐈𝐈. 𝐉uani 𝐂aruso

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perfecta ; miranda!

𝐉𝐔𝐀𝐍𝐈 𝐂𝐀𝐑𝐔𝐒𝐎

«Vos y yo sabemos que nunca hemos sido "solo amigos"... Solo hacemos lo que hemos querido hacer desde hace tanto...»

Advertencia: +18

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QUIZÁ UNA de las cosas más normales entre amigos es escuchar las penas del otro, y eso era exactamente lo que hacían Juani y Catalina.
El chico había tenido recién una cita, había salido terrible y no pudo evitar el llamar a su mejor amiga, quien no tardó en llegar a su casa con dos botes de helado, unas papitas, galletas y unas cuantas mascarillas.

—¡Es que te juro que no sé qué hice mal! —exclamó el joven poniendo de nuevo la cuchara sobre el pote.

—A ver, contame con todos los detalles —dijo la chica sentándose a su lado tras pasarle un vaso con coca-cola.

—A ver, es que yo pasé por ella, ¿no?, le llevé flores y la cosa, pero, desde ahí salió mal todo porque tardó cuarenta minutos más de lo que me había dicho —comenzó rodando los ojos mientras Catalina asentía —Y a lo que me refiero es que, si vos quedaste con alguien a una hora, ¡Debes estar listo a esa hora! ¿O yo estoy mal?

Catalina negó mientras comía de su helado de chocomenta. —Bueno, es pasable un par de minutos, quizá cinco, diez, máximo veinte por alguna emergencia, pero, ¿Cuarenta?

—¡Cuarenta! —volvió a exclamar molesto —Usualmente no me molestaría, pero, boluda, yo tenía un plan especial y se jodió por cuarenta minutos de retraso, perdimos la reservación y casi que terminamos cenando en un puesto 

El largo suspiro de frustración de Juani se hizo presente, y Catalina supo que estaba ya exasperado cuando se levantó comenzando a caminar por la habitación.

—Además, ¿Sabes qué es lo peor? —preguntó mientras la chica lo miró expectante —¡No paró de hablar de sus gatos en toda la noche, y si yo quería decir algo, me interrumpía! ¡Quería cambiarle el tema y ella no paraba de mostrarme las fotos de gordita y de ceviche, fue muy molesto!

De pronto se tiró en la cama soltando un suspiro pesado. Catalina solo pudo ver al joven a los ojos mientras él hacía una especie de puchero. 

—Lina —murmuró el chico mirándola a los ojos —¿Puedo hacerte una pregunta? —inquirió, a lo que la chica asintió. —¿Vos crees que yo soy lindo? ¿O por qué me pasan estas cosas? —preguntó exasperado.

La joven se arrastró en la cama hasta poder colocar la cabeza de Juani en sus muslos, mientras acariciaba los definidos rizos que se marcaban en su cabello. —Sos lindo —respondió la chica—, solo que tal vez sos mucho para cualquier mina, porque digo, no todos los chicos se toman la molestia de siquiera reservar en un bonito restaurante para llevar a la que quieren conquistar, ni les llevan flores en la primera cita 

Juani soltó un suspiro profundo cerrando los ojos mientras Catalina comía de nuevo de su helado.

—Yo no sé como podés comer esa aberración al helado —dijo Juani levantándose mientras hacía una mueca.

—¡La chocomenta es el mejor sabor, boludo! Pero vos no sos lo suficientemente maduro para esa conversación —le reprochó.

—A ver, dame —dijo Juani sacando la cuchara de su bote de helado para tomar un poco del helado de su amiga.

Catalina y Juani habían sido amigos desde hacía muchos años, se habían conocido en la secundaria, a pesar de que se habían detestado durante el primer año, terminaron siendo mejores amigos.
Una noche, Catalina llamó a Juani con el corazón roto.

—Es que... Carlos terminó conmigo —murmuró en un sollozo —¿Podés venir?

Pendejo de mierda —reclamó Juani, mientras que Catalina se limpiaba las lágrimas pudo escuchar lejano el sonido de unas llaves —Voy para allá

—Gracias... —susurró sorbiendo su nariz.

Juani no tardó en llegar a la casa de su amiga, quien con el corazón roto le abrió la puerta. El chico se limitó a escucharla, si bien había cosas que no terminaba de entender, jamás se atrevió a interrumpirla. La sostuvo entre sus brazos durante un par de horas mientras ella se desahogaba, y al final, Catalina se quedó dormida entre los brazos de Juani, permitiéndose descansar un poco su corazón roto.

Él la observó detenidamente, su rostro estaba enrojecido por el llanto y sus mejillas seguían mojadas. No entendía como alguien podía sufrir tanto por amor, sobre todo, no entendía por qué alguien podía romper un corazón tan puro como el de Catalina.
La siguió abrazando intentando curar con eso el dolor de su amiga. Juani no pudo evitar sentir sus ojos cristalizarse debido a la empatía que sentía con la chica. 

