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11 | "𝗡𝗼 𝗵𝗮𝘆 𝗱𝗼𝘀 𝘀𝗶𝗻 𝘁𝗿𝗲𝘀"

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐨𝐧𝐜𝐞.
“𝐍𝐨 𝐡𝐚𝐲 𝐝𝐨𝐬 𝐬𝐢𝐧 𝐭𝐫𝐞𝐬”

El día de ayer, luego de encontrar a Sophia en el granero fue algo muy caótico.

Hershel nos echó de sus tierras debido al mal comportamiento de Shane.

Preparamos tumbas a los caminantes difuntos. Luego les rendimos un homenaje.

Hershel abandonó su casa. Nadie sabía los rastros del mayor. Rick y Glenn fueron en busca de él.

Lori habló con Daryl pacíficamente para preguntarle si podía ir al pueblo para buscar a Rick ya que anochecía. Este se negó y finalmente la mujer fue sola.

Ya había oscurecido, Rick y Glenn no regresaban. Lori tampoco lo hacía.

Shane no sabía nada de que Lori se había ido, entonces fue a buscarla.

Pasé toda la noche junto a Carl hablando de su futura hermanita y obviamente preocupados por Glenn y Rick.

Shane trajo de vuelta a Lori, estaba herida. Ella había chocado a un caminante lo cuál hizo que desviara el auto y este se estrellara. Por suerte ella está bien.

Luego de saber que Lori estaba bien, me recosté en el sofá y me quedé profundamente dormida.

Desperté por el sonido de un auto viniendo hacia la casa.

Era la camioneta con la que Rick y Glenn habían salido ayer.

—¡Glenn!— Salí afuera de la casa dando pequeños trotes para abrazar al chico.

—¿Cómo estás Maidy?—dijo el coreano mientras acariciaba mi cabeza.

T-Dog interrumpió el momento preguntando quién era el hombre que estaba sentado atrás del auto con los ojos vendados.

—Oye Glenncin… ¿Hiciste un acto de bandalismo?— pregunté sarcástica. —¿Por qué traes a un joven literalmente desmayado? ¿Acaso lo secuestraron?—

—Es Randall, lo salvamos.—

Todos entramos a la sala principal para conversar de lo que íbamos a hacer con el chico, debido a que Rick contó que lo encontraron cuando estaban escapando de los caminantes.

—Habían demasiados caminantes.— contó.

—¿Y qué haremos con él?— cuestioné. A lo que todos miraron al líder.

—Reconstruí el músculo lo mejor que pude pero puede tener dañados los nervios.— Interrumpió el mayor de los Greene. —No podrá caminar por lo menos por una semana.—

—Cuando pueda le daremos agua, lo llevamos a la carretera y lo dejamos allí.— propuso el líder.

—¿No es lo mismo que dejárselo a los caminantes?— Respondió con obviedad Andrea.

—Podrá defenderse.—

—No podemos dejarlo ahí. Sabe dónde estamos.—

Al fin Shane dijo algo coherente.

—Estuvo vendado todo el tiempo. No es una amenaza.—

—¿No es una amenaza? ¿Cuánto sabía? Mataste a tres de ellos, te llevaste a uno de rehén, ¿y no van a venir a buscarlo? Por favor…— Shane comenzó a pelear con Rick.

—Lo dieron por muerto. ¡Nadie lo está buscando!— Elevó la voz.

—Deberíamos montar guardia.— sugirió T-Dog.

—Ahora está inconsciente, y lo estará durante horas.— Hershel intentó calmar la situación.

—Saben… Iré a buscar unas flores y un pastel.— dijo sarcásticamente Shane, quien hizo que yo rodeara los ojos. —¡Miren todos volvimos al parque de diversiones!— decía mientras se iba de la sala de estar.

Antes de que se fueran todos por la pelea que tuvieron, llamé a Andrea para hablar.

—Hey, Andre…— Toqué su hombro.

—Hola Made. ¿Pasó algo?—

—Oh, no. No…— Bajé la cabeza y empecé a hablar. — Solo quería pedirte disculpas por cómo me comporté contigo hace unos días en la casa rodante. Sé que estuve muy mal…— Mis lágrimas amenazaban con salir. —Sé que… nosotras estuvimos juntas desde un principio, y perderte de esa manera no sería nada cool.—

Andrea rió con la última palabra. —Oye Made, no te preocupes. Sé que estuve mal al contradecirte y que tú solo me estabas advirtiendo. Pero tranquila.— Sonrió la mujer. —Me haces acordar a Amy…— Acarició mi mejilla.

Le dí un abrazo a Andrea. Fue un abrazo sincero, un abrazo el cuál necesitaba.

—Made, si quieres, cuando anochezca, hagamos una pijamada.— Dijo mientras se iba hacia otro lugar.

Levanté mis pulgares, afirmando que si quería hacer una pijamada con ella.

Por fin pude arreglarme con ella.

Mientras escuchaba mi bendita música, escuché a alguien chistando detrás de mí.

—Pss, Made.— Me dí vuelta para ver quién era y era Dale. —Oye, tengo un muy buen chisme.— decía mientras susurraba.

—A ver. cuenta, cuenta.—

—Glenn estaba hablando con Maggie en la cocina, si te soy sincero no sé de qué hablaban…— Hizo una pausa al final —Pero… observando bien, Maggie le quería dar un beso y… ¡Glenn la corrió!—

—¿¡CÓMO!?— grité demasiado fuerte porque no podía creer lo que escuchaba. —Ay, ay, ay… Problemillas de pareja…—

Vemos cómo un coreano venía corriendo hacia nosotros y se puso detrás del árbol.

—Oigan amigos… Estoy very sad.— Bajó la cabeza.

—Si Glenn, ya supimos todo. Te peleaste con Maggs.— Mientras le hacía palmaditas en la espalda.

Glenn miró de vuelta hacia nosotros con los ojos más abiertos del mundo. —¿Y ustedes cómo saben eso?— preguntó mientras se cruzaba de brazos.

Dale se había escondido detrás mío, lo cuál yo me corrí e hice que se viera para dar a entender que él me había contado.

—Dale, eres un viejo chismoso.— Glenn frunció las cejas.

—¡Oye!— Se quejó. —A mí me gusta el chisme. No es mi culpa.—

—Umm, tengo una idea…— Cerré los ojos mientras comencé a pensar.  —Seremos “el grupo chismoso”— hice un gesto con mi mano.

—No, que mal nombre. Para mí podríamos ser “𝐍𝐎 𝐇𝐀𝐘 𝐃𝐎𝐒 𝐒𝐈𝐍 𝐓𝐑𝐄𝐒”— propuso el coreano.

—¡Sí!— dijimos al unísono con Dale.

Finalmente hicimos nuestro saludo con las manos, algo complicado, pero siempre nos sale.

Ayudé a hacer las tareas de la casa, limpié, hice las camas, y también mi tarea.

Estaba muy cansada. Me recosté en el sillón y cerré los ojos. Hasta que un niño me despertó con su voz.

—Maidy— Hizo larga la Y. —Oye, ¿quieres leer cómics de Marvel conmigo?— formó un puchero.

No me pude resistir a sus ojitos de perrito y asentí. Se acomodó conmigo y sacó uno de sus veinte cómics que cargaba en él.

—Mira, elije alguno.— Señaló. —Tienes el de Iron Man o, este. El de Capitán América.—

—Amm… ¿Y si leemos los dos?— Claramente era una excusa. Quería pasar tiempo con él.

—¡Perfecto!— Exclamó y se acomodó para leer uno de los cómics.

Luego de un buen tiempo leyendo cómics, por fin llegamos a la última parte del último cómic.

—“Iron Man se abalanzó sobre el enemigo y empezó a golpearlo. ¡Plum! ¡Plaf! ¡Boom!”— Contaba. Ni bien pasaba a la última página…

—“Continuará”.—

—¡Demonios! ¿No tienes la segunda parte, Carl?— pregunté triste.

—Amm.. no. Pero si quieres, alguno de estos días podemos ir a buscar provisiones juntos, y de paso buscaremos la segunda parte del cómic.— Sugirió.

—¡Me parece una muy buena idea!— Sonreí y lo abracé.

Pasamos casi toda la tarde juntos, pero era la hora de hacer la pijamada con Andrea.

Toqué la puerta de una de las habitaciones que había en la casa. —¿Andrea? ¿Haremos la pijamada?— pregunté a la mujer.

—Oh Made. Lo había olvidado. Claro, vamos.— Agarró de mi mano, llevándome para su tienda de campaña.

Empezamos a jugar juegos de mesa que había encontrado con Carl.

Luego peiné a Andrea. Le hice peinados muy locos la verdad.

Y por último "cenamos" chocolates rancios que habíamos encontrado en un cajón de la casa.

Al despertar, ví que no estaba, lo cuál salí de la tienda y me encontré con Dale.

—Buenos días, dormilona.— Dijo sarcástico.

—¿Dormilona? ¿Qué hora es?— pregunté mientras bostezaba.

—Acaba de hacerse la una de la tarde.—

—¡Uy, uy! ¡Le prometí a Maggie que cuidaría de Beth!— Me levanté rápidamente de mi cama.

Cuando entré a la casa, escuché gritos provocados en la habitación. Lo cuál hizo que me alerte.

Eran Beth y Maggie. Estaban discutiendo.

Caminé hasta la cocina, pero Lori y Andrea también peleaban.

—Por dios… ¿Todos pelean hoy?— Dije en voz alta.

Dejé pasar unos minutos hasta dejar de oír gritos.

Cuando entré de nuevo a la casa, fui hacia la habitación y toqué la puerta.

—Hola Maggs. ¿Ella está bien?—

—Cada vez peor… No puedo irme.— negaba con la cabeza.

—Estás agotada, lo sé. Vé a beber agua, a comer.—

Maggie me abrazó y yo se lo correspondí.

Cuando la chica de pelo corto me dejó pasar para dejarme entrar, me senté en una silla que estaba al lado de la cama de Beth.

—¿No vas a decirme nada?— cuestionó la ojiazul.

—¿Decirte qué? ¿Quieres hacer algo Beth?— Pregunté.

—Quiero desaparecer.— Cuando la oí, sentí que debía cuidarla otra persona. No me sentía preparada para las cosas que decía.

Me quedé mirándola un rato, ella también. A un cerrar y abrir de ojos, ella se levantó rápidamente de la cama y se encerró en el baño.

Empecé a gritos a llamar a Maggie. Pidiéndole ayuda.

—¿Qué pasó?— Respondió desesperadamente.

—¡Ella… Se encerró en el baño!— Dije.

Al parecer, los gritos y los golpes a la puerta alertaron a Lori, quién nos ayudó también.

De repente, oímos como Beth rompía el espejo. Eso nos hizo desesperarnos más.

—¡Oye Beth!— decía la chica de pelo corto mientras forcejeaba la puerta.

Maggie empezó a buscar la llave para abrir la puerta. Yo también la ayudé.

Lori ve de reojo una especie de palo de metal.

—Maggie, Made. Atrás— La mujer empezó a dar fuertes golpes al picaporte. Finalmente consiguió abrir la puerta.

Beth estaba de espaldas. Cuando se da vuelta, todas sus muñecas estaban cubiertas de sangre.

—Made, ve a otro lugar.— Lori cubrió mis ojos con sus manos.

Lo último que oí escuchar fue a Beth diciendo “Lo siento”

Por dios. Me sentí tan culpable al descuidarme un rato y Beth ya estaba encerrada en el baño, lastimándose.

Dale me encontró sentada en el mismo árbol de siempre. Él se sentó junto a mí.

—Sabes.. Mi esposa antes de morir me dijo que “está bien a veces no estar bien”— Lo miré. Mientras mis ojos estaban cristalizados.

—¿Y por qué me dices eso, Dale?— cuestioné al mayor.

—Porque… Sé que has pasado por mucho, pequeña. Y… no estás bien, pero aparentas estarlo.—

—Tengo miedo de perderte, abuelo.— Recosté mi cabeza sobre su hombro, dejando mis lágrimas salir. Él tenía razón.

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