Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐆𝐨 𝐃𝐞𝐯𝐢𝐥𝐬, 𝐠𝐨!


Octubre 1994





Siempre, desde que tienes memoria, tu más grande sueño ha sido unirte a la policía. No puedes recordar un solo momento de tu vida donde no hayas deseado portar el imponente uniforme gris y negro, tener una brillante placa dorada con tu nombre, justo en el pecho, llevar un arma en tu cadera o conducir una patrulla con las luces encendidas.

Por supuesto, tu padre es un oficial, así que lo has heredado de él. La pasión por servir a la comunidad corre por tus venas, no puedes evitarlo. Estás decidida a convertirte en unirte al departamento policiaco de SunnyVale, tan pronto como termines la preparatoria, para cumplir tu sueño, claro, y también para hacer que se sienta aún más orgulloso de ti.

Aunque, a pesar de tu entusiasmo, ha habido un par de ocasiones en las que te cuestionas si valdría la pena intentarlo, pues tu padre te ha llevado al trabajo algunas veces, durante los días más tranquilos, y las burlas de los demás oficiales masculinos no se han hecho esperar. Los has escuchado, hablando de ti, a tu espalda, afirmando que las mujeres son "demasiado débiles y tontas para ser policías".

Pero Nick... oh dios, Nick Goode, el sheriff que está a cargo de todos esos imbeciles, a quien solamente te haz topado unas cuantas veces, siempre ha mantenido una atención especial sobre ti, diciéndote: "Tienes buenas aptitudes, serás una gran policía algún día, de eso no hay duda". Y esas palabras son suficientes para regresarte el ánimo y provocar que tu corazón se acelere y tus mejillas tomen un color rojizo.

Pero no debes pensar en él de esa manera ¿verdad? es casi de la misma edad de tu padre, quizá unos cuantos años más joven. Además no puedes distraerte, lo único que debe haber en tu mente en este momento es lograr tu objetivo de obtener un lugar en la policía. Solo eso.

—¿Sigues aquí?— una voz femenina te saca de los rincones más profundos de tu mente. —¿No quieres que te lleve a casa?.

Volteas y observas a tu amiga. Es la hija del oficial Kapinski, colega de tu padre, la has conocido durante toda tu vida. Por desgracia, es un año menor, así que no comparten clases, pero ambas forman parte del equipo de porristas y al menos eso les permite pasar un par de horas juntas durante las prácticas diarias.

Aunque hoy, dicha práctica duró casi tres horas, más de lo normal, pues debían prepararse para el próximo partido. Y no te molestaba en lo absoluto, solo que tu padre había prometido recogerte y llevarte a casa, igual que siempre, aunque ahora no lo había cumplido, dejándote ahí, esperándolo en la oscuridad y el frío de la noche.

—Sí, por favor— respondes de inmediato, aceptando su oferta.

Aunque no puedes evitar preguntarte el por qué tu padre no llegó por ti. ¿Algo le habría ocurrido? ¿Habría habido alguna emergencia que lo requiriera como apoyo?. No lo sabes. Y eso te angustia.

—Entonces andando— dice ella con una sonrisa cálida, señalando que la sigas para ir hasta el estacionamiento. —O morirás de frío si te quedas ahí.

Claro, no puedes quedarte fuera de la escuela mucho tiempo más, lo único que traes puesto es tu uniforme de porrista, con esa minifalda roja que deja al descubierto todas tus piernas, y una sudadera de los SunnyVale Devils por encima, que no hace mucho por calentarte en el frío otoñal. Así que te levantas de las escaleras, tomas tu mochila y caminas junto a ella.

—¿Sabes algo de nuestros padres? digo... el mío se olvidó de recogerme, ¿quizás surgió algo importante?— preguntas tú, sin poder quedarte con la duda, pues tal vez ella sabe algo más.

—Oh, ¿no oíste la nueva noticia?.

Niegas con la cabeza de inmediato. Claro que no has oído nada, y esperas con todo tu corazón que no sea algo malo para ellos.

—Hubo una nueva masacre en ShadySide, en una plaza local— prosigue ella, encogiéndose de hombros, sin prestarle gran importancia. —Así que por culpa de esos lunáticos han tenido que doblar turno, ya sabes, para encargarse de todo.

—¿Una nueva masacre? vaya, eso si que es raro— dices tú, sarcástica, soltando una risita.

A nadie en SunnyVale le interesan las personas de ShadySide, ni a ti tampoco, siempre los has visto como inferiores. Sin embargo, muy en el fondo, no puedes evitar pensar que si, en efecto, es muy raro que siempre se estén asesinando entre sí.

Pocas veces has hablado con chicas de la preparatoria de ShadySide, porristas igual que tú, y todas aseguran que existe una "bruja", sedienta de sangre, culpable de todas esas matanzas brutales.

Aunque tú no les crees eso, obvio, es solo un tonto cuento para niños, o una simple leyenda para intentar cubrir su salvajismo por naturaleza.

Quisieras poder decir que te da igual, como todas las veces anteriores, que no te podría importar menos si deciden matarse todos hasta que no quede ninguno. Pero no es así. Una extraña curiosidad te invade.

En cuanto ambas llegan al auto, a su Chevrolet rojo recién comprado, suben de inmediato, poniéndose en marcha.

—¿Cuál es tu dirección? creo que la he olvidado— dice ella mientras maneja por la solitaria avenida principal.

—No quiero ir a casa— respondes tú. Claro que cualquier otro día te habrías ido a casa para cenar con tu madre y luego descansar, pero ahora te sentías diferente. Más valiente de lo normal. —¿Crees que podrías llevarme a la plaza de ShadySide?

—¿Donde acaban de matarse? no, ni loca. Además, es casi media hora para llegar y...

—Por favor— la interrumpes, casi rogando y mirándola con ojitos de cachorro. —Te daré dinero para gasolina, o te haré el favor que quieras, no importa.

Ella lo piensa un poco, mordiéndose el labio inferior y jugueteando nerviosa con sus dedos en el volante. Hasta que, finalmente, suelta un suspiro y asiente con la cabeza.

—Bien, pero no creas que me quedaré ahí, solamente te dejo y me voy ¿ok?.

—¡Perfecto! ¡gracias!— dices, feliz de que haya accedido a tu petición tan inusual.

Después de todo, ella tampoco es ajena a tu sueño de querer unirte a la policía, así que suponía que querrías ir a la aventura de ver una masacre en vivo y en directo, sin censura, sin nada. Ayudaría a formarte para futuros casos, de eso no cabía duda. Y admiraba tu tenacidad, aunque tampoco podía negar que le parecías algo rara... ¿por qué no simplemente podían ir a cenar algo y hablar de chicos o maquillaje? ¿por qué preferirías ir a meterte a un lugar lleno de gente muerta?. No lo entendía.

—¿Tu padre está en la plaza o la estación?— tú le preguntas, esperando que sepa algo al respecto, y con algo de suerte también sepa algo del tuyo.

—No tengo idea— responde, soltando una risita. —Pero supongo que en la estación. Es demasiado flojo como para servir de refuerzo.

El resto del viaje lo pasan escuchando la tenue música de la radio, hablando de cualquier tema que se les ocurra y observando por la ventana el cómo es que el hermoso paisaje de SunnyVale cambia por el horrible de ShadySide. Un contraste impresionante. No estás acostumbrada a meterte en lugares como esos, tus padres te lo han prohibido siempre, y ahora entiendes el por qué, pues tan solo el ver las casas en estado deplorable y la poca iluminación en las calles hace que te sientas incómoda.

Tampoco es como que tú vivas en una de esas mansiones que SunnyVale tiene por montones, pero es algo decente, definitivamente mucho mejor que donde estás en este momento.

—Es más feo de lo que recordaba— tu amiga dice, casi en voz baja. —Yo también me volvería loca si viviera en este lugar.

Un par de minutos más y has llegado a tu destino. La enorme plaza de ShadySide se alza entre los suburbios, con el letrero encendido y un par de patrullas en el estacionamiento, cuyas luces rojas y azules son lo único que hay entre la inmensa oscuridad.

Puedes sentir la adrenalina comenzar a correr por tus venas. Así que, apresurada, le das a tu amiga diez dólares por la gasolina, te despides de ella, tomas tu mochila y bajas de su auto, caminando directo hacia la entrada de aquel lugar.

Afortunadamente, no hay nadie fuera en esas patrullas que pueda detenerte, por lo que es muy fácil llegar a las puertas de cristal, las cuales cruzas de la manera más cautelosa posible. Y entonces los ves, a unos cuantos metros de distancia, los cuerpos tendidos sobre el piso y el par de policías que resguardan el área y hablan por sus radios, comunicándose con los forenses en camino.

Por supuesto, tu presencia llama su atención y ambos voltean en tu dirección.

No es muy difícil reconocerlos, uno de ellos es Nick, el Sheriff, y el otro es uno de los policías más nuevos, egresado de la academia hace poco. Sinceramente, esperabas encontrar a tu padre, pero eso no te detiene para seguir con tu plan de querer verlo todo.

Te acercas, sintiendo tu corazón latir con fuerza. Aunque el chico nuevo decide arruinarlo todo y pedirte que te detengas, poniendo su mano sobre la funda de su pistola, como si eso te fuera a intimidar.

Pero Nick, en cuanto ve que se trata de ti, interviene y lo obliga a callarse con una simple mirada, una de "yo me encargo" que ya todos reconocen.

—Tu padre no está aquí, si eso es lo que buscas— te dice él, caminando hasta estar frente a ti, bloqueándote el paso para evitar que te acerques más a la escena del crimen.

—No vine a buscarlo a él— respondes, sabiendo perfectamente que si no está aquí entonces está en la estación. —Vine por que quiero ver... y aprender.

Nick suelta una sonrisa, y por un momento piensas que se está burlando y que probablemente te pedirá que te largues de ahí. Pero te sorprendes en cuanto te dice:

—No deberías estar aquí, es peligroso para una niña como tú. Pero sé que insistirás, así que ven conmigo, te mostraré un poco y después te llevaré a casa.

No puedes creerlo, en verdad te está dando esta oportunidad, la mejor de tu vida hasta el momento, y estás tan feliz y emocionada que no puedes evitar soltar una sonrisa de oreja a oreja.

Sin embargo, cuando caminas a su lado hacia los primeros cuerpos, ya no es tan divertido. La chica tiene múltiples heridas de arma blanca en el pecho y está pálida por toda la sangre que perdió, la cual yace bajo ella en un enorme charco carmesí. Y el chico, quien lleva puesto un tétrico disfraz de esqueleto, tiene la cabeza perforada por una bala.

Es una escena impresionante. Demasiado intensa como para ser la primera que ves. Apesta a sangre y los detalles son muy explícitos, como los pequeños trozos de cerebro desperdigados sobre el suelo, suficiente para hacer que tu estómago se revuelva y sientas tu última comida en la garganta, a punto de salir.

—No me digas que tienes náuseas— dice Nick, ligeramente divertido. —Si ni siquiera han comenzado a podrirse.

—No, claro que no— mientes un poco, intentando aparentar que eres más fuerte de lo que él cree. —Es lo que... jamás había visto gente muerta.

—Te acostumbrarás a ello.

