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13


El miedo y los recuerdos de esa aterradora noche en el que sufrió abuso sexual lo hicieron vomitar. No podía respirar y tampoco calmarse.

—¡Earth! —esta vez fue su amigo Fluke quien corrió a auxiliarlo, aparte de Santa, y al ver al joven Alfa, el pequeño chico se le fue encima, apartándolo de su amigo—¿Qué le hiciste? ¿Te atreviste a tocarlo?

Santa ignoró a Fluke y se centró en Earth.

—Conejito, ¿Qué sucede? ¿Qué tienes? —suavizó su voz al dirigirse a él.

E instintivamente, Earth abrazó a Santa, mirando a todas partes y alcanzó a ver a través de la oscuridad a Kao escabullirse.

—¡Qué diablos...! —exclamó Ohm, dando un respingo al ver a Kao también arrastrarse como un gusano por los arbustos.

—¡K-Kao! —balbuceó Earth, preso de la histeria y señalándolo.

Y antes de que el mencionado pudiera huir de allí, Ohm Thitiwat se aproximó a él y lo levantó con mucha facilidad, tomándolo del cuello de su camisa negra.

—¡Suéltame! —vociferó Kao y empujó bruscamente a Ohm, liberándose de él.

—¡Tú! —exclamó Fluke, mirando con rabia y desprecio a Kao.

—¡¿Te hizo algo?! ¡¿Volvió a tocarte?!—Santa se puso histérico, agarrando a Earth del hombro y señalando a su primo.

—Déjate de tonterías—siseó Kao, acomodándose la camisa.

Giró sobre sus talones e hizo el ademán de largarse, pero Ohm se situó justo frente a él. Le llevaba alrededor de tres centímetros, sin mencionar que su cuerpo era más robusto.

—No te irás a ningún sitio. Ellos no han terminado de hablar contigo—repuso Ohm.

—¿Quién te crees que eres? ¿Acaso no sabes quién soy? —lo desafió Kao con descaro.

—Escucha, idiota, sé perfectamente bien quien eres y la verdad es, que me importa una mierda. Le has hecho daño a un amigo mío y déjame decirte que, si nadie te ha parado el alto, lo haré yo, en nombre de Earth y de las otras víctimas que seguramente has herido—lo enfrentó Ohm, con furia, pero Fluke lo agarró de la mano para tranquilizarlo.

—Ustedes ya me tienen harto, ¿Por qué están siguiéndome? —gruñó Kao—¿Quieren morir o qué?

No obstante, Fluke arqueó una ceja y se colocó delante de su novio, puesto que percibió la irascibilidad emanando de él.

—Tenemos la maldita mala suerte de verte en todas partes, bastardo—increpó Fluke.

La expresión de Kao fue la gota que derramó el vaso de la paciencia de Santa.

Caminó un par de pasos con seguridad y agarró a su primo de los hombros, esbozando una sonrisa falsa sin despegar los labios. Kao se protegió la cara, pero Santa le hizo la finta de abrazarlo, para posteriormente, propiciarle un puñetazo en la boca del estómago y una patada en la entrepierna, haciéndolo doblarse del dolor y caer arrodillado a la mitad del patio.

—¡Hijo de...! —balbuceó Kao, rojo de dolor y agarrándose su parte íntima.

—No hagas que me convierta en un asesino por tu culpa, imbécil—le escupió Santa—pese a lo que le hiciste a Earth mientras yo estaba en el hospital gracias a la paliza que me diste, quiero que sepas que no voy a dejarlo solo. Él es mi Omega, ¡Entiendes! ¡Él es mío! —lo pateó una vez más, pero en el pecho.

Y lejos de que Earth ahora tuviera miedo por lo que ese Alfa demente pudiera hacerle a Santa, se inclinó lo suficiente a Kao y lo abofeteó.

—¡Mereces que te corten los testículos! —le gritó con recelo—¡Solo así dejarás de jactarte de tu masculinidad y ya no serás un peligro para la sociedad!

Kao le envió una mirada mortífera y deslizó su mano hacia el interior de su cinturón, dónde se alcanzaba a ver la culata de un arma.

