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PRÓLOGO


—¡Eres un asqueroso desviado anormal! —le gritó su padre con cólera al ver el historial de la computadora de su hijo. Earth, que se hallaba limpiando la cocina, dio un respingo y dejó caer por accidente un plato de cristal, haciéndose añicos—¿No te basta con que seamos del rango más repudiado? ¡Somos Gammas! Yo me niego a aceptar que engendré a un estúpido homosexual. No eres Alfa, Omega o Beta para pensar que podrías avanzar en la vida teniendo sus mismos gustos.

Earth apretó las mandíbulas y en silencio, se dispuso a recoger los trozos de cristal, mientras su padre continuaba despotricando.

—Somos la única especie que procrea como es debido—masculló el hombre—y te prohíbo que sigas viendo porquerías a través de internet o te quitaré la computadora.

—No puedes quitármela porque es mía. Yo la compré y la uso para mi trabajo—respondió por fin Earth, midiendo el tono de su voz para no alterarse.

—¡No me repliques! —su padre atravesó la cocina y lo agarró del cabello rudamente, acercando el pequeño y delicado rostro del chico al suyo con desprecio—soy tu maldito padre y vas a obedecerme. Júrame que dejarás atrás este asqueroso fetiche tuyo, Earth, ¡Júramelo!

Con una mueca de dolor, el débil chico asintió, sintiendo que sus lágrimas se deslizarían por sus mejillas en cualquier momento.

El hombre lo empujó con fuerza y lo tiró al suelo de rodillas, provocando que su hijo se hiriera con el cristal del plato, pero no le importó.

—Limpia bien la sangre cuando termines—le espetó antes de salir de la cocina a pasos rápidos.

Earth se limpió las lágrimas y sorbió por la nariz mientras se lavaba las manos y observaba la sangre fluir, revuelta con el agua. Buscó el botiquín dentro de la alacena y se vendó las palmas después de desinfectar las heridas. A nadie le importaba su bienestar. Su familia era peor que el resto de personas.

Empezó a trabajar como recepcionista en un motel de paso desde muy joven, a los diecisiete años ya se encargaba de reservar habitaciones clandestinas para los Alfas y sus raros fetiches con Betas, pero jamás con personas como él. Ahora, con veinticinco años, seguía estancado allí.

Y supo que le atraían los hombres sin importar su rango, cuando vio por primera vez a un par entrar a una habitación para pasar unas horas de placer. Era un Alfa y un Omega. Ambos varones.

A pesar de que no podía contar con el apoyo en su familia, tenía un solo amigo en el mundo, que conoció en ese motel y que tenía su misma edad, solo que había algo que los diferenciaba: Su amigo era un Omega y era hijo del dueño de ese motel. Su nombre era Fluke Natouch.

Fluke tenía un novio Alfa guapísimo, que pasaba por él todas las tardes para ir a divertirse y algunas veces, los ayudaba a meterse a una de las habitaciones a hurtadillas y los miraba salir muy sofocados, señal de unos buenos polvos.

—Algún día encontrarás alguien que te complemente—le decía Fluke cuando no salía con su novio, Ohm Thitiwat, que era el hijo de un empresario muy influyente en Bangkok. Y pertenecía a un linaje de Alfas de sangre pura por muchísimas generaciones—yo hallé a Ohm en donde menos lo esperaba y míranos, nos amamos con locura. Llevamos tres años juntos y ya estamos empezando a hablar de boda.

—Él es Alfa y tu Omega, nacieron para estar juntos—le respondía Earth con terquedad para que Fluke ya no insistiera—los que nacen siendo Gammas como yo, no tenemos oportunidad de nada.

Y ese tema de conversación se esfumaba.

En los momentos de descanso en el motel, usaba su computadora, no solo para ver contenido sexual gay de Alfas y Omegas con audífonos, sino que buscaba sitios para conocer personas como él, pero al instante de quedar de verse, se arrepentía. No obstante, desde hacía tres meses, había comenzado a hablar con un Alfa de nombre Kao Noppakao en el que congeniaron desde el primer momento. Earth ocultó el hecho de ser Gamma y le siguió la corriente, puesto que ese sujeto era sumamente atractivo y parecía no estar interesado en el romanticismo, solo sexo. Y Earth buscaba tener su primera experiencia sexual con un Alfa, nada de compromisos.

Y esa noche que no le tocaba trabajar en el motel, quedó con Kao Noppakao de verse por primera vez allí mismo, y con ayuda de su amigo Fluke, apartaron la mejor habitación.

Terminó de limpiar la casa y se dio a la tarea de elegir su atuendo para esa noche. Fluke le regalaba la ropa que su madre le compraba sin preguntarle, por lo que para Earth era su más grande atesoramiento porque era completamente nuevo, con etiquetas incluidas.

Optó por llevar una camisa negra de tela transparente y una camiseta por debajo sin mangas y que le llegaba más arriba del ombligo. Un pantalón negro de mezclilla y unos botines blancos con agujetas negras. Era la primera vez que se atrevía a ponerse esas prendas, que llevaban bastante tiempo esperando el momento indicado.

Se tomó el tiempo para preparar la cena para sus padres y hermana menor antes de dedicarse a él.

A eso de las siete de la noche, entró a ducharse. Su cita estaba destinada para las diez.

—¿Vas a salir? —su hermana de ocho años llamó a su puerta con insistencia.

—Sí, cariño—le respondió desde adentro y corrió a abrirle justo al momento de salir de la ducha, enrollado en la toalla.

—¿Me llevas contigo? —la pequeña niña de mofletes de bebé sonrió.

—No puedo, cariño, iré a un lugar que solo admiten adultos, pero la próxima semana te llevaré al parque, lo prometo—le acarició suavemente la cabeza. Ella hizo pucheros—nunca he roto una promesa, lo sabes.

—¿Volverás tarde? Porque quiero que juguemos con mi nueva muñeca—añadió muy emocionada. A Earth le dio muchísima ternura verla tan entusiasmada con la muñeca de segunda mano que le compró dos días atrás. Deseaba darle las mejores cosas del mundo y se odiaba por no poder dárselas.

—Sí, cariño, un poquito tarde, y no quiero que me esperes despierta o me enfadaré. No debes desvelarte.

—Pero...

—Zion, estoy hablando en serio—la reprendió con severidad y la niña asintió, angustiada.

Después de que su hermanita lo dejara continuar alistándose, se puso la ropa elegida y se animó a maquillarse, con el maquillaje que también le obsequió Fluke en su más reciente cumpleaños.

A las nueve y media, saltó por la ventana con su bolso atravesado frente al pecho y pidió un taxi. Era suicidio seguro si salía por la puerta principal de la casa.

En el camino, le marcó a Fluke para verificar todo lo planeado y tuvo que alejar el teléfono de su oreja ante su grito de euforia.

—¡Hoy vas a saber de lo delicioso que es el sexo! ¡Te van a desvirgar por fin!

Lamentablemente, Earth se dio cuenta demasiado tarde de que le había presionado por error el altavoz y ver que el taxista tuvo el honor de escuchar el plan de esa noche.

El pobre hombre le rehuyó la mirada a Earth y siguió conduciendo.

—Fluke, cierra la boca—espetó Earth, abrumado y quitándole el altavoz. Su cara era un tomate andante—¿ya está todo preparado?

—Sí, todo listo. Le conté a Ohm de esto y está aquí, ayudándome. Trajo una botella del mejor vino y copas carísimas para que al menos degusten esta delicia antes de tu desfloración—echó a reír.

—¿Por qué le contaste a Ohm? —se desconcertó—era un secreto, Fluke.

—Me llamó por la mañana para invitarme a cenar, pero le dije que estaría ocupado y estuvo insistiendo para que le dijera en qué, hasta que se lo comenté—respondió Fluke con calma—como le agradas, se tomó el atrevimiento de traerte el vino y las copas para una mejor experiencia.

En eso, se escuchó la voz de Ohm y a continuación, empezó a hablar con Earth.

—La finalidad de mi presente, no es para que te sientas observado, criticado o juzgado. Eres el mejor amigo de mi novio y sé lo bien que se llevan y se quieren ustedes dos. Me agradas y no te sientas cohibido porque sé lo que tienes planeado hoy, es lo normal y, a decir verdad, te considero también mi amigo. Fluke y yo estaremos en la recepción por si el sujeto con el que quedaste resulta ser un patán. Solamente debes gritar e iremos en tu auxilio.

La masculina y varonil voz de Ohm lo aturdió.

—Muchas gracias, Ohm—le agradeció—en serio.

