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03


Pasaron varios minutos para que pudiera reaccionar. Y acto seguido, se estremeció de pies a cabeza. ¿Qué le había pasado? O peor aún, ¿Quién era ese joven Alfa tan malditamente guapo que lo había olfateado con descaro y le había preguntado sobre algodón de azúcar?

No, eso no era lo peor. Lo peor fue que se quedó perturbado por su presencia e incluso sintió un extraño espasmo en el vientre que jamás había sentido y se avergonzó al darse cuenta que una oleada de deseo y excitación le recorrió la piel de solo volver a evocar el recuerdo de ese extraño Alfa. Y no fue algo sexual, sino más potente, extraño y especial.

Regresó al trabajo y apenas fue consciente de que había música y personas ahí.

Cuando estuvo de vuelta al apartamento, obligó a su mente a dejar de pensar en ese chico. ¡Era tan sexy! Y tan menor...

A pesar de ser atractivo, se notaba a leguas que era unos años menor que él, pero proyectaba demasiada seguridad, haciéndolo ver perfecto.

Era de esos amores imposibles y efímeros de los que te enamorabas en la calle y jamás volvías a verlos, pero te quedaba el lindo recuerdo.

Sin embargo, el recuerdo que le dejó fue mezquino. Lo acorraló a la puerta con una mano alrededor de su cuello y luego lo olió. Claramente estaba ebrio, pero le dio tremendo susto.

Y esperaba que jamás volviera a pisar el Bar para no tener que ser intimidado nuevamente. Le pareció curioso el asunto del algodón de azúcar, pero le restó importancia.

Miró el Jetta de Fluke estacionado junto al suyo y subió al ascensor.

Su amigo estaba profundamente dormido y optó por cambiarse y meter la ropa a la lavadora. En cuanto su cabeza rozó la almohada, quedó noqueado. La noche había sido muy pesada.

Horas más tarde, quiso contarle a Fluke sobre aquel encuentro descabellado y al mismo tiempo interesante, pero desistió. Sabía que su amigo le diría que tuviera más cuidado y se centrara en la situación delicada en la que seguía envuelto, por lo que mantuvo la boca cerrada.

— ¿Cómo les fue ayer? —le preguntó a su amigo en lo que planchaba su uniforme.

—De maravilla—canturreó Fluke—íbamos a quedarnos más tiempo en el hotel, pero no quería que cuando volvieras del trabajo estuvieras solo.

—Por mí no te preocupes—le repitió por milésima vez desde que se mudó con él—yo estoy perfectamente bien solo. No me da tiempo de pensar en mi soledad estando en el trabajo.

— ¿Y cómo te fue ayer? ¿Llegó mucha gente? —inquirió Fluke, curioso.

—Sí, y hubo algunas peleas, pero nada fuera de lo normal—no entró en detalles, ya que no quería contarle lo del incidente con el joven Alfa.

—A ver si en estos días voy a tomar unas copas para hacerte compañía—vaciló Fluke.

—No te recomendaría que fueras. Llegan muchísimos Alfas deseosos de conseguir buen sexo y tú eres demasiado atractivo, los volverías locos.

—Si yo quiero soltar mis feromonas para llamar la atención, sí, pero como no tengo esa intención, no ocurrirá nada, tranquilo.

—Me gustaría saber en qué consiste eso—suspiró Earth—es una lástima que yo sea un simple Gamma.

—Tienes ventaja, Earth, aunque no lo creas, las feromonas cuestan para controlarlas—explicó—cuando entré en la adolescencia, me era imposible tener control de ellas y más cuando estaba, podría decirse, en celo. Muchísimos Alfas, tanto mujeres y hombres, se acercaban a mi muy excitados gracias a mis potentes feromonas que no sabía suprimir.

— ¿Y cómo aprendiste a controlarlas?

—Cuando tuve mi primera vez con un Alfa dominante veinte años mayor que yo. Y eso fue hace muchísimo tiempo, yo tenía alrededor de dieciséis—se estremeció ante el recuerdo—él me enseñó a manipular las feromonas y soltarlas aun cuando yo no esté en celo, es decir, para sacar provecho de la ocasión. Pero al conocer a Ohm... Él no solo enloqueció con mis feromonas, sino que me reconoció como su pareja al oler a su manjar favorito "fresas con chocolate" en mi cuerpo, algo que nadie más que él pudo sentir en mí.