—Tú que sacas esa arma y yo que te rompo la cabeza con esta piedra—lo amenazó Fluke detrás de él. Kao se volvió hacia atrás y vio al pequeño Omega con una gigantesca piedra casi del tamaño de su cabeza entre sus manos y en posición de lanzársela.

—Esto no va a quedarse así—prometió Kao, abatido. Se puso en pie dificultosamente y se alejó de ellos con lentitud, en dirección al estacionamiento.

Santa no le despegó la mirada de encima hasta que lo vio desaparecer.

—¿Te hizo algo? —se volvió a Earth y el chico Omega lo abrazó sin miramientos.

Ohm y Fluke apenas podías salir del asombro. ¿En qué momento se habían hecho tan cercanos?

—No, pero tenía la intención de hacerlo—titubeó Earth—gracias por salvarme.

Santa le acarició el cabello para tranquilizarlo y Earth se estremeció.

A lo que Fluke no le quedó más remedio que tirar la piedra al suelo y toser falsamente.

—¡Fluke! —Earth con rapidez corrió a abrazarlo.

—Me tienes que poner al tanto de lo que está pasando—musitó su amigo, correspondiéndole el abrazo y con el rostro teñido de confusión.

—Hay una cafetería aquí atrás, para los amigos de la familia—opinó Ohm—podemos ir allá a hablar mientras tomamos un café.

Earth miró a Santa en busca de aprobación y él asintió.

Rodearon la funeraria y llegaron a la dichosa cafetería, en dónde había más personas congregadas allí. La mayoría charlaba con sus vasos de café en las mesas y otras recargadas en la pared. Vestían absolutamente todos de negro.

Pidieron té y café, sentándose en la única mesa disponible que estaba en medio de la estancia.

Earth sabía de antemano que Fluke no iba a permitir alguna excusa con respecto a lo que había pasado en todas esas semanas en las que no hablaron, por lo que tomó la decisión de relatarle lo ocurrido, tanto a él como a Ohm.

No se ahorró ningún detalle y horrorizó a la pareja.

Su amigo tuvo que tomar un minuto de silencio para asimilar todo.

—No puedo creer que fuiste víctima de violación por ese hijo de perra—gruñó Fluke, asqueado y triste.

—Todo fue planeado. A mí me mandó al hospital para que no pudiera protegerlo—masculló Santa con desdén. Apretó las mandíbulas y resopló—y para joderme más, también asesinó a mi empleada doméstica frente a Earth, antes de llevárselo consigo y lastimarlo...

—Tranquilo—Earth tomó de la mano al joven Alfa para reconfortarlo.

—Lo que no me explico, es como ustedes se hicieron pareja—dijo Ohm—es poco creíble que sucediera, ya que Earth te detestaba.

Earth se sonrojó.

—Él es mi Omega—repuso Santa—y yo su Alfa. Ambos nos reconocimos, solo que aún no hacemos nuestro enlace. Deseo darle tiempo y no presionarlo.

—¿De qué diablos estás hablando? —Fluke frunció el ceño, centrándose en lo más impactante de todo— ¿Cómo que Omega? Earth es un Gamma.

—¿Qué te hace pensar que es Gamma? —inquirió Santa, enarcando una ceja hacia él.

—Él es un Gamma—volvió a afirmar Fluke—lo conozco desde hace tiempo.

—Los Alfas sabemos reconocer a nuestras parejas Omegas—acotó Santa—además, no solo yo lo supe desde que lo vi, sino también un doctor.

—Ohm es también Alfa y él nunca detectó en Earth nada diferente—sentenció Fluke, mirando al mencionado.

—Probablemente se debía a que no había todavía determinado su categoría—explicó Ohm, azorado y nervioso ante la mirada de los demás—antes no pude percibirlo, pero ahora ya lo siento.

—¿De qué hablas? —ahora el intrigado y enfurruñado era Fluke al no entender nada.

—La verdad eso no es importante—convino Earth—en algún momento volveré a la casa de mis padres y traeré a Zion conmigo, y solo allí aprovecharé a confrontarlos.

—¿Confrontarlos? —preguntó Fluke.

—Sí. Ellos siempre afirmaron que yo era un Gamma solo porque ellos sí lo son. Debe haber algún motivo para el que me estuvieran inculcando una idea equivocada.

—Yo pienso que solo hubo una evolución tardía en ti—increpó Ohm—son casos raros, pero no anormales.

Y como no podían darse el lujo de continuar conversando en un sitio y momento como ese y habiendo ciertos detalles que no valieron la pena contar, Ohm y Fluke quedaron satisfechos.

Abandonaron la cafetería y se reunieron nuevamente con los familiares del abogado.

Y Santa y Earth se enteraron que, en efecto, Samantha y Ohm eran viejos amigos desde niños, llegando a la conclusión que Bangkok era demasiado pequeño. Y no les extrañaría enterarse después de que tenían más personas en común.

Los amigos de Earth se retiraron a eso de las tres de la mañana, ya que Ohm tenía que ir a la empresa de sus padres a recoger unos papeles y en cuanto saliera de allí, pasaría por Fluke y volverían para al último adiós del abogado.

—¿Estás cansado? Porque si deseas dormir, puedes ir a la camioneta—se ofreció Santa, adormilado.

—No tengo sueño—arribó Earth y era verdad. Estaba muy despierto, observando todo a su alrededor—pero vamos a descansar los dos al vehículo. Tú te ves muy cansado.

—No me gusta desvelarme—bostezó, echando a andar hacia el estacionamiento—es pésimo para la salud. Eso produce anemia a la larga y problemas diversos.

—La señora Amy decía lo mismo—dijo Earth, recordando a la abuela de Santa—o bueno, ella solía decirme que, si me desvelaba, la sangre se me haría agua.

Santa sonrió.

—¿Y la obedecías?

—Por supuesto. Además, no es que quisiera desvelarme, pero a veces tenía insomnio por las preocupaciones pese a estar agotado.

Santa le acarició la mejilla con angustia, imaginando los problemas que tuvo que pasar hasta llegar a dónde estaba: a su lado.

Tras llegar a la camioneta, la abordaron y el joven Alfa se encargó de acomodar los asientos lo más reclinados posibles para que pudieran descansar.

A las seis y media de la mañana, alguien golpeó los cristales sutilmente para despertarlos.

Era Samantha, la nieta del abogado. La chica de mejillas regordetas ansiaba poder hablar con Santa y su acompañante para que estuvieran listos, puesto que irían a darle el último adiós en el cementerio a su abuelo y posteriormente, cremarlo.

Santa abrió los ojos y ahogó un bostezo. Se olvidó de encender la calefacción y los cristales se empañaron por sus respiraciones, por lo que abrió el cristal de su ventana para encarar a la chica.

—Discúlpanos—murmuró Santa y buscó en unos compartimientos del vehículo una goma de mascar.

—A las nueve en punto se llevará el cuerpo de mi abuelo al cementerio—le informó ella, con la mirada perdida.

—Pensé que habían elegido la cremación—replicó Santa, metiéndose una pastilla de menta que halló en la guantera y le dejó una a Earth cerca de la palanca de velocidades.

—Sí, pero decidimos hacerlo mañana. Lo vamos a enterrar como es debido y mañana exhumaremos sus restos para cremarlo, siendo una reunión familiar privada.

—Comprendo. Despertaré a mi acompañante y en unos minutos vamos dentro.

—Claro, y vayan a la cafetería, hay bocadillos y bebidas calientes.

Y de forma sorpresiva, comenzó a lloviznar. La abogada apenas y llevaba un abrigo sobre los hombros y el agua le empapó rápidamente la cabeza y cara.

Acto seguido, el joven Alfa se deslizó fuera de la camioneta, cerró la puerta y abrazó a la chica para cubrirla de la lluvia con su saco. Echaron a correr en dirección al sitio donde estaba el féretro y entraron sacudiéndose el cabello, siendo víctimas de desaprobación por parte de los presentes. Samantha se alejó fugazmente de él y se situó al lado de una chica a la que Santa no pude verle el rostro porque estaba volteada.

Mientras tanto, Earth había despertado en el momento justo en que Santa bajó a cubrir a la abogada con su saco carísimo de la lluvia y los observó entrar corriendo a la funeraria.

Se despabiló y se sintió un poco celoso. ¿Por qué no lo despertó?

Su mirada recayó en la pastilla de menta junto a la palanca, rompió el empaque y se la comió para refrescar su boca, ya que no estaba en la cabaña y no tenía su cepillo ni dentífrico. Suspiró y aventuró a abrir la puerta del copiloto para salir del vehículo. La lluvia había incrementado y el frío era insoportable, incluso dentro.

Aferró su bolso entre sus brazos y abrió, esperaba sentir el impacto de las gotas furiosas sobre su cabeza, pero no fue así. Alzó la cabeza y se encontró con un enorme paraguas negro, sostenido por el joven Alfa.

—Po...

—¿Pensaste que te había dejado aquí solo a propósito? —inquirió Santa con el ceño fruncido. Su cabello estaba muy mojado y también su pulcro saco carísimo. Earth asintió, ruborizado, jugando con la menta en su lengua—ayudé a la abogada a no empaparse más y busqué un paraguas para que a ti no te cayera ni una sola gota encima.

—Gracias—titubeó, avergonzado.

—No te preocupes, ahora con cuidado baja de la camioneta y no te separes de mí o te mojaras—le indicó Santa.

Lo abrazó por encima de los hombros, cubriéndolo muy bien de la lluvia y lo dejó en la puerta del recinto.

—Traeré un abrigo para ti, lo tengo en alguna parte de la Hummer...

—Estoy bien, no tengo frío—acotó Earth, deteniéndolo—tú deberías quitarte ese saco y entrar a calentarte.

Santa asintió a regañadientes.

Fueron a la cafetería y comieron un par de sándwiches con café americano. Había poca gente a comparación de la noche anterior y se debía a que se marcharon al amanecer, incluyendo los padres de Santa, con quienes él se tenía que reunir ese día a la hora de la comida.

—¿De qué crees que quieran hablarte tus padres más al rato? —preguntó Earth después de observar beber tres tazas de café a Santa con rapidez.

Santa bebió el café que tenía en su boca y meneó la cabeza en negación.

—Seguramente quieren cuestionarme sobre ti.

El nerviosismo en él se notaba muchísimo, por más que quisiera ocultarlo y Earth no estaba dispuesto a quedarse con la duda.

—¿Y a qué se refirió tu madre cuando dijo que no quería que yo fuese como otro chico al que, deduzco, hiciste daño? —preguntó como quien no quiere la cosa y mirándolo con fijeza a los ojos. Quería ver su reacción.

—¿De qué hablas? —inquirió Santa, claramente irritado.

—Hiciste callar a tu madre cuando ella iba a mencionarlo...

—Son asuntos que no te incumben a ti—gruñó Santa con desdén, alzándole la voz y le hizo una mueca de fastidio—y no vuelvas a mencionarlo más, ¿okey?

Era la primera vez en todo ese tiempo que ya habían comenzado a salir e incluso de conocerse, que le hablaba de una manera tan fría, grosera e insolente, ni si quiera le respondió así al enterarse de lo que su primo le había hecho.

Los malos tratos que Earth tuvo a lo largo de toda su existencia, a manos de sus padres, habían quedado en el pasado y no estaba ni cerca de querer volver a sentirse insignificante por culpa de alguien más, por lo que, en vez de abandonar ese tema, que, al parecer, era muy delicado para ese joven Alfa, hizo todo lo contrario, demostrando su dignidad.

—¿En qué momento te he hablado mal, desde que comenzamos a salir como pareja? Habías dicho que ya no existiría secretos entre nosotros, Santa—masculló el chico con ira y decepción—y no voy a permitir que me hagas este tipo de desplantes.

Y acto posterior, Earth tomó su bolso y se levantó del asiento. Sabía que era muy dramático, pero quería dejar en claro a ese tonto joven Alfa que él merecía respeto y confianza.

—¿A dónde vas? —Santa se puso en pie también, desconcertado.

—Lejos de ti—espetó Earth—suficientes malos ratos he pasado para que me provoques más.

—Hay ciertas cosas que todavía no estoy listo para hablar contigo, ¿comprendes? —se exaltó y varias personas voltearon a verlos—y ese asunto del que no quiero contarte no es importante, créeme. Mis padres están empeñados en joderme la vida y tú eres lo único normal y bueno que he conocido.

Earth chasqueó la lengua, dubitativo. La mirada de Santa estaba teñida de temor y ansiedad. ¿Acaso ese tema era muy complicado y le había costado mucho olvidarlo?

—¿Y por eso tenías que comportarte como idiota?

—Discúlpame—se llevó la palma de la mano a la frente con desasosiego—no era mi intención hablarte mal, pero compréndeme.

—¿Cómo voy a comprenderte, si no sé lo que te pasa?

Santa se rascó el cuello con incomodidad y con la otra mano libre, agarró la muñeca de Earth.

—Siéntate, por favor. No me dejes solo.

Dejarlo solo.

¿Más solo de lo que él estaba, antes de conocerlo?

—Por única vez—le advirtió Earth, volviéndose a sentar—crecí en un ambiente desdeñoso al lado de mis padres, haciéndome sentir miserable—resopló—dejé todo eso atrás, no arruines mi nueva vida y más si deseas que la comparta contigo.

Santa asintió, avergonzado.

Tiempo después, acompañaron a la familia hasta el cementerio. Ohm y Fluke aparecieron justo cuando sacaban el féretro de la funeraria en una carroza negra, con los familiares del abogado dentro.

Aproximadamente veinte vehículos siguieron la carroza fúnebre por las calles menos transitadas de Bangkok y Earth alcanzó a divisar a los padres de Santa, y a Kao Noppakao acompañado de una pareja de señores a los que no pudo verles el rostro, antes de emprender el trayecto.

El resto de personas estuvo un breve lapso allí hasta que culminó el entierro y después se fueron marchando en silencio. Y como el cielo estaba nublado, avecinando más lluvia en el día, se resguardaron debajo de los paraguas.

—¿A dónde irán después? —les preguntó Fluke, sin soltar el brazo de Ohm con el que sostenía un enorme paraguas para ambos.

—Tengo un asunto familiar que atender—respondió Santa con vaguedad—y me gustaría que estuvieran con Earth hasta la noche, yo pasaré por él en donde me digan que van a estar.

Earth no abrió la boca, simplemente se limitó a ver sus pies. Sabía que Santa jamás lo llevaría frente a su familia, y por dos poderosas razones: por lo de la herencia y porque odiaba a esas personas.

—¿Qué? —inquirió Fluke, a la defensiva— ¿y por qué no quieres que él te acompañe? ¿No se supone que están saliendo?

—Quiero protegerlo de mi familia—sentenció Santa de mal humor—si son amigos de él, cuídenlo por mí. Confío en ustedes, y de lo contrario, si veo que lo lastiman...—dio un paso a Fluke y Ohm lo empujó, pero Santa volteó a ver al otro Alfa con una mirada enloquecida—los mataré a ambos con mis propias manos.

Earth parpadeó, perplejo. Pese a que la voz de Santa no se alteró y mantuvo serenidad, le causó escalofríos; y no solo a él, sino también a sus amigos.

Y Santa esbozó una sonrisa tierna hacia Earth antes de tomarlo suavemente del cuello y plantarle un delicado beso en los labios.

—Mi primo, sus padres y los míos, ya se van. Te veo en la noche, conejito—se despidió de él dándole una abrazó y se volvió hacia OhmFluke—cuídenlo—les ordenó con voz arrogante.

—Llévate el paraguas—le ofreció Earth.

—No, quédatelo tú—volvió a sonreírle. Le despeinó juguetonamente el cabello a Earth y se alejó a paso decidido.

Observaron a la gran familia Alfa Udompoch abandonar el sepelio en sus coches elegantes, que opacaban a los demás. Y ni si quiera a esa distancia más cerca, Earth logró verles las caras a los progenitores de Kao Noppakao, pero si se encontró la mirada de ese imbécil, que le provocó ganas de vomitar.

—Larguémonos de aquí—anunció Ohm, perturbado—todo ha terminado.

Fluke tomó del brazo a Earth, dejando atrás a su novio y se resguardaron en el paraguas que le dejó Santa. Ohm los fue escoltando hasta la salida.

Abordaron el vehículo de Ohm y Earth se estremeció en los asientos traseros.

¿Cómo era posible que se sintiera tan mal? Añoraba a ese tonto joven Alfa consigo y eso que apenas habían pasado quince minutos de su ausencia.

—Santa es muy raro y bipolar—comentó Fluke—pero al menos sé que contigo es todo lo contrario.

—Tiene su carácter—murmuró Earth, pensativo y mirando a través de la ventana.

—Deberías tener cuidado—le aconsejó Ohm, mientras conducía.

—¿Por qué? —Earth salió de su burbuja y le prestó atención.

—Porque percibo que algo no está bien con ese chico—contestó el Alfa con preocupación—está ocultando algo importante, Earth.

—Todo el mundo tiene secretos—lo defendió Earth, aunque en el fondo, también lo percibía y terminó de convencerse cuando lo vio irritado horas atrás.

—¿Siempre es cariñoso contigo o tiene momentos raros como hace un rato? —quiso saber Fluke.

—Desde que somos pareja ha sido así de lindo—omitió el desplante de la mañana.

—Ten en cuenta cómo se comporta con los demás y ahí verás, Earth—le confió Ohm—no solo es la manera en la que te trata a ti, sino al resto.

—¿Se les antoja ir por algo caliente? Está haciendo muchísimo frío—Fluke calmó el ambiente y cambió de tema.

—A mí me habría gustado acompañarlo—bufó Earth.

—¿No te asusta estar rodeado de esos asquerosos idiotas? —espetó Fluke.

—No quiero estar con ellos, quiero estar con él.

—Nunca superaré el hecho de que salgas con alguien de esa familia—acotó Fluke—todo ha sido tan... ¿rápido?

Earth no dijo nada.

Finalmente, se dirigieron al departamento en donde Earth había estado viviendo mientras trabajó en el bar de la familia de Ohm, en donde sus amigos ya vivían juntos ahí.

Prepararon café caliente y a eso de las dos de la tarde, se soltó la peor tormenta eléctrica jamás antes vista en Bangkok. Incluso, la luz se fue varias veces gracias al aire violento que azotaba los cables de luz y las ventanas de cristal en todo el departamento.

Y no dejaba de pensar en Santa y su bienestar. En esas circunstancias, habrían estado en la cabaña, acurrucados en alguna parte, conversando o viendo películas, dependiendo de la luz, ya que no en todas partes había apagones por la lluvia.

—Estamos de suerte—canturreó Fluke, sacando una pizza congelada—queda una pizza, ¡Voy a calentarla! Espero que no se vaya a ir la luz nuevamente.

Earth se asomó por la ventana con la taza caliente con café en sus manos, recordando los momentos sucedidos a partir desde que salió de casa de sus padres hasta el día de hoy.

No tenía ni la menor idea de lo que sucedería después en todos los aspectos, pero le preocupaba Santa.

¿Y si ese asunto secreto era más terrible de lo que parecía?

¿Y si, así como Ohm le había dicho...Santa ocultaba algo grave detrás de esa fachada de chico normal?

Sacudió la cabeza para olvidar esos pensamientos negativos.

La tormenta eléctrica no cesó, pero afortunadamente la luz se mantuvo con normalidad hasta el atardecer, tiempo que usaron para ver películas y comer pizza. Y a las ocho de la noche, Santa le mandó un mensaje y Earth le envió la ubicación.

—¿Estás seguro que no quieres dormir aquí esta noche? —le ofreció su amigo con preocupación—hay suficiente sitio para los tres.

—Yo dormiré en el sofá si te quedas. Es muy cómodo—terció Ohm sonriendo amistosamente.

—No hay necesidad, ya está en camino.

Fluke no insistió más y lo acompañó a esperarlo en la puerta.

Al cabo de diez minutos, divisaron la majestuosa Hummer de Santa acercarse. Aparcó frente a ellos, apagó las luces y descendió para abrazar a Earth inmediatamente. No llevaba la misma ropa del funeral, sino una más cómoda y se preguntó si había pasado a la cabaña antes.

—Te eché de menos, ¿Cómo estás? —le preguntó Santa, aspirando el olor de su cuello por encima del collar.

—Pensé que la conversación con tu familia no tardaría mucho.

—Sí, hubo algunos imprevistos—explicó, azorado, como si el solo recuerdo de los sucesos fuera terrible y besó la frente del chico de mejillas regordetas— ¿nos vamos?

Asintiendo, Earth se despidió de Fluke y abordaron la camioneta.

Fluke entró y Santa arrancó.

—Pasé a comprar despensa—le informó, señalando las bolsas plásticas en los asientos traseros—olvidé que costaban extras las bolsas y no llevé las que hay en casa.

—¿Te cambiaste de ropa en casa de tus padres?

—Sí, era ropa que dejé cuando me salí de ahí. Me queda algo ajustada—se encorvó y se enderezó varias veces para que Earth notara que la camiseta gris le quedaba muy pequeña.

—Me habría gustado ponerme ropa cómoda de Fluke, pero esto me cubrió del frío perfectamente bien.

—Excelente.

—¿Qué tal te fue?

—Bien, no me molestarán en mucho tiempo y casi se inundó la zona cerca de la casa de mis padres, por eso pude zafarme lo antes posible y estar contigo.

—¿Estuvo tu primo presente?

—No, ¿por qué?

—Porque vi a toda tu familia irse al mismo tiempo.

—Él se largó con sus padres.

Llegaron pronto a la cabaña, con la siguiente tormenta eléctrica sobre sus cabezas. Bajaron la despensa corriendo y Earth aprovechó a ducharse para ponerse ropa cómoda, en lo que Santa preparaba la cena.

Debajo de la regadera, el agua tibia le caía encima a Earth, haciéndole pensar más de lo que debía. Santa se había rehusado a comentarle sobre la reunión con sus padres y comprendía que los temas familiares no podían contárselo a todo el mundo, pero... Él no era todo el mundo. Él era su pareja. Claro, no al cien por ciento porque la relación no había sido consumada como tal.

Sin embargo, comenzó a recordar la imagen del cuerpo perfecto de Santa cuando lo tuvo que ayudar a bañarse antes de salir del sanatorio y sintió mucha ansiedad y de pronto su piel empezó a erizarse cada que pasaba el jabón por su cuerpo, estremeciéndolo.

¿Qué le pasaba? Su piel ardía y no por el agua.

Bajó la mirada a su entrepierna y se encontró con su miembro erecto.

Estaba palpitando y moviéndose, en espera de ser calmado lo antes posible.

Abrumado, cambió el agua tibia a helada para que se le bajara rápido, pero eso provocó una subida de placer que no pudo explicar.

Probó acariciándose pensando en Santa y una oleada de placer lo embargó, haciendo que eyaculara bajo el agua, dejando salir su fluido corporal. Tuvo que agarrarse a la pared para no caer, ya que sus piernas flaquearon y comenzaron a temblarle. Le ardía las mejillas y las sintió muy calientes.

Se tomó varios minutos para recuperar el aliento y de pronto una sensación de desasosiego reemplazó el placer: ¿Acaso era el inicio de su celo como Omega?

No. No podía ser posible.

Pero, si ya había saciado su momento íntimo, ¿por qué anhelaba sentir más placer?

Se duchó una vez más y salió a cambiarse. El solo roce de la textura de la bata de baño lo volvió a excitar. Maldita sea.

Buscó rápidamente las pastillas para suprimir su olor (que ya no las ingirió desde que se lo contó todo a Santa, pero las guardó) y no llamar la atención de Santa hasta que decidiera como calmar su erección y necesidad de coger. Tenía entendido que solo suprimiría el aroma de quien lo marcara, no su propio olor y maldijo entre dientes. Se cambió de ropa fugazmente, se puso de pie frente al espejo y se obligó a tranquilizarse.

El reflejo de su mirada lo atormentó. Tenía las pupilas dilatas, las mejillas ruborizadas y la piel erizada. Incluso su respiración se iba acelerando cada vez más.

—La cena está lista—le oyó decir a Santa desde abajo y dio un respingo.

Había altas posibilidades de que el joven Alfa ya hubiese sentido sus hormonas descontroladas.

Abrió la puerta de la habitación y se animó a bajar por la escalera, en donde se encontró a Santa, cruzado de brazos, mirando en su dirección.

A Earth se le secó la boca al verlo sin la playera ajustada.

—Te noto... extraño—Santa subió un par de escalones para quedar más o menos a su altura y acercó su perfecto rostro a él y Earth percibió el olfateo en su cuello, así que cerró los ojos y deleitarse de su cercanía.

—No sé qué me pasa—titubeó Earth, sin abrir los ojos aun—mi cuerpo está actuando raro y no dejo de pensar en tocarte...

Y cuando Earth abrió los ojos, ya que Santa se había quedado en silencio y muy cerca de él, la mirada del joven Alfa había cambiado. También se le habían dilatado las pupilas y el chico Omega sintió un olor exquisito emanar de él, que lo volvió loco.

Las feromonas de ambos se habían reconocido.

—Has entrado en tu etapa de celo, conejito—ronroneó Santa en su oreja—y solo yo puedo saciarte.

Le rozó la mandíbula con las yemas de sus dedos y Earth pensó que se derretiría ahí mismo porque le temblaron las piernas ante su caricia.

—Me daré una ducha rápida y vendré a hacerme cargo de ti—le informó, dándole un beso en el cuello y posteriormente, echándose a correr escaleras arriba, dejándolo excitado.

Respiró hondo y se encaminó al comedor, en donde se sirvió agua fría para relajarse. Se sentó en una de las sillas y frotó sus manos en las piernas para bajar su erección, tratando de pensar en lo deliciosa que se miraba la cena.

Pasaron unos minutos y alcanzó a escuchar música en la planta alta y la voz de Santa cantando a todo pulmón la canción "A Sky Full of Stars" del grupo británico «Coldplay».

Sonrió ante la felicidad de ese joven Alfa. Estaba complacido y emocionado, ¿de verdad era pareja de alguien como él?

Se sirvió una taza de café cuando se vio relajado y salió a respirar aire fresco y sentir el aroma delicioso de la tierra mojada. Ya no estaba lloviendo, pero aun caían gotas que provocaba frío. Echó un vistazo a su coche plateado que estaba al lado de la Hummer de Santa y suspiró. Extrañaba conducir.

Caminó un par de pasos y las gotas humedecieron su ropa, puesto que su cabello ya lo estaba por la ducha.

Empero, en el segundo que optó por girar sobre sus talones para entrar a la cabaña, escuchó unos pasos detrás de la camioneta.

Paralizado, retrocedió alarmado y corrió a la cocina por un cuchillo o lo que fuera para poder defenderse. Si de alguna forma a Kao Noppakao se le había ocurrido volver, se defendería y no permitiría que tocara a Santa otra vez.

Y tan enorme era su nerviosismo, que solo halló un triste tenedor y se acercó sigilosamente al mismo sitio donde escuchó los pasos. Lamentaba mucho que Santa estuviera bañándose con música a todo volumen porque si Kao lograba matarlo, el joven Alfa no se daría cuenta hasta después.

—¡¿Quién a-anda ahí?! —le tembló la voz y tragó saliva, con el tenedor en alto—¡Estoy armado!

Y para rematar, se desató nuevamente la maldita tormenta.

—Busco a... Santa Udompoch—balbuceó una voz, cuyo dueño salió por detrás del coche de Earth, tambaleándose—he estado buscándolo por meses...

Earth frunció el ceño y se limpió la cara porque la lluvia no lo dejaba divisarlo bien. Era un chico.

—¿Quién eres tú? —le espetó Earth sin soltar el tenedor.

—Me llamo James Prapatthorn—contestó y se abrazó a sí mismo, tiritando de frío y luego tosió con dificultad—necesito hablar con él...

Y dicho eso, cayó desmayado a los pies de Earth, sobre el lodo y con la lluvia encima.


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DISCULPEN LA TARDANZA u_u


¿Qué se traerá James Prapatthorn con Santa? :o

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