—No agradezcas y date prisa. Parece que tu cita está aquí...

Hubo un forcejeo en el teléfono y Earth palideció. Aún faltaba un poco para llegar.

—Maldita sea, Earth—balbuceó Fluke en voz baja—está buenísimo el Alfa que te conseguiste...

"—Buenas noches, reservé la habitación 06—la voz de aquel sujeto era muy masculina y territorial, que incluso Earth, a través del auricular, se quedó sin aliento"

"—Por supuesto, aquí tiene su llave—Ohm fue el que respondió, porque al parecer, Fluke se quedó mudo—disfrute su noche."

—¡Ven pronto, Earth! —chilló Fluke y le colgó. Earth alcanzó a escuchar un gritito de emoción antes de que finalizara la llamada.

Earth le había enseñado de Kao Noppakao a Fluke y por eso sabía que su amigo no mentía al decir que estaba buenísimo, puesto que, en realidad, si lo estaba. Era demasiado atractivo y sexual de pies a cabeza.

Alrededor de diez minutos, llegó al motel y luego de pagarle al taxista, salió del coche dando traspiés y muriéndose de nervios.

Vislumbró el vehículo de Ohm justo enfrente de la entrada a la recepción del motel y más atrás, vio un coche más elegante e imponente color vino. Tragó saliva y se dirigió en donde se hallaban Ohm y Fluke, hablando en murmullos en el pequeño escritorio. Menos mal su computadora portátil estaba en casa, porque de ser lo contrario ese par de tortolos habrían investigado a fondo sobre Kao Noppakao.

—¡Por Buda, te ves tan sexy! —chilló Fluke al verlo acercarse con timidez.

—La verdad es que te ves radiante, Earth—dijo Ohm, ruborizándose a medida que lo miraba de arriba abajo—tu cita aceptó a regañadientes el vino, pero no las copas. ¿Quieres llevarlas tú?

—¿Y si mejor me marcho y le dicen que me morí? —titubeó, muriéndose de vergüenza. Se sintió tan vulnerable y poca cosa en aquel momento.

—No, de ninguna manera—gruñó Fluke, agarrándolo de los hombros con fuerza—entra ahí y afronta lo que has venido a hacer.

—¿Y si no le soy suficientemente atractivo o se decepciona por ser un Gamma?

—Al diablo con los estándares jerárquicos—siseó Fluke, molesto—eres mejor que muchos Alfas, Omegas o Betas que conozco.

—Te acompañamos hasta la puerta si quieres—bromeó Ohm, haciendo reír a Earth.

—Estoy bien—cuadrando los hombros y elevando la barbilla, Earth tomó valentía de alguna parte y se despidió de sus amigos antes de aventurarse a aquel enorme pasillo en donde la habitación 06 lo aguardaba.

La sensación de ser un chico don nadie lo invadió, pero al ver a Ohm y Fluke por encima del hombro, alentándolo, mandó al cuerno cualquier inseguridad. Además, sería una sola noche, sin compromiso, solo placer entre dos desconocidos.

Respiró hondo antes de girar el pomo de la puerta y entrar a pasos decididos.

La luz estaba en modo tenue y olía exquisito. A perfume de hombre fino y sofisticado, pero también había un aroma que cambiaba un poco la fragancia real. Confundido, dejó su bolso y buscó con la mirada a su cita en toda la habitación, pero no lo encontró. Pensó en salir a verificar el número, cuando unas fuertes manos y para nada gentiles, atraparon su cintura y lo empujaron a la pared más cercana, junto a la puerta y sintió algo grande y duro a la altura de su trasero, rozándole con fuerza. A continuación, una de esas rudas manos, se deslizó a su cuello, provocando que Earth emitiera un gemido al momento que la otra mano que tenía libre el Alfa, hurgaba con ansiedad en el interior de su pantalón sin miramientos.

—Puedes hacer conmigo lo que quieras—logró decir Earth, cegándose cada vez más por aquel tormentoso deseo carnal. Ni si quiera podía ver a ese Alfa a la cara o su tremendo miembro rozándole y ya se sentía listo para él—y debo informarte que mentí. No soy un Omega ni un Beta.

Aquello detuvo las caricias obscenas del Alfa.

—¿Eres un Gamma? —gruñó en su oreja y depositó un beso en el cuello expuesto de Earth para después lamerlo con lujuria.

