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T R E S




Las cicatrices rojas y vivas, aún brotaban sangre, pintando una vez más la pálida espalda de Jimin. El mayor, pasó su dedo por las cicatrices, provocando que este sollozara y se aparta un poco del toque. Sonrió orgulloso. Se lamió los labios y con las yemas de sus dedos empezó a jugar con cicatrices de Jimin, provocando más dolor. Dejó a un lado el afilado cuchillo manchado de sangre y escribió con sus dedos manchados en la espalda del rubio.

—Te vez hermoso, pequeño... —susurró Yoongi y dejó de jugar. Abrazó la espalda desnuda y cicatrizada de Jimin.

El menor gritó del dolor, al sentir el sudor del pecho de Yoongi pegarse a su espalda. Se absorbió la nariz y dejó caer su cabeza. Soltó un suspiro entre amargas lágrimas y volvió a jadear al sentir las gotas de sudor que bajaban por su nuca hasta su espalda. Yoongi, dejó de abrazarlo y lo levantó del suelo, pero este se resbaló al no sentir sus piernas.

—Saldré a comprar medicina para curarte eso, pequeño... —le acarició la rubia cabeza y volvió a cargarlo. Arrastró su cuerpo por la sala hacia al pasillo y dar por fin a la habitación.

Él se encontraba desnudo y sentía frío. Estaba pálido y mareado. El castaño lo sentó en la cama y luego lo acostó boca abajo. Observó una vez más las cortadas hechas por él y el cuchillo sonriendo.

—Necesitarás buenos parches. —dijo él. —En varias horas es el cumpleaños de Minji. —dijo Yoongi, recordándolo. —Tendré que comprar un parche grande. —se mordió el labio inferior, pensante.

—¿E...estás co...contento? —dijo Jimin, entre gemidos.

Yoongi, ladeó la cabeza al verlo de espaldas y se inclinó para acariciarle la cabeza.

—Feliz de que te dejes de hacer todo lo que quiero cuando quiero. —le dijo y se enderezó. —¿Dónde tienes el dinero, pequeño? Debo ir a la farmacia y mañana cuando me activen mis cuentas, compraremos el regalo de Minji,

Jimin, se encontraba llorando en silencio con la mejilla pegada al colchón. Le dolía todo su cuerpo y le ardía tanto la espalda. Sentía frío y temblaba. No quería más.

—Mi billetera... —hizo una pausa. —Está en el armario.

Apoyó las palmas de sus manos en el colchón y trató de levantarse, pero Yoongi deslizó su mano por el cuello de Jimin y volvió a estampar la mejilla en el colchón.

—Estás adolorido, Park. —dijo Yoongi. —Te encanta hacerte sufrir. Deja de ser tan masoquista.

El rubio se quedó mudo y sintió como los talones de Yoongi sonaban por toda la habitación.

—Usaré algo tuyo. —dijo, pero Jimin no lo podía ver.

El castaño abrió el armario e hizo una mueca por la desaliñada moda de Jimin. Encontró un buzo gris y un pantalón largo. Cogió unos zapatos deportivos y llevó todo a la cama.

—Cuando venga, hablaremos de ese terrible gusto en la ropa. —Yoongi, se quitó el pantalón de pijama y se colocó el buzo junto al pantalón.

Jimin, cambió de mejilla y lo pudo ver sentado en una esquina de la cama colocándose los zapatos deportivos. El menor, con ojos llorosos estiró su mano para tocar el brazo de Yoongi, pero cayó de inmediato al colchón. Su cuerpo estaba débil y tampoco había comido, eso provocó un desmayo repentino.

Luego de dos horas y media, el rubio se despertó al sentir la aguja clavarse una vez más en su piel. Soltó un gemido y abrió los ojos poco a poco, sintiendo la vista nublada. Escuchó las fuertes respiraciones de Yoongi a su espalda. Bajó la mirada y se dio cuenta que se encontraba sentado en una silla aún desnudo, mientras que su espalda, Yoongi cerraba las heridas con una aguja e hilo. Soltó otro gemido al sentir el frío del parche pegarse en la herida.

—Quieto, pequeño... —dijo Yoongi. —Casi termino contigo.

—Duele... —se quejó Jimin.

Yoongi, terminó de ponerle el ultimo parche blanco a Jimin en la última herida cosida.

