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Parte Única

Je t'ai toujours aimé ... j'étais trop stupide pour réaliser.
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La consola encendida, dos latas de cerveza, una bolsa de papas fritas y una alfombra mullida adornaban el suelo en donde estaban sentados dos amigos.

El menor festejaba haber ganado por tercera vez consecutiva y el otro bufaba a la vez que pedía la revancha.

—Sabes... Te veo tenso. La verdad es que tú siempre ganas en estos juegos y justo ahora estás estúpidamente distraído —Dijo el pelirosa mientras tomaba una papita de la bolsa que estaba en medio de ambos.

Necesito distraerme —Contestó el otro, haciendo énfasis en la primera palabra. Mirando la pantalla del televisor mientras cambiaba de posición el mayor se arrodilló de manera en que su trasero se apoyara en sus talones.

—Obviamente... —Replicó el menor —Lo cierto es que lo supuse desde que atendí tu llamado. Soy tu mejor amigo desde... No sé ¿Siempre? —Sonrió —Pero hace bastante tiempo que no me invitas a jugar videojuegos, mentiría si dijera que no me sorprendí. Ahora dime ¿Qué pasó?

El ambiente en aquella sala era ligero, ambos se sentían bien con la presencia del otro.

—Si... Bueno... Extrañaba esto —señaló alrededor con la barbilla —. Jugar videojuegos con mi mejor amigo mientras compartimos unas buenas cervezas. Ya sabes, el ser adultos responsables es una mierda y no siempre tenemos tiempo, así que... —Presionó play para iniciar el juego.

—YoonGi... —Lo interrumpió pausando el juego y, dejando el mando a un lado, observaba al mayor con ojos acusadores.

—Estoy bien, maravillosamente bien, solo tengo que despejar mi cabeza... Y quién si no tú, para ayudarme —Miró a JiMin, quien lo miraba serio. Le había preguntado qué había pasado, no cómo estaba. Eso solo mostraba que se encontraba mal.

—No quieres contarme —Afirmó Park, sosteniéndole la mirada. El rubio miró sus manos mientras dejaba, también, el mando a un lado. Se sintió expuesto, su vista comenzó a nublarse a causa de las lágrimas que amenazaban con salir. Los brazos del contrario lo rodearon por el costado —. Está bien no digas nada, si quieres llorar hazlo, estoy para ti. No lo olvides.

Lloró en silencio mientras JiMin lo abrazaba y repartía caricias por su espalda. YoonGi no quería llorar, no porque le avergonzara si no porque si lo hacía significaría que lo afecta lo suficiente como para sentirse herido.

Pero ahí estaba... llorando en los brazos de su mejor amigo.

Cinco minutos después, el rubio se irguió sobre sus rodillas, secó las lágrimas que quedaban en sus ojos y miró a su amigo. JiMin deshizo el abrazo, pero no se alejó. Sentía que debía protegerlo, algo muy extraño ya que siempre era al revés.

Recuerdos llegaron a su mente, YoonGi sentándose a su lado en la cafetería con su característica cara de culo, ahuyentando a todo imbécil que, diariamente, molestaba al menor.

—Terminó conmigo —Susurró el pálido trayendo al otro de nuevo al presente —. Dijo que había alguien más.

El pelirosa atinó a abrazarlo por el cuello y esta vez YoonGi devolvió el gesto deslizando sus brazos por la cintura apresando al menor en un apretón con la fuerza suficiente para eliminar cualquier espacio entre ellos.
No se sentía extraño, al contrario, años de complicidad surcaban y se extendían de lleno en aquella muestra de cariño y apoyo que ambos se brindaban. Era algo que necesitaban y que, por las vueltas de la vida, se habían privado durante mucho tiempo.

JiMin estaba a punto de hablar pero un sonido hizo acto de presencia. Era su celular. Soltó a YoonGi, sacó el aparato de su bolsillo, vio de quién se trataba y atendió.

—Hola.

Hola cariño ¿Cómo estás?

—Bien ¿Y tú? —El pelirosa se sentó sobre sus talones, YoonGi lo imitó.

Me alegro amor, yo estoy bien. Te llamaba para avisarte que esta noche no podré ir a tu casa, tengo mucho trabajo y quiero acabarlo cuanto antes —El semblante de JiMin decayó.

—Está bien, no te preocupes —YoonGi miraba atento cada reacción en el rostro del menor, este último solo miraba a un punto lejano en la sala.

Bueno, quería decírtelo. Ahora debo irme.

—Adiós.

Te amo, JiMin.

—También te amo, EunWoo.

La llamada se terminó, ambos se miraron por unos segundos, YoonGi notó en el rostro del menor un ápice de decepción el cual rápidamente trató de ocultar con una sonrisa, sonrisa que no llegó a sus ojos.

—¿Te sientes mejor? —Dijo JiMin mientras colocaba el celular en donde estuvo, primeramente.

—Si ¿Y tú? —YoonGi no era idiota, esa llamada hizo que el ánimo del pelirosa disminuyera y eso le molestaba, más no dejó que en su voz, ni en su rostro, se note el enfado.

—Si... Bueno, ya ves, es 12. EunWoo siempre va a casa para ser el primero en verme cuando se hacen las doce de la noche.

El menor rascó su nuca en un intento de sonar desinteresado, cosa que no funcionó.

—Y supongo que este año no va a suceder —Adivinó YoonGi.

Park frunció sus labios. Había notado que últimamente su novio actuaba de manera extraña, no quería recriminar sus acciones, pues creía que era una etapa. Llevaban tres años de relación y, según internet, era normal que la relación se enfriase un poco.
A pesar de sus intentos de avivar la pasión, EunWoo parecía no reaccionar ante las caricias, besos y provocaciones que normalmente se basaban en lencería erótica, bailes y regalos.

Afuera comenzaba a oscurecer, YoonGi tomó su mano mientras realizaba círculos imaginarios con su pulgar, sonrió y en un intento de animarlo le dijo.

—Bueno, estás desanimado, yo también y eso es una mierda —El de mejillas abultadas sonrió —. Pero... —YoonGi elevó la mano que tenía libre y levantó su índice —Eso no quiere decir que debamos pasar la noche llorando y lamentando nuestra existencia mientras nos ahogamos en cerveza... —Tocó su barbilla fingiendo pensar —Bueno, lo de la cerveza puede que sí sea una opción... Pero lo demás definitivamente no.

La risa del menor retumbó en la sala, YoonGi creía haber visto como su casa se iluminó con el solo sonido de esta.

—Amo el sonido de tu risa —Susurró el mayor logrando que JiMin detuviese sus carcajadas y lo mirara. Lo había escuchado.

—¿Sí? —Preguntó el menor con un leve sonrojo. No era la primera vez que YoonGi le decía cosas lindas sin embargo esta se había sentido distinta a las demás.

—Si, quiero oírla siempre —Dijo el rubio mirándole a los ojos.

El corazón del chico de cabellos rosados casi da un vuelco. Lo cierto es que nadie le había dedicado palabras lindas desde hace tiempo. Los te amo y apodos cariñosos por parte de EunWoo no contaban, era algo que este obviamente decía por hábito y JiMin percibía que estas palabras de "amor" no eran propiamente reales sino un resultado de la costumbre entre ellos. Tal vez en un principio lo fueran pero ahora, analizándolo bien, éstas solo eran palabras vacías.

Ninguno notó como la distancia entre ambos se acortaba, absortos cada uno en los ojos del otro avanzaban de manera lenta, casi imperceptible y cuando sus respiraciones se mezclaron la mirada del mayor se dirigió a los esponjosos labios del contrario y éste ni siquiera lo notó ya que su vista ya estaba en los del rubio.

El silencio que reinaba en la estancia ayudaba a crear una atmósfera un tanto anestésica pues ninguno pensaba en lo que los hizo reunirse desde un principio. En la mente de YoonGi ya no se encontraba aquel dolor producto de su rompimiento y solo podía pensar en el sutil perfume masculino que desprendía aquel chico de mejillas sonrojadas frente a él, y en JiMin ya no rondaban aquellas acciones por parte de su pareja que le gritaban que algo andaba mal.

El menor relamió sus labios humedeciéndolos y el pálido no lo soportó, se inclinó sobre éste acortando la poca distancia que existía entre ellos para besarle con la parsimonia que creía que debía aplicar. Así, sin el apremio que obviamente caracterizaba sus sentimientos, acariciando una de las mejillas del otro, saboreaba cada milímetro de aquellos carnosos labios que, juraría, sabían a cielo.

Por su parte JiMin disfrutaba del delicado contacto, no pensaba en nada más que en la ternura con la que estaba siendo tratado y, lejos de sentirse apenado por estar besando a alguien que no fuera su pareja, lo estaba disfrutando.
La dulzura que aplicaba su amigo en sus movimientos hacía que se sintiera en las nubes.

Al encontrarse sus lenguas YoonGi tomó la nuca del menor profundizando el beso provocando que este gimiera bajito, aquel sonido hizo desastres en el corazón del rubio. Sabía que no debía hacer eso, se lo había estado repitiendo a sí mismo durante los últimos diez años "No debes enamorarte de tu mejor amigo" "No debes desear besarlo cada vez que lo ves". Sin embargo, mientras lo besaba solo podía preguntarse por qué rayos no lo hizo antes.

El beso al pasar de los segundos comenzó a tornarse más salvaje dando lugar a la lujuria, tornando sus respiraciones un tanto agitadas.
Pero en medio de esa explosión de sentimientos, los pensamientos de uno llegaron de golpe, interrumpiendo el momento.

¿Qué estoy haciendo? Se reprochó el mayor y, dando tregua a los pensamientos del pelirosa, se apartó con desazón dejando su mano aún en la mejilla del otro.
Quería que éste supiera lo que hacía, después de todo JiMin tenía pareja y si él continuaba con lo que acaba de iniciar, no se detendría. Así que con toda su fuerza de voluntad inquirió en un susurro.

—¿Qué estamos haciendo?

Él no pararía, le estaba costando la vida el mantenerse alejado de aquellos apetecibles labios; Entonces esperaba que el menor lo hiciera, aguardaba pacientemente que le diga que no debieron hacer esto nunca y, aunque en el fondo quisiera lo contrario, conocía lo bastante a éste como para adivinar sus siguientes movimientos: Tomaría la chaqueta que dejó en el sillón en el momento que llegó y saldría con prisa dejándolo con la simple esencia de sus labios junto a los suyos.

Mientras aquella cabeza maquinaba los mil y un escenarios en donde quedaba tristemente abandonado en aquella sala, una dulce voz se hizo oír.

—¿Reforzar amistad? —La voz del menor resonó, contra todo pronóstico, con una pizca de duda. La verdad era que esté no tenía idea de lo que estaban haciendo, solo sabía que le gustaba y que no quería que acabara.

Ante esa esa respuesta el cerebro de YoonGi hizo "click" y de pronto todo rastro de autocontrol e incertidumbre se esfumaron. Tomó el rostro de su amigo ahora con sus dos manos y juntó sus labios. Ya no se detendría.

En conclusión, la frase dicha por el menor derribó todos los muros que arduamente el rubio había construido durante la última década e hizo que ignorara aquella vocecita que le repetía que después de esto todo cambiaría y no habría manera de volver atrás.
Obviamente no volvería a ser lo mismo, no cuando aquellos carnosos labios le invitaban a devorarlos, no cuando aquella regordeta mano tironeaba los cabellos de su nuca y mucho menos cuando alzó al otro llevándolo a su habitación.

No, nada sería lo mismo.

Ingresaron con rapidez al cuarto, sonidos de besos y jadeos desesperados inundaron éste logrando un ambiente de erotismo. Sin notarlo siquiera, sentimientos se asomaban furtivos entre aquellos, y dejando toda duda en cada prenda que con facilidad desaparecía, ambos cuerpos se encontraron.

Mientras depositaba al menor en las finas sabanas que cubrían aquella cama, el rubio deslizó sus dedos marcando el contorno del cuerpo almendrado frente a él, admirándolo.

—Eres hermoso —Le dijo logrando que este se sonrojara. Inclinándose, permitió que sus labios depositaran suaves besos en el cuello del otro dejando, entre tanto, que su húmeda lengua se asomase degustando la tersa piel, creando un camino de besos y mordidas de manera descendente hacia los botones del contrario.

JiMin gimió cuando percibió una sutil mordida en su pezón derecho.

Llevó una de sus manos hacia aquella sedosa cabellera rubia, deleitándose al sentir aquella boca que mojaba uno de sus puntos erógenos. No pensaba en nada más que en las caricias que recibía y en los besos que eran esparcidos ahora por todo su torso. Pero quería más, necesitaba esos labios en los suyos, así que con un suave tirón de cabello hizo que la cabeza del mayor se posicionara frente a su rostro y empujo su nuca para consumar un beso que al pasar de los segundos se volvió lascivo.

La lengua del pálido penetraba aquella boca mientras deslizaba una de sus manos hacia la pelvis del contrario, sin pudor tomó el pene del menor dando un suave apretón sacándole un suspiro. Comenzó a masturbarlo encantado de ser el autor de los espasmos que mostraban que aquel pelirosa, como él siempre lo imaginó, era sensible y perceptivo. Separó sus bocas luego de recibir una mordida en su labio inferior. Sentía la agitada respiración de ambos y preguntaba al cielo que tenía que hacer para poder disfrutar de aquello toda su vida.

