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31

—Nosotros no conocíamos a nadie extranjero—repuso Earth, con el ceño fruncido—y dudo mucho que mi estúpido padre estuviera en malos pasos, puesto que no era más que un cobarde. A mí me molía a golpes, pero jamás tenía las agallas de enfrentarse con alguien de su misma condición.

La señora Jaidee de encogió de hombros y le envió una mirada de soslayo a Kao y sus guardaespaldas, que estaban a unos pasos de distancia.

—¿Te has liado con ese joven y atractivo Alfa? —preguntó ella, señalando a Kao con la barbilla. Earth negó con la cabeza, sin despegar la vista de la lápida de su hermana— ¿y por qué estás con él?

—Mi novio es el hermano de este Alfa—le respondió—pronto nos encontraremos—se limpió las lágrimas restantes con brusquedad—y ahora lo que me importa es encontrar al asesino de mi hermana...

—Vengan a tomar un poco de té a mi casa—ofreció la mujer, acariciándole la cabeza al Omega—te hará relajarte un poco después de saber la noticia.

Earth asintió y sin soltar el conejo de peluche, ayudó a la señora a incorporarse. Comenzaron a andar fuera del cementerio, con Kao y sus hombres detrás, siguiéndolos a una distancia prudente.

Había echado tanto de menos ese vecindario tan tranquilo, pero también estaba feliz de haberlo dejado atrás porque gracias a eso, logró encontrar al amor de su vida.

Llegaron hasta la casa de ella y a pesar de que les insistió al Alfa y a los demás para que entraran, se mantuvieron afuera de la vivienda, vigilando el área.

—Es mejor así—dijo Earth—Kao es un hombre de pocas pulgas.

A la mujer le pareció extraño, pero no dijo nada al respecto, ya que, después de todo, cada persona tenía su propia personalidad.

Tomar té tardó aproximadamente tres horas. Y para cuando Earth terminó de comer con la señora Jaidee, se dedicaron a hablar sobre el pasado y el presente, sin dejar de hacerse preguntas sobre el asesinato de su familia.

—¿Ha escuchado algo más sobre ese extranjero que frecuentaba a mis padres? —insistió Earth. El sol amenazaba con ocultarse, acompañado de nubes grises que presagiaban lluvia próxima.

—El señor Sunan me comentó vagamente que alcanzó a escuchar, entre los gritos de una de las veces que ese hombre los visitó, el nombre del extranjero. No se sabe a ciencia cierta si es verdad.

—¿Cuál es el nombre? —espetó Earth, furioso.

—Empezaba con la letra "A"—contestó, haciendo memoria—un nombre latino, creo. ¡No lo recuerdo! Tengo que hacer memoria.

—Por favor, trata de recordarlo, es fundamental saberlo...

De repente, rayos y relámpagos hicieron destellar la ventana, anunciando una tormenta. Fue cuestión de segundos para que se desatara una lluvia torrencial, aunque todavía no era época. Repentinamente, Kao se metió rápidamente a su vehículo junto con sus hombres, resguardándose.

—¿El señor Sunan sigue viviendo aquí? —preguntó el Omega con ansiedad.

—Infortunadamente no. Falleció el mes pasado—se lamentó la mujer—su único nieto tomó posesión de su casa y ahora vive aquí. Dicen que es un joven Omega muy atractivo, pero de pésimo humor. Jamás he tenido la oportunidad de verlo ni hablar con él porque suele estar fuera todo el día. Únicamente vuelve para dormir y se va muy temprano. Tal vez si hablas con ese chico...

—¿Usted cree que ese Omega pudiera darme alguna respuesta sobre el nombre de ese idiota que acosó a mi familia?

—No tengo idea. Quizá su abuelo le contó sobre eso. Nada pierdes con hablar con el chico.

Earth asintió, decidido. Le pidió los detalles a la señora Jaidee sobre ese individuo extraño que era familiar del señor Sunan y optó por salir a la calle bajo un paraguas para comentarle la información a Kao para que este estuviera al tanto.

—¿Esperarás a que sean las diez de la noche para ir a hablar con ese Omega? —inquirió Kao, para nada convencido. La lluvia caía muy fuerte y se impactaba con furia en el paraguas y techo del vehículo, sin mencionar el frío.

