29
Tres meses.
Tres meses en los que el joven Alfa no había sabido nada de Earth Katsamonnat, su Omega. Sabía, gracias a la pedante información de sus tíos, que Kao se lo había llevado a Turquía, pero no a qué ciudad y por qué. Ni si quiera leyendo la nota apresurada de Earth podía tranquilizarlo, además, sumándole al hecho de que también su abogada sufrió un robo en su plena casa con documentos importantes, su cabeza iba a colapsar en cualquier momento. Notificaron la desaparición del chico y la fatídica situación del robo ante las autoridades, lo cual fue en vano, porque seguían sin darle una respuesta. Las influencias del apellido Udompoch no sirvieron de nada.
En primera instancia, pensó en viajar a Turquía, a Estambul principalmente, que era la ciudad más popular de aquel país, pero se retractó enseguida, puesto que, aunque lograse ir, no sabía absolutamente nada sobre el paradero de su novio y era estar más perdido que nunca.
A menudo se reunía con la abogada y con su mejor amigo, Prem, a hablar de lo sucedido y darse ánimos. Incluso, en una ocasión, lograron citar a Boat a la reunión para que si, en algún momento, lograba saber sobre Earth, no dudara en avisarles.
—Tu familia está demente, Santa—le espetó su antiguo amigo al Alfa—si entre ustedes se hacen daño, ahora imagínate con las personas fuera de su núcleo. Pobre Earth, se involucró con la peor inmundicia de Bangkok.
—Lamentablemente tengo que darte la razón en eso—acotó Santa, derrotado. Tenía unas enormes ojeras por tantas noches sin dormir como era debido. Había comenzado a ingerir Clonazepam para lograr conciliar el sueño a la fuerza, pero últimamente estaba siendo dependiente de ese fármaco—así que olvídalo. Sammy va a darte la parte del dinero que te dejó mi empresa en compensación a lo ocurrido con tus padres, espero puedas volver a empezar. Es una cantidad muy generosa, Boat.
—Solo porque en serio necesito el dinero para poder moverme, lo aceptaré—bufó el chico, mandando al carajo la dignidad. A pesar de que no quería involucrarse, Boat sentía una sensación angustiante sobre la desaparición de ese pobre Omega que había tenido la mala suerte de caer en manos de esa horrible familia—y con lo que respecta a Earth, te ayudaré; únicamente porque me agrada. No lo hago por ti, Santa.
—No esperaba más de ti.
—¿Traes contigo la nota que te dejó antes de marcharse? —inquirió Boat. Sammy y Prem voltearon a ver a Santa.
El joven Alfa asintió, palpó sus bolsillos y deslizó el pedazo de papel hacia su antiguo amigo.
«Adiós, Yo Un Día Añoré estar con alguien como tú, pero ME di cuenta que no eres lo que deseaba. Pensé que tú TE AMO era suficiente para poder amarte, pero no fue así. No me busques más. Gracias por todo. Kao es mi mejor opción. Me Llevó tiempo darme cuenta de ello...»
Boat frunció el ceño y alzó la vista a los presentes.
—¿Tienen un bolígrafo a la mano? Creo que hallé algo—la abogada le entregó el suyo y Boat se puso manos a la obra, haciendo rayones y escribiendo rápidamente—perfecto, sabía que había dejado un mensaje oculto entre líneas—repuso, orgulloso de sí mismo—Earth no es idiota. Miren.
Les mostró la hoja con sus deducciones y el trío de chicos entornó los ojos por semejante astucia de ese Alfa rudo.
—«AYÚDAME. TE AMO. KAO ME LLEVÓ» —leyó Santa con desprecio, arrugando el papel.
—¿Ves? —interpuso Prem—habías pensado que de verdad decidió abandonarte para irse con el idiota de tu primo. Nadie en su sano juicio se iría por voluntad propia con él.
—¿Le mostraron la nota a la policía? —quiso saber Boat.
—Sí, fue la primera evidencia—bufó Santa—pero fueron unos ineptos, incapaces de tomarse la molestia de investigar bien el asunto.
—De todos modos, no ayuda en nada realmente. Solo te cerciora que fue llevado por la fuerza—acotó Sammy.
Boat se encogió de hombros y Santa se hundió en el asiento de la cafetería con muchísima más preocupación que antes. Él solo deseaba estar con su Omega.
