14
Earth lanzó el tenedor a la oscuridad y se dedicó a revisarle los signos vitales. Respiraba, solo estaba inconsciente. El pobre chico vestía todo de rojo y era demasiado delgado porque a Earth no le costó cárgalo hacia la cabaña, aunque era el desconocido era como un centímetro solamente más bajo que él.
Lo colocó cuidadosamente en el sofá y lo desvistió, dejándolo únicamente en ropa interior. La música seguía sonando y Earth puso los ojos en blanco. Santa estaba bueno para una emergencia.
Corrió al cuarto de lavado en donde él se puso ropa seca y le llevó al extraño chico, que debía ser amigo de Santa de la facultad de medicina.
Lo vistió con una enorme playera de Santa y un short. Le sirvió una taza de café caliente y se sentó en la alfombra, junto a él. El visitante ni si quiera respondió al estímulo de la taza hirviendo en sus manos.
El chico era un Omega, no tenía duda. Y no era nada feo, de hecho, era muy atractivo y destilaba mucha ternura. Tenía las facciones delicadas, pero en muy mal estado. Había un hematoma borrándose en cada pómulo y parte de su cabello había sido cruelmente arrancado por la fuerza. Tenía sucia las manos de tierra y en su cuello adornaba unas marcas rojizas que estaban también desvaneciéndose, como si alguien lo hubiese ahorcado. Y le causó más conflicto verle sus perfectos labios rosas agrietados y resecos.
¡Pobre chico!
La música cesó y Earth supo que Santa bajaría en cualquier momento y su amigo no despertaba.
Los pasos del joven Alfa se escucharon en la escalera y después en la sala.
—¿Quieres cenar primero la comida o a mí? —vaciló Santa, sin darse cuenta del invitado inconsciente en el sofá. Se había secado el cabello y por eso tardó más de lo esperado. Olía exquisitamente.
—Primero despierta a tu amigo—le señaló Earth con la barbilla al tal James Prapatthorn.
Santa frunció el ceño y rodeó el sofá. Earth escrutó la expresión de horror del joven Alfa, quien palideció en menos de un segundo.
—¿Qué demonios hace este infeliz aquí? —vociferó y Earth se puso en pie.
—¿No es tu amigo? —ladeó la cabeza, perplejo.
—Explícame que hace aquí—se volvió hacia él con los ojos entornados.
—Estaba detrás de los coches y dijo que necesitaba hablar contigo porque llevaba meses buscándote—titubeó Earth, asustado—y pensé que se trataba de algún amigo tuyo de la facultad como Prem. Y en cuanto me informó eso, cayó desmayado bajo la lluvia. No pude dejarlo ahí afuera.
Santa, sin decir ni una sola palabra, se acercó al chico y lo cargó sobre su hombro con recelo.
—¿A dónde lo llevas? ¡Po! —Earth fue detrás de él al verlo caminar hacia la salida en donde llovía a cántaros en la oscuridad de la noche.
—Lo sacaré de mi cabaña. Él no es bienvenido aquí—respondió con dureza.
—Deja que al menos despierte y pase la noche bajo un techo—insistió Earth, agarrándolo de la mano y Santa volteó a verlo.
—Tenerlo aquí es un problema, Earth—carraspeó—es alguien despreciable y no lo quiero cerca de nosotros, en especial de ti.
—¿Despreciable? —inquirió Earth sin soltarlo de la mano— ¿Quién es él? ¿de dónde lo conoces?
Santa se mordió el labio inferior y resopló. Quiso zafarse del agarre de Earth, pero fue imposible.
Y pasando diez segundos de silencio, el chico desconocido se revolvió sobre el hombro de Santa y se contorsionó para bajarse.
Earth vio a cámara lenta como ese tal James Prapatthorn le echaba los brazos encima a Santa y se impulsaba hacia su rostro para alcanzar sus labios y besarlo. Instintivamente, el joven Alfa lo empujó con fuerza, tirándolo al suelo.
—¡Aléjate de mí! —le rugió Santa con desprecio y se limpió la boca con asco.
—¡Te he buscado por meses! —chilló James entre lágrimas y se levantó para volver a tocarlo, pero Santa alzó la mano con la intención de golpearlo y el chico se encogió de miedo.