—Sí, no te preocupes de nada...—gimió—solo haz lo que desees conmigo, tú eres el Alfa y mandas.

—Me llamo Kao, no Alfa—volvió a gruñirle y con rudeza, lo atrajo más a su cuerpo, manteniéndolo de espaldas y luego lo lanzó con brusquedad a la cama—mi rango no me define como persona, pero a ti sí, Gamma. Los de tu clase están casi extintos y, ¿sabes qué es curioso?

Earth había aterrizado de espaldas a la cama y entornó los ojos cuando logró ver por fin en su máximo esplendor a ese Alfa, que había comenzado a desvestirse ferozmente.

Tenía los ojos parecidos a los de un felino a punto de comerse a su presa y una mirada llena de lascivia que podía percibir su nivel de excitación sin ver su fabuloso pene erecto debajo de su pantalón oscuro que parecía a punto de estallar. Andaba vestido con un saco azul marino, y su pantalón del mismo tono, lo único diferente era su camisa, la cual era negra.

A Earth se le secó la boca cuando Kao Noppakao se despojó de absolutamente toda su ropa y lo vio completamente desnudo.

—¿Qué es curioso...? —murmuró Earth al tiempo que Kao lo agarraba de las muñecas y se las colocaba por encima de la cabeza sin dejar lamerle el cuello, cada vez más excitado. Earth se mordió el labio inferior sintiendo la gloriosa punta de su masculinidad rozarle el vientre descubierto.

—Sé que no eres un Alfa, se nota a leguas, pero...—ronroneó en su cuello y le dio un mordisco juguetón, no tan profundo como para marcarlo—tampoco siento que seas un Gamma.

Earth lo detuvo y lo miró con el ceño fruncido.

—¿A qué te refieres? —logró articular con desconcierto, pese a la excitación.

—No eres un Gamma, no lo creo—carraspeó, volviendo a tomar posesión de su pequeño cuerpo con rudeza.

—¿Podrías detenerte? —Earth utilizó toda la fuerza que le fue posible para apartarlo, y lo consiguió, pero solo unos cuantos segundos. El Alfa se hallaba muy excitado y gruñó ante aquel arrebato.

—No estamos aquí para charlar—le espetó el Alfa, completamente molesto—ahora cierra la maldita boca y vuelve a ser el sumiso de hace unos minutos.

—¡Solo explícame a qué te refieres con que no crees que yo sea un Gamma! —Earth se alejó medio metro de él, a punto de levantarse de la cama.

—¿A quién le importa eso? —vociferó, yéndosele encima y sometiéndolo con muchísima rudeza.

—¡Suéltame! ¡Ya no quiero hacer esto! —el chico se retorció bajo su agarre, pero aquel Alfa no lo liberó. Le arrancó la ropa bruscamente, haciendo que Earth comenzara a desesperarse. Ya no deseaba tener sexo con ese hombre, quería marcharse a casa—¡Déjame ir!

Forcejaron en la cama y Earth se dio cuenta que la única manera de zafarse de él era noqueándolo o gritar lo suficientemente fuerte para que sus amigos llegaran a ayudarlo.

Al tiempo que Kao Noppakao lo movía de posición para penetrarlo, Earth echó la rodilla hacia adelante y luego hacia atrás con fuerza, dándole una patada en la espinilla, liberándose por una fracción de segundo, la cual usó para ir hacia la puerta dando traspiés.

Tras girar el pomo, el Alfa completamente recuperado por el golpe, fue tras él y lo apartó de la puerta de un empujón.

Y a Earth no le quedó más remedio que gritar como jamás había gritado para que sus amigos lo ayudaran.

—¡Auxilio! ¡Fluke, Ohm! ¡Abran la puerta...! —pero el Alfa le cubrió la boca con su enorme mano, muy cabreado.

—¿Qué es lo que te ocurre? ¿Acaso te has vuelto loco? Nos citamos aquí para tener sexo, maldita sea—lo zarandeó, sin quitarle la mano de la boca—eres un patético imbécil, pensé que podrías servir de algo, pero ya veo por qué te refugias en este asqueroso sitio y ocultas tu verdadero rango de asqueroso e insignificante Gamma. No deberías existir si quiera.

En eso, los gritos de sus amigos del otro lado de la puerta alertaron a ambos.

—¡Qué está pasando! ¡Derribaremos la puerta si no abren! —gritó Fluke, consternado, forzando el pomo.

Kao Noppakao lo empujó con bastante fuerza al suelo y comenzó a vestirse, mientras el débil chico se hacía un ovillo a los pies de la cama, sollozando y con la ropa despedazada. Las únicas prendas lindas que tenía ahora ya no servían de nada.

Y cuando estaban a punto de derribar la puerta, el Alfa abrió, enviándoles una mirada de desprecio mientras se acomodaba las mangas de su saco en las muñecas. Ohm cuadró los hombros, devolviéndole la misma mirada, con un toque de arrogancia para que ese idiota se diera cuenta que ahí no era su territorio.

A Fluke le valió un pepino y lo empujó a propósito al pasar junto a él e ir corriendo a ver a su amigo que yacía temblando en el suelo.

La mirada de Ohm se desvió a Earth y enrojeció de ira. Apretó las mandíbulas y cogió a ese Alfa de las solapas de su camisa, y empujándolo a la pared, acercó su rostro al suyo, aunque tuvo que inclinarse, ya que le llevaba como tres centímetros.

—Si te atreviste a tocarlo sin su consentimiento, te juro que...

—Quítame tus imperfectas manos de Alfa de baja categoría de encima—Kao intentó apartarlo con rudeza y Ohm no se movió ni un milímetro. Tenía los ojos en llamas—no toque a ese idiota. Me citó para cogérmelo, pero se arrepintió y yo no estoy para jueguitos de nadie.

—¿Baja categoría? —Ohm soltó una risa nasal y después apretujó más su agarre, haciéndole daño—te diría a qué familia pertenezco, pero eres una rata de alcantarilla que se da aires de macho Alfa, ridículo. Ahora lárgate antes de que mande a echarte a patadas.

Viendo con recelo a su alrededor, el Alfa esbozó una sonrisita de altanería y acomodándose las solapas, abandonó la estancia a paso elegante y seguro.

Ohm giró sobre sus talones y se aproximó a su novio y a Earth.

—¿De verdad no te hizo nada? Dime la verdad—Ohm lo interrogó tras acercarse a un asustado y deprimido chico.

Earth no respondió, sino que se abrazó a Fluke.

—Déjalo, estará bien—añadió Fluke, palmeándole la espalda a Earth—mejor ve a traer ropa mía que tengo en la oficina, por favor.

Haber tenido la peor experiencia en el ámbito sexual, decepcionó muchísimo al chico. Pensó que sería fantástico, y quizá lo hubiese sido de no ser por los comentarios extraños sobre su verdadero yo. ¿Cómo que no parecía un Gamma?

Tras esa desilusión, tomó la cruda y mejor decisión: Era momento de salir por fin de esa casa y buscar su propia vida.

Luego de una semana del incidente, Fluke intentó convencerlo de esperar un poco más y no irse así sin más, sin ningún plan de por medio. Únicamente había empacado una mochila con tres mudadas de ropa, su teléfono, cargador, audífonos y un peluche de su hermana menor para no echarla tanto de menos. En su cartera solo tenía un poco de dinero ahorrado. Ni si quiera se pudo llevar su laptop consigo. Eran las diez de la noche y todo estaba desértico.

—El centro de la ciudad no es como aquí, Earth. Piénsalo bien, por favor—le suplicó Fluke.

—Planeo ir a la zona rural, al campo más cercano que encuentre—respondió, decidido—ahí buscaré un empleo de lo que sea. No puedo estar un minuto más con mis padres, ¡Es una pesadilla! Además, necesito respuestas. Ese Alfa afirmó con mucha seguridad de que yo no parecía un Gamma.

—Ohm, dile algo—dijo Fluke a su novio, muy desesperado.

—Los Alfas pueden mentir, Earth. Ese imbécil solo estaba excitado y probablemente lo abrumó tu aspecto—inquirió Ohm, pero sus palabras sonaron falsas—no le des tantas vueltas al asunto y quédate. Puedo buscarte un empleo en mi empresa, pero no vayas a lo desconocido.

—No se preocupen por mí—añadió Earth con motivación—estaré bien, lo prometo. Si no me siento bien, regresaré.

—Llámame, sea la hora que sea—plantó Fluke—iré a verte de inmediato.

—Iremos—corrigió Ohm.


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