Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 09• Acercamiento.


Las agujas del reloj descansando sobre la pequeña mesita de noche marcaban las 3:15 am.

Sentía los párpados pesados, casi entumecidos de sueño. El cuerpo entero le rogaba por un merecido descanso, sin embargo. Su cerebro parecía no anhelar apargarse ahora, no cuando tenía mucho de que pensar; la maraña de dudas, temores y oscuros deseos le imposibilitaban desactivar su mente. Desconectarse del mundo entero, de esa realidad que llegó de una cruel bofetada y que no le quedaba mas remedio que soportarla le privaban del sueño mismo.

Yibo era consciente que en ese estado nervioso era muy capaz de atrofiar las cosas, sobre todo, cuando el insomnio le ponía de un humor vergonzoso, hasta pareciese que sacaba a relucir el lado mas dulce y dócil de él. No obstante, correr un alto riesgo como aquel era lo menos que quería.

—Déjame dormir ya, por favor —le rogó a su mente, girando entre las sábanas de un lado a otro, no encontrando una postura cómoda en ningún ángulo.

La habitación le había sido asignada por Xiao Zhan, su suegro. Siendo sincero, él no poseía motivos de queja alguna, no cuando el espacio era grande, ordenado y limpio. Se preguntó muy dentro de si quien se encargó de la limpieza, a sabiendas que Xiao Zhan no movía un dedo en cuanto a tareas domésticas se refería. Y no por falta de experiencia, mas bien, se trataba de su misma pereza por desempeñar un trabajo que fácilmente podía pagar a cualquiera.

Siempre fue un alma libre. En todos los sentidos, pensó mientras se mordía los labios en reprensión por recordar algo que no debía.

Un largo y pesado bostezo escapó de su boca, no alcanzó a cubrirlo con su palma así que ser movió hasta quedar boca arriba. Estiró ambas extremidades y centró los ojos en el techo desnudo.

Comenzó a contar ovejas, quizás aquello le funcionase. No lo hizo, así que muy pronto se rindió y descubrió que no dormiría esa noche-madrugada. Al menos, no con su antiguo amante prácticamente en la misma casa.

La horrible pesadilla disfrazada de sueño cortó todas sus posibilidades de serenidad, a su vez, la inquietud pareció suplantar todo eso. El corazón le palpitó desenfrenado y el sudor pronto le bañó rápidamente, el calor era horrible. Todo rastro de tranquilidad metida entre sus venas se desvaneció como una brisa fresca, sus esfuerzos por ignorar aquel sentimiento antiguo y muerto desde hace años no le sirvieron de nada.

Volver a verlo no significó un antes y un después, pero si la inquietante sensación de retroceder en el tiempo y estar parado en el mismo punto: entre los brazos de Xiao Zhan.

—¡Basta, Wang Yibo! Pensar en él no te traerá nada bueno —se recordó llevando ambas manos a su rostro caliente y necesitado.

Rememorar un sucedo pasado le inyectó una dosis elevada de deseo, la excitación palpitaba entre sus venas, abriéndose paso a una velocidad vertiginosamente cegadora por todo su ser. El roce mismo de las sábanas le incitaban a dejarse llevar, a revolcarse entre ellas y ceder a esa necesidad física de la que Fan Xing le privó al segundo de irse sin importarle lo que sucediera con él.

Las almohadas parecían ser suaves, pero no para él. No en ese momento. Todo le incomodaba, su ser entero gritaba por desnudarse e ir al encuentro de Xiao Zhan para que le hiciera el amor.

Tragó en seco.

Disgusto, negación y terror. Sus hormonas estaba al tope, casi al filo del desborde total y no podía hacer nada para controlarlas. Tocarse no estaba en sus planes, como tampoco, buscar satisfacción en los brazos de un hombre prohibido. Y a quien odiaba con todas sus fuerzas.

La fuerte punzada en la cabeza le hizo ponerse de pie de un desestabilizado salto. Estaba harto de todo y de todos, y con esa furia tenaz recorriéndole entero se colocó su bata de seda color azul, junto a las pantuflas de ositos entre maldiciones y siseos de reproche.

Relamió sus labios, su garganta estaba seca y la lengua la sentía entumecida. De pronto, percibió que tenía demasiada sed.

—Un vaso de leche me hará muy bien —se dijo.

Y con ese pensamiento, salió de la habitación prácticamente a oscuras y se adentró a la cocina.

Arrastrando los pies como si no tuviese las suficientes energías se movió por la cocina como un sonámbulo, la luz lunar filtrándose por entre la ventana le daba la claridad necesaria para ver perfectamente. Extendió la mano y extrajo de la alacena un vaso de cristal, lo colocó suavemente sobre la mesa y acto seguido fue en busca del cartón de leche. Después de haberse servido una cantidad considerable devolvió el embase a su lugar correspondiente.

