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39


Earth tragó saliva, sintiendo un peso incómodo en el pecho. La propuesta de Boat era absurda, peligrosa, pero también había algo en su mirada, en su confianza inquebrantable, que hacía que la idea no pareciera del todo imposible.

El Omega desvió la mirada hacia sus manos, entrelazadas en su regazo, luchando con el torbellino de pensamientos que lo invadían. Amaba a su pareja, de eso no había duda, pero la situación en la que se encontraba lo hacía cuestionarse muchas cosas, incluida la dinámica que ahora tenía con Boat.

Cuando levantó la vista, se encontró con los ojos intensos del Alfa, fijos en él. Earth se estremeció. No necesitaba palabras para saber lo que Boat estaba a punto de hacer.

Antes de que pudiera reaccionar, el Alfa se inclinó hacia él. Earth giró el rostro, evitando el contacto directo, pero no pudo evitar la sensación de los labios de Boat en su mejilla. Fue un beso rápido, ligero, pero lo suficientemente cargado de significado como para desarmarlo.

—No tienes por qué preocuparte —susurró Boat, con una sonrisa tranquilizadora—. No soy del tipo de Alfa que fuerza nada. Con esto es suficiente... por ahora.

Las palabras hicieron eco en la mente de Earth, y algo en su pecho se contrajo dolorosamente.

—Esto es una locura —murmuró, negando con la cabeza—. No debería estar aquí, no debería estar haciendo esto.

Boat no respondió de inmediato, simplemente lo observó con esa calma imperturbable que parecía ser parte de su naturaleza. Finalmente, habló:

—No estás haciendo nada malo, Earth. Solo estás buscando respuestas.

—Respuestas... —repitió el Omega en un susurro, como si probara la palabra en sus labios.

El Alfa asintió.

—Y si ese tonto necesita un empujón para ver lo que tiene contigo, estoy dispuesto a serlo. Pero no haré nada más de lo que estés dispuesto a permitir.

Earth lo miró, intentando leer entre líneas. Boat no era un manipulador, eso lo sabía, pero su propuesta estaba lejos de ser inocente.

—Tú no entiendes... —empezó a decir, su voz temblorosa—. Yo lo amo.

—Y yo no estoy aquí para cambiar eso —interrumpió Boat, su tono firme, pero no agresivo—. Solo para ayudarte.

Las palabras del Alfa eran claras, pero la intensidad en su mirada decía otra cosa. Earth desvió la vista, incómodo, y dejó escapar un suspiro pesado.

—Esto es una locura —repitió, más para sí mismo que para Boat.

—Lo es —admitió el Alfa con una sonrisa torcida—, pero, a veces, la locura es lo único que funciona.

El silencio entre ellos fue pesado, cargado de emociones reprimidas y pensamientos no dichos. Finalmente, Earth se levantó, sus piernas temblorosas pero decididas.

—No sé si esto es buena idea —murmuró, sin atreverse a mirar a Boat.

—Tú decides —respondió el Alfa, dejando que sus palabras fueran tanto una declaración como un desafío.

Earth asintió.

—Ya lo he decidido, pero dame unos minutos para procesar todo, ¿de acuerdo?

—Muy bien—dijo Boat, más animado—voy a ir por más limonada.

Durante un largo rato, Earth se la pasó observando a los escasos coches que pasaban a toda velocidad en la carretera y se dejó estremecer por el cálido aire y el sonido de las hojas de los árboles. Había demasiada paz, calma y serenidad ahí. Uno que otro ladrido de los perros del refugio, pero muy reconfortante.

Aquella era la vida que él ansiaba tener. Vivir tranquilo, pleno, feliz, en calma y ser partícipe de la naturaleza, y no tener que estar en modo supervivencia y luchar por no morir cada maldita hora del día.

Y estaba sintiendo toda esa tranquilidad gracias a Boat Tara, ese Alfa que conoció en la peor de las situaciones y que le agradaba mucho.

El chico Omega estaba seguro de que, si hubiera conocido a Boat antes que Santa, se habría enamorado de él y se lamentaba por eso, puesto que su corazón le pertenecía a alguien que lo estaba haciendo sufrir de una manera tan desgarradora y no podía olvidarlo. Estaba marcado por su Alfa y si quería intentar algo más con otro, tenía que romper el vínculo.

Estuvo un momento más ahí, deleitándose del silencio de la ciudad y la lejanía de la locura de la familia Udompoch.

Cerró los ojos unos segundos, inhalando y exhalando lentamente varias veces.

De repente, se sintió muy cansado y terminó por quedarse dormido, sintiéndose cobijado por los árboles.

Cuando despertó, se encontró recostado en una superficie suave, sin tener la menor intención de levantarse, lo hizo.

Se frotó los ojos con cansancio y bostezó.

Enfocó la vista y encontró a Boat a su lado, sonriendo. Pero lo que más le llamó la atención fueron los ojos del chico Alfa, que estaban observándolo con ternura.

—¿Dónde estamos? —preguntó el chico Omega, dándose cuenta que ya no llevaba puesto el traje de limpieza, sino su ropa.