—Daría lo que fuera por tener un indicio claro sobre su paradero. Haría lo posible por ir a rescatarlo y asesinar a mi primo con mis propias manos—masculló Santa, mirando al vacío.
El rostro de Boat se ensombreció.
—Oye, cálmate, ¿de acuerdo? Si Noppakao tiene una extraña obsesión por Earth, dudo mucho que le haga daño...
Santa volteó a verlo con brusquedad y esbozó una maldita sonrisa demente.
—Mi primo abusó sexualmente de Earth—le confesó de tirón, sorprendiendo a Boat y a la abogada. Prem solamente desvió la vista a otra parte con incomodidad—primero se encargó de darme una paliza para que yo no pudiera protegerlo y luego lo raptó como ahora, llevándoselo a su departamento en donde lo violó, dejándolo casi muerto por los desgarres, ¿acaso no pensarás que mi maldito primo no es capaz de eso y más, teniendo hechos verídicos en su contra?
Boquiabierto, Boat parpadeó, horrorizado por la noticia. Sammy se llevó las manos a la cara con incertidumbre.
—Pero, ¿Earth levantó una denuncia en su contra? —susurró la abogada.
—Denunciar a mi familia es como querer quitarles el reinado a los descendientes de la corona británica.
Boat se cruzó de brazos, consternado por aquella información.
—Pobre chico... es un imán de problemas. Me tocó rescatarlo de unos imbéciles que planeaban abusar de él también—espetó.
—Lo ven tan débil y frágil—se lamentó Santa—pero es más fuerte de lo que aparenta. Cualquier persona habría sucumbido a terminar con su vida con semejante trauma, pero él no. Decidió seguir, con la frente en alto y darme una oportunidad, a sabiendas que su agresor lleva mi sangre.
Y era cierto. Earth Katsamonnat era el Omega más fuerte y decidido que existía. La vida le ponía pruebas crueles y él las afrontaba con dignidad y valentía.
El joven Alfa cerró los ojos y colocó sus manos en posición de oración. Su voz se quebró al momento que habló nuevamente.
—Les pido que me ayuden a encontrarlo. Estos tres meses han sido de total agonía. No puedo dormir un minuto porque mi mente me lanza pensamientos negativos sobre lo que podría estar ocurriéndole a Earth. Me estoy volviendo loco... por favor, ayúdenme.
—Sabes perfectamente que yo te ayudaré en todo lo que necesites, no es necesario que me lo pidas—agregó Prem con una sonrisa.
—Me prometí a mí mismo jamás tener ningún contacto contigo o tu familia, pero vuelvo a repetir: lo haré por Earth—siseó Boat.
—La verdad es que, aparte de que me agrada Earth y de que no solo eres mi cliente ahora, eres mi amigo y te ayudaré—dijo Sammy—juntos vamos a encontrarlo. Te lo aseguro.
La reunión terminó y la abogada se marchó junto con Boat para hablar sobre su cheque y la cantidad que le otorgaría. Sin embargo, la fémina sintió su teléfono vibrar, señal de una llamada y ya sabía de quién se trataba. Era Ohm Thitiwat, enviado por Fluke Natouch para preguntar sobre Earth. Los había estado evitando a petición de Santa, por lo que ignoró la llamada y continuó su camino con ese rudo Alfa.
—¿Tú de verdad ayudarás a Santa a encontrar a ese chico? —preguntó Boat, tras subirse al coche de ella.
—Escucha, ayudaré en lo que esté en mis manos, pero conociendo a ese imbécil de Kao, lo más seguro es que lo mantenga alejado por mucho tiempo—resopló Sammy—es demasiado astuto y en ese lapso, incluso puede manipular a Earth y hacer que se ponga en contra de Santa. Esperemos que no sea el caso, porque de ser así...
—¿Tan ruin es Noppakao ahora? —silbó Boat, sorprendido.
—Es un junior que consigue lo que quiere a base de caprichos y dinero—eludió ella—si Earth es listo, podrá lidiar con él.
—Lo hará, confío en que sí—asintió él—además, si Santa dijo que superó la violación de ese idiota, es porque ese Omega es de cuidado. Alguien de admirar.
En la cafetería, Prem todavía seguía consolando a su mejor amigo. Nunca pensó verlo así otra vez, luego de que estuvo por casi un año llorándole a otro Omega de forma demencial. Y que, por coincidencias, también tuvo algo que ver su primo en su desdicha. Habían hecho un pacto para no hablar nuevamente sobre ese tema, pero era necesario sacarlo a relucir y evitar desgracias futuras.
—Tenemos que hablar de Tenon Teachapat y de Earth Katsamonnat, amigo—repuso Prem.
Santa frunció el ceño y sorbiendo por la nariz, le envió una mirada desdeñosa a su amigo.
—¿Cómo para qué? El imbécil de Tenon no viene al caso.
—Es porque está sucediendo lo mismo. Kao se ha llevado a tu pareja actual, tal como hizo con Tenon.
—Te equivocas. Mi Earth no es como ese gusano de Tenon. Mi Earth fue llevado por la fuerza. Existe una diferencia abismal.
—¿Y si Earth regresa y ya no quiere estar contigo, sino con Kao? ¿Qué harás?
—Vaya, ¿y así te haces llamar mi mejor amigo? —gruñó Santa.
—Quiero cuidar tu corazón.
—No necesito que lo cuides. Mi corazón tiene suficientes cicatrices como para dejar que alguien más lo haga pedazos de nuevo.
Prem sintió muchísima compasión por él. De tantos Omegas que había en el mundo, tenía que interesarse por aquellos en los que su primo también ponía los ojos. Definitivamente Santa debía ordenar bien sus ideas y mantener en secreto sus noviazgos para que nadie interfiriera en su felicidad.
—Si regresa embarazado de Kao, ¿Qué vas a hacer? Y es una simple hipótesis, porque dudo mucho que ese bastardo no lo haya tomado por la fuerza nuevamente.
—¿Quieres matarme, Prem? Porque tus palabras duelen más que un puñetazo.
—Quiero prepararte para lo que pueda ocurrir.
—Mentalmente estoy abierto a lo peor, pero emocionalmente me siento como un chiquillo asustado. ¡Estoy aterrado! Luego de tanto que me costó olvidar a Tenon y abrirme a un nuevo amor, sucede esto: mi primo fijándose en mi prospecto—siseó— ¿por qué me odia tanto? Debería buscarse a alguien diferente a Earth y dejarnos en paz.
—Aún no me contestas la pregunta—le recordó Prem.
—Si llega a embarazar a Earth, no voy a quedarme de brazos cruzados como en el pasado. Voy a recuperar a mi Omega—espetó Santa.
—¿Y el bebé?
—No lo obligaré a abortar, a menos que él esté de acuerdo. Esperaremos a que nazca y lo daremos en adopción.
—Eso es suponiendo que Earth quiera regresar contigo, ¿y si decide quedarse con Kao?
—Ya no soy el mismo idiota que antes—esbozó una sonrisa extraña pese a las lágrimas—y no sabes de lo que soy capaz, Prem.
—Por lo mismo que sé de lo que eres capaz, temo que vayas a cometer una estupidez.
—Mancharse las manos de sangre no está de más si lo haces por amor, además, estudiamos medicina y sabremos qué hacer.
—A mí no me metas en ese lío...
—Eres mi mejor amigo y tu deber es ayudarme—afirmó—además, si me descubren, sabrán que fuiste mi cómplice por no denunciarme a las autoridades.
—Deja de decir tonterías. Estamos en una cafetería—dijo Prem, entre dientes y mirando a todos lados.
Por lo tanto, en Estambul, Earth no dejaba de sentirse extasiado por los obsequios de Kao del gran Bazar. Tenía muchísima ropa típica de ese país nueva para usar en cualquier momento, calzado, y objetos muy curiosos y exóticos. Era demasiado extravagante. Al principio pensó en rechazar todo eso, pero se dio cuenta que, si estaba privado de la libertad, al menos podría disfrutar de sus nuevas adquisiciones gratis.
—¿Quieres ir a alguna parte a comer hoy? —le preguntó Kao una mañana mientras veían las noticias internacionales subtituladas en la sala.
—Supongo, aunque me gustaría volver a casa, ¿tú no? —repuso Earth, como quien no quiere la cosa. Se había bebido tres tazas de té turco, el cual tenía un sabor peculiarmente rico. Le llamaba la atención que fuese color rojo.
—Ya estás en casa.