—Estás listo, pequeño. —Yoongi, se levantó de la silla y se quitó los guantes blancos.

Jimin, se levantó y se apoyó de la pared más cerca que había, ya que sus piernas temblaban. Vio la mesa, había algodones, alcohol, unas pequeñas pinzas, parches, hilos y agujas. Vio los guantes blancos manchados de sangre y luego miró a Yoongi; caminó hacia la cocina y abrió el refrigerador.

—Ponte algo, tienes 5 horas para dormir. —le dijo Yoongi a espaldas. —Pero, primero come algo.

—Estoy desnudo... —dijo el rubio. —No sé para qué te digo si me dirás "debes estar acostumbrado" —eso hizo reír a Yoongi.

Sacó del refrigerador una botella de agua y la puso en el mesón de la cocina. Había una bolsa negra en el mesón, él la abrió y dejó a la vista la caja de pizza.

—Siéntate, debes estar acostumbrado a estar desnudo. —dijo Yoongi, regresando a la mesa. Dejó la caja de pizza en ella y se dedicó a guardar los parches y las demás cosas. —Si te sientes tan incómodo, te traeré un pantalón. —dicho eso, desapareció por el pasillo con las cosas.

Jimin, cojeó hasta la mesa y se apoyó de la silla en la que se había sentado Yoongi. Se lamió los resecos labios y abrió la caja de pizza, dejando salir el aroma de jamón y champiñones. Fue ahí, cuando levantó la mirada y vio su reflejo. Agotado y maltratado. Por la luz opaca de la sala en la que estaba, pudo darse cuenta del reflejo de su espalda en la ventana que tenía las cortinas corridas. El rubio pasó saliva y vio a Yoongi aparecer en la sala con un pantalón de pijama.

—Ten. —se lo extendió. —Pedí una de doce porciones. —se rascó la nuca y se acercó a la mesa, tomando otra silla para sentarse. —Debes estar hambriento.

—¿Cómo? —Yoongi, estiró su mano para tomar una porción de pizza, mientras que Jimin se apoyaba con la mano para sostenerse y con la otra se colocaba el pantalón.

—¿Qué cosa? —respondió él, dándole un bocado a la porción y mirándolo.

—Coser la herida y saber que elementos usar para curar sin que se infecte. —preguntó Jimin.

—Conviví con Henry 18 años de mi vida. A los 6 años, Minyoung me enseñó a curar y que elementos utilizar para que las heridas no se infecten. La salvé de muchas. Hubo entonces una vez donde él me hizo una gran cicatriz. Supongo que no le has prestado atención. —sonrió él y le dio otro mordisco a la porción de pizza. Dejó media porción en la caja y se levantó de la mesa. Se quitó el buzo que traía dejando a la vista la parte de arriba desnuda. Le dio la espalda y fue ahí cuando Jimin se dio cuenta de la gran cicatriz que tenía Yoongi en la espalda. —No me corto el cabello atrás porque me ayuda a taparla. Tiene un grotesco secreto, pequeño. —Yoongi, se levantó un poco el corto cabello de atrás permitiéndole ver a Jimin el comienzo de la cicatriz. —Tenía 12 años. —suspiro. —Un destornillador de estrella con la punta caliente... Colocó la punta en mi nuca y la deslizó por mi espalda hasta llegar aquí. —señaló la cadera. —¿Ves la figura? —sonrió ante la pregunta.

Jimin, se había quedado perplejo con lo que había visto. Muchas veces lo había visto sin camisa. ¿Cómo era que nunca había visto aquella cicatriz? Tenía una figura extraña. Pero, él la pudo descifrar.

—¿Sabes? Taehyung estuvo ahí. —se giró y se colocó el buzo de nuevo. Se sentó otra vez y terminó de comer la porción de pizza, mirando a Jimin.

—¿Cómo huiste de él? Siempre te he escuchado hablar de tu madre, Taehyung, de Henry sus maltratos hacia ti. ¿Qué hay de ti? —con el pantalón puesto, se sentó a su lado, soltando en gemido al rozar su espalda con el espaldar de la silla.

—¿Tanto interés? —preguntó Yoongi, tomando otra porción de pizza y pasándosela a él. —¿Qué quieres saber exactamente? Estoy de buenas.

