Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

12


Pese haberse dado el primer beso genuino entre los dos, dándole pie a la posibilidad de iniciar una relación real y enlazada entre un Alfa y un Omega, no quisieron apresurarse al siguiente nivel. Querían conocerse primero, saber uno del otro como debía ser, sin presión, sin ansiedad, sin desesperación.

Y como muestra del consentimiento de Earth para con Santa, la marca de la mordida en su cuello que Kao Noppakao le había hecho, se borró por completo de manera más rápida. El joven Alfa le compró un collar especial para proteger su cuello en lo que él mismo lo mordía cuando llegara el momento de enlazarse completamente, mismo que despedía un repelente aromático hacia otros Alfas de su alrededor y el chico Omega no pudo estar más feliz por ello.

No quería ser marcado otra vez por la fuerza por un Alfa que no deseaba.

Cuando fue el segundo día del mes de abril, a Earth se le ocurrió salir de la cabaña con Santa por primera vez en varias semanas y visitar El Templo del Buda de Esmeralda, que estaba ubicado en el centro histórico de Bangkok, dentro de los terrenos del Gran Palacio de Bangkok para ir a orar y pedir bendiciones a sus vidas y a la nueva etapa que comenzaban.

—No soy muy creyente—le había dicho el joven Alfa cuando se lo propuso un día antes—pero cumpliré todos tus deseos.

Y en efecto, al día siguiente, se hallaban rumbo al templo muy temprano en la Hummer de Santa. El clima estaba muy fresco, por lo que fueron muy abrigados, parecía que fuese a llover. El único en llevar un gorro negro tejido fue Santa.

Earth ya no tenía en uso su antiguo teléfono porque no quería involucrar a su amigo Fluke y a su novio, Ohm, con todo lo que estaba pasando y empezó a usar el iPhone que Santa le obsequió.

Aquella sería la primera vez en muchas cosas con ese joven Alfa y se hallaba muy emocionado. Se pasó los dedos sobre el collar en su cuello y se estremeció. Tenerlo puesto le daba seguridad, ya que, para quitárselo, se necesitaba mucha concentración por el tipo de broche que tenía.

Comúnmente, el templo siempre estaba abarrotado de personas, tanto del país, como extranjeras, pero ese no fue el caso en esa ocasión. Había poca gente y se debía quizá al frío.

Santa encontró donde estacionar el vehículo y descendieron; quedando a un par de calles de allí. Se agarraron de la mano y encaminaron hacia su destino. Era normal ver a parejas como ellos en todas partes, pero a Earth le provocaba cierta pena porque él era mayor que su acompañante, aunque no se notara la diferencia.

Estuvieron dentro del templo por alrededor de cincuenta minutos y cuando salieron, se percataron de que estaba lloviznando, haciendo que el clima se tornara más helado.

—Debimos venir otro día, en el que el cielo no esté a punto de lanzar cubos de hielo—se quejó Santa, con escalofríos.

—A mí me encanta el clima—canturreó Earth, alzando las palmas de sus manos hacia arriba para sentir en su piel las gotas frías de agua que caían sobre ellos.

—Te vas a resfriar—lo regañó, y se quitó el gorro tejido color negro y se lo colocó en la cabeza a Earth.

—Estoy bien, póntelo tú...

—Con este cambio de clima, eres más propenso a enfermarte tú, que yo—gruñó Santa, negándose a aceptar el gorro de vuelta—póntelo y vamos a la camioneta.

—No quiero regresar aun a la cabaña—Earth hizo pucheros y Santa tomó su mano—el día está hermoso...

—Sí, está hermoso para estar debajo de las sábanas, viendo películas con un delicioso café americano caliente y algo dulce para comer—tiró de él en dirección a la Hummer.

—Son apenas las nueve de la mañana, vamos por un café a una cafetería, así como en las películas románticas.

Santa volvió el rostro para mirarlo y la sonrisa dulce de Earth lo conmovió. Era obvio que jamás había experimentado una cita normal con alguien y deseaba hacerlo con él, por lo que el joven Alfa no pudo negarse y asintió.

Abordaron la camioneta y Santa lo llevó a una cafetería a la que solía frecuentar con Prem cuando salían de clases. Dejó la Hummer frente al establecimiento y entraron a la calidez de un sitio cerrado, en donde la mayoría de personas había entrado a refugiarse. En cuanto se sentaron una mesa al lado de la pared de cristal, la tenue llovizna se transformó en una lluvia furiosa con relámpagos y truenos, haciendo que la cafetería se llenara con más individuos. Era demasiado temprano para una tormenta.

Pidieron un par de cafés americanos con azúcar mascabado, una rebanada de pastel de chocolate y una rebanada de pastel de queso con fresas.

—Comer mucho azúcar podría provocarte caries y diabetes—le advirtió Santa al instante que les llevaron sus órdenes y vio a Earth atacar su rebanada de pastel de chocolate.

—Nunca voy a negarme a estas delicias—el chico Omega se encogió de hombros—deberías probar un poco—le acercó la cucharilla a la boca y Santa aceptó el bocado, manchándose en la comisura de sus labios—espera...

Earth con toda la confianza del mundo, le limpió el betún con el pulgar y se lo llevó a boca con una sonrisa, paralizando el corazón de Santa ante tanta ternura.

—Sabe bien, pero procura no comerlo seguido, ¿de acuerdo? —sentenció el joven Alfa tras obligarse a salir de la hipnosis que le provocaba ese chico.

Como la tormenta parecía ir en aumento, las televisiones de la cafetería fueron manipuladas para mostrar el noticiero nacional, que anunció el ingreso de un frente frío a la ciudad de Bangkok, acompañado de tormentas y heladas, que duraría en un aproximado de cinco días a lo mucho, recomendando no salir de casa sin un paraguas y ropa abrigadora.

En eso, el teléfono de Santa comenzó a sonar y antes de levantarse de la mesa para contestar, se inclinó sobre la mesa y susurró a Earth: —Si quieres algo más, pídelo, no te preocupes. Es la abogada, no tardaré mucho.

Earth ladeó la cabeza y luego asintió.

Observó a Santa inmiscuirse hasta la parte menos concurrida de la cafetería para responder, pasando junto a la puerta principal, en el fondo, dándole la espalda. Se le hizo extraño que se alejara, si al fin de cuentas, no había más secretos entre los dos, a menos que el joven Alfa tuviera los propios.

Y como había decidido confiar ciegamente en él, se obligó a calmar sus celos enfermizos y disfrutar de lo que quedaba de su rebanada de pastel. Mandó llamar a la mesera y le pidió dos rebanadas más y una malteada de vainilla.

Sacó su teléfono para matar el tiempo de espera, tanto de su nueva orden y de la llamada de Santa.

En cuanto decidió dejar todo atrás con su anterior teléfono, hizo una cuenta nueva en todas las redes sociales con un nombre aleatorio y se metió a Instagram a quitarse el aburrimiento, entró a la cámara de la aplicación y empezó a tomarse fotografías con los filtros divertidos, también le sacó algunas a Santa, estando todavía de espaldas, donde se miraba malditamente bien.

Desde donde Earth se hallaba, podía divisar la entrada del establecimiento a varios metros de distancia y cada que la puerta de cristal se abría, sonaba una campanita, anunciando un nuevo cliente. La tormenta había aminorado, pero seguía lloviendo. La tercera parte de las personas que se había resguardado comenzaba a marcharse después de un café caliente y las mesas se vaciaban.

Y por accidente, tomó una fotografía de las personas que estaban entrando y se dio cuenta que no había salido tan mal.

Se mordió el labio inferior para editar la toma y se quedó paralizado al reconocer a alguien entre ese grupito de personas que acababa de hacer acto de presencia.

Su respiración se aceleró y su corazón a latir erráticamente, sintiendo como le faltaba el aire. Se puso lívido y un escalofrío horroroso se deslizó fríamente por su espalda hasta alojarse en su cuello y hombros.

Era Off, uno de los primos Alfas de Kao Noppakao, quien había ayudado a hacer sus demenciales actos. Y no iba solo. Tenía como compañía un chico Omega más joven y más bajo de altura que él, con semblante adorable, que lo llevaba agarrado del brazo con cariño.

Alzó la mirada para verlos mejor y lo que más le impactó fue que conocía a ese Omega. Lo había visto en algunas ocasiones con su amigo Fluke cuando estudiaba la universidad y llegaba a hacer tarea a la casa de su amigo; y que, al salir de la carrera, se mudó a otra ciudad para trabajar.

No podía ser posible.

Era Gun Atthaphan.

Bajó la mirada de inmediato cuando Gun barrió la cafetería en busca de una mesa disponible.

Y Earth rezó para que no eligiera la mesa que estaba a la par de la suya.

—Aquí hay sitio—alcanzó a escuchar la voz del Omega acercándose a donde él estaba.

Earth tuvo que controlar el impulso para salir corriendo y fue justo en el momento que la mesera llevó su nueva orden cuando ellos tomaron asiento en la mesa de al lado. Ver esas delicias le provocó náuseas por el miedo; aunque claramente ese Alfa no le haría daño enfrente de todas esas personas, en especial de Gun.

Y no pudo evitar preguntarse mentalmente si ese Omega estaba al tanto de lo que hacía Off con sus primos mafiosos para pasar el rato.

Tal vez si Earth no se movía, Gun no lo vería y tampoco Off.

Ni si quiera deseaba respirar.

—¿Qué desean pedir? —preguntó un mesero a ellos y Earth deseó poder huir de allí, dejando sus rebanadas de pastel y la malteada en la mesa.

Azorado, miró hacia el joven Alfa, que continuaba charlando animadamente al fondo de la cafetería.

—Quiero un frappé moka de oreo—alcanzó a escuchar a Gun.

—Y yo lo mismo que él, por favor—añadió Off con una sonrisa, como si se tratara de una persona totalmente amigable y normal; y no un miembro de la mafia tailandesa.

Las rebanadas de pastel y la malteada continuaron intactas hasta varios minutos después. Todo estaba tenso. El ambiente incómodo y Earth parecía estar a punto de colapsar.

Mantuvo la mirada puesta en la pantalla de su teléfono e ignorando el hecho de que comenzaba a sentir los ojos curiosos de alguno de ellos dos.

—¿Earth Katsamonnat?

El chico Omega dejó caer su teléfono con fuerza sobre la mesa, aturdido. Volvió el rostro hacia Gun y entornó los ojos cuando este se levantó del asiento y se acercó a él, con Off detrás.

—Me estás confundiendo con otra persona...

—No, tú eres Earth Katsamonnat, el amigo Gamma de Fluke—canturreó, sonriendo.

Sin embargo, cuando Off cruzó su mirada con él, el Alfa parpadeó, incrédulo por lo que estaba presenciando.

Enseguida se le vino a la mente a Earth una frase que había leído en uno de los libros de Santa en la cabaña, de Nicolás Maquiavelo, un escritor italiano: "Quien conoce el miedo de las personas, se vuelve el dueño de sus almas".

Y Off conocía su mayor miedo.

—Eh...

Y sin pena alguna, Gun se sentó en el sitio de Santa para poder hablar con Earth de frente. La sonrisa de ese Omega era dulce, y Off parecía querer vomitar.

—¿Qué haces aquí, en el corazón de Bangkok? Pensé que jamás saldrías de ese lugar en donde vivías, ¿Viniste con Fluke? Tiene bastante tiempo que no sé de él—Gun miró a todas partes, en busca de Fluke.

—No, Fluke está con Ohm en alguna parte—carraspeó Earth sin entrar en detalles y miró de soslayo a Off, que estaba situado detrás de Gun, de pie, examinando sus pies como método de evasión.

—¡Es una lástima! Me habría gustado saludarlo—hizo pucheros el lindo Omega—entonces, ¿con quién has venido? ¿o decidiste venir por tu cuenta hasta acá? —ensanchó su sonrisa con emoción y luego ladeó la cabeza, sin apartarle la mirada de encima—te noto diferente, algo ha cambiado en ti...

No obstante, Off tosió falsamente.

—¡Me estaba olvidando! —rio Gun y tiró de Off hacia adelante—te presento a Off, mi novio. Comenzamos a salir justo después de que me mudé al corazón de Bangkok.

—Hola—musitó Earth.

—Hola...—titubeó Off.

—Él es familia de los creadores de la empresa Happy Fruits, lo conocí hace alrededor de cuatro años y comenzamos a salir hace dos, ¿acaso no es adorable? Logré domar a un Alfa muy temperamental, pensé que jamás lo lograría—soltó una risilla.

Earth le envió una mirada fulminante a Off.

—¿Y lograste hacerlo cambiar? Es decir, si dices que lo domaste, asumo que se convirtió en una buena y mejor persona, ¿no? —aguijoneó Earth con una sonrisa cínica.

El semblante risueño de Gun se tornó serio.

—¿A qué te refieres?

—Suele ocurrir que...—Earth comenzó a explicar y divisó a Off haciéndole una mueca de súplica—...algunas personas nunca cambian. Solo muestran una nueva fachada, pero detrás de ella, siguen siendo los mismos. Ten mucho cuidado, Gun.

En eso, el mesero que los atendió, llegó con sus órdenes a su mesa.

—Me dio gusto saludarte, Earth—dijo Gun, pero ya no tan animado como al principio—ojalá podamos vernos otra vez, ¿me das tu número de teléfono?

—No molestemos más a tu amigo, cariño. Vamos a nuestra mesa—le instó Off con ternura, pero se palpaba el nerviosismo en su voz, puesto que, si intercambiaban mensajes, era posible que, en algún momento, Earth le contaría lo sucedido con su primo semanas atrás y no quería que Gun lo supiera.

—Lo siento—se disculpó Gun, sonrojado y se sentó frente a Off en la mesa de al lado.

Earth, pese a salvarse de esa situación, continuó sintiendo la mirada iracunda de Off en él, especialmente en el collar de su cuello. Logró comerse las dos rebanadas de pastel y la malteada de vainilla. Y solo hasta ese instante, alcanzó a ver a Santa regresar a la mesa.

Se deslizó en el cómodo asiento con expresión triste.

—¿Qué sucede? —inquirió Earth en voz relativamente baja.

—Falleció el abuelo de Samantha, el que era nuestro abogado de siempre—respondió, azorado—el funeral será esta noche y mañana será cremado.

Earth estiró su mano para alcanzar la suya y el joven Alfa se la apretó con fuerza.

—¿Quieres que te acompañe?

—¿Harías eso por mí? —los ojos de ese lindo chico estaban llorosos y melancólicos. Probablemente había tenido una buena relación con ese abogado y le dolía demasiado su partida.

—Por supuesto, estoy contigo ahora, ¿lo olvidas? —ladeó la cabeza y le sonrió en cuanto se encontró con su mirada.

—Iremos a comprar ropa adecuada para el funeral saliendo de aquí—expresó Santa, pensativo—porque planeo que nos quedemos hasta mañana cuando sea la cremación. Le debo mucho a ese honorable anciano y me siento culpable de no haber hablado con él cuando me pidió verlo luego del fallecimiento de mis abuelos.

—No tienes la culpa de nada, Po—susurró Earth—las personas no saben cuándo morirán, y, por ende, el no haber hablado otra vez con él, no te hace culpable de lo que haya pasado.

Aquello hizo aliviar un poco al joven Alfa y asintió.

—¿Ya terminaste? —le preguntó, mirando la mesa.

—Sí.

—Pediré la cuenta entonces—alzó la mano a la mesera y esta asintió, haciendo el ticket desde la caja.

—¿Tienes un bolígrafo?

—Claro, ¿por qué?

—Préstamelo, quiero anotar algo en una servilleta.

Santa rebuscó en su chaqueta y le pasó el bolígrafo. Earth aprovechó que el joven Alfa se había puesto a ver su teléfono para anotar el nuevo número del iPhone en la servilleta.

La mesera se acercó con la cuenta y Santa la miró.

—Pagaré con tarjeta.

—Entonces sígame—dijo la mujer, señalándole el deslizador de tarjetas de crédito y débito que estaba junto a la caja registradora.

Santa se levantó y fue detrás de ella. Earth, por su parte, lo siguió, pero no sin antes tocarle el hombro a Gun, quien volteó a verlo con una leve sonrisa.

—Me dio mucho gusto verte de nuevo, Gun—le palmeó el hombro y luego el brazo, y discretamente, le colocó la servilleta con su número en la pierna. Miró a Off con una ceja arqueada—y cuida bien de mi amigo, o te las verás conmigo.

Fue gracioso darse cuenta que Off se había mantenido con la cara ligeramente inclinada hacia un lado para que Santa no se diera cuenta de su presencia, pero realmente tuvo suerte de que Santa estuviera más ocupado lamentando la pérdida de alguien importante, que su presencia insignificante.

Alcanzó a Santa en la caja y después salieron de la cafetería tomados de las manos. Earth le echó un último vistazo a Gun a través de la pared de cristal, desde la calle y este le devolvió la mirada, mostrándole con disimulo la servilleta con su número, indicándole que ya lo había guardado.

—¿Te sientes bien o quieres que conduzca yo? —se ofreció Earth cuando Santa le quitó la alarma a la camioneta y sus llaves cayeron al suelo y el chico Omega las levantó porque el joven Alfa ni si quiera se dio cuenta.

—Conduce tú, por favor. Pondré en el GPS a donde iremos para comprar ropa y así te vas ubicando, ¿te parece bien?

—Sí, sube con cuidado y no te preocupes—le aseguró y lo primero que hizo fue abrocharse el cinturón de seguridad.

El vehículo de por sí era enorme, y Earth tuvo que acomodar el asiento más adelante para sentir los pedales y tener comodidad absoluta. Santa colocó la dirección en el GPS y reclinó el asiento del copiloto para cerrar los ojos un rato, sin ponerse el cinturón de seguridad.

Earth echó a andar la monstruosa Hummer por las calles concurridas de Bangkok, con una computadora dándole indicaciones.

La tienda a la que llegaron era muy elegante y Earth pensó si quizá se había equivocado. Movió ligeramente a Santa en el brazo y este despertó. Fueron treinta minutos tormentosos en el tráfico como para haberse equivocado, además, el GPS lanzaba que ese era el destino.

—Creo que ya estamos aquí.

Santa ahogó un bostezo y miró a su alrededor.

—Correcto. Ahora rodea el edificio para meter la camioneta al estacionamiento privado de la tienda.

Luego de aparcar, fueron directamente a la tienda, por una puerta que conectaba al interior del edificio con el estacionamiento. El semblante de Santa fue haciéndose menos triste a medida que pasaban los minutos.

—Después de comprar la ropa, iremos a una floristería a encargar una corona de rosas blancas para él y me vas a acompañar al banco para hacer un cheque de diez mil dólares a nombre de su familia, ¿de acuerdo? —le informó.

Earth asintió, perplejo. Diez mil dólares equivalían a 333,265 bahts, la cual, era una buena suma de dinero ahí en Tailandia y eso solo lo podían hacer aquellos que eran millonarios, como tal era el caso de ese joven Alfa.

