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—¿Y dónde está? —le pregunté a Seokjin.
Había llegado al apartamento de Taehyung y me encontraba ya dentro de él. Desesperado y urgente por ver al mocoso, Seokjin caminó hacia una puerta y la abrió.
—Soobin, ven acá. —lo escuché decir.
Extrañamente las manos me sudaban. Bueno, no era hijo mío, pero... Algo es algo. Además, si fuera hijo mío, tendría que ser hermoso.
¿No te cansas con ese ego?
Oh, conciencia. ¡Estás viva! Te hacía de vacaciones hace meses.
Tú, eres horrible. Mintiéndole a Jimin. ¿Así crees que será el pasivo contigo?
Sí.
Ni sé para qué pregunto, si tu ego pesa más que tu conocimiento.
Un niño de cabello castaño con la edad de más o menos 3 años apareció por la puerta abrazando a un muñeco de lana. Vestía de una camisa azul cielo y un pantalón beige. En su espalda cargaba un bolso con la caricatura de Tom y Jerry, más su nombre escrito en el.
—Soobin, te presento a tío Yoongi. —dijo Seokjin, señalándome.
El niño me observó de pies a cabeza e hizo una mueca y miró a Seokjin.
—Es feo. —dijo.
Levanté las cejas asombrado por lo que había dicho y me llevé las manos a la cadera.
—Tú no eres tan simpático, mocoso. —dije yo.
—Bien, te llevaré a casa. Ustedes conózcanse en el auto. —dijo Seokjin, caminado hacia la puerta. —Taehyung me matará si no le llevo rápido sus apuntes para historia. —arrugué el ceño.
—¿No estamos en vacaciones? Digo, ya estamos en último año. Queda un mes para entrar. —dije yo.
—Curso de historia. Reprobó dos veces, una más y no se gradúa. —comentó Seokjin. —¡Salgan! —señaló la puerta.
Miré al mocoso, quien caminó hacia la puerta que yacía abierta y salió. Yo lo seguí en silencio, esperando a Seokjin. Esta salió después con una pequeña maleta en sus manos, más unas hojas en una carpeta. Cerró la puerta y caminó junto a mí y al mocoso por el pasillo para bajar las escaleras.
—Bien, te iré dando una lista para que memorices sobre Soobin. —dijo Seokjin, tomando la delantera al bajar las escaleras. Le tomó la mano al mocoso y bajó con él con cuidado. —Una comida bien ligera, nada de galletas ni pan luego de las 8 porque le dan gases y no puede tomar tanto jugo de naranja porque puede darle acidez tan a temprana edad. En las noches, suele hablar dormido y levantarse a caminar. Tiene que hacer ejercicio y si llora por capricho, ponle Tom y Jerry, es lo único que ve.
Dejé de bajar las escaleras y lo miré.
—¿Qué es? ¿Hijo de padres ricos o qué? —me crucé de brazos al terminar de bajar el último escalón. —¿Por qué tanta mierda? ¿Cómo se supone que memorice eso?
—Tú no, Park sí. —dijo. —Enviaré la lista para ti a tu teléfono.
Salimos del edificio y caminamos hacia un auto rojo oxidado. Hice una mueca.
—¿Desde cuándo tienes auto? —pregunté.
—Desde que te partieron el culo, Min. —respondió, abriendo la puerta trasera para entrar Soobin y acomodarlo en el asiento con un cinturón.
Yo, me acerqué a la puerta del copiloto y subí, cerrando la puerta. Vi a Seokjin meter algunas cosas en el maletero y mis ojos aterrizaron en el retrovisor que enfocaba el rostro del mocoso. Parecía molesto.
—No me gustas. —dijo él, apretando su peluche con enojo.
—A mí tampoco me gustas, mocoso. —respondí yo.
—No soy mocoso, soy Soobin. —dijo.
—Mocoso. —dije yo.
—Feo.
—Mimado. —él se quedó procesando la palabra unos segundos.
—Gay.
Lo miré con los ojos entrecerrados.
—¿Sabes qué significa esa palabra? —pregunté.
—Niño más niño. —dijo él.
¡Vaya! Yo a su edad comía tierra y este ya sabe sobre la homosexualidad. ¿Sabrá sumar también?
Seokjin, abrió la puerta del piloto y subió cerrándola. Él presenció el aura de tensión en el auto y carraspeó con la una sonrisa.
—Se llevarán bien. —comentó él. —Son tal para cual. —encendió el auto.
Minutos más tarde, me había dejado frente a casa de mi madre. Antes de eso, habíamos llegado a una tienda cercana para comprar algunas meriendas y jugos. Soobin, es exigente, si la galleta no era de chipas de chocolate con vainilla, él no comería nada. Si no era jugo de naranja sin azúcar, él tampoco quería nada. Vuelvo y digo, yo a su edad, era bello. Solo eso.
—Bien, hemos llegado. —anunció Seokjin, mientras yo terminaba de comer una barra de chocolate. —Soobin, limpia bien tu boca. —le pasó una toallita húmeda.
Me bajé del auto y esperé afuera mirando hacia la puerta. Estaba nervioso, sí. Era una grande mentira que le diría a Jimin... Pero, quizás este niño si me ayude a tenerlo como quiero. Espero y no cause problemas.
Como que se te olvida algo, Min.
No, hoy si me lavé las nalgas.
¡Tu madre! Vives en casa de tu madre. ¿Cómo piensas decirle que tienes un hijo y ahora eres gay?
Oye, no había pensado en eso... ¡Gracias por regresar conciencia!
Claro, idiota. Sin mí no piensas.
¿Y ahora como le digo que tengo un hijo falso que parece falso?
Primero, habla con Jimin sobre el niño. Luego, tu madre.
Solté un suspiro y vi llegar al mocoso a mi lado. Él levantó la cabeza para mirarme y luego levantó su mano para hacerme la mala seña. Abrí la boca por la grosería.
—¡Soobin! —llamó Seokjin. —Respeta a tus mayores. —se acercó a nosotros con el pequeño bolso, el cual me entregó para que lo llevara.
—No me gusta él. —dijo el mocoso.
—Pues tu a mí tampoco. Pero, esto es un favor por otro favor. —miré a Seokjin, quien me sonrió.
—Debo irme. —dijo. —Gracias por esto, Min. —caminó hacia el auto. —¡Pórtate bien, Soobin!
Solté otro amargo suspiro y miré al mocoso.
—Entremos. —dije yo, para que él caminara conmigo.
Llegué a la puerta y saqué las llaves para abrir. Lo dejé entrar, mientras yo guardaba mi llave.
—Mocoso, te presentaré a alguien. —le dije. —Puedes llamarme Yoongi o tío. —dije.
—¿Marica? —levantó las cejas.
—Que grosero eres, mocoso. Y ¡No! —le dije. —¡Yoongi!
—¡¿Yoongi?! ¿Ya llegaste? —escuché la voz de Jimin por las escaleras.
Mi corazón dio un vuelco y cerré la puerta con rapidez. Tragué saliva nervioso y le cogí la mano al niño para caminar hacia el mueble. Dejé su bolso en este y esperé a que Jimin bajara.
—Pórtate bien. —lo señalé.
Jimin, llegó a sala con una sonrisa la cual se esfumó en segundos al ver a Soobin sentado en el mueble. Lo vi llevarse las manos a cadera.
—¿En serio trajiste a un niño? —preguntó
—¿No querías un hijo? Aquí lo tienes. —dije yo, señalando al mocoso.
Jimin, miró al menor de cabello castaño y luego a mí quien le sonreía.
—¿No quieres ser padre? Está bien, empecemos con eso.
Por dentro reía, sabía que estaba por matarme. Era mi año, mi día, mi mes. Iba a ser el activo con él.
—Yoongi, pensé que era una broma. —me dijo.
—¿Crees que el niño es una broma? —dije yo. —Mi hijo... —fingí cara triste.
—Iug, no me digas así. —habló el niño.
Lo vi bajarse el mueble y caminar hacia Jimin con una sonrisa. Maldito lucifer.
—Hola. —saludó. —Soy Soobin. —sonrió.
—Jimin. —dijo él.
—Tú eres más lindo que él. —me señaló y yo arrugué el ceño. —Me gusta tu cabello, Jimin.
Lo vi sonreír tiernamente y luego reír.
—Él es muy amargado. —comentó. —Ya me llama mocoso. —puso cara triste.
¡Que le den el Oscar al niño, por favor!
—¿Por qué lo llamaste así? —me preguntó Jimin.
—¿No puedo?
—Es tu hijo, Yoongi. Debes tratarlo como tal.
Me quería reír. Si fuera hijo mío, no tuviera ese comportamiento tan malcriado.
—Sí, sí. Como sea. —dije yo. —Por cierto... —me acerqué. —Tengo algo que decirte.
Él levantó una ceja.
—¿Cómo le diremos a mi madre?
Él abrió los ojos por completo y luego su mano aterrizó en mi hombro en un fuerte golpe.
—¡¿Eres idiota o qué?! —se tapó la boca. —Lo siento, está el pequeño. —se alejó de él y me cogió del brazo aparte. —¿Cómo mierda vas a decirle que tienes un hijo, idiota?
—Se supone que lo haremos los dos. ¿No? Digo, prácticamente es hijo tuyo. Lo mío es tuyo.
Lo vi tratar de reprimir una sonrisa. Sí, sí. Yo puedo con su enojo.
Él soltó un suspiro y miró al mocoso, quien abrió su bolso de Tom y Jerry para guardar su peluche.
—No se parece tanto a ti. —me dijo. —No sé cómo decirle a tu madre. Solo sé directo.
La puerta sonó al cerrarse seguido de unas llaves.
—¡¿Están en casa?! —y la voz de mi madre se escuchó por toda la casa.
Jimin y yo nos miramos.
—Eres hombre muerto. —me dijo.
—Somos, porque túquerías un hijo.
Esto va a estar buenooooo
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