✿Capítulo II: La dificultad del cambio.
Jungkook suspiró con exasperación, sintiendo cómo la frustración se apoderaba de él una vez más. Nunca, en todo lo que llevaba desempeñando su profesión, se había enfrentado a tanta resistencia por parte de un paciente. Habitualmente, estos estaban dispuestos a trabajar juntos para superar cualquier obstáculo, pero esta situación se estaba volviendo cada vez más estancada. Era consciente de que si no lograban avanzar pronto, las consecuencias podrían ser desfavorables para ambos.
El tratamiento que había diseñado era meticuloso y, aunque llevaba su tiempo, demostraba ser altamente efectivo. Durante su primer mes viviendo en el palacio, Jungkook había observado varios aspectos cruciales. Uno de ellos era la escasa presencia del lobo interior del alfa, un componente que sería vital para su recuperación. Lo más complicado de la situación era que apenas lo conocía; solo habían cruzado un par de palabras, y esto gracias a la insistencia de Jungkook. Sin embargo, nada parecía ser correcto, ya que este siempre lo trataba de forma hostil y se las ingeniaba para alejarlo.
Su frustración se había vuelto palpable en esos días, ya que no lograba avances significativos. Los sirvientes apenas conocían a Taehyung, lo que significaba que la información que le proporcionaban carecía de veracidad o, al menos, de utilidad para su progreso.
Pasaba noches en vela buscando desesperadamente soluciones alternativas, pero cada una se desvanecía ante él. A ese ritmo, ni siquiera podía vislumbrar cuándo podría regresar a casa, y eso era lo que más le asustaba. No se encontraba a gusto en aquel lugar. Aunque para muchos podría parecer un sueño vivir en aquel palacio, él valoraba más la familiaridad y la calidez de su aldea natal, así como a las personas que amaba por encima de todo.
Tras un suspiro prolongado, acomodó los mechones rebeldes que se escapaban de su moño y tomó las pomadas medicinales. No podía ni siquiera imaginar la idea de dejar pasar un día sin completar algún paso del tratamiento; Taehyung no podría rechazarlo otra vez, simplemente no se lo permitiría.
Avanzó rápidamente por el pasillo hasta llegar a la puerta de la habitación del alfa. Tras dos golpes suaves, escuchó un leve sonido desde el interior, reconociendo esa señal como su invitación para entrar.
—Joven Kim, es hora de sus masajes —declaró el omega con firmeza en su tono, decidido a no ceder en este aspecto.
—¿No me dejarás en paz si no acepto? —La pregunta parecía más un murmullo dirigido a sí mismo, pero el omega asintió de todos modos, lo que provocó un suspiro de exasperación por parte del contrario.
Jungkook se acercó a la cama con pasos pausados y ayudó al alfa a voltearse, dejándolo boca abajo sobre el colchón. Durante la sesión de masajes, apenas intercambiaban palabras, lo que creaba un silencio incómodo que persistía hasta que terminaban.
Con delicadeza, sus dedos se movían con destreza sobre la zona baja de la espalda de TaeHyung, quien dejaba escapar suspiros de alivio ante la relajación que le brindaba. Aquel punto en su espalda baja era crucial; con movimientos suaves y precisos, lograba aflojar la tensión muscular mientras aplicaba una leve presión. El médico percibía la tensión persistente en esa área, por lo que dedicaba más tiempo a masajearla, consciente de la incomodidad que el alfa debía experimentar. Aunque quizás no experimentara dolor, era evidente su malestar al ser esa zona la más afectada, y lamentaba no poder desempeñar su labor de manera más efectiva.
En ocasiones, llegaba a sentir lástima por él. Debe ser difícil ver cómo tu vida cambia de la noche a la mañana de manera tan abrupta. Jungkook no podía ni siquiera imaginar encontrarse en una situación así. Probablemente, estaría igual de gruñón y distante si no tuviera esperanza alguna.
Sin embargo, lo que le sorprendía de Taehyung era que, a pesar de tener esperanzas, parecía obstinado en no querer cooperar para mejorar. Jungkook sabía que tenía la oportunidad de recuperar la movilidad, pero el azabache no se esforzaba lo suficiente en ello.
Una mueca de tristeza se apoderó de su rostro, pero intentó no darle importancia a sus pensamientos. Tenía que encontrar una manera de hacer que Taehyung cediera; no podía simplemente rendirse. Su determinación por regresar pronto a casa era lo que lo impulsaba a persistir. Anhelaba ver a los pequeños corretear por todas partes, recordando lo afectuosos que eran. Extrañaba esa sensación de calidez hogareña que le transmitían. Extrañaba a cada persona de su aldea por igual; al menos allí no se sentía tan solo.
También echaba de menos pasar tiempo con Hoseok. Ya no tenía a quién contarle las cosas que le sucedían en su día o compartir anécdotas que, aunque repetidas, aún así mantenía el interés de su amigo como si fuera la primera vez que las escuchaba. En aquel lugar, no tenía nada de eso.
Después de finalizar la sesión, limpió cuidadosamente el exceso de ungüento que quedaba en la piel del alfa y se retiró sin decir una palabra. Sabía que esto lo irritaría, pero por el momento no se molestaría en absoluto.
Pasó rápido por el lugar que le designaron para trabajar y acomodó todo lo que utilizó en sus repisas correspondientes, y se dedicó a lavarse bien las manos para que no le quedaran rastros de ningún medicamento. Se percató de que, a pesar de la hora avanzada de la noche, aún había actividad en el palacio. La luminosidad de la luna daba la impresión de no ser demasiado tarde, pero aún así, le sorprendía ver a personas trabajando con tanto empeño, como si fuera plena luz del día.
El cansancio empezaba a dominar su cuerpo tras un día sumamente agotador. Además, la noche anterior apenas había descansado, pues sus pensamientos estaban completamente absorbidos por cómo ayudar al alfa y evitar otra negativa, lo cual no funcionó y lo frustró mucho más. Decidió retirarse a su habitación para descansar; sabía que mañana sería otro día agotador y necesitaría todas sus energías.
Una vez en su habitación, se sentó frente al tocador y con delicadeza deshizo el moño que aprisionaba su cabello. Aunque no era un día caluroso, el peso de su melena le generaba un calor incómodo, así que optó por recogerlo. Sin embargo, no estaba acostumbrado a llevar ese tipo de peinado durante tanto tiempo y ya comenzaba a sentirlo como una tortura. Casi parecía que su cabeza iba a despegarse por la tensión del recogido. Afortunadamente, encontró alivio en los suaves masajes que se dio en el cuero cabelludo, lo que provocó un suspiro de alivio escapar de sus labios. La sensación resultó sumamente relajante. Decidió entonces despojarse de toda la ropa, quedando únicamente en su ropa interior. Era suficiente para él; no tenía ganas de ponerse más prendas. Anhelaba dormir de manera cómoda y ligera esa noche, pensando que tal vez evitando las molestias lograría descansar mucho mejor.
Se recostó en su cama y se arropó con la colcha, disfrutando de la agradable calidez que esta ofrecía. No quería seguir pensando la situación, pero sentía la necesidad de encontrar una forma de acercarse más a Taehyung. La frustración de no poder llegar a él como deseaba era su mayor fuente de estrés. Aunque desconocía cuál sería la solución, seguía aferrado a la convicción de que siempre hay una manera, de que nada es imposible, ¿verdad?
Quizás el próximo día traería consigo algunas sorpresas; no podía estar seguro, pero mantenía la esperanza de encontrar respuestas. Kim Taehyung era un enigma que estaba decidido a descifrar, y no iba a rendirse fácilmente.
Revisó sus notas una vez más, perdiendo la cuenta de cuántas veces lo había hecho ya. Algo no encajaba, pero no lograba identificar qué era. Soltó un suspiro exasperado y se dejó caer hacia atrás en el respaldo de su silla. Estaba buscando una fórmula para crear un ungüento más efectivo para Taehyung, aunque ni siquiera estaba seguro de si eso era posible; simplemente deseaba intensificar sus efectos. Mordisqueó nerviosamente la uña de su dedo pulgar, sumido en sus pensamientos. Quizás era mejor opción dejar las cosas como estaban y seguir intentando persuadirlo.
Aunque era un desafío considerable, la prioridad era reconectar a Taehyung con su lobo a través de las meditaciones, pero este se negaba rotundamente. Era consciente de que un ungüento más potente no resolvería completamente el problema, pero tal vez podría proporcionarle una sensación de mejoría y un destello de esperanza que lo persuadiera a cooperar, aunque sabía que esto era bastante optimista de su parte. Taehyung no cedería, y él tampoco lo haría.
Había comenzado a tomar esto casi como un asunto personal, pero estaba decidido a demostrar quién saldría victorioso de esta guerra silenciosa.
De repente, percibió un leve alboroto afuera, lo que lo llevó a apresurarse hacia la ventana para investigar, pero no logró ver nada inusual. Aquello lo dejó sumamente confundido. ¿Qué estaba ocurriendo ahí fuera? Abandonó lo que tenía entre manos sobre el escritorio y salió de su despacho. Atravesó el pasillo familiar y se acercó a la puerta de la habitación de Taehyung, golpeó varias veces y esperó, pero no obtuvo ninguna respuesta.
Quizás aún estuviera dormido, por lo que decidió no molestarlo. No tenía ganas de enfrentarse a malos tratos tan temprano en el día. Lo más probable era que no estuviera sucediendo nada fuera de lo común y molestarlo sería en vano. Con ese último pensamiento en mente, regresó al estudio. Aún le quedaban unas horas antes de comenzar con la terapia, así que continuaría intentando descifrar una manera de mejorar la fórmula del ungüento.
Agregó varias notas adicionales, pero aún así sentía que algo no encajaba del todo. Lo más probable era que no se encontrara lo suficientemente concentrado, o tal vez simplemente debía resignarse a la idea.
Casi como si el universo se opusiera a que completara su tarea, la puerta del estudio resonó con golpes enérgicos, una rareza dado que muy pocas veces alguien lo visitaba. Intrigado, murmuró un "adelante", seguro de que su voz sería escuchada al otro lado. Su sorpresa fue palpable cuando un imponente alfa de cabello negro cruzó el umbral. Incierto sobre cómo reaccionar, observó su atuendo negro adornado con bordados dorados, indicio de su prestigio. Sus ojos gatunos encontraron los suyos, y la intensidad de la mirada lo intimidó ligeramente.
—¿Usted es el médico Jeon? —preguntó con voz firme. El omega se puso de pie de inmediato, haciendo una reverencia. Cuando se enderezó, dio un asentimiento—. Un placer, soy Kim Yoongi, primo de TaeHyung.
—El gusto es mío, joven. ¿En qué puedo ayudarle? —Después de otra reverencia, enderezó su espalda, manteniendo una leve sonrisa en su rostro, contagiando al otro, quien también sonrió.
—Acabo de llegar, pero quería hablar primero con usted. Necesito información sobre la condición de mi primo. Estaré aquí un tiempo y me gustaría ofrecer mi ayuda en caso de que la necesite. —Aquellas palabras sorprendieron gratamente a Jungkook. Realmente no esperaba que se ofreciera a ayudarlo. Sería conveniente, pensó, tal vez podría proporcionarle información útil o incluso ayudarlo a persuadir a Taehyung para que aceptara el tratamiento.
—Por supuesto, puede tomar asiento —indicó, señalando la silla frente a su escritorio. Después de verlo tomar asiento, él hizo lo mismo en su propia silla.
Sus manos temblaban ligeramente por el nerviosismo mientras limpiaba el sudor de estas en su hanbok y se aclaraba la garganta. Trató de calmar su agitada respiración antes de hablar; aún no se acostumbraba a tratar con los miembros de la familia imperial. Casi sentía que era una regla general que estos le hicieran sentir intimidado.
—No voy a mentirle, la condición del joven Kim es bastante complicada —comenzó el médico, notando cómo la expresión del alfa se endurecía al instante—. Pero tengo un tratamiento en mente del que estoy bastante seguro; será muy efectivo. La parte negativa es que el joven Kim no está colaborando con la parte más importante del tratamiento, lo que nos está impidiendo avanzar.
—¿En qué consiste exactamente lo que se está resistiendo a hacer?
—Meditación, para reconectarlo con su lobo —retorció un poco los dedos, visiblemente nervioso—. Es absolutamente crucial; sin eso, su recuperación se verá obstaculizada —Una mueca de tristeza se dibujó en su rostro al observar cómo el contrario suspiraba con pesar.
—Intentaré hablar con él, no prometo hacerlo cambiar de opinión, pero quizás pueda suavizarse un poco —Se puso de pie, listo para salir del lugar—. Taehyung no es de las personas que crea que la meditación sea eficaz, por lo que será difícil hacerlo entrar en razón. Gracias por la información, procuraré ayudarle en lo que necesite durante mi estancia aquí.
—No tiene que agradecer, es mi trabajo. Soy yo quien debería agradecerle por su ayuda —imitó al otro e hizo una reverencia de agradecimiento.
—Nos vemos luego, médico Jeon. —No esperó respuesta y salió del lugar, dejando a Jungkook con mil pensamientos nuevos en la cabeza.
