19 | "𝗦𝗶𝗻 𝘀𝗲𝗴𝘂𝗿𝗶𝗱𝗮𝗱"
𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞
“𝐒𝐢𝐧 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝”
Teníamos que caminar mucho para llegar al auto. Estábamos exhaustos.
—Psst, Made…— chistó Thomas.
—¿Qué quieres?— susurré con bajo ánimo.
—¡Oye! ¿Te enojaste?— cruzó sus brazos.
—No… Solo… Ya qué. Dime, ¿qué pasó?— agaché mi cabeza mientras agarraba los tirantes de mi mochila.
—¿Me puedo unir a tu grupo?— habló con una sonrisa enorme.
—Por dios, ese tema. Thomas. Ya te lo he dicho, yo no tengo ningún problema… Sólo que, tienes que preguntarle a él.— señalé a Rick.
—¿Qué sucede, pequeña?— preguntó él debido a que lo señalé.
Nos paramos. —Thomas tiene que preguntarte algo.— dije con una sonrisa mientras lo empujaba.
—Te voy a ma… Eh… Hola, señor.— hizo un ademán.
—Más vale que sea rápido. No tenemos mucho tiempo.— ladeó la cabeza.
Frijoles… Rick hace eso ante una amenaza. ¿Consideraba a mi amigo como un problema?
—Escuche…— frunció la cejas mientras intentaba descifrar su nombre.
—Rick. Rick Grimes.— ayudé.
—Oh sí, eso… Escuché, señor Rick. Hace… tiempoquequeríaunirmeasugrupo.— habló tan veloz que nadie lo entendió.
—¿Cómo?— el líder cruzó los brazos.
—Sí… eso…— rió nervioso.
—Oye, Thomas. No he entendido nada de lo que has dicho. Ten paciencia e intenta modular. No te apresures.— tomó su hombro como muestra de apoyo.
—Bueno. Le explico. En esta comunidad, a la que hemos ido hace unas horas— marcó con su dedo. —No es muy buena que digamos.—
—¿No es buena en qué sentido?— preguntó él.
—No lo sé. Pero se que mi tío trama algo, y no es nada bueno.—
—¿Entonces para qué dices eso si no lo sabes Thomas?— reí. —Cabeza hueca.—
—¡Oye! ¡Cabeza de zanahoria!— Ambos empezamos a pelear en broma.
—¡Ya basta, ya basta!— estaba con los pelos revueltos. —Necesito descansar, por favor.— pedí.
Y así fue, descansamos por unos minutos y retomamos nuestro camino.
Caminamos hasta que se había hecho de día.
—Me duelen las piernas.— dijo Thomas exhausto.
—Oh wow, a nosotros no nos duele nada, niño.— respondió Merle con ironía.
Daryl se dió vuelta con sus cejas fruncidas. —Dejen de pelear. Me estalla la cabeza con sus voces de loro.—
—Chistoso.— reí a duras penas.
Thomas se acercó a mí y tomó mi hombro.
—Oye, Made. ¿Qué te hizo?— preguntó refiriéndose a lo que había pasado hace unas horas.
—Nada, Thomas. Sólo… Dejemos ese tema de lado, ¿sí?— dije con los ojos cristalizados.
—Está bien. Lo siento si te molestó.— dedicó una sonrisa de apoyo.
Finalmente llegamos al auto.
—¡Rick!— Dió trotes hacia nosotros. —Gracias a Dios…—
—Tenemos un problema aquí, necesito que retrocedan…— levantó su mano.
—¿¡Qué demonios hace él aquí?!— Al ver a Merle, el coreano sacó su arma y apuntó.
—¡Hey! ¡Baja eso! ¡Bajala!— Daryl elevó su tono de voz al ver a Glenn apuntando a su hermano.
—¡Él nos lastimó!— gritó el coreano. —¡Le hizo daño a las chicas!— refiriéndose a Maggie y a mí.
—Él nos ayudó a salir de ahí.— habló Rick. —¡Suelta eso ahora!— le advirtió a Michonne quien estaba con su espada.
—¡Quítame esa cosa de la cara!— Daryl gritó a Glenn.
Merle rió irónicamente —Mírate hermano, pareces salvaje.—
—Mejor iré al auto…— estaba algo mareada y verlos pelear me hacía sentir peor.
—Ah sí, niña. Escucha, el psicótico que dice mi hermano, Daryl, ha estado acostándose con tu amiguita Andrea y de qué forma.— hizo una cara repugnante.
—¿Qué? Osea que era ella…— dije algo feliz pero desanimada.
—¿Andrea está en Woodbury?— preguntó el coreano anonadado.
—Al lado del gobernador.— explicó Daryl.
Michonne por segunda vez hace un movimiento con su katana.
—¡Te dije que dejarás eso!— exclamó el sheriff furioso.
—¿Conoces a Andrea?— le pregunté pero no respondió.
—Oye, ¿conoces a Andrea?— repitió Rick.
—¡Sii! La conoce. Ella y la rubia pasaron todo el invierno juntitas en el bosque. Mhmm.— confesó. —Si… nuestra reina tenía a dos caminantes de mascota. Sin brazos… Les cortó la mandíbula encadenados… Bastante irónico si se lo piensa.—
—¡Ya cállate Merle!— calló su hermano.
Mi vista comenzó a borrarse, sentí que me caía y que mis pies se levantaban del suelo. Todo se tornaba oscuro sin poder ver ni apreciar nada. Las voces estaban contenidas y, sin poder oír, inconscientemente me senté en el suelo.
—Oye, Made. ¿Estás bien?— preguntaron casi todos.
—Sí. Sí…— al dar vuelta mi cabeza, de un segundo a otro Merle estaba desmayado en el suelo.
—Oh, sí. Acaba de pasar recién. ¿Es normal hacer eso en tu grupo, no?— preguntó refiriéndose a Merle desmayado.
—Ah, ¿eso? Sí. Deberás acostumbrarte, lo verás mucho aquí.— esbocé una sonrisa.
—Cuéntame de tí. ¿Cómo llegaste con ellos?— siguió caminando.
—Amm… Bueno, casi nunca lo suelo contar.— resoplé. —Mi tía murió apenas yo era una niña. Estaba en el hospital cuando sucedió todo. Luego, me acerqué a una ventana y se oyó una explosión a metros de ahí. Todos comenzaron a correr dentro del hospital y lo único que quedaba era despedirme de mi tía.— mis ojos se cristalizaron. —Al salir del hospital ya habían varias personas convertidas, no sabía qué hacer. Corrí y corrí sin rumbo alguno hasta que llegué a un bosque. Me refugié en un árbol varias semanas. Hasta que… Dale.— mis lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas —Hasta que Carl y Dale me rescataron.—
Thomas estaba con la boca abierta. —Wow… Realmente te admiro, Made. Has hecho todo eso sola… wow…— estrechó sus manos y nos dimos un cálido abrazo.
—Oigan tortolitos, vengan, debemos hablar todos.— Daryl hizo una seña para que vayamos con ellos.
—¡Diu, Daryl! ¡Tiene cincuenta años más que yo!— bromeé.
—¡Hey! ¡No soy tan viejo!— rió.
Nos dirigimos a la ronda que habían hecho.
—Merle debe quedarse.— comenzó Daryl.
—No va a funcionar.— le sigue Rick.
—Debe funcionar.— insiste.
—Causará problemas.— niega el líder con la cabeza.
—El gobernador debe estar en camino ahora mismo. Merle lo conoce y nos vendría bien más gente.— explica Daryl.
—No quiero que vaya a la prisión…— Habla Maggie.
—¿Acaso quieres que él duerma en el mismo pabellón que Carol o Beth?— opina Glenn. —No, pero su amigo sí.—
—Ya no son amigos… No después de anoche.— negaba daryl.
—No hay forma de que Merle se quede ahí sin que peleemos entre nosotros.— Opiné.
—¿Dejarás solo a Merle y traerás a la última samurái?— Habló hacía Rick.
Debo admitir que solté una carcajada.
—Ella no vendrá con nosotros.— se dió vuelta para mirar a Michonne.
—No está en condiciones de estar sola.— se apenó Maggie.
—Y ella los llevó hasta nosotros.— decía Glenn.
—Y después los abandonó…— Rick miró al coreano.
—Al menos deja que mi papá la cure.— dijo Maggie.
—Ha sido impredecible.—
—Es cierto, no sabemos quién es.— habló Thomas después de mucho.
—Tú tampoco.— dijeron los demás al unísono.
—¡Oigan! ¡Soy confiable!— se cruzó de brazos.
—No sabemos…— Rick miró a Thomas con una mirada amenazante.
—Seguimos.— hablé.
—Pero Merle es familia.— habló el balista.
—No… Merle es tú familia. Mi familia, mi sangre, está aquí mismo y esperándonos de vuelta en la prisión.
—Tú eres parte de esa familia.— lo miré a Daryl.
—Pero él no. Él no.— le siguió Rick.
—Ustedes no saben.— nos mira a todos. —Está bien, nos iremos solos.— Daryl hablaba indignado.
—No quise… decir eso. No…— Glenn es interrumpido.
—Sin él no me voy.— Daryl habló con firmeza.
—Daryl no tienes que hacer eso.— hablé apenada.
—Siempre estuvimos solos antes de esto.— miró a Rick.
—¿Enserio? ¿Vas a irte así como sí?— preguntó Glenn molesto.
—Tú harías lo mismo.—
—¿Qué quieres que le diga a Carol?—
—Ella lo entenderá.— afirmó con la cabeza.
Daryl miró a todos, y agachó su cabeza. —Saluda a tu papá por mí.— le dijo a la ojiverde y se retiró.
Rick fue tras él, mientras los otros esperábamos que él terminará de hablar con Daryl.
—Qué haremos…— hablé triste.
—Pensé que no se iría.— Thomas se cruzó de brazos.
Nos dirigimos al auto y dejamos nuestras armas en el baúl. Íbamos como sardinas en lata ya que no entrábamos.
Me dormí en el hombro de Thomas, estaba demasiado exhausta.
Desperté por unos gritos.
—¿Qué sucede?— pregunté adormilada.
—¡Sabes lo qué él les hizo a Maggie y a Made!— escuché mientras Glenn le gritaba a Rick.
—¡Déjame tranquila!— gritó Maggie.
—¿¡Lo sabes?!— gritó por última vez el coreano.
Me quedé muda y no sabía qué preguntar.
—Thomas… ¿Cómo empezó?— dije refiriéndome a la pelea.
—Estábamos dirigiéndonos derecho y de pron…—
—Nos paramos, en el auto rojo había un caminante, Glenn le pisoteó la cabeza y empezaron a discutir por lo que les pasó allá. Fin.— Explicó Michonne.
—Sí… eso. Fue más… resumido.— Thomas asentía con la cabeza numerosas veces.
—Oh… Por eso.— me apoyé en el respaldo del asiento llevándome las manos a la cara. —Creo que… dormiré de vuelta. Llámenme si ocurre algo.—
—Made… Ya llegamos.— Maggie me despertó.
Rick, Thomas y yo bajamos del auto.
Rick abrazó a Carl, que nos esperaba junto a Carol para abrirnos la reja.
—Hola bonita…— Carol me dió un lindo abrazo.
—¡Made!— Carl corrió hacia mí y también nos dimos un abrazo. —¿Qué te pasó en el ojo? ¿Estás bien? ¿Qué te hicieron?— hizo varias preguntas.
Carol preguntó por Daryl y Rick optó por decirle la verdad.
—¿Y Óscar?— me preguntó Carl.
—No…— negué con la cabeza y nos dirigimos adentro de la prisión.
—Soy Thomas, por cierto. Un gusto a ambos.— hizo un ademán con la mano.
—Un gusto.— Carl lo saludó sin mueca alguna en su rostro.
—¡Carl, ví a Andrea!— hablé para salir de la incomodidad.
—¿De verás? ¡Está viva!— sonrió.
Llegamos con los demás. Estaba Beth, Hershel y… ¿un pelirrojo bigotón?
—¡Beth!— abracé a la rubia. —Te extrañé.—
—Yo igual, linda. Ven, de paso te contamos algo.— abrió la puerta y nos adentramos a los pasillos.
—Díganme, ¿qué pasó?— Pregunté chismosa.
—Entraron por la parte administrativa de la prisión. Eran cinco. Ahora son cuatro. Donna murió.— habló el ojiazul.
—¿Donna? ¿Quién es?— levanté ambas cejas.
—Era una de su grupo, murió porque anteriormente la habían mordido. Por eso entraron.— explicó Beth.
Lloriqueos de bebé comenzaron a oírse.
—Jud…— Beth la tomó y me la dió.
—Hola pequeña… tranquila. Sh, sh.— la calmé.
—Tiene los ojos de mi mamá. ¿No crees?— Carl me miró.
—Sí… es tan bonita.— miré a la bebé con una sonrisa en la cara.
Beth y Carl se quedaron vigilando al grupo nuevo. Yo me dirigí a mi pabellón con Judith.
Subiendo las escaleras me topé a Carol, que estaba acomodando la ropa.
—Eres buena con eso.— me halagó.
—Yo… solo quiero ayudar. Ya sabés… recién llegué, luego de mucho tiempo. Quería estar con la bebé.—
—Sophia solía despertar a los vecinos a las 3 A.M en punto.— contaba.
Reí. —Ed se quedaba con un amigo hasta que se calmó.— explicaba algo triste.
—Siempre quise tener un hijo… Aunque soy muy pequeña para pensar en eso.— le hacía caricias a Jud. —Estoy triste con Daryl, por irse.— Carol me miró.
—No lo estés. Daryl tiene sus códigos. El mundo necesita de él.— Judith empezó a dar pequeños lloriqueos. Se la pasé a Carol y la puso en una caja que tenía debajo una colcha simulando una cuna.
Luego de unos minutos la bebé se durmió y la llevé a mi pabellón.
Al entrar ví una mini biblioteca con varios libros que había leído. Sonreí y elegí uno.
—¿Te gusta lo que te hice?— Apareció Carl en la celda.
—¿Fuiste tú? Me encanta.— sonreí —¿Quieres leer conmigo?— pregunté.
—Sí. Está bien.— se acostó. —¿Cuál leeremos?— preguntó.
—Caraval, de Stephanie Garber. Lo quería leer hace mucho tiempo.
—Ya, ¡leamoslo!— dijo emocionado.
—"Julian bajó la mirada hacia sus labios y Scarlett se estremeció. El túnel era demasiado oscuro como para discernir el color de sus ojos, pero cuando el joven alzó la cabeza, ella se imaginó dos pozos fulgurantes de ámbar líquido flanqueados de pestañas oscuras"— leía.
—Wow, que buen libro, ¿que página es? Es que ya leímos demasiado.— dijo.
—Acabo de cerrar el libro, Carl. Lo deberías haber preguntado antes.— reí.
—¡Tienes que tener un señalador!— rió también. —Bueno, ya. Bajemos con los demás.
—¿De qué hablan?— le susurré a Thomas que estaba ahí.
—Del gobernador… Ahora entraremos aquí, dónde están ellos.— señaló.
Y así fue. Entramos todos. Parecíamos unos interrogantes.
—Soy Tyresse.— Estrechó su mano, pero Rick no se la aceptó.
—Sasha, Allen y Ben.— Hershel los señaló con sus muletas.
—¿Cómo entraron?— Interrogó.
—Daños por fuego en la parte administrativa de la prisión. La pared cayó.— Explicó Tyresse.
—Ese lado está repleto de caminantes, ¿cómo llegaron hasta aquí?— preguntó.
—No lo hicimos. Perdimos a nuestra amiga.— se le quedó mirando a Rick.
—Estaban en los gimnasios.— habla Carl.
—¿¡Tú los trajiste?!— lo regañó.
—No tuvo otra opción.— el mayor de los Greene defendió al niño.
—Lamento lo de su amiga.— se disculpó. —Sabemos lo que es.—
—Hershel nos dijo que les vendría bien una ayuda. Estamos acostumbrados al trabajo duro. Saldremos a buscar nuestra propia comida, no los molestaremos. Si tienen problemas con otros grupos haremos… Lo que sea para ayudar.— Rick lo miró y agachó su cabeza.
—No…—
—Por favor. Moriremos de a poco allá afuera. Solo queremos ayuda.— pidió Sasha.
Rick se quedó mirando a la pelinegra y negó de nuevo.
—Debemos discutirlo. No podemos…— se metió Hershel.
—Ya lo hemos hablado.— Rick se giró a verlo. —Con Tomas, Andrew… Y mira lo que pasó.—
—Axel y Óscar…— Carol interrumpió.
—¿Y dónde está Oscar ahora?— respondió furioso. —No puedo ser el responsable.— Se giró de nuevo a Tyresse.
—Si nos echas, serás responsable.— habló con firmeza.
—Rick…— Hershel llamó al líder.
Hershel intentó convencer a Rick. Pero de pronto Rick empezó a negar con su cabeza. Parecía que había visto algo.
—No, no, no…— susurraba. —Qué haces aquí… ¿Qué quieres de mí?— miraba hacia el barandal que había arriba.
—¿Papá?— llamó Carl.
—Porque estás… No…— Retrocedió y se giró. —No puedo ayudarte, ¡fuera!— comenzó a gritar. —¡Fuera, fuera!—
—Oye, Rick no pasa…— Maggie se dirigió hacía él.
—¡No pertenecen aquí! ¡Fuera!— Desesperado, comenzó a tirar cosas, y nos fuimos.
—Por favor… fuera…— lloriqueaba.
—No le dispares a nadie, nos estamos yendo, nos estamos yendo…— decía Tyresse.
—¡Qué haces aquí!— seguía.
Rápidamente Carl, Maggie y yo nos dirigimos al pabellón asustados y algo tristes.
Carl se acostó a mi lado y Maggie empezó a hacernos caricias para que nos durmamos.
—No sé qué le pasa a mi padre… Hay veces que no lo reconozco.— nos miró a ambas.
Escuchar eso me hizo el corazón añicos. Su hijo no reconocía a su padre, que triste.
—Lo sé, pequeño. Pero se le va a pasar. Te tiene a tí, a Jud y a nosotros. Él lo sabe.— animó Maggie.
—¿Y si él no se recupera? ¿Y sí él sigue siendo violento como es ahora?— sus lágrimas empezaron a rondar por sus mejillas.—
Maggie le limpió sus lágrimas. —Creeme, va a estar bien. Solo… extraña a tu mamá. Y es normal extrañar a alguien y ponerse así. Su muerte es reciente, Carl.— A la ojiverde también se le cristalizaron los ojos.
—Lo sé, gracias, Maggie.— agradeció con una sonrisa.
Maggs se marchó y yo agarré el libro para continuar leyendo. Pero, al darme cuenta, Carl se había dormido.
—Buenas noches pequeño valiente.— me di media vuelta y me dormí.
—¡Pst! ¡Made!— susurró Thomas.
—Uhm… Qué pasa…— pregunté dormida.
—Es un chisme, pero no del bueno, osea… sí, pero… ¡Ay, ya levántate que te explico!— rogó.
—¡Uy ya voy!— dije con los ojos aún cerrados. —Cuéntame que yo te oigo.—
—Bueno, fui afuera un segundo y me puse a ver la vista con los binoculares… Y…— un ronquido lo interrumpió.
—¡OYE!— gritó. —¡Te dormiste de nuevo!— se cruzó de brazos.
—¡Sí! ¡Te oí!— lo pateé.
—¿Y qué te dije?— entrecerró los ojos.
—Que estabas afuera, y… amm… No te escuché.— seguía con la almohada pegada en la cara.
—Agh… Bueno, agarré los binoculares y ví a Rick besando al aire.— se tapó la boca para no reírse.
Me eché una carcajada. —¿Besando al aire? Estás loco.— seguía riendo.
—El que está loco será él. Te juro por dios que si lo ví.—
—Sí, si… Bueno, déjame dormir. ¿Sabes la hora?— pregunté.
—¿Ya amaneció?— pregunté curiosa.
—Sip. Ya amaneció y todos menos tú se levantaron. ¡Hasta Judith está despierta!— Se quejó en broma. —Levántate y empecemos. ¡Manos a la obra!— levantó sus manos.
Fuimos afuera de la prisión, con Beth y Carl.
—Hola chicos.— Saludaba mientras me dirigía a ellos.
—Buenos días, dormilona.— Rió Beth.
—Hola bonita…— Thomas le hizo una sonrisa a Beth.
—¡Oye!— le pegué en la cabeza.
—¡Auch! ¡Más respeto— rió.
—Bethy, ¿la bebé?— pregunté.
—La dejé con mi hermana dándole el biberón. Seguro en un rato la iba a dormir.— aclaró.
—Bien… Bien.— sonreí. —Carl, ¿y Glenn?— dije algo asustada.
—Salió. Escuché que iba a buscar pelea en Woodbury.— explicó.
—¡Qué! ¿Fue solo?— Thomas abrió los ojos como plato.
—Sí. ¿Por qué?— se cruzó de brazos.
—Ese chico está más que muerto.— se llevó las manos a la cara.
—Carajo, ¿por qué dices eso?— dije asustada.
—Mi tío, él tiene mucha gente y es demasiado vengativo. Además, no creo que esté muy contento luego de que hayan atacado para salvarlos a ustedes.— se tambaleó de un lado a otro.
—Mierda, ¡mierda!— Insulté enfurecida. —Chino estúpido.—
—Tranquila, seguro se arrepiente y vuelve.— me tranquilizó Beth.
—Sí, lo sé. Bueno, iré a…— un disparo se oyó, y al darme cuenta le había dado directo a Axel.
—¡Cúbranse!— gritó Thomas.
Se empezaron a oír disparos, pero ni Thomas, Beth y yo teníamos armas, solo Carl.
—¡Carol, sigue cubriéndote con el cuerpo de Axel!— grité.
Apareció Maggie con armas. Le dió dos a Beth y dos a mí.
—¡Cuidado!— gritó Thomas. —Casi te dan, ten más cuidado la próxima.—
Una camioneta blanca y roja entró a la prisión. Se abrió una compuerta en la que empezaron a salir caminantes.
—¡Papá!— Gritó Beth.
Empecé a correr como una loca, intentando llegar hacia Hershel.
—Vamos, Hershel, no estamos a salvo.— Empezamos a correr lo más rápido que podíamos pero se nos dificultaba por la pierna de Hershel.
—¡Rápido! ¡Suban!— gritó Glenn. Y entramos a la prisión.
Al bajar del auto, vimos como todos los caminantes estaban invadiendo una parte de la prisión.
Ya no estábamos seguros.
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