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Extra II• El Final Injusto de Xiao Zhan.


Xiao Zhan se sentía irremediablemente en un pozo sin límite de fondo. Casarse con Wu Xuan Yi a poco menos de dos meses del fallecimiento de Yang Zi no fue la mejor decisión, pero con la constante presión de sus padres, los chismes en el periódico, la televisión y en todas partes persiguiéndolo y haciéndolo sentir el responsable autentico de todo, lo sumergió en una depresión de la que todo el mundo se aprovechó.

Con solo dieciséis años, se casó con alguien que no amaba mediante la aprobación de ambos padres, quienes pensaron que esperar mas tiempo no sería muy conveniente, y sin importar que ambos novios fuesen menores de edad, organizaron una celebración privada y trajeron a un abogado que los casó en el jardín de la mansión Xiao.

Inconsciente de lo que hacía, Xiao Zhan no había sido analizado por un especialista pero, para todo el mundo, era claro que algo sucedía con él. Pero nadie lo ayudó, nadie lo defendió ni lo  abrazó. Dos semanas después de la boda, Wu Xuan Yi dio la noticia de su embarazo a ambas familias, solo así, Xiao Zhan pareció empezar a reaccionar.

Todo este tiempo, había estado actuando como un robot sin vida, pero con emociones violentas de las que Wu Xuan Yi no habló, pero se aprovechó en la noche de bodas cuando le dio un afrodisiaco en su copa y se aprovechó de él. Mientras la hacía suya, Xiao Zhan imaginaba en ella el rostro sonriente y tímido de Yang Zi.

La realidad vino a golpearlo abruptamente cuando supo que un hijo suyo venía en camino, y aunque acudió a un psicólogo para curar sus traumas y sanar sus heridas abiertas, acabó abandonando la terapia excusándose por tener mucho trabajo y un niño al que atender.

Durante años, se desvivió por darle a Fan Xing todo lo que él no tuvo por sus padres; afecto. Aunque quizá, no midió los límites y sobrepasó cada uno de ellos, convirtiendo a Fan Xing en un niño muy mimado, grosero y engreído.

Reparar el daño le jodió tanto la cabeza que le pidió el divorcio a Wu Xuan Yi, pero manipuló al niño y éste le rogó entre lágrimas, arrodillado a sus pies que no los abandonara.

Él se quedó, solo por su hijo. Nada más.

—Zhan-ge, ¿porqué nunca quieres hablar de tus padres? ¿Acaso ellos... están muertos? —Yibo, el dulce chico que lo cautivó de una forma tan surrealista que lo asustó, llegó a convertirse en alguien en el que podía confiar.

Pero la vida le había hecho duro como una roca y desconfiaba hasta de su misma sombra. Compartir sus sentimientos, traumas y tormentos a un simple adolescente de dieciocho años que estaba deslumbrado con él, no era una opción.

—¿En qué quedamos, Yibo? —reprochó con una helada advertencia—. De nuestra vida privada no se habla.

—Sé, pero tal vez, tú quieras...

—Detente ahí, no vas a lograr nada, Yibo —dijo con el ceño fruncido, levantándose de la cama con premura.

No obstante, Yibo no se quedó en silencio como otras tantas veces, temiendo que se enojara con él y lo dejará por días enteros, todo lo contrario, lo alcanzó en la puerta de la habitación, aún desnudo, y lo abrazó por la espalda con tanta fuerza y amor que le hizo un nudo en la garganta a Xiao Zhan.

—Te quiero, Zhan-Ge —la forma en que lo dijo, estrujó el corazón del contrario y lo instó a soltarlo, pero Yibo no cedió y se aferró con mas vehemencia a él—. Te quiero mucho, no estás solo, recuérdalo, siempre voy a estar para ti cuando lo necesites.

—Tonterías —farfulló con una máscara de indiferencia a nada de romperse en pedazos—. Llegará el día en que te irás de mi lado, y está bien, será lo mejor. No te mereces estar con alguien tan vacío como yo, Yibo, tú te mereces mas, mucho más. El mundo entero si es necesario.

Yibo agitó la cabeza y se apoyó con dulzura en su espalda.

