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13 | "𝗟𝗹𝗲𝘃𝗮𝗺𝗲"

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐭𝐫𝐞𝐜𝐞.
“𝐋𝐥𝐞𝐯𝐚𝐦𝐞”

Todo era mi culpa.

Rendimos un homenaje a Dale, quien dió todo por el grupo. Él fue quién me salvó del borde de la muerte.

Estaba sola, sin comer por semanas. Él fue quién me salvó. Le agradecía cada vez que podía. Ahora ya no puedo.

—Él veía la esencia de las personas. Sabías cosas sobre nosotros. La verdad.— hablaba Rick. —cómo somos realmente.— Quería mostrarme fuerte. Él me lo decía. Pero no lo logré y me quebré en llanto.

—Él… decía que esto ya no era un grupo. Ahora tenemos que unirnos más que nunca. Cómo él quería.— musité. —Tenemos que hacerlo por Dale. Él hubiera querido que el grupo esté bien, sin problemas ni prejuicios.—

Me di la vuelta y me fui del lugar. No quería que nadie me viera débil.

Fui a la sala de estar y busqué una caja que tenía escondida debajo del sofá. Rebuscando, encontré una nota que me había dejado Dale cuando apenas lo había conocido.

“Espero que seamos grandes amigos. Mi nombre es Dale. De nada por salvarte.”

Dejé a un lado la carta y me encogí como un bicho bolita, dejando salir mis lágrimas.

Alguien tocó la puerta. —¿Puedo pasar?— dijo Carl asomándose por la puerta.

—Claro, ven.— Hice un ademán y luego me sequé mis lágrimas.

—¿Por qué estabas llorando Maidy?— preguntó el pecoso.

—No puedo estar sin Dale. Es complicado.— Lo miré de reojo. —Todo es mi culpa, debí matar al caminante ni bien lo cruzamos en el bosque. Soy una mierda.—

—No tienes que echarte la culpa, Made. Tú hiciste lo posible para salvarme y salvarlo a él. Sé que es difícil.— Su brazo rodeó mi cintura y me dió un pequeño abrazo. —El caminante estúpido ya murió.— río.

Reí mientras sorbía mi nariz. Él sí que me hacía feliz.

—Oye, Made… ¿Debería devolverle el arma a Daryl?— musitó.

Asentí mi cabeza. —Sí, Carl. Es lo mejor.—

El niño se retiró mientras me dedicaba una sonrisa de lado y un saludo con su sombrero de sheriff.

No había conversado con Glenn en todo el día, a ambos nos había afectado la muerte de Dale.

Lo encontré conversando junto a Andrea.

—Hola chicos, ¿qué sucede?— pregunté mientras me cruzaba de brazos.

—Hey, Made. Oh, estamos tratando de arrancar la camioneta. Hace muchos días que está aparcada aquí sin uso.— explicó la rubia.

—A ver, un segundo déjenme a mí.— Interrumpió el coreano.

—¿Necesitas un destornillador?— Andrea le ofreció uno.

—No sé mucho de destornilladores… Pero creo que tiene que ser de punta plana.— aseguré.

—Sí, de hecho sí.— asintió Glenn.

Andrea le pasó el destornillador de punta plana y Glenn se puso manos a la obra algo desanimado.

—Made, ¿me alcanzas una lima?— dijo mientras arreglaba la camioneta.

Le alcancé lo que me había pedido.

Paró de repente. —Lo defraudé…— refiriéndose a Dale.

—Estaba orgulloso de tí. De ustedes.— recalcó la ojiazul.

—Para tí es fácil decirlo… Tú lo cuidabas.— reclamó Glenn.

—Yo tengo cosas que reprocharme pero creo que él sabía cuánto lo queríamos.—

Empecé a sollozar mientras sorbía mi nariz a cada rato e intenté calmarme.

—Yo… creo que esto ya debe funcionar.— El coreano cerró la tapa de la camioneta entre sollozos mientras se limpiaba las lágrimas con la manga de su chaqueta.

—A ver, enciéndelo.— Animé.

El sonido del motor empezó a funcionar. Los tres reímos al ver que el arreglo de Glenn dió resultado.

Feliz por lo sucedido, fui al árbol de siempre y empecé a escuchar música.

Empezó a sonar Take On Me de A-ha —Talking away, i don't know what I'm to say I'll say It anyway, today is another day to find you. Shying away… I'll be coming for you love okay… ¡Take on me, Take on me! ¡Take me on!— cantaba con los ojos cerrados mientras sentía la canción.

De repente todo se tornó oscuro. No estaba en el mismo lugar de siempre. Mi estatura había cambiado. Era mayor.

—Made… Por aquí.— Un susurró y una silueta de un joven me guiaba hacia una prisión. 

Lo seguí con desconfianza.

El joven se dió la vuelta, mostrando su rostro. Nunca lo había visto. —Mi nombre es Thomas. Pronto estaré contigo.— El chico Thomas se iba desvaneciendo lentamente, devolviéndome a la realidad.

Asustada, me levanté mientras me sacaba los audífonos.

—Iré a contarle a Glenn.— me dije a mí misma en voz alta.

Fui corriendo hacia él para contarle lo sucedido.

—¡Glenn, Glenn, GLEEEEENN!— Exclamé.

Él se veía desesperado.

—Espérame aquí, Maidy. Randall escapó.— Se alejaba mientras corría para avisarle a los demás.

¿Cómo? ¿Randall se había escapado? Era una persona muy estúpida como para escapar. Alguien lo debe haber ayudado o, soltado.

Me acerqué a la escena y faltaba alguien. Faltaba Shane.

Empecé a cuestionarme el porqué y luego apareció Shane lleno de sangre. 

—¡Rick! ¡Está armado, tiene mi arma!— exclamó mientras venía hacia nosotros.

—¿¡Estás bien!?— se alertó Carl.

—Estoy bien, el maldito me tomó por sorpresa. ¡Me golpeó en la cara!— respondió con un tono de voz grave.

—¡Vayan a la casa! ¡Traben las puertas!— ordenó el sheriff.

Los hombres fueron en busca de Randall. A mí todavía no me cuadraba nada.

—Toc, toc…— apareció Maggie con una sonrisa en su rostro.

—¡Hola Maggs!— correspondí la sonrisa.

—Oye bonita… ¿en qué piensas? te veo muy pensativa.— afirmó.

—No lo sé… ¿Es raro verdad? De la nada Randall escapó y Shane no estaba con nosotros. ¿Tú piensas que mintió?— dije extrañada.

—Todo puede ser, Made. No confío en ese tipo desde que abrió nuestro granero.— retractó la chica.

—Tienes razón. Antes de que… Dale…— se me entrecortó la voz —fallezca, lo hemos visto a Shane apuntarle a Rick. En Atlanta.— confesé.

—Vaya… Tiene sentido.— asentía con la cabeza.

Cuando Maggie se fue, me quedé medio adormilada en el sillón. Pero un estruendo de un disparo lejano me despertó. Aún los chicos no llegaban.

—¡Oye! ¡Made! ¿Escuchaste eso?— Carl también lo había escuchado.

—Sí, sí. Lo oí. Tenemos que ir urgente.— sugerí.

Salimos de la casa, apurados. Corriendo y llegando hacia al lugar vi algo que nos impactó a ambos.

—Mierda…— susurré. Miré de reojo a Carl. Él estaba en shock por la situación.

—¿Papá?— Ahí estábamos, Carl y yo viendo cómo Rick había asesinado a Shane.

—Carl… Made…— el sheriff venía hacia nosotros. —Saben… tienen que volver a casa con Lori…—

Observando a Rick ensangrentado, Carl apunta con el arma de Daryl a su padre.

—Oye.. Carl… No…—

Miraba a Carl entre sollozos. Pero al darme cuenta Shane se había convertido en caminante. Sabía lo que hacía.

—No es lo que parece, Carl…—

En un abrir y cerrar de ojos, Carl había disparado al caminante.

—Oye, oye, Carl. Todo estará bien.— animé.

Sin embargo, los dos habíamos perdido a nuestros seres queridos de un día a otro.

Mientras caminábamos rumbo a la casa, Carl hacía muchísimas preguntas a su padre como “¿Qué pasó entre ustedes?” ¿A ti te mordieron?”

Por supuesto que tenían respuestas, pero un sonido familiar nos interrumpió. Eran millones de caminantes invadiendo el territorio.

—Oh por dios… Silencio. Vamos, vamos. Ya, ya, ya.— susurró Rick mientras dábamos pasos rápidos en silencio.

—Tenemos que regresar a la casa y avisarle al resto— sugirió el niño.

—Es imposible, están por todos lados.— respondí con mucho temor.

Al correr hacia el granero, cerramos la puerta.

Dejamos caer tanques de gasolina en el trigo que había en el suelo.

—Vayan arriba, cuando les dé una señal, dejen caer el encendedor.— ordenó el mayor.

Eso hicimos, Carl y yo fuimos arriba. Rick empezó a llamar a los caminantes y dejó que se abra la puerta.

—¡Carl, ahora!— Ví como todos los caminantes eran prendidos fuego.

Fuera de la granja, empezaron los disparos.

Junto a Carl y Rick nos fuimos por la ventana que había ahí.

—¡Made! ¡Toma el arma!— Carl me lanzó un arma que tenía escondida.

Jimmy había venido con la casa rodante, nos subimos al techo y escapamos por ahí.

Empecé a disparar como me habían enseñado y con lo poco que sabía no estaba para nada mal.

—Mierda… Jimmy…— Su sangre se esparció por toda la ventana de la casa rodante.

—Hacia el bosque, lo más rápido que puedan, ¡vamos!— Corría como si mi vida se acabara, literalmente.

—¡Debo volver por Glenn. ¡No podría seguir sin él!— Exclamé a mi grupo.

—¡No hicimos todo esto por nada! ¡Seguro sobrevivió!—

—¡Carajo, Made! ¡Cuidado!— Un caminante estaba a punto de morderme. Por suerte Carl lo mató.

—Te debo una.— Le dije a Carl con una sonrisa pícara mientras me levantaba del suelo. —¡Oigan! ¡Ahí está Hershel!— Exclamé viendo como el mayor de los Greene disparaba con su escopeta. 

—¿¡Has visto a Lori?!— Preguntó entre gritos Rick.

—Tenemos que ir…—

—¡Lori! ¡¿Has visto a Lori?!— Le gritó al hombre interrumpiendolo.

—¡No! ¡No la he visto!—

—¡Tenemos que irnos ya!—

—¡No! ¡Es mi granja!— sollozó Hershel mientras disparaba.

Nos subimos al auto. Todo estaba prendido fuego. La granja… Nuestro refugio. La casa de Hershel, de Maggie… De Beth. Todo estaba destrozado.

—Por dios… Por dios…— Estaba en shock. No sabía si habían salido con vida.

—Tengo que volver… Quiero saber si Glenn y Andrea salieron con vida.— Decía mientras lloraba.

Carl me tomó de las manos, entrelazando nuestros dedos.

—Salimos con vida, Made. Eso es importante. Ellos son valientes, seguro que sí.—

Estuvimos toda la noche arriba del auto, mientras Rick conducía.

Llegamos a la autopista, donde creímos que todos estarían ahí.

—¡Dijiste que mamá estaría aquí! ¡Tenemos que volver!— Exclamó Carl.

—Espero que vuelvan y que sepan que tenían que estar aquí…— me dije a mí misma.

—Oigan— Dije mientras escuchaba un auto venir. —¡Son ellos!— exclamé.

—¡Glenn!— corrí hacia él para abrazarlo. —¡Oh por dios! ¡Te creí muerto!— me separé del abrazo. —¿Andrea?— pregunté preocupada.

—Ella me salvó. Luego no la he visto.— dijo Carol con un tono de preocupación.

—Volveré allí.— musitó Daryl.

—No.—

—No podemos dejarla, Rick.— confrontó el motoquero.

—No está allí. Está en otro lado. O está muerta.— Respondió en seco.

Al escuchar esa palabra un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.

—¿No la van a buscar?— fruncí el ceño.

Nadie respondió.

—Bueno. Pues yo la buscaré.— decidí. —Yo sola.—

—No podemos perder a alguien más, menos a tí.— Dijo Lori.

Sin decir nada, nos subimos al auto. Yo me subí con Maggie y Glenn.

El viaje era bastante largo, casi que me dormí dos horas. Pero al frenar de repente me desperté de golpe.

—¿Por qué paramos?— preguntó T-Dog.

—Poco combustible.— habló la esposa del sheriff.

Los adultos conversaban para buscar combustible.

Mi mirada estaba perdida, tenía frío. Las voces se contenían. Perdida en mis recuerdos.

Otra vez, todo mi alrededor estaba oscuro y apareció el mismo chico pero un grito hizo que salga del trance

—¡Made!— gritó Glenn, temeroso.

—Lo siento, aquí estoy. Continúa, Rick.—

—Ya estamos infectados.— soltó el ojiazul.

Mucha información para procesar. Primero, entré en un trance que nunca sé cómo salir de ello a menos que alguien me grite. Y ahora, ¿Rick diciéndonos que estamos infectados? ¿Qué carajos?

—En el CDC, Jenner me lo dijo. Sea lo que sea, todos lo tenemos.

—¡Y nunca dijiste nada!— reclamó Carol.

Glenn y Rick tuvieron una pequeña discusión que preferí no escuchar.

Todos estaban en shock, incluyéndome.

Al hacerse de noche, armaron una fogata para no pasar frío.

—Carajo… Mis manos están congeladas.— dije.

—¡Ch!— chistó Glenn. —¿De dónde has aprendido esas palabrotas?— bromeó Glenn.

Como siempre, todos se pusieron a discutir. Rick confesó que había asesinado a Shane. De un momento a otro, todo se estaba desmoronando.

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