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22

Le dolía absolutamente toda la cara y lo último que recordaba era haber sido agredido por un maldito pandillero mientras iba de camino a encontrarse con Fluke y que un sujeto en bicicleta se dignó a ayudarlo a cambio de dinero.

¿En dónde estaba? Ni si quiera quería abrir los ojos por las punzadas de dolor.

—Eh, principito, ¿estás bien?

Frunció el ceño y sintió que veía estrellas por el dolor. Abrió los ojos precipitadamente. La luz blanquecina de aquel sitio lo desconcertó. Era un pequeño cuarto mal iluminado y deprimente, en el que compartía con otras personas que dormían también. Estaba en un sitio médico, pero no parecía ser un sanatorio particular, tal como Santa lo tenía acostumbrado.

Luego del escrutinio, depositó su mirada en el dueño de la voz que le hizo abrir los ojos.

Era aquel sujeto de la bicicleta. No tenía un solo rasguño en el rostro, pero tenía las manos vendadas y con ciertas manchas de sangre, señal de que se había encargado de la bola de pandilleros.

Y sonreía de forma maliciosa.

—¿Qué estoy haciendo aquí y contigo? —Earth se mostró intimidado.

—No tenía a otro lugar que llevarte, más que al hospital público—le respondió, encogiéndose de hombros. Sus ojos oscuros parecían delineados a causa de las pestañas que le daban ese efecto exótico—además de que no hallé a quien llamar y era urgente traerte a atención médica y como sabrás, no tengo dinero suficiente para costear un lugar privado y con mejores atenciones...

—¿Tienes mi bolso? —musitó, adolorido.

—Sí, aquí está—se la alcanzó y el chico Omega sacó su teléfono—¿Dónde quedó mi coche?

—En el mismo sitio donde lo dejaste. No sé conducir bien y tampoco tengo licencia, por lo que te traje en un taxi—explicó el chico—ahí metí las llaves, puedes revisar si no me crees.

Earth asintió y revisó que estuviera hablando en serio, después le echó un vistazo a su teléfono en donde había varias llamadas de Fluke, pero estaba en modo vibrador, por lo que es muy probable que ese tonto no respondiera y dijera donde estaba.

Mientras le llamaba de vuelta a su amigo, pasó a traerse con el dorso de la mano y de forma descuidada, la nariz y ahogó un grito de dolor.

—Es una mala idea—le dijo el sujeto de bicicleta—te hicieron puntadas en el labio inferior y por poco una reconstrucción de nariz.

Earth entornó los ojos y suavemente sintió las vendas en la nariz y en el labio de abajo.

Como esa mañana Santa se levantó de pésimo humor y actuó pedante con él, optó en llamar a Fluke antes que su propia pareja.

Verificó la hora en la pantalla: 12:40pm. Ya había pasado más del mediodía y la histeria con la que Fluke le respondió la llamada, provocó que Earth igualara su humor, pero con creces.

—¡Me dejaste plantado! —vociferó su amigo sin miramientos y Earth sintió como si alguien le hubiese estacado clavos en las sienes y absoluta vergüenza porque la voz de Fluke, pese no estar en altavoz, se lograba escuchar perfectamente bien y el chico de la bicicleta arqueó una ceja, escuchando con atención.

—No, tuve un contratiempo y no podré ir a verte en varios días—espetó Earth—por tu culpa casi me mata un grupo de pandilleros estúpidos.

—¡¿Qué?! ¿Estás bien? —se preocupó.

—Gracias a un sujeto que pasó en bicicleta, no pasó a mayores. Se hizo cargo de ellos, pero lamentablemente, un pandillero logró golpearme y me desmayé.

—¿Santa está contigo?

—Demonios, no. Él fue a ver a su abogada, yo estoy con mi salvador en bicicleta—ahogó una risa nasal, mirando al chico y este se encogió de hombros, dedicándole una sonrisa dulce que dejó perplejo a Earth.