—No necesito el mundo entero para ser feliz, solo a ti —confesó, con los ojos húmedos y el corazón agitado—. Y no, no me iré, a menos que tú me saques de tu vida.

—¿Qué si lo hago? —increpó, acariciando por instinto sus manos alrededor de su cintura. Yibo se quedó callado, y sonrió, acongojado—. ¿Me odiarás el resto de tu vida? ¿Lo harás?

—Sinceramente... —suspiró hondo—, no lo sé. Depende el modo en que lo hagas.

—Te destruiré, Yibo —no era un comentario cualquiera, era una afirmación futura—. Sé. Todo lo que toco, todo lo que amo, eventualmente acaba destruido por mi causa.

—No digas eso.

—Es la verdad, Yibo. Sabes, había una vez un chico soñador que deseaba ser libre de una prisión de oro, pero no imaginó que al enfrentarse a sus carceleros la tragedia se volcara sobre él, y sobre... —calló, sintiendo que se ahogaba si no lo sacaba.

—Continúa.

—El amor de su vida.

—¿Qué sucedió con ellos? —Yibo retuvo el aliento.

—Ella murió en un trágico y absurdo accidente de auto con el fruto de su amor en el vientre, mientras él... —se le cortó la respiración, y una lágrima cargada de dolor cayó por su mejilla—, él está muerto en vida.

—¿No pidió ayuda?

—Él es muy egoísta y orgulloso para hacerlo pero, cuando nadie lo auxilio, cuando todos se hicieron los ciegos, él dejó a un lado su orgullo y buscó desesperadamente ayuda pero, entonces, se cansó. Tenía un hijo por el que velar, y no dejaría que nada ni nadie lo dañaría... él se prometió darle todo lo que le hizo falta.

—No es bueno darle todo a un niño —opinó Yibo, afligido por la historia y el sufrimiento del protagonista.

—¿Quién lo dice?

—No lo sé pero, darle todo a manos llenas lo convertirá en un ser ruin, egoísta, despiadado y mimado en el futuro. Es mejor tener un niño berrinchudo que corregir, que un adulto malvado buscando herir.

—¿Ahora eres poeta? —le cuestionó con diversión, su estado de ánimo parecía subir siempre que tenía a Yibo en sus brazos pero, temía que un día lo dañara a tal punto de ganarse su odio.

Ofrecerle una vida a su lado, como su legítimo esposo, tan solo era un sueño muy bonito, pero que no ocurriría. Fan Xing sufriría por su egoísmo si se divorciaba de su madre, y no, él por su hijo, y por el que viene en camino, que definitivamente no es suyo porque desde la noche de bodas no volvió a tocar a Wu Xuan Yi, es capaz de sacrificar su felicidad.

Porque algo dentro de él le dicta que Wang Yibo es esa persona que estuvo esperando para salvarle de la oscuridad y de los fantasmas del pasado que le atormentan sin césar día y noche.

—No.

—Yibo.

—¿Sí?

Xiao Zhan se safó de su agarre y se volvió hacia él, cogiendo su rostro joven e ilusionado, sin rastro de dolor a comparación del suyo.

—De haberte conocido antes, no dudaría un segundo en hacerte mi esposo. —Yibo jadeó ante sus palabras, perplejo. Con una sonrisa agridulce, acarició sus labios voluptuosos y lo besó corta y castamente, entregando todo lo que sentía y, a la vez, lo que no podía ofrecerle—. Pero lastimosamente, eso no se va a poder.

—¿Por qué no?

—Nos conocimos en el momento equivocado, mi amor. Y contra eso, no podemos hacer nada, solo disfrutar de nuestro breve momento de felicidad.

—Zhan-ge. Te amo —profesó, abrazándolo con terror a cerrar los ojos por un instante y no volver a verlo nunca más.

—También te amo, pero no puedo.

—No me importa. Yo siempre te voy a amar —le prometió con una seguridad que lo contagio.

Ya era tarde.

Ambos se amaban pero no podían estar juntos, y para no herirlo y alimentar sus esperanzas, tendía a alejarlo. Hasta que, pasó. Wu Xuan Yi los descubrió y él fingió ser el esposo perfecto que amaba a su esposa embarazada y añoraba el nacimiento de su segundo hijo.

Un hijo que ni siquiera sabía quién era el padre.

Yibo se marchó de su vida, odiándolo hasta la muerte, y cuando éste se arrepintió de dejarlo lo buscó pero él ya había desaparecido. Tuvo que pasar nuevamente por el mismo caso que la primera vez, abriendo una herida sin cicatrizar que acabó abriéndose para sangrar.

Al menos, Wang Yibo estaba bien, y el karma por sus acciones no lo había alcanzado como a él si.

O quizá, aún no era su momento.

—¿Eres Lu En Jie? —preguntó al teléfono, consciente que era la peor de sus ideas, pero Wang Yibo debía mantenerse lo más lejos posible de él, aunque le doliera 

—Si, ¿con quién hablo? —respondió la bailarina del otro lado, limándose las uñas.

—Soy Xiao Zhan, necesito que finjas ser mi pareja por algunas semanas.

—¿De cuánto dinero estamos hablando? —se interesó. Hacía mucho que no tenía un cliente, y estaba falta de presupuesto.

—Mucho, no te preocupes —la tranquilizó—, pero requiero que empieces a la brevedad posible, es un asunto de alta urgencia.

—De acuerdo. Dame tu dirección.

Lo que comenzó siendo un plan malévolo y si, despiadado para alejar a Yibo, se convirtió en el punto de ruptura de la paciencia de éste. Si hubiese sabido lo que pasaría después, quizás no lo haría pero, la vida de Wang Yibo se convirtió mas tarde en un infierno, y no a causa suya, si no de Fan Xing, su hijo.

Su único hijo vivo.

Desde luego, quedarse de brazos cruzados no fue opción, pero el Karma volvió de nuevo para cobrarle las vidas que, accidentalmente, arrebató por sus decisiones y acciones, solo que está vez, su muerte no calmó su furia y terminó volcando su ira también en Yibo; el niño en su vientre se moría lentamente, mientras Fan Xing y Gao Cheng pagaron por su propia mano las muertes que solitos se echaron encima.

¿Valía la pena amar? Sí, pero nunca pensó que amar a Wang Yibo, cobraría un precio tan alto.

—Te dije que siempre te amaría, Zhan. Cumplí mi promesa —dijo Yibo, vestido totalmente de blanco y cogiendo su mano con una sonrisa carente de sufrimiento—. Hasta la muerte.

—Hasta la muerte, mi amor. Y más alla de ella.

Sellaron su promesa con un beso largo y lleno del mas puro amor. Solo así, ambos se prepararon para caminar por el tunel que los conduciría hasta la luz, donde su próximas vidas les aguardaban.

—¿Crees que él llegó a amar a Yibo de la misma manera que lo él lo hizo? —le cuestionó Zhuo Cheng a la bella mujer a su lado, completamente desecha.

—Nunca lo sabremos, Cheng. Pero algo dentro de mi me dice que si.

—Eso es suficiente.

Frente a ellos, las lápidas de Wang Yibo y Xiao Zhan se leían. Sus muertes dejaron un enigma detrás, uno que, poco a poco, la policía empezaba a desvelar.

—Gracias, Yibo, por todo. De no ser por ti —se rió con la voz rota y lágrimas en los ojos Meng Zi Yi—, no estaría ahora con Cheng.

—Yibo, ¿qué te puedo decir? Si que eres un estúpido, pero no te culpo, no fuiste el único estúpido allí, también lo fuiste, ¿no Xiao Zhan? —preguntó con el rostro repleto de lágrimas.

El aire silbó a su alrededor, estemeciendo a Wang Zhuo Cheng.

—Ahí tienes la respuesta —dijo Zi Yi, sollozando.

Abrazados, y con un recuerdo agridulce de ambos que definitivamente nunca se iba a borrar, se alejaron tomados de las manos. Definitivamente Xiao Zhan iba a estar eternamente en deuda con ellos por sepultarlo justo a lado del amor de su vida, sin importar la ira de la familia de Yibo que ya estaba maquinando desenterrar su cuerpo a un mes de su muerte y moverlo a otra lápida.

Lejos del responsable de su muerte. Mas una visita en sueños les haría cambiar de opinión.

Besos.

Y recuerden «No a la lectura fantasma».

🌙Yessie.

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