—Seguimos en el refugio, pero en la cama de Maew—le informó Boat y era verdad.

—¿Desde cuándo conoces a estas personas? —quiso saber Earth, mientras miraba hacia la ventana. Ya estaba oscureciendo, pero no le importaba. Su teléfono había quedado en su coche y tampoco es que quisiera hablar con alguien y mucho menos con Santa.

—Mucho tiempo, la verdad—respondió—no recuerdo con exactitud el día, pero más de cinco años.

Boat estiró los brazos y rodó sobre su espalda para luego sentarse al borde de la cama.

—¿Quieres que nos vayamos ya? Seguramente tus amigos deben estar preocupados por ti—añadió el chico Alfa al ver que Earth se había quedado en silencio mirando el techo.

El chico de mejillas regordetas volteó a verlo con incertidumbre.

—Planeo quedarme en algún hotel esta noche, no me apetece ir con mis amigos ni mucho menos encontrarme con ninguno de los Udompoch.

—¿Y por qué no te quedas conmigo? Con el dinero que recibí, logré alquilar un buen departamento en lo que decido que hacer después—se ofreció Boat.

Earth lo observó detenidamente en busca de alguna mini expresión perversa en el semblante del Alfa, pero no halló ninguna. La oferta era inocente y podía confiar en él.

—Solo un par de días—le advirtió.

Boat esbozó una sonrisa genuina que dejó perplejo al joven Omega. ¿Por qué no lo conoció antes?

Se despidieron del resto de personas del refugio antes de volver a la ciudad. En el camino, Earth se dio cuenta de las llamadas perdidas de Santa y de Fluke.

No le apetecía hablar con ninguno de ellos, solo quería escapar un momento de toda la mierda que implicaba estar rodeado de esos problemas.

Sin embargo, un número desconocido le marcó y se debatió en atender la llamada o no.

—En algún momento tendrás que encarar la situación—le recordó Boat sin dejar de conducir.

Por su parte, al chico de mejillas regordetas no le quedó más opción que darle la razón. A regañadientes deslizó el dedo en la pantalla y contestó.

—¿Hola?

—¿Earth Katsamonnat? —Era una voz femenina muy familiar.

—¿Sammy?

—¡Gracias a Buda! —exclamó ella—Ohm me pasó tu número nuevo, espero no te moleste.

—No, para nada—se frotó los ojos con cansancio— ¿qué sucede?

—Mañana convocaré una reunión para hablar sobre el testamento y la parte que Kao Noppakao robó... —comenzó a decir, pero la interrumpió.

—¿Aún no has ido a la policía para que lo arresten y te devuelvan los papeles?

—No fue necesario—hizo una pausa—él mismo vino a entregarlos.

—¿Qué? —me quedé mirando al parabrisas con el ceño fruncido.

—Acaba de marcharse justo ahora. Revisé los documentos y están todos completos.

—Bien, ¿a qué hora nos vemos mañana?

—¿Te parece bien al mediodía en mi casa? Santa sabe dónde vivo para que no sea necesario enviarles ubicación.

—Iré por mi cuenta, envíame la ubicación.

Sammy se quedó callada unos segundos.

—Claro, te lo enviaré de inmediato. Nos vemos, Earth.

Le agradecí internamente que no hiciera ningún comentario fuera de lugar. Al menos ella sabía ser prudente.

Guardé el teléfono y bufé, abatido.

—¿Qué quería la abogada? —interrogó Boat.

—Mañana nos veremos en su casa al mediodía—le informó—y Santa va a ir también.

—¿Quieres que nuestro plan empiece mañana mismo? —repuso su amigo con voz maliciosa.

—Nada de besos o caricias indebidas—le advirtió, haciendo reír al Alfa—Boat, hablo en serio.

—No tendría chiste entonces. Santa debe sentir verdaderos celos al vernos juntos.

—Santa siempre ha sentido celos por todo aquel que se me acerque.

—Pero podremos darle más—le guiñó el ojo.

—¿Y si se pone violento contigo?

—¿Te olvidas que sé defenderme? —arqueó una ceja.

—Lo sé, pero no quiero que lo lastimes—se mordió el labio inferior—o no demasiado.

Lo cierto era que el chico Omega, por más que deseara hacerle sentir celos a su Alfa, no iba a permitir que fuera agredido físicamente por Boat ni por nadie. Era idiota pensar en su bienestar, pero su corazón se negaba a que eso ocurriera porque lo amaba más que nada y aunque probablemente se lo merecía, él no era así.

No podía ir en contra de sus principios ni de sus sentimientos.

El departamento de Boat era sencillo, ideal para vivir con lo necesario, aunque echaba de menos los lujos de Santa.

—No tengo ropa para mañana—se lamentó Earth.

—Te diría que uses la mía, pero te va a quedar enorme—repuso el Alfa, pensativo.

—Descuida, no planeo quedarme mucho rato en la casa de Sammy—se encogió de hombros.

Earth se acercó al balcón y no dejó que Boat dijera algo al respecto. Ya era de noche y el sonido de los coches lejanos lo relajó.

El balcón era lo suficientemente ancho para poder poner una silla y sentarse a observar la calle.

—Prepararé café y algo para cenar, puedes sentarte aquí en lo que vuelvo—le dijo Boat, sacando una mecedora para mayor comodidad.

El chico Omega se recostó en el asiento y sacó su teléfono del bolsillo.

Había más llamadas de Santa y le carcomía la ansiedad. Quería contestarle, escuchar su voz, pero el recuerdo de él con Tenon lo atormentaba y le hacía desistir. No quería imaginar lo que estaban haciendo en su ausencia.

—Boat, ¿tienes un cigarrillo y encendedor que me prestes? —le preguntó, alzando un poco la voz para que lo escuchara hasta la cocina.

—¿Acaso fumas, principito? —le respondió entre risas, a medida que se acercaba al balcón.

—Quiero calmar mis nervios, eso es todo.

—Aquí tienes.

Boat le entregó una cajetilla abierta de cigarrillos mentolados y su encendedor antes de regresar a la cocina.

Con torpeza, Earth se lo colocó entre los labios y encendió el fuego. Aquella sería la tercera vez que fumaría, puesto que cuando era más joven lo había intentado y casi murió en los fallidos intentos.

Inhaló profundo, sintiendo como sus pulmones se llenaban de humor y estuvo a punto de toser, pero se las ingenió para exhalar suavemente, incluso fue a través de su nariz y se estremeció, relajándose precipitadamente.

Ahora entendía la razón por la que las personas caían en el vicio de fumar porque era placentero. Te relajas bastante rápido.

Se hundió en la mecedora y continuó fumando muy feliz y tranquilo.

Entró a internet a través de su teléfono y buscó estuches elegantes para guardarlos en vez de la cajetilla y porta cigarrillos de oro muy lujosos.

Ahora había encontrado algo que le calmaba los nervios y no iba a soltarlo por nada del mundo.

La cena con Boat fue reconfortante. Tuvieron una amena conversación sobre sus pasatiempos, gustos musicales y temas banales, nada que pudiera comprometerlos en una situación incómoda.

Y era por eso que Earth confiaba en él. Boat podría ser un Alfa atractivo hasta decir basta y aun así, no aprovecharse de la vulnerabilidad del Omega.

—Después de reunirnos con Sammy, ¿me acompañas a comprar algunas cosas? —le pidió Earth, aunque no sabía con qué dinero, pero intentaría conseguirlo a través de Fluke, ya que la tarjeta que Santa le había dado, la perdió cuando Kao lo raptó por tres meses.

—Por supuesto, ¿qué piensas comprar?

La autenticidad de la emoción de su amigo lo hizo sonreír.

—Primero quiero conseguir dinero—se ruborizó—y después ir por cigarrillos, un estuche para llevarlos sin que se vea la cajetilla y un porta cigarrillos.

—No te hiciste adicto al tabaco, ¿verdad? —lo miró con acusación, pero sonriendo.

—Comprendí que eso me relaja mucho—admitió.

—Está bien, pero debes prometer que no lo convertirás en un vicio.

—Lo prometo.

Al término de la cena, Boat le brindó la cama y él durmió en el sofá, incluso ignorando las protestas de Earth, no se movió de la sala y a regañadientes el Omega aceptó, al igual que una camiseta de algodón y un pants enorme de Boat para dormir cómodamente.

La habitación del Alfa olía malditamente bien, a su perfume y a su propio olor masculino que solo alguien como él podía despedir. Muy diferente a Santa, pero no mejor.

No obstante, dos horas más tarde, Earth despertó sintiéndose extraño y palideció. Sus mejillas ardían como el resto de su cuerpo y con el solo roce de las sábanas en su piel, se estremecía de placer.

No. No podía ser posible que hubiera vuelto a entrar en su fase de celo...

Y no estaba Santa ahí para calmarlo. Y lo que era peor: Boat se hallaba a escasos metros de distancia y si no se tranquilizaba, sus feromonas lo despertarían y activarían su instinto sexual de Alfa.

—Cálmate—murmuró para sí mismo, dándose golpes en las piernas, pero eso pareció aumentar más su libido y se desesperó.

Su piel estaba tan sensible que no podía evitar excitarse por el roce de la maldita ropa.

Ahogándose en su desdicha, corrió al sanitario y se encerró.

Abrió la llave y se lanzó agua helada a la cara, cuello y entrepierna para calmarse y no delatarse ante su amigo Alfa.

Se miró al espejo y le causó náuseas ver su reflejo. Sus pupilas estaban dilatadas, respiraba erráticamente y tenía la cara roja por la excitación. Su vientre se contraía en su interior, anhelando ser penetrado por su Alfa y su miembro palpitaba, duro como una roca, deseoso de ser acariciado.

—¿Earth?

El chico dio un respingo tras escuchar la voz ronca de Boat del otro lado de la puerta.

—¿S-Sí? —balbuceó, intentando sin éxito guardar la calma.

—Siento tus feromonas muy... muy fuertes—consiguió decir el Alfa, claramente afectado— ¿qué está pasando? ¿estás en tu fase de celo...? No puedo pensar... con claridad...

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