—Es la única esperanza que me queda. No voy a dejarlo pasar, así que, tienes dos opciones, idiota—masculló y el Alfa arqueó una ceja—entrar a la casa de la señora Jaidee o irte a un hostal para pasar la noche. Tal parece que lloverá hasta la madrugada y tus hombres no merecen sufrir por tu egocentrismo.

—No pensarás huir, ¿verdad? Porque juro por mi vida que te encontraré y...

—Ni si quiera me había pasado por la cabeza—espetó Earth, aunque la mera idea no parecía tan mala—solo quiero respuestas. Escapar es el menor de mis problemas.

—De acuerdo—accedió a regañadientes—llevaré a mis hombres a descansar a un hostal. Mañana a primera hora estaré aquí y más te vale quedarte a esperarme.

El chico Omega rodó los ojos, fastidiado y dando media vuelta, se encaminó a la casa de su vecina a esperar el momento preciso para hablar con el nieto del señor Sunan. A su espalda, escuchó a Kao marcharse y se relajó al momento que puso un pie dentro de la estancia cálida y tomó asiento junto al fuego de la chimenea. Era extraño que todavía existieran construcciones antiguas en pie.

—Señora Jaidee—dijo, Earth, moviendo el pie con ansiedad, sosteniendo otra taza con té—quiero que después de hablar con ese chico, usted me ayude a escaparme de aquí. Necesito que el Alfa con el que vine aquí, no lo sepa. Aunque no lo crea, él me tiene raptado del verdadero amor de mi vida y no puedo estar más tiempo a su lado. Ya son tres meses lejos de mi novio.

Ella entornó los ojos, asustada y asintió.

—Ahora entiendo su actitud extraña y amenazadora...

—¿Me ayudará? —preguntó Earth, esperanzado.

—Por supuesto que sí. Después de que hable con ese joven, te puedo llamar un taxi para que te lleve donde tu novio, no te preocupes. Todo muy discreto.

Tiempo después, cuando ya eran más de las diez de la noche, pasó un coche por la calle y la señora Jaidee se levantó rápidamente.

—¡Es el coche del joven Omega! —señaló por la ventana.

Sin pensarlo dos veces, Earth se incorporó y cuadró los hombros, listo para confrontarlo.

No sabía cómo podría eso ayudarle en saber la identidad del asesino de su familia, pero no podía echarse para atrás. La mujer le indicó la casa y Earth avanzó a pasos firmes, aferrando el paraguas y siendo consciente que la lluvia parecía haber incrementado.

La vivienda era pequeña, de un solo piso y de un color gris tan deprimente, ideal para un anciano ermitaño que mes atrás había partido a mejor vida. ¿Cómo era posible que ese Omega no hubiese podido cambiar la fachada, si ahora era su hogar? Adornarlo con algo más vivo, como flores, o artesanías.

Presionó el timbre y aguardó, muriéndose de frío. Esperó dos minutos, hasta que la puerta se abrió y se asomó el rostro de un chico, mucho más joven que él; pero con la expresión más mortífera jamás vista. Tenía el ceño muy marcado por tanto fruncirlo y sus labios contraídos de molestia.

—¿Quién eres tú y qué quieres? ¿No te das cuenta que llueve a cántaros? —espetó, irritado y mirándolo de pies a cabeza.

—Necesito hablar contigo urgentemente—sentenció Earth, desafiándolo con la mirada—y por lo que me dijeron, solo de noche puedo encontrarte.

La mirada desdeñosa de ese Omega incrementó todavía más después del comentario de Earth.

—¿Quién eres tú y qué quieres? ¿No te das cuenta que llueve a cántaros? —repitió, con más hostilidad que al principio.

—Mi nombre es Earth Katsamonnat y vivía en la casa que fue destruida hace seis meses—le informó.

—Yo heredé esta maldita casa de mi abuelo hace un mes—carraspeó—no tengo nada que ver con lo que pasó con la tuya—hizo un mohín con los labios—ahora, si me disculpas, tengo que descansar porque me gano la vida trabajando como toda persona normal—lo miró de arriba abajo con repugnancia—ya que a mí no me dan todo en la mano.

—Tu abuelo, el señor Sunan, se enteró de algo muy importante y me preguntaba si...

—¡No me interesa en lo más mínimo escucharte!

Acto seguido, el Omega malhumorado hizo el ademán de cerrarle la puerta, pero Earth fue más rápido y metió la punta del paraguas en el umbral, empujando con fuerza.

—No he terminado de hablar, maldito psicópata de mal genio—gruñó Earth—y no pienso largarme de aquí hasta que hablemos sobre un tema en específico.

La cara del chico fue de sorpresa absoluta y retrocedió. Al parecer, él no era violento y rehuía a cualquier acto de violencia, su semblante huraño no era más que una máscara para mantenerse alejado de los demás, pero suerte que Earth podía ser muy inteligente.

—¿Qué puede querer de mí un idiota como tú? —inquirió el Omega, sintiéndose amenazado. Earth cerró la puerta tras de sí y colgó el paraguas en el perchero.

—Ya me he presentado contigo, ahora, creo que es tu turno para estar en igualdad, ¿no crees?

—Mi nombre no es de tu incumbencia, solo dime qué quieres saber y vete de mi propiedad—se dejó caer en el raído sofá de hace cincuenta años, con desconfianza.

—Tu abuelo, de casualidad, ¿no mencionó el nombre de alguien extranjero? —preguntó, como quien no quiere la cosa, mirándose las uñas de forma indiferente.

—¿Por qué habría de hacerlo? Mi abuelo solo decía tonterías e incluso en su lecho de muerte, mandó buscarme por cielo, mar y tierra para que fuese yo quien heredara esta mediocre casa sin valor.

—¿Por qué exclusivamente tú? ¿y qué hay de tus demás hermanos y primos?

Aquello lo estremeció y Earth no perdió detalle de su expresión sombría.

—Porque no hay más personas a quién dejarle esta pocilga—rugió, volviendo a su expresión mortífera—soy hijo de su única hija, la que falleció cuando nací y no tengo que darte más detalles de mi vida.

—Ya, lo siento—Earth se relajó—escucha, perdí a mi familia hace seis meses de la manera más cruel y ayer vine a visitarlos y me enteré que fueron asesinados mientras yo estaba viviendo mi sueño con el amor de mi vida, alejado de la realidad—suspiró y el Omega frunció el ceño—por eso estoy aquí, tu abuelo tenía información de alguien que probablemente es el causante del homicidio de mi familia.

—¿Y por qué piensas que yo lo sé?

—Porque eres su nieto. No tengo a quien más recurrir...

—Lamento decepcionarte, pero no puedo ayudarte.

Earth apretó los labios, decepcionado y asintió. Ese chico, cuyo nombre no tenía idea, parecía ser honesto en no saber nada. Avanzó hacia la puerta y recogió el paraguas junto con su dignidad.

Sin embargo, en el momento que abrió la puerta para marcharse, casi tuvo un infarto cuando se encontró con los ojos oscuros de Kao Noppakao, mirándolo acusadoramente. Estaba empapado completamente y ninguno de sus hombres lo acompañaba. Su ropa fina y elegante parecía muy común y su cabello azabache estaba adherido a la cabeza como un casco.

—¿Qué haces aquí? —titubeó Earth, nervioso—pensé que estarías en el hostal.

—Eso hice, pero una sensación de remordimiento me hizo venir a acompañarte a la entrevista con ese individuo...

—¿Qué demonios haces tú aquí? —ladró el Omega detrás de Earth, dirigiéndose al Alfa, cuyo semblante era de sorpresa mezclada de horror. En cuestión de segundos se puso lívido, como si hubiera visto un muerto.

Kao tiró de Earth hacia atrás y se colocó como escudo.

—Yo debería preguntar eso—siseó el arrogante Alfa.

—Esperen un momento, ¿ustedes se conocen? —Earth frunció el ceño con perplejidad, al ver que, en efecto, se conocían. Demasiado, a decir verdad.

—¿Cómo no conocerlo? Si este infeliz jugó con mis sentimientos y los de Santa—lo acusó Kao, con veneno en su voz—nos enemistó para siempre...

Los celos de Earth salieron a relucir por primera vez.

—¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu maldito nombre? —le exigió al Omega, quien no parecía tener ningún miedo al Alfa, sino odio infinito y viceversa— ¿por qué hiciste que dos primos se odiaran furtivamente?

Tenon Teachapat—contestó con frialdad. Y Earth sintió náuseas—y no es de tu interés lo que haya hecho en el pasado.

—¡Claro que lo es! —vociferó Earth, enloquecido— ¡Yo soy la pareja actual y para siempre de Santa! ¡Él es mi Alfa!

Tenon entornó los ojos y una expresión incluso más feroz surcó su rostro. Eran celos y odio.