—Debes estar contento porque te desquitaste el enojo que tenías conmigo por haberte metido al manicomio. —dijo Jimin, mientras recibía la porción de pizza y llevaba la punta del triángulo a su boca. —Fue Seokjin, no yo.

—Pero, huiste de mí cuando mi cordura estaba por el suelo, pequeño. Debiste quedarte y dejar que te matara. —le sonrió Yoongi irónicamente. El rubio, levantó una ceja.

—Que romántico eres. —mordió otro pedazo.

—Iba a cumplir los 18 en unas semanas. Habían pasado dos años desde que Henry me habló de ti. —acercó la botella de agua y le quitó la tapa para llevar la boquilla a su boca y tomar un poco. —Lo primero que hice fue aprender a conducir, si quería huir, no iba a hacerlo corriendo. Era una carnada fácil y también necesitaba dinero. —comentó. —Taehyung, estaba por cumplir por 15 y bueno, iba al colegio mientras que yo lavaba los autos de los profesores. —Jimin, agarró otra porción.

—¿Nunca estudiaste? —preguntó Jimin y Yoongi, negó.

—Dejé la escuela cuando me faltaba un año para terminar, no quería que nadie supiera lo que me estaba pasando. Siempre egoísta. —sonrió. —Hasta que un día, alguien me ofreció un trabajo algo fuera de lo común. El padre de Dae, supongo que lo recuerdas. —el rubio asintió con la cabeza y le quitó la botella de agua de la mano para él tomar un poco y seguir comiendo la pizza. Yoongi, rio al verlo tan interesado en lo que contaba. —Y bueno, era un casino. Trabajaba ahí de repartidor de fichas. Un hombre llamó mi atención cuando quiso sobornarme con dinero para hacerlo ganar, siempre lo hacía cada vez que venía a jugar y yo necesitaba el dinero. —sonrió.

—¿Lo mataste? ¿Cierto? —preguntó Jimin.

—Solo lo descuarticé cuando lo vi tocando a Taehyung en los baños. ¿Sabes? Taehyung también era algo pícaro. Lo sedujo para llevarlo a la muerte. —Jimin, arrugó el ceño confundido.

—¿Lo mataron por dinero? —Yoongi asintió riendo.

—Y bueno, el hombre tenía millonadas y fue creciendo mi gusto por dinero y matar. La cosa fue cuando Henry se enteró de que yo escaparía con Taehyung. —se lamió los labios para continuar. —Ultima tocada que recibí de él y lo encadené. Hui con Taehyung, cumpliendo mis 18 viajaba con él a lo que ahora es mi ciudad.

El rubio no se lo tragó.

—¿Dónde está la obsesión por descuartizar y el sexo?

—Eso nació cuando tenía 21. Te busqué. —terminó de comer y cerró la caja de pizza. —Te encontré con una dulce familia, alabándote y haciéndote reír. Sentí celos de que tú, alguien que tenía que ver algo con mi padre fuera feliz. Me sentía el hijo rechazado de Dios. —rio irónicamente. —Te investigué junto a Dae, tenía contactos y me di cuenta que eras adoptado. Fui a buscar muchas cosas a la fiscalía y conocí a Seokjin, no nos llevamos bien porque él no quería ser el de abajo. —se burló a recordar eso.

—¿También cogiste con Seokjin?

—Te dije que no, él no quería ser el de abajo. Era un crío, tenía las hormonas disparadas. —se levantó de la mesa y caminó hacia la cocina para abrir el refrigerador y sacar una botella de agua. —Seokjin era pasante en ese entonces, le faltaba unos cuantos años para terminar y graduarse.

—Tienen buena historia.

—¿Por qué crees que siempre está buscándome? Está enamorado de mí. Hasta se hizo pasar por un estudiante cuando se enteró que estaba detrás de ti. Es un celoso. —arrugó la nariz y cerró la puerta del refrigerador para abrir la botella y llevar la boquilla a sus labios y tomar.

—Yoongi, para ti todos están enamorados de ti.

—Tú eres diferente, Jimin. Lo tuyo es obsesión hacia al maltrato. No me amas. Si me amarás, me dejarías. Regresas porque sé lo que te gusta y como te gusta. —y no mentía en nada. —Como decía... Tenías 16 años cuando me di cuenta de las suciedades que hacías con Jungkook.

