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Capítulo final• El trágico final de los amantes que pecaron.

Sus párpados pesaban toneladas, impidiéndole abrir siquiera los ojos.

El cansancio que dominaba por completo su cuerpo le sumergió en un agotamiento total, incapaz de mover un solo músculo o emitir un simple quejido, sin embargo. Reunió toda fuerza de voluntad y se concentró en despertar, tras largos, agotadores e incontables intentos fallidos, lo logró a duras penas.

Parpedeó cuando los ojos le escocieron por el daño físico y emocional que estaba sintiendo en su pecho y en su corazón angustiado por el destino que le esperaba si no preparado un plan que lo sacara de allí cuanto antes.

La tenue luz de la bombilla floja y a punto de caerse le irritaba los ojos, y punzaba sus cienes de una forma que quería llorar y gritar a la vez. Ya sea del pánico, del dolor o la tristeza. 

¿En qué instante se descuidó y permitió que esto sucediera? Sí, tal vez fueron las constantes demandas hacia su aún esposo, su insistencia tonta en querer el divorcio a costa de todo, sin importar menos si acaba siendo agredido.

Y es que desde el preciso momento en que Fan Xing le llevó a base de mentiras, recluyéndolo en un pueblo muerto, su destino fue sentenciado y trazado definitivamente. No obstante, luego de la golpiza que le propinó cuando le pidió el divorcio por primera vez, y la misma que le sacó a su bebé a golpes, se detuvo, por miedo quizás, y todo intento de separarse de él quedó olvidado por un determinado tiempo.

Fue la reaparición de Xiao Zhan la que le dió las agallas que Fan Xing mató de intentarlo una, y otra, y otra vez. La respuesta siempre la misma, solo que las agresiones ya no estaban, se fueron de un día a otro. 

Fan Xing se límitaba a mirarlo con serenidad, arrojar un gélido y seguro no, darse media vuelta e irse  a perder a algún lado. Por lo menos su agresividad había disminuido considerablemente, rogó incluso que tuviese un amante, y el que no lo haya tocado después de mucho, solo confirmaba su fuerte instinto.

Ciertamente no le importaba.

Pero ahora todo se ha ido a la basura. Fan Xing descubrió su pequeña aventura con su padre y enloqueció cuando lo hizo. Cuando los encontró en la cama y no dudó un segundo en sacar un arma y dispararle a su propio padre mientras a él le arrastraba a otro país y le confinaba en un sótano frío y sucio por el resto de su vida.

A menos que él hiciese algo para salir de aquel calvario incesante que le mataba tortuosamente.

—Zhan... Zhan-ge —abrazó sus rodillas y sollozó con creciente desconsuelo.

Ni en sus peores pesadillas imaginó que algo como esto pudiera pasarle a él.

Él quién siempre fue un hombre aguerrido, valiente y fuerte, que supo frenar algo cuando no le agradaba a donde iban las cosas. Pero por amor se volvió un débil y miserable hombre incapaz de pensar, decidir y razonar por cuenta propia como se debía.

Tenía muy claro que enredarse con Xiao Zhan por consecutiva, y después de lo que había pasado hace años, fue lo peor que pudo hacer, pero no era algo que le crucificara.

No.

Comprende al fin que debió huir a China mucho antes de que su esposo volviese a Grecia con el fin de llevárselo consigo y retomar la luna de miel que dejaron suspendida. Además, si Xiao Zhan pretendía mantener con el una relación basada solo en sexo o no, él le buscaría tarde o temprano, sin embargo. Enredarse con el padre mientras aún estaba casado con el hijo fue el peor error de su vida.

Un error que ya no puede corregirse.

Es tarde, tan tarde que aunque quiera hacer algo al respecto para salir de allí no puede. Se ha atado la soga él mismo al cuello con sus actos indecentes y poco leales; Fan Xing le tiene bien vigilado y, por supuesto, resguardado bajo montones de cadenas y candados con tal de que no escape.

Suspiró agotado y hambriento, la picazón en su nariz haciéndole estornudar repetidas veces debido al polvo acumulado en el suelo y las paredes mohosas. Se llevó ambas manos a su rostro, limpiando todo rastro de fluidos en el.

La bilis comenzó a subir por su garganta, su cabeza dio vueltas y la vista se le nubló en un instante, tiempo después el pitillo ensordecedor en los oídos le hizo inclinarse hacia adelante y vaciar todo lo poco —casi nada— que su estómago retenía con creces.

Limpió sus labios con el dorso y lloró amargamente, la fatiga haciéndose presente en su cansado y sucio rostro conforme los días pasaban.

No recordaba el tiempo exacto que llevaba allí, la mente comenzaba a distorsionarsele poco a poco, el encierro le comenzaba a ahogar y volverlo loco; lo único que quería era salir e irse lejos, tan lejos donde pueda iniciar de cero.

Sin el psicópata y egoísta de Xiao Fan Xing.

Lo detestaba tanto que inclusive el odio era poco comparado con lo que sentía por él.

Hipó, tragándose la culpa que le apretaba el pecho y le impedía respirar adecuadamente. De nada servía ya sentir culpa cuando las cosas estaban en este punto irretornable.

Recordó el instante en que Xiao Zhan cayó sobre él, jadeando de dolor y conmoción; sangre manchando su camisa blanca y empapando sus manos.

Una nueva ola de lágrimas se agolpó en sus ojos y se desbordó por sus mejillas, desgarrándole el corazón de la preocupación. No tenía idea del estado de salud de Xiao Zhan, por que tanto era su aturdimiento por lo que sucedió de un segundo a otro que Fan Xing ingresó a la habitación echo una furia y le noqueó.

Antes de eso, él pudo oír un segundo y un tercer disparo, deteniendo los latidos de su corazón al imaginar lo que pudo haber pasado.

Los erráticos y desgarrantes sollozos que inundaron el sótano, haciendo eco en las paredes, le hicieron desplomarse en el suelo, queriendo morir de una buena vez.

—Lo siento tanto, Zhan-ge. Ni siquiera se si estás o no muerto y vivir con la duda me está matando de la preocupación.

Arremagando su camisa con elegancia y paciencia miró al desnudo y delgado hombre recostado en la cama, sumido en un profundo sueño del que no tenía intenciones de despertarle.

Un nudo de remordimiento se instaló en su garganta y negó para si mismo. Se sentía asqueado de haber cedido, de haberse dejado llevar por alguien que tenía la misma sangre que su esposo corriendo por sus venas.

Ser infiel nunca estuvo en sus planes, pero pasó y se siente infeliz, porque mientras se acuesta con otro el único rostro que ve es el de Wang Yibo.

Su esposo.

Un esposo que intenta deshacerse de él a cada oportunidad que se le presenta y, también, el hombre que le hizo perder la cordura y volverse el monstruo que siempre fue, pero que intentó frenar, ignorar y ocultar en vano.

Cogió el reloj de oro que descansaba en la mesita de noche y lo colocó en su meñeca, tras un suspiro pesado desistió en la fugaz idea de despedirse de su amante.

Dispuesto a marcharse alcanzó su saco arrugado y se lo colgó en el antebrazo izquierdo, haciendo muecas ante la incomodidad que se le presentaba al caminar.

Odiándose por haber accedido tan fácilmente.

—A-Xing... ¿Ya te vas? —Una dulce y desilucionada voz le detuvo, giró sobre su eje y le observó, apacible.

Su mirada se clavó en su cuerpo, recorriendo cada tramo de su desnuda piel. La misma piel que acarició incontables ocasiones y marcó como suya con sus besos y caricias demandantes. Del mismo modo que él otro lo hizo consigo mismo, dejándolo deshuesado y demasiado adolorido.

—Sí.

—Quédate —le pidio su amante, mirandole directamente, esperanzado—, por favor.

Recibió una negacion, sus hombros calleron al igual que sus esperanzas.

—Tengo que irme, Bo-Ge me espera —informó con dureza, dándose la vuelta y dejándole en completa soledad.

Cuando la puerta se cerró, el verdadero rostro del hombre de veintiséis años, y que además era su secretario, se dejó ver, todo rastro angelical se borró de un plomazo de su expresión facial.

—Te odio, ¡te odio tanto maldita sea! —golpeó la almohada una y otra vez, sus dementes ojos brillaron de rabia y celos—. Pero tambien te envidio, ¿¡por qué tuviste que interponerte en mi camino!? Me quitaste a A-Xing, ¡lo hiciste!, pero pagarás muy caro tu osadía. Desde un inicio él era mío, pero te metiste donde no te llamaban, y perdí. Sin embargo, esta vez no correras con la misma suerte, no lo harás. Como que me llamo Guo Cheng, pagarás muy caro tus pecados, de eso me encargo yo querido primito.

Una sonrisa maliciosa adornó sus labiales, un destello apareció en sus ojos, maldad pura podía verse en ellos.

Su espalda dolía horrorosamente, la carne tan roja como el fuego, con hileras de sangre escurriendo de ella a chorros. Sus dientes dolieron por la presión que ejercía, capturó su labio inferior entre ellos con fuerza, el sabor metálico inundó sus papilas gustativas en un instanteamen.

Las uñas clavándose por si solas en el mugriento piso, rompiéndose en el acto, desangrándose por la brusquedad; el rostro moreteado, y con marcas de quemaduras en el. Un alarido de dolor le atravesó de pies a cabeza, sus ojos empapados de numerosas lágrimas, el dolor era insoportable.

Tan insoportable que, en efecto, podía sentir la muerte asechándole.

Comenzó a temblar, y saltó del susto ante el fuerte impacto en su sangrienta espalda.

Chilló con los labios agrietados y el rostro carente de esperanza.

—P-por favor... b-basta...no...ya no... —le rogó, siseando ante el fuerte latigazo, el cual impactó en su desgarrada piel una y otra vez.

Sin un ápice de misericordia.

La cabeza gacha, ojos cerrados y oídos pitando. Ambas rodillas destrozadas, muslos rasguñados y cuello moreteado. Sustancia rojiza escurriendo de todas partes, manos atadas con pesadas cadenas, sin posibilidad de liberarse de aquel castigo que no merecía.

¡No lo hacía!

Hora tras hora siendo torturado, regido por mano dura, teniendo como propietaria a quien menos creyó.

—¡Levanta la puta cabeza, joder! —rugió Fan Xing con ojos desenfocados, tan aterradores que se horrorizó.

Acató de inmediato, si desobedecía le iría peor, lo sabía por experiencia.

—Basta...deja-me ir...te lo suplico —imploró, la sonrisa sádica se extendió libremente en el rostro de su esposo.

—Amor... No puedo. Te portaste mal, muy mal, así que tengo que corregirte y hacer que te arrepientas del error que cometiste —fue su patética excusa.

Yibo gimoteó de dolor, no viendo un final o salvación para él.

—Por favor... por favor.

Se la pasó pidiendo, rogando y humillándose durante horas, pero nada pareció ablandar el corazón del otro.

—Haz sido verdaderamente fuerte hoy bebé, felicidades —tras besar sus labios con brusquedad abandonó el sitio, sintiéndose saciado de verlo echo pedazos.

Tan patéticamente destruido que se sentía muy seguro de que sus acciones eran en verdad efectivas. Con el tiempo Yibo aprendería a comportarse y respetarlo como si fuese su amo.

—T...te l-lo... s-suplico... F... Xiao Fan... Xing.

No aguantó mas y cayó desmayado, rodeado de charcos y charcos de sangre.

Su sangre.

Por que esta vez no se trató solo de golpes y torturas, esta vez Fan Xing también lo tomó a la fuerza mientras lo esclavisaba de la peor manera.

El sabor agrio y amargo fluyendo en su boca le revolvió el estómago, su cuerpo ardía y quemaba, llamas ardiendes recorriéndole el cuerpo.

Tenía fiebre, estaba tan mal que su visión era casi nula, las arcadas comenzaron; derramó hasta la última gotan de el, dejándole tan pálido como un papel, con las energías agotadas.

Perdió la conciencia otra vez 

No obstante, cuando sus ojos se abrieron de nuevo notó que no estaba en el sótano, en su lugar una blanda cama le sostenía y arropaba. Gimió dolorido. Pudo ver a un hombre de bata blanca mirarle con pena y parpadeó ilusionado ante lo que eso podría significar.

—Lo siento joven... —dijo con un movimiento de cabeza y una expresión de desaprobación el viejo hombre.

Se incorporó tan rápido que sus huesos dolieron.

—A-ayúdeme... por favor... se lo imploro —se aferró a su brazo, sabiendo que esta era su última oportunidad para escapar de ese infierno.

Le vio dudar, pero al final asintió en medio de un agorador suspiro.

—Haré lo que pueda. Mientras tanto no de pelea, haga todo lo que su esposo le ordene —estaba por reprochar pero lo siguiente le dejó helado—. El bebé no resistirá mucho tiempo si continúa así.

Una noche, tras días de seguir el consejo de aquel médico, cuyo nombre era desconocido fue violado otra vez y de la manera más desastrosa por su aún esposo.

Estaba tan débil, tan pálido y ausente que todo se redujo a un borrón y colapsó en algún momento. Creyó que las cosas se calmarian, que la constante paranoia de Fan Xing, quien temía que se escapase se redujera, pero no, bastó que le oyese vomitar una mañana para que le comprase una prueba de embarazo y le obligara a mostrarle el resultado.

La poca cordura que aún quedaba dentro de Fan Xing acabó por razgar el hilo y volverse una fiera a quien no pudo domar debido a su condición crítica. 

Esa noche pudo oler el repugnante olor a alcohol en su sistema, su ropa fue desgarrada, dio batalla pero Fan Xing le vio revelarse una vez más, no tuvo compasión; le destrozó física y emocionalmente, su interior fue desgarrado, y lloró de impotencia.

Acurrucado en un rincón, mirándole dormir en la suave cama como si nunca hubiera hecho nada, tan calmado y sin culpa.

Y se aterró cuando miró por entre sus piernas, la sangre escurría a chorros de él, se puso pálido, negando abrazó su vientre.

No podía estar pasando de nuevo.

¡No!

—Él no... él no por favor, Dios.

No supo como, pero un sujeto con capucha ingresó a la casa, arrastrándole fuera de aquel infierno, le siguió aunque no le conociese, le ayudaba a escapar, y lo agradecía.

Estaba exhausto y no pudo mas, fue cargado en brazos por el contrario, huyendo lejos de todo, la calles estaban desoladas, sin un signo de vida en ellas.

Pasaban de las tres de la mañana, era obvio.

Una vez alejado lo suficiente fue depositado al suelo con gentileza.

—Q-quién... ¿qu-quién eres? —preguntó, la voz temblándole por el terror de ser seguidos.

El hombre no le respondió, en su lugar quitó la capucha, llevó ambas manos a su boca, lágrimas mojando sus mejillas.

No podía creerlo, esto no, no era cierto, ¡todo era una maldita broma! ¿o no?

—Volví para salvarte de las garras de mi propio hijo, Yibo. Fan Xing fue detectado con un cuadro grave de esquizofrenia hace años, cuando su madre aún vivía, quise ayudarlo y creí que había mejorado cuando lo acompañé a buscar ayuda pero veo que me engañó muy bien.

Su voz gruesa le hizo avanzar y tocar con temblorosas manos su rostro, no mostrando un ápice de interés por la enfermedad mental que padecía el hombre con quién se casó. 

—¿Eres tu? —asintió—. ¡Oh, Zhan-ge! —ovacionó feliz y le envolvió en un fuerte abrazo, sollozando de alegría.

Abrazados en la fría madrugada se reencontraron después de tanto, negándose a separarse, mas el sonido de apresurados pasos les alrmó.

A la distancia se podía ver a un desquiciado Fan Xing, sin sus cinco sentidos, el corazón se les detuvo cuando una pistola fue sacada, todo ocurrió tan rápido. La aterradora escena volvía a repetirse de nuevo para terror de Yibo. Una bala en direccion suya, un cuerpo interponiéndose y sangre empapando sus manos.

—¡No! —su garganta se desgarró con ese grito, cayó de rodillas al suelo, mirándole al borde de la muerte, sintiéndose impotente y más responsable que nunca—. No me hagas esto, no Zhan-Ge, no me dejes. No, nos dejes —guió una de las mano de Xiao Zhan en dirección a su vientre, le vio sonreír con tristeza y un atisbo de ilusión en sus ojos opacos. 

—C-corre.

Su último suspiro y el mundo se le vino encima. Alzó la mirada, topándose con los ojos desbordados de locura de Fan Xing.

—¿Q-qué hiciste? ¡¿Qué has hecho?! —gritó con la voz en un hilo, poniéndose en pie y comenzando a golpearlo en el pecho con sus puños.

—Me deshice de él, ahora es momento de que también me deshaga de ti y del bastardo que llevas dentro, maldito traidor ¿Creiste que sería tan estúpido para no sospechar que ese bastardo es de él? Ja, ¡iluso!

Lo empujó haciéndolo trastabillar, levantó el arma y lo apuntó con los ojos inyectados en sangre. Pálido, Yibo hizo lo que Xiao Zhan y su instinto le distaron. Él comenzó a correr, aún sabiendo que no tenía escapatoria.

En su huida por las calles un automóvil apareció de la nada, arrollándole con toda intención; su cuerpo tendido en la carretera en un río de sangre y los ojos abiertos de par en par fue todo lo que quedó del hombre enamorado que tuvo la desdicha de cruzarse en la vida de alguien tan ruin y enfermo como lo era Xiao Fan Xing.

A la distancia, Fan Xing miraba todo sin poder creerlo, la lucidez llegando a él a la velocidad de un rayo. Miró el cuerpo sin vida de su esposo y su padre, sosteniendo su cabeza mientras jadeaba y gritaba horrorizado por lo que hizo, le dio una sola mirada al arma en su mano manchada de sangre. Culpa, autocastigo o lo que sea, no dudó ni titubeó al instante en que apuntó a su cabeza, cerró los ojos con fuerza y se disparó.

—¡A-Xing!

Un fuerte grito fue todo lo que resonó en las frías y desoladas calles, un hombre acercándose, observando la sangre y la cabeza abierta de su amado, tomando la pistola corrió hasta llegar donde el cuerpo de Yibo yacía, disparó hasta que las balas se terminaron.

Desolado, se dio cuenta que la vida sin Xiao Fan Xing no sería nada.

Y supo lo que debía hacer.

—Nos vemos en el infierno, mi amor. —Sonrió, antes de que corriese al auto y comenzara a manejar como un loco, hasta que se salió de la carretera y cayó desde el precipicio, directo hacia el agua.

Y aunque Guo Cheng tenía altas posibilidades de salir y vivir, no intentó salvarse. Tan solo dejó que sus pulmones se llenaran de agua y la última bocanada de oxígeno se le agotara.

Amor.

El sentimiento más hermoso y puro que todos los seres humanos estaban tan desesperados por experimentar, pero, ¿que ocurría cuando la pureza se teñia de suciedad? La oscuridad reemplazaba lo hermoso por nubes grises y un cielo anubarrado.

Porque cuando se ama no se debe olvidar cuidar de lo más precioso que tenemos; nuestro corazón. Puesto que algún día no muy lejano puede romperse también, o quizá, llevarnos a la locura misma.

El suicidio.

La obsesión.

Y al fin de cuentas retornar en un mismo punto; La muerte.

Fin~


Hola queridos lectores, primero que nada me gustaría ofrecerles una sincera y avergonzada disculpa por la larga espera a las que les sometí por más tiempo del que incluso imaginé. Este capítulo ya estaba escrito desde enero, pero no había tenido el valor de subirlo. Primero, por las constantes historias ZhanYi denunciadas, después, por mi falta de tiempo y, por último, por el problema amoroso en el que estoy metida. Ahora comprendo en verdad lo que es estar enamorada, y aunque correspondida, es un amor imposible.

Pero no los agobio más con mis conflictos, y solo les informo que el extra ya está casi listo. Pondré todo de mi para terminarlo. Después me pasaré al final alternativo y la historia culmina.

Gracias a quienes aún están aquí. Les quiero un montón.

🌙Yessie.

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