
Capítulo 01
El amor la mayoría de las veces nos vuelve ciegos, sordos y hasta mudos... Nuestra mente se nubla por completo y podemos olvidarnos de nuestro bienestar. Nos aferramos a la idea de que porque esa persona es nuestra pareja y en algún momento nos predicó amor; en verdad nos ama. Se nos olvida el amor propio, amor hacia nuestra integridad física y espiritual, amor hacia nuestro pobre corazón que solo grita por ayuda.
¿Qué se puede hacer cuando ese amor se convierte en miedo?
O quizás no sea miedo, puede ser una ilusión de que esa persona dejara de lastimarnos.
Luego creamos un miedo a sentirnos solos, miedo a que te golpeen más fuerte, miedo a que nadie más te ame; porque simplemente fuiste un saco de boxeo para esa persona que tu creías que te amaba.
Tenemos miedo a que en una próxima relación, si es que llegamos a salir de la anterior. En esa relación te traten igual o peor. Y por eso muchas veces cubrimos las marcas de dolor, aquellas marcas físicas y mentales que nos recuerdan que corremos peligro. Pero te convences que es mejor seguir bajando la cabeza y obedecer. Esperando a que esa persona se arrepienta o por fin se canse de hacerte sufrir.
Algunos mueren en manos de sus parejas. Otros huyen rogando al cielo que jamás los encuentren, y otros simplemente sacan valor de la gota del último dolor que sintieron y deciden acabar con aquella relación que solo los hunde en la oscuridad.
El hermoso omega de sonrisa geométrica, caminaba por el campus de su universidad. Tan bello y radiante como siempre. Robaba miradas y suspiros con su presencia, vestía una camiseta blanca, chaqueta de cuerina con detalles en los bordes, sus piernas resaltaban a causa del Jean ajustado de color negro. Sus cabellos rubios y sedosos eran acariciados por la suave brisa.
Ese omega era Kim TaeHyung, el dulce y atractivo chico que la mayoría de los estudiantes de aquella universidad; anhelaban tener una oportunidad con él.
Siempre vistiendo a la moda, radiante, destacando por su personalidad alegre. Aunque aparentaba ser distante, cuando lo conocían y se ganaban su confianza; aquel omega era una luz radiante para todo el que se le acercara.
— Esperen chicos... — Pidió el omega deteniendo sus pasos.
— ¿Y ahora qué pasó? — Inquirió Yoongi.
— Siento que alguien me está observando. — Movió su cabeza buscando los ojos que lo miraban desde lejos.
— TaeTae, todos te miran... — Expresó Jimin antes de darle el último gajo de mandarina a su novio.
— Eso lo sé... — Guiñó un ojo. — Pero siento que alguien tiene clavados sus ojos en mí. — Su vista se fijó en una sombra que desapareció tras un árbol.
— Y aquí vamos de nuevo. — Tomó la mano de Yoongi. — TaeTae, no creo que sea tu amor...
— Ya vuelvo, voy a hablar con la sombra en el árbol... — Se encaminó hacia el lugar.
— ¡TaeHyung! Tenemos que ir por los trajes para mañana en la noche...
— Miel, déjalo, ya sabes que no nos escuchará. — Besó la mejilla de su chico.
— Alfa, amo cuando me llamas de esa manera. — Caminaron hacia una banca y se sentaron.
— Omega, si ese idiota se le declara hoy, espero que en verdad lo haga feliz. — Observaron a su amigo encaminarse hacia el árbol.
— Yo en verdad espero que no lo haga...
— ¿Sigues con el presentimiento de que nuestro osito derramara lágrimas de sangre?
— Sí, nunca me ha gustado la energía que transmite ese chico. — Sus labios hicieron una mueca. — Así Tae diga que es su amor desde que lo vio, y que enserio anhela ser su pareja porque es su alfa. Yo siento que es mejor que nuestro osito se mantenga lejos...
— No podemos hacer nada, el corazón de Tae es terco y enamoradizo. Solo tenemos que esperar a que si ese alfa se le declara; sea para bien y trate a Tae como se lo merece...
Jimin y Yoongi eran los más cercanos y fieles amigos que tenía TaeHyung. Se conocían desde muy pequeños, crecieron juntos, permanecían juntos desde que amanecía hasta que anochecía. Se llamaban los tres mosqueteros.
La pareja era testigo del amor que sentía su amigo por cierto alfa, y aquel omega vivía ilusionado esperando el día en que por fin se le declarara. Desde que lo vio llegar a su salón de clases, el dulce omega decía que era su alfa, su amor.
Recibía miradas del alfa, y sonrisas coquetas. Salieron unas cuantas veces, pero aquel alfa jamás se le declaro.
Ese era el último día de clases, se graduarían y muchos en aquella universidad tomarían caminos separados.
TaeHyung no perdía la esperanza de que ese día el alfa lo hiciera su novio.
— Corre, mueve esas piernas. — Se regañó cuando vio al omega caminar hacia él.
— No seas tonto, finjamos demencia. — Expresó su lobo.
— No, mejor haremos como que estamos leyendo. — Rápidamente sacó un libro de su mochila y se sentó en el césped. — Maldición, allí viene ese... — Masculló al ver como se aproximaba otro alfa.
— No me gusta que sea cercano al bonito omega. — Gruñó el lobo.
— No gruñas, ya sabes que solo podemos verlo de lejos...
— Hola, Jeon... — Saludó dibujando su sonrisa falsa. — Otra vez leyendo... — Expresó en sarcasmo el alfa.
— Y tu otra vez apareciendo a dañarme la vista.
— En vez de fingir que lees, deberías ir con tu omega. — Le sonrió cínicamente.
— Cállate y sigue con tu camino... — Apretó el libro con fuerza.
— Hola, ¿Quién está aquí? — TaeHyung apareció de la nada. — Oww, MinJoon... — Sonrió.
— Hola, Tae precioso... — Su rostro cambió por completo.
— ¿Hablabas con alguien? — Con su mirada buscaba a la persona que le pareció ver. — Hola, JungKook, tiempo sin vernos...
— Hola, bonito... — Saludó en su mente. — TaeHyung, lindo día... — El omega le sonrió ampliamente.
— Precioso, ¿Venias a buscarme? — Habló con toda la intención de cortar el contacto visual que estaban teniendo JungKook y TaeHyung.
— ¿Buscarte...? Pura mie... Digo, yo no te buscaba. — Resopló el lobo de Tae.
— Buscarte, exactamente, no. — Dejó de mirar a JungKook. — Solo vine a ver quién estaba en este árbol...
— Pues veras que ya no hay nadie. — Sonrió para sus adentros cuando vio a JungKook a mitad del camino; siendo apresado por los brazos de su pareja.
— ¿Cuándo se fue?
— No preguntes lo obvio. — Alegó el lobo del omega. — Oye, enamoradizo, ¿No percibes ese aroma?
— Sí, el aroma de mi alfa. — El lobo sonrió. — Es el aroma de mi amado MinJoon... — El lobo agachó su hocico.
— Yo dudo que este sea nuestro alfa.
— Precioso, aquí lo importante no es Jeon... — Lo tomó de la mano y se lo llevó hacia una banca.
— ¿Qué es lo importante? — Se sentó.
— Precioso, lo importante es que he decidido que hoy es el día...
— ¿Te me vas a...?
MinJoon se arrodilló frente al omega, tomándolo de las manos y sonriéndole. — Kim TaeHyung, perdóname por esperar hasta el último día de clases, pero siempre andabas rodeado de alguien que no me dejaba expresar lo que quiero...
— Podías llamarme a solas...
— Lo sé... — Besó una de las manos del omega. — Pero no me arriesgué.
— ¿Y ahora lo harás?
— ¿Por qué putas no te callas? Déjame hablar... — Gruñó para sus adentros. — Tae precioso, ¿Le concederías a este alfa ser tu pareja? Se mi novio, me gustas mucho, eres el omega que más he deseado en lo que llevo de vida, prometo que jamás olvidaras lo que se siente ser mi pareja... Solo dame una oportunidad.
— Sí, acepto ser tu novio... — Asintió feliz y emocionado.
— A partir de ahora me perteneces. — Se levantó y abrazó al omega. — Mi precioso novio. — Lo besó.
JungKook había cambiado de posición, para así quedar viendo al omega, mientras era apresado por los brazos de su novia. Su corazón se arrugó al ver lo que tanto le había pedido a la Diosa Luna para que impidiera.
Pero no podía ser egoísta, tenía pareja y no podía dejarla, no aun.
¿Qué derecho tenia para pedir que ese precioso omega se quedara soltero?
Ninguno, no tenía ningún derecho. TaeHyung era libre de emparejarse con quien quisiera. Pero su lobo le gritaba que no debía emparejarse con aquel alfa, con todos menos con ese.
Así que con su lobo aullando y su corazón triste, le dio una última mirada a aquel omega y tomó la mano de su pareja.
— Deja de mirarlo, o quieres que...
— Ya sé, no tienes que seguir amenazando.
— Un día de estos nos desharemos de estas cadenas. — Hablaron Jeon y su lobo. — Solo tenemos que alejarnos para protegerlo del peligro...
TaeHyung sonreía embobado, abrazaba a su ahora novio, sin darse cuenta de que cierto alfa se alejaba.
MinJoon sonrió, al fin era pareja del omega. Tuvo que esperar mucho tiempo para decir lo que se negaba a declarar enfrente de los amigos de TaeHyung. No quería pasar un ridículo frente a las dos moscas que según él deberían desaparecer de la vida de su ahora pareja.
TaeHyung entrelazó una de sus manos con la de su pareja, y se encaminaron hacia donde estaban Min y Park.
— Yoonie, siento algo raro en el corazón. — Expresó al ver a su amigo de la mano de aquel alfa.
— Miel, quizás eso que sientes es porque a partir de ahora TaeHyung tendrá a alguien más con quien estar...
— No lo sé alfa, algo me dice que esto es el inicio de algo doloroso...
— Estás pensando cosas negativas, nuestro osito será feliz, ahora se ve muy feliz. — Tranquilizó a su novio que sin saber la razón; inició a llorar. — Diosa luna, te encargo a nuestro dulce omega... — Limpió con delicadeza las lágrimas de su pareja. — No llores mi dulce tarrito de miel, tus ojitos se van a hinchar.
La nueva pareja llegó, TaeHyung soltó la mano de su novio y se lanzó a abrazar a su amigo.
— ¿Estás llorando porque al fin se me declaró mi alfa? — Jimin solo asintió en silencio.
— Hola, Min.
— Hola.
— No llores, tus ojitos se pondrán todos chiquitos.
— Espero que seas un buen alfa con mi osito... — Miró a MinJoon entrecerrando sus ojos.
— Seré el mejor.
Las parejas hablaron un poco, hasta que Jimin por fin convenció a TaeHyung para que continuaran con sus planes y fueran por los trajes.
El omega se despidió de su pareja, y salió de aquella universidad.
Ese día TaeHyung firmó el cambio radical de su vida...
Un cambio que no era para bien.
El omega cubría con maquillaje aquellas marcas violetas que lo acompañaban diariamente desde hace tiempo.
Se vistió con su ropa que extrañaba lucir sin límites, aquellos atuendos que usaba en su época universitaria; ya no eran su estilo. Ahora vestía distinto, muy distinto.
— ¿Otra vez disfrazándote para tus amigos?
— Solo es para la videollamada.
— Solo es para la videollamada, ¿Qué? — Posó su mano sobre el hombro del omega y apretó sin medir la fuerza.
— Solo es para la videollamada, alfa. — Intentó mantener estable su voz. — En media hora me cambio...
— Serán veinte minutos. — Ordenó.
— Pero...
— Pero nada... — Volteó bruscamente el rostro del omega. — Sin rechistar o te quitaré diez minutos más...
— Como ordenes, alfa...
— Siempre será como yo ordene. — Lo besó brusco. — Te llamaré en treinta minutos, espero estés cambiado.
— Sí alfa...
— Y esta semana dormirás en mi apartamento... — El cuerpo del omega tembló. — ¿Escuchaste TaeHyung? — Inquirió al no tener respuesta cuando lo llamó tres veces. — ¡Maldito omega, contesta! — El cuerpo del rubio pegó un brinco y por inercia cubrió su rostro. — No te cubras o te irá peor. — Tomó las manos del omega y las apartó con brusquedad.
— Entendido alfa... — Mordió su labio que aún no había sanado.
— Deja de morderte el maldito labio. — Ordenó. — ¿Sabes qué...? — TaeHyung lo miró conteniendo las lágrimas. — Terminas tu maldita reunión virtual con las moscas que tienes de amigos, te cambias y te espero en mi apartamento. — Se alejó del omega. — Vamos a ver si esta semana por fin quedas...
— Alfa, pero el doctor dijo que debía descansar...
Un fuerte golpe en su mejilla lo silenció por completo.
— No menciones lo que te dijo ese doctor, y solo obedéceme.
— Sí alfa... — Tragó la sangre que se había acumulado en su boca a causa del golpe.
— Nos vemos amorcito. — Salió de la habitación del omega y se marchó de aquel apartamento.
TaeHyung se quedó totalmente quieto en su lugar, esperando a que pasaran los minutos y así asegurarse de que realmente estaba solo. Se levantó de su asiento, se dirigió al baño, tomó un sorbo grande de agua, escupió los residuos de sangre, y se miró al espejo.
— TaeHyung, ya deberíamos terminar esta relación. — Habló su lobo.
— No, él nos ama, es nuestro alfa, solo está teniendo malos días...
— ¿Malos días? Nosotros somos los que hemos tenido malos días. — Le recordó. — Desde que nos quedamos solos con ese bastardo.
— No lo llames así, ya te dije que nos ama... — Dibujó una sonrisa en su rostro antes de retirar su mirada del espejo. — Voy a cancelar la videollamada con los mosqueteros...
— Claro, para ocultarles de nuevo como nos tiene de pera de boxeo y nos ha marchitado.
TaeHyung se quedó en silencio, en el fondo sabía que su lobo tenía razón. Pero él se negaba a ver su realidad. El amor que sentía hacia ese hombre no lo dejaba ver con claridad que eso no era amor.
— TaeHyung, por favor escúchame, no sigamos con esto. — Suplicó. — Solo han pasado seis meses desde que se fueron Jimin y Yoongi, desde ese día toda nuestra vida es un desastre.
— No es un desastre, solo hemos cambiado ciertas cosas.
— Dirás, nos ordenó a cambiar ciertas cosas.
— Me gusta como me visto ahora...
— Si claro, síguete engañando. — Expresó irónico. — También dirás que porque te gusta cómo nos trata en la intimidad; es que temblaste de la emoción al escuchar que pasaremos una semana con el...
— ¡Ya déjame en paz!
El omega ese día definitivamente no habló con sus amigos.
Otra videollamada que se cancelaba.
Jimin en la distancia se estaba preocupando, en las pocas videollamadas que había tenido con su amigo; había visto ciertas señales. TaeHyung ya no era ese omega que brillaba auténticamente, algo se estaba apagando.
Quiso volver, se lo comentó a TaeHyung. Pero este lo convenció de que siguiera de viaje con su prometido.
Y así se cumplieron dos años, tiempo en el cual Jimin y Yoongi se casaron en el extranjero y decidieron vivir un tiempo allí. TaeHyung no asistió a esa boda, se disculpó miles de veces, dio tantas excusas como se le ocurrió.
Pero en realidad es que él ya era un pájaro enjaulado, uno que pronto tendría que volar. Herido sí, pero volaba, o definitivamente moriría marchito.
— ¡Kim TaeHyung! ¡Maldito omega! — Se escuchó el grito desde la habitación de aquel apartamento. — ¡Ven para acá! Eres mío, me perteneces.
— ¡Vete a la mierda, MinJoon! — Un portazo acompañó aquel grito. — ¡Yo me voy de aquí! ¡Esto se acabó! — Sus lágrimas se deslizaban por aquellas mejillas que poco a poco dejaban de tener tintes violáceos. Aun así las marcas eran bastante notorias. — ¡Desde hoy dejo de ser tu pareja, no me volverás a tocar!
— No llores Tae, vámonos pronto de aquí. — Pidió su lobo.
— No podemos ir al apartamento, nos encontrara allí.
— Por ahora solo camina, ya veremos qué hacer.
Los pasos del omega eran rápidos, bajó por las escaleras de aquel edificio. No tomaría el ascensor, sentía que se asfixiaría en ese lugar.
Cuando estuvo en la salida del edificio, miró hacia atrás, hizo una mueca de tristeza, su cuerpo tembló. Aún tenía miedo, pero lo iba a vencer. Su corazón y alma sintieron alivio al sentir la suave brisa en su rostro. Al fin tuvo el valor de dejar al supuesto hombre que lo amaba.
Escuchar cómo se burlaba de su desgracia, mientras le era infiel en esa cama donde tantas veces lo dominó con sus feromonas; eso fue la gota que derramó el vaso de la tristeza y dolor de Kim TaeHyung.
Ese infierno se acaba allí mismo.
Su autoestima tenía que volver, el amor propio florecería de nuevo y su brillo volvería a deslumbrar.
Tomó impulso e inició a correr, cuando sus piernas dolieron; se detuvo, miró al cielo y una idea llegó a su mente...
— Lobito... ¿Quieres que tomemos un trago y bailemos? — El lobo alzó sus orejas y asintió feliz. — Entonces entremos aquí. — Señaló la puerta de un bar.
Al ingresar a aquel bar; su cuerpo se tensionó, se sintió juzgado. Tenía muchos pares de ojos sobre su cuerpo. Pero no lo miraban como lo hacían en la universidad. Esta vez lo miraban con lastima.
Se sentía chiquito, vulnerable...
Empuñó sus manos, se observó de arriba abajo y allí detalló su vestimenta. Ropa holgada, dos tallas más grandes que la suya, colores lúgubres, estaba marchito, sin vida. Deslizó la manga de su suéter, y allí estaban las marcas de los dedos de MinJoon. Sus ojos se cristalizaron, y su corazón dolió.
— Este no soy yo... — Bajó la manga del suéter y cubrió de nuevo esas marcas. — Odio vestirme así. — Deslizó su mano hasta su cuello, el cual estaba cubierto por el buzo cuello tortuga de color gris. Aquella prenda cubría los rasguños en su cuello. — No quiero ser este omega marchito.
— Tae, mejor sentémonos. — Sugirió el lobo. — No te mires como lo haces ahora, te lastimas, nos lastimas.
¿Cómo se miraba TaeHyung?
Con tristeza, mucha tristeza, sentía lastima del omega en que se había convertido. Se veía como un cascaron vacío. Bueno aunque si estaba vacío, eso le habían dicho. Al parecer estaba muerto por dentro y por fuera.
— Por favor sírveme el trago más fuerte que tengas. — Le pidió al Barman cuando se sentó frente a la barra de bebidas.
El Barman cumplió con lo pedido, y no pudo evitar detallar aquellas marcas que adornaban las mejillas del omega.
TaeHyung simplemente ignoró la mirada, se dedicó a tomar aquel líquido que le quemaba sus papilas gustativas y garganta. Trago tras trago, su dolor salía poco a poco. Recordando todo lo que ha pasado desde que aceptó ser pareja de aquel alfa.
— Ciego amor, tonto y estúpido corazón enamoradizo. — Sus lágrimas cayeron por sus mejillas.
— No llores. Ya no debemos derramar lágrimas por ese malnacido. — Pidió en un aullido su lobo. — Sécate las lágrimas y vamos a bailar. Eso nos alegra, ¿Recuerdas?
— ¿Hace cuánto que no bailamos? — Se preguntó con amargura. — Cierto, desde la graduación...
— Vamos a bailar, seamos libres de nuevo...
TaeHyung se levantó de aquella silla y se dirigió a la pequeña pista de baile. Se tambaleaba a causa de la gran cantidad de alcohol en su sistema.
Bailó varias canciones, sin permitirse un compañero de baile, quería estar solo con la música.
Gruñía cada vez que alguien se acercaba o pasaba a su lado. Estaba un poco alerta, sentía que lo vigilaban. Y no se equivocaba, en un algún momento de esa noche; un alfa ingresó a aquel bar e inevitablemente lo siguió con la mirada.
— ¿TaeHyung? — Se preguntó al no estar seguro de lo que veía. — ¿Qué haces aquí? — Inquirió cuando se acercó un poco más a la pista; ocultándose de la vista del omega. — ¿Estás borracho? — Sus ojos se entrecerraron al mirar los movimientos torpes del omega. — No puede ser, ¿Esos son golpes? — Cerró sus puños con rabia cuando la luz pegó directo al rostro del omega y allí detalló cada marca. — ¿Por qué lloras? — Inquirió al ver como TaeHyung se subía a una mesa e inició a llorar cuando toco su abdomen en un movimiento de su baile. — No llores mi bonito...
— ¡Por fin soy libre! — Gritaba en medio del llanto. — Ya no más ropa holgada. — Subió un poco aquel suéter y lo bajó de inmediato al recordar sus marcas. — Quiero volver a ser el de antes. — Expresó saltando en la mesa.
El alfa se quedó estático, observando como danzaba el omega. Su mandíbula se tensó cuando vio un gran moretón en el abdomen de TaeHyung.
— ¿Qué te hicieron mi bonito...?
— ¡No! Suéltame, MinJoon, yo no iré contigo a ningún lado. — Forcejeaba para no ser bajado de aquella mesa.
MinJoon había llegado a aquel bar, gracias al rastreo por GPS que tenía instalado en el celular al omega.
Pasó por en medio de las personas que observaban al omega bailar. Y sin nada de tacto o delicadeza; lo agarró fuerte del brazo.
— ¡Eres mi maldito omega, y te irás conmigo! — Lo jaló tan fuerte que lo tumbó al piso. — Vienes conmigo... — Ejerció su voz de mando.
Las personas en aquel bar no se meterían en una pelea de pareja, solamente observaban sin sentir nada de empatía por las lágrimas de aquel omega que lloraba suplicando con la mirada ser liberado.
TaeHyung tembló ante aquella voz de mando, pero luchó contra su instinto de sumisión. No se dejaría doblegar tan fácil. No de nuevo.
— ¡No! Yo no volveré a ese infierno... — Un golpe en su rostro lo silenció. — Tendrás que golpearme hasta que me desmaye, porque solo así me llevaras contigo. — El lobo de TaeHyung había tomado el control del cuerpo. — Mi humano no siente nada por ti. — Escupió la sangre acumulada en su boca. — Entiéndelo, terminamos contigo...
— Vamos a ver si sigues igual de valiente. — Lo tomó fuerte de las mejillas y lo besó con brusquedad. — ¡Maldito! Me mordiste. — Liberó al omega para tocar su labio sangrante. — Esta te lo cobro...
— No volverás a usar tu voz de mando, ni tus feromonas con nosotros.
— Con que el lobito está de valiente, ¿Eh? — Lo tomó de la cabellera rubia y lo hizo ponerse de pie.
— Ese que habla no es mi lobo. — Le dio un pisotón. — Soy yo, Kim TaeHyung, y no me iré contigo...
— ¡Maldito omega, marchito e inservible! — Levantó su mano libre para golpearlo de nuevo.
— ¡Te dijo que no se irá contigo! — Con sus manos detuvo el golpe que iba dirigido al estómago del omega. — Bonito, yo te pondré a salvo.
— ¿Qué mierda? — Dio un paso hacia atrás liberándose del agarré contrario. — ¿Qué haces aquí Jeon?
— ¿JungKook? — Dio unos pasos alejándose de los alfas.
Hola, Kokoros darks 🖤🤟
Volví, y sin planearlo les traje regalo de reyes.
Se les quiere y lxs extrañé un chingo.
Lxs que leen a los Rayaditos, lxs leo en el capítulo que subiré como otro regalo de reyes.
Besitos púrpuras 💋
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