Santa eligió la ropa adecuada para ambos, ya que, a pesar de que era una funeral, tenían que ir formales y elegantes, por lo que eligió un par de trajes de lino color negro en sus respectivas tallas. Earth quiso todo absolutamente negro, pero sin corbata, y Santa la camisa gris, con corbata negra. Compró también dos pares de zapatos oscuros.

—Elige un par de mancuernas que te gusten y si quieres también un bolso—le dijo Santa a Earth cuando este se había acercado a un aparador de mancuernas.

—¿Es necesario...?

—Eres mi pareja y debes verte como tal—le guiñó el ojo—yo tengo bastantes en casa.

—¿Cuál llevarás al funeral?

—Mis favoritas. Son de forma de escorpión.

—¿Cómo el anillo que tienes?

—Vaya, ¿lo recuerdas? —arqueó una ceja con interés.

—Sí, ¿por qué ya no lo usas?

—Solo en ocasiones que ameriten imponer a como dé lugar mi presencia.

—¿Lo usarás hoy?

—Por supuesto.

Earth se mordió el labio inferior, encontró un bolso perfecto y quedó encantado con un par de mancuernas.

—Quiero estas—señaló las mancuernas de girasol muy hermosas, que eran de oro puro.

—Serán tuyas—aseguró Santa.

Tiempo más tarde, mientras se preparaban para pagar, Santa le ordenó a la dependiente que le sacara las mancuernas de girasol para pagar en junto.

—Lo siento, pero estas mancuernas son de dama y ya están apartadas.

—Yo no veo el nombre de nadie en ellas—espetó Santa— ¿y qué tiene que sean de dama? Mi novio quiere esas mancuernas y yo voy a comprárselas.

La mujer era una Alfa dominante, no había duda, además de que les llevaba como diez años y una vida miserable.

—Ya le he dicho que están apartadas—repuso ella con aire arrogante, con un acento extraño y Earth suspiró, tomando del brazo a Santa.

—No te preocupes, elegiré otras...

—No, a ti te gustaron las de girasol y vas a tenerlas—sentenció Santa, dirigiéndose al área de atención a clientes—espérame aquí.

Earth no comprendía por qué tenía que haber tantos problemas para todo. Si las mancuernas estaban apartadas, deberían haberlas sacado del aparador.

Y se preguntó... ¿sería que la mujer no sabía quién era Santa o simplemente era pedante y mezquina con todos los clientes?

Al cabo de cinco minutos, Santa regresó acompañado de un señor de tal vez unos sesenta años, Omega y de semblante huraño. Le faltaba gran parte de su cabello y tenía un enorme bigote. De sus pequeños ojos parecían querer salir chispas.

—Señorita Leiko—masculló el sujeto con cara de pocos amigos y Earth leyó el gafete que portaba en el pecho. Era el gerente de la tienda y ella era japonesa, por eso el extraño acento en sus palabras— ¿qué es todo este desastre? ¿acaso no sabe quién es este joven Alfa?

La mujer parpadeó, y bajó la cabeza ante el regaño.

—¡Es uno de los herederos de Happy Fruits! —vociferó—Pongsapak Udompoch.

—De hecho, soy el único heredero de la empresa de mis abuelos—aclaró Santa, sonriendo de forma maliciosa.

La pobre Leiko quería esconderse debajo de la tierra.

—¿Cómo es posible que le negaras algo a él? Si un objeto está apartado, se quita de la vista de los demás clientes, ahora sé buena chica y dale lo que pide—siseó.

La fémina asintió y se hizo cargo de cobrarles las mancuernas, la ropa y zapatos con la vista puesta en la computadora. Earth percibió como se le llenaban los ojos de lágrimas y pensó en consolarla, pero optó por quedarse callado. Santa, por lo tanto, se despidió del gerente y le entregó su tarjeta de débito a la mujer sin tener una pizca de amabilidad.

Tras salir de la tienda, se dirigieron a una floristería demasiado sofisticada, y esta vez Santa volvió a tomar posesión del volante. Le pidió ayuda a Earth para elegir la corona de rosas blancas más hermosa, con un listón plateado donde decía el nombre del abogado y de parte de quién era. Earth entornó los ojos cuando leyó el remitente "De parte de Santa y Earth Udompoch", y el joven Alfa brindó la dirección a donde debían mandarlas.

Cuando llegaron al banco, Earth se quedó dentro de la camioneta a esperarlo porque le dolía un poco la cabeza. El clima seguía frío y comenzaba a tener hambre.

—Tengo hambre—manifestó Earth en cuanto Santa estuvo de vuelta.

—¿Se te apetece una pizza? Para que mandemos pedirla a domicilio.

Earth asintió.

A las cuatro y media de la tarde estuvieron por fin en la cabaña, y Santa se hizo cargo de pedir dos pizzas y bebidas por teléfono.

Ambos chicos pusieron a cargar sus celulares.

A eso de las ocho de la noche, comenzaron a alistarse. Earth fue el primero en ducharse con agua extremadamente caliente porque Santa tenía que hacer una llamada importante a la abogada, así que, en todo caso, había bastante tiempo para incluso maquillarse y verse muy bien. Earth sabía que era un funeral, pero no uno cualquiera, llegarían personas de élite y debía verse a la altura y más teniendo en cuenta de que los padres y el resto de la familia de Santa estarían allí. Y tenía un mal presentimiento... ¿y si Kao y sus padres llegaban?

No. Ellos aún no volvían de Madrid, o al menos, eso tenía entendido.

Terminó de ducharse y fue directamente a su antigua habitación, puesto que él compartía la recámara de Santa y solo para cambiarse iba a la antigua, en donde Kate fue asesinada.

Se tomó el tiempo para vestirse con aquella estupenda ropa que le quedaba de maravilla. Lo primero que se puso fue el collar anti mordidas y después el resto de las prendas suaves y elegantes. Se calzó los zapatos y empezó a maquillarse. No quería verse muy extravagante, pero sí muy atractivo.

Al término, desconectó su teléfono y lo metió a su nuevo bolso con su cartera, espejo pequeño y polvo base para retocarse más tarde. Lo único que le faltaba era ponerse las mancuernas de girasol, pero no sabía cómo.

Salió al pasillo y entró a la recámara de Santa. No esperaba que ya estuviera también listo, empero le dio bastante risa verlo pelear contra la corbata negra que no quedaba bien y era lo único que le faltaba. La estancia olía malditamente bien a la fragancia del joven Alfa y a su aroma personal.

—Déjame ayudarte—aventuró a ofrecerle su ayuda.

—¿Sabes poner una corbata? —preguntó Santa, con las cejas arqueadas.

—Infortunadamente yo siempre le arreglaba la corbata a mi padre—se encogió de hombros—pero jamás pude hacerlo conmigo mismo, no sé si me entiendas.

—Eso creo—rio Santa y mientras Earth se hacía cargo de la corbata, se quedó mirándolo con fijeza y sin previo aviso, le robó un beso en los labios.

Earth le dio un golpecito juguetón en el pecho y terminó de acomodársela.

—Listo, ahora ayúdame con las mancuernas.

Santa tomó las dos y se las colocó con facilidad en cada manga de la camisa. Y vio las de él: dos escorpiones plateados.

—Pensé que te pondrías tu anillo de escorpión.

—Aquí lo tengo—se dio media vuelta y recogió el anillo que yacía sobre la cama. Se lo deslizó en el dedo pulgar de la mano derecha y Earth admiró la majestuosidad de aquel gran accesorio de plata y color negro, con la figura del animal.

—Es asombroso, me encanta. Es como tu marca personal—acarició el anillo con las yemas de sus dedos y sintió la mano de Santa posicionarse en su barbilla, instándole a alzar la cabeza.

—Tú eres asombroso—dijo y se inclinó a darle un beso inocente en la nariz—vamos, es hora.

Sonrojado, Earth asintió.

—¿Puedo ponerme un poco de tu perfume? Amo como huele.

—Desde luego que sí, y recuérdame comprarte uno. Si quieres uno igual u otro que te guste, ¿está bien?

Earth asintió, complacido y se roció un poco de la fragancia, que era el llamado One Million del diseñador Paco Rabanne. El envase era en forma de un lingote de oro.

Cerraron todas las puertas y ventanas antes de salir. La funeraria estaba casi del otro lado de la ciudad, así que tenían que darse prisa. Eran las diez de la noche exactamente.

Estuvieron en la funeraria a las diez con cuarenta minutos. Aparcaron en el estacionamiento privado y descendieron con cautela. Había muchísimos vehículos, y eso significaba que estaban demasiadas personas dentro.

—No sueltes mi mano ni te separes de mí—le ordenó Santa al encaminarse a la entrada principal.

—Tu primo Kao y sus padres no están aquí, ¿verdad? —Earth comenzó a temblar.

—Samantha no me comentó nada, creo que siguen en Madrid, pero mis padres si estarán acá, y por eso quiero que te mantengas a mi lado pase lo que pase. Yo me haré cargo de la situación.

La atmosfera cambió por completo en el interior. Todo estaba iluminado por velas e incienso. Había dos grupos de personas: las que iban vestidas pulcramente de negro (los amigos del difunto) y las que estaban frente al féretro que estaban de blanco, que era la familia del señor que había fallecido.

Earth alcanzó a vislumbrar la gigante corona de rosas blancas que le había comprado Santa al abogado en nombre de los dos, y era la que más destacaba de entre las demás. Y más atrás, vio a un monje.

—Iremos a dar los pésames, ven—Santa lo llevó hasta al frente en donde estaba la familia de blanco, sentada frente al ataúd.

Santa lo dirigió hacia la esposa del abogado, y le dieron la mano cordialmente. Hicieron una reverencia al resto de la familia, pero Samantha, la abogada, estaba hecha un mar de lágrimas y en Earth despertó mucha compasión y tristeza por ella. Era obvio que tenían una relación estrecha.

Y sin miramientos, la abrazó, sorprendiendo a las personas, a Santa y en especial a la familia.

—Lo lamento mucho, pero debes estar tranquila. Tu abuelo debe estar más cerca del nirvana y Buda no lo dejará solo.

—M-Muchas gracias—balbuceó ella, tomando la iniciativa de abrazarlo a él con fuerza.

—Y aprovechando, esto es para ti y tu familia—añadió Santa, entregándole el cheque de diez mil dólares.

—Esto es mucho dinero...—susurró ella.

—Es lo mínimo que podemos darles por todo lo que tu abuelo ha hecho en mi familia—Santa dio un paso atrás y agarró a Earth de la mano, para darse la vuelta e ir al ataúd a hacer reverencia.

Minutos más tarde, se deslizaron hacia la parte de atrás con los demás amigos del difunto, dejando a la familia estar al frente y no destacar.

Pasada la medianoche, Earth sintió a Santa tensarse al ver entrar un coche al estacionamiento. Ellos habían salido al estacionamiento de la funeraria como otras personas para hablar o fumar, y no ser mal educados.

—¿Pasa algo? —interrogó el chico Omega.

—Son mis padres—dijo entre dientes. Apretaba las mandíbulas con desdén y no les apartó la vista de encima hasta que estos bajaron del coche y se acercaron a la entrada.

Ambos progenitores del joven Alfa iban avanzando a paso firme y seguro.

Una mujer Omega dominante y un hombre Alfa dominante, tal como los recordaba de aquel día en el sanatorio donde Santa había ido a parar por culpa de Kao Noppakao.

El hombre tenía el ceño fruncido y ganas de no estar allí, la mujer tenía la misma expresión, pero se notaba preocupada.

—No digas nada, a menos que sea necesario—siseó Santa a Earth y este asintió, reteniendo el aire en sus pulmones.

—¿Dónde te habías metido estas últimas semanas? —lo reprendió su madre al verlo. Se plantó frente a él y en vez de abrazarlo, se cruzó de brazos. Muchísima frialdad.

—Estuvimos buscándote por todas partes, ¿por qué faltaste a la facultad? —le riñó su padre y en un movimiento rápido, lo agarró del hombro con brusquedad y Santa no se movió, continuó con la mirada llena de odio hacia ellos y las mandíbulas apretadas— ¡contesta!

—Estamos en un maldito funeral, tengan vergüenza—masculló Santa, apenas despegando los labios.

—Si sigues ignorando nuestras llamadas, me veré obligado a...

—¿A qué? —lo enfrentó Santa sin alzar la voz—tengo mi propio dinero y he heredado la empresa de los abuelos, ¿Qué puedes hacerme tú?

El puño del padre de Santa se levantó y estuvo a punto de incrustarse en el precioso rostro de su hijo, de no ser porque Earth se interpuso y empujó al hombre hacia atrás.

—No se atreva a ponerle una mano encima—le espetó alzando la voz, pero gracias a que en el interior estaban aplaudiendo, nadie escuchó ese arrebato, salvo Santa y sus padres.

—¿Y tú quién demonios eres? —gruñó el sujeto con los ojos en llamas.

Pero Santa tiró de Earth hacia atrás y se colocó como escudo.

—No quiero ser grosero, pero no te incumbe saber quién es—repuso Santa.

—Lo he visto antes—interpuso su madre—lo vi de camino al sanatorio cuando fuiste hospitalizado hace unas semanas.

—Es amigo mío—ladró Santa.

—Quiero que mañana vayas a la casa para hablar, Santa—lo amenazó su padre—o te arrepentirás.

—Y no quiero que uses a más chicos para desgraciarles la vida como a...

—Madre, basta—la calló Santa con desprecio.

—Mañana a la hora de comida, en casa—le recordó desdeñosamente su padre, tomando a su madre del brazo y haciéndola entrar al recinto.

Earth quiso preguntarle a Santa sobre lo que había dicho su progenitora sobre desgraciarle la vida, pero se percató que el joven Alfa se había alejado de él y se hallaba hablando con la abogada en la entrada. Se reprendió a sí mismo por haberse quedado anonadado observando a los padres del chico.

No obstante, decidió que era buena idea darle algo de espacio al joven Alfa y aprovechar a ver los alrededores. No lo vio como una grosería ir a conocer lo que había en torno a la funeraria porque jamás conoció al difunto.

Había arbustos y rosales adornando la estancia, con pequeños faroles antiguos, iluminados como antorchas a base de aceite. Ni si quiera parecía ser un sitio donde velaban a los que habían muerto.

—De absolutamente todos los sitios donde no pensé encontrarte, este encabeza el primer lugar—dijo alguien detrás de él. Cuya voz le era familiar, pero no creyó escucharla ahí.

Giró sobre sus talones y se miró a la persona con sorpresa.

—A Fluke le agradara mucho verte—añadió Ohm Thitiwat con emoción. El Alfa salió detrás de un árbol, vestido de negro y muy elegante, se acercó al chico Omega y le revolvió el cabello juguetonamente—te seguí hasta acá porque pensé que solo había sido mi imaginación verte adentro, pero yo jamás me equivoco.

—¿Fluke está aquí?

—Sí—le informó— ¿y tú qué haces aquí? Él ha estado muy triste la última llamada que le hiciste.

—Ha ocurrido muchas cosas—no entró en detalles—y estoy aquí porque estoy saliendo con Pongsapak Udompoch y el señor que falleció era el abogado de su familia, ¿y ustedes?

—¿En serio ya estás saliendo con él? —Ohm se mostró perturbado—pero si lo detestabas, incluso te tenía cautivo.

—Ha ocurrido muchas cosas—repitió Earth con una sonrisa mecánica—ahora dime, ¿Qué hacen aquí?

—El señor que murió era abuelo de mi mejor amiga de la infancia, con la que aún tengo contacto—contestó Ohm—Samantha Melanie se llama, ¿la conoces?

—Sí, ella será nueva abogada de la familia de mi novio.

Y hasta ese momento comprendió que ella era Alfa. Todo apuntaba a que esa era su categoría.

—Quédate aquí, iré por Fluke.

Earth asintió y observó a Ohm alejarse, quedando nuevamente solo.

El mundo era extremadamente pequeño. ¿Quién lo diría? Su mejor amigo y novio en aquel funeral de alguien a quien no conocía. No estaba preparado para enfrentar el interrogatorio de Fluke sobre su ausencia, pero quería dejar todo bien. Sin secretos ni obstáculos.

Se puso de cuclillas para recoger una rosa que estaba cortada y la sostuvo entre sus manos. Hizo una mueca de dolor al pincharse con una espina, pero no la soltó. La rosa roja era hermosa. Se incorporó y escuchó unos pasos acercarse.

—Sé que no esperabas verme aquí, pero todo tiene una razón de ser—dijo Earth al darse la vuelta para que Fluke se diera cuenta que no fue a propósito haberlo sacado de su vida, sino que fue por su bienestar.

—Así que, después de todo lo que pasamos juntos, pudiste permanecer con mi primo Santa, eh. ¡Me asombra la manera en la que él no te rechazó! —canturreó Kao Noppakao y la sangre abandonó el rostro del chico Omega al ver a ese degenerado frente a él— ¿acaso él sabe lo bien que pasamos esa noche? ¿Y cómo gemías de placer, pidiéndome más, como el pervertido que eres?

Earth quiso retroceder, pero sus piernas no le obedecían. Tiró la rosa al suelo y sintió que todo su cuerpo se paralizaba.

—¡Tú me violaste a mí! ¡Jamás estuve contigo por cuenta propia! —logró decir.

—No finjas, deja de hacerte el inocente—se burló—lo disfrutaste tanto como yo.

—¿Qué es lo que quieres de mí?

—¿Yo? Nada, ¿por qué te crees tan especial? —ladeó la cabeza. Como estaba solo, no podía darse el lujo de verse más prepotente y más teniendo en cuenta que aquel sitio era una funeraria.

—Porque me desgraciaste la vida y continúas molestándome—comenzó a retroceder y Kao a avanzar.

—No me cabe en la cabeza que mi primo te haya aceptado después de dejar mi huella en ti, ¿podrías explicármelo? —una sonrisa cínica apareció en sus labios, sin dejar de avanzar.

Acorraló a Earth en un árbol y atrapó su barbilla con una mano.

—No me hagas daño, por favor. Otra vez no...

Unos pasos apurados acercándose y la voz de Fluke, le hizo tener una pequeña esperanza.

—¡Fluke...!

Gritó, pero su voz fue apagada por la enorme mano del Alfa. Kao lo empujó detrás de los arbustos y lo inmovilizó a tal punto que no lo dejaba respirar.

Pero Earth no iba a permitir ser humillado nuevamente y se las ingenió para contorsionarse y morderle la mano a Kao con todas sus fuerzas.

—¡Maldito! —vociferó el Alfa, pero Earth arremetió contra él con una patada antes de gatear fuera del arbusto.

—¡Ayuda! ¡Fluke! —gritó Earth con desesperación.

—¡Earth! —para su buena/mala suerte, fue Santa el que lo divisó antes que Fluke y corrió hasta él.

Y si Santa y Kao se peleaban, el que saldría perdiendo sería su novio, puesto que su primo siempre portaba una pistola consigo.


.

.

.

NO OLVIDEN VOTAR, COMENTAR Y COMPARTIR <3


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro