9. Secreto
George
Al dar la vuelta me asome para ver como Thomas se acercaba a Lynx y admito que me dieron más celoso, bufe un poco molesto y achine mis ojos para ver como ambos sacaban algo de una gárgola.
No era cualquier cosa, eran sus escobas.
Así que la prefecta, perfecta se escapa de Hogwarts por las noches con sus amigos, pero nos regaña a mí y a mi hermano por estar en el patio.
Me parece una falta de respeto.
Me doy la vuelta y comienzo a caminar nuevamente hacia la sala común de Gryffindor, en realidad tenía planeado decirle a Lynx que, si podíamos vernos un día de estos, pero no sé qué se traiga con su amigo.
Aunque dudo que sea algo más que una amistad, he escuchado varias veces como recalca la palabra amigo cuando esta junto con él.
Pobre perdedor.
...
Fred se encuentra sentando en el sillón rojo frente a la chimenea, a su lado Ginny está dormida en su hombro, me acerco hacia ellos y señala a Ginny.
—¿Se durmió? —susurró Fred, asentí lentamente—. Con razón no me respondía, duré hablando solo como diez minutos —comencé a reír por eso—. Y bien, ¿Cómo te fue? —solté un suspiro y alcé mis hombros.
—Explícate —Fred se dio un zape.
—Ya sabes... con la rubia —murmuró rodando los ojos.
—Bueno, me acerque a ella y... nada paso —Fred me miro incrédulo.
—¿No hablaron? ¿Nada?
—Nop, solo me pregunto qué hacía y le dije que quería verla —sentí un calor en mis mejillas y Fred alzo ambas cejas—. Después su amigo llego interrumpiéndonos —Fred suspiró.
—Te digo hermano, si quieres salir con ella será difícil, muy difícil, casi imposible, enserio imp...
—Ya entendí —le interrumpí—, no me lo recuerdes —pedí tallando mis manos.
—George... —Fred pareció pensar unos segundos.
—¿Qué? —pregunte.
—No, nada, olvídalo —negué lentamente.
—Fred, dime —pedí inclinándome un poco.
—Mira, sabes que soy muy sincero y más cuando se trata de ti —Fred dejo de hablar para acomodar a Ginny en el sillón e inclinarse igual que yo—. Creo que te lo he repetido muchas veces, pero, aunque Narcisa sienta algo por ti, esta su padre, Lucius —me recordó—. ¿Enserio crees que el dejara que su única hija salga con un Weasley? Ellos nos odian —murmuró—. Y para serte sincero no estoy del todo de acuerdo en que intentes algo con ella.
Miré mis manos y apreté mi mandíbula, quiero entender a Fred, pero en realidad no puedo, porque él no entiende como me siento, porque él no ve a Lynx de la forma en la que mis ojos la miran.
—Georgie no te vayas a enojar —pidió con una mueca.
—No estoy enojado —aseguré en voz baja—. Es solo que, tu y yo vemos a Lynx de una forma muy diferente —Fred suspiro bajando su cabeza, la levanto y me miro esperando a que continúe—. Y entiendo todo lo demás, pero... mamá nos dice que nunca nos demos por vencidos y luchemos por lo que amamos.
—¿La amas? ¿Si quiera sabes cuál es su color favorito?
—No lo sé, pero pronto quizá si —aseguré asintiendo un poco con mi cabeza—. No te preocupes hermano, no quiero que nadie apruebe está relación que aun ni existe —reconocí—. Es por eso que no te había dicho nada, porque sabía cómo reaccionarias, sabía que no apoyarías en nada todo esto, así que hay que mejor olvidarlo, ¿de acuerdo Fred? Y por favor, no vuelvas a hacer comentarios sobre lo enamorada que esta Maisie de mi —él asintió lentamente.
—Lo siento, Georgie —caminé y le di dos palmadas en su hombro.
—No te preocupes, Freddie —miré a Ginny y moví lentamente su hombro—. Ginny, pequeña despierta —sus ojos parpadearon y llevo sus manos a su rostro.
—¿Qué? —preguntó adormilada.
—Anda a tu habitación, no puedes dormir aquí —ella asintió y se sentó en el sillón mirando adormilada la chimenea.
—Buenas noches, hermanos —nos dijo parándose y caminando hacia las escaleras del lado izquierdo.
—Descansa hermanita —coreamos Fred y yo.
—Anda, vamos a dormir que mañana tenemos clases a primera hora con la profesora McGonagall —me recordó Fred parándose.
Sin más, ambos subimos las escaleras para irnos a nuestra habitación.
—Fred, ¿puede esto quedar entre nosotros? —me miro ofendido.
—La pregunta ofende, hermano —admitió dramatizando un poco—. Descuida nadie lo sabrá, pero tienes que disimular un poco más —reconoció—, cada que la miras babeas.
—Oh, claro que no —él asintió divertido.
—Lynx, oh mi hermosa Lynx —fingió imitarme y puso sus manos en su pecho.
Tome mi almohada y se la aventé riendo—. Así no hablo.
—Pero así te ves.
—Rayos.
Lynx
Siento como alguien mueve mis hombros, tallo mis ojos y los abro encontrándome a Rachel quien tiene su cabello cual nido de pájaro.
—¡Nos quedamos dormida! Tenemos clase con Moody —me pare de un brinco completamente asustada.
—¡Mierda! —corrí rápidamente al baño y cepille mis dientes lo más rápido posible, moje mi cara y la seque bien.
Ni si quiera me importo ver como se encontraba mi cabello.
Rachel por su parte decidió ponerse la poción alisadora para que quedara lindo como siempre, pero yo ya me encuentro cambiándome por el uniforme.
—¡No vamos a desayunar! —chille viendo como el reloj ya marcaba las diez con veinte.
—¿Te importa el desayuno? ¡No fuimos a la clase de encantamientos y eso te preocupa! —me regaño mi amiga tomando su bolso.
Agite mi varita y mis útiles se arreglaron por si solos, sin más, ambas salimos a la velocidad de un escarbato siguiendo tesoros.
Nunca en mi vida había corrido tanto, sin mencionar lo mucho que mis tripas rugen, no suelo ir a clases sin desayunar, pero en realidad tampoco llego a saltarme las clases, creo que es la primera vez que sucede desde que ingresé a Hogwarts (sin mencionar las veces que estuve en la enfermería), y esto no me hace sentir nada bien.
Ambas tocamos la puerta y nos adentramos al salón lentamente, todos nos voltearon a ver.
Thomas y Luke reprimieron una risa.
—Una disculpa profesor, ¿podemos pasar? —pregunto mi amiga sin aliento.
—¿A qué se debe la tardanza? —ambas nos miramos.
—Me sentía mal —mentí sintiendo un dolor en mi estómago.
Es el hambre.
—Cosas de chicas —continuo Rachel.
—Adelante —expreso malhumorado.
Caminamos al único taburete solo, justo en medio de Fred y George y Thomas y Luke.
Claro que Rachel se sentó del lado de nuestros amigos y me dejo del lado de los gemelos.
Saque mi libro, un pergamino y mi pluma con la tinta al ver como todos tenían eso en sus mesas, Rachel y yo nos miramos y mi amiga soltó una risilla.
—Otra razón para no salir de Hogwarts —susurré a lo que ella asintió.
Apoye mi mejilla en mi mano y mire hacia las ventanas que se encuentran a lo alto del salón, pude ver un pajarito volar y sonreí en esa dirección.
—Señorita Malfoy —levante mi cabeza viendo a Ojo Loco.
—¿Si profesor? —respondí.
—La clase pasada no terminamos con la lección de las maldiciones prohibidas, ¿puede recordar en la que nos quedamos?
—La maldición asesina —él asintió sonriendo.
—Adelante —continuó.
—Bueno, también conocido como el maleficio asesino, es el hechizo de magia negro más poderoso que existe. Si se lanza correctamente sobre una persona o criatura viva la maldición causa la muerte sin dolor alguno y tiene un efecto irreversible —explique.
Tener libros de magia negra en casa no es tan malo después de todo.
Mentira, sí es muy malo.
—Como la señorita Malfoy lo dijo es correcto. La maldición asesina no se puede bloquear por medios mágicos, ya que la mayoría de los encantamientos defensivos como el encantamiento escudo no protegen contra ella —continuó el profesor.