Suspiró hondo, reclinándose sobre la mesa, de espaldas a la ventana, y cuando se disponía a ingerir el contenido del vaso alguien se lo impidió.

Los labios le temblaron y un escalofrío atravesó su cuerpo, un cálido aliento en su nuca le instó a pegar un salto y cerrar los ojos fuertemente.

Estaba por girarse cuando una voz enronquecida de deseo le susurró al oído—: ¿Te asusté, Bo-Di?

La respiración se le cortó, los colores se le subieron al rostro y un delicioso temblor le asaltó. Su boca se apretó, y los dientes le rasparon cuando Xiao Zhan rozó con sus labios la tierna carne de su sensible cuello.

Ahogó un jadeo.

—Déjate de estupideces, Xiao Zhan.

Percibió movimiento detrás suyo, esperó con el corazón en la boca, pero nada le preparó para lo que sucedió después.

—Si lo deseas —dijo Xiao Zhan posando sus delgados labios sobre la línea de su cuello, lamiendo con la punta de su lengua y aferrando sus manos a los hombros de Yibo.

—No estarás... —titubeó a mitad de un bloqueo mental.

Xiao Zhan rió al verse descubierto.

Movió velozmente sus manos hasta alcanzar sus estrechas caderas, y posteriormente, le giró sobre los talones como si Yibo fuese un muñeco de trapo o un títere sin voz ni voto.

Sus rostros casi se tocaron, sus propios labios cepillando los ajenos no hicieron mas que aguardar a lo inevitable. La pasión irreprimible estaba allí, el fuego ardiente trepaba por sus cuerpos con el único propósito de hacerlos sucumbir al deseo.

El contenido del vaso se derramó, pero ninguno de los dos pareció notarlo. Xiao Zhan envolvió uno de sus fuertes brazos alrededor de la cintura de Yibo, apegándole a su cuerpo y haciéndole sentir su notable excitación.

Yibo luchó por momentos, pero tenía los pensamientos revueltos y era incapaz de siquiera dar batalla. Xiao Zhan afianzó el agarre, impidiéndole irse. Las delicadas manos de Yibo intentaban apartar al hombre de su cuerpo, golpeando su pecho sin demasiado éxito.

Una mueca divertida apareció en los labios de su captor, el agarre que mantenía en la cadera de Yibo se debilitó hasta dejarle libre. En un rápido movimiento le arrebató de las manos el vaso completamente vacío que sostenía Yibo para, después, colocarlo en la mesa.

Una suave caricia fue brindaba en su mejilla derecha. Cerró los ojos por puro instinto, sintiendo la palma de Xiao Zhan recorrer con delicadeza su sonrojado rostro. Unos suaves dedos delinearon su pequeña y respingada nariz para, seguidamente, acariciar sus voluptuosos labios un poco resecos.

Xiao Zhan mantenía su intensa mirada clavada en aquellos esponjosos y suaves labios rosas que muchas veces devoró a su gusto.

En el pasado. Claro.

—Zhan-Ge —escuchó su dulce voz pronunciar su nombre con un toque angelical. Aquella melodiosa vibración inundó sus oídos. Y sin saber porque, lo transportó por un breve instante en otro tiempo—, ¿podrías...?

«—Zhan-Ge —le llamó con voz tierna aquel inocente y lindo chico de pequitas en el rostro.

—¿Si? —respondió mirándole embelesado. Aquellos hermosos y brillantes ojitos café claro le brindaban y transmitían paz, una paz que hace mucho no tenía.

—¿Me podrías... besar? —preguntó con un hermoso rubor en el rostro. Le pareció muy hermoso».

—No tienes por que pedirlo, mi amor. — Y sin más, estampó sus labios sobre los del otro.

Yibo se quedo muy quieto.

Sus ojos se expandieron de la impresión. Los labios de Xiao Zhan se movían con delicadeza y cariño. Sujetó su barbilla con suavidad. Era un beso tierno e inocente, sin un toque de lujuria o dobles intenciones. Ambos labios se movían al compás del otro, Yibo ni cuenta se había dado en que momento se entregó a ese beso, tan puro e inocente. Simplemente se dejó llevar.

Con la luna brillando en lo alto del cielo, y los rayos lunares filtrándose por la ventana de la cocina, iluminaba a aquellos viejos amantes que unían sus bocas después de tanto tiempo.

Siendo testigo fiel de aquel hermoso momento. Observándoles en silencio y a la distancia, jurando guardar el secreto.

Hola queridos lectores. Les he traigo un nuevo capítulo, espero lo hayan disfrutado.

Besos.

Y recuenden «No a la lectura fantasma».

🌙Yessie.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro