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: : :*ೃ࿔୭ 𝐅𝐚𝐬𝐞 𝐎𝟏 ミ

➽❀Fase I: Cascabel

【 Tamaki Amajiki

Narrador Omnisciente:

-¿Uh? ¿Qué le sucederá a ______-chan? -preguntó cierta chica de cabellos celestes, mirando con curiosidad a su amiga.

-Parece... triste -dudó Mirio mientras ladeaba la cabeza, un poco confundido de verla en ese estado.

-Deberías ir con ella, Tamaki -le recomendó Nejire, inflando las mejillas al mismo tiempo que lo empujaba en dirección de la castaña.

-¡E-espera...! -Los nervios del chico no se hicieron esperar, sintiendo su corazón acelerarse a mil por hora.

Pero ya era tarde, puesto que su amiga lo había empujado hacia donde estaba ______, haciendo caer los libros que tenía entre sus brazos.

-P-perdona... -se disculpó el chico, agachándose para tomar torpemente algunos libros entre sus manos- Lo siento, e-es que... -volteó a ver hacia atrás en busca de sus amigos pero estos simplemente se habían ido, dejándolo completamente solo.

-No te preocupes, Tamaki-san -le dijo ______ restándole importancia, aceptando unos dos libros que le ofrecía el mayor.

La joven de cabellos castaños se puso de pie al igual que él y acomodó los libros dentro de su casillero, cerrando el mismo porque luego de eso ya no tendrían más clases por el día de hoy.

Tamaki observó sus facciones con cuidado desde su lugar, sin saber muy bien qué decir en aquel momento por miedo a arruinar la plática que estaban teniendo.

Bueno, si es que a eso se le podía llamar una plática, claro está.

Pero es que para el joven, el simple hecho de estar cerca de la chica que le gustaba sin poder desmayarse, era completamente un logro. Le gustaba su compañía y el cómo le hacía sentir, siempre le animaba con pequeñas acciones o palabras, haciéndole sentir que sí importaba en la sociedad, o al menos así lo era para ella.

______ solía ser una chica alegre casi todo el tiempo. A pesar de tener muchos problemas en su casa por culpa de su familia, siempre le veía el lado bueno a las cosas y ayudaba a los demás en lo que podía, haciéndolos sentir mejor cuando ella misma estaba hasta por los suelos.

-¡Tu quirk es genial, Tamaki-san! -Lo había adulado con una sonrisa de oreja a oreja, sentándose en el pupitre frente al suyo- ¡Ya quisiera ser como usted, senpai!

A pesar de que la diferencia de edades entre ellos era casi nula, ella había optado por llamarlo senpai, pues le tenía mucho respeto y aprecio al chico de orejas de elfo.

Siempre que estaba cerca de ______, su corazón bombeaba a mil por hora, queriendo desmayarse ahí mismo por la vergüenza que sentía de que ella lo viese.

A Tamaki Amajiki le gustaba esa chica con sonrisa resplandeciente, más aun así...

Hoy no traía esa característica sonrisa suya.

-¿Pasó algo...? -preguntó en un débil susurro, notando cómo la chica tenía los ojos un poco rojos.

Fue en ese momento en el que la castaña levantó la mirada y lo miró de frente, sintiendo sus ojos aguarse y sus labios temblar. Una lágrima rebelde rodó por su mejilla derecha y, por un impulso, abrazó al chico de hebras azules, intentando tener un poco de apoyo por la situación que estaba pasando.

Tamaki no tenía ni idea de qué hacer en un momento como ese, el sentirla aferrarse contra su torso lo había dejado completamente tieso en su lugar, casi al borde del colapso por tenerla tan cerca suyo.

Su respiración comenzó a agitarse y su corazón casi se salía de su boca por lo nervioso que estaba, aun así, reuniendo todo el valor que pudo, la estrechó entre sus brazos, dándole el abrazo y consuelo que necesitaba.

No sabía exactamente qué es lo que había pasado en aquel momento con la joven, pero estaba seguro de que había sido algo para preocuparse, pues nunca la había visto tan... tan triste.

-S-se perdió... -un sollozo salió de sus labios, mientras se separaba un poco para ver los ojos del contrario, quien se mostró un poco sorprendido- No está, T-tamaki... -su voz se fue apagando poco a poco, intentando no seguir llorando pero le era algo casi imposible- Yuki se fue.

El llanto de la castaña había aumentado con tan solo pronunciar aquellas palabras, sintiendo nuevamente aquel dolor en su pecho que no la dejaba tranquila, fue por eso que volvió a abrazar a Tamaki, quien volvió a corresponderle de forma torpe.

Ahora entendía el porqué de su estado.

Dos meses antes.

Narra ______:

-¡No se preocupe por mí, senpai! -le sonreí a Tamaki mientras ambos caminábamos hacia nuestros respectivos hogares, pues vivíamos en el mismo barrio- ¡Le aseguro que estaré bien, ya verá!

Levanté mis manos vendadas hacia el frente en forma de puños, demostrándole que no tenía de qué preocuparse.

-A-aun así, yo... -murmuró algo que no pude entender muy bien, pues había apoyado su frente en la pared de una casa.

Solté un suspiro y me encaminé hacia él con una pequeña sonrisa, tocándole el hombro para que se diese vuelta.

-No fue su culpa -dije alzando un pulgar en su dirección, pues sabía que se sentía culpable por lo ocurrido en el entrenamiento-. Sé que no lo hizo con malas intenciones, Tamaki-senpai.

El chico de ojos violáceos estuvo a punto de decir algo pero se quedó con la boca medio abierta, sin saber muy bien qué decir.

Al principio pensé que me estaba mirando a mí pero no fue así, pues él estaba mirando algo a mis espaldas. Bastante curiosa, también di la vuelta para ver qué es lo que estaba mirando, encontrándome a un pequeño gatito casi completamente blanco como la nieve, justo debajo de un árbol.

-¡Es un gatito! -exclamé con una sonrisa de oreja a oreja, acercándome con cautela hacia dicha criatura.

Me dirigí hacia el minino lo más silenciosa que pude, intentando no asustarle con mis pasos. Miré de reojo hacia atrás y pude ver que Tamaki también se estaba acercando a paso lento, lo cual hizo que sonriera aún más. Extendí uno de mis brazos y le hice señas al gatito para que se acercase con confianza, pero este simplemente no hizo caso, es más, su cola se había vuelto erizada.

-Mmm... ¿Tal vez? -murmuré para mí misma, sacando de mi mochila las sobras del sándwich de mi almuerzo.

Se los puse a una distancia considerable y volví a llamarlo con unas señas, por lo que el gatito, bastante curioso, se acercó para probar un poco de la comida que le había ofrecido.

-Tenía hambre... -dijo el senpai en voz baja, arrodillándose a mi lado mientras observábamos al minino degustar un poco.

En aquel entonces, mi mente se había quedado completamente en blanco, pues mi atención era solamente para dicho gato.

-Está herido -un susurro apenas audible salió de mis labios, acercándome hacia dicha criatura.

-No creo que lo esté... parece sano.

-Me refiero a su interior, Tamaki-senpai -le sonreí por unos momentos, volviendo mi vista hacia el gatito.

A simple vista, se podía notar que era bastante huraño y desconfiado de los demás, pues esa había sido la razón por la cual me había evadido en un principio. Pobrecito... qué cosas habría pasado para estar tan a la defensiva.

Más aun así, intenté acercarme a él con cautela, terminando por tocar sus finos cabellos con las yemas de mis dedos.

-Es amigable -le sonreí a Tamaki mientras jugaba con el minino, quien intentaba morder mis dedos-. Solo ha pasado por un mal rato.

En aquel entonces no sabíamos qué hacer con nuestro nuevo amigo, pues la verdad me daba mucha pena tener que dejarlo ahí, solo, luchando contra el mundo cruel.

-Tenemos que irnos, _-______ -el pelinegro tomó mi brazo con cuidado y me indicó que siguiéramos el camino, pues ya estaba atardeciendo.

Miré a ambos con duda pero al final le hice caso a Tamaki, mirando con una sonrisa triste al gatito.

No hicimos más que unos cuantos pasos y el ladrido de unos perros llamó nuestra atención, por lo que volteamos confundidos.

Unos grandes labradores habían ido trotando hacia donde estaba dicho árbol, a por el gatito.

Actualidad.

-No hagas eso, Yuki -me reí al sentir sus suaves pelos contra mi mejilla, haciéndome cosquillas.

Un leve tintineo había resonado por toda la habitación, el cual fue provocado por el cascabel que traía puesto en su collar.

Hace varios meses había decidido quedarme con aquel gatito que habíamos encontrado junto a Tamaki, el cual había llamado Yuki.

Su nombre tenía un significado especial, pues simbolizaba la blanca nieve que caía ahora mismo por ser las fechas navideñas.

Al principio me había costado convencer a mis padres para quedarme con dicha criatura, pues ellos no estaban muy seguido en la casa por problemas médicos, así que no habría quién lo cuidase mientras yo estaba fuera de casa por ir a la academia.

Más aun así, me comprometí a cuidarlo el tiempo que tenía libre y a encerrarlo en mi habitación cuando no estuviese, a lo que ambos accedieron y me permitieron quedármelo.

-Eres tan suave... -dije acariciándola en la cabeza y haciéndole algunos mimos, esparciéndolos por todo su cuerpo.

Los sonidos de unos ronroneos y cascabeles fueron los únicos que se escucharon en la silenciosa habitación, llenando mis oídos de una dulce melodía.

Era algo irónico a decir verdad, pues cuando el chico de cabellos azules me había regalado aquel collar con cascabel para Yuki, sentí como mis mejillas ardían por recibir tal presente de su parte, sobre todo porque él no era de hacer ese tipo de obsequios.

Emocionada, le había puesto aquel collar a la pequeña, sin embargo... hacía un sonido molesto.

Todos los días, momento tras momento, Yuki tendía a sacudirse por aquel objeto extraño en su cuerpo, haciendo un sonido bastante repetitivo con aquel odioso cascabel.

Se movía como si estuviese poseído y correteaba de aquí para allá, haciendo más ruido del que mis oídos podían soportar, debido a una de las consecuencias de mi quirk.

Al principio el ruido era molesto y tenía ganas de sacarle aquel collar, pero algo dentro mío me lo impedía, y eso era Tamaki.

Sentía que si se lo sacaba le estaría fallando y desechando su regalo, fue por esa razón que nunca se lo saqué, después de todo, a él le gustaba acariciar a mi gata junto al collar que él mismo le había regalado.

Pocas veces eran las que veía sonreír al senpai con naturalidad, como si estuviese orgulloso de sí mismo por haber elegido aquel presente, es por eso que soporté esos ruidos que por las noches no me dejaban dormir, por Tamaki.

Con el tiempo, terminé acostumbrándome a dichos ruidos por la casa, incluso disfrutando algunas veces de aquel tintineo que procedía desde su cuello.

En aquellos meses mis padres no estaban mucho por la casa, por lo que Yuki se convirtió en mi fiel compañera casi las veinticuatro horas al día. Nos despertábamos juntas y desayunábamos en el comedor al mismo tiempo, yo me iba a la academia y ella se quedaba a esperarme en mi habitación, para que al volver, me recibiera con caricias y ronroneos entre mis piernas.

Hacía mis deberes junto a ella mientras le daba caricias, jugando alguna que otra vez con su cascabel dorado, disfrutando de aquel tintineo.

Hubo un día en el que regresé lo más pronto posible a mi casa, pues le había comprado un juguete nuevo a Yuki con mis ahorros de una semana. Estaba bastante entusiasmada por mostrárselo, fue por eso que corrí lo más que pude hacia mi hogar para estar con ella.

Sin embargo, cuando entré a mi habitación, el silencio era lo único que reinaba en aquel lugar.

-¿Yuki...? -La llamé en un débil susurro, pero no había nada.

Tragué en seco y busqué a mi gata por toda la casa, con la esperanza de encontrarla metida por algún lugar.

Era algo sumamente extraño, pues en la mañana la había dejado durmiendo en la cama, junto a mis cobijas de bananas en pijama.

La preocupación y desesperación crecieron dentro mío al no encontrarla en ninguna parte de mi habitación o de la casa, sintiendo miedo al no encontrarla como todos los días. La llamé con su comida y juguetes pero simplemente no había nada, era como si se hubiese desvanecido en el aire.

Lo único que había encontrado luego de unos minutos, había sido su collar roto, atrapado junto a una de las ventanas que daban hacia la calle.

La idea original era mucho más larga y pensé en cambiar a Tamaki por Bakugo, pero hubo falta de tiempo toste u.u

Yuki </3 ;-;

Tal vez pase a la Fase II, tal vez no, en fin xddd esto puede contar como capítulo único n.n

Gracias por leer <3

Bч: ᥒoᥣxᥒgᥱrhᥙmᥲᥒ 🌺

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