—¡Santa jamás va a olvidarme! Nosotros somos el uno para el otro, pero Kao arruinó todo. Se entrometió en nuestra relación.

—¡Jamás te obligué a meterte en mi cama, descarado infeliz! —Kao avanzó a Tenon, pero Earth lo detuvo.

—Yo me sentía abrumado por mi ciclo de celo y Santa no estaba cerca. Tú me hipnotizaste con tus feromonas hasta que no tuve control de mí—se defendió Tenon de la forma más mediocre. Sus palabras no eran sinceras.

—¡Eso es mentira! ¡Fuiste tú el que me sedujo con tus feromonas! —Kao estaba a nada de enloquecer y matar a ese Omega altanero y mentiroso.

—¡Lárguense de mi casa! —gritó Tenon, echo un mar de nervios.

—¿Dónde está el hijo que engendraste en la aventura que tuviste con Kao y Santa? —gruñó Earth.

—¿Qué? —Tenon palideció— ¿de qué estás hablando?

—Eso no es lo que importa, sino quien es el padre de ese hijo—terció Kao, abrumado—mío o de mi primo. ¡Habla, maldito!

—Yo no tengo nada que responderles a ustedes. Váyanse de mi casa y no me molesten, de lo contrario, llamaré a la policía...

—Creo que se te olvida que la policía trabaja para mi familia, ¿no es así? —inquirió el Alfa con desdén—y no te conviene guardar silencio a nuestras preguntas. Responde, lacra del infierno.

—¡Di en adopción a la niña que tuve! Ella ya tiene una familia que vive en alguna ciudad de Noruega—chilló el Omega, consternado—y si tanto quieren saber quién es su progenitor, les daré lo que quieren: el padre de mi hija no es Santa—Kao quiso vomitar—y tampoco es Kao. Me acostaba con otro chico en aquel entonces. No te creas tan especial.

Fue realmente un golpe bajo para el Alfa, pero también de alivio. Por fin podía estar tranquilo en ese aspecto de su vida.

—Resultaste ser promiscuo—canturreó Kao— ¡No puedo esperar a que se entere mi primo!

—¡Ni se te ocurra decirle nada a Santa! Él no tenía idea del embarazo.

—Oh, claro que le contaré todo a mi novio—acotó Earth con malicia—para que cierre el ciclo espeluznante contigo. Él tiene pesadillas de solo recordarte.

—Santa todavía me ama—afirmó Tenon con demencia—él jamás dejará de pensar en mí porque fui, soy y seré su verdadero y único amor. Y les apuesto que, si vuelve a verme, caerá rendido a mis pies como la primera vez.

—Llamaré a mis hombres para que te desaparezcan finalmente de la faz de la tierra. No mereces si quiera vivir—increpó Kao, perdiendo la cabeza y afuera se soltó un rayo ensordecedor, provocando que el ambiente fuera más deprimente.

De pronto, Tenon deslizó una navaja hacia arriba, sacándola desde algún punto de su ropa húmeda y los amenazó, en especial a Earth, que estaba más cerca de él.

—No vas a tocarme ni un solo cabello, antes acabo la vida de este reemplazo de Omega—rugió Tenon.

—Ya fue suficiente—eludió Kao, desenfundando una Glock ágilmente de su pantalón y apuntando fastidiosamente a Tenon.

—Jamás has tenido el valor de disparar. Eres un cobarde, Kao. No me hagas reír—se burló el Omega—mejor jura que no le dirás nada a Santa sobre lo que te conté de mi hija y no le haré daño a este debilucho chico...

—¿Debilucho chico? Todavía no me conoces, lascivo Omega de quinta—rio Earth y antes de que Tenon añadiera algo, lo noqueó de un puñetazo en la nariz, haciendo que el chico pusiera los ojos en blanco antes de caer inconsciente al suelo.

Minutos después, Tenon Teachapat yacía sometido en una silla con la boca, manos y pies atados con cinta adhesiva que hallaron en la casa.

—¿En serio Santa y tú se pelearon por este Omega tan perverso? —le espetó Earth a Kao cuando se sentaron en los sillones mientras despertaba el susodicho.

—La enemistad con mi primo es desde siempre, pero con Tenon fue la gota que derramó el vaso de nuestra paciencia y diplomacia.

Earth se estremeció en el sillón y sacudió la cabeza en negación.

—Ahora por haberse encontrado ustedes dos, mi única esperanza de saber quién asesinó a mi familia se fue por el retrete.

—¿Por qué dices eso?

—Porque estoy seguro que este idiota sabe el nombre que necesito.

Kao se frotó el rostro con las manos y miró con incertidumbre al Omega desmayado en la silla.

—Entonces despertémoslo y con una pequeña amenaza, hablará—repuso el Alfa, asqueado.

Earth vio como Kao se puso a husmear en la casa y volvió con un vaso lleno de agua helada. Miró a ambos Omegas antes de lanzárselo a Tenon en la cara con brusquedad. El recién mencionado abrió los ojos y tosió desesperadamente por debajo de la cinta adhesiva.

—Cálmate o no querrás perder una extremidad—le aconsejó Kao, colocando su mano sobre la culata de la Glock que descansaba en el borde de su pantalón. El Omega entornó los ojos y asintió—ahora, dinos, ¿sabes el nombre que Earth está buscando? Es fundamental para él y para mí—Tenon estrechó los ojos y negó con la cabeza—bien, supongo que empezaremos con algo leve, reventarte la pierna es lo último.

Earth frunció el ceño sin comprender y Tenon miró con horror a Kao.

—Trae la navaja que dejó caer este infeliz en la entrada de la puerta, Earth—ordenó el Alfa y a continuación, se quitó el abrigo y la camisa, quedando desnudo de la cintura para arriba, mostrando su fantástico cuerpo.

El chico de mejillas regordetas corrió a recoger la navaja y a dársela a ese Alfa.

—¿Qué piensas hacer?

—Estimularlo a hablar—esbozó una sonrisa extraña al momento de jugar con el arma punzo cortante.

Tenon le envió una mirada de auxilio a Earth cuando Kao se arrodilló frente a él y colocó la punta de la navaja por debajo de la uña de su dedo índice.

—¿Hablarás o quieres despedirte de cada una de tus uñas? —preguntó el Alfa con suavidad. Y al no recibir respuesta del Omega, asintió para sí mismo y tiró de la navaja hacia abajo, haciendo que el filo levantara la uña con fuerza, y saliera sangre. Tenon ahogó un grito y se contorsionó de dolor—estás a tiempo, aun no la arranco del todo.

—¡Para! ¿Te has vuelto loco? —interrumpió Earth, quitándole la navaja de las manos.

—¿Quieres recibir una respuesta a tus preguntas?

—Sí, pero...

—Con dolor, lograrás tu objetivo. Conozco bien a este gusano, ahora deja que me haga cargo, por favor—extendió su palma hacia a Earth para que le devolviera su objeto de tortura.

La desesperación de Tenon aumentó al ver como Earth cedía sin protestar. Comenzó a llorar y Kao volteó a verlo.

—¿Vas a hablar? —repuso, arqueando una ceja. El chico amordazado asintió, sintiéndose miserable—perfecto, pero, ten en mente que, si en el instante que te quite la cinta de la boca, gritas, te arranco la mano entera, ¿de acuerdo?

Ante la afirmación con la cabeza de Tenon, Kao le quitó la cinta y se situó frente a él, mirándolo a los ojos con severidad.

—Habla. Di todo lo que sabes—le espetó.

Tenon escupió a la cara, pero el Alfa le dio una bofetada, no tan fuerte para desmayarlo, pero sí para dejarlo atontado, además, tenía sangre seca en la nariz por el puñetazo de Earth. Y en un movimiento rápido, Kao le tapó nuevamente la boca y le arrancó la uña de tajo, haciendo que el pobre chico perdiera el conocimiento ante tan dolor, manchando de sangre el suelo.

—Deja de actuar como un demente—siseó Earth, alterado—lo quitaste la uña sin sentir el menor remordimiento, ¡cálmate ya y dame eso! Esto parece la escena de un crimen.

Le quitó por la fuerza la navaja y buscó algo para detener la hemorragia y limpiar la sala. Vendó a Tenon y dejó impecable el suelo. Tuvo que lavar a conciencia el trapeador y varios trapos de cocina para que no quedara evidencia.

Faltaban cinco minutos para la medianoche cuando el Omega despertó. Sudaba frío y temblaba por el dolor.

—Esta vez hablarás, ¿verdad? —increpó Kao, asustándolo.

—Ponte tu ropa. Yo seré quién le haga preguntas—masculló Earth, fastidiado—y aléjate de su campo visual.

Kao carraspeó y no tuvo más que hacerle caso a ese Omega de mejillas regordetas. Se cambió y se mantuvo a una buena distancia, pero muy alerta.

Earth quitó la cinta de su boca y la lanzó a la basura para que Tenon pudiera confiar en que ya no volvería a ser sometido, incluso desató sus muñecas.

—Quiero que me digas todo lo que sabes, por favor. Yo no quiero hacerte daño—mintió. De hecho, quería destrozarlo y hacerlo añicos por haber jugado con el corazón de Santa, pero si quería encontrar al asesino de su familia, tenía que tener paciencia. Después arreglaría sus diferencias con él, en el ámbito romántico.

—Quiero ir al hospital—jadeó Tenon. Su mano en donde le faltaba una uña le temblaba y se había teñido de rojo la venda.

—En cuanto me digas lo que quiero, te llevaré.

Tenon escudriñó las facciones de Earth con mucho interés y humedeció sus labios.

—El único nombre extranjero que conozco es el de mi padre porque él no es tailandés—contestó por fin.

—¿Empieza con "A"? —a Earth se le dilataron los ojos.

—No.

—¿Dónde está tu padre ahora?

—Él no vive aquí en Bangkok. Reside fuera del país, en algún sitio de Europa.

—Dices pura basura—bramó Kao y Tenon se sobresaltó, muerto de miedo.

—¿Cada cuando te encuentras con él? —Earth hizo caso omiso a Kao.

—No lo veo desde hace un mes cuando me mudé. Vino a ayudarme a trasladar algunas pertenencias y a hacerse cargo del funeral del abuelo.

—¿Podrías llamarlo y pedirle que venga? Necesito hablar urgentemente con él, tal vez tenga cierta información...

—No pienso llamar a mi padre solo porque piensas que él puede saber algo sobre tu familia asesinada—repuso con recelo.

—Escucha, niño de trasero festivo—Earth perdió la paciencia y lo agarró rudamente de las mejillas, apretándoselas con fuerza—he pasado tantas desgracias en mi vida y tú no vas a interferir en mi camino. Le vas a llamar a tu maldito padre para que hable yo con él.

—¡No! —chilló Tenon, tratando de zafarse de su agarre y desviar su mirada de él, pero fue imposible.

—Dame el nombre de tu padre—exigió Earth.

—¡Oblígame! —lo retó.

—Kao, trae la navaja, tal parece que Tenon ya no necesita las demás uñas de sus manos y pies.

Aquello acorraló al Omega y le saltaron las lágrimas con terror; y más cuando sintió la presencia del Alfa detrás de él y sus enormes manos posarse en sus hombros. Fue admirable como el chico no cedió, incluso le arrancaron completamente las uñas de las manos y no pudo gritar porque nuevamente le sellaron los labios.

Pronto fue amaneciendo, dando las seis de la mañana, acompañado de una fina llovizna y aves cantando; y tanto Kao como Earth se preparaban para continuar con los pies.

—¡Daniel Hidalgo! —gimoteó Tenon, al borde del colapso.

—¿Daniel Hidalgo? —repitió Earth. El nombre no le sonaba.

Pero cuando se volvió al Omega, lo vio desmayado en medio de un enorme charco de sangre.

Su rostro curtido en sudor frío, lágrimas y salpicadura de su propia sangre.

—Ahora entiendo todo—murmuró Kao, levantándose del suelo—espera aquí.

—¿A dónde vas?

—Sé quién es Daniel Hidalgo—le informó en voz alta.

No obstante, cuando abrió la puerta principal, se encontró con un hombre que era más bajo que él, pero robusto y que debía rondar los cincuenta años. Tenía la mirada más oscura que la noche, la expresión ensombrecida y su piel caramelo tenía algunas gotas de lluvia. Tenía una cicatriz en la frente, que parecía haber sido hecha por un tenedor o algo que tuviera tres filos.

—¿Quién eres tú y por qué dices saber quién soy? —espetó el hombre, mirando con arrogancia a Kao y cuando sus ojos viajaron al interior de la casa donde yacía su hijo moribundo, embistió al joven Alfa, tirándolo al suelo y apuntándole a la cabeza con un revólver—más te vale hablar, junior, o de lo contrario, haré volar tu asquerosa cabeza hueca en pedazos, al igual que el otro idiota.

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