Jimin, bajó la mirada.

—Como lo ordenabas a hacerte una mamada y como lo castigabas con nalgadas cuando él no te obedecía. En ese entonces, ¿Nunca pensaste en la palabra incesto? Pero, claro. ¿Qué te iba a importar? Te gustaba follar. —se burló Yoongi. —Conocí Jinyoung, quien me atrajo más hacia a ti y bueno, 18 años de tu vida casi 19, nos vimos por primera vez en aquel callejón. Obvio, ya te tenía la mirada encima. Sabía cada movimiento y cada placer que sentías. Te observé mucho, Jimin. De lejos y de cerca. Dormido o despierto. Siempre he estado ahí.

—¿Cómo supiste que era hermano de Taehyung?

—¿Recuerdas la primera vez que te encerré? Bueno, luego de haberte golpeado la cabeza contra la pared, dejaste mucha sangre. Una corazonada me dijo que investigara más profundo en ti. ¿Por qué me atraías tanto? Y por qué sentía tanto deseo de matarte y poseerte. —tomó más agua y dejó la botella en el mesón. —Mandé a analizar tu sangre, pensando que quizá fuéramos familia. Respuesta que le di a Dae, quizá para un futuro si algo pasaba. Pero, pasó. Te dieron la información equivocaba, pensaste que éramos familia. —sonrió y ladeó la cabeza. —La única verdad la sabía yo hasta el sol de hoy.

El rubio soltó un suspiro y se levantó de la silla.

—Ahora puedes decir que si cometiste acto de incesto con Taehyung. —se burló. —Los dos hermanitos follaron sin saber que eran familia. —hizo puchero y se volvió a reír.

—¿Por qué mierda te da gracia?

—Tu vida es un juego para mí, Jimin. —dijo él. —Si te das cuenta, nuestra relación, es que se le puede llamar relación a lo que tú y yo tenemos. No se puede abandonar, ni por ti ni por mí. ¿Hilo rojo? Me daría asco saber que es así. Pero, quizá en el pasado. Tú me lastimaste y yo en este presente, me estoy vengando.

—¿Desde cuándo crees en la rencarnación, Min?

—No he dicho nada. Solo es una suposición. —rio. —Pero, no te voy a mentir más. Todo esto fue un plan de nosotros. Escaparte y todo. Siempre lo planeamos sin hablarlo. Por eso, dejé que me amarrarán y me lastimaran, igual ibas a venir por mí. —salió de la cocina para acercarse a Jimin. —Sí, sentí algo por ti. Cuando te creí muerto. Me llené tanto de ira que... —se acercó a él y le tocó la mejilla. —No podía ver una vida sin ti. Sacié mi dolor con otras personas. Moribundo, mientras pensaba en ti. Hasta que me diste la amarga sorpresa, matando a mi juguete nuevo. Siempre quisiste tomar el trono, pequeño. Pero, te diste cuenta que no puedes. ¿Cierto?

Sus miradas se encontraron y se quedaron en un incómodo silencio. Yoongi, fue el primero en soltar una descontrolada carcajada.

—¿Ya te dije que me encanta tu rostro cuando tienes miedo? —se lamió los labios. —Pareces una ardillita asustada.

Jimin, se alejó de él y se giró para caminar hacia el pasillo.

—Te quedan 4 horas para descansar, Jimin. —dijo a su espalda. —Hazlo, mañana tenemos un día ocupado.

El rubio asintió y caminó hacia la habitación. Yoongi, sacó el teléfono de Jimin del bolsillo del pantalón que tenía puesto y sacó un papel del buzo. Marcó el número que se encontraba ahí y llamó.

—¿Señor?

—Thomas, soy yo. ¿Dónde estás ahora?

Estoy en camino, señor.

—Bien, ¿Traes la ropa que te pedí?

Yoongi, miró hacia el pasillo esperando a que Jimin no apareciera.

Sí, señor. La traigo en el maletero.

—Bien, te veo afuera.

Traje su teléfono y tarjetas.

—Está bien.

Llegaré en 10 minutos.

—De acuerdo, si te llaman de este número de nuevo. No contestes.