Este momento representaba una oportunidad única, una ventana de posibilidades que no podía dejar pasar. Cada instante se convertía en una preciosa oportunidad para él, y estaba decidido a exprimirla al máximo. Una sensación de felicidad lo envolvió mientras contemplaba las potenciales repercusiones positivas que aquello podría tener. Si todo transcurría según lo planeado, sabía que podría regresar a casa mucho antes de lo anticipado. Cada fibra de su ser anhelaba fervientemente que aquello sucediera, añorando con toda su fuerza el momento en que pudiera reunirse con los suyos otra vez.
Los días transcurrían de manera impredecible, con momentos buenos y otros no tanto, pero la constante presencia de Yoongi, con quien había entablado una relación más estrecha, hacía que todo fuera más soportable. No recordaba haberse sentido tan tranquilo en mucho tiempo. Pasaba la mayor parte del tiempo junto al alfa, quien lo acompañaba a todas partes, especialmente a su despacho, donde se sumergía en sus notas y analizaba aspectos cruciales para el tratamiento de Taehyung.
Aunque las actividades en sí no fueran especialmente emocionantes, Yoongi siempre las observaba como si presenciara algo mágico, lo cual resultaba bastante divertido para el médico. Incluso en las noches, cuando el insomnio lo atacaba, el alfa estaba ahí para hacerle compañía y conversar sobre cualquier tema. Eso era precisamente lo que valoraba y agradecía más: la sensación de calidez y ya no sentirse solo.
También hubo algunos cambios en Taehyung. De vez en cuando, mostraba una actitud más colaborativa con el tratamiento, aunque aún se resistía tenazmente a las meditaciones. Era consciente de lo difícil que sería convencerlo, pero valoraba cualquier avance que lograran. Sin embargo, estas ocasiones eran escasas, ya que la mayor parte del tiempo estaba de mal humor y no prestaba atención. En esas situaciones, Yoongi siempre actuaba como su salvavidas, logrando hacerlo entrar en razón, algo que apreciaba enormemente.
También se mostró un poco más conversador en algunas ocasiones, lo cual alegró a Jungkook. Sentía que podía conocerlo un poco más a través de esas breves conversaciones, que podía considerar un avance. Aunque Taehyung aún mantenía su personalidad hosca, era algo a lo que ya estaba acostumbrado; por lo que no le sorprendía viniendo de él.
El estado de ánimo de Jungkook experimentó una notable mejoría, como si un rayo de luz hubiera penetrado las sombras que lo envolvían. Ya no pasaba tantas noches en vela, abrumado por la incertidumbre y la añoranza a su hogar, ya que cada día encontraba un poco más de calma para su corazón. Aunque aún sentía un vacío por estar lejos de casa, ese dolor se veía atenuado por la cálida compañía que ahora lo rodeaba en el palacio.
Durante sus tiempos libres, solía compartir paseos por el palacio con Yoongi. Esos momentos se habían transformado en un verdadero tesoro para él, brindándole una escapatoria de la rutina y el encierro de su despacho. Juntos, exploraban cada rincón del lugar entre risas y conversaciones animadas, creando momentos agradables.
El pequeño jardín, enmarcado por un muro de piedra que encontró por casualidad, se había convertido en su lugar favorito; un refugio para él. Era consciente de su exclusividad, ya que muy pocas personas solían ingresar, otorgándole una tranquilidad inigualable. Un pequeño paraíso que le gustaba sentir que le pertenecía.
El tiempo que pasaba en aquel lugar representaba una pausa en el ajetreo de la vida en el palacio, una oportunidad para desconectar y sumergirse en la belleza de la naturaleza. Allí, entre el murmullo de las hojas y el perfume de las flores, se permitían soñar y esperar, aferrándose a la promesa de un futuro más brillante.
Aunque había empezado a encariñarse con el palacio, era consciente de que no encajaba en ese mundo de opulencia y protocolo. Con cada día que pasaba, se sentía más desplazado, como un extraño en una tierra desconocida. Sin embargo, en medio de esa sensación de alienación, encontraba consuelo en la amistad y el afecto que había encontrado en Yoongi, y en la esperanza de que algún día regresaría a su verdadero hogar.
Cada vez que Yoongi lo acompañaba a las sesiones de terapia de Taehyung, este último parecía más irritable de lo normal. Aunque desconocía la razón detrás de ese comportamiento en esas ocasiones, decidió no darle demasiada importancia. Además, encontraba consuelo en los momentos de calma que compartían cuando estaban a solas.
Sin embargo, la situación llegó a su punto crítico cuando, incluso estando solos, el alfa lo trataba aún peor que antes y se negaba a participar en cualquier parte del tratamiento. Esta situación lo entristeció profundamente. A pesar de sus esfuerzos por comprender y ayudar, se sentía impotente y desorientado. Se encontraba en un callejón sin salida, sin saber cómo abordar la situación o qué estaba haciendo mal.
La frustración lo abrumaba al lidiar con la difícil personalidad de Taehyung. En ocasiones, sentía la tentación de expresar su frustración de manera menos diplomática, pero sabía que eso no conduciría a ninguna solución. Con un suspiro de desaliento, llevó una mano a su frente y comenzó a masajearla con los dedos, en un intento de aliviar la tensión que sentía.
—Se te va a ir la vida en suspiros —se burló Yoongi al llegar a su lado, recostándose en uno de los pilares de madera que sostenía el segundo piso—. No pongas esa cara, vas a arrugarte —dijo mientras daba un ligero golpecito en la frente del omega con dos de sus dedos, provocando un leve gruñido por parte de este.
—Tu primo es un insoportable —soltó su queja y desvió la mirada al patio, donde el césped se veía teñido de distintos tonos anaranjados y rojizos por las hojas que caían de los árboles. Suspiró con frustración, quizás debería dejar de darle tantas vueltas a las cosas y simplemente limitarse a hacer su trabajo, otra vez.
—Taehyung es alguien difícil, pero no es una mala persona —comentó, desviando también la mirada, pero la suya se elevó al cielo y, tras un pequeño suspiro, cerró los ojos—. Ser de la familia imperial no es fácil, aunque pueda parecerlo. TaeHyung ha pasado por experiencias muy difíciles. Cuando era niño, era un pequeño revoltoso; su risa llenaba todos los rincones del palacio. Pero a medida que creció, se dio cuenta de la peor forma que la vida no era un lecho de rosas.
»Hubo momentos en que incluso intentaron secuestrarlo —escuchar eso sorprendió mucho al omega, por lo que su mirada volvió a Yoongi nuevamente—. Fue en uno de esos intentos que perdió a su hermano menor. A esa edad, podía sentirse invencible, ¿pero que podría hacer un niño delante de un alfa que fue entrenado como una máquina de matar? Desafortunadamente, tuvo que presenciar esa escena en primera fila. Puedes imaginar que no fue nada agradable.
Jungkook asintió, todavía estupefacto. No había imaginado que algo así pudiera haberle ocurrido a Taehyung. Su pecho se oprimió con pesar; su corazón se llenó de una profunda compasión por él.
—Después de ese acontecimiento, comenzó a entrenarse; y dejó de ser el chico tierno y sonriente de siempre. Parecía como si se hubiera perdido a sí mismo. Con nosotros no era malo, bueno, no tanto —sonrió con nostalgia—. Apenas cumplió la edad suficiente, se enlistó en el ejército y acabó convirtiéndose en el general más despiadado que hayas podido ver en el campo de batalla. Sus hazañas eran impresionantes, pero cuando alcanzó lo alto de la cima, no pudo evitar la caída, y lamentablemente, no ha podido levantarse de ella.
—¿Qué sucedió exactamente? —preguntó Jungkook, recibiendo una mirada de Yoongi cargada de seriedad que lo puso algo nervioso. Así que, se apresuró a aclarar—: Claro, si es que puedo saber. No quiero entrometerme en cosas que no me conciernen.
—No te preocupes, creo que he revelado más de lo debido, así que esto es insignificante —levantó la mano y acarició delicadamente las hebras castañas del omega—. Durante la batalla, ocurrió un accidente. No sabemos con certeza qué sucedió, ya que se ha negado a compartirlo. Pero eso le llevó a perder la pelea y desde entonces, su lobo apenas se manifiesta, consumido por la vergüenza de la derrota. Parece que mi primo ha aceptado resignadamente que nunca volverá a caminar.
—¡No tiene por qué ser así! —exclamó Jungkook con sorpresa—. Perdón, pero estoy seguro de que mi tratamiento puede ayudarlo a recuperar casi por completo su movilidad. Quizás no pueda regresar al ejército, pero no tiene por qué pasar el resto de su vida en una cama.
—Créeme, mi frustración es igual o incluso mayor que la tuya. Estoy al borde de acomodarle las piernas a golpes.
—No creo que eso sea una solución conveniente —frunció el ceño, lo que provocó una fuerte carcajada de parte del alfa.
—Eres encantador, no entiendo cómo Taehyung puede resistirse tanto a ti —dijo sinceramente, esbozando una suave sonrisa—. ¿Sabes cocinar? —Preguntó de repente. El omega un poco confundido, asintió—. Entonces cocínale algo, no podrá negarse con eso, y tal vez así consigas que hable un poco más —le guiñó un ojo, lo que provocó que Jungkook se ruborizara de vergüenza.
—Bueno, lo intentaré —dijo, aunque una idea repentina iluminó su mente y una sonrisa se dibujó en su rostro.
Decidió utilizar el pretexto de haber dejado ungüentos en la habitación de Taehyung como excusa para visitarlo, así que se apresuró a despedirse del alfa. Todavía era plena tarde, así que decidió pasar primero por la cocina y preparar algo rápido para llevarle. Aunque sabía que su idea podría parecer apresurada, dado que acababa de recibir la información, pensó que no perdía nada con intentarlo.
En la cocina, se encontró con varias cocineras y les pidió amablemente si podía usar un espacio para preparar algo. Aunque era poco común que alguien solicitara cocinar, accedieron a su petición. Al explicarles su propósito, Jungkook notó cómo se iluminaban sus rostros, ofreciéndose de inmediato a asistirlo en lo que necesitara.
Optó por preparar pasteles de arroz, confiando en su destreza en esta receta. Además, eran una alternativa rápida y fácil de elaborar. Aprovechando esta ventaja, comenzó a prepararlos, recibiendo ayuda de las cocineras que lucían emocionadas por el gesto amable hacia el alfa. Aunque no estaba seguro de si serían del agrado de Taehyung, al menos haría el intento de complacerlo.
Después de un rato, finalmente terminó de cocinar y dispuso todo en una bandeja. Las cocineras prepararon un pequeño arreglo, y Jungkook les expresó su agradecimiento junto con una sonrisa antes de salir de la cocina. Una vez fuera, se dirigió hacia la habitación de Taehyung, al llegar tocó la puerta y, como era habitual, tras un breve sonido de confirmación, entró.
—Joven Kim, vengo a recoger unos ungüentos que dejé —anunció, captando un ligero quejido de él, pero sin más respuesta—. También le preparé algo que espero sea de su agrado —agregó con nerviosismo y una leve emoción.
Taehyung dirigió su mirada con curiosidad y enfocó toda su atención en el omega, quien parecía haber detectado en sus ojos esa expresión de intriga. Esto animó un poco a Jungkook, quien se acercó para entregarle la bandeja, pero enseguida la expresión de Taehyung se volvió seria y le gruñó.
—¿Por qué puedo percibir el aroma de mi primo tan intensamente en ti? —cuestionó con severidad, frunciendo el ceño.
Jungkook se sintió desconcertado por la pregunta, pero al olfatearse, se dio cuenta de que, efectivamente, el aroma de Yoongi se había impregnado fuertemente en él.
—Estuvo todo el día conmigo, tal vez por eso su aroma se impregnó en mí —explicó con una sonrisa, aunque un leve rubor teñía sus mejillas por la vergüenza. Sin embargo, al alfa no pareció hacerle gracia sus palabras.
—No regreses hasta que te deshagas de ese olor —declaró con firmeza, dejando a Jungkook algo confundido, quien simplemente asintió en respuesta—. Deja la comida aquí —añadió el azabache antes de que el omega se marchara.
Aunque su expresión era seria, Jungkook percibió suavidad en sus palabras, lo que le generó un fuerte impulso de reír por la situación. Sin embargo, se contuvo, ya que lo último que deseaba era molestar más al alfa.
—Lo que usted diga —dijo, mientras dejaba la comida en la mesa junto a la cama y salía de la habitación. Esta vez, se permitió reír.
Quizás lo que le dijo Yoongi funcionaría, y eso le reconfortaba. Solo esperaba que todo saliera mejor de lo previsto. No podía contener la emoción de regresar finalmente a su hogar.
¡Volví! Ya hizo aparición nuestro hermoso Yoongi, y a Tae eso parece no agradarle para nada jeje🫢 ¿Qué les pareció este capítulo? Espero que les haya gustado. Ya pudimos conocer un poco más sobre la historia de Tae :c poco a poco el tekuk se irá acercando más.💖
Volveré mañana temprano con el siguiente capítulo. Hasta entonces, manténganse sanos.🌷
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