Mientras que Earth estaba en shock y en modo espectador.
Santa estaba demasiado histérico y no dejaba de mirar a Earth y a James, quien hacía lo posible por tocarlo entre lágrimas. Era más que lógico que ellos fueron o eran algo, de forma romántica.
—Sea la relación que tengan, tienen que resolverlo en privado—sentenció Earth de repente, tras salir del anonadamiento—yo no estaré aquí para que hablen.
El chico de mejillas regordetas rodeó al par de chicos para ir a la escalera, pero Santa lo detuvo de la mano.
—Quédate aquí, él se marchará justo ahora—repuso el joven Alfa con más seguridad de lo que reflejaba.
—Voy a quedarme a dormir en el departamento de mis amigos—le dio un manotazo y continuó su camino.
Santa dijo algo inaudible, pero no lo siguió.
Tenía celos, claro que sí, porque era más que obvio que Santa había tenido pareja antes de conocerlo y quizá ese pobre chico no podía olvidarlo o tuviera serios problemas para dejarlo en paz. Y aunque le dolió ver ese beso robado, no sintió ningún impulso por hacer una escena de celos, sino todo lo contrario. Confiaba en Santa.
Se recostó sobre la cama de Santa y alcanzó su teléfono que estaba en el buró. Buscó el nombre de Fluke en la agenda del iPhone y suspiró. No quería molestarlo, ya eran casi las once de la noche y llovía muchísimo. De seguro estaba ridículamente abrazado a Ohm en una noche tan fría y deliciosa como aquella, debajo de las sábanas.
Y simultáneamente, cuando decidió guardar algunas cosas para estar fuera de la cabaña, escuchó unos gritos provenientes de abajo. Era Santa. Y sus gritos fueron acompañados de sonidos estruendosos de cristales haciéndose pedazos en el suelo.
Dando traspiés, corrió hasta el piso inferior para ver qué pasaba y vio al chico Omega hecho un ovillo en un rincón de la sala, cubriéndose la cabeza y junto a él, una estatuilla de mármol hecha añicos tras haberse estrellado con fuerza en el cuerpo de James, ya que el chico tenía polvillo encima en donde fue golpeado con furia por ese Alfa, quien no se había percatado de la presencia de Earth detrás de él.
Santa estaba desquiciado. Su respiración lo hacía gruñir y no parecía ser él. Estaba sudoroso y rojo de cólera.
—Te prometo que seré bueno—balbuceó James sin atreverse a mirarlo por debajo de sus brazos sobre su cabeza—pero por favor, Santa, no me alejes de ti otra vez. No puedo vivir si estás lejos...
En eso, Santa se acercó a James a grandes zancadas y lo levantó del suelo con facilidad, tomándolo del cuello.
La mirada herida, llorosa y devastada de ese Omega conmovió a Earth. Parecía tener sentimientos genuinos por Santa, ya que nadie en su sano juicio, cometería semejante estupidez de querer seguir con alguien que lo violentaba, a menos que fuese masoquista.
—¡Lárgate de mi casa! —rugió Santa—te lo advertí muchas veces, James, ¡Fue un error! ¡Supéralo!
—¿Amarme fue un error? —preguntó James con voz infantil y dolida.
—Nunca te amé—le ladró en la cara—y haber salido contigo fue mi condena, ahora lárgate de aquí o no querrás que recurra a la fuerza bruta...
—Tú le tocas un solo cabello al chico y yo que te castro con un cuchillo sin filo, Santa Udompoch—siseó Earth, interviniendo.
Santa dio un respingo y soltó a James, pero Earth se aproximó a agarrarlo para que no cayera brutalmente en el suelo.
—No te dejes engañar con su fachada—suplicó Santa, atónito.
—No me interesa la fachada que enseña, ni lo que tienen o tuvieron ustedes, pero jamás he tolerado las agresiones—masculló Earth, auxiliando al chico, que temblaba entre lágrimas—vamos, te acompañaré a tomar un taxi para que vayas a casa—se volteó hacia James.
—No tengo a dónde ir—balbuceó en respuesta, bajando la mirada—gasté todo el dinero que logré obtener al vender mi departamento y he estado viviendo en las calles de Bangkok desde hace meses...
—Bueno, ¿Tienes a alguien a quién podríamos llamar para que pase a recogerte? —Earth trató de buscar una solución, pero a juzgar por el semblante de ese pobre chico, dedujo que de verdad se hallaba solo y al único que conocía era a Santa.
El desasosiego en la mirada del chico lo acojonó.
—Vamos arriba—repuso Earth.
—No voy a permitir que lo metas a la habitación—gruñó el joven Alfa.
—Entonces me iré con él a pasar la noche en otra parte.
—Debes estar jugando—espetó Santa.
—No, estoy hablando muy en serio—afirmó Earth.
Santa no estaba como para protestar. Se hallaba en una situación delicada y si no quería perder a su lindo Omega, tenía que doblegarse a sus exigencias.
—Él puede quedarse en la habitación de Kate—arribó el joven Alfa—y tú no te vas a ninguna parte.
Earth no le hizo el menor caso, pero llevó a James a esa habitación que había quedado deshabitada desde el asesinato de Kate.
—Muchas gracias—susurró James en cuanto entró a la estancia, tiritando de frío.
—No me des las gracias. Esto lo habría hecho con cualquier persona y no solo con la antigua pareja de mi novio—dijo Earth entre dientes mientras sacudía las sábanas y le acomodaba la cama.
—Mi intención no es interferir...
—Ah, ¿no? —Earth arqueó una ceja—vi claramente como querías besarlo en cada oportunidad justo frente a mí.
—Quiero que sepas que yo lo amo—confesó, pero Earth se mantuvo tranquilo, pero por dentro quería abofetear a Santa.
—¿Desde cuándo se conocen?
—Hace aproximadamente dos años—respondió James.
—¿Podrías darme detalles sobre su relación...?
Pero Santa abrió la puerta y se recargó en el umbral con los brazos cruzados sobre el pecho, observándolos a ambos con el ceño fruncido.
—Quiero hablar contigo, Earth—manifestó con voz seria y dura.
Earth le echó un vistazo a James antes de asentir y seguir al joven Alfa fuera de la habitación. Caminaron hasta el piso inferior y se sentaron en los sillones, con una buena distancia de por medio.
Y el chico de mejillas regordetas no sabía si la razón por la cual sentía su cuerpo ardiendo era por sus indicios de celo o ira contra ese estúpido Alfa.
—¿De qué quieres hablar? —espetó Earth para cortar el humillante silencio.
—¿Cómo que de qué? Pues de ese idiota al que arropaste allá arriba—siseó Santa.
—Me queda muy en claro que fueron pareja hace dos años aproximadamente y él no te olvidó, que te estuvo buscando durante meses y que por fin te encontró. ¿Qué más vas a decirme? ¿Tuvieron un hijo? ¿Lo obligaste a abortar? ¿Le diste dinero por su silencio? —ironizó Earth, pero la mera idea de que alguna de sus suposiciones fuera cierta, le aterraba.
—Salimos hace un par de años por influencia en nuestras familias—explicó, asqueado—yo era más joven e idiota en aquel entonces. Mis padres pensaron que James era el mejor partido porque provenía de buena familia, pero todo era una farsa. Él mintió sobre su estatus y yo lo descubrí, con decirte que jamás me dio confianza en lo absoluto; además de que, al enterarme, corté absolutamente toda comunicación con él y empecé a salir con un chico Omega de mi facultad, pero James lo supo y...
La voz de Santa se apagó abruptamente y negó con la cabeza.
—¿Y? ¿Qué pasó? —Earth se inquietó.
—No debe estar aquí, sé lo que te digo—murmuró, exasperado.
—Sígueme contando—insistió.
—Cuando él se vaya, te contaré todo.
—¿Y a dónde irá? Dijo que no tiene a donde ir.
—Ese no es problema nuestro—inquirió Santa—él no debió buscarme. Está loco.
—¿Y por qué no llamamos a la policía? —sugirió Earth, evaluando su reacción.
—¿Y qué les diremos? James es muy astuto—replicó Santa y parecía sincero—hizo todo ese show bajo la lluvia para lograr entrar a la cabaña. Tiene un rostro tierno, pero realmente es un demonio.
Earth frunció el ceño. El chico era muy atractivo y tierno, y era imposible que fuese así como decía Santa.
—Pero no podemos abandonarlo a su suerte.