Aquello lo perturbó.

—¿Y existe la posibilidad de que los Alfas confundan el aroma de su manjar favorito en otros que no sean su pareja real? —preguntó.

Fluke frunció el ceño.

—No entiendo a qué te refieres.

—Es que...—titubeó Earth y después decidió contar parte de la verdad camuflado en mentira—presencié una situación extraña en el bar.

—A ver, cuéntame—su amigo se mostró muy interesado.

—Había un Alfa, no había dudas de que lo era—comenzó a decir, haciendo lo posible por no mirar a los ojos a Fluke—y un chico, no era Omega, tal vez era un Beta o Gamma, no estoy seguro—se aclaró la garganta—y el Alfa estando ebrio, le buscó pelea, pero antes de golpearlo, se detuvo y le preguntó si tenía algodón de azúcar en los bolsillos.

—No sabes si realmente ellos dos son pareja—dijo Fluke, pensativo—probablemente tuvieron una pelea y el Alfa estaba tratando de reconquistarlo.

—No, se notaba claramente que eran completos extraños—insistió.

—Entonces queda una última explicación—musitó Fluke—es imposible que sepas si el algodón de azúcar era el manjar del Alfa, además, pudo haber olfateado el olor de alguien más en ese chico, o bien, que el chico de verdad tuviera algodón de azúcar en sus bolsillos o acabara de comerlo.

A Earth se le erizó la piel.

—Ah, y hasta eso, el chico debió ser un Omega. Los Betas suelen oler a vinagre o a cosas desagradables, y los Gamma y Delta no tienen ningún aroma, por eso los Alfas no despiertan nada al verlos—concluyó Fluke y al ver que Earth bajó la mirada, comprendió que había hablado de más—lo siento, Earth, no quise decir eso...

—No te preocupes, lo entiendo—suspiró Earth y se mordió el dedo pulgar, pensativo. Su mente era un caos, tratando de descifrar que había ocurrido con ese joven Alfa.

—El hecho de que seas un Gamma, no quiere decir que no conocerás el amor. La verdad, somos seres humanos, independientemente nuestra categoría. Pude haberme enamorado de otro Omega, o incluso de un Delta. Lo importante es la esencia de la persona y lo que tiene en el corazón.

—A estas alturas a nadie le importa los sentimientos—le contradijo Earth, mirándolo con recelo—solo se basan en el físico, categoría y lo que puedas ofrecer en la cama; y no digo que esté mal, pero no hay lugar a conocerse más a fondo. Por eso las relaciones de ahora no duran mucho. Si el sexo se vuelve aburrido, terminan.

—Tienes razón, pero por si no te has dado cuenta, llevo con Ohm más de dos años y seguimos sintiendo la misma chispa atrapante del primer día, e incluso más. Es cuestión de reconocer a tu alma gemela y amor de tu vida, y tendrás suerte si los encuentras en una misma persona.

Hablar con Fluke le sirvió de consuelo y para terminar de cerciorarse de que lo que había sucedido con ese joven Alfa solo fue un mal entendido. Además, jamás volvería a verlo porque fue vetado del bar por causar disturbios.

Santa.

Su nombre era Santa.

Que extraño nombre, así como todo él.

De ninguna manera iba a olvidar sus misteriosos ojos oscuros y esa sonrisa arrogante que tenía en aquel rostro con dos enormes cicatrices, que lejos de hacerlo ver feo, conseguía el efecto contrario, aparte de imponer su presencia, masculinidad y sexualidad al extremo.

En cuanto llegó al bar, se sorprendió ver que estaba muy lleno desde muy temprano. Apenas habían abierto y las personas estaban haciendo fila, deseosos por entrar y Earth se preguntó la razón. El día anterior había sido el 14 de febrero, no esa noche.

—¿Por qué hay tanto movimiento? —se animó a preguntarle a uno de los meseros, un adorable Omega menor que él, pero de aspecto muy varonil de nombre Pete. Muy probable era un Omega dominante.

—Creo que es por la banda que contrataron los dueños—respondió con el ceño fruncido sin dejar de observar a un par de Betas queriendo entrar sin formarse, pero que los guardias estaban conteniéndolos en las puertas que dividía al bar con el restaurante que era doble hoja—es un grupo nuevo, por lo que sé.

