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11


Después del arrebato de histeria, Earth por fin pudo sentirse en paz. El nudo en su garganta se disipó y quedó mirando a sus pies con fijeza, incapaz de encarar al joven Alfa que estaba a tan solo un par de pasos de él.

No quería verlo a los ojos, ¿con qué cara lo haría?

Pero lo que más le frustró en aquel instante, fue el silencio gélido que se cernió entre ellos.

¿Acaso Santa estaba controlándose para no abofetearlo y echarlo de allí? Temía alzar la cabeza y recibir el primer golpe, pero en vez de eso, lo sintió moverse a su alrededor. Cerró los ojos, temeroso y las gentiles manos del joven Alfa se situaron sobre sus hombros con suavidad. Earth se echó a temblar todavía más.

—Mírame.

El chico Omega negó con la cabeza ante la petición de Santa.

‒Mírame, Earth‒exigió el joven Alfa con severidad.

Y el débil chico obedeció. Posó su dolorosa mirada en él y se sorprendió al ver que la expresión de Santa estaba lejos de ser mortífera y agresiva, sino más bien llena de compasión y rabia contenida, pero no hacia Earth.

— ¿Por qué no me lo contaste ayer? ¿Por qué mantuviste ese secreto hasta este momento? —inquirió Santa. Su voz era suave, pero teñida de veneno.

Earth no quería hablar más, por lo que retrocedió y puso una buena distancia de dos metros entre los dos. Y al notar que el joven Alfa no se movió, optó por encaminarse a la escalera.

Tenía que marcharse de allí cuanto antes.

Con todo el horror que sentía, reunió el valor suficiente para abrir la habitación en donde habían asesinado a Kate frente a sus ojos y entró. Todo estaba en orden e impecable, ni una sola gota de sangre en el suelo ni en las paredes, pero eso solo le hizo apresurarse más. Comenzó a hacer su maleta de inmediato.

—Huir no es la mejor opción, Earth.

Ni si quiera se asustó al escuchar la voz de Santa surgir de repente desde el umbral de la puerta.

—No quiero más problemas‒espetó el chico Omega, odiándose a sí mismo por las simultáneas ganas de volver a llorar—creo que todos ustedes me han hecho demasiado daño como para permitir una sola tontería más. Tu maldito primo desgració mi cuerpo, mi alma y mi vida... ¿acaso no es suficiente? —volteó a verlo con desprecio y se enfureció muchísimo al ver la expresión tranquila de Santa—y tal parece que a ti te vale una mierda, ¡Por eso me largo de aquí!

—¿Cómo quieres que actúe? —siseó el joven Alfa con frialdad, tomándolo por sorpresa por el abrupto cambio de humor— ¿quieres que pierda la cabeza, comience a golpear cosas, gritar y maldecir mientras rompo a llorar por lo que hizo el bastardo de mi primo contigo, justo cuando yo no podía protegerte porque me hallaba en el hospital?

— ¡No! —gritó Earth, histérico por su falta de tacto y continuó arreglando su valija con furia— ¡Es una razón más por la que siempre vas a ser un imbécil, igual o peor que tu primo!

Santa se pasó una mano por el cabello y avanzó hacia la cama, se sentó al borde y agarró a Earth de la muñeca derecha, deteniéndolo en sus movimientos bruscos para meter la ropa en su maleta.

—Quiero que me escuches bien lo que voy a decirte, Earth, porque no voy a repetirlo—manifestó el joven Alfa con dureza. El chico Omega tragó saliva y asintió, perturbado por su mirada—el hecho de que yo no haya actuado como tú querías que lo hiciera, no quiere decir que no me afectó lo que te hizo ese maldito infeliz; pero aprendí a controlar mis emociones fuertes por el bienestar de los que están a mi alrededor y en este caso, eres tú. No quiero hacerte más daño de lo que ya te hizo Kao, ¿entiendes?

Earth bajó la vista a sus pies. ¿Cómo es que unas simples palabras de ese chiquillo podían darle tanto consuelo y alivio?

—No obstante, así como aprendí a controlarme, aprendí a vengarme en silencio—continuó diciendo Santa y esta vez con una sonrisa perversa en los labios, que dejó helado a Earth—haré pagar a mi primo por lo que te hizo y no será con sangre, porque eso sería demasiado fácil. Él va a desear no haberte tocado jamás.

— ¿Cuál es tu idea? Nada podría igualar a lo que me hizo, y, además, yo no quiero que busques problemas con él—trató de soltarse de su agarre, pero no pudo—lo mejor será irme. Necesito curar las heridas que me dejó, tanto en mi cuerpo como en mi alma y estando aquí no podré.

—Déjame ayudar a curártelas—susurró Santa—ya que no pude evitar que te hicieran daño, permíteme subsanar las heridas físicas.

—Prem dijo que sanaré con el tiempo y que las píldoras amarillas quitarían levemente el fétido aroma de tu primo, pero tú aún lo sentías, eso quiere decir que no funcionan del todo, sin mencionar que la mordida es para siempre, según sé, y... ¡Estoy atado a él!

— ¡¿Prem lo sabía?! —se escandalizó.

—No le eches la culpa. Él me ayudó a escapar del departamento de Kao y me llevó rápidamente al hospital donde su padre trabaja y me revisaron—balbuceó, asqueado por los recuerdos—me suministraron medicamentos para posibles contagios y concepción, pero para ese momento, yo todavía pensaba que mi categoría era Gamma, hasta que me explicaron que soy un Omega y puedo concebir.

Y entonces, Santa rompió a reír.

—¿Qué es lo gracioso? —masculló Earth.

—Es que no es posible que tuviste que escucharlo de los labios de alguien más para creerlo. Siempre te dije que eras un Omega.

—¿Y eso importa?

—Lo siento, simplemente me sentí indignado porque no creíste en mí, si lo hubieras hecho, te habría marcado como mío y...

—¿Y qué? —repuso Earth, estrechando los ojos y mirándolo acusadoramente— ¿crees que, si me hubieras hecho tu propia maldita marca, el degenerado de Noppakao no me habría violado?

—En efecto—gruñó Santa, arqueando una ceja—pero como tú toda la vida viviste pensando en que eres un Gamma, no sabes absolutamente nada de los de tu verdadera categoría y mucho menos de los de la mía.

—No te quieras hacer el gracioso en un momento tan delicado como este—carraspeó Earth.

—Si me dejas explicarte todo lo que conlleva el asunto de Alfas/Omegas, entenderás a lo que me refiero—repuso Santa, irascible por la amargura del chico Omega.

—No sé si realmente me ayude en algo—replicó Earth, elevando los ojos al techo.

—¡Deja de ser tozudo! —le gritó Santa de pronto, con los pelos de punta—solo intento iluminarte, ¡Por Buda!

—Te recuerdo que el más afectado he sido yo—reclamó Earth.

—¿Me vas a dejar explicarte la situación o no? —bufó el joven Alfa, abatido.

A Earth no le quedó otra alternativa más que escucharlo. No ganaba nada poniéndose a la defensiva y teniendo en cuenta que Santa le resultó ser más importante de lo que pensaba, debía tranquilizarse.

—Por si ya lo habrás notado—empezó a decir Santa, volviendo el rostro a él con expresión arrogante‒soy un Alfa dominante. En cada categoría existe un dominante y un sumiso, o para que me entiendas: activo y pasivo; claro, hay veces que la pareja es versátil, pero no es muy común—humedeció sus labios y prosiguió—cuando un Alfa dominante o sumiso, siente el aroma de su manjar favorito en un Omega, es una clara señal de que esa persona es su pareja y sí o sí deben estar juntos. Sin embargo, los Deltas o Gammas suelen engañar a los Alfas con feromonas ficticias que consiguen con pastillas o fragancias en el mercado negro, pero el truco es de poca eficacia, y es por eso que son rechazados por los Alfas, Omegas y Betas, porque no aportan nada a la sociedad, ya que tampoco pueden concebir los que son del sexo masculino, que usualmente son los que mejor traen los genes al momento de la concepción en una relación.

«Las feromonas que suelta un Omega, son captadas en todos los Alfas en un radio de diez metros, pero solo aquel que, aparte de sentir sus feromonas, percibe el aroma de su manjar favorito, se da cuenta que es suyo, que le pertenece, aunque no se conozcan de nada, pero los une los instintos. Y las feromonas de un Omega en celo es devastador para su Alfa, ya que el apetito sexual de ambos se dispara y tienen sexo en cualquier momento y lugar, provocando así, el llamado "NUDO", en donde claramente hay más probabilidades de embarazo, y funciona de la misma forma si el Alfa entra en celo, inclusive es más brutal...»

— ¿" Nudo"? —titubeó Earth, confundido— ¿Qué significa eso?

—Algo placenteramente doloroso, ¿quieres intentarlo alguna vez? —Santa esbozó una sonrisa lasciva y Earth frunció el ceño.

—¡No bromees! —el chico Omega se ruborizó.

Santa rio y se sentó en la cama, invitando a Earth a situarse junto a él para no estar de pie charlando.

—El nudo consiste en que la glándula bulbosa que se expande en la base del pene del Alfa, que se puede hinchar en periodos de 30 a 45 minutos después de una eyaculación. Se utiliza para unir a una pareja sexual después del acto sexual. No todos los Alfas anudan después de una eyaculación—explicó Santa tranquilamente, pero al ver la expresión aturdida del chico Omega, suspiró—es la capacidad que tiene el pene del Alfa de ensanchar su glande, después de llegar al orgasmo, el cual dura unos minutos—tradujo—ayuda a que haya altas probabilidades de que el Omega quede preñado por el tiempo en el que el semen permanece dentro de él mientras están anudados.

—¿Te refieres a que los pobres Omegas, además de parir por atrás y toda esa tontería que los ata a los Alfas, sufren en el sexo, en vez de disfrutarlo? —Earth se sintió mareado.

—No precisamente—aclaró Santa—es decir, fornican placenteramente, pero de diez veces que tengan sexo, una vez anudarán. No es siempre.

—¿Acaso tú ya lo has hecho?

—¿Qué cosa?

—El nudo —inquirió Earth, con recelo.

—De ninguna manera—arribó Santa—pero espero pronto experimentarlo contigo.

—¿Qué? ¿Por qué conmigo? —parpadeó, perplejo y ruborizado.

—Porque tú eres mío. Eres mi pareja—ladeó la cabeza, sonriendo.

—¿Con oler a tu manjar favorito sabes que yo soy el elegido?

—Desde luego que sí...

Earth sacudió la cabeza y miró a sus pies. Tenía más dudas y no podía darse el lujo de coquetear con él.

—¿Y qué hay cuando un Alfa marca a la fuerza a un Omega que no le pertenece? —preguntó con todo el valor posible. Quería una respuesta que le tranquilizara el corazón—¿la cicatriz permanecerá de por vida, al igual que su olor? —el tono sombrío de su voz, conmovió al joven Alfa y deseó abrazarlo, pero la expresión del chico Omega no daba pie a que lo tocara, así que lo único que se le ocurrió fue alargar la mano a él y acariciarle la mejilla, con la vista puesta en aquella asquerosa marca de su cuello, que estaba en tonalidades moradas, rojas y verdes.

—A pesar del daño físico y psicológico que te hizo mi primo, déjame decirte que su plan no salió como él esperaba, Earth—acotó el joven Alfa, deslizando sus dedos hasta la mordida—Kao no mordió tu glándula, o al menos, no en el sitio correcto.

—¿A qué te refieres? —Earth se apartó de él, pero Santa lo volvió a acercar para revisar la marca.

—Todos los Omegas tienen una glándula alrededor del cuello, que se hincha cuando están con su Alfa en el momento del sexo‒explicó, sin dejar de ver la marca con detenimiento—y, por consiguiente, el Alfa los muerde, y es excitante y placentero para los dos. Hay tres etapas de la mordida: «Marca de Alfa: primera mordida de un Alfa a un Omega, vista como intento de iniciar un enlace y también como una marca de pertenencia, luego está la Marca de la Unión: cuando un Alfa y un Omega se reconocen mutuamente como compañeros, la marca es pálida porque indica que ya están enlazados y la Marca Desaparecida: cuando un Alfa y un Omega rompen su enlace y la mordida va desapareciendo con el tiempo—le apartó el flequillo de la frente para encontrar su mirada—y debo decirte que la marca se borra más rápido cuando el Omega rechaza rotundamente al Alfa que lo marcó y este es tu caso.

Aquello iluminó el rostro de Earth y el brillo volvió a sus ojos. Sintió su alma regresar a su cuerpo y muchísima felicidad. ¡Su vida no estaba arruinada!

—¿También el olor de Kao desaparecerá de mi cuerpo?

Santa asintió, con una leve sonrisa al ver tan feliz a ese chico tan lindo. Se le revolvía las entrañas y le hervía la sangre de solo imaginar el maldito momento en el que su primo se atrevió a tocarlo.

Earth Katsamonnat era suyo. Era su Omega, su pareja y no iba a dejar que volvieran a lastimarlo.

Con o sin su marca, ese chico le pertenecía y estaba dispuesto a esperar el tiempo necesario para que se acercara a él y lo mordiera, sellando por fin su enlace como pareja.

—Mi primo no siente ningún aroma a su manjar favorito en ti y tú lo aborreces, por lo tanto, todo lo que te hizo se irá borrando con el paso de los días—lo tranquilizó—pero eso no quita que voy a vengarme de él.

—Estoy verdaderamente agradecido contigo por haberme aliviado con tus explicaciones—dijo Earth y le echó los brazos al cuello—muchas gracias...

Santa le correspondió al abrazo, quedándose varios segundos abrazados, sintiendo el calor corporal de ambos y el latido de sus corazones.

—¿Puedo ver las demás marcas que te hizo? —Santa susurró en oído, y Earth se tensó—los hematomas por los golpes.

—Son simples rasguños, nada importantes—Earth dejó de abrazarlo y minimizó el asunto—ya están desapareciendo la mayoría de moretones, no te preocupes...

—Por favor, déjame verlos—imploró el joven Santa.

—¿Para qué quieres ver mi cuerpo mancillado? No es algo para admirar.

—Quiero ayudarte a superar lo que te hizo ese idiota—argumentó el joven Alfa—confía en mí, no te haré daño. Solo quiero verte.

Más que vergüenza porque él viera su cuerpo, era decepción y tristeza. Aunque Santa le había asegurado que el abuso sexual y la marca en su cuello por parte de su primo no sería algo que le traería problemas en el futuro, continuaba sintiéndose sucio y una basura.

Sintiendo como se le aunaban las lágrimas en los ojos al momento de comenzar a desvestirse para ese joven Alfa, que lo miraba con admiración, ternura, deleite y deseo. Todo en una sola mirada.

Deslizó cada prenda hasta el suelo, quedándose únicamente con su ropa interior. Se abrazó a sí mismo y miró a sus pies, tratando de no parpadear para que las lágrimas no escurrieran por sus mejillas.

Los hematomas de sus brazos estaban desapareciendo, al igual que los de su tórax, pero lamentablemente los de sus muslos todavía estaban muy marcados, que, en vez de estar morados, eran manchas negras en su piel de porcelana, señal de la brutalidad de Kao Noppakao.

—No me obligues a quitarme mi ropa interior—murmuró Earth, temblando.

—Vamos a mi habitación—dijo Santa con voz neutra y Earth no se animó a mirarlo. El joven Alfa extendió su mano a él y el chico Omega depositó la suya con aire vacilante.

Atravesaron la recámara y salieron al pasillo. Santa iba adelante y Earth atrás, tratando de ir a su ritmo, sin soltarse de las manos.

—Quédate de pie aquí—señaló un sitio en específico el joven Alfa cuando estuvieron dentro de su alcoba—no te muevas, ¿de acuerdo?

No esperó a que Earth asintiera, puesto que echó a andar hacia el buró que estaba junto a su cama y empezó a buscar algo adentro.

Curiosamente en la recámara de Santa no había frío, era muy cálida y eso que la calefacción estaba apagada, o a menos que se debiera al rubor que le había encendido las mejillas en ese preciso instante al verlo por detrás, su ancha espalda y su cuerpo perfecto debajo de esa ropa cómoda. Y enseguida se odió por pensar de manera pervertida, cuando segundos atrás quería llorar porque ese joven Alfa, al que le gustaba muchísimo, había visto su cuerpo mancillado.

Al cabo de unos minutos, Santa se volvió hacia él y se sentó al borde de su cama, sin apartarle la mirada de encima. En sus manos sostenía una especie de crema casera color verde con trocitos oscuros dentro de un frasco de cristal.

—¿Qué es eso? —preguntó Earth.

—Es un bálsamo medicinal hecho de plantas medicinales y principalmente de árnica—explicó, abriendo el frasco cuidadosamente—mi abuela me lo dio cuando me accidenté con Kao y su madre—señaló la cicatriz de su rostro, bajo los moretones que estaban desapareciendo—te hará bien y también a mí. Ambos tenemos que borrar los hematomas lo más rápido posible, además, es muy curativo en los Alfas.

—Pero yo no...

—Ya sé que no eres un Alfa—sonrió coquetamente y le guiñó un ojo—ya quisieras ser tan fabuloso, pero no.

Earth sonrió involuntariamente, disipando todo tipo de tristeza y temor. Se sintió cómodo frente a él, que inclusive dejó de abrazarse a sí mismo como barrera entre los dos.

—Ponte de espaldas y estira los brazos a tus costados—ordenó Santa y Earth obedeció.

El chico Omega se estremeció al sentir la textura rugosa del bálsamo en su piel. Los dedos de Santa recorrieron partes de su espalda, untando aquella crema medicinal en donde más lo necesitaba. Se deslizaron poco a poco hacia abajo, llegando hasta la zona de sus muslos en donde él se detuvo.

—¿Quieres ponerte ahí? —le preguntó respetuosamente.

—Mi cuerpo te pertenece, Po—arribó Earth, sorprendiéndose a él mismo por semejante respuesta. Había admitido en voz alta que quería ser su pareja—encárgate de curarme.

—Espero muy pronto me pertenezca también tu corazón—dijo el joven Alfa, retomando su labor con más ánimos—porque lo cuidaré con mi vida.

Ya casi estás por lograrlo, esfuérzate un poco más; pensó Earth.

Finalmente, quedó embarrado de bálsamo, a excepción de la mordida de Kao, puesto que esa marca no debía ser estimulada para que se borrara con rapidez; y una frescura y escozor placentero en la piel lo embargó. Observó a Santa ponerse también en los hematomas frente al espejo y no quiso sentarse para no manchar nada.

—¿A qué hora vendrá la abogada? —le preguntó, poniéndose atrás de él. Sus miradas se encontraron a través del espejo de cuerpo completo.

—Voy a cancelarle la visita. Será mañana.

—¿Por qué vas a cancelarle? —Earth frunció el ceño.

—Este día será para procrastinar los dos—le informó, sellando el frasco del bálsamo con fuerza—quiero que estemos tranquilos, disfrutando el buen día.

—¿Estás seguro?

—Sí, y aparte, no podemos ducharnos porque nos hemos puesto la crema medicinal—rio—y no quiero que la abogada nos vea en fachas.

—Es importante que ella venga—protestó Earth—yo ya estoy perfectamente bien. Aséate el cuerpo nada más, excepto tú rostro y quedarás perfecto.

—He dicho que lo cancelaré—sentenció, muy decidido y lo miró—ponte otra vez la ropa, estaré abajo cancelando su visita y luego buscaremos algo con qué relajarnos.

Era asombrosa la sensación de hormigueo en su piel con ese bálsamo casero, por lo que esperó un par de minutos más para vestirse. Santa bajó al primer piso y él se dedicó a observar su reflejo en el espejo.

¿De verdad era pareja de ese chico? Se llevaban varios años de diferencia, ¿Cómo era posible? Y más teniendo en cuenta que ese chiquillo era, no solo un Alfa, sino también dominante.

Se ruborizó al imaginar cómo sería su relación con él. ¡Sería dominado por alguien menor!

Y le daba curiosidad eso del NUDO.

Por el momento, no se sentía listo de experimentar el sexo porque continuaba adolorido y con algunos traumas, pero sabía que Santa iba a esperarlo, podía percibirlo, ya que, si hubiera sido otro, lo habría tomado por la fuerza solo por el simple hecho de saber que era su pareja destinada, pero afortunadamente no fue así.

¿En qué momento su vida dio ese giro de 180 grados? Sonaba cliché, pero con honestidad, todo era completamente diferente. Pasó del maltrato de sus padres a trabajar con una pareja de ancianos, que resultaron ser multimillonarios y creadores y dueños de una empresa colosal a estar viviendo en la cabaña de uno de sus nietos porque resultó ser su pareja destinada.

¡Era una locura!

Luego de su monólogo interno, fue hasta el inicio de la escalera y alcanzó a escuchar claramente la voz de Santa, hablando con la abogada. Sonaba muy dulce y tierno.

Earth frunció el ceño y se preguntó por qué se sentía tan enfadado ante la atención que Santa le estaba dando a esa desconocida.

Eran celos. Sí, celos.

Esa oleada de irá y desdén no le gustó. Incluso fue más fuerte que la vez anterior, cuando la llevó a la cabaña.

—Yo te aviso para que vengas—el tono de voz del joven Alfa continuó siendo meloso y se escuchó más fuerte porque había comenzado a subir al segundo piso. Earth no se movió de su sitio y esperó a que estuviera arriba para encararlo—y gracias por la discreción, por cierto, ¿Has sabido algo de mi primo y mis tíos?

Ambos cruzaron miradas y él siguió avanzando hasta quedar frente a Earth.

—Ah, ¿De viaje? —arqueó las cejas, esbozando una sonrisa fría a nadie en particular—comprendo. Bien, gracias por la información y ni una sola palabra a nadie...

Earth puso los ojos en blanco y se dirigió a la cocina por un vaso de leche fría, pasando junto a él para descender por la escalera.

Le ardía el estómago por no haber desayunado esa mañana a causa de su histeria y necesitaba contrarrestar el malestar, puesto que había generado bilis innecesaria, y era obvio que le saldría gastritis si seguía sucumbiendo a sus emociones fuertes.

Abrió un nuevo empaque de la nevera y se sirvió en un vaso de cristal y se quedó pensativo, viendo a la nada, dándole sorbos pequeños a su refrescante bebida.

—Mi primo y sus padres han salido de viaje, muy conveniente, ¿No crees? Después de lo que te hizo, huyó—dijo Santa detrás de él.

—Cuando eres culpable, huir es la opción más fácil para evitar pagar las consecuencias, pero cuando eres la víctima, huir es lo único que te queda si quieres continuar viviendo en paz—murmuró, más para sí, pero el joven Alfa lo escuchó perfectamente.

—Y Samantha va a venir cuando yo le diga, por lo que podremos estar varios días en total tranquilidad—le avisó.

Earth se encogió de hombros y no dijo nada.

— ¿Pasa algo?

—No, ¿Por qué? —ni si quiera lo miró, le dio la espalda, terminó de beber la leche y lavó el vaso—tengo sueño, me daré una siesta.

—Voy contigo.

—Preferiría que no—Earth lo detuvo con la palma de su mano, la cual quedó sobre el firme pecho de Santa—quiero estar solo un rato.

— ¿Es por la abogada? —repuso Santa, ladeando la cabeza y escudriñando la expresión de Earth con atención. Sus petulantes ojos oscuros parecían leer absolutamente toda su mente.

— ¡No! —exclamó Earth, pero no tenía ningún argumento para defender su mal humor.

—Para tu información—planteó Santa, regalándole una atractiva sonrisa torcida—yo no me siento atraído por las chicas. Y por si ya te olvidaste... Tú eres mi pareja.

—Aun no decido si voy a aceptarte—le advirtió y claramente era mentira. Earth solo quería esperar un poco más para que ambos se recuperaran físicamente y tomar la iniciativa.

—Puedo esperarte el tiempo que quieras—afirmó.

Earth no le hizo el menor caso y en vez de ir dormir, cambió de planes. Quería ver películas y se sentó en el sofá.

Las casi dos semanas que quedaba del mes de marzo, se quedaron aislados en la cabaña los dos, pero ahora por voluntad propia. Convivieron como si de solo amigos se tratasen con la única finalidad de sanar sus heridas físicas, aunque bien, la mordida del cuello de Earth todavía era perceptible, pero ya daba indicios de borrarse por completo.

Los hematomas de ambos se borraron fácilmente, con ayuda del bálsamo casero medicinal.

Por los alimentos no hubo problema alguno, puesto que a veces Prem les llevaba despensa y se quedaba a pasar el rato con ellos, argumentando que Santa no podía seguir sin presentarse en la facultad de medicina, ya que los docentes estaban a nada de reprobarle el semestre, sin importarle a qué familia pertenecía, palabras que el joven Alfa, evidentemente ignoró.

En lo que consistió la abogada, ella mantuvo a Santa informado sobre el sospechoso viaje de su primo, el cual, por lo que la fémina pudo averiguar, viajó con sus padres a Madrid por un asunto de negocios, sin fecha de regreso.

Y para matar el tiempo, además de ver series y películas en la TV, y releer libros entre ellos, una mañana, a las siete en punto, Santa llevó de excursión a Earth por la pequeña colina que rodeaba la cabaña, hasta llegar a un riachuelo que emergía naturalmente de la montaña, en donde el agua era completamente cristalina.

—Hay fosas profundas, así que ten cuidado donde pisas—le advirtió Santa, dirigiéndose con precaución hacia un claro en medio de los árboles y junto al riachuelo que parecía inofensivo.

—¿Fosas profundas? Pero el agua nos debe llegar hasta la rodilla—dijo Earth, curioso y avanzó hasta Santa. Le extendió la canasta con bocadillos y colocaron un pequeño mantel sobre la hierba.

—Te lo estoy contando para que tengas cuidado y no caigas allí—resopló el joven Alfa, abriendo la canasta y robándose un sándwich de jamón con mucho queso. Le dio un mordisco, mirando con incertidumbre el borde que los separaba del riachuelo—porque si eso sucede, no podré salvarte, conejito.

—¿Por qué no? —preguntó Earth, enfurruñado, destapando la botella de agua y volteando a verlo con el ceño fruncido.

—Soy perfecto en todo—arribó el chico millonario con arrogancia, provocando que Earth pusiera los ojos en blanco—pero no sé nadar, bueno solía hacerlo, pero después del accidente con el anzuelo que casi me deja sin intestinos en el océano, comencé a tenerle terror.

—Entonces el agua es tu Kriptonita—bromeó.

—Podría decirse que sí y suena patético—dijo Santa, pensativo, con un trozo de queso en la comisura de sus labios—pero lo digo en serio, Earth, vinimos de excursión y de picnic para respirar aire fresco, no a conseguir problemas.

—De acuerdo, tendré cuidado, relájate.

—¿Quién iba a decir que serías tú el que me diría que me relaje, cuando sueles ser muy nervioso? —rio el joven Alfa.

—He conseguido un poco de paz—Earth cerró los ojos y respiró hondo, llenando sus pulmones de oxígeno natural—todo parece ir bien.

Santa se relajó y se tumbó boca arriba sobre el mantel, sin terminarse su sándwich. Miró unos segundos el cielo, y agradeció a las copas de los árboles por darles sombra y que los rayos del sol no les llegara directamente.

Se quedó unos minutos disfrutando el silencio, el sonido suave del agua corriente, algunas aves cantando muy cerca y la respiración del chico Omega.

En lo que Earth respectó, en vez de contemplar a su alrededor, decidió admirar al joven Alfa que yacía a escasos centímetros de él, con los ojos cerrados y muy tranquilo. Estaba manchado en la comisura de sus labios y aventuró a limpiarlo con una servilleta.

Los instintos de Santa fueron tan rápidos que la mano del chico Omega apenas y se acercó a su cometido, quedando sorprendido.

El joven Alfa había agarrado con fuerza la muñeca de Earth y ahora sus ojos estaban abiertos y fijos en él, con una distancia muy peligrosa.

—Iba a limpiarte—titubeó Earth, soltando la servilleta en el pecho de él—discúlpame si te molesté, no fue mi intención.

—¿Y si mejor lo vuelves a intentar? —propuso Santa, elevando una ceja y sonriendo maliciosamente—pensé que se trataba de algún insecto, por eso reaccioné instintivamente.

Liberó su pequeña mano y Earth recogió la servilleta.

—Ahora límpiate tú—le riñó, molesto, lanzándole la servilleta a la boca y provocando una sonora carcajada en Santa.

—Tú tienes algo en el cabello—le informó Santa, luego de limpiarse él mismo la boca—no te muevas, creo que es una araña.

—¿Una... araña? —Earth se puso lívido—por favor, quítamela...

—Tranquilízate, mantente quieto.

Earth asintió, cerrando con fuerza los ojos y quedándose petrificado en su sitio. Percibió la presencia de Santa muy cerca de él y luego sintió sus dedos en el cabello.

—¿Ya me la quitaste?

—Espera solo un segundo.

La espera solamente logró que se desesperara más y en un tonto momento de histeria, quiso empujarlo para quitarse él mismo la estúpida araña, pero en vez de sacárselo de encima, perdió el equilibrio y cayó de espaldas sobre la hierba con Santa arriba de él.

—¡Muévete! —le gritó Earth, azorado— ¡Debo matar a la araña...!

—No hay ninguna araña—admitió Santa, sonriendo con egocentrismo—solo quería asustarte para poder tener un momento íntimo entre nosotros y funcionó.

Earth se ruborizó y se retorció bajo su cuerpo, logrando así, frotarse por accidente en la entrepierna del joven Alfa, e inmediatamente se quedó quieto. Los brazos de Santa estaban a cada lado de su cabeza y logró notar que las pupilas del chico se habían dilatado y que sus ojos parecían más oscuros de lo habitual, sin mencionar que la respiración de ambos se aceleró.

—¿Puedo besarte? —preguntó Santa, inclinando su rostro al suyo, pero deteniéndose a un centímetro de su boca.

—¿Por qué últimamente has actuado caballerosamente? —Earth quiso reírse, y, sin embargo, la mirada penetrante de ese Alfa lo dejó hipnotizado. Los brazos del chico Omega estaban puestos en el pecho de Santa como un escudo protector.

—Porque no quiero obligarte a nada que tú no quieras.

—¿Es por lo que me hizo tu primo?

—Es porque mereces respeto, Earth. El hecho de que seas mi pareja destinada, no puedo simplemente hacerte mío sin que tú quieras. No quiero lastimarte ni física ni emocionalmente, ¿entiendes?

—Al principio no creo que tuvieras esa idea, ¿verdad?

—Admito que no—confesó, abrumado—y en mi defensa, puedo decir que fui un idiota.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión con respecto al consentimiento?

Santa hizo una mueca y bajó la mirada. Sus largas pestañas azabaches acariciaron sus mejillas sonrosadas al parpadear.

—Lamento esto, discúlpame—comenzó a incorporarse, pero rápidamente las manos de Earth se alojaron en su cuello, atrayéndolo nuevamente— ¿Qué haces?

—Ha hecho bastantes méritos estas dos semanas—dijo Earth, sonriendo sin despegar los labios—creo que podríamos comenzar con esto.

—¿Con qué? —Santa se desconcertó.

—Esto...

Y el chico Omega le robó un tierno beso en los labios al joven Alfa, quien enseguida atrapó nuevamente su boca para besarlo apasionadamente, comenzando así, el enlace entre los dos, de manera consensuada.

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