—Le llamaré a Prem, él podrá darme más ideas—dijo Santa, sacando su teléfono.
—¿Él conoce a James?
—Sí, y si tanto no crees mis palabras, Prem te disipará las dudas si quieres.
Santa le marcó a su amigo y enseguida lo puso al tanto de la situación. El tiempo de la llamada se prolongó y Earth aventuró a mandarle un mensaje a Fluke para hacerle una consulta amorosa sobre lo que estaba sucediendo. Era casi medianoche y Fluke le marcó al instante.
—Ve al grano, que esto rebasa la extrañeza—dijo el chico en cuanto Earth atendió.
—Es una antigua pareja de Santa, un Omega—repitió Earth con desdén—pero parecer que el chico todavía lo sigue amando.
—¿Y qué hay de Santa? ¿Cuál fue su reacción al verlo?
—Muy violento—Earth arrugó la nariz y miró de soslayo al joven Alfa, que estaba haciendo ademanes dramáticos mientras hablaba por teléfono con Prem—le quería dar una paliza y tuve que intervenir.
—¿Qué? ¿Lo golpeó? —Fluke se sorprendió.
—Exactamente.
—Pues ahí tienes la respuesta. Podrá ese chico continuar queriéndolo, pero Santa no tiene el menor indicio de sentir lo mismo.
—Santa dice que la fachada de James es engañosa, que aparenta ser tierno y lindo, cuando realmente es lo contrario, además de que creo que le hizo algo a una pareja que tuvo Santa en la universidad, pero ya no quiso contarme.
—A ver, ¿Cuál es el nombre de ese idiota que llegó y cómo es físicamente?
—James Prapatthorn y es atractivo, no voy a negártelo, sin mencionar que es muy tierno y dan ganas de protegerlo.
—No te metas en terreno peligroso, Earth. No lo conoces y si Santa te advirtió que no es lo que parece, es por algo. No confíes en él y sácalo de ahí.
—Pero James dijo que no tiene a donde ir y me recordó a mí cuando salí de la casa de mis padres y no tenía ni en qué caerme muerto, Fluke.
—No me estarás queriendo decir que pretendes dejar que pase la noche con ustedes, ¿verdad? Porque es un completo error.
Earth se quedó silencio, mordiéndose el labio inferior con incertidumbre.
—¡Reacciona, Earth! —le gritó Fluke, sacándolo del ensimismamiento.
—También hay otro asunto que quiero hablar contigo—susurró, yendo hacia la cocina para que Santa no escuchara.
—¿Sobre qué?
—¿Cómo sabré que estoy empezando mi etapa de celo? —le tembló la voz de vergüenza.
—¿Notaste algo diferente en tu cuerpo o sensaciones de excitación por cualquier tipo de roce? —quiso saber Fluke con naturalidad.
—Cuando regresamos de tu departamento, me di una ducha porque íbamos a cenar, pero me comencé a sentir extraño, mi piel estaba sensible y cuando pensé en Santa, me excité como no tienes idea—se ruborizó y su voz se redujo a algo más bajo que un susurro—y después que salí del baño, Santa lo supo al instante por mis feromonas; pero todo se fue a la mierda porque apareció James a mitad de la noche y bajo la lluvia.
—Pero antes no habías sentido eso, ¿no?
—Jamás.
—Y tampoco mientras estuviste viviendo con Santa desde el principio...
—¿Eso es malo?
—No, pero me da una hipótesis a lo que realmente te ocurre. Y en efecto, sí es el comienzo de tu primer celo, pero no normal.
—¿A qué te refieres?
—Tu cuerpo reaccionó al estímulo de la presencia del otro Omega—explicó Fluke—quizá no sabías que estaba pasando, pero tus feromonas percibieron la llegada del otro y se te desarrolló el celo a medias para marcar territorio con Santa, porque, asumo que, en estos momentos estás normal, ¿verdad?
—Sí...
—Debes enlazarte con Santa—afirmó Fluke con severidad.
—¿Qué? ¿Estás loco? —Earth titubeó, rojo de vergüenza—James está aquí también.
—¿Y? Él es el intruso. Y si ese joven Alfa te ha reconocido como pareja, entonces reclama lo que es tuyo. Tus feromonas alejaran a ese Omega de forma natural. Sé lo que te digo.