—¿Sabes su nombre?

—4MIX—apenas contestó y fue en auxilio de los guardias de seguridad junto con otros meseros que eran Alfas y Betas.

De pronto, Earth recordó que había escuchado hablar sobre ese grupo y que había debutado meses atrás, teniendo un rotundo éxito que los llevó a promocionar sus canciones hasta el otro lado del mundo y en un país de Latinoamérica muy importante: México.

No podía creer que en la cantidad de dinero que gastó la familia de Ohm al llevar a ese grupo de talla internacional a ese pequeño bar.

Treinta minutos más tarde, no cabía ni un alfiler en la estancia. Todos pedían sus bebidas sin una pizca de educación y Earth ya estaba irritándose.

Justo a la medianoche, las luces se apagaron por varios minutos y los gritos de las personas, en especial de los hombres, era lo único que reinaba en el ambiente. Earth le sirvió una copa a alguien a través de la oscuridad y se fijó en el escenario en donde cuatro siluetas se situaron encima.

A Earth le habría encantado muchísimo disfrutar de aquel show con los integrantes reales de 4MIX, pero justo en el instante que Ninja comenzó a cantar, Luca, el gerente, lo llamó a su oficina y a regañadientes abandonó la barra, quedándose otro mesero en su lugar.

Se sentó en la única silla disponible y miró al gerente que estaba sentado del otro lado del escritorio.

—¿En qué puedo ayudarle? —le preguntó, esbozando la mejor de las sonrisas.

—¿Quieres ganar dinero extra? —fue al grano. La expresión de Earth fue de total perplejidad—solo dime, chico, ¿quieres ganar más dinero?

—¿Haciendo qué? —ladeó la cabeza, curioso.

—Mañana tengo una reunión con la junta directiva acerca de ciertas modificaciones en el bar con los señores Ritprasert y me ausentaré dos semanas. Sé que todavía estamos iniciando con este proyecto y está yendo de maravilla, y como eres recomendado del joven Thitiwat, confío en que podrás desempeñar bien el nuevo cometido—explicó, con las manos entrelazadas entre sí sobre el escritorio y sin apartarle la mirada de encima.

Y como Earth no añadió nada al respecto, el gerente continuó.

—Serás el gerente a cargo en mi ausencia—arribó el sujeto con una leve sonrisa—y no solo consistirá en cuidar de la oficina, sino que tendrás que verificar que no entren determinadas personas al restaurante o bar.

—¿Tienen una lista de personas que no son admitidas? —se sorprendió Earth, dándose cuenta que Ohm no bromeaba con ese comentario de restringir la entrada a algunas familias Alfas.

—Sí, la lista negra—convino el gerente y abrió un cajón del escritorio en donde sacó un folder con varias hojas engargoladas—aquí están los nombres, apellidos y fotografías de los vetados definitivamente de este lugar, ¿crees que podrás hacerlo?

—¿Cómo lo ha hecho usted? No me diga que verifica la entrada de cada persona que hace fila afuera...

El gerente elevó los ojos al techo.

—Los guardias de seguridad tienen la misma lista, pero compartida para que cada uno pueda seleccionar. Y lo que harás simplemente consistirá en que, si alguno de los vetados se vuelve violento e insiste en entrar porque hay alguna equivocación, tú verificarás si es verdad o solo quiere entrar pese a la restricción.

—Oh, entiendo.

—Y descuida, mientras las cosas estén bien y los guardias puedan solucionarlo, no te involucrarás. Estarás detrás de la barra como siempre y de vez en cuando irás a la oficina a verificar si hay alguna llamada—señaló el teléfono muy sofisticado, que tenía una pantalla en donde avisaba si había llamadas perdidas, mensajes de voz, etc.

—¿Vendrán más grupos musicales?

—Sí, pero de bajo estatus y ya todos fueron pagados, así que no te preocupes.

—¿Cómo es que lograron traer a 4MIX?

—La familia Ritprasert tiene suficiente dinero para traer a quien desee, chico—le guiñó el ojo—ahora vuelve al trabajo. Mañana te daré las llaves de la oficina y del escritorio cuando vengas.

De vuelta al apartamento, no se cambió y se dejó caer en la cama, junto a su amigo.

Y sintió que fueron solamente un par de minutos que durmió cuando Fluke lo hizo despertar abruptamente.

—Son las siete de la noche, Earth, ¿no irás a trabajar?

Earth abrió los ojos de golpe y saltó fuera de la cama, muy mareado.

—No te quitaste el uniforme y no lo lavaste—le riñó Fluke.

—Maldita sea, es verdad...—miró su ropa y parpadeó. Andaba puesto un pijama y volteó a ver a Fluke—tú...

—Sí, yo. Lo lavé y lo planché—le informó con seriedad—ahora ve y come algo, por favor. El trabajo te está consumiendo hasta el alma, amigo. ¿Quieres que hable con Ohm para que reduzca las horas?

—No—negó con la cabeza—me gusta lo que hago, además, van a pagarme extra porque ayudaré al gerente dos semanas, ya que se ausentará.

—¿Ohm sabe de eso?

—El gerente dijo que hoy iba a tener una junta con los padres de él—se encogió de hombros, yendo al comedor con Fluke detrás suyo.

A Fluke le pareció sospechoso aquel asunto, pero a Earth solo le importaba comer fugazmente y comenzar a alistarse para ir a trabajar.

El gerente dejó a todos informados sobre el mando que tendría Earth en esas dos semanas y que cualquier problema que pudiera haber, lo hablaran con él. Los meseros estuvieron de acuerdo y Pete, el mesero con quien más se llevaba, le dio el visto bueno; por lo que la primera semana, no hubo ningún problema mayor al de las peleas normales.

No obstante, el sábado, dos días antes de que comenzara la segunda semana como gerente interino, Fluke le avisó que esa noche iría al bar a hacerle compañía y ver si valía la pena trabajar allí, porque de ser así, le pediría a Ohm que le diera empleo solo por el simple placer de hacer algo en el día, o, mejor dicho, por las noches y de paso, chismear con Earth a gusto.

—¿Ohm te alcanzará allá?

—No—respondió Fluke, rociándose perfume frente al espejo—planeo ir como un espectador.

—¿Seguro que podrás controlar tus feromonas? —Earth lo miró con los ojos estrechados.

—Mis feromonas solo le pertenecen a Ohm—le aclaró, ofendido—obviamente llamaré la atención de los Alfas, pero no a tal grado de que quieran tener sexo conmigo.

—Más te vale, porque quiero dar una buena impresión en lo que el gerente vuelve.

—Confía en mí, no sucederá nada que no puedas controlar.

Si estando desaliñado, Fluke parecía haber salido de una revista de modelos muy guapos, y cuando se arreglaba, como en ese momento, era como la perfección absoluta.

La belleza de Earth era opacada por la de su amigo, pero no le importaba. Fluke era un atractivo Omega y él un simple Gamma con mala suerte.

Abordaron el coche de Fluke y estuvieron en el bar quince minutos más temprano de la hora estipulada. Ya estaban preparando el lugar y Pete saludó a Earth con un asentimiento de cabeza, pero justo cuando se disponía a pasar por la puerta doble, uno de los guardias detuvo a Fluke.

—Aun no abrimos, espere afuera—gruñó. Lo había agarrado del brazo con fuerza.

Y antes de que Fluke estallara contra el hombretón, Earth regresó a la puerta doble hoja a arreglar el problema.

—Él viene conmigo. Es invitado especial—espetó Earth y el guardia volteó a verlo con una ceja arqueada, llena de escepticismo.

—Tengo que verificar si tiene acceso o no al bar—replicó el guardia.

—Él es la pareja Ohm Thitiwat, el hijo de los dueños de aquí—siseó Earth.

—Así es, me llamo Fluke Natouch y si quieres conservar tu puesto, será mejor que me quites las manos de encima y me dejes entrar.

—Debo seguir el protocolo—añadió el guardia, aferrándose al débil brazo de Fluke. Y por más que quiso retorcerse para zafarse, solo consiguió enfadar al sujeto, quién hizo una mueca y tiró de él hacia el rincón y sacó de sus bolsillos un par de hojas dobladas por la mitad—repíteme tu nombre—exigió.

— Natouch Siripongthon—espetó Fluke—pero todos me llaman Fluke Natouch.

El hombre leyó con atención las listas y al cabo de cinco minutos, lo liberó.

—Una disculpa, pase—dijo el guardia, así sin más. Y no hubo ninguna pizca de arrepentimiento.

—Hoy será tu último maldito día de trabajo, idiota—le ladró Fluke antes de entrar al bar con la frente en alto—llamaré a Ohm para que venga ahora mismo.

Earth le otorgó la comodidad de estar en la zona VIP, dándole un sofá y mesa para él solo al fondo del lugar antes de que la gente comenzara a entrar.

La fiereza y hostilidad con la que su amigo observaba al guardia desde el otro lado del bar era excesiva. Quería aniquilarlo con la mirada.

Esa noche iba a presentarse una banda no tan conocida de Rock Alternativo, por lo que se llenó de manera normal y no surgió ningún incidente en la entrada. Fluke pidió varios Martini's y los degustó plácidamente mientras mandaba a volar a la mayoría de Alfas de todas las edades que se acercaban a él, incluyendo mujeres que eran bellísimas. No sabía si era verdad que su amigo llamaría a su novio por el percance con el guardia, puesto que lo vio muy cómodo y tranquilo en su soledad. Y Earth se dio cuenta que sí él pudiera percibir las feromonas de los Alfas, habría estado muy aturdido toda la noche.

—Earth, ¿puedo hablar un momento contigo? —Pete se le acercó cuando él yacía sirviéndole otro Martini a Fluke en la barra.

—Sí, ¿Qué pasa? —dijo, distraído.

—No sé si vi bien, pero acabo de ver al guardia que no dejó entrar a tu amigo, recibir un soborno de varios Alfas—le comunicó con preocupación. Y gracias a la música fuerte, nadie más que Earth lo escuchó.

—¿Estás seguro? —titubeó Earth.

—No; pero fue sospechoso. Ni si quiera revisó las listas.

Aquello lo desconcertó. ¿Qué debía hacer?

—¿Dónde están los Alfas que entraron?

—Justo allá, al lado contrario de tu amigo—señaló con la barbilla a cuatro Alfas jóvenes, dos estaban de espaldas y los otros no. Y a juzgar por la ropa de todos ellos, eran de gente adinerada. Despedían mucho poder y sexo, sin necesidad de sentir sus feromonas. Podría decirse que usaban su atractivo revuelto con feromonas para imponer su presencia.

—Iré a hablar con ellos—sentenció Earth, teniendo náuseas—pero iré por las listas a la oficina, cúbreme. Y llévale este Martini a mi amigo, por favor.

Se deslizó hacia la oficina del gerente, abrió la puerta con llave y entró, yendo directamente al escritorio donde sacó las listas negras. Humedeció sus labios antes de volver al bar. Tenía muchísimo miedo, pero si a su amigo le había hecho pasar vergüenza en la entrada, entonces, ¿por qué ese idiota dejó entrar a esos cuatro Alfas sin permiso?

Acomodó la carpeta bajo la axila, aseguró la oficina y salió a enfrentarlos.

La música lo aturdió por un momento y siguió su camino. Atravesó el bar bajo el escrutinio de Pete y Fluke, solo que su amigo no le importó demasiado porque desconocía la situación.

Dando traspiés, se situó detrás de los que estaban dando la espalda y los otros dos que estaban de frente, escanearon con sumo descaro a Earth, de pies a cabeza y se rieron entre sí, como si acabara de contarles un chiste.

—¿Podrían darme sus nombres, por favor? —exclamó Earth para hacerse escuchar por encima de la música.

Pero lo ignoraron.

Fastidiado, no se dio por vencido.

—¡¿Podrían darme sus nombres, por favor?! —gritó a todo pulmón, haciendo que más de una persona de otras mesas voltearan a verlo.

Y lo curioso fue que los dos que estaban de espaldas ni si quiera se molestaron en voltear.

—¿Para qué quieres saber nuestros nombres? No estamos interesados en coger con hombres, gracias—se burló el que estaba más cerca y el otro rompió a reír.

—Necesito saber si tienen permitido estar aquí—espetó Earth, perdiendo la paciencia y abrió la carpeta—nombre y apellido, por favor.

—Mile—rio uno y él otro le guiñó el ojo a Earth.

—Y yo me llamo Off, pero para ti, "La mejor cogida de tu vida, cariño", si te retiras sin armar un escándalo—volvió a guiñarle el ojo con altanería.

Con solo escucharle decir semejante majadería, comprendió que los cuatro estaban vetados del bar y del restaurante, y que claramente habían sobornado para entrar. Y si habían logrado sobornar a un guardia, era más que lógico que al resto también.

Mal momento para ser el gerente interino y ser un maldito Gamma debilucho.

—Hagan el favor de retirarse de aquí—añadió con voz clara y fuerte, señalando la salida.

—¿Qué harás al respecto? —inquirió el que dijo llamarle Mile, arqueando sus pobladas cejas y enviándole una mirada de desdén.

—Llamar a la policía—Earth lo desafió y palideció cuando ese Alfa se puso en pie, claramente con la intención de intimidarlo. Era muy alto y robusto. Guapo, pero aterrador.

—¿En serio lo harás? —dio un paso a él con determinación, provocándolo. Su aliento le despeinó el flequillo a Earth y sintió escalofríos.

—No quiero problemas, solo márchense de este bar, por favor—bajó la mirada mientras hablaba y el tono de su voz fue disminuyendo. Percibía el egocentrismo y poder de ese Alfa. Nada comparado al joven Alfa del estacionamiento, que lo intimidó, pero también lo atrajo sexualmente.

De pronto, Earth bajó levemente la mirada y alcanzó a ver que ese imbécil llevaba un arma escondida en su cintura.

—Y si no queremos, ¿Qué? No eres más que un sucio mesero con aires de grandeza—el Alfa lo empujó con violencia y Earth perdió el equilibrio, cayendo de espaldas sobre una mesa con varias copas y bebidas de cristal.

Una punzada de dolor atravesó su espalda baja y su brazo derecho, ya que justo cayó encima de ese lado, cortándose, tal vez, gran parte del hombro porque enseguida sintió algo caliente deslizarse hasta sus dedos.

De inmediato la música cesó y encendieron las luces del bar. Fluke ahogó un grito y corrió sin miramientos hasta Earth, quién yacía en una posición espantosa sobre la mesa y los cristales.

—¡Earth! —chilló Fluke, tratando de ayudarlo, pero Earth rechazó su ayuda. Le dolía demasiado el brazo completo y la espalda. Como pudo, trató de incorporarse, pero no pudo. Y solo hasta ese momento, comprendió que, en efecto, se había abierto la piel desde su hombro hasta su codo y sangraba a borbotones, sin mencionar que tenía un pedazo pequeño de cristal incrustado en su mejilla— ¡Llamen una ambulancia!

Con ayuda de varios meseros, incluido Pete, Earth se sentó en un sofá, alejado de la mesa destrozada. Dejó a su paso un camino de sangre y comenzó a ponerse pálido.

En eso, la voz familiar de Ohm asustó a los presentes.

—¡Qué demonios está pasando aquí! —vociferó con los ojos en llamas.

—¡Esos Alfas sobornaron a los guardias! —le informó Pete el sitio donde habían estado los cuatro, pero la mesa estaba vacía.

—¡Están escapando! —gritó alguien y señaló la puerta trasera.

Ohm apretó los puños, corriendo junto con Fluke y todos los meseros hasta la puerta trasera, quedándose Pete con Earth.

—Debo impedir que los confronten—gimió Earth, presa del dolor. Trató de levantarse, pero se mareó.

—¿Estás loco? Mírate, te estás desangrando—Pete tenía el teléfono a la oreja, con la línea puesta en un hospital para que enviaran una ambulancia.

—Tienen un arma—balbuceó—pueden dispararles...

Pete se descuidó un segundo, tiempo que Earth aprovechó a levantarse y correr como pudo, detrás de sus amigos. Los clientes miraron boquiabiertos la cantidad de sangre que derramó a su paso.

—¡Earth! —Pete lo siguió.

Earth por fin logró salir al estacionamiento y entornó los ojos al ver semejante escena.

Los Alfas, los cuatro sin excepción, tenían un arma en las manos, apuntando severamente a Ohm, Fluke y a los meseros. Earth dejó escapar un grito de horror y enseguida postraron sus frías miradas en él, pero lo que más le impactó fue ver que los que habían estado de espaldas y no participaron en el enfrentamiento de adentro, eran Alfas que él conocía. A uno más que el otro.

Kao Noppakao ensanchó su sonrisa al reconocerlo y el otro. El joven Alfa que lo había arrinconado días atrás en ese mismo lugar y lo olfateó, parpadeó, reconociéndolo.

Y sin previo aviso, Pete se reunió con ellos, con una escopeta apuntando a los Alfas, en especial a Kao, quien había elegido situar la boquilla de su arma justo a la altura de la frente de Earth.

—Vaya, no pensé que el mundo fuese tan pequeño—se rio—encontrarme al imbécil que me contactó hace más de un año a través de internet para cogérmelo y al momento de querer cogerlo, le entró miedo y se puso a llorar, patético.

—¡Cállate! —le espetó Fluke, y Ohm lo empujó detrás de él.

—Y quién lo diría... que sus amigos son dueños de este apestoso y mugroso lugar—se carcajeó sin humor.

—Si es tan apestoso y mugroso, ¿por qué sobornaste para entrar, cabeza de aire? —siseó Fluke.

Kao ignoró a Fluke y se concentró en Earth, acercándose peligrosamente a él.

—Alto ahí—le ladró Pete, con la escopeta lista.

—Si tú me disparas, ellos te harán pedazos también—le dijo Kao antes de colocarse a un paso de distancia de Earth, quien apenas podía sostenerse en pie. Debajo de él había un enorme charco de sangre—a ver, ¿Qué tenemos aquí? ¿te duele?

Alzó la mano libre y agarró el trocito de cristal en su mejilla, pero no se lo quitó, sino que se lo incrustó todavía más, pero Earth no emitió ningún sonido de dolor. Permaneció mirándolo a los ojos con odio.

—¡Maldito psicópata, déjalo en paz! —exclamó Ohm y tuvo que sostener a Fluke para que no se le tirara encima a Kao.

—Ya basta, Kao, déjalo.

Alguien detrás del Alfa habló. Earth se sorprendió que fuese exclusivamente él. Santa.

—¿Por qué? Es divertido. No me esperaba tanto placer esta noche—rio Kao—tú no sabes lo que este estúpido me hizo hace más de un año, junto con estos idiotas que son sus amigos.

—Nos vemos patéticos con armas—replicó Santa con aburrimiento—¿quieres que volvamos estar en boca de todos por mala fama? Al menos yo tengo un poco de decencia y no quiero llamar la atención.

—Cierra la maldita boca—le ladró Kao y la mano que sostenía el arma comenzó a temblarle—como tú eres el que heredará la empresa, te jactas de ser un santo frente a las cámaras, hasta elegiste ese ridículo apodo de nombre "Santa".

—El pobre infeliz se está muriendo—resopló Santa—¿quieres ser un asesino? Entonces hazlo, mátalo, pero tendrás que matar a todos para que no haya testigos, aunque te recuerdo que hay cámaras de seguridad que ya tienen nuestras caras.

E inesperadamente, el sonido de las sirenas de las patrullas acercándose puso a la defensiva a los cuatro Alfas. Incluido Santa.

El par de Alfas de nombre Mile y Off, abandonaron a Kao y Santa, echándose a correr del lado contrario del estacionamiento, mientras que los dos que quedaban, se habían quedado congelados.

Kao le dio un empujón a Earth antes de huir detrás de los otros dos y este cayó al suelo nuevamente, sobre su sangre.

Ohm y Fluke se acercaron a Earth y Pete no dejó de apuntarle a Santa con la escopeta y el resto de los meseros entró al bar con miedo.

—¡Largo de aquí! —le gritó Fluke a Santa.

—¿Él estará bien? —preguntó el joven Alfa con preocupación. Fluke frunció el ceño.

—¡Tú y tus amigos ocasionaron esto! ¡No te incumbe! —le gruñó.

Las patrullas se escucharon cada vez más cerca y de pronto, Ohm, Fluke y Pete se quedaron perplejos ante su reacción.

—Me lo llevaré conmigo. Ha perdido mucha sangre y debe ser atendido urgentemente—intervino, guardando el arma en su pantalón e inclinándose a Earth y leyó el nombre del chico que estaba en su gafete, pero Ohm lo empujó—por favor, ¿quieren que viva?

—¿Por qué debemos confiar en ti? —musitó Ohm, encolerizado.

—Porque soy su única salida. Permítanme salvarlo.


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