08
AVISO: CONTENIDO LEVEMENTE SENSIBLE Y FUERTE. LEAN BAJO SU PROPIO RIESGO.
Era absurdo luchar.
Era absurdo pedir ayuda.
Iba a morir, pero no sin antes ser herido de las peores maneras.
La imagen horripilante del asesinato cruel e inhumano de Kate le rondaba por la mente cada que cerraba los ojos.
Cuando salió en contra de su voluntad de la cabaña de Santa, a manos de esos Alfas hostiles, pensó que Kao Noppakao lo violaría en cuanto tuviera la oportunidad, pero no fue así. Lo metieron a la cajuela de uno de los vehículos y se marcharon como bestias, alejándolo de Santa. De la única persona con la que estaba a salvo de esa familia de delincuentes.
El camino dentro de la cajuela de esos imbéciles fue largo. Y ni si quiera tuvo fuerzas para gritar o golpear la portezuela. De antemano sabía que su destino sería igual o peor que el de Kate.
Lloró en silencio y abrazando sus rodillas en todo el trayecto, hasta que las lágrimas se esfumaron, pero el dolor de su pecho se incrementó.
Ni la punzada lacerante de la cicatriz de su brazo le importó. Palpó sus bolsillos y sacó su teléfono. Su maldito e inútil teléfono que no le servía de nada en aquel momento. No tenía datos ni a quién llamar. Bueno, sí tenía a quien pedirle ayuda, aparte de la policía, pero no había manera de hacerlo, por lo que se memorizó el número del amigo de Santa, Prem y oró a Buda para que pudiera salir ileso y hallar la forma de marcarle.
Luego de una eternidad, se detuvieron abruptamente y escuchó voces acercarse. Cerró los ojos y fingió estar desmayado, pero no sin antes guardar su teléfono nuevamente.
La portezuela se abrió bruscamente y varias manos para nada gentiles lo zarandearon de un lado a otro para sacarlo, pero no flaqueó, permaneció aparentemente inconsciente y lo bajaron con rudeza del coche.
— ¿Qué hacemos con él? ¿Quieres que le demos una paliza para dejarle un mensaje al cachorrito? —preguntó Mile con desdén.
—No lo van a tocar—masculló Kao—voy a quedármelo un par de días y luego los llamaré, ¿De acuerdo? Por el momento déjenme a solas con él.
Earth yacía tumbado sobre el hombro de Mile como si fuese un saco de papas y deseó poder ser valiente y fuerte y golpearlo de manera sorpresiva, pero estaba a punto de orinarse del miedo.
— ¿Lo dejo dentro? —inquirió Mile.
—En mi habitación—respondió Kao—y vigílalo en lo que voy. Tomaré uno trago antes.
— ¿Puedo largarme a mi casa? Mi pareja está esperándome—acotó Off—tiene días que no estoy con él y hoy le prometí verlo...
—Lárgate—espetó Kao, sacando un cigarrillo de su chaqueta y poniéndole la alarma a su coche.
Earth fue llevado al interior de aquella casa, a la que habría querido ver con más detenimiento, pero le fue imposible. Todo estaba oscuro, salvo algunas lámparas. Se sintió mareado mientras Mile subía la escalera.
Abrió la puerta de una patada y lo lanzó como un guiñapo a la cama.
—Hey, despiértate, cabrón—le dio una leve patada que lo hizo rodar a un lado, pero no abrió los ojos. Se tragó el dolor del golpe—idiota, si no despiertas por las buenas, Kao lo hará por las malas.
No obstante, Earth se mantuvo inmóvil, calmando su corazón y su respiración, los cuales se estaban agitando muchísimo por el miedo. Tenía al asesino de Kate en la misma habitación y si movía un músculo, sin duda, lo mataría.
Transcurrieron varios espeluznantes minutos de silencio sepulcral en el que tuvo que soportar sentir la presencia de ese aborigen en el umbral de la puerta, hasta que Kao Noppakao hizo acto de presencia.
Echó a Mile de su residencia y se escuchó la puerta cerrarse.
—A ver, levántate y deja de fingir que estás desmayado porque no te tocamos ni un solo pelo—siseó Kao y el sonido de hielo contra el vidrio sobresaltó a Earth. El olor a alcohol le llegó a la nariz y tragó saliva—si no me obedeces, en este momento te pego un tiro en la cabeza y le enviaré tu cuerpo como advertencia a Santa por haberme mentido sobre ti, y posteriormente, matarlo también a él porque es como una piedra en mi zapato...
—La envidia y la avaricia es lo peor que puede tener un ser humano, y más teniendo en cuenta que es por alguien que tiene tu misma sangre corriendo por sus venas—carraspeó Earth, furioso. Iba a permanecer fingiendo, pero escuchar esa amenaza hacia Santa, le hirvió la sangre, más que la amenaza de ser asesinado. Le importaba más la vida del joven Alfa que la suya, puesto que él lo único que le había hecho era protegerlo de esa bola de buitres.
Se sentó ágilmente y lo fulminó con la mirada. Kao se hallaba recargado en la pared, bebiendo un trago de whisky con una sonrisa maliciosa. En su otra mano sostenía un cigarrillo sin encender.
—Guau. Sabía que estabas fingiendo—canturreó Kao, dejando el vaso de cristal vacío con hielos—y me gusta que obedezcas ante la primera advertencia, pequeño gusano.
— ¿Tanto mancillé tu orgullo al no dejar que abusaras de mí? —aguijoneó Earth con recelo.
—Nos citamos para coger—le recordó Kao con amargura, sacando un encendedor de su chaqueta. Encendió el cigarrillo y le dio una larga calada sin quitarle la mirada de encima. La estancia se llenó de humo y Earth reprimió el impulso de toser—y al momento de concretar el motivo de nuestro encuentro, te acobardaste y yo odio a las personas que no cumplen su palabra.
— ¿Y qué harás conmigo ahora? —lo desafió el chico Gamma con desprecio.
—Tienes dos opciones—increpó el Alfa con una sonrisa demencial, le dio otra calada al cigarrillo y mientras el humo se deslizaba a través de sus fosas nasales, caminó hacia Earth y con la mano libre, cogió un puñado de su cabello y tiró de su cabeza hacia arriba—vamos a terminar lo que iniciamos, y si te niegas, aparte de que voy a matarte, también me desharé de mi primo. Serás la excusa perfecta para asesinarlo, porque las ganas siempre han estado.
—Si accedo a tus condiciones, ¿Me dejarás irme de aquí después y no vas a molestar a Santa nunca más? —titubeó Earth.
— ¿Acaso piensas que simplemente con cogerte una noche bastará?
—La cita que tuvimos especificaba una sola noche—gruñó Earth, asqueado, maldiciendo mentalmente el momento en el que concretó el acuerdo con ese imbécil.
—Lo recuerdo, pero dadas las circunstancias, creo que me debes más que una noche, ¿No lo crees? —se burló y lanzó el cigarrillo al suelo para luego pisarlo con el zapato.
— ¿Por qué estás obsesionado conmigo? ¿Qué te hice para ser tu obsesión o capricho? Soy un simple Gamma con mala suerte—dijo con voz trémula.
—No te creas tan importante—ahogó una risa nasal, empujando su cabeza y soltándolo—simplemente que me irritan los cabos sueltos y, además, tengo intriga del por qué mi primo te ha estado cuidando todo este tiempo.
—Él es un buen chico—lo defendió con fiereza.
—Me da igual lo que pienses, mientras estés bajo mi techo, harás lo que yo te ordene—ladró Kao, cerrando la puerta de una patada. Earth quiso salir corriendo al verlo comenzar a desnudarse frente a él.
Por desgracia, ese maldito infeliz tenía un estúpido cuerpo de infarto que en algún momento le enloqueció y ahora solo le provocaba asco. Le pareció extraño verle un tatuaje en el pecho que era el de una silueta de mujer y en las manos de ella sostenía un símbolo y si no estaba equivocado, era el signo zodiacal virgo (♍︎). Maldito loco.
—Quítate la ropa y túmbate en la cama boca abajo—le ordenó Kao en lo que se desabrochaba el pantalón.
Earth, sintiéndose tan miserable, obedeció. Se quitó la ropa y quedó solo con el bóxer.
—No lo he hecho jamás—admitió Earth—y no quiero que me lastimes ni seas un animal conmigo. Estoy accediendo a tu orden y...
—A mí no vas a darme instrucciones de nada—le espetó, totalmente cabreado y para ese instante, Kao Noppakao solo tenía puesto los anillos de oro en sus dedos. Nada más. Tenía el cuerpo totalmente depilado y bien trabajado.
Se le fue encima a Earth con rudeza y el chico apenas pudo reaccionar. Quiso apartarse, pero le fue imposible. Enseguida lo inmovilizó de las manos, agarrándole las muñecas con una sola mano y colocándoselas por encima de su cabeza, poniéndolo a su merced, mientras le rasgaba el bóxer con ansiedad. Sus caricias salvajes y sus besos bruscos eran una asquerosidad, nada comparados a los de Santa, con quién había disfrutado un momento tan íntimo y especial antes de que todo se fuera a la mierda.
Si tenía que darle su cuerpo a ese despreciable Alfa con tal de mantenerlo alejado de Santa, lo haría. Era la manera de protegerlo de vuelta, así como él lo había cuidado todas esas semanas.
No obstante, quería vomitar encima de ese Alfa y más cuando este le dio la vuelta para verlo boca abajo, sin dejar de someterlo y de mantenerlo inmovilizado de las muñecas en la parte baja de la espalda.
—Tienes un maldito cuerpo que me pone duro en tan solo diez segundos—siseó Kao, colocándose justamente detrás de él y Earth quiso alejarse cuando sintió algo rozarle su trasero de manera lasciva.
—Es mi primera vez, desgraciado, no me hagas daño...
Earth entornó los ojos en cuanto Kao lo penetró sin prepararlo. Gritó y se arrastró fuera de su alcance, pero fue imposible. La diferencia de fuerzas era enorme.
Kao comenzó a embestirlo sin miramientos, provocando un dolor colosal en su interior, incluso sintió que por dentro estaba desgarrándose. Algo dentro de él se deslizó entre sus piernas y las lágrimas brotaron, seguidos de alaridos de dolor. Lo estaba violando ese hijo de puta, sin importarle el gravísimo sufrimiento y heridas que le estaba ocasionando por dentro.
— ¡Estás demasiado estrecho! Siento que vas a arrancarme el miembro—gruñó Kao y a continuación, lo tomó del cuello con una mano, sin soltarlo de las muñecas que estaban situadas en su espalda baja para que no escapara. Earth soltó un hipido por el llanto y el Alfa aferró más su mano en torno a su débil cuello sin dejar de mancillarlo.
Movió al chico Gamma y lo levantó sin salirse aún de él y lo estampó a la pared con rudeza. Le separó más las piernas para incrementar las embestidas.
—Te gusta así, ¿no? —le gruñó en la oreja—esa noche que nos citamos lo hubieras disfrutado mejor, pero... ¡Mierda! Te rehusaste a sentir el sexo más placentero de tu vida, maldito plebeyo—su voz sonaba entrecortada por la excitación y adrenalina—ahora me perteneces. Eres mío y voy a marcarte...
—Nadie... podría estar contigo... por gusto—susurró Earth débilmente—de nada te sirve tener ese estatus social, si no vales nada como miembro de la familia Udompoch y mucho menos como persona...
—¡Cállate! —lo agarró de los hombros y lo estrelló contra la pared, moviéndose con una brusquedad y violencia en su interior que comenzó a afectarle la mente al chico Gamma.
—Yo no soy un Omega—ahogó una exclamación el chico Gamma—y no puedes marcarme...
Y deliberadamente, sintió los dientes de Kao Noppakao situarse en su cuello con salvajismo.
Earth no supo en qué momento perdió el conocimiento, porque lo último que recordó fue sentir el asqueroso líquido tibio dentro de su cuerpo y ser empujado a la cama tras una exclamación por parte de ese lunático.
Y lo que más lo deprimió fue que soñó con Santa. Con ese joven Alfa que, a pesar de haber tenido la oportunidad de mancillarlo a su antojo mientras lo tuvo prisionero en su cabaña, jamás lo tocó, sino todo lo contrario. Le curó las heridas y protegió de todos y justo cuando pensó que podría existir algo más que simple camaradería entre ellos, todo se fue a la mierda.
Despertó abruptamente y una punzada desgarradora lo hizo reaccionar de inmediato. Recordó los sucesos previos a su despertar y se le llenaron los ojos de lágrimas. Estaba sobre una cama, envuelto en sábanas, con simplemente una tenue lámpara sobre un mueble que apenas iluminaba la estancia, la cual era muy elegante y espaciosa. No había nadie más allí, por lo que intentó levantarse y se percató de dos cosas:
1. Estaba desnudo.
2. Y sentía dolor y humedad en su trasero.
Como pudo, obligó a sus temblorosas piernas levantarse y alcanzar el interruptor de la luz. En cuanto la luz iluminó a su alrededor, se horrorizó. Las sábanas y parte del colchón y el suelo de mosaicos blancos, estaban manchados de sangre seca. Su sangre.
Se acercó a pasos torpes a un espejo de cuerpo entero que había en un rincón y se percató de la gravedad del asunto.
Observó su cuerpo ultrajado y desnudo en el reflejo. Tenía moretones en todas partes y se estremeció de asco al vislumbrar la marca de la mordida que Kao Noppakao en su cuello y deseó morir.
¿Con qué cara miraría a Santa a partir de ahora?
Él se daría cuenta en un segundo de que ya no era puro y que su primo lo había marcado a la fuerza.
Se abrazó a sí mismo y vio la sangre seca entre sus piernas. No sabía cómo es que pudo salir vivo de ese abuso. Y tampoco tenía idea de cuánto tiempo estuvo inconsciente. Se dio a la tarea de echar un vistazo por la ventana y aún estaba oscuro, pero la calle estaba desierta. No había ningún vehículo afuera y desconocía esos lares. Enseguida se apresuró a buscar su ropa y no la halló. Le preocupó más no encontrar su teléfono que sus prendas. Había tenido la humillación más grande su vida, así que salir desnudo a la calle no era nada.
Trató de abrir la puerta de la habitación y se dio cuenta que estaba encerrado bajo llave.
—¡Maldito! —gritó con todas sus fuerzas y sintió lágrimas nuevas deslizarse por sus mejillas. Le dio un golpe a la puerta y se dejó caer el suelo, abrazando sus rodillas.
Tras treinta minutos de lamentarse, observó que estaba amaneciendo y apretó los puños, indignado. Ya no tenía nada que perder, salvo la vida, por lo que tenía que hallar la manera de salir de allí. Comenzó a buscar exhaustivamente en todas partes y encontró una estúpida nota a los pies de la cama.
«Si intentas huir, recuerda que no solo morirás tú, plebeyo, sino también mi primo.»
Hizo pedazos la hoja y siguió hurgando. Halló un pants y una playera de ese Alfa y se lo puso para recuperar el dos por ciento de su dignidad y no se detuvo en su búsqueda.
Se topó con un cajón asegurado con llave y se preguntó que había allí. Mordiéndose el labio, cogió la lámpara del buró y destrozó gran parte de la cerradura para poder abrirla. Luego de muchos minutos luchando contra el mueble, logró agrietarlo y abrirlo.
¡Bingo!
Una Lap Top Mac y... su teléfono.
Kao Noppakao era imbécil, no había dudas.
Encendió la computadora y se aseguró de que su teléfono estuviera con batería para poder maniobrar. Si sus sospechas de idiotez sobre ese Alfa eran ciertas, su Laptop estaría sin contraseña.
Y en efecto. El aparato estaba desbloqueado y conectado a una red WIFI.
Buscó en ajustes y consiguió tener la contraseña del Internet. Se conectó desde su teléfono y guardó todo como estaba. Claro, el mueble estaba destruido, pero en lo que Kao se daba cuenta, podía tener la oportunidad.
Entró a LINE y abrió el chat del amigo de Santa para enviarle un mensaje de ayuda.
"Prem, soy Earth, el amigo de Santa. Kao Noppakao estuvo en la cabaña otra vez después de que se fueron. Asesinaron a Kate, la señora de la limpieza y a mí me raptaron. Por favor, ayúdame. No le digas nada a Santa, te lo suplico. Te enviaré mi ubicación en tiempo real."
Instantes después de que envió el mensaje y la ubicación, escuchó el sonido de un vehículo aparcar afuera. Le dio escalofríos y escondió el teléfono debajo de la cama antes de asomarse a ver por la ventana. Su corazón latía con muchísima fuerza, pero se tranquilizó de ver que no era Kao. Eran otras personas que vivían en el mismo fraccionamiento residencial.
Con la misma lámpara, golpeó el pomo de la puerta hasta el cansancio, pero fue inútil. Estaba atrapado y en cualquier momento llegaría ese estúpido.
De pronto, la melodía del tono de llamada de su teléfono le hizo dar un respingo. Se lanzó bajo la cama y vio que Prem estaba llamándolo.
—¿Hola? —titubeó, asustado en cuanto atendió la llamada.
—¿Eres el chico que estaba en la cabaña ayer? —inquirió Prem con desconfianza.
—Sí, por favor, ayúdame—murmuró, arisco.
—Estoy yendo para esa ubicación, más te vale estar diciéndome la verdad porque Santa está muy delicado y debe reposar unos tres días más o menos—bufó.
—¿Conoces a su primo Kao? —siseó Earth, irritado.
—Sí, es un maldito infeliz.
—Pues me odia y me raptó. Ayúdame a escapar de aquí, él no ha vuelto y si te descubre, nos matará a ambos.
—Yo no quiero problemas—masculló Prem.
—No los tendrás si me ayudas.
—¿Quién demonios eres tú? —ladró.
—Alguien muy importante en la vida de Santa, ahora apresúrate.
Earth lo obligó a no colgarle en lo que llegaba a rescatarlo. Estuvieron en silencio largo rato hasta que divisó el coche del chico, que era un deportivo rojo de solo dos pasajeros. Suspiró y lo vio descender con el ceño fruncido.
—La casa está justo a tu izquierda—le indicó Earth, moviendo su mano para que él lo viera.
—Ya te vi. ¿Y bien? ¿Cómo saldrás? Porque no pienso entrar ahí—Prem se recargó en la puerta de su coche con el ceño fruncido.
—¿Hay algo debajo de esta ventana? Para que busque la manera de salir por ahí.
—Un arbusto—respondió Prem— ¿en serio vas a lanzarte? ¿acaso has perdido la razón?
—Estoy encerrado, idiota—espetó, iracundo—no puedo salir y Kao no está, es la única oportunidad que tengo para huir.
—Me estás involucrando en esta mierda y ese imbécil es de cuidado, ¿aún no sabes que es hijo de un miembro de la mafia?
—¿Y por qué crees que necesito ayuda? Solo dime si no está muy alto para que salga por la ventana y luego me llevas a la estación de policía. Me dejas ahí y ya.
Prem resopló y Earth lo vio rodar los ojos con fastidio.
—Me acercaré lo suficiente para ver si puedo sostenerte, cálmate y date prisa—colgó Prem, molesto.
Earth guardó su teléfono y se percató que tenía que romper el cristal para salir porque no había forma de abrir la ventana.
Consiguió romper el cristal usando la misma lámpara, la cual se hizo añicos después de ejercer bien su labor. La distancia al piso no era mucha, pero el vértigo lo estremeció.
—¡Salta! —le gritó Prem desde abajo.
Earth se sentó al borde, siendo cuidadoso de no cortarse con los restos de vidrio y se lanzó sin miramientos a los brazos de aquel Beta que no conocía bien.
Cayó rápidamente sobre él y se alegró de no romperle la columna.
—Carajo, estás hecho una mierda y esa ropa no parece ser de tu talla ni tuya...—se espantó Prem al verle el rostro, los brazos y en especial el cuello en donde estaba la marca de la mordida—no me digas que abusó sexualmente de ti...
El chico Gamma forcejeó para pararse en el suelo y se alejó del Beta.
—Llévame a la estación de policía.
—Súbete—le ordenó Prem, sumamente preocupado.
Cuando ya llevaban veinte minutos de camino, el amigo de Santa se estacionó cerca de un parque y aseguró las puertas.
—Antes de hacer algo, quiero que me digas qué pasó—planteó con severidad—no sé quién seas, pero Santa me dijo que eres muy importante para él, sin embargo, no entiendo qué clase de relación tienes con Kao Noppakao.
—No pienso darte ninguna explicación. Solo llévame con la policía. Asesinaron a Kate frente a mis ojos después de que te llevaste a Santa—logró decir Earth con un nudo en la garganta—y luego me secuestraron.
—¿Kao y quiénes más?
—Sus primos. Off y Mile.
Prem se puso lívido.
—Si no vas a llevarme a la policía, te agradecería mucho si me dejas salir de tu coche. Necesito ir a denunciarlos.
—No puedes hacer eso.
—¿Por qué no? Mataron a una mujer inocente, me secuestraron y humillaron—espetó Earth, herido—ellos merecen irse a prisión o morirse, por el bien de la humanidad.
Prem se quedó en silencio, pensativo.
—Escucha—dijo por fin, luego de meditarlo unos segundos—déjame revisarte las heridas y después te llevo a la policía, ¿de acuerdo? Ellos querrán pruebas y yo puedo otorgárselas al hacer un dictamen médico de tu situación.
—¿Eres compañero de clase de Santa?
—Sí, soy su mejor amigo.
—¿Y puedo confiar en que no le dirás nada a Santa sobre lo que me hizo Kao? —su voz sonó temblorosa.
El chico Beta apretó los labios.
—No le diré nada, pero en algún momento lo sabrá—echó a andar otra vez el coche.
Earth no dijo nada y dejó que el amigo de Santa lo llevara a revisar, que resultó ser en un hospital privado en el que su padre trabajaba.
—¿Santa está aquí? —se sobresaltó.
—No, él está en un sanatorio particular que acostumbra a ir su familia. Aquí estás a salvo—le instó a bajar del vehículo.
Le brindó ayuda para caminar y cuando se acercó a las puertas de la sala de urgencias, enseguida reconocieron a Prem y varias enfermeras se acercaron.
Earth no escuchó la conversación entre ellos y fue trasladado a un cubículo, rodeado de enfermeras que tenían la expresión diferente. Ya no estaban sonrientes, sino más bien preocupadas.
—No me dejes solo—suplicó Earth a Prem con los ojos llenos de lágrimas, negándose a avanzar más.
—¿Quieres que esté presente en tu examen físico? —titubeó Prem, nervioso.
—Sí. No conozco a nadie de aquí. Tampoco a ti, pero eres el mejor amigo de Santa...
—Ve con ellas. Hablaré con el médico que te hará la revisión para que me deje acompañarte, yo te alcanzo.
Earth asintió y reanudó la marcha con miedo.
Earth se sentó con dificultad sobre una camilla y dos enfermeras le palmearon el hombro para reconfortarlo y él les sonrió con alivio.
—En unos minutos estará el doctor que te revisará, no temas, no estás solo—le dijo una de ellas, con una libreta y bolígrafo en las manos— ¿Cómo te llamas?
Respondió a todas las preguntas de cajón: nombre, edad, peso, altura, etc., que aparate de querer su información, era hecho para distraerlo un poco del momento.
—Quítate la ropa y ponte esta bata. Nosotras esperaremos afuera—le dijo la misma enfermera que era una joven Omega muy carismática.
En cuanto salieron de allí, Earth obedeció y dejó la asquerosa ropa de Kao Noppakao en la camilla, sintiéndose más expuesto.
Minutos más tarde, la puerta se abrió y entró Prem detrás de un señor de edad madura con ropa quirúrgica y guantes de látex.
—Él es mi padre y ya está al tanto de todo—acotó Prem con severidad, dándole a entender que iba a ser todo confidencial.
—Hola, muchacho—lo saludó el doctor con cortesía. Era un Alfa—solo porque es un caso sumamente delicado, dejaré que mi hijo esté en esta revisión y me ayude a hacer las anotaciones correspondientes. Ya me informó que fuiste atacado por Kao Noppakao, el primo de Santa Udompoch.
—Pensé bien las cosas—arribó Earth con miedo, dándose cuenta que había sido una pésima idea ir ahí—si denuncio a ese bastardo, le hará daño también a Santa y yo no quiero eso. Solo deme medicinas y me iré.
—Confía en nosotros, muchacho—musitó el doctor con rigidez y relájate.
Prem se situó detrás de Earth y le palmeó el hombro.
—Voy a revisarte primero de la cintura para arriba, ¿está bien? no quiero que te sientas amenazado si te pido que te quites toda la bata—comenzó a decir el doctor.
—Mi cuerpo fue ultrajado de la peor manera y no me avergüenza que usted lo vea, siendo un doctor—murmuró Earth, tomando el valor de quitarse la bata y quedar expuesto a los dos. Cerró los ojos y volvió a sentarse en la camilla.
—Prem, comienza a hacer las anotaciones sobre las heridas externas—ordenó su padre cuando notó que su hijo se había quedado horrorizado al ver la sangre seca entre las piernas de Earth.
Tomó nota de los múltiples moretones de los brazos, muslos y la mordida en el cuello, y también de la forma y dilatación del ano, viendo que tenía varias fisuras alrededor, y rastros de semen sobre la piel perianal y posible sangrado proveniente del desgarre interno y externo.
El doctor le mandó traer los utensilios especiales para tomar muestras del recto, de acuerdo con el protocolo local de búsqueda de evidencias. Y le practicó examen rectal en busca de más traumas, fístulas, desgarros y sangrados.
—Vamos a tomar ITS (RPR para sífilis, tinción de Gram y cultivo para gonorrea, cultivo o ELISA para Chlamydia trachomatis, ELISA para VIH), ¿está bien? porque es fundamental realizar las medidas de prevención necesaria—argumentó el padre de Prem—también en un rato se te administrará la profilaxis contra el VIH e ITS, ya que fue dentro de las últimas 72 horas.
—Papá, no te olvides de las pastillas anticoncepción—dijo Prem, terminando de anotar en la libreta. Earth se colocó nuevamente la bata y se abrazó a sí mismo.
—Yo no la necesito. Soy un Gamma—suspiró—solo denme ese medicamento en contra del VIH.
El doctor y su hijo fruncieron el ceño y se miraron entre sí.
—¿Cómo que un Gamma? —inquirió el hombre de nombre James.
—Sí, soy un Gamma y no hay riesgo de embarazo—afirmó Earth.
—¿Ese animal también te quitó un trozo de cerebro? —preguntó Prem con sarcasmo, pero su padre le hizo señas para que se callara.
—Muchacho, ¿de qué hablas? No eres un Gamma.
—Lo soy, ¿por qué piensa que no? —masculló Earth.
—Porque soy doctor y sé reconocer las categorías de todos, en especial si verifico sus cuerpos—replicó con seriedad y Earth entornó los ojos.
—¿Qué quiere decir?
—Eres un Omega, muchacho, ¿Quién te hizo creer lo contrario?
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PD. RECUERDEN QUE ESTA HISTORIA ES DIFERENTE A SUNFLOWER SMILE, YA QUE ES OSCURA, DURA E INTENSA. Gracias por leerme <3
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