—Envíame tu ubicación de inmediato. Voy para allá.

Earth colgó y le envió la ubicación en tiempo real.

—¿Salvador en bicicleta? —inquirió el chico con escepticismo, arqueando una ceja en su dirección.

—Bueno, no sé tú nombre.

—Ni yo el tuyo.

—Apuesto que sí sabes cómo me llamo porque para traerme al hospital, debiste revisar mi bolso y dar mi nombre—lo desafió.

Rodando los ojos, el chico de la bicicleta asintió, esbozando nuevamente su sonrisa maliciosa.

—Katsamonnat Namwirote—pronunció su nombre con voz seria—un nombre muy fuerte para alguien tan débil y pequeño.

—Earth Katsamonnat—le corrigió el chico Omega y hasta ese momento, pudo darse cuenta que ese tonto era un Alfa dominante. Igual que Santa y su primo Kao.

—Earth—canturreó el sujeto y se levantó de forma inesperada, hizo una reverencia dramática y cogió la mano del chico de mejillas regordetas—mi nombre es Boat Tara, y estoy a tus órdenes, principito—y besó el dorso de su mano con cierta galantería.

—Más bien estás al pendiente de tu pago por haberme salvado—bufó Earth, retirándole la mano con fastidio y Boat echó a reír.

—Estás en lo cierto—le guiñó el ojo—perdí una reunión importante donde implicaba dinero de por medio y al menos, debo recibir una compensación por haberte salvado la vida de esos imbéciles.

Definitivamente era un chico muy extraño, pero de buena manera. No le infundía miedo ni desconfianza. Y a juzgar por su aspecto, era de clase humilde, así como él lo era antes de conocer a Santa; aunque claro, realmente continuaba siendo una persona de familia pobre, solo que con la diferencia de que estaba en una relación con un heredero multimillonario, por lo que se podía dar el lujo de decir que tenía dinero, sin mencionar que los abuelos de su novio, le heredaron parte de esa herencia descomunal.

—¿Cuánto dinero quieres para saldar la cuenta? —sentenció Earth. Ignoró el horrible dolor de la cara con tal de que no se le notara la debilidad al hablar.

Boat se mordió el labio inferior y se quedó pensativo, acariciándose la barbilla.

—Cien mil bahts—respondió al cabo de medio minuto.

—¿Cien mil? —Earth entornó los ojos, estupefacto. Él no llevaba ese dinero consigo.

—Bueno, medio millón de bahts—replicó, riéndose y Earth palideció más—creo que una vida no se puede medir en dinero porque no alcanzaría, pero al menos, en modo de agradecimiento a quien te protegió, se debe dar una buena suma de dinero, ¿no crees?

—Te daré cien mil—siseó Earth—pero no lo tengo conmigo, tendrás que esperar un poco.

—¿Y un cheque?

—Escucha, mi novio es el que tiene dinero, no yo. Y en mi bolso apenas y tengo veinte mil bahts...

—Me sirven esos veinte mil bahts—añadió Boat, humedeciendo sus labios—por el momento. Podemos llegar a un arreglo en el que me lo puedes ir dando poco a poco.

Earth resopló.

—Dame tu número de teléfono—masculló—y tu número de cuenta bancaria para depositarte ahí lo que resta...

—¿Me ves cara de tener relación con algún banco, principito? —rio Boat—la única relación que podría mantener con ellos, es de robo a mano armada.

—¿Eres delincuente? —Earth lo miró con los ojos estrechados.

—Soy líder de una pandilla—susurró, confiándole ese secreto—pero a diferencia de esos idiotas de la mañana, mis amigos y yo, robamos a los ricos y repartimos todo con las personas que vivimos, que son, en su mayoría, ancianos olvidados o gente sin hogar ni familia.

—¿Tipo Robin Hood? —se burló Earth.

—Búrlate, principito, pero yo amo ayudar a los demás—dijo con seriedad.