Claro, él lleva años siendo policía, tiene demasiada experiencia, aún más cuando es el sheriff, y probablemente ya es insensible a todo. Pero tú no, eres nueva en todos los sentidos, apenas estás aprendiendo, y él parece olvidar ese detalle, u omitirlo quizá, por que ni siquiera te da tiempo de recuperar la compostura y respirar hondo, simplemente camina y te obliga a ir con él hacia el resto de la escena del crimen.

Así qué haces tu mejor esfuerzo por seguirle el paso y deshacerte de tus náuseas. Por ningún motivo puedes vomitar frente a él, frente al sheriff que por desgracia ha sido tu tonto crush adolescente durante años. Nunca te lo perdonarías.

Nick te muestra los demás cadáveres que hay por la plaza, como si fuera lo más normal del mundo, y luego te explica algunas cosas relevantes mientras tu prestas atención, tratando de anotarlo mentalmente. El conocimiento de un hombre experimentado como él debe valer oro, y no cualquiera puede obtenerlo, así que no puedes desperdiciar ni una sola palabra que sale de su boca.

—¿Y qué es lo que piensas tú?— le preguntas en cuanto te sientes mejor. —¿Qué dice tu investigación hasta el momento?.

—Opino que no hay nada que investigar— responde, restándole importancia. —Siempre es lo mismo aquí. Solo es otro desquiciado que pierde la cabeza y mata a todos a su alrededor. 

—¿Y no hay una razón del por qué siempre ocurre lo mismo?.

Antes de que Nick pueda responder, su radio se activa de pronto, provocando que des un brinquito al asustarte con el ruido tan inesperado. Y no puedes evitar pensar que quizá él lo notó, y que tal vez ahora no le parezcas tan buen prospecto a policía. Pero la verdad es que no piensa así sobre ti, tu ansiedad te miente, Nick solo cree que eres algo miedosa e inocente, cualidades que le agradan, aunque sabe que solo es cuestión de tiempo para que las pierdas.

Aún así, ninguno de los dos dice nada y juntos se dirigen de nuevo hacia el pasillo de la entrada principal, pues los forenses han llegado y deben trabajar en conjunto.

—Quédate aquí— te ordena Nick, antes de ir con ellos. —No te muevas, no toques nada y no interrumpas a nadie ¿entendido?.

Tu asientes con la cabeza y lo dejas volver a su trabajo, tomando asiento en la jardinera de concreto que hay alrededor del enorme árbol en el centro, simplemente mirándolos atenta, viendo lo que hacen de un lado a otro y tratando de escuchar lo que dicen. Aunque al cabo de media hora terminas aburriéndote, desviando la mirada hacia cualquier otra cosa que te parezca mínimamente interesante.

Odias que te hayan dejado de lado, olvidándose por completo de tu existencia. ¿Qué tanto les costaba dejarte mirar de cerca?. Ahora te arrepientes de haber ido, y lo único que quieres es volver a casa lo antes posible. Nick dijo que te llevaría, claro que no lo haz olvidado, pero no sabes cuanto más tardará, y tú no quieres preocupar más a tu madre, quien seguramente se ha de estar preguntando dónde estás, así que piensas en salirte de ahí y tomar algún taxi, o tal vez un autobús.

Sinceramente te da igual. Así que antes de que comiencen a levantar los cuerpos tú decides irte, caminando sigilosamente hacia la salida, sin decirle nada a nadie para no interrumpir.

—¿A dónde crees que vas?— la voz de Nick te toma por sorpresa, sintiendo su agarre en tu brazo. —Te dije que no te movieras.

—Yo- uh, si, lo sé, pero quiero irme a casa. Mi familia debe estar preocupada.

¿Por qué estás tan nerviosa de pronto?. Crees saber la respuesta. Él nunca antes te había tocado, y ahora está ahí, con su mano alrededor de tu brazo, dominante y autoritario, obligándote a detenerte y escucharlo.

—Te dije que yo te llevaría. No puedes ir sola por aquí, es inseguro, ¿qué se te ha pasado por la cabeza? es la peor idea del mundo.

—No quiero interrumpirte— le respondes, zafándote tranquilamente de su agarre. —Vuelve a tus deberes, sheriff.

—De hecho ya terminé, así que andando, no perdamos más el tiempo.

Él se adelanta un poco y abre la puerta, haciéndote un ademán para que salgas. Y no puedes decirle que no, jamás lo harías, él es el sheriff, la figura más importante dentro de la policía, tu futuro depende de él, así que solo debes callarte y obedecer. 

Sin otra opción, sales de la plaza y caminas a su lado por el estacionamiento hasta llegar a su patrulla, subiendo al asiento del copiloto, poniendo tu mochila entre tus piernas y colocándote el cinturón de seguridad.

Él también sube e inmediatamente pone el auto en marcha, manejando con calma, sin decir una sola palabra al igual que tú. Eso provoca que el ambiente se torne tenso entre ambos, con un silencio incómodo, aunque tú tratas de no pensar mucho en ello y simplemente te distraes mirando por la ventana.

—¿Qué tipo de música te gusta?— te pregunta él de pronto, rompiendo el hielo, mientras enciende la radio.

Estás incrédula. Sinceramente pensabas que pasaría todo el camino en silencio, como el hombre serio y profesional que es, por lo que en verdad te toma por sorpresa, en especial siendo una pregunta con la que pretende conocerte un poco más a nivel personal.

—En realidad no tengo un gusto en específico— mientes un poco, jugueteando nerviosa con tus manos, esperando que él coloque la música que quiera.

—¿No? ¿y qué hay de Nirvana, Pantera o Metallica? he notado que las jóvenes de tu edad adoran el rock.

La simple mención de esas bandas hace que tu corazón se estruje. Tú no escuchas rock, no te agrada en lo absoluto, prefieres el pop, y a causa de ello fue que perdiste tu grupo de amigas hace algunos meses. Una decisión tan estúpida que aún no puedes comprender, y que sigue doliéndote como el primer día.

—Odio el rock. Prefiero escuchar, no sé, Hall & Oates, Rick Astley o cosas de ese estilo.

Nick suelta una sonrisa sutil, satisfecho de haber logrado que le dijeras tus preferencias musicales. Aunque en realidad él siempre supo que tú no eres del tipo de escuchar música fuerte, y también sabía lo del problema que tuviste con tus amigas, pues tu padre siempre solía decirle lo harto que estaba de que te juntaras con ese trío de revoltosas que no aportaban nada bueno a tu vida.

—A mi también me gusta Hall & Oates— dice él, buscando la estación de radio donde sabe que pasan sus canciones regularmente.

Eso si que te sorprende más. También creíste que sería del tipo que disfruta del rock, así que el hecho de que coincida contigo en algo es agradable, te deja con maripositas revoloteando en el estómago y una tonta sonrisa de enamorada que no puedes ocultar.

Y muy en en fondo de tu mente, está la voz de la razón, gritándote, suplicándote, diciéndote que deberías hacer eso con algún chico de tu edad y no con el sheriff que es casi veinte años mayor que tú. Pero tú la ignoras, sin permitirle que te arruine el momento, conversando con Nick durante el resto del trayecto hacia tu hogar.







"Go devils! Go!"

Después de la pelea entre las brujas de ShadySide y los diablos de SunnyVale, todo el ambiente está arruinado y el partido termina siendo cancelado, echando a la basura todo tu esfuerzo en las prácticas de porristas de los días anteriores. Se suponía que debía ser algo ameno para todos, en especial durante la pequeña ceremonia dedicada a las nuevas víctimas, pero esos salvajes tuvieron que meter la pata de nuevo.

Aunque a ti no te molesta el hecho de que todo se haya ido al carajo en cuestión de segundos. Te molesta que alguien de shadyside se haya atrevido a ponerte las manos encima y estrellar su puño contra tu cara, dejándote con una nariz adolorida que no para de sangrar y un uniforme estropeado con manchas carmesí.

—¿Estás bien?— la voz de Nick se hace presente, acercándose lentamente hacia ti.

—No, claramente no lo estoy— respondes, irritada, aguantándote las ganas de pedirle que se vaya y te deje sola con tu mal humor.

No tienes ganas de hablar con él, ni con nadie más, es por eso que te aislaste de todos, quedándote sola en las gradas vacías, encargándote de tu lesión por tu propia cuenta.

¿Qué diría tu padre si te viera así en este momento? Probablemente estaría más molesto que nunca, reprendiéndote por que tú, quien se supone será la próxima policía de la familia, no pudo ni siquiera defenderse de un puñetazo. Qué patética. Menos mal que se encuentra escoltando al alcalde hacia su auto, y eso te da un poco más de tiempo para intentar detener tu sangrado y pretender que no ha pasado nada.

Aunque, ahora que lo piensas, Nick también debería de estar con el alcalde. ¿Qué hace preocupándose por una simple adolescente como tú?.

—Yo... lo siento. Debí haberlos detenido antes de que te hicieran daño— Nick se disculpa, aunque en realidad no tiene por qué hacerlo, no es su culpa que los de ShadySide sean unos agresivos de primera.

—¿No se supone que deberías estar con el alcalde?— dices tú, aún sin mirarlo, esperando que capte la indirecta y te deje sola.

—Mi hermano puede cuidarse solo, no me necesita.

No, claro que no puede cuidarse solo, tú lo sabes a la perfección, siempre tiene escoltas personales o policías a su alrededor. Pero no vas a discutir eso ahora, así que permaneces en silencio, manteniendo el pañuelo de papel por debajo de tu nariz, limpiando la sangre tibia que continúa escurriendo.

De reojo, puedes observar que Nick se sienta a tu lado y busca algo en el bolsillo de su pantalón. Sus intenciones no son claras, no sabes por qué sigue ahí, quizás es su necesidad de hacerse al héroe una vez más, o quizás le agradas lo suficiente como para que se apiade de ti.

—Déjame ayudarte— dice él, con otro pañuelo en su mano derecha, esperando que le permitas tocarte.

—Es inútil. Nada lo detiene.

No tienes idea exactamente de cómo quiere ayudarte, pero finalmente te resignas y levantas la mirada, volteando en su dirección, dejándolo que haga lo que se le dé la gana con tal de que detenga tu pequeña hemorragia.

Sin perder un segundo más, Nick retira tu pañuelo empapado, tirándolo al suelo, y después usa el nuevo para ponerlo bajo tus fosas nasales. Luego, hace que eches tu cabeza hacia atrás y con dos de sus dedos aprieta tu tabique, cosa que te duele hasta el alma, pero te aguantas el dolor como tu padre siempre te lo ha dicho, sin emitir ni un solo quejido.

—Cuando tenía tu edad, solía pasar mis veranos como consejero de un campamento— Nick comienza a contarte mientras esperan a que el flujo de sangre disminuya, deseando que te distraiga al menos un poco. —Así que sé un poco sobre primeros auxilios... además de mi entrenamiento policiaco, claro, solo que recuerdo mejor lo primero que aprendí en esos viejos tiempos.

Tu lo escuchas con atención, resistiendo lo mejor que puedes, y al cabo de un par de minutos Nick retira sus dedos de tu nariz, además del pañuelo, limpiando los últimos rastros de sangre que tienes en el labio superior. El dolor sigue ahí, pero la sangre se ha detenido por completo y no puedes creerlo, ha funcionado. Ya no tendrás que enfrentarte a los regaños de tu padre ni tampoco tendrás que ir al médico durante la noche. Es un alivio.

—Gracias, Nick— le dices con una sonrisa, finalmente mirándolo a los ojos, a esas iris verdes que son casi hipnotizantes. —Me has salvado, en verdad. Solo no le cuentes esto a mi padre ¿si?, por favor.

—¿Por qué no quieres que le diga?— pregunta él, confundido, aunque cree saber exactamente el por qué.

No hay tiempo para contarle todo lo que sucede contigo y tu familia, así que simplemente decides darle una respuesta sencilla.

—Por que debo cumplir sus expectativas. Debo ser fuerte, debo convertirme en policía como ustedes algún día, y el hecho de que alguien de ShadySide me haya vencido con un solo puñetazo no es algo que a él le gustaría ver.

Nick traga saliva con dificultad, sintiendo un nudo en su garganta. Le recuerdas mucho a sí mismo cuando tenía tu edad. Tampoco tuvo opción alguna, fue obligado a seguir los pasos de su padre y unirse a la policía solo por tradición familiar, sin siquiera tomar en consideración sus propios deseos. Y no había palabras para describir lo mucho que odiaba ver que hicieran lo mismo contigo.

—Deja de querer complacerlo en todo. Es tu vida, no la de él, sigue tu propio camino. Ser policía no es tu convicción, puedo notarlo, por favor no te forces a convertirte en algo que claramente no es lo tuyo.

Ahora las palabras de Nick contradicen todo lo que te había dicho anteriormente. ¿Qué pasó con el "tienes buenas aptitudes, serás una gran policía algún día"? ¿Acaso fue cuestión de un par de días para que lograras decepcionarlo?.

Pero no, no está decepcionado de ti, solo le bastó con acercarse un poco a ti para darse cuenta que en realidad tu corazón no está en ello. Simplemente no encajas. Te asqueas al ver gente muerta, te asustas con los sonidos fuertes y un puñetazo te provoca una crisis emocional. Eres demasiado sensible, demasiado dulce y demasiado buena como para ser una policía.

—Claro que quiero ser policía— respondes tú, repitiendo lo mismo que has dicho toda tu vida.

—Entonces mírame— dice él, poniendo su mano bajo tu mentón, obligándote a levantarla mirada y mantener contacto visual. —Y dime que en verdad deseas ser policía por tu propia voluntad.

Tu corazón se acelera, latiendo tan fuerte que parece querer salirse de tu pecho. Nunca antes habías estado tan nerviosa y con tu mente hecha un desastre. Piensas sobre lo que acaba de decirte, cuestionándote tus decisiones por primera vez en la vida, pero también te distraes con su tacto, con su físico, desde su camisa impecable con su placa en forma de estrella en el lado izquierdo, hasta su cabello oscuro perfectamente peinado y sus grandes ojos con las pestañas rizadas.

No ayuda en nada al crush que siempre has tenido con él. Y odias que sepa sacarle provecho a su atractivo, y odias aún más que haya sido el primero en hacerte notar que formas parte de un patrón repetitivo, donde tu padre no ha hecho nada más que intentar moldearte a su semejanza, igual que como tu abuelo lo hizo con él.

—Eso es lo que pensé— añade Nick al ver que eres incapaz de poder decírselo a la cara. Tu silencio le ha otorgado la respuesta que buscaba.

Sin embargo, a ti ya no te importa ese tema, al menos no en ese momento, pues lo tienes tan cerca que se te nubla el juicio. Solo hay algunos centímetros entre ustedes, únicamente tendrías que inclinarte un poco y presionar tus labios contra los suyos, a pesar de que está mal, que es mucho mayor que tú, que él es el sheriff y tú una simple estudiante a punto de graduarse.

Y Nick piensa igual que tú. Sabe que está mal, que no debería aprovecharse de alguien tan joven que además es la hija de uno de sus oficiales más confiables. Pero joder, vaya que eres tentadora, así que no te detiene cuando haces caso omiso a todas esas banderas rojas y te dejas llevar hacia él, besándolo en los labios suavemente.

Eres inexperta en ello, eso el algo que él nota rápidamente, por lo que decide dejar su sensatez de lado y devolverte el beso, guiando tus labios con los suyos, mostrándote la manera en que le gusta.

"Oficial Holbrook aquí. Solicito refuerzos. Hubo un accidente automovilístico en la carretera principal hacia ShadySide" el radio de Nick suena de pronto, provocando que te separes de él abruptamente.

Es la voz de tu padre, y por un breve segundo creíste que estaba ahí, presente, atrapándote besando a su jefe. Pero no es así, por fortuna solo ha quedado en el susto más grande de tu vida.

—Tengo que irme— dice Nick, acariciando tu mejilla por última vez a modo de despedida.

—¿Puedo ir con ustedes?— le preguntas tú, tomándolo de la manga de su camisa antes de que proceda a volver a su demandante trabajo.

—No es necesario que sigas involucrándote en situaciones que no son de tu agrado.

El accidente te da igual, no pretendes ir a observar y aprender como todas las veces anteriores. Solamente no quieres quedarte sola, y aunque te cueste aceptarlo, también quieres pasar más tiempo a su lado.

—No me interesa lo que sea que haya ocurrido. Solo no me dejes sola aquí, por favor...

Nick lo piensa un poco. Sabe que es peligroso llevarte con él, pero nada malo puede ocurrirte si te mantienes a raya  ¿verdad?, así que termina accediendo. No puede decirte que no, no cuando lo miras con ojitos de cordero que logran ablandar un poquito su duro corazón.







—¿Y por qué tengo que hacer esto yo?— dices, irritada, pasando la mano por toda la pila de papeles que tu padre ha dejado en su escritorio frente a ti.

Se supone que él debería de hacerlo, no tú. Y también se supone que un sábado por la noche deberías estar divirtiéndote con tus amigas, pero desde que decidieron dejarte de lado no tienes más opción que acompañar a tu padre al trabajo, aún pretendiendo que quieres ser como él, ayudándolo con lo que sea con tal de poder ver a Nick al menos un par de minutos.

—Por que yo lo digo, así que deja de quejarte y acomódalos por fechas.

Sabes que no hay manera de librarte de ello, por lo que sueltas un suspiro y entonces comienzas la tediosa tarea, acomodando los papeles de más antiguo a más reciente.

Sin embargo, al cabo de algunos minutos, un par de chicas alborotadas entran a la estación, comenzando a hablar con el oficial Kapinski. Te parece reconocer la voz de una de ellas, y cuando levantas la mirada para verlas te topas con Sam Fraser. Claro que la conoces bien, está en el equipo de porristas igual que tú, pero se encuentra tan concentrada en dar su reporte que ni siquiera ha notado que estás ahí. Y en cuanto a la otra chica, la morena de cabello rizado, no tienes ni idea de quién es, pero ha estado alrededor desde el choque de la noche anterior.

Entonces, como si Nick percibiera el caos, pronto aparece para hacerse cargo de la situación, pidiéndole a Kapinski que se retire y comenzando a hablar con ellas sobre lo que sea que las mantiene tan alteradas.

Tu escuchas la conversación mientras haces tu trabajo, obvio, y es inevitable que no te parezca demasiado curiosa. Están diciendo que vieron a Ryan Torres, vivo, el mismo chico que Nick mató con un disparo a la cabeza y al que tú viste sin vida en el suelo de la plaza junto a Heather. No puede ser posible.

Nick no les cree lo que le dicen, pero intenta ser amable y comienza a llenar el papeleo necesario. Tú tampoco les crees en lo absoluto, aunque conoces a Sam, y sabes que nunca ha sido una mentirosa ni nada por el estilo. ¿Por qué diría algo así?. Suena tan extraño.

Antes de que puedan terminar, Kapinski se acerca de nuevo, informándole a Nick que ha habido una inusual llamada proveniente del hospital. Y claro que a Nick le interesa más el ir a atender una emergencia en vez de quedarse a escuchar a dos adolescentes que le provocan dolor de cabeza, por lo que decide dejarlas con él de nuevo y encargarse de lo que sea que haya ocurrido, tomando su chaqueta y saliendo de la estación hacia su patrulla.

Y tú también quieres ir, a pesar de que odias ver la sangre y el desastre, pues suena demasiado interesante como para dejar ir la oportunidad, además de que literalmente cualquier otra cosa es mejor que quedarte a arreglar papeles aburridos toda la noche.

Así que miras para todos lados, esperando que tu padre no esté cerca, y cuando te aseguras de que el camino esté libre, te escabulles rápidamente, siguiendo los pasos de Nick hacia su patrulla aparcada frente a la estación de policía.

—No planeabas dejarme sola otra vez ¿verdad?— le dices mientras lo observas sacar las llaves del bolsillo de su chaqueta.

—Deberías volver adentro con tu padre— responde serio, mirándote de una manera desaprobadora. —Te he dicho que no es seguro llevarte conmigo a todos lados.

—No pasa nada, sheriff, puedo cuidarme sola.

—Claro— dice irónico, soltando media sonrisa y recordando tu nariz casi rota de la noche anterior.

Ok, si, admites que no puedes cuidarte bien por tu propia cuenta, pero quieres aparentar que si. Entonces le devuelves la sonrisa y subes a su auto en el asiento del copiloto, solo por que sabes que no te dirá que no.

Él niega con la cabeza, aunque no te dice nada al respecto, únicamente sube al auto también y lo pone en marcha, conduciendo hacia el hospital de ShadySide lo más rápido que puede. 

Mientras tanto, tú miras el paisaje por la ventana, hablando con Nick sobre todo lo que ocurre y lo raro que es. Y lo que te parece aún más raro es lo tranquilo e indiferente que él está en cuanto a ese tema. Quizás se deba a que es un policía con experiencia y ya nada le asombra, pero a ti te parece imposible que no especule ni siquiera un poco.

—¿Has oído la historia de la bruja? ¿Sarah Fier?— le preguntas. —¿Crees que haya vuelto?.

Nick te mira de reojo, no puede mirarte directamente por que no puede apartar la mirada del frente, pero si pudiera, te obligaría a mirarlo a los ojos y que le dijeras cómo es que sabes sobre ello. Esa es una historia que solo se cuenta en ShadySide, ¿cómo carajos es que tú, una chica de SunnyVale, se la sabe de memoria?.

—No me digas que tú crees en esos cuentos para niños— dice él, casi burlón.

—Sí, bueno, un poco. Hace tiempo no lo creía, pero ahora me parece que es la única explicación congruente.

—Por favor, no tiene nada que ver en esto, es solo una tonta historia que los de ShadySide han inventado para justificar su locura.

—No creo que sea simple locura cuando un par de chicas cuerdas te dicen que vieron vivo a Ryan Torres— replicas, intentando que entienda tu punto al menos un poco. —Vamos, tu familia lleva aquí muchos años, básicamente fundaron SunnyVale, ¿no?, entonces deben saber algo respecto a eso.

—¿Te has estado juntando con la gente de ShadySide?— te pregunta, con el semblante serio, mirándote un breve momento antes de volver la mirada a la carretera frente a él.

—¿Qué? no, claro que no.

Esa pregunta ofende. Por supuesto que no te juntas con la basura de ShadySide, la rivalidad es demasiada como para eso, no ha pasado más allá de pláticas casuales durante las noches de partidos, sumado a una extensa investigación que has hecho por tu cuenta. 

—Pues suenas como una de ellos. Y apuesto a que tu padre no le gustaría escucharte así.

—¿Desde cuando te interesa la opinión de mi padre? creí que estabas de mi lado...

Hace menos de veinticuatro horas Nick te besó, te dijo que siguieras tu propio camino, y te hizo sentir especial, solo para que ahora te de la espalda y amenace con delatarte ante el hombre que te dio la vida. Se siente como una traición. Como una puñalada a la espalda.

—Y lo estoy. Pero no soporto oírte hablar de cuentos infantiles, esto es la vida real, abre los ojos ¿quieres?.

Esas palabras van directo a tu corazón. ¿Desde cuando es tan pesado? ¿Desde cuando se pone tan a la defensiva por algo tan estúpido como lo es la historia de una bruja?. Creíste que sería diferente, pero quizás eso es lo que te ganas por meterte con un hombre mucho mayor cuyas ideas no encajan con las tuyas.

—No tienes por qué actuar como un patán ¿sabes?, hasta pareciera que estás involucrado o algo así— dices en voz baja.

—Madura un poco, niña.

—Es gracioso que ahora me llames inmadura, cuando literalmente ayer me besaste, ¿eso en qué te convierte, Nicholas Goode? ¿En un manipulador de menores? o en...

—Ese beso fue un error— te interrumpe, todavía tranquilo pero a punto de salirse de sus casillas.

Claro, debiste suponer que diría algo así, ¿qué más podías esperar?. Aún así, te duele bastante, lo suficiente como para hacer que tu vista se nuble con las lágrimas que aparecen en tus ojos.

—Detén el auto.

—No te voy a dejar sola en medio de la puta carretera, estás loca.

—¡Detén el auto, carajo!— exclamas, sin poder soportar un segundo más a su lado. No te importa quedarte ahí y pedir un aventón o simplemente caminar hasta la gasolinería más cercana para llamar a tu padre, lo que sea con tal de alejarte lo antes posible.

Sin otra opción, Nick se orilla y detiene su patrulla, dejándote salir sin decirte una sola palabra.

Te has convertido en un gran problema para él de la noche a la mañana. Te has acercado demasiado. Y por si fuera poco, también sabes demasiado hasta el punto de sospechar que está involucrado en todos esos asesinatos, cosa que es cierta, y no puede dejarte ir por ahí con esa sospecha rondándote por la cabeza, es demasiado arriesgado.

Aprieta la mandíbula y toma el volante de su auto con fuerza, debatiéndose sobre qué hacer contigo. Podría dar tu nombre en sacrificio al igual que Thomas Slater o Ryan Torres, pero eres la hija de uno de sus oficiales y su reputación se vería afectada. Podría dejar que cualquier otra persona se aproveche al verte sola en medio de la nada. O podría encargarse él mismo.

Es una decisión difícil. Te ha tomado cariño y siente una enorme atracción sexual hacia ti. Sin embargo, no puede permitir que un par de ojos lindos y piernas bonitas se interpongan en su camino y arruinen todo lo que él y su familia han conseguido.

Por otra parte, tú también le has tomado cariño, y has permitido que se interponga en tu camino con un par de ojos lindos y sonrisa de revista, como la tonta que eres, llorando por su culpa mientras caminas por la orilla de la oscura y solitaria carretera.

Eso hasta que, segundos después, escuchas que Nick también baja de se patrulla y camina hacia ti. ¿Se habrá arrepentido de hablarte de esa manera? ¿Pretende disculparse? ¿Pedirte que vuelvas al auto con él? ¿Arreglar lo que sea que había entre ustedes?.

Pero toda esperanza se desvanece cuando sientes una de sus grandes manos posarse bruscamente sobre tu boca, atrayéndote de espaldas hacia su pecho. Tu corazón se acelera e instintivamente peleas, intentando  quitártelo de encima, aunque todo resulta inútil, pues él es mucho más fuerte y grande que tú, no hay manera de ganarle.

—Tranquila, hermosa, no tardaré mucho en deshacerme de ti— te dice él, al mismo tiempo que sientes un frío metal contra la piel de tu cuello. Y no es necesario mirarlo para saber que se trata de una navaja.

Te obliga a caminar hacia el bosque, adentrándose en la vegetación, donde sabe que es demasiado oscuro para que alguien los vea y demasiado alejado para que alguien los escuche. Sería el crimen perfecto.  Tu cuerpo lo encontrarían después de largos días, muy podrido e imposible de aplicarle una autopsia, culparían a alguien de ShadySide y Nick personalmente se encargaría de cerrar el caso y eliminar cualquier evidencia.

Solo que comete un error. El subestimarte en exceso. Cree que será fácil abrirte la garganta, pero tú, a pesar del pánico que sientes, esperas el momento oportuno para librarte. Es así como, cuando sientes que se ha confiado demasiado, te zafas bruscamente de su agarre, provocando que su navaja caiga al suelo, y entre la adrenalina y el forcejeo, también logres quitarle la pistola.

Corres a toda velocidad entre los árboles, escapando lo más rápido que puedes, agarrando con fuerza el arma entre tus manos. Nunca has usado una, no tienes idea de cómo disparar, pero has visto a tu padre hacerlo, así que intentas recordarlo, tan claro como el miedo te lo permite.

No tienes idea de cuánto tiempo pasas corriendo, pero cada vez te adentras más en el bosque, escuchando únicamente tus pisadas sobre las hojas y tu respiración agitada. Podrías seguir así durante un tiempo más, motivada por tu instinto de supervivencia. Sin embargo, te ves obligada a detenerte cuando accidentalmente pisas una piedra, torciéndote el tobillo.

Caes al suelo sobre tus codos y reprimes un grito de dolor, con tal de no llamar la atención de Nick. ¿Estará cerca o lejos? no lo sabes con certeza. Quieres continuar, pero cuando intentas levantarte de nuevo el dolor es insoportable, así que te resignas a mantenerte en el suelo, arrastrándote hacia el árbol más cercano, refugiándote en su tronco y manteniendo la pistola en tu mano derecha, con el dedo índice listo en el gatillo.

Estás demasiado asustada. No puedes crees lo que te está pasando y te maldices una y otra vez por tus estúpidas decisiones. Maldito sea el momento en el que lo viste por primera vez, maldito sea el momento en el que comenzaste a acercarte a él, maldito sea el momento en que lo besaste, maldito sea el momento en el que dejaste que ese psicópata asesino entrara a tu vida, ¡maldito sea Nick Goode!.

Sientes ganas de llorar otra vez, pero no lo haces, te prometes a ti misma no derramar ni una sola a ese hombre que de la nada ha sacado su lado malvado y lo único que busca es asesinarte a sangre fría para seguir ocultando lo que sea que claramente es tan importante para él.

¡Crack!... el sonido de una rama rompiéndose te saca de tus pensamientos y te pone alerta de nuevo.

Volteas a tu alrededor, cada vez más asustada, tratando de ver lo que ha causado ese ruido, aunque solo logras ver árboles y la inmensa oscuridad del bosque. No hay nada. Ni siquiera un animal. Y eso te provoca piel de gallina, por que presientes que definitivamente hay algo acechándote, pero es imperceptible para tus propios ojos.

¡Shhhck!... una pisada sobre hojas se hace presente, esta vez más cerca que el sonido de la rama. Tu corazón late tan fuerte que crees poder escuchar cada bombeo. Sabes que es él, te ha encontrado, y no estás dispuesta a darte por vencida aún. Así que, con tu mano temblorosa apuntas el arma en dirección a los sonidos, dispuesta a disparar ante el más mínimo movimiento.

Pero, de pronto, un fuerte agarre te toma por el cabello, jalándote hasta obligarte a levantarte. Tan sorpresivo que la pistola se te cae de las manos y lo único que puedes hacer es gritar de terror y dolor.

—¿En verdad creíste que podrías huir de mí?.

La voz de Nick se escucha muy diferente a todas las ocasiones anteriores. Agitada, grave y con un tono sombrío. Totalmente opuesta a lo que aparenta ser ante todos.

—¡Suéltame! ¡Déjame ir!— ruegas por tu vida, tomándolo por el brazo y enterrando tus uñas en el.

—¿Por qué habría de dejarte viva? Si hasta el momento solo me has dado razones para matarte.

—Por favor, haré lo que sea— dices desesperada, sin medir las consecuencias de tus propias palabras.

Nick vuelve a acorralarte contra su pecho, colocando la navaja sobre tu cuello, esta vez más cerca hasta el punto de hacerte sentir el familiar ardor de tu piel abriéndose ligeramente.

No quiere matarte aún, solo te tortura un poco mientras piensa tu oferta. ¿Qué provecho puede obtener de ti?... hay unos cuantos. Puede obligarte a callarte por el resto de tu vida y usarte como su juguete favorito hasta hartarse de ti. O, mejor aún, podrías unirte a él y ayudarlo a perpetuar su línea de sangre. Cualquiera suena bien. Y en caso de que no quisieras ninguna de esas, también podrías servir para ayudarlo a liberar algo de estrés, maltratando tu tierno cuerpo a su antojo.

—Tienes tres opciones, niña. Te olvidas de esto y vuelves con tu familia, con la única condición de dejarme usarte como quiera y cuando quiera. Puedes unirte a mi, ayudarme a perpetuar mi legado y gozar de todos los privilegios que desees. O te mato en este instante, donde nadie nunca te encontrará. Tú lo decides.

¿Te está dando opciones? ¿Para dejarte viva?. Vaya, eso si es algo que no te esperabas, sinceramente creíste que te rebanaría la yugular y te dejaría ahí, desangrándote durante largos minutos. Pero ahora que te está dando la oportunidad debes pensar claro, o al menos lo más claro que puedes en esa situación de vida o muerte.

Ninguna de las dos opciones termina por agradarte, ambas solo tienen beneficios para él, y de la tercera ni hablar. Aunque debes de darle una respuesta rápido, la que sea, antes de que sea demasiado tarde y decida que en realidad lo mejor sería aplicar un poco más de fuerza con su navaja y quitarte de su camino.

Así que tú lo consideras una última vez. ¿Qué tan lejos estás dispuesta a ir con tal de salvar tu vida?.











———————————

Me extrañaron?? Por que yo si las extrañé a todas ustedes, y mucho <3

Estuve trabajando en este one shot casi dos meses (y aún así no me convence del todo), buuut, espero a ustedes si les guste al menos un poco jsjs. (Y también pido una disculpa por los temas tan personales que puse en este fic, pero tenía que sacarlos de  algún modo, espero que no les moleste). El título de "Nightcall" es por la canción de Kavinsky, la cual escuché on repeat mientras escribía esto, y yo les recomendaría escucharla, es muy buena.

Creo que eso sería todo, no sé qué más decirles, solamente que estoy muy feliz de estar de regreso al fandom después de casi dos años.

Quiero escribir más con Nick, y tal vez hasta escriba con Ash también, who knows, stay tuned.

Muchas gracias si llegaron hasta aquí, significa mucho para mí, las quierooooo! ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro