
Capítulo 06
Sentado sobre la tapa del inodoro, TaeHyung se perdía en las suaves caricias que le eran otorgadas en su rostro. JungKook con una toalla húmeda; limpiaba cada rastro de harina que adornaba aquella hermosa piel.
— Cierra los ojos, bonito... — Pidió acariciando el pómulo. — Tienes harina en tus pestañas y no deseo que caiga en tus preciosos ojitos.
El omega apretó sus labios, sintiendo como el motor de su vida retumbaba por la cercanía del alfa.
Sus manos se aferraron a la cintura del alfa, inhaló profundo, cerró sus ojos, y junto a su lobo sonrieron por el aroma del azabache.
El terror que sintieron por lo ocurrido en la cocina; se había disipado por completo. Con su cuerpo relajado, y embriagado por la fragancia; sus labios se movieron sin poder controlarlos.
— Chocolate... Me gusta tu aroma a chocolate. — Susurró. — ¡Lobo! ¿Lo dijimos o lo pensamos?
Sus ojos se abrieron para encontrarse con la mirada del alfa.
— Lo pensamos en voz alta.
— Ay, no, ¡¿Qué va a pensar...?!
JungKook sonrió al escuchar aquel susurro, y su sonrisa fue más amplia al darse cuenta del debate mental que mantenía el omega.
Le parecía adorable ver a TaeHyung pucherear mientras pestañeaba rápidamente al hablar con su lobo. Lo sabía, claro que estaba hablando con su parte animal. Esa cara jamás la olvidaría. Tantas veces que lo observó en su época universitaria. Tanto tiempo admirando su belleza. JungKook conocía perfectamente cuando aquel rubio hablaba con su lobo, o se perdía en sus pensamientos.
— Podemos arreglarlo, di algo humano.
— No pues no me ayudas a mantener los pensamientos en nuestra mente, y ahora me pones a pensar...
— Si vas a corregir lo que dijiste, hazlo rápido. — Escondió su hocico entre sus patas. — El alfa anda mirándonos y sus labios nos regala su bonita sonrisa.
JungKook esperaba el momento en que TaeHyung gruñera y peinara sus cabellos. Siempre hacia eso justo después de sacar la punta de su lengua y humedecer sus labios; en señal de que su debate con el lobo había terminado.
Lo conocía tan bien, sin importar que su convivencia en la universidad no fue tan cercana. El alfa podría decir que conocía cada manía del omega.
— Voy a decirle que te gusta el...
— ¡Chocolate!
— ¿Qué?
TaeHyung no se percató que lo último dicho lo había pronunciado en voz alta. Y JungKook quiso distraerlo para que no se preocupara por sus pensamientos en altavoz.
— Digo que a tu lobo le gusta el chocolate. — Ladeó su cabeza. — ¿No acabaste de susurrar que a tu lobo le gusta el chocolate?
— Tú síguele la corriente.
— ¿Aun andas por aquí? Pensé que ya no ibas a abrir ese hocico.
— El alfa espera una respuesta...
— Bonito... — Sonrió internamente al ver la mirada perdida del omega. — ¿O quizás dijiste que necesitabas más chocolate?
— Jun-JungKook, bueno, es que...
— Dile que de tanto usar los auriculares ya no escuchas bien. — Acotó el lobo azabache.
— Buena idea... — Apoyó a su lobo. — Vamos a hacernos los locos. — Sugirió. — Aunque... Si escuchamos bien, ¿Verdad?
— Creo que no será necesario inventar que estamos sordos. — JungKook entrecerró los ojos. — Sí estás quedando sordo... Ahora todo queda en mis oídos. ¡Humano! Lo escuchamos clarito, bueno al menos yo. — Expresó burlón. — Pero ya sabes, es mejor fingir demencia con sordera en este momento. Una cosa es que nos lo diga cuando estaba en plena crisis, asustado y buscando refugio...
— Y otra es cuando se le escapó un pensamiento que no pudo controlar. — Completó JungKook.
— Nosotros no escuchamos que a nuestro bonito omega le gusta nuestro aroma. — Dijeron al unísono.
— ¡Sí!
— ¿Sí? — Inquirió confundido. — ¿Sí qué, bonito?
— Bueno, es que quiero volver a hacer galletas. — Dijo rápidamente. — ¿Podrías conseguirme más chocolate?
JungKook y su lobo sonrieron.
— Te conseguiré todo el chocolate que desees para esas ricas galletas.
— Gracias... — Apretó sus labios apenado. — Te debo una Diosa Luna. Menos mal al alfa le falla el oído.
— Eso dices tú.
— ¿Eso quiere decir que se hizo el loco? — El lobo sonrió y TaeHyung entró en pánico.
— Ni desquiciado sería capaz de negarme la posibilidad de que me deleites con las ricas galletas. — Lo miró con ternura. — Ahora, por favor cierra de nuevo tus ojitos. Aun no termino de limpiar a mi bonito ratoncito de panadería.
— Sigo insistiendo que no debes limpiarme. — Expresó intentando disipar sus nervios.
— Tú me alimentaste con las ricas galletas. — Acercó la toalla a la mejilla. — Y yo te agradeceré limpiando tu bonito rostro.
Los ojos de TaeHyung cambiaron por un leve momento, él y su lobo no se percataron del suceso. Pero JungKook pudo divisar aquel hermoso brillo que vio años atrás. Su corazón le gritaba que poco a poco las cenizas que cubrían a su bonito; dejarían de cubrirlo y renacería.
Con el mínimo detalle intentaría encender esos hermosos luceros que iluminaban su existencia desde el primer día que los vio.
TaeHyung cerró los ojos, la húmeda tela acarició con delicadeza cada parte de la acanelada piel. Cada toque era ejercido con total cuidado y lentitud. El alfa buscaba evitar cualquier gesto de dolor al tener contacto con las heridas del rostro del rubio.
Su tacto a veces temblaba cuando rozaba las marcas que poco a poco iban cambiando de color.
— Bonito... ¿Dónde dejaste la medicina para tus labios?
— ¿Mis labios? ¿Medicina...? — Abrió sus ojos y observó como el alfa buscaba con sus ojos la medicina.
— Bonito, es que tu labio inició a sangrar.
— ¿Dónde? — Sus dedos acariciaron sus pomposos labios.
— No toques, bonito, te lastimas. — Se apresuró a acariciar la comisura del labio en donde salía un poco de sangre. — Discúlpame, yo... Yo no debí tocar tus labios...
— Jun-JungKook... — Apresó la muñeca del alfa para evitar que se alejara.
— No debí limpiarte los labios, te lastimé...
TaeHyung entrecerró los ojos, no entendía por qué aquel hombre entraba en pánico cada vez que lo veía lastimado. Además no había sentido que la herida de su labio se hubiese abierto. Ante las caricias de JungKook; siempre sentía adormecido su dolor.
— JungKook... — Dirigió los dedos impropios a sus labios.
El alfa observó cada movimiento del omega, buscaba muecas de dolor. Pero su mente dejó de procesar cuando sintió los labios del rubio posarse en sus nudillos.
— Mis labios están bien.
Los ojos del alfa no pudieron ignorar como otra parte del labio del omega se agrietaba e iniciaba a salir sangre.
Aquellos labios estaban tan maltratados que el mínimo movimiento o roce los hacia sangrar. TaeHyung ya no le tomaba importancia a aquello. Era su diario vivir. Cada vez que sus labios iniciaban a sanar; su ex-pareja los lastimaba. Así que podría decir que el ardor que sentía en ese momento no era nada comparado a como habían estado antes.
— Tu medicina, ¿Dónde está? Necesito que la apliques, y así tus bonitos labios no sentirán dolor... ¿Te duele mucho? ¿Arde? Bonito, tus labios, tus preciosos labios...
— No duele... — Sonrió y lamió sus labios para intentar aliviar el tirón que sintió.
— Por favor, dime dónde dejaste la medicina.
— JungKook, es solo un labio sangrando, no pasa nada. — Se levantó abrió el cajón donde había guardado sus medicinas. — Aquí esta.
— Ven, ponte cómodo y aplícate el medicamento.
— No. — Apretó sus labios.
— ¿No? ¿No quieres curar tus heridas? — TaeHyung asintió. — Bonito, relaja los labios, terminaras por lastimarlos aún más. — Pidió suavemente. — Toma, aplícate el medicamento. — Extendió el potecito con el bálsamo medicinal.
— No quiero.
— ¿Por qué? Bonito...
— No quiero aplicármelo... Yo solo, no. — JungKook lo miró sin entender. — ¿Podrías aplicarlo tú? — Sus ojos le suplicaron.
— Pero, ¿Y si te lastimo?
— Vamos a ayudarle con sus bonitos labios. — El lobo azabache alzó sus orejas emocionado.
— No me lastimas, cada día me convenzo de que contigo estoy muy seguro.
— Tus labios, la medicina, las heridas.
JungKook divagaba.
Claro, él se moría por ayudar en todo lo posible al omega. Pero cuando veía tan de cerca la posibilidad de tocarlo, curarlo o abrazarlo; sentía que aquel chico se desvanecería como una ilusión.
El rubio al ver la duda que atacaba al azabache, decidió hacer un movimiento.
Temeroso, controlando su acelerado corazón y rogándole a la Luna para que el alfa no se alejara ante el acto que iba a cometer; TaeHyung puchereó justo antes de besar el dorso de la mano ajena. Pestañeó como hace tiempo no lo hacía. Sus hermosas pestañas danzaban lento, hipnotizando aquellos ojos que se perdían en los suyos.
JungKook sintió su corazón en la garganta. Como pudo; tragó saliva, intentando no ahogarse con la misma.
— ¿Podrías aplicarme el medicamento en los labios? — Sin darse cuenta dulcificó su voz. Esa voz melosa que había enterrado porque se había convertido en algo que le fastidiaba a su ex-pareja. — Dejaré mis labios quietos, ayúdame.
— Reacciona humano.
— Sí, te ayudaré. — Respondió hechizado cual marinero por el canto de una sirena.
— Diosa Luna, no permitas que mi humano babee y se desmaye al tener tan cerca los labios de nuestro bonito.
JungKook con medicina en mano; esperó a que TaeHyung se sentara de nuevo. Se acercó lento, posicionándose en medio de las piernas del rubio. Tomó los hisopos y esparció un poco de la medicina en la cabeza de algodón.
Inclinó su rostro sobre el del omega, con una de sus manos se ayudó para sostener el rostro ajeno.
Recordó las indicaciones que le había dado IU. Con gentileza se encargó de cada herida en los labios. Por inercia sopló sobre los carnosos belfos, intentando combatir un posible ardor o dolor en la maltratada piel.
Juró que se desmayaría al sentir las manos del omega sobre sus hombros. Su cordura quería abandonarlo en el momento en que sintió el dulce aroma a vainilla.
Diosa, hasta que pudo percibir aquella fragancia sin rastros de tristeza. Fue mínima su presencia, pero eso le bastó para sentirse eufórico.
— ¿Te dolió? — Inquirió antes de apartar el rostro de la cercanía contraria.
— Para nada. — Negó con su cabeza.
— Ok, bonito. — Le acarició el cabello. — Ahora te dejaré para que te duches.
JungKook recogió las toallas, hisopos y demás implementos que usó en el rostro del omega. Le sonrió y salió del baño.
— Carajo, casi escupo mi corazón sobre su hermoso rostro. — Expresó dejándose caer sobre la cama.
En el baño, TaeHyung acariciaba la piel que había sido tocada por el alfa.
— Eso se sintió bonito. — Observó sus labios a través del espejo. — Sus toques fueron distintos a los que nos dio cuando IU nos curaba. — Le habló a su lobo. — La manera en que nos tomó de la quijada fue tan suave, era como una caricia del viento...
— No dolió, no nos marcó. — El lobo movió su cola de lado a lado.
Poco a poco se desnudó, caminó hasta la ducha y abrió la llave; esperó a que el agua saliera a la temperatura que deseaba. La lluvia artificial cubrió su cuerpo, siseó bajito al percibir el ardor en las heridas de su espalda.
Cuando su cuerpo se sintió limpio y fresco, tomó la toalla y secó su piel canela con extremo cuidado. Sus costillas aun dolían, y algunas heridas aún se abrían al tener contacto con la toalla.