—Pues técnicamente, me estás estafando. Si te gustara ayudar a los demás, el haberme salvado no me estaría costando cien mil bahts.

—Me lo debes porque iba a encontrarme con alguien que me daría dinero—le recordó, volviendo a sonreír—además de que lo tuyo es un bono extra, puesto que ya hice otra cita con esa persona y tendré doble recompensa.

—Robin Hood embustero—musitó Earth—que merece ser castigado con una paliza.

—Yo doy palizas, principito.

Earth volvió a mirarlo con los ojos estrechados.

—Deberías darme clases de defensa personal para que valga todo el dinero que te voy a dar—gruñó el chico Omega.

—Nadie me enseñó, las calles me enseñaron—se mostró incómodo.

Y de pronto a Earth se le ocurrió una mejor idea.

—Entonces sé mi guardaespaldas y te iré pagando poco a poco hasta que te dé los cien mil bahts, ¿Qué dices? Soy muy torpe y siempre me meto en problemas.

En eso, la puerta de la habitación se abrió de forma brusca y apareció Fluke Natouch bajo el umbral. Había llegado demasiado rápido. No habían transcurrido ni quince minutos desde la llamada.

—¿Cómo sigues? ¿Por qué estás en este sitio horrible? —fue lo primero que dijo Fluke al ver a Earth postrado en la incómoda cama. Ni si quiera reparó en Boat, que estaba sentado en la pequeña silla de madera junto a él—¡Ay! ¡Te destrozaron la cara!

—Me salvaron la vida—corrigió Earth, suspirando—gracias al chico de la bicicleta estoy vivo y entero.

Fluke giró sobre sus talones y fijó su mirada acusadora en el chico Alfa que había salvado a su amigo. Lo escaneó de arriba abajo y frunció el ceño, volviéndose hacia Earth.

—¿Y qué sigue haciendo él aquí?

—Eh... —balbuceó Earth.

—Estaba cuidándolo—agregó Boat con firmeza. No había rastro de diversión en su voz y se dirigió a Earth—y como veo que ya hay alguien para cuidarte, principito, me retiro...

—¿Cómo te busco después? —quiso saber Earth.

—Dejé un papel con mi número telefónico en tu cartera. Hasta luego.

—¿No quieres los veinte mil?

—Ya los llevo—se animó a reír, mostrándole los billetes en su bolsillo del pantalón.

—¿En qué momento...?

—Antes que despertaras—se encogió de hombros, poniéndose en pie.

—Oye, no saldrás de aquí hasta que le devuelvas el dinero—espetó Fluke, bloqueándole la puerta con su pequeño cuerpo.

—Es un acuerdo entre él y yo—ladró Boat, apretando las mandíbulas y acercándose peligrosamente a Fluke para amenazarlo con la diferencia de altura—así que no te metas en lo que no te importa, Omega debilucho.

Fluke parpadeó, horrorizado y se movió a un lado, dándole acceso a la puerta.

Boat Tara desvió la mirada ensombrecida que había puesto en Fluke, para después mirar a Earth. Sus ojos adoptaron un brillo infantil y juguetón al ver al chico en la cama.

—Adiós, principito.

Luego de algunos segundos de la ausencia de aquel chico, Fluke cerró la puerta y se sentó en esa silla con los brazos cruzados, en espera de una buena explicación.

—No me mires así—se quejó Earth, adolorido—le prometí cien mil bahts como agradecimiento de salvarme de esa bola de pandilleros que querían violarme, robarme el coche y muy probablemente... matarme.

—Debiste decirme que necesitabas ese dinero y lo habría traído para que ya no volvieras a tener contacto con ese sujeto de dudosa procedencia.

Earth cerró los ojos un momento.

—Sucede que me interesa tenerlo como guardaespaldas e irle pagando poco a poco hasta llegar a los cien mil bahts. Santa no puede ir protegiéndome a donde quiera que yo vaya, Fluke.

—Seguiremos hablando de eso y más en un sanatorio de buen prestigio. Vamos, te ayudo a vestirte y te llevaré.

—La verdad no se me apetece moverme. Siento que mi cabeza da vueltas.

—No puedes estar en un lugar como este—Fluke arrugó la nariz al ver las cortinas decoloradas al fondo y a los otros pacientes.

—El pobre idiota no tenía dinero para instalarme en un sanatorio particular—bufó Earth, deseoso de poder descansar, aunque fuese unos minutos—y no está tan mal, al fin de cuentas, es un centro médico gratuito.

Fluke continuó arrugando la nariz, incómodo por su entorno. Su escrutinio se postró en los demás pacientes que estaban en la misma habitación que dormían tranquilamente.

—De acuerdo, en un par de hora nos largamos los dos—sentenció su amigo, dándose por vencido.

Earth asintió y suspiró, gustoso por haberse salido con la suya.

Más tarde, a esos de las tres de la tarde, el chico de mejillas regordetas despertó. Tuvo la misma impresión que al principio, pero al recordar lo ocurrido, se relajó. Bajó la mano que descansaba en su estómago y tocó accidentalmente el cabello de Fluke y hasta ese instante se percató que su amigo se había quedado dormido en aquella silla incómoda.

Se hallaba doblado de la cintura para arriba, con la cabeza en la cama y el resto del cuerpo en la silla.

Se sintió fatal al verlo allí, pese a que él sí tuvo una excelente siesta reparadora.

Buscó su teléfono, que continuaba en vibrador y vio los millones de mensajes y llamadas por parte de Santa.

"Ahora sí te preocupas por mí, ¿no?" pensó Earth con ironía y no le respondió ningún mensaje y mucho menos llamada.

—Vámonos de aquí—le revolvió el cabello a Fluke y este gruñó en sueños—¿no querías llevarme a un sitio más adecuado? ¿o quieres quedarte?

Al final de cuentas, su amigo despertó enfurruñado, lo ayudó a vestirse y a salir de ese hospital público. Y como Earth protestó de que se encontraba bien con respecto a los golpes, Fluke decidió llevarlo a su departamento para tener la charla que en un principio tendrían.

—¿Por qué no le has llamado a tu adorado novio? —aguijoneó Fluke, de camino a su departamento. Iba conduciendo muy despacio para que Earth no se sintiera más adolorido—él debió haber llegado antes que yo a verte, ¿o acaso pasó algo?

—Santa tiene mal genio...—comenzó a decir Earth.

—Sí, eso todo el mundo lo sabe—ironizó Fluke y Earth gruñó—continua—le instó su amigo, riéndose entre dientes.

—El punto es, que, desde el inicio de nuestra relación, él jamás volvió a portarse de forma idiota sino todo lo contrario—siguió diciendo el chico de mejillas regordetas—y cuando apareció hace poco ese tal James Prapatthorn, lo vi fuera de sí en el momento que vio a ese chico y pensé que lo mataría a golpes, por lo que intervine. Era como ver a un psicópata subir sus niveles de locura de forma rápida. Claro, se tranquilizó al escucharme decir que lo mandaría al demonio, pero fue una faceta completamente extraña.

Fluke asintió, procesando la información sin apartar la vista del camino.

—Sigue, por favor—volvió a instarle.

—Entonces, de repente, esta mañana al despertar, luego de una fantástica noche sexual—aventuró a confesar, con las mejillas ruborizadas—amaneció sudando, temblando y con un gesto en el rostro de incomodidad. Lo levanté para saber que le pasaba y me contesto de forma hostil, fría y tajante, dejándome perplejo. Ni si quiera desayunó y se largó a encontrarse con Sammy, su abogada familiar y amiga de infancia de Ohm.

—¿Y había ocurrido ese comportamiento similar en el que despertó esta mañana?

Earth miró a su regazo y asintió, y Fluke aprovechó un semáforo en rojo para voltear a verlo.

—¿Y bien? —inquirió, alzando las cejas, esperando más respuestas.

—No puedo decírtelo. Es privado, aunque igual tampoco sé nada al respecto, pero a Santa no le gusta hablar de ello.

—Se supone que es tu novio y, por ende, debe tenerte confianza, ¿o acaso es algo muy grave? —insistió Fluke, acción que a Earth se le antojó desagradable. Su amigo de por sí era fanático de los chismes, pero en esta ocasión, rozaba en lo fastidioso e imbécil, al tratar de manipularlo para hablar y convencerlo de que Santa ocultaba algo macabro.

Y de pronto cayó en la cuenta que, probablemente Fluke sabía algo sobre Santa que él no. No quiso confrontarlo directamente.

— ¿Por qué de repente estás tan interesado en él?

Fluke se puso nervioso y avanzó cuando el semáforo cambió a verde.

—Simplemente quiero conocer más a fondo a ese Alfa que no me inspira ni una pizca de confianza. Tu relación con él fue inesperada, puesto que antes lo detestabas. Has sufrido daño físico desde que lo conociste, comenzando con el degenerado de su primo Kao Noppakao, al que tuviste la mala fortuna de conocer primero.

—Prefiero ahorrarme los comentarios para con ese asqueroso bastardo—masculló Earth con repugnancia.

—A lo que yo quiero llegar es que quiero que me cuentes más sobre Santa y sus comportamientos.

—¿Por qué? –Earth volteó a verlo con escepticismo.

—Para eso te cité hoy, Earth. Llegando al departamento te mostraré algo que encontré en el portafolio de la abogada de la familia de Santa.

—¿De Sammy? –Earth estaba más lejos de comprender lo que estaba sucediendo.

—Larga historia, que entre más lo pienso, siento que fue el destino que me hizo cruzarme con lo que voy a enseñarte y juzgues por ti mismo. Tal vez por eso ella citó a Santa para verse hoy y sin tu presencia—objetó Fluke con dureza.

—Técnicamente ambos somos libres de salir sin la compañía del otro—le recordó Earth de mal humor.

Fluke ya no agregó más y se concentró en llegar a su departamento.

Pasaron cerca de la gasolinera en donde se hallaba su coche, pero no quiso mencionárselo a Fluke. Cuando terminaran de hablar, iría él mismo por el vehículo para luego encaminarse a casa.

Una vez en el departamento de su amigo, Earth buscó la fuente más cercana de agua y siendo cuidadoso, se bebió tres vasos. Le ardió el labio suturado y se recostó en el sofá.

Perdió de vista a Fluke y cerró los ojos unos minutos. Estaba claro que Ohm no se encontraba en el departamento.

—Hace unos días, en plena madrugada, la abogada llamó a Ohm, pensando que era otra persona—explicó Fluke, saliendo de la habitación con una hoja en la mano. Se sentó frente a Earth sin entregársela, ya que parecía querer ponerlo en contexto—porque ella estaba siendo atracada por ladrones y decidimos ir a auxiliarla. La trajimos aquí para que no estuviera sola. Llevaba consigo un portafolios y por accidente se me cayó, levanté muchos documentos y hubo uno en particular que captó mi atención—suspiró—a medida que leía el contenido, me fui horrorizando, por lo que, aprovechando que la abogada estaba durmiendo, le saqué copia y me lo quedé. Claramente la confronté y ella se molestó conmigo.

—¿De qué se trata? —se impacientó Earth.

—Léelo. Es una carta escrita por el antiguo abogado de los Udompoch, o sea el abuelo de Samantha.

«Querida Sammy:

Si estás leyendo esto, es porque seguramente he muerto. Escribí esta carta en pleno invierno, tu abuela no deja de repetir una y otra vez su canción favorita en el tocadiscos, porque piensa que se le puede olvidar más rápido el frío si estimula sus canales auditivos.

Y en punto es, que todo lo que hay en este despacho es tuyo.

Por otro lado, quiero mencionarte acerca del testamento de los Udompoch, en especial de las cláusulas privadas que solo le corresponden a Pongsapak Udompoch, a nadie más. Espero leas esto antes de que se las otorgues para que estés informada de todo.

Pongsapak Udompoch es un chico que posee tendencias a lagunas mentales, es decir, ignora grandes sucesos de su pasado a causa de un trauma de su infancia. Tiende a tener cuadros psicóticos ante situaciones alarmantes y luego su mente excluye lo que ocurrió.

Este secreto me lo confiaron sus abuelos, Busarakham (Amy) y Khemkhaeng (Robert) Udompoch, ya que no sabían a quien más decírselo, ni si quiera los padres del joven están al tanto, ya que, por si no te has dado cuenta, nunca han estado tan cerca de ese pobre chico como lo estaban sus abuelos.

Y a todo eso, hace poco Amy y Robert me llamaron para un cambio en su testamento, dejando las acciones más importantes de Happy Fruits a manos de un jovencito desconocido de nombre Katsamonnat Namwirote, al que espero encuentres y vigiles de cerca, puesto que él y Pongsapak son los únicos dueños de la compañía de esa gran familia.

Y hay tres encomiendas más, querida hija...

Haz que el joven Pongsapak lleve su tratamiento médico urgentemente antes de que empeore y habla con sus padres al respecto, es probable que sufra de alguna enfermedad mental temprana.

Tenon Teachapat fue un antiguo interés romántico de Pongsapak, a quien casi estuvo a punto de asesinarlo por celos. Me temo que ese chico idiota lo engañó con su primo Noppakao y huyó a tiempo, pero por alguna razón, Robert y Amy quisieron que se busque porque se sospecha que estaba esperando un hijo, aunque no se sabría de cuál de sus nietos fue quien lo embarazó. Búscalo, por favor, pero no se lo digas a Pongsapak ni a Noppakao.

Y Boat Tara era el mejor amigo de Pongsapak cuando niños, quien presenció la primera laguna mental de él, pero por seguridad, sus padres decidieron llevárselo al extranjero. Hace poco recibí noticias de que sus padres fueron a prisión por el delito de fraude y no se sabe que fue del hijo. También búscalo, a él le dejaron una pequeña suma de dinero.

Ahora te paso toda esta información como parte de la nueva abogada de la familia Udompoch, porque sé que tú puedes con todo. Eres mejor que cualquier abogado, incluso que yo.

No tengo información sobre el paradero exacto de ambos jóvenes mencionados, pero en este mismo sobre de la carta, hay direcciones donde es posible se encuentren. Tienes que encontrarlos pronto.

Confío en ti, hija.

Con amor, tu abuelo Autthapon.»

Por más que leyó la carta cinco veces, la sensación de horror y desasosiego no disminuyó en lo absoluto, sino todo lo contrario.

¿Santa con problemas mentales?

Sin embargo, esa información no fue lo que le causó escalofríos, sino la parte donde figuraban dos nombres.

Dos nombres que él conocía.

Y una de esas personas citadas en esa carta, ya lo había conocido en persona hacía unas horas. Y enseguida comprendió muchísimas cosas; empezando por la reacción de Santa al escuchar el nombre de Tenon Teachapat.

Tenon Teachapat había sido su interés romántico más importante de toda su vida; e incluso, según el abuelo de la abogada, había sospechas de que se fue estando embarazado, sin saber si Santa o Kao eran los responsables. Menudo imbécil, ¡Engañó a Santa con su primo! Y con lo que respectaba Boat Tara... ese chico de la bicicleta fue su amigo cercano cuando niños, lo cual era curioso porque no se miraba de la edad de Santa, sino de él mismo.

—Debemos encontrar a esos dos individuos antes de que se crucen con Santa—aconsejó Fluke, sacándolo de sus pensamientos.

Earth dobló la carta y la guardó en su bolso de forma mecánica.

—No es necesario preocuparnos por Boat Tara—lo tranquilizó.

Fluke frunció el ceño.

—¿Por qué no? Él debe ser más accesible que el traicionero, el tal Tenon.

—No me estás entendiendo—rio Earth con ironía y Fluke incrementó más el ceño fruncido sin comprenderlo—mi salvador en bicicleta.

—¿Eh?

Earth puso los ojos en blanco.

—Mi salvador en bicicleta se llama Boat Tara—le informó—él es uno de los que figura en la carta.

Los ojos de Fluke se entornaron.

—¿Qué estás diciendo?

—Sí. Me dijo su nombre justo antes de que llegaras.

—¡El destino está de nuestro lado! —canturreó Fluke—dime que sí te dejó su número de teléfono...

Earth asintió y buscó entre sus cosas. Anotó el número de Boat en su teléfono y miró a su amigo.

—Quizá hoy iba a verse con Santa y la abogada—dijo Earth—recuerda que parloteó que tuvo que cancelar una cita que implicaba dinero. Y en la carta dice que los señores Udompoch le había dejado algo.

—¡No jodas! —gritó Fluke, atando cabos—¡Definitivamente es el destino! Llámale y cítalo ahora mismo aquí...—el chico se estremeció—no, mejor en otro sitio. Ohm podría volver y pensar mal las cosas.

—Me citaré con él en la noche. Por el momento le enviaré un mensaje para saber si puedo llamarle. No quiero ser inoportuno.

—A él le interesa aliarse contigo antes que con Santa.

—¿Por qué dices eso?

—Porque tengo entendido eran amigos cercanos y podría contarte sobre la condición de tu novio sin restricciones de ningún tipo a cambio de dinero—respondió en tono irritado, como si Earth fuera un retrasado y no tuviera la habilidad de leer la mente.

Earth lo ignoró y le envió un mensaje simple a Boat.

«Hola, soy el chico que salvaste de unos pandilleros. ¿Podemos vernos esta noche para hablar? O bueno, no quiero verme descarado de molestarte otra vez hoy, así que, ¿puedo llamarte ahora mismo?»

Tuvo que reprimir el impulso de golpear a Fluke al momento de advertir su sonrisa maliciosa luego de leer el mensaje enviado a Boat Tara.

—No, ni si quiera lo pienses—le espetó.

—¿Qué? —se hizo el inocente—yo no he dicho nada.

—Pero lo pensaste y sea cual sea lo que pasó por tu mente, es un rotundo «no».

Fluke puso los ojos en blanco y se dejó caer dramáticamente junto a él, en espera de la respuesta de ese sujeto.

Pasaron aproximadamente diez minutos, cuando vibró el teléfono de Earth, anunciando el mensaje de Boat Tara.

Por alguna razón, el pulso y la respiración del de mejillas regordetas, se aceleró y un nerviosismo descomunal lo invadió.

—¿Qué dice? —canturreó Fluke, intentando arrebatarle el móvil.

—Oye, ¿Por qué de un momento a otro, te comportas tan emocionado con ese chico? —lo frenó Earth, con el ceño fruncido.

—Porque él es nuestro boleto a la verdad sobre Santa—volvió a canturrear muy efusivo.

—Después de haber leído esa carta, debo darte toda la razón—repuso Earth, con un dejo de decepción—pero tengo la esperanza de que hay un error en todo eso. Santa no puede tener problemas mentales. Es imposible.

—Teniendo en cuenta que ni sus padres tienen idea de ese problema, no dudes en que es cierto y no lo sabes.

Y solo hasta ese instante, Earth se animó a ver el mensaje que Boat Tara le había enviado como respuesta y Fluke fue el primero en leerlo.

«No pensé que me extrañarías tan rápido. Y por suerte para ti, tengo libre esta noche, ¿Dónde nos vemos, principito?»

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