—Tengo entendido que soy tailandés y aquí es Turquía—Earth arrugó la nariz—mi hogar es...
—Conmigo.
—¿Cuánto tiempo más voy a seguir aquí? El hecho de que estés comportándote como es debido, no quiere decir que yo te haya perdonado por lo que me hiciste.
—Ya pasó la prórroga de una semana para que me permitas conquistarte.
—Lo sé, pero quiero que entiendas una cosa, Kao—sentenció el chico Omega—me hiciste daño, tanto física como emocionalmente, no es fácil perdonar eso.
El Alfa guardó silencio y evitó el contacto visual con él. No quería verse envuelto en sus manipulaciones.
—Y tampoco me has dicho lo que descubriste de mí, aparte de que las acciones más importantes de tu empresa ahora me pertenecen—lo presionó, dándole en su talón de Aquiles. Kao volteó a verlo con fiereza.
—¿Vas a ser capaz de soportar una dolorosa verdad?
—He soportado malos tratos desde que tengo uso de razón y soy más fuerte de lo que crees. Mi cuerpo parece vulnerable y quizá lo sea, pero mi corazón está forjado de hierro. Nada puede lastimarme más de lo que ya lo han hecho antes.
—¿Quién te lastimó tanto para que puedas decir eso? —Kao se sorprendió por sus frías palabras.
—Mis padres, la vida y tú, por supuesto.
—Discúlpame por querer tener sexo contigo a la fuerza y haberme pasado de idiota—carraspeó Kao.
—Disculpas denegadas; pero se agradece la intención—rio Earth y Kao rodó los ojos.
—¿Y qué me dices de tus padres? Los míos son muy tontos, avaros y muy estúpidos, pero me quieren, a su manera, pero sí. No creo que haya padres que detesten a sus hijos, por muy tontos que sean.
—Siempre me trataron mal. No hay ningún maldito recuerdo agradable con ellos, solo con mi hermana menor, Zion. Gracias a ella, pude sobrevivir más tiempo y no suicidarme a los dieciséis. La echo tanto de menos, la necesito conmigo—suspiró, extrañando a su hermanita—además, mis padres siempre me mantuvieron en secreto que yo era un Omega.
—¿A qué te refieres?
—Me hicieron creer que yo era un maldito Gamma, solo porque ellos lo eran, ¿algo cruel, no crees? Y mi hermana es lo único que me ata a los recuerdos de mi familia.
—¿Dónde está ella?
—Refundida con mis padres en el barrio más pobre de Bangkok. Planeaba ir por ella cuando me casara con Santa...
—¿Quieres casarte con mi primo? —espetó el Alfa y Earth se encogió en su asiento.
—Claro que sí. Voy a casarme con él y nada ni nadie me lo impedirá.
—¿Y si yo me encargo de recuperar a tu hermana, desistirías de casarte con mi primo?
—¿Qué? —Earth frunció el ceño.
—Oíste bien.
—Iré yo mismo por mi hermana, muchas gracias.
—¿Y no quisieras tenerla aquí contigo y enseñarle este bello país?
—¿Aquí en Estambul?
Kao asintió y Earth titubeó.
—Para ser honesto, no me puedo fijar de ti, Kao. No me trago que estés siendo amable conmigo así porque sí.
—Habías dicho que ibas a darme la oportunidad de cortejarte, y es lo que estoy haciendo. Quiero verte feliz y si trayendo a tu hermana hasta acá es motivo de tu alegría, yo encantado de complacerte.
Si no fuera porque conocía lo suficientemente bien a ese Alfa arrogante y ruin, Earth habría pensado que se trataba de un buen tipo que quería ayudarlo desinteresadamente.
—¿Cómo puedo saber si tus intenciones son buenas? —lo desafió el Omega.
—Porque con solo hacer una llamada, puedo mandar traerla en cuestión de horas—respondió Kao con tranquilidad y sonriéndole con arrogancia.
Earth estrechó los ojos, desconfiando todavía de sus palabras.
—¿Sabes dónde vivía antes?
—Sí, no fue difícil averiguarlo; ¿quieres que la mande traer?
Al chico Omega se le dilataron las pupilas y tragó saliva. Era muy tentativo eso.
—¿Hay algún truco detrás de ese favor?
—¿Por qué te cuesta tanto creer que estoy ayudándote porque simplemente me nace hacerlo?
—¡Porque no eres una buena persona! —exclamó, intimidado—siempre has actuado por instinto y no por el sentido común...
—Pensé que después de mi confesión, comenzarías a darte cuenta que hablo en serio sobre redimirme contigo—suspiró Kao.
—Bien, entonces trae a mi hermana sana y salva; y solo así, te daré una recompensa.
—¿Me darás un beso?
Earth se puso lívido. La mirada de ese Alfa lo hizo sentirse vulnerable. Tenía otro tipo de locura en sus ojos.
—Algo mejor—repuso el Omega. Kao arqueó una ceja, muy interesado—te daré el honor de ser mi amigo.
—Por el momento, con eso bastará para motivarme a encontrar a tu hermana—gruñó Kao y marcó un número en su teléfono—dame un segundo.
Se alejó de Earth, dejándolo solo y se alcanzó a escuchar su voz en el piso superior, hablando con alguien del otro lado de la línea. Si era cierto sobre traer a Zion a su lado, entonces podría darle una pizca de confianza, únicamente por haber cumplido su palabra, pero si no lo hacía, lo mandaría nuevamente por un cuerno. Podría decirse que estaba a prueba.
Al cabo de un largo rato, Kao volvió, sentándose junto a él en el sofá. La expresión de superioridad no estaba en aquel momento, sino de preocupación excesiva.
—Creo que por el momento no es... ¿Cómo decirlo? Conveniente. Sí, no es conveniente ir.
—¿Por qué?
—Porque acabo de recordar que tengo otro asunto que arreglar, así que vas a quedarte aquí un par de días mientras regreso, ¿está bien?
—Dijiste que podías traerla, ¿Qué pasó?
Pero el Alfa desvió su atención en la TV, que había pasado a segundo plano.
—Nada que te incumba—espetó Kao, de mal humor. No obstante, el chico Omega presintió que algo andaba mal con respecto a su hermana. Por más que ese cretino quisiera ocultarlo, tenía la sospecha que se había enterado de algo negativo.
—¿Tienes a hombres vigilando mi antigua casa? —intentó sondearlo.
—Siempre he estado siguiéndote—admitió, más calmado y se frotó el puente de la nariz con ansiedad—y sé a dónde solías ir con tu amigo, ese tal Fluke y su novio o incluso solo. No me costó nada investigarte.
A Earth se le erizaron los vellos de los brazos y cuello. La gente poderosa, usando su riqueza, podía incluso rastrear al diablo hasta en el mismísimo infierno.
—Eso es aterrador...
Kao lo ignoró y se dedicó a mandar mensajes en su teléfono; siendo cuidadoso que el Omega no se atreviera a leerlos. Señal de que Earth no estaba poniéndose paranoico. Las siguientes horas, el Alfa estuvo muy nervioso, sin despegarse de su móvil. Era pasada la medianoche y supuestamente se habían ido a dormir a sus respectivas alcobas, pero ninguno estaba dormido. Earth, acostado en la cama, escuchaba con atención cualquier mínimo ruido y Kao hacía lo posible por no ser descubierto tras dirigirse a la puerta de aquel departamento, con la intención de salir. En cuanto escuchó el motor del coche encenderse, el chico de mejillas regordetas saltó fuera de la cama, completamente vestido para salir a perseguirlo. Se puso una sudadera y salió corriendo de la habitación, rumbo a la escalera; burlando a los dos hombretones que habían escoltado su puerta. Corrieron tras él, pero Earth fue más veloz y alcanzó a abrir la puerta principal.
—¡Detente ahí! —le gritaron, tratando sin éxito, someterlo. Se las ingenió para moverse ágilmente y lanzarse encima del cofre del vehículo donde estaba Kao.
—¡Llévame contigo! —exclamó Earth, estampado en el parabrisas, buscando la lobuna mirada del Alfa en el interior.
—¿Qué demonios te pasa? —bramó Kao, bajando deliberadamente del auto, en compañía de sus hombres.
—No pienso quedarme aquí solo. Algo ha ocurrido y quiero que me lo digas ahora mismo y me lleves contigo—sentenció el Omega, sin apartarse del parabrisas.
—Es un asunto que de ninguna manera puedes saber, o al menos, en este momento. Vuelve dentro, Earth. Nos veremos en unos días, necesito irme hoy mismo.
—Llévame contigo o me escapo a Bangkok, tú decides—lo desafió con desdén.
Kao sopesó las opciones. Si dejaba al Omega ahí, había altas posibilidades de que escapara, tal como estaba amenazando y si lo llevaba consigo, se llevaría una tremenda tristeza en su alma.
—De acuerdo, sube, pero no es buena idea. Queda bajo tu responsabilidad.
Le instó a bajarse del parabrisas y le abrió paso al coche. Kao se sentó en los asientos traseros con él y sus dos hombres en el volante y copiloto. Se pusieron en marcha y Earth se relajó, dejándose abrasar por la calefacción.
—¿A dónde vamos? —quiso saber el Omega, adormilado. Y de repente, comenzó a caer finas gotas del cielo, estampándose en el vehículo con suavidad.
—Vamos a regresar a Bangkok—respondió. Earth abrió los ojos y volteó a verlo—no te emociones, ya que no nos vamos a acercar lo suficiente como para que vas a mi primo. Iremos a otra parte.
—¿A dónde? —insistió.
—No voy a contarte más. Agradece que acepté traerte conmigo y no dejarte encerrado.
El vuelo en el Jet privado de Kao, duró tres horas menos que el tiempo habitual. En vez de casi diez horas de camino, fueron siete.
No obstante, optó por dormir todo el viaje. No le interesaba estar despierto y tener que entablar alguna conversación con ese loco Alfa. Además, la idea de huir en la menor brevedad, era su objetivo. Claro, necesitaba hallar el momento perfecto y no ser imprudente, ya que, aunque Kao estaba siendo "amable", eso no le garantizaba la probabilidad de no ser baleado por él en el intento de escape.
—Despierta, estamos por aterrizar—escuchó la voz de Kao muy cerca de su oído e hizo una mueca, deseando seguir durmiendo en la comodidad de ese Jet.
—Un minuto más...
—Pensé que regresar a Bangkok te alegraría—Kao ahogó una risa nasal, haciendo que el Omega se espabilara rápidamente.
Se dirigió al sanitario para asearse y estar listo para su plan, que no tenía pies ni cabeza. Al regreso, se encontró a Kao degustando alegremente un delicioso sándwich con mantequilla de cacahuate y nutella, acompañado de un exquisito café turco. Ese Jet tenía muchos beneficios. Earth tomó asiento en el suave sofá plegable y se sirvió su porción, en lo que aterrizaban.
Quince minutos después, ya estaban en pisando Bangkok. El clima era menos frío que en Estambul y el Omega casi se arrodilló para besar el suelo de su país natal.
—¿Quieres darte una ducha antes? —le preguntó el Alfa, encaminándose a la camioneta que los transportaría por la ciudad.
—No, llévame con mi hermana.
Kao asintió y le dio indicaciones a su chófer. Era asombroso que se supiera muy bien su antigua dirección.
—Earth—el Alfa se aclaró la garganta, estando ya por llegar a la antigua casa del Omega—había estado vigilando tu casa en las primeras semanas después de que tuvimos nuestro primer encuentro en ese hotel y como te marchaste, te perdí la pista y decidí ya no seguir acechando tu casa, ya que no servía de nada porque no estabas ahí—se humedeció los labios—sin embargo, hasta apenas ayer, volví a enviar a mis hombres para ir por tu hermana, pero...
—Pero, ¿Qué? —Earth lo miró con impaciencia.
—¿Prefieres que te lo cuente de una vez o quieres darte cuenta por ti mismo?
—¡Solo dime que pasó! —algo dentro del Omega se quebró, pensando lo peor.
Kao, nervioso, se acomodó la chaqueta y suspiró, armándose de valor.
—De haber sabido que ocurriría algo así, habría dejado a mis hombres vigilando y tal vez todo sería diferente...
—¡Deja de darle vueltas al asunto y dímelo ya! —le exigió, al borde del colapso.
—Ayer mis hombres encontraron tu antigua casa hecha pedazos. Preguntaron con las personas que viven un poco cerca y les dijeron que ya tiene mucho tiempo que unos hombres armados asesinaron a todos los que vivían en esa vivienda. Nadie quedó con vida...
—Mientes—espetó Earth, sintiendo como las lágrimas se acumulaban en sus ojos—mientes.
—Lamentablemente estoy hablando en serio—repuso—yo quería darte la sorpresa y...
En eso, el coche se detuvo justo enfrente de los escombros de lo que alguna vez fue el hogar de Earth. El chico de mejillas regordetas abrió la puerta bruscamente y bajó corriendo. Kao y sus hombres hicieron lo mismo. Observaron como el pobre chico caí arrodillado ante los restos de cemento, polvo y muebles. Se arrastró hasta llegar a un peluche empolvado que era el favorito de su hermana, que yacía debajo de una viga. Al sacarlo, un pedazo de escombro se deslindó desde arriba y se vino encima, pero el Omega sintió como Kao lo abrazó y rodó con él, fuera del peligro.
—¡¿Te has vuelto loco?!
Pero Earth se aferró a ese peluche de conejo que, era el único recuerdo de Zion, su hermanita.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿Quién asesinó a mi familia? —balbuceó.
—Mandaré a mis hombres a traer a los vecinos para que nos expliquen—respondió Kao, cerciorándose que el Omega estuviera lo suficientemente lejos del desastre para no volver a correr peligro.
No pasaron ni cinco minutos, cuando una señora, casi anciana, fue la única que se atrevió a acercarse para ponerlo al tanto. La mujer se miraba cansada y muy arisca, pero gustosa de cooperar.
—Joven Katsamonnat—susurró la señora. Earth, al reconocer su voz, le echó los brazos encima. Ella había sido muy importante para él desde chico. Con frecuencia, se quedaba en casa de su vecina cuando era más pequeño y sus padres trabajaban.
—¡Señora Jaidee! —Earth sorbió por la nariz—dígame que sucedió, por favor...
—Mi niño, pensé que lo sabías—le palmeó la espalda—fue una bendición que te fuiste y no sufriste una desgracia.
—Me fui por necesidad, no porque realmente quisiera abandonar a mi hermana... —apretujó más al conejo de felpa.
—Fueron unos hombres armados. Arribaron seis meses después de que te marchaste. Todo fue espantoso, una cacería total—se lamentó y Earth se estremeció—hubo gritos, disparos, golpes y al final, una detonación... —negó con la cabeza para no llorar—tu hermanita logró sobrevivir y salir de la casa antes de que todo se hiciera añicos, pero fue gravemente herida en el pulmón y a las dos semanas falleció en el hospital.
—Zion, mi pobre Zion, mi hermanita... juré que vendría por ella—se le quebró la voz.
—Tus padres fueron incinerados y los vecinos se hicieron cargo de sus urnas, pero yo pedí que Zion fuera sepultada en el cementerio de aquí. Ella descansa con mis ancestros, joven Katsamonnat. Tu hermana está a salvo.
—¡Quiero ir a verla!
—Vamos, te acompaño.
Kao y sus hombres los siguieron de cerca. El cementerio estaba a cinco calles y el ambiente era fúnebre. El pobre Omega había perdido totalmente el brillo en su mirada. Caminaba únicamente por inercia.
—Cada tres días le traigo flores—le informó la anciana a Earth—yo no soy budista, soy católica, y espero no te moleste que la niña descanse en una tumba de este tipo.
La lápida tenía labradas cruces enormes a su alrededor y la imagen de Jesucristo.
—No se preocupe, ella está siendo cuidada también por el Dios de usted y se lo agradezco mucho.
Earth sintió un nudo en su garganta al leer el nombre de su hermana en una lápida. Una maldita lápida. ¿Cómo era posible que eso estaba pasando? ¿Acaso su destino era sufrir sin descanso?
Acarició la fría superficie en donde estaba escrito el nombre de Zion y sintió que le faltaba el aire. Aferró al conejo de felpa y lloró en silencio, deseando que fuese una pesadilla.
—¿Se ha sabido de quiénes fueron esos malditos que destruyeron mi vida? —siseó el Omega.
—Muchos dicen que seguramente tu padre andaba en malos pasos y fue un ajuste de cuentas—contestó ella—otros aseguran que vieron llegar a un hombre de unos cincuenta años más o menos, días antes del atentado a la casa y entró por la fuerza. Yo no sé creer realmente.
—¿Un hombre? —frunció el ceño.
—Sí, un hombre, pero que definitivamente era extranjero. Sus rasgos no eran asiáticos.
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