—No puedo solo tener sexo así sin más, solo porque apareció su antigua pareja.
—Si no lo haces, ten por seguro que ese Omega se meterá a la cama de Santa antes que tú.
—Pues yo duermo con Santa y...
—Eres demasiado ingenuo.
Earth tuvo que colgar porque escuchó los pasos de Santa acercarse a donde él estaba.
—Prem me dijo que vendrá temprano para ofrecerle alojamiento en el ático de su casa, que era el anterior cuarto de juegos de él cuando niño, en lo que encontramos la manera de regresarlo por donde vino.
—Me parece perfecto—se mordió el interior de las mejillas, ansioso y en el instante que cruzó la mirada con él, un espasmo entre las piernas lo debilitó y su piel se erizó, tal y como había sucedido en la ducha. Y era cuestión de segundos para que Santa lo percibiera.
—¿Quieres que caliente la cena o...?
El joven Alfa parpadeó y guardó el teléfono en su bolsillo sin apartarle la vista de encima. Sus perfectos labios que se habían transformado en una fina línea recta de incomodidad desde que vio a James, volvieron a ser los de antes y más cuando esbozó su típica sonrisa maliciosa y traviesa que enloquecía a Earth.
Se acercó peligrosamente a él y le apartó el mechón del flequillo que le cubría casi el ojo, puesto que el cabello le había crecido un poco y Earth sintió su aliento cálido en su mandíbula cuando Santa se inclinó a besarle el cuello y olfatear su aroma a algodón de azúcar y arándanos. Sus manjares favoritos.
—Quiero que tu cuerpo sea mío esta noche—ronroneó el joven Alfa en la oreja del chico Omega.
—¿Y qué hay de tu antiguo novio? —balbuceó Earth, cerrando los ojos ante las caricias en su mejilla y los besos tiernos en su mandíbula y cuello.
—Que se vaya al carajo, al que quiero es a ti—gruñó y le mordió levemente el lóbulo de la oreja—vamos a nuestra habitación, por favor...—imploró con voz ronca y tomando la mano de Earth, la encaminó a su entrepierna y le hizo tocar su creciente erección—esto demanda tu atención...
Santa no dejó que Earth pudiera protestar, porque lo besó deliberadamente en los labios de manera apasionada, haciéndole perder la cabeza y la posibilidad de pensar con claridad. El joven Alfa atrajo el pequeño cuerpo de Earth al suyo y el chico Omega dejó escapar un gemido al sentir el roce del miembro endurecido de Santa en su abdomen. Y como quien no quiere la cosa, se dejó llevar por Santa hasta la habitación que compartían. Cerró con pestillo la puerta y Earth apenas podía respirar por los nervios. Su respiración estaba acelerada y su corazón parecía a punto de estallar por la adrenalina y excitación.
Simultáneamente, Santa se volvió hacia él y se deshizo de su playera, a lo cual, Earth advirtió que tenía la piel sudorosa y que también su respiración estaba sumamente desenfrenada.
—Esta será mi primera vez, aunque claramente tu primo se haya encargado de arrebatarme la virginidad a la fuerza, pero quiero que sepas que...
—En algún momento, le haré pagar a Kao lo que te hizo—prometió Santa, recostando a Earth con suavidad en la cama, quedando sobre él, recargándose sobre sus propios codos para poder mirarlo a la cara—y no te preocupes, ¿de acuerdo? Solo quiero hacerte sentir bien.
Earth asintió, temeroso, pero su cuerpo estaba deseoso de ser tocado por ese joven Alfa, que, por voluntad propia, se quitó también la playera y le echó los brazos alrededor del cuello y lo atrajo a sus labios, fundiéndose en un salvaje beso francés.
Santa únicamente rompió el beso para incorporarse y quitarse el pants, quedando en simple bóxer, en donde Earth alcanzó a verle aquel tatuaje de escorpión negro, con la punta de la cola escarlata, que era pequeño, y estaba en su muslo derecho, cerca de su entrepierna. Vaya que lo recordaba muy bien.
Aparte de la inexperiencia que poseía Earth con respecto a las relaciones sexuales, sin contar, por obviedad, la maldita violación por parte de Kao Noppakao, le perturbaba tener el cuerpo inadecuado para Santa, ya que, en esas semanas de estar en la cabaña, no se depiló ni cuidó su piel y el vello corporal estaba más que visible en las áreas que menos quería.
¿Y si le parecía asqueroso a Santa?
Se estremeció y negó con la cabeza cuando sintió las manos del joven Alfa sobre su pantalón.
—No preparé mi cuerpo para ti—dijo Earth, cubriendo su rostro con las manos.
—Me gustas de pies a cabeza, así como eres y estás—le aclaró Santa y le apartó las manos de la cara para agarrarlo del mentón y obligarlo a verlo a los ojos—eres perfecto, Earth Katsamonnat. Tu cuerpo es espectacular y muero por poseerlo.
—Está lleno de vello y no creo que sea de tu agrado, si me das diez minutos, voy al baño y...
—¿Y quién te ha dicho a ti que a mí me gustan los que se quitan el vello? A mí me gustas como estás, incluso estés depilado o no, mi atracción y deseo hacia a ti no cambiará—ronroneó como un felino—por mí, puedes ser como Chewbacca, a mí no me interesa, y por si no te has dado cuenta, yo suelo estar con vello la mayor parte del tiempo y no es cuestión de higiene, es simple preferencia.
Y dicho eso, él se quitó el bóxer y a Earth se le dilataron las pupilas al ver el miembro erecto de Santa, que era bastante grande.
—Eres del Team Sangre—vaciló Earth al admirarlo.
—Por supuesto—Santa le guiñó el ojo—los Team Carne pueden ganar de tamaño estando normal, pero no hay diferencia cuando se levantan, y los de sangre, se ven pequeños mientras están dormidos, sin embargo, cuando despiertan, crecen el doble de su tamaño o más.
Para ese momento, Earth tenía la cara roja y ardiente de vergüenza.
—Ahora, es tu turno de mostrarme lo que me voy a comer—rio el joven Alfa al tiempo que le quitaba lo que le restaba de ropa a Earth.
Santa atacó los labios de Earth y lo volvió a recostar en la cama con lentitud, deslizando una de sus manos hacia la entrepierna del chico Omega para brindarle placer. No obstante, Earth se quedó de piedra cuando este lo dejó de besar y fue haciendo un camino de besos desde sus labios hacia abajo, en dirección de su pene, al cual Santa no dejaba de estimular con la mano de arriba abajo. Se detuvo a la altura de su ombligo solo para echarle un vistazo a la expresión del chico Omega, la cual era de placer y asombro absoluto, revuelto con vergüenza.
Retomando los besos, el joven Alfa se posicionó justo en el miembro erecto de Earth y cambió la estimulación de su mano por su boca. Earth entornó los ojos y alzó la cabeza para verlo por encima de su propio cuerpo. Se sentó abruptamente, pero Santa no dejó de lamerle la punta del glande y meter absolutamente todo al interior de su boca y acariciarle los testículos.
—Santa, ¿Qué haces...? —logró decir Earth, extasiado, agarrándolo del cabello con fuerza. Santa rio y dejó de chupar su miembro para hablar.
—Dándote placer...—ladeó la cabeza y metió otra vez el pene del chico Omega hasta su garganta.
—¿Y no quieres que te lo dé a ti...? ¡Por Buda... espera...! —le tembló la voz cuando un temblor interno lo invadió y repentinamente el placer, haciéndolo eyacular en la boca del joven Alfa.
Se llevó las manos a la cara por la inmensa vergüenza, pero Santa se las apartó y lo abrazó. El joven Alfa continuaba de rodillas y Earth se percató que el semen se lo había... TRAGADO.
—No debiste tragártelo, yo...
—Siempre había querido probar una felación hecha por mí, pero jamás encontré con quien hacerlo porque me resultaba asqueroso—dijo Santa sin dejar de abrazarlo, porque Earth seguía temblando—pero tú eres maravilloso, incluso dejaría que tú me la metieras a mí si es lo que deseas. Ser un Alfa no siempre significa ser el activo, ¿sabes? Y un Omega no está obligado a darle únicamente placer a su pareja. Es recíproco en una verdadera pareja, conejito. Nosotros romperemos ese tabú.
Earth asintió, menos nervioso y más motivado.
