Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15• Cuidando de ti.


La fresca y salina brisa del mar mojaba sus pies, la sensación era gratificante. Así que no se movió durante largas horas, obligándose a permanecer en la misma posición y sin mover un solo músculo. Su cuerpo se entumecía conforme el tiempo pasaba, y no tenía motivos para saber la razón, al menos, no cuando su cerebro estaba en blanco por la deshidratación a la que se sometió debido a su infantilismo y cobardía.

Tenía la boca seca, la garganta le raspaba, rogando por un pequeño sorbo de agua, pero por mas que luchó por ponerse en pie no lo logró, y acabó por golpearse la cabeza en la arena hirviente.

Jadeó, sintiéndose de pronto muy enfermo y sin una gota de energía circulando entre sus venas, tan difícil hacer un movimiento en su estado.

El dolor de cabeza que comenzó a molestarle tras la riña con Xiao Zhan parecía estarse volviendo, insoportable, los párpados le pesaban como si de rocas se trataran, siendole incapaz abrir los ojos y mirar directamente hacia el sol ardiente.

Además, el agotamiento físico le consumía de a poco, amenazando con dejarle inconsciente y a la deriva.

—Todo esto es tu culpa, Xiao Fan Xing —fanfulló entre dientes y con la sangre latiendo dentro de sus venas, sorprendiéndose así mismo por sus palabras desdeñosas y resentidas.

¿Desde cuándo comenzó a aludir un porcentaje de la responsabilidad a su esposo? No lo comprendía, sobre todo, cuando desde un inicio se empeñó en cerrar su corazón con gruesas cadenas y expresar una serenidad de la que carecía.

Odiaba a Xiao Zhan.

O bueno, eso era lo que acostumbraba a decir en sus momentos de frustración. Y comenzaba a volverse una arraigada costumbre de la que no poseía medios para deshacerse.

Muy pronto, los turistas que antes salieron despavoridos debido a su malhumor regresaron, todavía mirándole de soslayo y cuchicheando entre ellos como si no tuviesen algo mas interesante que hacer. No se inmutó, lo que ellos dijeran o dejaran de decir no era su problema.

Demasiados tenía ya sobre la espalda como para sumarse otro a la carga. Además, la mayor parte de ellos parecía hablar ingles, francés, italiano y, por supuesto, griego. Negó para si mismo, aliviado de no ser capaz de entender una palabra, de lo contrario, estaría armando una pelea ahora mismo.

Estaba claro que llamaba la atencion, ¿Quién sería tan estúpido y ciego como para no admirar y adorar a un hermoso chico de veintiséis años? Curiosamente, asiático. La cultura a la que todo mundo parecía amar hoy en día debido a la irreal belleza de los idols de K-pop.

Yibo yacía echado sobre la caliente arena, vestía unicamente un short corto color negro y un camisón blanca traslúcida, misma que alcanzaba a marcar cada músculo y porción de su piel pálida, ahora completamente rojiza por permanecer demasiado tiempo bajo el sol y sin la ayuda de un bloqueador solar.

Con la vista perdida en el abrazador horizonte, disfrutaba del panorama en general, sus ojos entrecerrados se perdían aquí y allá, maravillados con las olas rompiendo con todo, y posteriormente, salpicarlo juguetonamente.

—Oh, mierda. Esto se siente tan bien —gimió gustoso al sentir la temperatura tan alta en su organismo.

De alguna forma u otra comenzaba a gustarle la sensación de estar muriendo de calor y, al mismo tiempo, sentir la ventisca fresca del mar abofetearle las mejillas.

Lo mas probable es que estuviese completamente rojo, su piel siempre fue extremadamente delicada, pero no  le importó, no ahora cuando por fin se sentía a gusto, carente de problemas a su alrededor. Tiró la cabeza hacia tras, su cuello desnudo acariciado por los potentes rayos solares le hicieron gemir, y sin importar si se quedaba o no ciego, abrió los ojos de golpe y admiró el despejado y azulado cielo sobre su cabeza.