Sin más, tomo de uno de los frascos una pequeña serpiente, ella voló hasta el taburete donde Rachel y yo nos encontramos. Es de color verde manzana, no mide más de un metro. Estire mi mano para que se enroscara en mi dedo.
—¡Avada Kedavra! —ahogué un grito y di un brinquito al ver el rayo verde golpear contra la inocente serpiente.
—¿¡Está demente?! —exclamo Thomas al profesor creando un silencio—. La tenía en su mano, ¡pudo darle a ella!
Miré a otro lado encontrándome con la mirada de George, se encuentra tomando la mesa con fuerza, cerré mis ojos y sentí como Rachel quitaba la serpiente muerta de mi mano.
George
Me asuste, lo admito y mucho, casi me paro de un brinco, pero Fred me detuvo y que bueno porque hubiese quedado como un tonto.
Moody sí que está loco, y en parte agradezco que Farley lo haya confrontando. Igual la clase continuo algo tensa, a pesar que le pidió disculpas a Lynx quien asintió algo ida.
Sí, su mirada se encuentra perdida.
El profesor pidió un trabajo acerca de las maldiciones imperdonables y teníamos que terminarlo en treinta minutos, agradezco que soy muy bueno extendiendo mis palabras por lo que lo termine rápidamente.
Mientras algunos se paraban, aproveche para pararme a guardar mis cosas y escribir una pequeña nota a Lynx y dejarla en el piso.
—Se te cayo —murmuré levantando el papel y dándoselo, ella me miro algo confundida, pero pareció entenderlo.
—Gracias —lo guardo en su bolso y sin más se paró para entregarle el trabajo al profesor.
—¿Qué nos toca? —me preguntó Fred—. Perdí mi horario —puso su mejor sonrisa y saqué el mío.
—Al menos te duro más que el curso pasado —le recordé.
—Uy tenemos encantamientos con Hufflepuff, pero hasta después de la comida —hizo una mueca y me regreso el horario que guarde nuevamente en mi bolsillo.
—¡Hey vamos a comer! —exclamó Maisie acercándose con nosotros, los tres salimos del aula para irnos con Angelina y Lee.
—Vaya espectáculo —anuncio Angelina.
—Una lástima que no le toco a Malfoy —se burló Maisie.
—No me parece gracioso —respondí molesto, todos me miraron y Fred comenzó a silbar—. Estoy seguro de que si hubiese sido alguno de nosotros yo también hubiera reaccionado igual.
—Eso es cierto —afirmó Fred—. Aparte, no le cayó para nada bien a Malfoy.
—Creo que a nadie —comentó Lee—, me dejo con un mal sabor de boca —confesó— y está loca tiene hambre —señalo a Maisie.
—Oh, yo también tengo hambre —asintió Fred.
—Vamos a las cocinas —propuso Angelina.
—Los veo allá, quedé de ayudarle a Ginny con un trabajo de transformaciones —ellos asintieron y sin más me dirigí hacia la torre de astronomía.
Estos pasillos suelen estar vacía a estas horas del día, quizá porque no es muy necesario venir para estos rumbos a estas horas o tal vez porque no conocen lo tranquilizante que es venir a este lugar.
Subo con paso lento las escaleras, pero al llegar no hay nadie en la torre. Solo espero que Lynx si haya leído el mensaje.
—George —me giro para encontrarla caminando hacia mi dirección.
—Lynx —caminé hacia ella quedando frente a frente, tome su mano y me dedico una sonrisa.
No dude en abrazarla.
Es la primera vez que la abrazo y es la sensación más hermosa del mundo.
—Yo l-lo siento —murmuré, ella negó.
—No te disculpes de nada —pidió—. Gracias, creo que es lo que necesitaba —aseguró sonriendo.
—Yo, bueno, te pedí vernos aquí porque me preocupé mucho —admití, ella sonrió un poco triste.
—Si bueno, no esperaba que el profesor utilizara la maldición asesina contra una inocente serpiente —confesó.
—Nadie —aseguré.
—Descuida, mi padre se enterará de eso —comentó.
Vaya, sí que sonó como su hermano.
Fue inevitable no reír.
¿Qué opinan de la charla entre Fred y George?
¿Creen que Fred deba apoyar a su hermano?
No olviden comentar que les parece la fanfic.
Besos; Cici x
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