
Capítulo 13• Hacer lo correcto.
El único pensamiento que rondaba la mente de Yibo como un buitre, era que saliese corriendo lo más pronto de allí, alejarse de aquella situación que se le estaba yendo de las manos y enterrar la cara en la almohada parecía ser la salida mas viable, sin embargo.
Forzó una sonrisa algo tensa, empujándose a ahogar el maremoto de emociones que le sacudían de pies a cabeza, después de todo, lo que menos deseaba ahora era armar una escena de celos injustificada.
Él y yo no somos nada, se recordó con cierta dureza y amargura mientras Zi Yi, la novia y futura esposa de Xiao Zhan, le devolvía el gesto con la mayor naturalidad posible.
Eso significaba que ella lejos estaba ya de verle como un peligro ¿Y quién en su sano juicio lo haría?
Casi quiso soltarse a reír en su cara.
Xiao Zhan era, al fin de cuentas, su suegro, y nada más. Así que éste no podía ser tan desvergonzado como para ponerle las manos encima a su joven yerno, después de todo, era el esposo de su hijo, un hijo al que pese a sus diferencias, intenta darle el gusto de salirse con la suya, siempre. Lo fue desde niño, y llevarle la contraria ahora se vuelve una piedra en el zapato.
—Cuándo... ¿Cuándo es la boda? —Se escuchó a si mismo preguntar con la voz estrangulada.
Aclaró su garganta y le soltó la mano, apenado por haberla estado sosteniendo más tiempo de lo debido.
Era masoquista de su parte desear saber algo como aquello, al menos, cuando los recuerdos a lado de Xiao Zhan empezaban a golpearle sin remordimientos. La piel se le escoció, las huellas de Xiao Zhan parecían estar resurgiendo después de tantos años, y por un instante, sintió que el tiempo había retrocedido precisamente a ese día.
Respiró hondo y escondió sus ojos bajo el flequillo de su cabello rubio cenizo, mirar directamente a la mujer del hombre que alguna vez amó con todas sus fuerzas, y que comenzaba a dudar que odiaba, le encestó un malestar desagradable en la boca del estómago.
La escuchó exhalar pesadamente—: Siendo sincera, ni siquiera se ha dignado a proponeme matrimonio. —Un tinte de desilusión se impregnó en su tono.
Yibo se atragantó con su saliva.
No podía ser... ¿Entonces, porqué?
—Pero me acabas de decir que eres su novia y futura esposa —le reprochó mirándola por el rabillo del ojo. Una ola de enojo se arremolinaba en el centro de su pecho, amenazando con explotar directamente a la cara de Zi Yi.
Ella había mentido. No fue difícil adivinarlo.
—En efecto, soy su novia desde hace tres años, pero, Zhan jamás ha tenido el valor suficiente de dar el segundo paso en nuestra relación.
Asintió comprensivo.
—¿Te refieres al tema del matrimonio?
Zi Yi bufó, y cuando estaba por reprocharle la grosería su mirada chocó con un rostro demacrado por el dolor, e increíblemente, unos bonitos ojos marrones irradiando un brillo cegador. Un brillo que significaba esperanza.
El corazón se le encogió.
Meng Zi Yi estaba rompiéndose en pedazos y no se daba la mayor cuenta. Su mirada resplandecía, una felicidad falsa se agolpaba en sus ojos, recia de querer ver una realidad cruel, y conformándose con míseras mijagas de un amor dañino. Su sonrisa, antes atiborrada en alivio y una ilusa esperanza se vio oscurecida por una mueca deprimente, los bordes de sus labios temblaron.
Desvío la mirada, no fue su intención hacerla sentir triste, pero, una vida amorosa y feliz a lado de un hombre como Xiao Zhan simplemente no existía.
Compadecía a la joven, en un pasado, era idéntico a ella en cuanto a albergar esperanzas faltas se trataba. Siempre volando en las nubes, fantaseando con un futuro feliz a lado de Xiao Zhan mientras soñaba despierto. Nada de eso ayudó, únicamente le empujó directamente al abismo de la traición, la ingenuidad y la culpa. Fue tarde cuando quizo escapar, dar la vuelta y sostener su corazón agrietado. Un corazón que se rompió y se hizo pedazos en el mejor momento de su relación con Xiao Zhan.
De solo imaginar una vida junto a él le entraba un escalofrío helado por los huesos. Si hubiese bajado la cabeza, obedecido e ignorado los rastros de otros labios y caricias sobre la piel de Xiao Zhan, indudablemente continuaría atado a él hasta la médula.
Aún que dolió horrorosamente, apartarse y romper el vínculo tóxico fue lo mejor.
Y lo más sano.
Xiao Zhan era un ser con una alma vacía y un corazón roto, la pérdida de quien realmente amó y no pudo tener le transformó en alguien ruin y despiadado, rompiendo corazones como si destruyera un nido de hormigas a pisotones, aún que eso nadie lo sabía salvo él mismo.
Su mirada te paralizaba, sus caricias te enloquecían y sus besos se volvían un fuego devastador que te consumía entero, invitándose a las tentativas llamas de su cama.
—Sí ¿A qué más si no?
Yibo se sonrojó, estaba claro que Xiao Zhan había tenido intimidad con ella, pensar que no, sería tan absurdo como que el odio que le proclamaba estuviese disfrazado de amor, el mismo amor que creyó apagar en el pasado, y que ahora renacía entre las cenizas.
Estaba confundido. Muy confundido.
—Lo siento, no quise ser un entrometido —dijo mordiéndose los labios.
Zi Yi sacudió la cabeza suavemente.
—Descuida. No lo estás siendo.
—Lo amas y a la vez tienes miedo de perderlo, ¿cierto? —inquirió con la voz en un hilo—. Temes que el amor que le profesas no sea suficiente para mantenerlo a tu lado, sin embargo. No deseas dejarlo ir pese a su conducta desleal y su poca cooperación en responder a lo que tú sientes por él.
Las pupilas de Zi Yi parecieron temblar por unos segundos, sus ojos desorbitados en incredulidad y asombro le observaron.
—¿Cómo pudiste saber lo que yo...? —El nudo en la garganta le impidió terminar la interrogante.
Yibo rió amargamente, negando con la cabeza.
—Es fácil pecibirlo dada tu condición. Te has enamorado de él aún si tu mente compite contra tu corazón blando, empujándote a terminar con todo pero no puedes. El amor hacia él es más grande que estás dispuesta a soportar todo tipo de engaños y desaires de su parte.
Zi Yi bajó la cabeza, avergonzada y estupefacta por la situación en la que estaba inmiscuida ¿Cómo podría ese chico frente a ella saberlo todo? ¿Era acaso algún tipo de brujo o adivino?
Con un suspiro apesadumbrado, se dijo que debió captar el vacío en su rostro.
Durante demasiado tiempo, ella se empeñó en disfrazar sus verdaderas emociones por otras que no tenían nada que ver. Soportó tanto por Zhan y ahora se encuentra en un punto donde se ver perdida y sola, destinada a una vida de infidelidades y carencia de muestras de afecto.
Ella no deseaba eso.
—Puedes —pausó, las manos le temblaban y su cuerpo mismo amenazaba con colapsar—. Me dirás como llegaste a esa tonta conclusión.
Debía seguir mintiendo, demostrar que nada malo estaba sucediendo en su relación y que ella estaba feliz, muy feliz.
Yibo, en cambio, giró sobre sus talones dispuesto a marcharse.
No obstante, algo le detuvo en el umbral de la puerta, una parte suya deseaba ayudar a esa pobre mujer desdichada.
—Conformate con saber que soy alguien que en el pasado ocupó tu lugar, al menos, algo de el. Y créeme que las cosas no me favorecieron, terminé con el corazon partido y las malditas iluciones hechas trizas por quien yo juraba amar ciegamente.
Dicho esto, abandonó la cocina con el rostro bañado en lágrimas y el recuerdo de esa época mas fresca que nunca proyectándose en su mente.
El corazón le dio un vuelco, y cuando llegó a la habitación, se echó sobre la cama y comenzó a llorar.
—Creo que... aún te amo, Zhan-Ge.
En la mañana, la ausencia de Zi Yi pareció significar una buena premonición. Sentía alegría por ella, después de todo, parecía ser que sus últimas palabras la hicieron reaccionar y emprender vuelo lo más lejos posible de Xiao Zhan. Algo en su pecho se removió, un sentimiento grato le asaltó, ella merecía alcanzar su propia felicidad tanto o incluso más que él mismo.
Xiao Zhan era un verdadero patán, siempre un cazador de carne fresca y un adicto al sexo.
Rodó los ojos y soltó el tenedor, su desayuno a medio comer frente a él y la conocida figura de su suegro aproximarse le puso un poco nervioso.
—¿Qué le dijiste a Zi Yi? —Levantó la mirada perezosamente y la posó en su enfadado rostro.
Yibo bufó.
Cogió el vaso de jugo y, posteriormente, lo guió hasta sus labios pomposos.
—¿Quién es Zi Yi? —Se hizo el desentendido.
Xiao Zhan no podía recriminarle nada, pasarle una culpa que podía o no pertenecerle. Después de todo, él no estaba allí.
—Eso no funciona conmigo, y lo sabes muy bien. —El tono burlesco en su voz le hizo arquear una ceja.
Le miró por una fracción de segundo antes de apartar sus ojos de él.
—Simplemente no sé quién es esa chica —continuó con las evasivas.
No tenía maneras de saberlo, ¿verdad?
—Así, entonces, ¿por qué se fue? —Xiao Zhan rechinó los dientes y apoyó ambas manos sobre la mesa.
Soltó a reír, le fue inevitable.
—Tal vez porque le aburriste —picoteó.
La sonrisa socarrona curvada en sus labios se amplió al notar la mandíbula apretada de Xiao Zhan.
—No lo creo.
—Yo que tú no afirmaría cosas de las que no estoy muy seguro —masticó la ensalada que hace seguntos llevó a su boca.
Xiao Zhan acercó su rostro al suyo, luchó para no sonrojarse, pero fue una batalla pérdida después que soltó—: ¿Es qué acaso estabas celoso?
Se atoró, comenzó a toser una y otra vez. Su rostro se tornó rojo por el esfuerzo.
La sonrisa triunfadora de Xiao Zhan le revolvió el estómago.
—¿Cómo por qué debería estarlo? No poseo motivos para hacerlo. —Limpió su boca con toda la calma posible, recuperó la serenidad pero ya era tarde para arreglar las cosas.
Xiao Zhan se alejó con el rostro sombrío y una mueca en los labios.
—¿Seguro? Por qué si la memoria no me falla, tú alguna vez ocupaste ese puesto. O qué ¿No lo recuerdas?
Yibo le miró mal.
—Para ya con tantas estupideces, me provocas náuseas.
Fingió una arcada.
Xiao Zhan le observó con una nota de diversión muy bien oculta, su actitud le seguía pareciendo lo más bello.
—Tan dramático como siempre —soltó Xiao Zhan cruzándose de brazos. Por más que quizo no hacerlo, cayó, sus ojos se clavaron en aquel par de musculosas y largas extremidades. Yibo se relamió los labios—. Y por lo que veo, también lujurioso.
Xiao Zhan rió burlón.
—Eh. —Su rostro se tornó rojo escarlata, se dejó llevar por un instante y fue atrapado infraganti.
—Adelante, puedes tocar todo lo que desees. Por mí no hay ningún problema —. Se alzo de hombros restándole importancia al asunto. Por el contrario a su persona, quién solo atinó a sonrojarse aún más— ¡Vaya! No te recordaba tan tímido. Pero supongo que las personas cambian.
Yibo apretó los dientes.
—No soy un maldito tímido, jamás lo fui y no lo seré. Y sí, la gente cambia, lo malo es que la mayoría continúa esparciendo mierda. —Su comentario sarcástico lejos de enfadarlo le provocó una carcajada al mayor—. No le hayo la gracia.
Estaba irritado.
—Tú no, pero créeme que yo si.
—No me interesa. —Se levantó, tomó lo usado y se encaminó a la cocina. Cuando cruzó el umbral un agarre en su cintura le detuvo—. Suéltame —pidió tratando de controlarse y no brindarle un puñetazo— ¡He dicho que me sueltes! Te pedí que no me tocaras jamás en tu puñetera vida.
Se sacudió.
En su lugar, recibió un húmedo y presionado beso en su desnudo cuello, retuvo el aliento, estremeciéndose.
—Solo respóndeme algo ¡¿Por qué decidiste casarte con el imbécil de mi hijo?!
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Hola queridos lectores. Aquí está el capítulo. Las cosas se ponen interesantes 😏
Besos.
Y recuerden «No a la lectura fantasma».
🌙Yessie.
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