Ambos corazones latían desbocados de amor, uno lo sabía con exactitud y lo demostraba en cada roce, mientras que el otro se dejaba guiar por aquel revoltijo de emociones que no lograba identificar, pues nunca había sentido algo igual y eso, además de confundirlo, hacía querer tomarlo todo y no soltarlo jamás.

Descendiendo nuevamente hasta llegar a su pelvis, el pálido tomó con su mano derecha el erecto miembro de JiMin mientras que la otra mano estimulaba los botones de este pellizcando y amasándolos. Llevó su boca cerca de aquel falo y sopló obteniendo así un respingo por parte del contrario, dio una lamida desde la base barriendo con su lengua aquel líquido de olor almizclado hasta llegar a la punta, succionó el glande emitiendo un gemido; mierda, ni todas aquellas noches de fantasías se comparaban con sentirlo en su boca. Poder tocarlo y brindarle placer era su mayor deseo secreto y ahora que disponía de la oportunidad era exactamente lo que haría, porque aquel ser tan bello que se encontraba bajo a él se lo merecía.

La mente del pelirosa estaba nublada, solo quedaba el disfrute y éxtasis que le era proporcionado por su mejor amigo. Una de sus manos tomaba la cabellera de YoonGi mientras que la otra apretaba con fuerza la sabana blanqueando sus nudillos tratando de controlar el inevitable vaivén de caderas que sentía aproximarse, pero fallando al sentir la vibración producida por el gemido del pálido; demasiado susceptible como para controlar los gemidos que ahora escapaban de su boca se dejó llevar, arqueando su espalda cuando percibió aquella mano acariciando sus testículos. Con un sonido húmedo sintió su miembro ser liberado de aquella boca siendo remplazado rápidamente por una mano que se deslizaba de arriba a abajo.

El mayor bajó de la cama y estirándose sin dejar de estimular al otro, abrió el cajón de su mesa de noche, tomó aquel bote y regresó a su anterior posición. Entre medio de aquellas piernas el rubio se sentía en el paraíso, su paraíso, y queriendo alargar más su estadía tomó uno de aquellos pequeños pies para comenzar a besar desde el tobillo tomándose el tiempo de admirar cada extensión de piel hasta llegar a aquella V en la pelvis que sin dudas lo volvía loco.

Mordiendo y besando aquel suave lugar que se encontraba libre de vellos, abrió el botecito de lubricante y colocó una cantidad generosa en dos de sus dedos de la mano derecha. Se irguió para ver al pelirosa mientras su mano descendía por el periné hasta llegar al arrugado agujero. Mirándole y acariciando el esfínter realizó una pregunta implícita que JiMin se encargó de responder con un asentimiento seguido de un pequeño gemido.

Introdujo un dígito y se deleitó con el espasmo de placer que mostró el cuerpo tendido debajo suyo.

Frunciendo el ceño cada vez que sentía aquel dedo enterrarse en su agujero, JiMin pensó que lo que estaba sintiendo de manera tan avasalladora era producto de la abstinencia. Maldición, se estaba comportando como alguien primerizo, así que no queriendo dar la imagen de alguien inexperto quiso tomar la nuca del pálido para tomar sus labios y besarlos hasta quedar sin aliento. Y estuvo a punto de lograrlo, pero otro dedo se hizo paso en su interior provocando que gimiese de manera aguda y alta.

—Yoon-onGi~ —pronunció de manera suplicante. Ya se sentía listo, lo quería dentro, lo quería todo, y lo quería ya —. Por favo-or, te qui-iero a ti.

Al escuchar eso, el mayor liberó sus dedos de aquel lugar que lo volvía loco y se estiró para tomar un preservativo de la mesita al costado de su cama siendo fue interrumpido por aquella mano masajeando su pene.

—Dije que te quiero a ti —dijo JiMin, de manera seductora sin soltar el miembro del mayor. A YoonGi se le atoró la saliva. Dios Santo ¿Cómo es que existe alguien así?

Volvió a la posición inicial entre las piernas del pelirosa y le dijo:

—Estoy limpio —y era cierto, nunca lo hacía sin protección. Era su regla de vida, pero por JiMin es capaz de todo, hasta de olvidarse de su propio nombre. Sí, así es el amor que le tenía.

JiMin sonrió y con los ojos brillosos contestó: —Lo sé. Y yo igual.

Así que, aplicando lubricante de manera generosa a su falo, se alineó a aquella entrada tomó el miembro del menor mientras bajaba para besar sus labios y comenzó a penetrarlo de manera lenta, casi tortuosa. Como si tuviera miedo de romperlo.

El pelirosa suspiró cuando sintió la intromisión y sus ojitos soltaron un par de lágrimas. Mierda que era grande y él no había dejado que lo preparase bien. Así que tratando de concentrarse en aquella mano en su pene y los labios que ahora lo besaban, relajó su cuerpo permitiendo al mayor enterrarse del todo.

Un suspiro abandonó la boca de ambos. JiMin se sentía tan lleno y cuidado que no pudo evitar el movimiento de su parte baja cuando quiso más.

YoonGi entendiendo la indirecta, echó su cadera hacia atrás, siempre con suavidad y cuando solo la punta quedaba dentro, avanzó de manera brusca dando de lleno en la pelvis del menor, comenzando así con fuertes estocadas. Carajo, se sentía desfallecer. JiMin lo tomaba tan bien que era imposible no gemir mientras lo penetraba.

Una, dos, cinco veces, los gemidos de JiMin inundaban el cuarto, no creía que el mayor fuera de ese modo. A decir verdad, él veía a YoonGi como alguien que le iba el sexo vainilla. Lento, cuidado y suave. Demonios, con cada estocada profunda le demostraba cuán equivocado estaba.

Al ver que el menor disfrutaba de sus estocadas, el pálido tomó la rodilla derecha de este llevando su contorneada pierna sobre su hombro dejando a JiMin muy abierto y entregado. Teniendo un poco más de estabilidad para hacer lo que quería hacer. Y eso era cogerlo rudamente, darle el placer que merece.

Cuando YoonGi inició el vaivén lento que precedía a lo rudo, JiMin aguantó la respiración sabía lo que venía y estaba tan dispuesto a recibirlo todo que abrió más sus piernas invitando al otro a cogerlo como desee. JiMin se había entregado, lo supo desde el momento en que contestó aquella pregunta en la sala. Reforzar amistad. Mierda, si así era como lo hacía YoonGi entonces reforzaría la amistad cada que pueda. Porque sinceramente esto le gustaba a sobremanera. Y de repente las estocadas se tornaron rudas y rápidas haciendo que perdiese el hilo de pensamientos y gimiera como poseso.

—¿Te gusta, JiMin? — dijo YoonGi, mientras atacaba el ano del menor de manera desenfrenada.

Respondiendo entrecortadamente y casi sin aliento el nombrado dijo: —Sí-i-i —Alargando la "i" en cada estocada —Me-e encan-n-nta.

De repente sus embestidas eran lentas pero con fuerza, salía hasta que la cabeza de su pene estuviera solamente en su interior y luego ingresaba con fuerza para volver a salir con lentitud.

Marcando un ritmo placentero que estaba volviendo loco al menor y en una de esas embestidas, el pene de YoonGi tocó aquel punto que lo hizo ver estrellas y gemir con más fuerza.

—Lo encontré —sonrió el mayor y acomodándose comenzó a embestir de manera en que todas sus estocadas dieran en ese punto mágico. Dejando a un JiMin gimiendo entrecortadamente mientras soltaba sollozos, que francamente hacían al mayor excitarse más, aún más.

YoonGi se deleitaba con la vista que le brindaba aquel maravilloso ángel, sus pomposos labios rosados y entreabiertos, sus ojos cerrados, sus mejillas sonrojadas por el calor que había en la habitación, sus puños apretando las blancas sabanas de su cama y su ceño fruncido en placer. Era perfecto, suave, tierno, erótico y malditamente hermoso. Se acercó para poder besarlo siendo correspondido de manera torpe lo que hizo que se sintiera feliz porque, aunque le costaba respirar no se apartaba.

JiMin sentía el orgasmo llegar, pero no quería que eso terminara todavía así que sin previo aviso empujó al pálido haciendo que este salga de su interior y lo mirara extrañado. Sin decir palabra se incorporó, tomó por los hombros al contrario y lo arrojó de espaldas a la cama. Sonriendo con picardía, lentamente fue subiendo por el cuerpo del mayor mirándolo con deseo cruzando una pierna por arriba quedando sentado sobre su pelvis e iniciando un meneo frotó su trasero con la polla de YoonGi.

—Hyung~ —dijo, haciendo un puchero que fingía inocencia. YoonGi lo sabía, y es que el menor sólo usaba el honorífico cuando planeaba algo o cuando quería salirse con la suya —. Quiero montarlo —se mordió el labio inferior y comenzó a acariciar con sus manos el blanco pecho del otro —¿Puedo?

—Mierda, JiMin —dijo el mayor en un gruñido —. Tú puedes hacer lo que sea conmigo, siempre fue así.

Sabía que era un tipo de confesión, pero siendo sincero le importaba muy poco, lo tenía ahí desnudo sobre él y eso era en todo lo que podía pensar.

JiMin sonrió de esa manera que sólo sabía hacerlo para luego tomar el miembro del otro y comenzar a auto penetrarse de manera lenta, logrando que un suspiro abandonara los labios del pálido y que su ceño se frunciera al terminar de tomarlo todo. Sentía que iba partirse en esa posición, engulléndolo por completo comenzó con un meneo contemplando el rostro de quien tenía debajo suyo maravillándose al ver aquellos cabellos rubios mojados en sudor pegándose en la frente, su cuello con marcas rojas de las cuales él era autor, ni siquiera había notado que sus uñas se habían arrastrado por su piel en el momento en que lo invadió por primera vez. YoonGi era hermoso, lo sabía y ahora lo reafirmaba. ¿Cómo es que nunca intentó nada con él? No lo entendía ¿era porque eran amigos? ¿por vergüenza? ¿desconfianza? ¿por qué? Si el mayor siempre estuvo con él, acompañándolo, apoyándolo, estando presente en cada momento. Entonces ¿por qué? ¿Por qué recién ahora lo notaba? ¿En serio pasó diez años sin poder disfrutar esto? JiMin quiso odiarse por eso.

Dando rienda suelta a lo que sentía física y sentimentalmente inició con saltitos que hacían gruñir al mayor quien tomó su trasero con sus manos, amasándolo. Entonces JiMin comenzó a empalarse de manera ruda logrando que el otro gimiera fuertemente. Se felicitó por eso con unas palmaditas mentales y continuó con los movimientos cerrando sus ojos en medio de su disfrute, cuando de repente sintió como una palmada cayó sobre una de sus nalgas, sorprendiéndose y experimentando una nueva oleada de placer, incrementó sus saltos con fuerza percibiendo como YoonGi clavaba sus talones en el colchón para recibirlo en cada caída mientras golpeaba con fuerza sus nalgas.

El menor gritó al sentir como en una de esas estocadas su próstata fue tocada así que acomodándose dejó que el pálido lo sostuviera en el lugar por la cintura mientras apoyaba sus manos en el hombro del contrario para comenzar a recibir cada embestida. Su punto estaba siendo maltratado una y otra vez haciendo que los gemidos de JiMin se conviertan en gritos de placer. Ya no podía contenerse más, sabía que su orgasmo llegaría por lo que dejó que este lo golpeara tan fuertemente que su cuerpo tembló bajo el tacto del mayor, sus ojos se blanquearon y el nombre de su mejor amigo escapó de sus labios de manera entrecortada.

YoonGi al presenciar eso sintió su estomago tensarse y sin previo aviso mientras entraba y salía de aquel agujero se corrió tan deliciosamente que no puedo evitar gemir altamente el nombre de JiMin.

Cansado, el menor dejó caer su cuerpo sobre el de YoonGi mientras cerraba los ojos. El pene de este seguía dentro de él por lo que cada movimiento era un sobre estímulo que hacía que jadee bajito y sollozante.

Completamente sudados, quedaron abrazados así hasta que el miembro del mayor mermó. Ninguno quería pronunciar palabra alguna, YoonGi pensaba que, si hablaba, despertaría de aquel sueño y JiMin no lo hacía porque creía que eso lo haría de alguna manera más real. Y no estaba listo para lo que eso significaba.

Mierda JiMin que me has hecho.

Pensaba el pálido, mientras rodeaba el pequeño cuerpo con sus brazos.

JiMin dejándose hacer sólo atinó a pensar una cosa:

YoonGi ¿Qué es esto que siento?

Ya no era la frase uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, ahora diría uno no sabe lo que tiene hasta que lo prueba. Y diablos, sí que había probado de YoonGi y lo mejor de todo es que le había encantado.

—JiMin —escuchó decir al otro. Le respondió con un sonido perezoso haciéndole saber que lo escuchaba —. Feliz cumpleaños.

JiMin sonrió.

, feliz cumpleaños a mí.


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Bueno, aquí está. 

Perdón si salió feo. :(

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