Se miró en el espejo y acarició cada marca que ahora iba desapareciendo poco a poco. Recordó las caricias que JungKook le brindó en su abdomen cuando estuvieron en la oficina del bar. Tomó las cremas para sus heridas, las aplicó en cada cortada, marca, rasguño y apretón que se sabía de memoria.
Le dio la espalda al espejo y sus ojos se cristalizaron al ver el estado de su espalda.
— Hoy si me aplicaré el medicamento. — Con mucho esfuerzo, estiró sus extremidades para llegar a la mayoría de las heridas. — Hice lo que pude, por más que lo intente no alcanzo.
— ¿Y si le pedimos ayuda a...?
— ¡No! Ya lo hemos hablado.
— Pero sería como con las curaciones de los labios...
— Una cosa son los labios, y otra la espalda en donde MinJoon por poco nos marca con su nombre...
— Tae, yo digo que lo pienses. — Sugirió de nuevo. — Hagamos de cuenta que es un Doctor.
— No lo es.
— Piénsalo. — Le suplicó. — Es por nuestro bien, y yo pienso que no hay nadie mejor para ayudarnos con esas heridas que el alfita que nos dejó cosquilleando los labios con solo su respiración.
— Tsk, este lobo. Yo no sentí ningunas cosquillas. — Refunfuñó. — No quiero sentir cosquillas ni nada de eso. Luego vienen los golpes, y pues no seré saco de boxeo de nadie más.
Las palabras de su lobo estuvieron retumbando en su mente. Pero el miedo lo atacaba al imaginarse la cara de asco que pondría el alfa al verlo.
Las palabras que le había dicho una y otra vez su ahora ex-pareja lo torturaban, haciéndolo arrepentirse de pedir ayuda.
No seas tan llorón.
Encontraras la manera de curar tu espalda.
¿Por qué tendría que ayudarte?
¡Maldición TaeHyung, no soy tu maldito enfermero!
Mis marcas no son tan profundas para que necesites curaciones, deja de quejarte.
No, en definitiva no se arriesgaría a escuchar algo parecido de aquel alfa.
— Bonito, ¿Vas a desayunar...? — El silencio fue su respuesta. — Tendré que ir a una junta, y luego pasaré a comprar lo de la alacena. ¿Quieres que te traiga algo en especial? — Los ojos del rubio se asomaron por el borde de la sábana y negó en silencio.
JungKook suspiró, estiró su mano para acariciar la cabellera; pero se contuvo cuando TaeHyung se ocultó de nuevo bajo las sábanas.
— Si se te antoja algo, lo que sea, me mensajeas o llamas, y lo traeré con gusto.
Salió de la habitación, caminó despacio no queriendo irse.
— No deberías aplicarle la ley del silencio.
— Cállate lobo, es por tu culpa.
— Iba a darnos el empujón que necesitamos.
— ¿Empujón? — Inquirió inquieto. — Lobo, anoche casi le pedimos que nos diera los mismos cuidados que le ha brindado a nuestros labios y muñecas.
— ¿Y que tiene? Yo solo quería...
— ¡Ya es suficiente!
— No es suficiente. — Aulló. — No me puedes negar que querías, pero recordaste a ese hombre, sus palabras, y te alejaste del dulce alfita.
Ese día intentó dormir, pero cuando cerraba los ojos; escuchaba y veía a MinJoon. Pudo sentir los golpes entre sueños. Se despertó por quinta vez y asustado corrió hacia el armario, tomó una prenda de JungKook y cubrió su cuerpo.
Suspiró aliviado al sentirse protegido por el aroma del alfa.
Miró la hora en el reloj de pared. Aún faltaba tiempo para que llegara el azabache.
Sintió su cuerpo pegajoso por el sudor. Inhaló profundo y caminó hasta el baño.
Se duchó, y como ya era su rutina; observó su piel.
— Ya no duele tanto.
Tomó la medicina para su espalda e inició a batallar para alcanzar a cubrir gran parte de sus heridas.
— ¡No puedo! ¡Necesito ayuda! — Expresó frustrado. — MinJoon tiene razón, soy tan inútil que ni para aplicarme un medicamento sirvo. — Ajustó la toalla alrededor de su cadera. — Doy pena...
Sollozando caminó hacia la cama, se lanzó quedando de pecho contra el mullido colchón. Abrazó la almohada que JungKook había empezado a dejarle impregnada con su esencia. Sus lágrimas mojaron la funda.
— Por lo menos JungKook no me ve en este estado. — Expresó refiriéndose a sus lágrimas.
Desde que JungKook inició a ayudarlo con sus otras heridas; TaeHyung siempre se bañaba horas antes de que el alfa regresara a casa. Y en la comodidad del silencio y la soledad, se encargaba de su espalda. Terminando siempre tirado en la cama, con su espalda descubierta y llorando ahogadamente.
Colocaba una alarma por si llegaba a dormirse, pero casi siempre JungKook le avisaba que ya estaba de camino, y el omega se apresuraba a cubrir su cuerpo con algún pijama del azabache.
— Al menos ya no se ve tan mal... — Enterró su cabeza en la almohada, limpiando sus lágrimas.
Transcurrieron los minutos y TaeHyung se durmió, aun así sus hipeos aún lo acompañaban en sus sueños.
— Bonito, la junta terminó antes de lo previsto, así que vine corriendo a verte, y te traje fresas con cho...
— ¿JungKook? — Inquirió entre sueños.
— Lo siento, no vi nada, lo juro. — Cubrió sus ojos.
— ¿Ver qué? — Alejó su rostro de la almohada y miró por sobre su hombro.
— Tú... — Con sus ojos cerrados, estiró una de sus manos; y señaló con su dedo el cuerpo.
TaeHyung se levantó de un brinco. Se cubrió con la sábana e inició a llorar.
— Di-dime que no viste nada.
— No lo hice...
— Estás mintiéndome. Claramente viste...
— Me dijiste que te dijera... — Abrió sus ojos al percibir el aroma a tristeza. — No llores, bonito, no pasa nada...
— ¿No pasa nada...? — Por impulso se descubrió. — Mira, soy un omega destrozado, mi piel es un asco. — Sus cristalinas lágrimas caían al piso. — Traté desesperadamente el evitarte esta vista. No quería que... que...
— Shh, no te lastimes con palabras...
JungKook se acercó al omega, rápidamente se retiró su saco y lo cubrió para luego abrazarlo con fuerza.
— Soy un asco, ¿Verdad? ¿Quién podrá enamorarse de alguien tan destrozado?
— No digas eso. — Besó la cabellera.
— Lo soy. Maldición, mi piel está tan gris, sin vida, seca, y marcada... Parezco muerto en vida.
— No. No es así. — Se separó un poco del omega. — ¿Me dejarías ver tu espalda...? — Le suplicó con sus ojos al borde del llanto.
— ¿Para qué quieres...? Ya la viste...
— Confía en mí... — La voz del alfa por un momento se quebró.
— Ni modo, ya la viste... No será peor si la ves de cerca. — Lentamente deslizó la prenda del alfa y dejó al descubierto su piel. — ¿Recuerdas los golpes en mi abdomen? — Acarició la piel de la zona y JungKook asintió. — Pues las marcas en mi espalda son el infierno en vida.
El rubio se volteó, dejando a la vista aquella parte de su cuerpo. Agachó su cabeza y luchó para no temblar por sus sollozos.
— Bonito...
— No soy bonito, mira claramente...
— Eres mi bonito, y veo muy claro. ¿Puedo tocar tu espalda? Es atrevido, pero...
— Ya no importa nada, haz lo que quieras.
— Sin tu consentimiento no tocaré ni un cabello. — Retrocedió otro paso. — Tae, es tu cuerpo, tú decides quién te toca, acaricia o invade tu espacio. — El omega asintió en silencio. — ¿Me permites tocar tu espalda? — Un débil movimiento le dio la afirmación.
JungKook se arrodilló, con sus manos temblorosas; acercó con lentitud sus dedos a la piel canela.
— Diosa, ayúdame a encontrar las palabras para calmar su tormento.
Ante el contacto de los dedos del alfa en su piel; TaeHyung pegó un pequeño respingo. Esperó a recibir el azote de dolor y cerró sus ojos por inercia.
Más fue su sorpresa cuando su piel se erizó ante el dulce y cálido tacto.
— Si me lo permites, me gustaría ayudarte a cuidar las marcas de guerrero en tu espalda.
— ¿Qué? ¿Marcas de qué?
— De guerrero. — Continuó con las caricias. — Cada herida y cicatriz en tu cuerpo... Es una marca de guerrero.
— No soy ningún guerrero.
— Claro que lo eres. — Habló cerca de la piel. — Mi fuerte, hermoso y valiente guerrero, tiene su piel con heridas de guerra. Una lucha contra un terrible lobo que buscaba quebrantar su espíritu. Pero lo que logró con cada ruin ataque; fue crear a un precioso ángel que se fortaleció en medio de su infierno.
— Jung-JungKook...
— Mi bonito... Mi dulce y hermoso bonito. — Se levantó, volteó al rubio y lo miró a los ojos.
— Tus ojos JungKook... — Acunó el rostro. — Tus estrellas se ahogan en lágrimas... Por mi culpa...
— No, no es tu culpa. — Acunó el rostro del omega. — Mis estrellas decidieron acompañar tus lágrimas y así combatir juntos tus tormentos.
Juntaron sus frentes, dejando que sus cristalinas lágrimas bañaran sus mejillas cómo cascada.
JungKook no pudo ocultar su dolor. Le dolió en el alma ver cada marca, y pensó en ocultar ese sentimiento que lo ahogaba. Pero su lobo lo convenció que sería bueno para el omega; llorar juntos. Que su bonito rubio viera que con él podría desnudarse por completo.
En el transcurso del día estuvo pensando en el porqué de que TaeHyung se hubiese distanciado. Y no tuvo que preguntar porque ante la escena que encontró y las palabras del omega; entendió que su silencio y aislamiento era a causa de otra de sus cicatrices.
Lloraron juntos, de pie, uno abrazado al otro. TaeHyung no le tomó importancia al estar solo en toalla y ropa interior. JungKook acarició la piel de la espalda y susurró infinitas veces que esas marcas no opacaban la preciosa luz que acompañaba al rubio.
En algún momento de su abrazo, TaeHyung le pidió que por favor lo ayudara con la medicina en las partes en donde no alcanzaba con sus manos. JungKook aceptó regalándole una sonrisa.
Con delicadeza lo llevó a la cama, recostándolo boca abajo. Se sentó al borde de la cama, admiró la piel.
TaeHyung apoyó su rostro en la almohada, mirando de lado al alfa.
Los dedos del azabache se deslizaron aplicando la crema, y como solía hacer con las otras curaciones; se inclinó sobre la espalda y sopló lentamente sobre la piel.
Se sonrieron en silencio, cada uno estiró su mano para acariciar los ojos hinchados y rojizos.
JungKook buscó un pijama para el omega, se duchó y cambió. Por sugerencia del rubio; se acostó en la cama junto a él. Lo abrazó por la espalda, poniendo un cojín como barrera en la entrepierna. El aroma de JungKook cubrió a TaeHyung.
El rubio acarició las manos del alfa, se sentía protegido, querido. JungKook por su parte cubrió de besitos la cabellera. Cerraron sus ojos y cayeron dormidos.
TaeHyung abrió sus ojos al sentir un gran bulto en la cama, sonrió al ver al gran lobo azabache.
— Hola... — Acarició las orejas del lobo. — Mi lobito me habló de ti... Eres el dulce lobito que nos cuida cuando dormimos. — Un lengüetazo en el acanelado rostro lo hizo reír.
El lobo saltó de la cama y la rodeó para estar a espaldas del rubio. Pero TaeHyung se volteó buscándolo. Así que el azabache volvió a rodear la cama.
— Tae, estate quieto.
— ¿Por qué? Yo quiero verlo, y él solo me evita. — Expresó mientras seguía girándose en busca del lobo.
— El dulce lobito quiere ver tu espalda. Y tú no lo dejas...
— Pero eso ya lo hizo JungKook...
— Él también quiere cuidar de tu espalda.
— ¿Cómo hará eso?
— Tu solo acuéstate con el pecho contra el colchón, y confía en él.
TaeHyung le sonrió al lobo azabache, le acarició el hocico y habló.
— No me vayas a apachurrar. — Le advirtió divertido cuando otro lengüetazo humedeció su mejilla.
Con su cuerpo contra la suave superficie, TaeHyung levantó la tela de su pijama. Sintió como el lobo se subía a la cama y se trepaba sobre su cuerpo.
Encerrado entre las cuatro patas del animal y a la expectativa de los movimientos; pegó un respingo al sentir la húmeda nariz sobre su piel.
El lobo azabache acercó su hocico, olfateó de arriba abajo toda la extensión de la espalda. Aulló cuando apoyó su frente en el cuello del omega.
— Quiere que le permitamos lamer nuestra espalda.
— Es igual que JungKook, ya entiendo porque hablas tanto de este lobo...
— Está esperando una respuesta. — Expresó ante el segundo aullido.
— Dulce lobito, tienes nuestro permiso. — Informó TaeHyung con una bonita sonrisa.
El lobo olfateó el cuello del omega, apartó su hocico y observó cada marca; aullando para sus adentros. Igual que a su humano; le dolió en el alma ver aquel maltrato.
Poco a poco, lamió cada parte de la espalda del rubio. Ocasionando que TaeHyung se carcajeara por las cosquillas que le ocasionaba aquella lengua. Lágrimas escaparon de sus ojos, deslizándose por su hocico y reposando en la piel canela.
Retiró cada cristalina perla con su lengua, mezclándola con su saliva. Cuando vio que aquel líquido estaba ayudando a cerrar parte de las heridas; liberó de aquella prisión al rubio.
— ¿Ahora qué quieres hacer? — Bajó la tela y cubrió su piel.
El lobo se acostó en el centro de la cama, y con su hocico le señaló el espacio.
TaeHyung gateó hasta el espacio y se acurrucó justo en el centro del lobo. Fue acogido en medio de las patas, apoyó su cabeza y parte de su espalda en el suave estómago lobuno.
— Dulces sueños, lobito. — Se abrazó a una pata del animal y este le lamió la mejilla.
— ¿Estás seguro que quieres ir a tu apartamento?
— JungKook, tengo que ir por ropa.
— Pero dijiste que la ropa que tienes es la que él te obligó a comprar.
— Bueno, sí, pero es lo que tengo.
— Yo te puedo comprar ropa.
— Y ya te dije que no tienes que hacerlo.
— Me gusta que me dejes en claro lo que quieres. — Halagó orgulloso. — Ese es mi bonito.
— Es porque tú no me golpearas si te llevo la contraria.
— Eso jamás lo haré.
— ¿Vamos? ¿Seguro que no tienes pendientes en la empresa? — Lo miró entrecerrando los ojos.
— Si tenía. — Rascó su cuello.
— ¡JungKook!
— No me grites. — Puchereó y TaeHyung le sonrió. — Me pueden llamar y ya.
— ¿A quién le aprendiste a hacer pucheros? — Negó con su cabeza ante las ocurrencias del alfa. Solo a ese hombre se le ocurría abandonar sus deberes para acompañarlo en busca de ropa.
— A ti, pero ningún puchero que haga, será tan hermoso como el tuyo. — TaeHyung se quedó en silencio. — Vamos, pero ya sabes, si lo vemos...
— No creo que nos lo encontremos.
— Eso espero porque esta vez no lo voy a soltar hasta sacarle los pulmones a golpes.
— JungKook... No quiero que te manches las manos de sangre.
— Si te toca no lo podré evitar.
— No volverá a tocarme.
— De eso me encargo yo. — Abrió la puerta del apartamento. — ¿Estás bien...? — Inquirió al ver como la respiración de TaeHyung se aceleró.
— Sí, es solo que pues, ya sabes...
— Por eso digo que mejor no vayamos y yo te compro...
— ¡No! No puedo vivir con miedo a salir.
— Ok, bonito, respira. — Le besó la cabellera.
En el camino al apartamento de TaeHyung, el omega miraba por la ventana; buscando perderse en sus pensamientos y así olvidar la incomodidad que sentía al usar aquella ropa.
Debió aceptar la propuesta del alfa y usar una de sus ropas informales. Pero no, allí estaba con aquella ropa holgada. Esa ropa que tenía el día que decidió romper las cadenas. Sentía que su piel se quemaba ante el contacto con la tela. Ese no era su estilo. Pero era a lo que se vio obligado a acostumbrarse.
JungKook aparcó el auto frente al edificio.
— Bonito... Tae... — Llamó. — TaeHyung, háblame. — Apretó con suavidad la mano del omega.
— ¿Qué sucede?
— Llegamos.
— ¿En verdad?
— Hace 10 minutos.
— Entrarás conmigo, ¿Verdad? — Inquirió observando la entrada del edifico.
— Claro... — El celular vibró. — No molesten. — Chasqueó la lengua y rechazó la llamada.
— JungKook, ¿Era de la empresa?
— Sí, pero ahora quiero estar pendiente de ti.
— Contesta... — Abrió la puerta y se bajó.
— No lo haré... — Intentó bajarse del auto pero la mirada de TaeHyung lo detuvo. — No voy a contestar.
— JungKook, dijiste que contestarías las llamadas. — Le recordó. — Además, ya pasó un mes y no creo que ese hombre esté por aquí buscándome.
— Bonito...
— Te veo adentro, le diré a los guardias que te dejen pasar. — Cerró la puerta del auto y dejó con la palabra en la boca al alfa. — Contesta. — Repitió haciéndole señales hacia el celular.
— Maldita sea, debí poner el bendito aparato en modo avión. — Exclamó contestando la llamada.
TaeHyung avanzó unos pasos, se miró de arriba a abajo y sintió ganas de llorar.
— Voy a buscar la ropa que escondí en el armario.
Caminó hasta la entrada del edificio, las grandes puertas de vidrio le daban una perfecta vista del interior de la recepción. Frenó sus pasos al recordar las innumerables veces en las que ingresó por aquel pasillo; siendo agarrado con fuerza, y amenazado por su pareja para que no mostrara señales de lo que estaba pasando.
— Ya no está aquí, ha pasado un mes. — Repitió como si fuera un mantra. — MinJoon no me hará daño de nuevo...
Avanzó unos cuantos pasos.
— ¡¿Cómo es posible que ni una maldita vez hubiese asomado su cara por aquí?! — Una voz conocida para el omega lo hizo paralizarse.
— Estoy alucinando. — Susurró sintiendo como su lobo se ponía en alerta.
— ¡NO ME VOY A CALMAR! — El fuerte grito hizo que TaeHyung prestara total atención a las presencias que salían de uno de los ascensores. — ¡Lo están escondiendo! Seguramente ustedes fueron sus amantes.
— Vamos con JungKook. — Sugirió el lobo cuando vieron como MinJoon golpeó a un guardia.
— ¡DE AQUÍ NO ME VOY HASTA TENER A MI MALDITO OMEGA!
— JungKook... — Miró hacia donde se encontraba estacionado el auto. — Debí quedarme en tu apartamento. — Sus ojos se llenaron de lágrimas. — Me llevara con él. Si me ve, estoy perdido...
— ES MI OMEGA, Y JAMÁS DEJARÉ QUE ME ABANDONE. — MinJoon fue golpeado por otro guardia. — LO OBLIGARÉ A QUE VEA COMO MUERES... ESTÁS MUERTO, ESE OMEGA SOLO ES MÍO. — Amenazó el alfa al pensar que había sido golpeado por reclamarle a los amantes del omega.
— Yo no le pertenezco a ese hombre. — Salió corriendo. — ¡NO!
— ¡Tae, por allí no está JungKook!
Hola mis Kokoros darks 🤟🏻🖤💋
Hasta aquí la actualización de mi galleto y su pastelito agrio. 🤧
Y como lo prometido es deuda...
Les presento a MinJoon, el infeliz golpeador de omegas.
Peguenle juerte.
Ahora hago mi acto de Tsunadetruz, y me oculto en las sombras.
Se les quiere mucho.
Besitos púrpuras 💋 💜
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