—¿Me dejas hacértelo a ti ahora? —preguntó en el momento que Santa se apartó un poco de él.
—Claro que sí, pero solo sí de verdad quieres hacerlo y no por obligación—le advirtió el joven Alfa, cambiando de lugar con él.
Earth nunca en la vida lo había hecho, solo sabía cómo era gracias a la pornografía, y se dio cuenta que era demasiado delicioso que alguien te lo hiciera, pero el detalle estaba en que ahora le tocaba a él y tenía miedo de hacerlo mal y le resultó curioso que Santa no tuviera arcadas al metérselo todo a la boca y parte de la garganta. Y pensó que quizá ya estaba acostumbrado, pero recordó que le dijo que jamás lo había hecho a nadie; a menos que su pene fuera extremadamente pequeño para no causarle nada. Y es que a comparación del de Santa, el suyo sí que era muy diminuto.
De pronto, el chico Omega, se deprimió.
—¿Qué ocurre? —preguntó Santa.
—¿Mi pene es muy pequeño? —quiso saber. Tenía las manos puestas en los muslos de Santa y el pene del joven Alfa estaba erecto y recargado en su propio abdomen.
—Es más pequeño que el mío, pero, ¿acaso es un problema para ti?
—No, pero es que vi que no tuviste ganas de vomitar cuando me hiciste la felación...
—Bueno, es porque en efecto, es pequeño—bromeó Santa—pero es normal, ningún pene tiene que ser de un tamaño en específico. No te sientas acomplejado.
—¿Y te gusta el tamaño que tengo?
—Me encanta, es perfecto, como tú—le acarició la mejilla y luego le revolvió el cabello estando Earth arrodillado frente a él.
—Entonces quiero que seas tú el activo. Quiero que me la metas a mí siempre, ¿de acuerdo? —sentenció Earth con fiereza.
Santa le regaló una sonrisa torcida y le guiñó el ojo. Posteriormente, Earth se animó a sostener aquel miembro viril erecto entre sus dos manos y se humedeció los labios sin apartarle la mirada de encima, percibiendo los ojos del joven Alfa sobre él.
La textura era suave, pero estaba muy duro, tenía gruesas venas alrededor y la punta del glande era muy rosa, incluso, bajo el tacto, percibió que palpitaba. El vello oscuro que lo adornaba más arriba, lo cual era mínimo, le pareció lo más extraordinario al chico Omega. ¿Todo eso se iba a comer? Literalmente.
—No tengas miedo—le instó Santa con voz ronca cuando Earth comenzó a estimularlo con las manos, de arriba abajo.
Earth no lo pensó más y abrió la boca. Deslizó el pene de Santa en su boca y se acercó más para profundizar, pero enseguida sintió arcadas. Alzó la vista al joven Alfa y lo encontró con los ojos cerrados y el labio inferior entre sus dientes. Le estaba gustando. Entonces volvió a succionarlo en su boca, y siendo cuidadoso de no llegar hasta el fondo, sin embargo, un minuto después, sintió la mano enorme de Santa sobre su cabeza, agarrándole un mechón de cabello con fuerza y moviéndolo con más rapidez.
Le encantó ver su expresión de satisfacción y placer, empero, el ritmo que Santa le estaba dando era brusco, rápido y duro, incluso comenzó a asfixiarse levemente. Tuvo arcadas, y las resistió, porque la textura de tener un miembro en su cavidad bucal era deliciosa. Sabía muy bien.
Minutos más tarde, Earth aventuró a darle una ligera mordida en el glande y Santa dejó escapar un gemido ronco desde lo más profundo de su garganta.
—¡Arrrggg! Continúa, por favor—jadeó Santa, preso de la excitación, puesto que estaba a punto de «venirse» y Earth lo sabía por la manera en la que su pene palpitaba entre sus manos y dentro de su boca.
El temblor en el cuerpo de Santa se hizo presente y Earth sintió la expulsión de semen en la garganta, pero fue demasiado que incluso se desbordó por sus labios pese haber tragado bastante cantidad. Sabía dulce.
Santa ahogó un gruñido y su respiración estaba totalmente acelerada. Se levantó y ayudó a Earth también a ponerse en pie.
—Límpiate, cariño—le susurró con ternura, pasándole un pañuelo y luego se limpió a sí mismo.
Earth lo observó mientras se limpiaba la boca y se sintió más seguro al darse cuenta que su cuerpo era agradable para ese joven Alfa Y viceversa.
—Ahora, recuéstate, que lo mejor aún viene—le indicó Santa, sonriendo pícaramente.
Earth obedeció sin protestar, recostándose boca arriba y sin dejar de mirarlo ni un solo momento.
El joven Alfa rebuscó en unos cajones y extrajo un paquete nuevo de preservativos y una caja alargada, que parecía contener algún tipo de ungüento dentro.
—¿Qué es eso? —interrogó Earth, señalando la caja.
—Lubricante. Tú no te preocupes, ¿sí? Déjamelo a mí.
Tras varios minutos de espera, Santa se posicionó frente a Earth y le separó las piernas.
—No tengas más vergüenza—le dijo cuándo notó la vergüenza en el chico—tienes la piel más hermosa y blanca del mundo y tu cuerpo parece irreal de tan perfecto que es.
Earth cerró los ojos al instante que los masculinos dedos de Santa se posaron en su entrepierna hasta llegar a su cavidad anal con el líquido lubricante.
—Voy a estimularte porque no quiero hacerte daño, así que relájate.
—¿Siempre me pondrás lubricante?
—Solo hasta que te acostumbres a mí y no te desgarres, tal como pasó cuando mi maldito primo te tocó...—siseó y se obligó a calmarse—y conforme lo hagamos, tú mismo cuerpo producirá lubricante natural, cariño.
Y poniéndose el preservativo con facilidad en su ya nuevamente pene erecto, Santa se colocó encima de Earth sin dejar de estimularle el ano con los dedos con bastante lubricante. El chico Omega entornó los ojos al sentir el primer dentro de su cuerpo y puso sus manos en el pecho de Santa.
—Vamos bien—le avisó el joven Alfa y metió el segundo y tercer dedo—¿te duele?
—N-No—tartamudeó Earth, comenzando a excitarse más de lo que pensó.
Santa sacó los dedos y el chico Omega percibió le punta del miembro de él rozar la entrada de su cavidad con frenesí. Y sin miramientos, el joven Alfa entró en su interior de un solo movimiento.
Earth ahogó un gritito, pero no de dolor excesivo, sino de placer y sensaciones encontradas y fue callado por los labios de Santa sobre los suyos, quien salió de él y volvió a entrar lentamente.
Santa recargó su peso sobre sus codos sin dejar de besarlo en los labios y de penetrarlo con suavidad para irlo acostumbrando a las estocadas. Le besó las mejillas, el cuello e incluso le mordió el labio inferior, marcando territorio.
—Más...—imploró Earth—muévete más...
—¿Ya te acoplaste? —jadeó Santa. Earth asintió, deleitándose con la exquisitez de su cuerpo dentro del suyo.
El joven Alfa esbozó una sonrisa maliciosa, le besó el cuello e incrementó la fuerza y el movimiento de las embestidas, haciendo gemir al chico Omega. Ambos estaban sudorosos y el sonido del choque entre sus cuerpos podía escucharse bastante bien, incluso con el preservativo de por medio.
Earth le abrazó la cintura con las piernas para sentir más profundidad y le arañó parte de los omoplatos por la adrenalina y placer, haciendo que Santa gruñera.
Las penetraciones fueron aumentando a tal grado de que Earth no podía si quiera pensar y era señal de que Santa estaba llegando a su límite y él también.
—¡Márcame! —exclamó Earth, con la voz entrecortada—¡Soy completamente tuyo ahora! ¡Márcame, por favor...! Quiero enlazarme contigo... —suplicó, respirando con dificultad y a causa del movimiento brusco que hacía Santa en su interior.
Y Santa ni si quiera lo pensó dos veces. Sin dejar de poseerlo, lo besó en los labios y Earth echó hacia un lado la cabeza y el joven Alfa lo mordió deliberadamente en el punto exacto en su cuello, dejando su marca roja y los hilillos de sangre escurriendo en las sábanas, marcándolo por fin como suyo y enlazándose como pareja.
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ESPERO LES HAYA GUSTADO JSJSJS SABEN QUE NO SOY BUENA ESCRIBIENDO ESCENAS +18 JSJSJS
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