Las horas pasaron, ambos se quedaron dormidos sosteniéndose uno al otro, y por la mañana, Juani se despertó primero con la intención de prepararle el desayuno a su mejor amiga. 

—¿Qué hacés despierto? —preguntó la chica desde el marco de la puerta.

—Tu desayuno, tonta —le dijo con un tono obvio —Debes comer algo antes de medio día por si no lo sabías

La chica se quedó mirándolo, él le daba la espalda y vaya espalda que le daba, pues Juani estaba en una playera negra sin mangas que resaltaba los pliegues de los músculos de su espalda y brazos. Catalina había olvidado que durante sus años de preparatoria, había estado enamorada de su mejor amigo, cosa que había cambiado con la llegada de Carlos a su vida.

—¿Querés beber? —preguntó la joven levantándose para tomar una botella de la alacena.

—No, y vos tampoco querés —reprochó Juani quitándole la botella de las manos.

—Dejá de hacerte el santito, boludo, si vos chupás el doble que yo —dijo la chica intentando arrebatarle la botella de nuevo.

—Si, Lina, pero no son ni las once, no has desayunado y...

—Y se te está quemando el huevo —advirtió Catalina interrumpiendo a su amigo.

—Y se me está quemando el huevo —repitió Juani con toda la tranquilidad del mundo, sin terminar de procesar lo que había dicho. —Espera, ¡¿QUÉ?!

Se dio la vuelta y sacó inmediatamente la sartén del fuego, en el proceso dejó la botella de alcohol en la mesa, cosa que la chica aprovechó para tomarla y alejarse de su amigo.
La abrió y no tardó en darle un largo trago.

—¡Dame eso, Lina! —exclamó Juani furioso, intentando quitarle la botella.

—¿Por qué te preocupás tanto, Ignacio? —reprochó la chica frunciendo el ceño y haciendo movimientos casi inhumanos para evitar que el chico se la quitara.

—Porque el alcohol te hace mal antes del desayuno, boba —le dijo Juani, quien en un movimiento desesperado por arrebatarle la botella, empujó a Catalina contra la pared sin lastimarla, aprisionándola con una mano sobre la muñeca de la chica y la otra ligeramente por encima de los pechos de su amiga.

La cercanía que había entre ambos mezclaba sus respiraciones. Juani miraba los ojos cafés de la chica, perdiéndose en ellos. No pudo evitar desviar brevemente la mirada hacia los labios de Catalina, quien, completamente hipnotizada por los orbes azules de Juani, tampoco reprochó mucho. Al menos hasta que cayó en cuenta de la posición en la que estaban.

—Quítate —murmuró la joven, mirando a su amigo a los ojos. Él no obedeció, hipnotizado completamente por los ojos de Catalina, Juani afirmó un poco más su agarre en la muñeca de la chica, y cuidadosamente quitó su mano del pecho de la chica, bajando su toque hasta las costillas de ella. 

Catalina se estremeció, el cuidadoso tacto de Juani hizo que su piel se erizara y su rostro enrojeciera. —Juani, no, de verdad, no —musitó nerviosa, logrando que su amigo volviera del trance en el que estaba. El chico se alejó de ella, con el rostro completamente sonrojado.

—Perdoname, no sé qué me pasó —dijo en un hilo de voz —Dame de eso —pidió extendiendo su mano hacia la chica, sin poder mirarla a los ojos cuando hacía unos segundos, era lo único que podía observar. 

Catalina le extendió la botella y el chico no tardó en darle un muy largo trago, cargó con el alcohol mientras servía el desayuno algo quemado, pero seguía sumergido en sus pensamientos.

—Gracias —musitó la chica comenzando a comer.

Juani se sentó al otro lado de la mesa, sin atreverse a mirarla un solo segundo. ¿Qué le había pasado? Sentía un cosquilleo intenso molestar su estómago, él nunca había visto de otra manera a Catalina, siempre había sido su mejor amiga, pero ahora era distinto, había algo que lo hizo descontrolarse, y necesitaba comenzar a descubrir qué era para reprimirlo por completo, después de todo, Catalina solo era su mejor amiga.

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UN PAR DE semanas habían transcurrido desde aquel incidente. Juani no se había dignado en pararse en casa de Catalina desde aquello, con la intención de indagar dentro de sí mismo para reconocer que diablos era lo que lo había hecho actuar de aquella manera.
Al menos le contestaba los mensajes, que era lo que le decía a Catalina que su amigo no estaba molesto.

Fer, la amiga de Catalina, la había invitado a una fiesta con la condición de que invitase a alguien. Y como Carlos ya no figuraba en su vida, decidió llamar a su mejor amigo e invitarlo a la fiesta.

—Dale, Juancho, nunca me decís que no para ir a una joda, por favor —suplicó por la bocina, hacía mucho que no salía a divertirse y esta era la oportunidad perfecta, pero quería que su amigo la acompañara.

—Lina, de verdad hoy no puedo, estoy re ocupado, tengo stream al rato y estoy cansado, no puedo —desistió el chico.

—Andate a la mierda, Juan Ignacio, pero la próxima que me pidas un favor, te voy a mandar a la concha de tu madre y tu abuela —renegó la chica, colgando el teléfono de inmediato.

Juani soltó un suspiro hondo, no se entendía a sí mismo, pero sabía que en ese momento lo último que le hacía falta era verla, pues no sabría de qué sería capaz. ¿Por qué esas cosas pasaban después de tantos años de amistad? Se levantó de su cama y encendió su teléfono, la foto de su fondo de pantalla lo hizo sonreír.
Catalina estaba escondida en su espalda, solo sobresalían un poquito sus ojos cafés por encima del hombro del chico, y al mismo tiempo, las delgadas manos de la chica tapaban los ojos de Juani. Había sentimientos nuevos, sensaciones que no había tenido jamás durante todos los años de su amistad, y eso comenzaba a preocuparlo un poco.

La hora de la fiesta había llegado, y Catalina se había arreglado con idea de agarrar algo bueno aquella noche. Estaba molesta con su amigo, así que no se dignó en responderle los cientos de mensajes que el ruloso le había dejado en su whatsapp, de hecho, lo archivó durante un par de horas.

—¿A quién trajiste, Cata? —preguntó Fer con un vaso de bebida en su mano.

—A nadie, el pelotudo de Juan no quiso venir, y Carlos terminó conmigo hace unas tres semanas —respondió alzando los hombros —Así que vine a ver si agarro algo bueno

—Así que, ¿Estás soltera? —inquirió de nuevo, a lo que Catalina asintió sin más —Bueno, prestame tu mano

Catalina extendió el brazo y su amiga sacó de su bolsillo una pulsera verde. —Esto es una fiesta de semáforo, el verde significa que estás soltera y buscas algo, el amarillo que ya estás en algo casual pero nada serio, y el rojo que estás en una relación —explicó Fer —Anda y divierte 

Catalina asintió y comenzó a caminar por el lugar con dirección a la barra de la cocina que estaba llena de bebida. Rodó los ojos divertida, pues conociendo a su amiga, aquello terminaría en una fiesta destructiva de chicos alcoholizados.

—¿Coca y ron? —preguntó una voz a sus espaldas, la cuál reconocería a kilómetros y aún con la música a tope.

—¿Qué hacés aquí? ¿No que tenías mil cosas que hacer, un stream, y que estabas re cansado? —inquirió la chica dándose vuelta para ver los ojos azules de Juani. 

—Yo pregunté primero, Lina, ¿Coca y ron? —repitió el chico acercándose más a la barra.

—Sí, pofa —murmuró Catalina —Ahora responde vos, ¿Qué hacés aquí?

—Una amiga me invito —respondió Juani con simpleza, alzando los hombros mientras preparaba la bebida de la chica y la suya al mismo tiempo.

—Ah pendejo, y a ella le decís que sí, ¿no? —reprochó molesta —Yo te invité primero, idiota, y me dijiste "estiy miy cansidi, y tingo michis cosis qui hicir

—Y seguís siendo igual de boluda, Lina —le dijo el chico rodando los ojos divertido mientras le entregaba su bebida —, de toda la fiesta solo te conozco a vos

Catalina abrió los labios para reprochar nuevamente, pero en ese momento cayó en cuenta de lo que Juani había querido decir, lo que causó la risa del chico.

—Ya, vení, vamos a bailar —sugirió extendiendo su mano la cual Catalina aceptó.

El alcohol no tardó en hacer efecto en sus organismos, debido a que ya tenían algún tiempo sin beber. Durante un buen rato no hubo de otra más que bailar juntos, pues la conexión que tenían era tan evidente para todos, que cualquiera que se les acercara creía que ya habían encontrado a la persona con la que querían pasar el resto de la noche.

Las manos de Caruso bajaron lentamente a la cintura de la chica, cuando en su ebriedad, comenzó a bailar pegando su espalda en el pecho del chico. Un ebrio Juani la sostuvo con toda la firmeza del mundo, con la excusa de evitarle una caída, pero algo dentro de él solo la quería mantener cerca. 

Un cosquilleo en su estómago comenzó a bajar poco a poco, e intentó disimular el ligero sonrojo que había cubierto su rostro ante el contacto de sus cuerpos. 

Las horas habían pasado con rapidez, sus ritmos solían sincronizarse de tal manera que las fugaces separaciones no permitían interrumpir el baile con el que continuaban.
Muchas de las personas de la fiesta se habían ido, así que solo quedaba un pequeño grupito de personas que ya estaban cansadas de bailar y beber (a pesar de que todos estaban sumamente ebrios)

—¡Hay que jugar! —exclamó una chica rubia, quien estaba obviamente ebria.

—¿A qué? —preguntó Catalina, recargando su cuerpo contra el de Juani en búsqueda de un poco de estabilidad, debido a que el alcohol la había hecho tambalear. 

—El juego de la botella —sugirió Fer, dándole un trago profundo a su cerveza para ponerla en el piso y sentarse —Dale, siéntense

Todos obedecieron, Juani se sentó junto a Catalina y no dudó en poner una mano sobre el muslo de la chica, quien ante el contacto, solo pudo estremecerse, pero no le molestó. Toda la noche había sentido los sutiles toques del joven en su cuerpo, pero lo disimulaba, pues no pretendía dejar que él detuviera esos roces que causaban en ella un intenso cosquilleo en la boca en el estómago.

—Bueno, a ver, todos somos adultos aquí, y las niñerías no valen, nada de "¿Quién te gusta?" no, no, y no, sean más creativos por favor, y también con los retos —propuso la rubia del inicio, quien no paraba de mirar a Juani, mientras se acomodaba para girar la botella.

Catalina no pudo evitar notar la mirada de la joven, tampoco entendió por qué le molestaba que mirara de esa forma a Juani, así que no supo qué le pasó por la cabeza cuando recorrió la mano del chico hacia su cintura permitiéndole enrollarla por completo.
Juani afirmó su agarre, y comenzó a acariciar el borde de la cintura de la chica.

La botella giró y se detuvo en un chico que llevaba una pulsera verde y a quien Catalina no conocía.

—¿Verdad o reto? —preguntó la rubia.

—Verdad 

—¿A quién de aquí te comerías? —continuó el juego.

El chico algo aturdido por las risas de los presentes, recorrió su mirada por las diferentes chicas que estaban en el lugar, y cuando llegó a Catalina se detuvo instantáneamente, lo que no pasó desapercibido por Juani que no dudó en mirar mal al chico y apretar la cintura de Catalina.
Así que el joven no tuvo otra opción más que continuar con las demás chicas.
Ninguno de los dos entendía el comportamiento que comenzaban a tener con el otro, pero no podían negar que les encantaba.

—A Fer —respondió con simpleza mientras alzaba los hombros.

Después de las risas  continuaron el juego, la botella se detuvo un par de veces en personas que ninguno de los dos conocía, así que comenzaron a aburrirse un poco, al menos hasta que de pronto la botella se detuvo en Catalina.
Juani, consiente del tipo de preguntas y de retos que hacían, no pudo evitar que su mandíbula se apretara y sus dedos se enterraran aún más en la cintura de Catalina, se acercó a ella de una forma muy protectora y esto todos lo notaron.

—Cata, Cata, Cata, ¿Verdad o reto? —preguntó Fer, quien había girado la botella.

Catalina se negaba a compartir cosas personales, y últimamente los retos que ponían eran sobre beber, o cosas por el estilo, así que decidió pronto: —Reto

Fer la miró maliciosa, y supo entonces que tal vez había cometido un error. —Debes pasar diez minutos con Juani en el armario, hagan lo que se les pinte 

Ambos amigos se miraron, para nadie había sido discreta la manera en la que bailaban, ni habían pasado por desapercibidos los constantes toqueteos entre ambos, ni la mano de Juani en la cintura de Catalina durante el juego, así que todos rieron.

—No tenemos que hacer nada —murmuró Juani para ella solamente, así que Catalina asintió antes de levantarse, tomando la mano del chico para dirigirlo al armario.

El calor se esparció rápidamente por el pequeño espacio en el que se encontraban, sus cuerpos rozaban ligeramente pero no era incómodo. Catalina aún sostenía la mano del chico, y solo podía ver lo que sucedía por un pequeño destello de luz que se colaba por la puerta desde arriba. 

Se quedaron en silencio un par de minutos, mirándose a los ojos.
Ambos estaban ebrios, tal vez demasiado ebrios, pero aún eran consientes de que no eran más que mejores amigos, de que Catalina recién había terminado con un novio de muchos años, y de que no sentían nada por el otro... O al menos era lo que creían.

—No tenemos que hacer nada si vos no querés —murmuró Juani, sin parar de mirarla, pues muy dentro de él sabía que sí quería que algo sucediera.

Ella lo miró un par de segundos más, pues si algo le decían los ojos azules de Juani, era que aquel "no siento nada por vos" no era más que una vil mentira, pues había estado enamorada de él en la preparatoria, y esos sentimientos habían renacido ahora que lo veía más de cerca.

—¿Y qué pasa si quiero que algo suceda? —preguntó por lo bajo, pues si bien a muchos el alcohol les ayudaba a ser valientes, en ese momento Catalina solo quería que la tierra se la tragara por la pena que le daba admitir que comenzaba a sentir algo por Juani de nuevo.

Él comenzó a acariciar la mano de Catalina, tenía el estómago algo revuelto por los nervios, pero si algo quería él también, de pronto era besarla. Se había contenido durante años, y ya no quería hacerlo más.

—¿Como qué es lo que querés que pase? —inquirió mirándola a los ojos.

Entonces Catalina supo que él también lo quería, pero no haría nada al menos hasta que ella se lo dijera, y si bien no era buena hablando, sí que lo era demostrando las cosas. No se detuvo a pensarlo un solo segundo cuando se lanzó inmediatamente a besarlo.

Algo sorprendido, Juani correspondió el beso, poniendo sus manos en la cintura de Catalina y acercándola lo más posible a él para poder profundizar el beso. Catalina pasó sus manos al ruloso cabello de Juani y tiró un poco de él. Juani hizo lo posible por llevar el control, comenzando a relamer los labios de la chica pidiendo una especie de permiso, el cual fue concedido de inmediato por ella; él introdujo su lengua y de alguna forma solo pudieron comenzar una guerra por el poder.

Las manos nada inexpertas de Juani comenzaron a recorrer las caderas de Catalina, y al llegar a lo que buscaba, dio un apretujón a su trasero causando que ella diera un pequeño brinco, lo suficiente para enrollar sus piernas en la cadera de Juani, quien sin esperar más, la arrinconó contra la pared del armario.

El oxígeno les hizo falta, obligándolos a separarse. —¿Algo como esto, tal vez? —dijo Catalina, causando la risa de Juani.

El chico no esperó otro permiso ni afirmación, volvió a sus labios mientras masajeaba el trasero de Catalina quien ante el contacto ahogó un suspiro en medio del beso.
Juani no tardó en bajar por el cuello de Catalina, comenzando a sentir como el beso y el alcohol habían despertado algunas sensaciones en su ser.
Un chupetón y luego otro, él no se detuvo ni fue delicado a la hora de succionar la piel del cuello de Catalina, tal vez aquello dejaría un par de marcas por la mañana.

—¡Chicos, ya pasaron los diez minutos! —exclamó Fer, sacándolos del trance en el que se encontraban. 

Catalina bajó de las caderas de Juani, y solo pudo mirarlo. —¿Qué estamos haciendo? —murmuró —Se supone que solo somos amigos

Juani se detuvo unos segundos antes de contestar. —Vos y yo sabemos que nunca hemos sido solo amigos... Solo hacemos lo que hemos querido hacer desde hace tanto...

Él no tardó en volver a besarla, y a pesar de que ella correspondió, cuando se vieron obligados a separarse Catalina volvió a hablar. —Habrá que volver con los demás, te aseguro que ya pasaron más de diez minutos...

—Esto no se va a quedar así, ¿No, Lina? —preguntó el chico señalando disimuladamente a la parte inferior de su torso.

Ella solo pudo soltar una sonora carcajada y abrió la puerta. Juani sabía que eso no se iba a quedar así, por lo que ni bien ella salió del armario, él pidió un uber.
—Juani —llamó Catalina —¿Se me corrió el labial? —preguntó.

—Parecés un payaso —se burló Juani, acercándose para limpiar un poco el labial desastroso de la chica.

—Vos no estás mucho mejor —reprochó ella, señalando sus labios enrojecidos por el labial de Catalina.

—Dejalo así —interrumpió el chico dándole una sonrisa suave cuando ella se acercó a limpiarlo. Caminaron hacia donde estaban los demás que los observaban curiosos. —Nosotros ya nos vamos —anunció tomando la mano de Catalina cuando el sonido de su teléfono le advirtió que el servicio ya había llegado.

—¿Qué? —a penas logró decir la chica cuando Juani ya estaba tirando de ella para dirigirse a la salida, estaba algo desesperado.

—Por favor, no me digas que vos no querés continuar lo que ya empezamos —dijo el chico subiéndose al auto. 

—Te mentiría —murmuró la chica, limitándose a subirse también.

El camino fue eterno, y ni bien tuvieron la oportunidad de subir al departamento de Juani, el chico no perdió el tiempo y volvió a besarla, como si no lo hubiera hecho en años.
Sus desesperadas manos comenzaron a recorrer los adentros de la blusa de Catalina, su piel estaba caliente a comparación de sus fríos dedos, y la reacción de la joven no se hizo esperar, su cuerpo se estremeció bajo las grandes manos del chico quien solo pudo sonreír en medio del beso.

—¿De qué te reís, boludo? —preguntó cuando se separaron en medio del beso.

—De vos —murmuró Juani antes de volver a atacar su cuello dejando uno que otro beso húmedo en el camino. Sus manos se volvieron veloces a la hora de retirar la blusa de Catalina, dejándola expuesta a todo lo que él quisiera hacer después. 

Ella no se permitió quedarse atrás y comenzó a pasar sus manos por el torso del chico, intentando quitar la camisa que lo cubría.

Los dedos escurridizos de Juani se deslizaron por la curvatura de la espalda de Catalina detallando cada pequeño surco en esta e intentando memorizar cada milímetro de su piel, pues si aquello no se volvía a repetir, era mejor guardar un recuerdo. Hábilmente se dedicó a desabrochar su sostén, dejando su torso por completo a su merced.
Sus manos no tardaron en envolver los pechos de la chica, el tamaño era perfecto para las manos de Juani, las cuales se encargaron de amasarlos con delicadeza pero manteniendo una destreza asombrosa.

Un suave jadeo salió de los labios de Catalina, interrumpiendo el beso.
Juani obligó la chica a colgarse nuevamente de sus caderas dirigiéndose a la cocina, lo cuál era lo más cercano.
La dejó cuidadosamente en el piso, y rompiendo el beso, Catalina hizo el primer movimiento, colocándose de rodillas. Sus manos no se hicieron esperar demasiado, desesperadamente desabrochó el cinturón del chico y después sus vaqueros.

—¿Estás segura de lo que vas a hacer? —preguntó el chico desde su alta posición. Ella lo miró y no tardó en asentir. —Si comenzas ya no me voy a poder detener —sentenció seriamente, tomando el rostro de Catalina entre sus manos. La respuesta de la chica fue concisa, sus manos liberaron entonces lo que comenzaba a esperar de manera ansiosa.

Sus palmas rodearon la longitud del chico y los suaves vaivén comenzaron, logrando arrancar un par de suspiros de parte del joven, entonces, mientras su erección comenzaba a soltar el líquido preseminal, Catalina no dudó en dar el siguiente paso, llevando el miembro del chico a sus labios, donde comenzó su delicado pero tortuoso juego. No lo metía, pero pretendía hacerlo.

—No estoy para juegos, Lina —gruñó, pero la chica no obedeció, lo que causó el rápido desespero de Juani.

Ni lento ni perezoso, más bien exasperado por la actitud juguetona de la chica, se apresuró a recoger su cabello en una coleta, y con un brusco movimiento, penetró con su longitud la boca de la chica.
Un fuerte gruñido raspó la garganta de Caruso a la par que una arcada era producida por el brusco movimiento.

—Te dije que no estoy para juegos, pendeja —habló Juani entrecortadamente debido al placer que le producía la estrecha y húmeda boca de la chica.
No tardó en comenzar a mover sus caderas en busca de la suficiente fricción, la saliva de Catalina era suficiente para mantener la lubricación, sin embargo la punta del chico golpeaba constantemente su garganta, produciendo tal vez más de la necesaria, por lo que un hilo de esta se escurría por el borde de sus labios.

Si bien Juani disfrutaba de la situación, terminó por separarse antes de ella solo para levantarla y ponerla contra la barra.
Había sido el mejor trabajito que le habían hecho, pero debía regresar el favor.
No se detuvo ni siquiera a pensarlo, se deshizo en un segundo de la ropa que aún cubría un poco a la chica. Pudo distinguir la humedad que recorría en centro nervioso de Catalina y no pudo evitar sonreír. Él lo había causado, y estaba orgulloso de ello.

—¿Creíste que podías dejarme en la fiesta con las ganas? —preguntó levantándose para quedar lo suficientemente cerca de ella. Sin previo aviso ni permiso, introdujo el primer dedo dentro de la húmeda cavidad de la joven, arrancándole un grito de placer. Comenzó a moverlo buscando la fricción necesaria para continuar sacándole los suficientes gemidos. Metió el segundo dedo, solo para obligarla a soltar un gemido que raspó su garganta. El vaivén mantenía el mismo ritmo, pero la fuerza era distinta.

—No podés dejar las cosas así, Catalina —gruñó dejando sus falanges dentro de ella, solo para comenzar un veloz movimiento casi que vibratorio, obligando a la chica a jadear sin control alguno. —Date la vuelta —ordenó.

Ella, completamente desesperada porque Juani continuara su cometido, obedeció. El chico se puso de rodillas para tener mayor acceso a ella. Sin dudarlo un segundo, su boca comenzó a succionar el clítoris de la joven, quien no tardó en soltar un nuevo grito repleto de placer. 

La velocidad de los movimientos del chico continuó, hasta que sintió las paredes de ella comenzar a apretar sus dedos.
Las manos de Catalina se enredaron entre los rizos de Juani intentando mantenerlo lo más cerca posible, pudo sentir como incluso su estómago se retorció y rogó por mayor velocidad, a la cuál el chico no se negó al notar como ella ponía los ojos en blanco de todo el placer producido por solamente un par de dedos y su lengua. Entonces, una enrome ola de placer la hizo casi caer, terminando de una manera gloriosa y aún con Juani entre sus muslos, Catalina se aferró a la mesa.

Juani se levantó, tomándola de la cintura con fuerza, solo pudo volver a besarla, asegurándose de  que en el proceso, ella pudiera probarse a sí misma. Sin embargo se separó de ella, dejándola con las ganas de continuar con su tarea.
La brusquedad del deseo combinada con el cuidado del cariño se mezclaron en el repentino movimiento que realizó para volver a ponerla contra la mesa. 

—Espera, Juani —pidió la chica al sentir como él se alineaba con ella, y aunque Juani sentía una enrome necesidad de continuar, obedeció la petición—¿Tenés condón?

Entonces lo recordó. —No...

Un diminuto silencio los cubrió, hasta que ella volvió a hablar. —Bue, tampoco creo que haya mucho problema, tomo la pastilla y ya está, continua

—¿Segura? —preguntó el chico.

—Dale o voy a arrepentirme —exigió desesperadamente, a lo que el chico no tardó en obedecer.

Un brusco movimiento adentró su miembro de la cavidad de la chica, arrebatando un grito por parte de ambos. Él no esperó mucho y comenzó a moverse dentro de ella, disfrutando lo bien que se sentía aquello que había estado esperando. Sus pieles rozaban causando un obsceno sonido que junto a los gemidos de la joven, eran más bien una melodía para sus oídos. 

Volvió a juntar el cabello de la chica, haciéndolo una coleta y tirando de esta en busca de más velocidad.
Tras un par de embestidas más, la necesidad del contacto con su piel se hizo presente, soltó el cabello de la chica y pasó sus manos sin vergüenza alguna por la espalda arqueada de Catalina. Solo se detuvo cuando llegó a su trasero, entonces, mientras continuaba con sus movimientos, comenzó a amasar a su gusto, disfrutando de los gemidos que provocaba, totalmente orgulloso de ellos. No tardó en azotar entonces con una fuerza que arrebató rápidamente un grito de placer. 

Ella pedía, suplicaba por más, y las erráticas además de descompensadas embestidas de él le avisaron que estaba a punto de llegar. Juani escurrió su mano hacia el clítoris de la chica y se encargó de masturbar esa zona, provocando un doble placer.
Sin esperar demasiado, las paredes de ella comenzaron a cerrarse contra la longitud del chico, el estómago se le volvió a contraer y agradeció estar apoyada contra la mesa.
La mano disponible de él dio un veloz recorrido hacia su cuello, el cuál tomó con firmeza obligándola a levantarse y privándola de la fría seguiridad del mármol.

La espalda de Catalina se apoyó contra el pecho de Juani, y una de las manos del chico rodeó nuevamente el cuello de ella, sus labios repartieron húmedos besos por la zona donde el cuello y el hombro se conectaban, mientras que sus embestidas cada vez más lentas pero que mantenían una profundidad lograron tocar el punto exacto.
Un largo gemido acompañado de una gran cantidad de fluidos avisaron a Juani de que ella había terminado, pero él aún no. Continuó con sus movimientos, causando la sobreestimulación de ella. 

Unas lágrimas de placer recorrieron las mejillas de la chica mientras él seguía. Pronto sintió que él mismo se liberaba, pero continuó. No paró hasta lograr un nuevo orgasmo en el cuerpo de Catalina.

—Sos jodidamente linda —murmuró con la respiración agitada, manteniéndose dentro de ella mientras Catalina intentaba calmar un poco su mismo cuerpo. 
Dejó suaves besos en el cuello de la chica saliendo lentamente de ella, la sostuvo de la cintura unos minutos hasta que la estabilidad en su cuerpo volvió.  —¿Querés tomar un baño?

Catalina asintió brevemente y con ayuda del chico se metió en la bañera con agua caliente. —Quedate aquí, vení conmigo

Él obedeció a la petición, rodeó su cuerpo una vez más con sus grandes brazos y se permitió relajarse con ella.
Un par de besos se escurrieron en el hombro de ella después de que Juani se encargara de lavar su cuerpo cuidadosamente.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —inquirió la chica en voz baja, disfrutando de la compañía del chico. Él asintió suavemente. —Esto... ¿Va a cambiar algo entre nosotros? —preguntó nerviosamente. 

—¿Vos querés que algo cambie? —inquirió curioso, acariciando la desnuda y mojada piel de la chica, ansioso por la respuesta, pues él sabía exactamente lo que quería, y no era precisamente el quedarse como "solo amigos", pues, al final, ella era perfecta para él.

—Solo sé que no quiero que quedemos solo como amigos, vos y yo tenemos potencial juntos —admitió Catalina, sintiendo su rostro arder en un sonrojo. Él la miró con dulzura, los sentimientos desarrollados durante las últimas semanas habían sido por fin liberados, pero él sentía que aún debía demostrarle mucho. —Así que no creo que esté del todo mal el... Intentar probar otro lado de nosotros

Juani tomó su rostro entre sus manos y se encargó de besarla una vez más, intentando demostrarle que la lujuria había dado un paso atrás, y ahora aquel beso solo estaba cargado de el amor que sentía por ella.

—Tal vez no esté mal —murmuró cerca de sus labios sin poder evitar una sonrisa. 

—¿Qué más da? No creo que seamos tan pendejos para arruinarnos —musitó la joven, dejando un suave y veloz beso sobre sus labios.

—Claro que no, vos no sos ninguna pendeja —dijo el chico, manteniendo sus rostros juntos.

—Oh dios... —murmuró asustada, ganándose una mirada confundida de parte de Juani—¿Quién sos y qué le hiciste a Juani?

El chico rodó los ojos divertido y se encargó de volver a besarla.


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AMBOS ERAN consientes de que el tiempo había pasado, pero la velocidad con la que lo había hecho era simplemente asombrosa.
Las cosas que hacían juntos habían sido asombrosas, y ahora lo eran el doble gracias al respaldo que producían los constantes besos, los roces y lo dulce que había resultado la relación.

Ahora el corazón del chico se detenía al verla entrar por aquella puerta. Lucía hermosa con aquel vestido blanco largo que entallaba cada pequeño detalle de su cuerpo que él era el único afortunado de los presentes en conocer a profundidad. Sus ojos cristalizados soltaron las lágrimas que retenía, y el coctel de emociones que se había formado en su ser era demasiado para él. 
No pudo volver a mirarla, se dio la vuelta intentando procesar lo que presenciaba, ella se acercaba lentamente hacia él con una hermosa sonrisa nerviosa. Pero Juani solo quería lanzarse a besarla.

Esperó pacientemente en el altar, entonces notó los ojos también cristalizados de la chica de su vida. El inmenso amor que sentía por ella lo tenía atado a sus pies, y no podía evitar demostrarlo.

—Te ves preciosa —murmuró cuando ella subió al altar junto a él, y no tardó en darle un casto beso. 

La boda prosiguió bajo el orden del cura, hasta que el momento de hablar llegó. Juani sostenía firmemente las manos de Catalina, y ya no sabía cuál de los dos era el que temblaba.

—Una vez una chica me dijo que tal vez soy demasiado para cualquier mina —comenzó mientras forzaba a su voz a no sonar tan nervioso —Y tal vez tenía razón, porque no fui capaz de encontrar a nadie que me llenara de la forma en la que vos lo haces, hoy puedo sostenerte en mis manos y asegurarte que... No hay nada ni a nadie que necesite, solo a vos, y juro que voy a amarte lo que reste de la eternidad, pues aunque no estoy seguro de en qué momento fue que los papeles cambiaron y vos dejaste de ser solo mi mejor amiga y te volviste el amor de mi vida, sé que sos perfecta para mí, me conocés mejor que nadie, sabes lo que quiero, lo que me gusta, y lo que no, así que prometo esforzarme todos los días para poder ser perfecto para vos

La lágrimas en los ojos de Catalina se hicieron presentes, amenazando con salir de sus ojos. —No llores, se te corre el maquillaje, amor, y me vas a hacer llorar a mí también —pidió suplicante mientras colocaba una de sus manos sobre la mejilla de la chica quien se acurrucó plácidamente en su palma.

Tras recuperarse un poco, fue capaz de hablar. —Vos me conocés, sabes mejor que nadie que eso del amor a primera vista no es para mí, y debo confesar que me había enamorado de ti durante la preparatoria, pero hoy que te tengo frente a mí, sé que puedo jurarte que seré tu eterna enamorada, voy a amarte hasta que mi cuerpo no de más, pues de cualquier manera, vos sos perfecto para mí, sos exactamente lo que pude haber siquiera llegado a soñar solamente, así que puedo asegurarte que yo nunca te dejaré esperando cuarenta minutos, ni hablaré solo de nuestros gatos, procuraré ser la mujer perfecta para vos porque vos ya lo sos para mí...

Juani no contuvo tampoco sus lágrimas, y ahora fue el turno de Catalina de secarlas con dulzura.
El cura dio por finalizada la misa después de otorgarles la bendición, y el tiempo jamás les fue suficiente para demostrarse todo el amor que sentían por el otro, pues aunque se conocían de toda una vida y eran perfectos para el otro desde un inicio, no había forma de demostrarse todo el amor que sentían por el otro. Una eternidad no les bastó.

Holii :))
¿Qué les pareció el shot de hoy?

Me costó escribirlo, la verdad JAJAJA pero espero que les haya gustado.
Btw, tengo una idea para una parte 2 del shot de Pipe con la canción "La Loca", pero, ¿Qué les parecería? Los leo :))

Btw, no olviden votar y comentar, que AMO leer y responder sus comentarios <3

FÁTIMA FUERA 🤍

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