Fue cegado por un paisaje espléndido y que sobrepasaba lo etéreo.
                                              
—Mierda. —Se talló los ojos, y suspiró cuando su vision borrasa se aclaró—. Si por mi fuera dormiría aquí —dejando caer de golpe sus brazos y espalda, se estiró sobre la arena como si de un gatito pequeño se tratase—. Que relajante.
 
 —Eso lo dices ahora, pero ya verás mañana cuando te mires en un espejo, querrás morirte ¿A quien en su sano juicio se le cruzaría por la cabeza hacer algo tan estúpido? —le reprochó con un grave y desconforme tono el recién llegado.

Bufó al reconocer dicha voz.

Ya se le hacía raro que haya accedido a alejarse de él sin chistar.

—Creo recordar haberte pedido que te fueras —manifestó uraño, girando sobre su costado y quedando boca abajo.

Su redondo y firme trasero quedó al aire, Zhuo Cheng carraspeó, incómodo y acalorado de repente ante la vista.
 
—Y yo recuerdo no haber dicho una palabra en respuesta ¿O es qué este infernal clima ya te ha quemado el cerebro? —Se burló abiertamente, procurando mirarle a la cara y no caer en la tentación de admirar lascivamente su cuerpo esbelto tendido sobre la arena en una postura... caliente.

Yibo abrió uno de sus ojos, para, seguidamente, volverlo a cerrar. Demasiado cansado como para entablar una charla cuando por fin estaba obteniendo la relajación que necesitaba lejos de Xiao Zhan y sus caricias abrumadoras.

Contuvo el aliento, otra vez pensaba en él.

No puede ser, pensó disgustado.

—Maldición. Solo vete, ¿si? Quiero dormir un rato más y créeme que no me estás ayudando en nada al reclamar por algo que no viene al caso —le pidió, sonando como un maleducado con su Gēge, pero no pensaba con racionalidad ahora. Con el paso de los minutos, no fue capaz escuchar algo que denotara su presencia. Abrió levemente los ojos— ¡Task! Estoy mejor así, solo, Cheng-Ge —bisbiceó tal vez un poco decepcionado.

Wang Zhuo Cheng se había marchado.

Que obediente.

Se acomodó mejor y volvió a cerrar los ojos, deseando no pensar en nada más.

 
— Mmg. —Se removió al sentir algo molesto picar su rostro—. Mierda, no molestes. —Se quejó, arrugando su nariz y juntando ambas cejas, señal que estaba molesto. Pero sus pedidos fueron ignorados por quien quiera que sea la persona que le jodía la paciencia— ¡Maldita sea! —continuó maldiciendo, ocasionando una risa en el “agresor”.
 
—Hora de despertar, bello durmiente. Ya has dormido demasiado, y tienes que irte —le recordó el susodicho.

Abultó su labio inferior, formando un puchero que le pareció endemoniadamente tierno al mayor.
 
—¡Vete a la mierda, Cheng-Ge! —gruñó sin demasiados ánimos.

Zhuo Cheng se llevó ambas manos a su pecho en señal de incredulidad, mostrando estar aparentemente herido con su insulto.

Yibo era hermoso, si, pero con esa lengua y esa personalidad bipolar te sacaba de quicio.
 
—¡Que ofensa, Yibo! Así me pagas el haberte cuidado todo este tiempo; eras prácticamente bandeja de plata para cualquier depravado sexual, o peor, un secuestrador y asesino.

Quizo gritarle que exageraba, que era un dramático de primera pero se mordió la lengua. Sus palabras eran algo —o muy— ciertas, aún que le costase aceptarlo.
 
—De acuerdo. Gracias por 'cuidarme'. —Escuchó la risa del pelinegro, aún sin mover un solo músculo de su posición—. Pero ya deberías irte a casa, recuerda que no soy un niño estúpido como para que me andes cuidando. Soy un adulto echo y derecho, tomalo en cuenta.

Yibo le guiñó un ojo, mostrando ese lado coqueto que casi siempre permanecía oculto.

Asintiendo divertido, Zhuo Cheng le dio la razón pese a que lo que decía era una verdad a medias. Yibo podía tener veintiséis años, pero se comportaba como un niño de cinco.

Yibo se puso de pie, estirando ambos brazos y dando un pequeño saltito para destensar sus músculos entumecidos. Bostezó.

—Que gracioso eres, Yibocito. —Le miró amenazante ante el patético diminutivo—. Si eso fuera cierto, hace rato no estuvieras dando pataletas como uno. —Abrió la boca para decir algo en su defensa, pero su Gēge levantó una mano instándole a callar—. Es más, no te abrías dormido en pleno sol sin nada que te cubriese, y a sabiensas que algo podía pasarte, sobre todo, estando en un país extranjero. —Volteó la cara, negándose a aceptar que tenía un punto, ¡porque lo tenía! Sin embargo, él se caracterizaba por ser un orgulloso de primera, y por ningún lejano modo iba a darle la razón— ¿Qué, no dirás nada? —Negó, dando grandes zanjadas, alejándose lo mas rápido posible de ahí — ¡Ey, no huyas! Ven aca y dime que tengo razón.
 
Yibo no le escuchó, simplemente ingresó a la casa, y cuando estaba por dar otro portazo notó una silueta femenina temblar entre las sombras.

Y antes de que incluso él se desmayara aludiendo se trataba de un fantasma, encendió el interruptor y gracias a la luz, sus miedos fueron desaparecidos y la sorpresa decoró rápidamente su rostro.

—¿Zi Yi? ¿Que estás..? —Unas frías y trémulas manos delgadas le silenciaron, presionándose contra su boca en un intento de que no hiciese el menor ruido.

Enojado, y muy desconcertado con su presencia allí cuando pensaba que se había idio. Quiso quitársela de encima y mandarla al demonio por aferrarse a una falsa ilusión, sobre todo, cuando estaba arruinándose la vida ella sola.

Que ella estuviese tomándose la confianza de romper su espacio personal e invadirlo con una confianza que nunca le dio le hizo hervir la sangre.

No obstante, al observar detalladamente sus ojos rojizos producto del llanto y el dolor dejó de moverse.
 
Cuando Zi Yi estuvo segura de que no gritaría o la reprendería, ella soltó—: Me ha vuelto a engañar —Una hilera de lágrimas se abría paso velozmente por entre sus firmes y sonrojadas mejillas.

Ladeó el rostro, confundido ante las palabras abruptas y en un hilo de voz.

Abrió los ojos de la impresión, colocando una mano superficialmente sobre la de ella, pidiéndole en silencio que le permitiera hablar.

Zi Yi, avergonzada, se apartó al verle vistiendo de ese modo tan... revelador.
 
—¿De qué estás hablando? Creí que lo habías comprendió finalmente y decidiste abandonarle por tú bien más que por el suyo —dijo decepcionado y cruzando sus brazos sobre su pecho.

—Lo hice, pero luego me arrepentí y volví.

Yibo suspiró exasperado, ella era un caso. 

 —No debiste regresar, Meng Zi Yi —dictó severamente.

—Lo sé. Solo, creí que me estaba precipitando y... —se le rompió la voz y se echó a llorar amargamente con las manos cubriendo su rostro.

—¿Precipitando a qué? —quizo saber.

—A dejarlo. Temí estar haciendo una locura y decidí volver a él —informó desolada y arrepentida por ser tan crédula pese a que ya no era una niña, si no una mujer de treinta años.

Yibo asintió con la mandíbula apretada y una fuerte tensión reinando en su cuerpo.

—Entonces... ¿Qué sucedió esta vez?

Zi Yi apartó las manos de su cara y le miró directamente, el corazón se le encogió al atisbar unos ojos marrones completamente secos y vacíos. El brillo de antes se extinguió, al igual que las esperanzas de la educada mujer.

—Zhan, él...  En estos momentos me está siendo infiel otra vez, y no soporto esto ¡Ya no lo soporto más!

Yibo se quedó echo piedra ante la revelación, y la cólera se le subió a la cebeza al imaginarse a Xiao Zhan en la cama con alguien más.

Alguien que, por supuesto, no era él.
 
Diablos, estoy jodido, pensó.

Hola, queridos lectores. Les traigo un capítulo más de esta historia.

Besos.

Y recuerden «No a la lectura fantasma».

🌙Yessie.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro