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01. ¿embarazo?

La luz entraba por las cortinas, notando la intensa luz entrar por su parpados, entreabrió los ojos, se recostó en la cama y un bostezo salió de sus labios, adormilado busco el reloj sobre su mesita de noche pero no se encontraba por ningún lado «ya era de día» pensó «¿cuánto había dormido?» su cuerpo pesado apenas lo dejaba moverse e incluso creyó romperse algo al girar su cabeza, vio que la ventana era más grande que lo que recordaba, de reojo vio a un hombre de pelo morado plácidamente dormido y notó dolor en su espalda baja… espera, «¿quién era ese hombre?» boquiabierto dejó escapar el aire de sus pulmones. ¿Cómo había llegado aquí? ¿Qué había hecho? Juntando el dolor de su cuerpo, las marcas evidentes en su pecho y caderas se dio cuenta —¡se había acostado con un extraño y quizás donde estaba!— Se gritó mentalmente.

Asustado intentó hacer memoria, todo parecía tan confuso, las luces parpadeantes del club, el sabor del licor en su boca, los jadeos de la noche anterior y la calidez empezaron a caer como baldes de agua fría. Un remolino de pensamientos y emociones encontradas lo dejaron estático. necesitaba irse, ¿cómo miraría a la cara al hombre con el que había pasado la noche sin sentirse avergonzado?. Hasta su propio hermano ya no lo quería por ser un incompetente así que ¿como un extraño querría compartir la habitación con el?

Sus inseguridades volvieron a flote al mismo tiempo que se despertó, buscando con la mirada su ropa logró captar las prendas esparcidas por el piso, sin hacer ruido para no despertar al otro se vistió y casi corriendo salió del departamento. su cabeza dolía demasiado, sentía que le explotaría, el arrepentimiento no tardó en llegar y mentalmente tomó nota; no volvería a beber.

Este corrió unas cuantas calles, ¡estaba realmente jodido! «¿Cómo bebió tanto para llegar a tener sexo con un extraño?» su mente divagaba aún intentando procesar la situación, llegando a la estación de autobuses, tomó el primero que vió y se alejó lo que más pudo del complejo de departamentos donde había despertado.

Pasaron las horas en las que Myunggi había llegado a su propio departamento, era pequeño; apenas tenía un baño y una habitación pero era suficiente, luego de haber perdido el único trabajo que tenía gracias a su gemelo apenas tenía el suficiente dinero ahorrado para vivir unos 3 meses sin tener sustento económico.

¿Acaso podía culpar a su gemelo? El hombre siempre había sido amable con él así que ¿por qué no había sido capaz de seguir haciendo videos recomendando criptomonedas?. La respuesta era simple pero difícil de admitir, Lee no era capaz de mentir sin sentirse culpable, a diferencia de su hermano que desde que era niño mentía para sobrevivir.

Sin padres a los que acudir o siquiera familiares el mundo se volvía tremendamente difícil para personas como él. Sentía la ansiedad pulsar en sus venas y su sien dolía debido a la jaqueca, «¡nada había pasado! No servía de nada seguir pensando en ello» necesitaba pensar sobre lo que haría después para conseguir dinero y no quedarse en la calle…

Sintiendo su cuerpo débil y el dolor punzante en su cabeza se baño para quitarse el sudor y todos los sentimientos de culpa que sentía al ver su cuerpo marcado. 20 minutos después este se vistió y se acostó en su pequeña cama, suspiró agotado y se quedó dormido.

Las semanas pasaron y Myunggi olvidó casi por completo aquel suceso, las mañanas se habían vuelto agotadoras, la mayor parte del día buscaba trabajo en tiendas de conveniencia o restaurantes pero ninguno necesitaba trabajadores, recorriendo las cuadras más cercanas a su departamento sintió un revoltijo en su estómago, no había comido casi nada esa mañana, entonces ¿porque sentía ganas de vomitar?

Tapando su boca y tratando de no vomitar en medio de la calle caminó unos metros hasta un callejón devolviendo todo lo de su estómago, que no era mucho. La bilis amarga fue realmente asquerosa de probar. Y ese fue el primero de muchos en los que cada mañana vomitaba, las náuseas no lo habían dejado salir a buscar trabajo por lo que intentó por las redes sociales, pero seguía sin dar frutos. ¿Cómo pensaba conseguir trabajo un chico huérfano y sin estudios académicos?
Pese a todas las cosas que pensaba sobre sí mismo, no se dio por vencido…

—Lee Myunggi— llamó su nombre la mujer, levantando la vista el chico levantó levemente su mano y se paró del asiento de la sala de espera hacia la enfermera. Hace unas horas que no paraba de vomitar y de tener mareos, la sensación de estar enfermo lo atormentaban, siguiendo a la señorita por el pasillo del hospital hasta llegar a la habitación de medicina general. Todo iba normal, aunque las náuseas no cesaban este no pensaba en otra cosa más que en el costo de la cita. «Tendré que no comer por unos días si quiero sobrevivir hasta el próximo mes» se planteó a sí mismo.

