❀Capítulo I: Los caminos del destino.
La risa alegre de los niños llenaba el aire, entrelazándose con el suave susurro del viento que acariciaba las hojas de los árboles cercanos. Una brisa fresca jugueteaba con su rostro, despeinando sus hebras castañas, mientras que cerraba los ojos, dejándose envolver por la sensación reconfortante. Los cálidos rayos del sol se filtraban a través de la ventana abierta, bañando su piel con una suave caricia y pintando su rostro con una luz dorada.
Las tardes de otoño eran, sin duda alguna, sus favoritas. Con las consultas terminadas y sin emergencias a la vista, podía considerar el día concluido. Por ello, optó por salir de casa y recorrer la aldea para disfrutar del clima agradable. A su paso, era recibido con entusiasmo y gestos cariñosos por parte de los aldeanos, los cuales él correspondía con una amplia sonrisa.
Jungkook, era un médico de renombre que había optado por quedarse en la serenidad de su aldea a pesar de las numerosas oportunidades que se le presentaron para triunfar en su profesión. Desde su infancia, su padre lo introdujo en el arte de la medicina, y desde entonces, demostró un talento innato. Su pasión más profunda residía en el deseo de ayudar a los demás. Por esta razón, se dedicó incansablemente a estudiar textos médicos y a perfeccionar sus propias técnicas. Su enfoque innovador lo llevó a desarrollar métodos únicos y altamente eficaces.
Pronto, sus logros se difundieron y personas de todas partes acudieron a la aldea en busca de tratamiento exclusivo de su parte.
A pesar de recibir innumerables propuestas que podrían haberle brindado un estatus elevado y un mayor desarrollo profesional, el omega siempre las rechazó. Insistía en que su deseo era simplemente permanecer en la serenidad de su hogar.
Después de la pérdida de su padre, quien era su único familiar, Jungkook tuvo que aprender a vivir por su cuenta. Sin embargo, los aldeanos se convirtieron en su familia, siempre velando por él para que no se sintiera solo. Esta conexión profunda hizo que ninguna oferta pudiera persuadirlo de abandonar su hogar y con el tiempo, los intentos de persuadirlo para que se trasladara a la capital se desvanecieron. En cambio, aquellos que necesitaban sus servicios debían viajar hasta su aldea para recibir tratamiento. Aunque ocasionalmente llegaba alguien que creía poder convencerlo, pero siempre terminaba siendo rechazado como todos los demás.
—¡Es el médico Jeon! —resonó el entusiasmado grito de un niño. Al darse cuenta de su presencia, los demás pequeños corrieron hacia él para abrazarlo. Siempre le decían que les encantaba su aroma a vainilla, y Jungkook que no tenía inconveniente en recibir muestras de cariño, dejaba que se impregnaran de sus feromonas. Por supuesto, tenía cuidado de que fueran suaves para no incomodar a sus padres.
Jungkook no mostraba mucho interés en el aspecto romántico; muchos ancianos del pueblo lo instaban a pensar en su futuro amoroso. Sin embargo, estaba tan inmerso en perfeccionar sus métodos médicos y descubrir nuevos que el amor quedaba en un segundo plano para él. A pesar de ello, cada vez que pasaba tiempo con los niños, no podía evitar sentir el deseo de algún día formar su propia familia.
El omega no solo era un médico brillante, sino que también poseía una belleza asombrosa. A pesar de los intentos de muchos alfas y betas por cortejarlo, siempre los rechazaba con amabilidad. En cuestiones emocionales, Jungkook alentaba a los demás a abrir sus corazones, ya que había comprobado que la implicación emocional mejoraba la eficacia de los tratamientos médicos. Sin embargo, resultaba irónico que, aunque instaba a los demás a abrir sus corazones, él mismo no fuera capaz de hacerlo.
Su padre solía relatarle historias sobre cómo conoció a su madre, y cada vez que le preguntaba cómo supo que ella era la indicada, siempre recibía la misma respuesta: "Simplemente la vi y lo supe de inmediato". Jungkook sabía que su padre era un romántico empedernido, pero cada vez que lo escuchaba hablar con tanta dulzura sobre su madre, despertaba en su corazón el anhelo de algún día ser amado de esa manera. Quizás no ahora, pero tal vez algún día él también sería capaz de sentir que había encontrado a la persona indicada con tan solo mirarla.
Pasó gran parte de la tarde recorriendo la aldea, saludando a cada persona que encontraba con una ligera reverencia y una amplia sonrisa. A medida que el sol comenzaba a ocultarse y las antorchas se encendían frente a las viviendas, Jungkook supo que era hora de regresar a casa, así que emprendió el camino de vuelta. Conforme se acercaba, notó a varias personas afuera y escuchó un leve alboroto, lo que lo preocupó. Temiendo que alguien pudiera necesitar sus servicios, apresuró el paso.
—¿Qué está sucediendo? —preguntó a sus vecinos, quienes parecían bastante inquietos.
—Creo que es otra propuesta —respondió una omega con nerviosismo.
Jungkook asintió, sin comprender la actitud de sus vecinos. Siempre había dejado en claro que rechazaría cualquier propuesta que lo alejara de su hogar, y de hecho, lo había estado haciendo durante mucho tiempo. Por eso, no entendía el motivo de su inquietud. Sin embargo, al llegar al frente, finalmente comprendió la razón de su preocupación.
Fuera de su hogar, se encontraba un hombre vestido con una túnica azul adornada con patrones poco comunes. Sobre su cabeza, lucía un gran sombrero negro decorado con detalles dorados que pendían de él. Si la vestimenta y la montura distintiva de su caballo no hubieran sido suficientes para identificarlo, la insignia dorada en su pecho lo terminó de confirmar: era un mensajero imperial. Acompañándolo, había dos guerreros alfas de aspecto imponente, uno a cada lado del mensajero, en alerta.
La situación insinuaba que nada bueno podía surgir de ello. Aunque Jungkook era un médico de renombre, no se imaginaba a la familia imperial solicitando sus servicios.
—Mensajero imperial, es un honor recibirle. Soy Jeon Jungkook, médico de la aldea de Suncheon —saludó con una profunda reverencia que mantuvo por un momento antes de dirigir nuevamente su mirada al beta—. ¿En qué puedo servirle?
—Así que usted es el médico. Sí, me gustaría discutir un asunto importante con usted, en privado.
—Por supuesto, permítame ofrecerle un poco de té.
El mensajero asintió complacido con los modales del joven médico. Desmontó de su caballo con gracia y lo siguió al interior de su casa, seguido de cerca por los dos guerreros que lo acompañaban para velar por su seguridad.
—Por favor, tome asiento. Traeré un poco de té y unos pasteles de arroz —informó Jungkook, quien a pesar de su aparente calma, por dentro era un torbellino de nervios. Era consciente de que los mensajeros tenían un alto grado de importancia, y el hecho de que el beta presente en su hogar fuera enviado por la familia imperial lo hacía aún más relevante. Esto significaba que debía ser sumamente cuidadoso.
Preparó un poco de té de sésamo, consciente de sus beneficios para la salud, como un gesto de respeto hacia el mensajero y sus buenos deseos para él. Mientras el té hervía, dispuso unos pasteles de arroz en una bandeja y al acomodarlos, notó un ligero temblor en su mano. Tenía que admitir que estaba inquieto, y se esforzó por mantener la compostura para que su nerviosismo no se reflejara en su aroma.
«Calma, Jungkook», se dijo así mismo mientras respiraba profundamente, esforzándose por tranquilizar el flujo de su energía.
Una vez todo estuvo preparado, regresó a la sala y colocó el té y los pasteles en la mesa de madera del centro. Observó la reacción del mensajero, quien parecía satisfecho con sus atenciones, lo que le permitió a Jungkook relajarse un poco. Se esforzó por mantenerse imperturbable mientras el mensajero disfrutaba de los aperitivos y tomaba su té. Después de un momento, el beta dejó su taza en la mesa y finalmente dirigió su mirada hacia él.
La tensión en el ambiente era sumamente palpable; Jungkook ansiaba conocer de una vez por todas lo que se requería de él.
—He traído una solicitud que viene de parte de la familia imperial, directamente de la hermana de Su Majestad el Rey, Su Excelencia Kim Hyuna —pronunció con firmeza, extrayendo un rollo de pergamino de su túnica, el cual contenía el sello de la familia imperial, y se lo extendió al médico—. Allí se explican los términos que se requieren de usted.
Un poco nervioso, Jungkook tomó el rollo y, tras recibir un asentimiento del beta, lo abrió. A medida que leía el contenido del documento, un vacío se instalaba en su estómago y un profundo pesar apretaba su pecho con fuerza. Cuando finalmente terminó de leer, alzó la mirada hacia el mensajero, quien lo observaba con calma.
—En tres días vendrán por usted para trasladarlo a la capital, así que esté preparado. Todo lo que necesite en cuanto a aspectos médicos se le proporcionará en el palacio, así que procure viajar ligero.
Era consciente de que debía responder, o podría interpretarse como una falta de respeto. Sin embargo, se sentía incapaz de encontrar su propia voz. Las instrucciones eran claras; no le estaban dando opción de negarse. Jungkook comprendía que la solicitud directa de la familia imperial no admitía rechazo, a menos que quisiera enfrentarse a consecuencias fatales. Con un nudo en la garganta, reprimió sus feromonas, consciente de que, aunque el mensajero no las percibiera, los alfas detrás de él seguramente lo harían.
—De acuerdo —pronunció con toda la firmeza que pudo—. Será un honor servir a la familia imperial.
Una amplia sonrisa de satisfacción iluminó el rostro del hombre, quien, una vez completada su tarea, se puso de pie para marcharse. Jungkook mantuvo una reverencia profunda hasta que el mensajero y los guerreros abandonaron su hogar. Cuando finalmente se encontró solo, enderezó la espalda y notó su respiración volverse errática. Todavía le resultaba difícil procesar todo lo que acababa de suceder.
Decidió quedarse en casa, a pesar de saber que los aldeanos estarían muy preocupados por él. Sin embargo, no se sentía capaz de ofrecerles explicaciones en ese momento, cuando aún estaba intentando asimilar la situación.
Una profunda tristeza inundó su pecho. Durante tanto tiempo, había logrado resistir las numerosas propuestas que había recibido, aferrándose a su hogar con determinación. Sentía una injusticia abrumadora al ser forzado a abandonar su hogar de esta manera. Sin embargo, comprendía que no tenía otra opción. Volvió a tomar el pergamino que le habían entregado, donde estaba detallada la información de la persona a la que debía atender. Al leerlo nuevamente, llegó a la misma desalentadora conclusión: estaría lejos de casa durante un largo período de tiempo.
Se dejó caer en el cojín más cercano, con la mirada todavía clavada en el pergamino, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. En ese instante, percibió el sonido de la puerta de su hogar al abrirse, seguido rápidamente por la voz de su mejor amigo resonando por la habitación.
—¡Kook! ¿Estás bien? Me enteré de que llegó un mensajero imperial, así que vine lo más rápido que pude.
El omega alzó la mirada y sus lágrimas finalmente se desbordaron. El alfa, preocupado por su amigo, lo abrazó con fuerza, dejando palmadas reconfortantes en su espalda y esparciendo sus feromonas para aliviar el pesar del otro.
Permanecieron en esa posición durante un tiempo, donde solo se escuchaban los ligeros sollozos del omega. Cuando finalmente logró calmarse, se separó de su amigo y lo miró directamente a los ojos.
—Hobi, voy a tener que irme. Me requieren en la capital, y no puedo negarme a una orden imperial —declaró finalmente, con un profundo pesar. Los ojos del alfa se abrieron con sorpresa, y una profunda comprensión y tristeza se reflejaron en su semblante.
—¿Cuánto tiempo te requerirán? —preguntó inquieto, temeroso de escuchar una respuesta desagradable.
—No lo sé...
—¿Cómo que no lo sabes? ¿Te han pedido quedarte allí? ¿No podrás volver? —cuestionó incrédulo, su inquietud siendo evidente en su tono de voz.
—La situación es... complicada. Podría llevarme semanas, meses o incluso años regresar.
Al percibir cómo el aroma de su mejor amigo cambiaba por la tristeza, el corazón del omega se apretó con más fuerza. No deseaba partir; este lugar era su hogar, aquí estaba su familia. No quería verse obligado a alejarse de ellos.