Y colgó. Pasó saliva y dejó el teléfono en la mesa. Caminó hacia la puerta y la abrió con sigilo para no llamar la atención del rubio. Salió y la cerró después, pero para su sorpresa, el rubio había escuchado todo tras la pared y regresaba a su habitación para descansar. Apagó la luz y caminó hacia su cama.

—De nuevo, adiós Yoongi... —susurró y se acostó boca abajo contra el colchón ya que su espalda aun ardía. —Como siempre. —cerró los ojos por completo, sumergiéndose en un gran sueño.

Pero, para él el tiempo pasó rápido y sintió como unas manos lo movían. Se quejó adolorido y se tapó el rostro.

—Vamos, despierta... —escuchó una dulce voz. —Jimin, me estás aplastando.

Jimin, arrugó el ceño aún con los ojos cerrados al escuchar la voz. Los abrió y se encontró mirando al techo.

—¡JIMIN! —escuchó el grito de un niño en la habitación.

Se levantó de golpe y se encontró con los enormes ojos cafés de Minji mirándolo. Sus pequeñas manos se encontraban debajo de su cadera, lo estaba aplastando. Se enderezó anonado y mirándolo. Ya era de día y el sol se encontraba en su punto más alto.

—Pesas mucho, Jimin. —rio el pequeño.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Jimin.

—Yoongi, me trajo. —sonrió.

Había cambiado un poco, ahora estaba un poco más alto.

—¿Dónde está, Yoongi?

—En la cocina, preparando tu desayuno. —dijo el niño. —¿Por qué siempre estás durmiendo? ¿Tienes insosmios?

—Insomnio, Minji. —la voz de Yoongi, hizo que Minji levantara la cabeza de repente. —Buenas tardes. —dijo él, quien se encontraba en la puerta. —Date una ducha, si te sientes cómodo y vístete. Tenemos que salir.

Jimin, se sentó en la cama y lo miró pensativo. Estaba vestido como siempre suele hacerlo. Traje y corbata, se veía tan sexy.

—¡Hoy es mi cumpleaños! —dijo eufórico, Minji. Bajándose de la cama. —Yoongi, dijo que me iba a dar regalos. —sonrió.

El rubio se levantó de la cama y pudo ver como Minji se tapaba la boca con sus manitas.

—¿Qué pasó? —preguntó el pequeño.

Jimin, miró a Yoongi y este le regaló una sonrisa retorcida.

—Se raspó. —respondió Yoongi.

—¿Te duele? —le preguntó Minji y Jimin asintió. —Yoongi, entonces no podrá jugar conmigo. —hizo puchero.

—¿Jugar a qué? —quiso saber Jimin.

—En la gran piscina que Yoongi me regaló. —sonrió.

Jimin, levantó una ceja y miró hacia donde estaba el castaño, pero este se había ido.

—Jimin... —lo llamó Minji. —Ahora eres rubio. ¿Se te cae mucho el cabello?

El rubio casi ríe.

—Cuando estés grande, quizás pintes tu cabello.

—Pero a mí me gusta este color. Aunque, Yoongi me dijo que podía pintármelo de rojo. ¿Qué dices?

—¿Cuántos años cumples, Minji? —evadió la pregunta.

—Cinco años. —dijo él.

—¿Cinco? La última vez que vi tenías tres.

Minji, negó.

—Eso fue hace muuuucho, tiempo. Ahora estoy más grande. —le dijo. —¡Vamos! Báñate y juguemos.

El niño corrió hacia la puerta, pero se detuvo.

—¿Jimin?

—¿Si?

Se devolvió corriendo y lo abrazó por la cadera.

—Te extrañe. Al igual que Yoongi. —sonrió el pequeño y se volvió a ir corriendo.

El rubio soltó un suspiro y se mordió el labio inferior pensante.

Yoongi, entró a la habitación de Jimin.

—Minji era yo cuando tenía esa edad. No sabía lo que sucedía o como la sociedad se comportaba. Para mí, era tan normal ver a mi padre lastimar a mi madre. Hasta que me di cuenta lo doloroso que era. —dijo él. —Minji, quizá conozca ese camino. Pero, no seré yo quien lo lastime. —sonrió Yoongi. —La comida está en la mesa, Park. Apresúrate. 



















Minji, es mi adoración.

Pronto subo el especial <3.




































































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