La mujer abrió la puerta dejándolo pasar primero, incómodo por la mirada de la mujer levantó la vista siendo encandilado por la luz de la ventana. Caminó a ciegas por unos segundos hasta que la voz del doctor lo sorprendió;

—¿Señor Lee?— preguntó el hombre.
“¿Si?” Este se sentó en el asiento delante del escritorio, con una mirada evaluadora este se presentó como Seo Monjoo y era médico general, después le hizo una que otra pregunta sobre lo que comía que siendo sincero no se alimentaba de manera correcta también le comentó sobre el examen de sangre que le habían hecho, sutilmente le preguntó si recientemente habia tenido relaciones sexuales, pregunta que lo tomo por sorpresa.

Respondió todas las preguntas de manera breve y sin rodeos aún cuando cada una era más incómoda que la anterior, deseando querer salir corriendo de su asiento.

—No encontramos mayores inconvenientes en su sangre, sin embargo, notamos algo sumamente extraño en sus resultados. Esto es bastante inusual, pero hay indicios de una hormona que normalmente solo está presente durante el embarazo. 

El médico hace una pausa, ajustando sus lentes y observando al paciente con cautela, como evaluando cómo decir lo siguiente sin causar alarma innecesaria. Myunggi entrecerró sus ojos mientras trataba de entender lo que este le decía

—Sé que esto puede sonar absurdo, considerando su situación, pero estos niveles de hormona pueden deberse a un error en el análisis... o a algo que no hemos detectado aún. Por eso, quisiéramos realizar una ecografía abdominal. 

El médico se inclina ligeramente hacia adelante, con un tono profesional pero preocupado. 

—Yo-...

—No se alarme. Podría tratarse de un error del laboratorio o, en casos excepcionales, de algo como un tumor que esté provocando un desequilibrio hormonal. Los síntomas que mencionó—náuseas, contracciones abdominales— también son consistentes con eso. Es mejor descartar todas las posibilidades para estar seguros. 

El médico dejó el expediente sobre la mesa y miró al paciente con seriedad, intentando transmitir tranquilidad. Su cabeza trabajando mil por hora pensaba en qué pasaría si este en realidad tuviera un tumor, ¿podría costear la cirugía? ¿querría vivir más?...

—Haremos el ultrasonido de inmediato. Es un procedimiento rápido y no invasivo, y nos dará una mejor idea de lo que está sucediendo. ¿Está de acuerdo?

Myunggi se sentía perdido, tenía miedo y ¿si lo que le esperaba no era más que algo malo? ¿Podría sobrellevarlo?. Con el cuerpo rígido este dejó que la enfermera le untara un gel bastante helado en su estómago, mientras el doctor pasaba el objeto que leía su interior. Para los escasos conocimientos de Myung apenas sabía lo que veía un ultrasonido así que con los nervios a flor de piel intento no estremecerse por contacto con su piel.

Unos minutos había pasado cuando el hombre giró su cabeza hacia la mujer que estaba a su costado mirando la pantalla del monitor, con los ojos muy abiertos la mujer abrió su boca pero ninguna palabra salió. Dudoso Lee notó las miradas de incredulidad, «¿era malo?» pensaba una y otra vez, el hombre parecía tan confundido como fascinado y mientras la mujer llamaba a alguien por teléfono este carraspeó llamando la atención de su paciente, suspiró hondo y habló con su cordial tono de profesionalidad habló;

—Señor Lee, se que usted es un hombre pero según el ultrasonido y los demás estudios, todos indican que usted está embarazada- digo embarazado… tiene 8 semanas de gestación— confundido Myunggi trato de levantarse, «debe estar loco si piensa que voy a creer que estoy esperando un hijo»

se trató de levantar sin decir ni una palabra, notando el desconcierto la mujer viendo que intentaba irse lo sujetó del brazo.

—señor Lee, se que esto suena loco y que nada de esto es verdad— tomó una pausa y suspiró —pero tenemos que hacerle más exámenes…— sentenció

“no sabemos si se cuerpo soportará todo lo que conlleva un embarazo” las palabras resonaron en su oídos, ¿como podría traer un niño al mundo cuando no tenía dinero ni para caer muerto? Las lágrimas no tardaron en caer por sus mejillas, desde el fondo de su mente esa noche no lo dejaría en paz ni mucho menos ahora cuando traía el hijo de ese tal ‘Thanos’ en su propio vientre. Terminando por caer de rodillas Myunggi se dejó llevar por el dolor y lloró, liberando todo lo que su pecho contenía…

Otras semanas más en las que Myunggi apenas salía de su departamento a menos que el hambre fuera mucha. Aún no podía entender cómo su cuerpo era capaz de procrear siendo que este era un hombre, según los doctores él había nacido con los dos sistemas reproductores tanto femeninos (útero) y masculinos (testículos) sin embargo era prácticamente una bendición el que haya quedado en cinta, al contrario de lo que este quisiera en la vida quizás esa pequeña chispa que traía en su interior significa que no estaría solo. ¡Que alguien lo necesita! ¡Que alguien dependa de él!...

El dolor que alguna vez se había alojado en su pecho se había ido, no por completo pero lo suficiente para no preocuparse por ello en un futuro temprano. La llamada de su teléfono lo alertó levantando la cabeza de su almohada este tomó el dispositivo llevándolo a su oreja sin leer de quién era. La voz gruesa del Doctor Seo lo tomó por sorpresa, hace 3 meses se había enterado que esperaba un hijo y desde ese momento el hombre no solo lo escucho sobre sus peores momentos sino que lo ayuda algunas veces en lo monetario, claro que no le regala dinero, en realidad este le consiguió trabajo como amo de casa donde hace las compras y limpia el hogar del mayor. La paga era suficiente para costear el piso donde vivía y alimentarse sanamente como le había prescrito el doctor para que su bebé creciera fuerte y sano.

En cambio Myunggi lo dejaba hacer algunos ensayos e investigaciones sobre su caso, un hombre embarazado no se ve en todos lados o eso le comentó un día Monjoo.

—Hoy tienes hora con la obstetra— recordó mientras movía algunos documentos —Oh y cierto, ¿has comido bien?— preguntó con esa amabilidad característica de él.

—Sí he comido bastante, este bebé pide demasiada comida— sonrió mostrando los dientes aunque claramente el doctor no podría verlo.

—Eso me han dicho que ocurre— rió con suavidad —Significa que está creciendo…

La charla continuó, entre risas y otras conversaciones triviales hasta que Monjoo tuvo que disculparse porque tendría otro paciente que atender, Myunggi se despidió y colgó. Tendría que salir de su hogar ese día por lo que se dirigió al baño, se quitó la ropa, mirándose al pequeño espejo y notó el bulto que empezaba a notarse aún más incluso con ropa puesta

Aunque no fue inmediato, pero empezó a notarlo. Al principio, solo parecía un ligero abultamiento, algo que podría atribuirse a cualquier cosa: tal vez una comida pesada, tal vez estrés. Pero no. Su vientre estaba cambiando. 

Cuando se miraba en el espejo, podía ver cómo la curva, casi imperceptible al principio, iba ganando terreno. No era solo un bulto; era algo más. Algo vivo. La piel, antes firme y plana, parecía ceder con delicadeza, estirándose como si supiera que debía preparar espacio para algo desconocido.

Era imposible ignorarlo. Con cada día que pasaba, el crecimiento era más evidente. Una redondez suave pero constante. No era normal, no podía serlo. Y, sin embargo, ahí estaba, como si su cuerpo estuviera actuando por cuenta propia, ajeno a toda lógica.

Sin pensarlo llevo su mano acunando y acariciando su vientre, algo en ello le parecía mágico, «¿quizás así se sentirá las mujeres al ser madres?» ¿él también podría catalogarse como madre? Pensaba Myunggi, al pasar los meses empezó a querer mucho más al pequeño bebe que se formaba en su interior, había veces en las que se preguntaba si debería buscar al hombre con el que se había acostado para contarle que llevaba un hijo compartido. Pero claramente eso solo sería una mala idea, ¿por algo se había acostado con un chico no? Para no tener ese problema con una mujer… En parte Myunggi sabía que eso sería un problema para alguien que solo había buscado algo pasajero.

Frotando sus ojos este trato de esfumar esos pensamientos, ¿que importaba si no tenía otro apoyo para criar a su bebé? El sería suficiente incluso si tuviera que buscar cientos de trabajos, le daría los estudios y el amor que él no pudo tener. Y con ese pensamiento en mente se duchó.

Más tarde salió del departamento con ansias de saber cuánto había crecido su bebé, caminando un par de cuadras tomó la avenida, viendo las luces parpadeantes de los carteles publicitarios su sonrisa se iluminó al ver al Doctor Seo en uno de esas pantallas mostrando la cara de algunos médicos del famoso hospital de Sugwoon. No mirando por donde caminaba terminó chocando con una chica, era bajita y de pelo corto con algunos mechones rubios, ella ni lo miro cuando siguió su camino, no esperando a que se disculpara, con el ceño fruncido por lo extraña chica no le tomo importancia y siguió por la vereda hasta la estación de metro.

Al entrar la diferencia de temperaturas le dio un leve escalofrío, afuera hacía frío ya que a mediados de invierno las calles a veces se teñían de blanco debido a la nieve que caía. Con la calefacción encendida sacó su billetera y pasó la tarjeta por un censor, abriendo los ‘brazos’ metálicos y dejándolo pasar casi al mismo tiempo.

Su cuerpo se calentaba al ritmo de su andar, dejando notar la incomodidad al sentir las miradas indiscretas de las personas que lo veían pasar, aún con la ropa que traía puesta –que no eran más de 3 prendas– se podía notar su pancita, las personas al no saber que estaba embarazado y más siendo varón no era de extrañarse que lo miraran de más, sin embargo, seguía sin acostumbrarse a ello.

Se sentó en uno de los asientos esperando a que llegara el tren, cerró sus ojos un momento mientras descansaba su espalda, era inconfundible las veces que había visto a una embarazada tocarse la espalda, y ahora sabía por qué.

—¿señor?— oyó decir a su lado, abrió los ojos sorprendido, al hacerlo un hombre que le ganaba por más de 30 centímetros de altura, traía el pelo prolijamente peinado, su postura confiada daba a entender que poseía bastante dinero, traía un traje gris y un maletín negro. El hombre parado frente a él habló nuevamente

—¿le gustaría jugar un juego?— notando la intensa y confusa mirada de Myung este siguió con su monólogo —Sí acepta jugar Ddakji y gana tendrá 100 mil wones en efectivo— soltó el hombre, notando la mirada de este en su vientre este juntó sus manos dejándolas en sus piernas, desviando la atención del extraño.

—¿Y si pierdo?— preguntó inseguro. Una sonrisa burlona se formó en sus labios y levantó su mirada mirándolo a los ojos.

—¿poca fe se tiene a sí mismo?— dijo el extraño, se sentó en el asiento vacío y abrió el maletín mostrando los dos papeles de color azul y rojo respectivamente.

—elija 1— Myunggi duda levantó su mano para elegir el azul.

—De acuerdo, usted empieza— se levantó y dejó caer el papel rojo al suelo, siguiendo al hombre Myunggi tiró su ficha volteando al del contrario. El hombre sonrió y con movimientos calculados aplaudió suavemente. Sin creer que este le daría de verdad el dinero abrió los ojos impactado por los billetes que sacó de su bolsillo. Su mente intentando encontrar el truco en aquello recibió los billetes

—me toca— este agarró la ficha roja del suelo y lo tiró sobre la otra, tan fácil como respirar lo dio vuelta en un santiamén. Boquiabierto miró hacia su ficha, fue el turno del menor y copió lo que hizo el hombre, al tirarlo cerró los ojos esperando a escuchar el golpe del papel al chocar entre sí, pero nunca llegó.

Al abrir lo ojos vio que no lo volteó y una sutil expresión de sorpresa quedó plasmada en sus labios

—Oh perdió— frunció los labios en un puchero y tal como había aparecido se fue mostrando una sonrisa torcida —ahora me debes pagar—

—P-pero yo no-

sonando abatido Myunggi comenzó a jugar con sus dedos nervioso

—¡No te preocupes! No con dinero— dijo el hombre —con tu cuerpo…— murmuró.

—¿Qué-

No logró terminar su frase cuando Myung sintió el ardor de su mejilla al ser golpeada, dejando el color rojizo teñir su cara.

Sorprendido por el golpe inesperado el hombre le explicó nuevamente las reglas del juego, aún con las mil dudas que tenía en su mente él siguió jugando, mientras aguantaba algunas cachetadas ganaba otros 100 mil wones. Llegando a obtener 800 mil wones antes de que él hombre cerrará su maletín y le diera una tarjeta con símbolos extraños, al voltearla en el reverso había un número de teléfono.
Si llamaba podría participar en un juego donde podría ganar dinero.

¿Qué más puede perder? Necesitaba dinero para poder criar a su hijo, no podía simplemente depender del doctor Seo para siempre. Y con aquella tarjeta que alojó en su bolsillo del buzo siguió su camino ya que si no se movía perdería la hora a la obstetra…

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Holiii gracias por las lecturas y votos en la historia! Les agradezco y espero les haya gustado este capitulo. Me gusta escribir agnst así que espero que lo disfruten como yo kwkdjdjdj

Pero no se preocupen que esto terminara bien... ¿o no? :>>>

—Ayan💐

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