Jungkook extendió el pergamino a su amigo, quien lo tomó y comenzó a leer su contenido. Aunque era información confidencial que no debía revelarse a nadie más, confiaba plenamente en Hoseok, sabiendo que podía mostrárselo sin problema alguno.
—¿Y realmente tiene posibilidades de sanar? Eres un médico increible, eso sin duda, pero hay cosas que incluso tú no eres capaz de curar.
El omega esbozó una sonrisa triste, sus labios apretados con pesar. Con delicadeza, llevó su mano hasta la mejilla del alfa y la acarició suavemente.
—No tengo opción, sabes que no puedo negarme. Además, conozco un tratamiento que podría ayudarle. No puedo garantizar su efectividad, pero al menos lo intentaré.
—Prométeme que volverás, Kook —pidió el alfa con aflicción, tomando la mano del omega y aferrándose a ella.
—Te lo prometo, este es mi hogar. Volveré a él, a ti.
Los días siguientes transcurrieron más rápido de lo que habría deseado. La noticia se propagó con rapidez, y durante esos tres días, la aldea se vio envuelta en un profundo pesar. Jungkook era un joven al que le tenían mucho cariño, habiendo sido apreciado desde su infancia, cuando su padre ejercía como médico antes que él. El omega se había convertido en una parte esencial para los aldeanos, por lo que la noticia de su partida los entristeció profundamente.
Entendían que no se estaba yendo por elección propia; de ser posible, habría dado cualquier cosa por permanecer en su hogar. Los niños, incapaces de comprender del todo la situación, se echaron a llorar mientras abrazaban al omega y le suplicaban que no se fuera. Esto entristeció aún más a Jungkook, pues podía imaginar que el vacío que sentía en su corazón era el mismo que experimentaban todos aquellos de los que tendría que despedirse.
Hizo un último esfuerzo por brindar una sonrisa a los pequeños, mientras los envolvía con sus feromonas para calmar su llanto. Cuando llegó el día de su partida, toda la aldea se reunió para despedirlo. Recibió amuletos de protección y varias flores de parte de algunos niños. Jungkook se despidió de todos, prometiendo que volvería, que aquello no era un adiós, sino un hasta pronto.
Se volvió hacia su mejor amigo, quien permanecía impasible, ya que, como alfa, se resistía a mostrar vulnerabilidad frente a los demás. Sin embargo, Jungkook pudo percibir la tristeza reflejada en su mirada y cómo sus puños se cerraban con fuerza a los costados. Le ofreció una suave sonrisa y se acercó para abrazarlo. Pudo sentir las feromonas de su amigo envolviéndolo, lo que lo hizo sonreír aún más ampliamente.
—No olvides tu promesa —murmuró Hoseok.
Jungkook negó con la cabeza, se separó de su mejor amigo y le sonrió con ternura.
—Volveré —declaró con firmeza, logrando finalmente arrancarle una sonrisa al alfa.
En ese momento, el sonido del trote de caballos resonó, indicando que la hora de partir finalmente había llegado. Tres guerreros se detuvieron frente a su hogar, y uno de ellos se aproximó hacia él.
—¿Médico Jeon? —preguntó uno de los guerreros, recibiendo un asentimiento del omega—. Por órdenes de la familia imperial, hemos venido para trasladarlo a la capital.
Jungkook realizó una profunda reverencia que mantuvo mientras hablaba.
—Es un honor.
Después de un momento, finalmente se enderezó. El guerrero descendió de su caballo para ayudar al omega a subirse, tomó la bolsa de tela con sus pertenencias y se la entregó a su compañero para que la llevara. Una vez asegurado, el alfa montó detrás de él, listo para partir.
El médico observó a los aldeanos, les dedicó una sonrisa y una leve reverencia como despedida. Todos se despidieron de él con buenos deseos y palabras de aliento. Con un suave impulso, el caballo finalmente se puso en marcha. Jungkook mantuvo su mirada fija hacia adelante en todo momento, luchando contra las lágrimas que amenazaban con brotar. Él volvería, lo había prometido, y esa promesa era su mayor consuelo en ese momento.
A medida que avanzaban por la aldea, un vacío llenaba su pecho. Era como si dejara su corazón atrás, en su hogar. Al abandonar finalmente Suncheon, una urgencia de llorar se apoderó de él, sin embargo, se mantuvo firme, conteniendo las lágrimas.
Esta era la primera vez que dejaba su aldea. Aunque se había estado preparando mentalmente durante estos días para no dejarse afectar demasiado, sus esfuerzos parecían haber sido en vano. Sentía un inmenso pesar oprimir su pecho con fuerza. Suspiró con intensidad y trató de enfocarse en el camino. Necesitaba calmarse; sabía que su determinación sería crucial para determinar cuánto tiempo le llevaría volver. Solo esperaba que su futuro paciente estuviera dispuesto a cooperar con él.
Intentó ver la situación como una oportunidad para explorar el mundo exterior y, después de un rato, finalmente encontró alivio en toda la vegetación que los rodeaba en ese momento. Suncheon estaba situada en la región suroeste de Corea, mientras que Hanyang, la capital, se encontraba en el noroeste, lo que implicaba un trayecto bastante largo. Normalmente, el viaje tomaría varios días, pero el guerrero que lo escoltaba le informó que había una ruta reservada para funcionarios de alto rango, lo que acortaría considerablemente el tiempo de viaje.
Jungkook intentó relajarse y disfrutar del trayecto. Era la primera vez que montaba a caballo, así que la experiencia era en parte fascinante. Sin embargo, después de varias horas, el omega empezó a sentir un intenso dolor en la cintura. En ese momento, todo lo que deseaba era poder preparar una pomada caliente de hierbas que aliviara su malestar.
Después de cabalgar todo el día, finalmente llegaron a Hanyang. El panorama que se extendió ante él era completamente sorprendente. La ciudad estaba rodeada de una imponente muralla que servía como defensa, y tuvieron que pasar por varios guardias que, después de verificar su identidad, les permitieron el acceso. Una vez dentro, la ciudad resultó aún más asombrosa. Las calles, pavimentadas con piedra, eran extraordinariamente amplias y, a pesar de la hora, estaban abarrotadas de comerciantes y ciudadanos inmersos en sus quehaceres diarios. El bullicio llenaba el aire, acompañado de los sonidos de los vendedores callejeros anunciando sus productos y el traqueteo de los carruajes y caballos que transitaban por las calles. La ciudad resplandecía gracias a la multitud de faroles de papel, y a lo lejos se divisaban los imponentes palacios reales y templos, que se alzaban majestuosamente sobre el horizonte.
Aunque todo a su alrededor resultaba sumamente fascinante y hermoso, Jungkook no podía evitar anhelar la tranquilidad de su hogar. En ese instante, se dio cuenta de que este lugar no encajaba con él, confirmando que la vida en este entorno no estaba destinada para su persona.
Con curiosidad, Jungkook observó todo a su alrededor mientras avanzaban, hasta que finalmente llegaron ante un imponente palacio. Su belleza era extraordinaria, destacando en un deslumbrante color blanco que brillaba bajo la luz de la luna. Los techos curvos y los elegantes aleros estaban adornados con elaborados diseños dorados que relucían en la oscuridad de la noche. Las amplias puertas de madera tallada se alzaban majestuosamente ante él, como si lo invitaran a descubrir los secretos que guardaba en su interior. Una sensación de asombro y fascinación lo embargó mientras contemplaba la magnificencia del palacio real frente a sus ojos.
Las puertas se abrieron de par en par, y los tres caballos avanzaron hacia la entrada del recinto. Con cuidado, el líder alfa descendió de su montura y ayudó a Jungkook a bajar también. Después del extenuante viaje, el omega apenas podía sentir sus piernas, sorprendido por el hecho de que los guerreros que lo acompañaban no mostraran señales de molestia alguna.
Fueron recibidos por un grupo de sirvientes, quienes les dieron la más cordial bienvenida. Vestidos con elegancia formal, llevaban antorchas para iluminar el camino. En medio de ellos destacaba una mujer imponente, con cabello negro como la noche, elegantemente peinado en un lacio perfecto. Su hanbok rojo de exquisita calidad, adornado con bordados en oro y plata, resplandecía a la luz de las antorchas. Cubierta con una amplia variedad de joyas preciosas, su presencia indicaba claramente su posición en la familia imperial, por lo que, Jungkook se apresuró a hacer una profunda reverencia.
—Su Excelencia, hemos traído al médico, tal como nos ordenó —anunció el guerrero que había acompañado a Jungkook en su caballo, mientras los tres alfas inclinaban respetuosamente sus cuerpos en una profunda reverencia.
—Muy bien, pueden retirarse —respondió satisfecha. Los alfas se enderezaron, montaron de nuevo sus caballos, y se marcharon de ahí—. Médico Jeon, puede levantar la cabeza —concedió la mujer, ante lo cual el omega obedeció y se enderezó—. Espero que haya tenido un buen viaje. Agradezco que haya podido aceptar mi petición sin problemas.
Prácticamente no había tenido opción. Sin embargo, si valoraba su vida, sería prudente abstenerse de expresar sus verdaderos pensamientos en ese momento.
—Es un honor para mí poder servir a la familia imperial —respondió el omega con una sonrisa, recibiendo un gesto de aprobación por parte de la alfa.
—Es un poco tarde para ofrecerle un recorrido por los alrededores. Asignaré a uno de mis sirvientes para que se encargue de eso mañana. Por ahora, le mostraré el interior y le presentaré a mi hijo.
Sin esperar respuesta alguna, la mujer se giró y entró al palacio. Los sirvientes aguardaron a que él la siguiera, para luego seguirlos. El interior del palacio era simplemente magnífico: finas pinturas adornaban las paredes, representando escenas históricas, mientras grandes tapices de seda colgaban de los techos altos. El suelo estaba cubierto por alfombras exquisitamente tejidas, y la luz de las lámparas de aceite reflejaba destellos dorados en los adornos de oro y jade que decoraban las estancias. Un suave aroma a incienso impregnaba el aire, creando una atmósfera de serenidad y majestuosidad que envolvía todos sus sentidos. Los pasos resonaban en los amplios pasillos mientras avanzaban por lo que sería, por un tiempo, su nuevo hogar.
Escuchó con atención mientras la alfa explicaba la distribución del palacio. Al parecer, esta era solo la residencia de su hijo, pero explicó que la suya no estaba lejos de allí. Continuaron por los amplios pasillos hasta llegar a su habitación asignada. Era extraordinariamente espaciosa y elegantemente decorada. Las paredes estaban cubiertas de seda en tonos suaves y cálidos, y grandes ventanales permitían que la luz de la luna bañara la estancia durante la noche. En el centro, se alzaba una lujosa cama con dosel, cubierta con sábanas de seda y almohadas bordadas a mano. Un escritorio de madera finamente tallada ocupaba un rincón, acompañado por una cómoda silla y una lámpara de aceite. Al otro lado de la habitación, se encontraba una acogedora sala de estar con almohadones confortables y mesas bajas. Jungkook quedó completamente asombrado; el tamaño de la habitación era demasiado para él.
—La habitación contigua se ha acondicionado como su despacho médico, aquí tiene la llave. —Uno de los sirvientes se acercó a él, y extendió una llave que Jungkook tomó con gusto. Se sorprendió un poco por la cercanía que tendría su lugar de trabajo con su habitación, pero pronto comprendió la razón—. Los aposentos de mi hijo se encuentran al final del pasillo. Me gustaría que estuviera cerca de él, para que en caso de alguna emergencia pueda acudir rápidamente.
—De acuerdo —respondió el omega con un ligero asentimiento.
—Excelente —sonrió la alfa con alegría—. Ahora le presentaré a mi hijo. Vamos.
Jungkook siguió a la mujer hasta el final del pasillo, mientras una extraña sensación de nerviosismo le invadía. Era curioso, pues rara vez se sentía así al atender a un paciente. ¿La razón? No estaba seguro. Tal vez era el hecho de que no solo trataría al sobrino del Rey, sino que este paciente en particular era un alfa guerrero, y el omega esperaba que no fuera un hombre obstinado.
Cuando las puertas de la habitación se abrieron y entraron en ella, el omega no pudo evitar mostrar su asombro. Si había pensado que su propia habitación era amplia, esta simplemente no tenía comparación.
—Hijo, quiero presentarte a alguien. ¿Te parece bien?
—Has entrado sin quiera llamar a la puerta y, ¿todavía tienes el maldito descaro de preguntarme si me parece bien? Una total falta de respeto de su parte, Su Excelencia —pronunció con tosquedad.
La alfa permaneció imperturbable en su lugar, como si la hostilidad en las palabras de su hijo no la afectara. Jungkook sintió cómo la tensión llenaba el ambiente, mezclada con las intensas feromonas del alfa que descansaba en la cama. Un penetrante aroma a petricor y pino invadió sus fosas nasales; a pesar de la hostilidad presente, el omega no pudo evitar sentirse atraído por el olor que evocaba recuerdos de su hogar.
—Te presentaré al nuevo médico que se encargará de tu tratamiento; él es Jeon Jungkook. Ha venido especialmente desde la aldea de Suncheon para atenderte. Es un médico sumamente reconocido en su campo, así que tenemos grandes expectativas.
Jungkook dio un paso al frente, y ofreció una profunda reverencia.
—Será un honor para mí encargarme de su caso, joven Kim.
—Seguro que sí, estará encantado con el prestigio que le brindará trabajar para la familia imperial, pero al final, el resultado será el mismo, no podrá hacer nada. Estoy harto de personas como usted, no necesito su maldita ayuda. Y ya que mi madre no quiere escucharme, seré yo quien le diga todo esto en su cara —declaró con brusquedad. Por más que Jungkook intentara mantenerse impasible, le resultó muy difícil; por lo que se enderezó y observó al otro con el ceño fruncido.
Se encontró con la mirada penetrante y amenazante del alfa, cuyos ojos eran tan oscuros como las hebras azabache de su cabello. Las cejas fruncidas sobre ellos eran espesas, y a pesar de la oscuridad de la habitación, Jungkook notó la nariz perfectamente perfilada y un pequeño lunar en la punta, iluminado por la luz de la luna que se filtraba por los ventanales. Odiaba admitirlo, pero el alfa era sumamente atractivo.
El encuentro de sus miradas pareció extenderse durante un largo momento, aunque solo hubieran pasado unos segundos. Una extraña sensación llenó su estómago y su pecho, posiblemente el efecto de las intensas feromonas que el alfa desprendía.
Jungkook suavizó su expresión, consciente de que no podía permitirse dejarse llevar por las palabras del otro. Aunque en ese momento su esperanza de volver pronto a casa se había desvanecido por completo, no estaba dispuesto a rendirse. Se comprometió a esforzarse al máximo para encontrar la manera de ayudar al alfa.
—Lo invito a conocerme primero, antes de que me encasille como el tipo de persona que detesta. Estoy aquí por órdenes de su madre, así que, aunque no le parezca, permaneceré a su lado hasta que se recupere por completo. Así que, lo repito una vez más, será un placer para mí encargarme de su caso, joven Kim.
La osadía del omega dejó perplejo al alfa, cuya expresión se suavizó y una sonrisa socarrona se dibujó en sus labios, mientras lo observaba detenidamente de arriba abajo.
—Solo no llore cuando fracase, médico Jeon.
Este caso sería, sin duda, sumamente complicado. Sin embargo, de alguna manera, el desafío logró emocionarlo como profesional. Si el alfa frente a él no fuera un miembro de la familia imperial, Jungkook habría expresado su descontento en más palabras. No obstante, ahora se sentía un poco más motivado. Se comprometió a curar al alfa, sin importar qué, incluso si fuera lo último que hiciera.
Ya verían quien terminaba llorando al final, pero Jungkook, no estaba dispuesto a ser él.
Hola, nubecitas☁️ ¡NTJ logró salir a la luz! Ya les había comentado un poco en mi canal de difusión el cómo fue que comenzamos esta colaboración por medio de una dinámica. También les dije que esto era completamente diferente a lo que normalmente suelo escribir, así que, díganme que les pareció el primer capítulo.👀 Saben que adoro leer sus comentarios.💖
El siguiente capítulo lo estaré publicando más tarde. La historia será cortita, pero espero que la disfruten mucho. Le pusimos mucho amor y empeño.💖
Así que, nos vemos más tarde. Hasta entonces, manténganse sanos.🌷
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro