02
Aseguró la puerta de su recámara y ordenó a su mente tranquilizarse, puesto que su respiración se agitó demasiado, llegando al punto de comenzar a hiperventilar por el miedo.
De tantas personas, ¿Por qué exclusivamente ese Alfa tenía que ser nieto de esos adorables ancianos?
Palpó sus bolsillos y se alivió un segundo de tener las llaves de su coche consigo. Afianzó el cierre de su valija, una que el señor Robert le había obsequiado y se echó su mochila sobre los hombros, con los documentos que firmó en el interior, listo para marcharse.
Aguardó algunos minutos antes de atreverse a salir. Todos estaban en la puerta, incluido ese Alfa, pero su voz se escuchaba más lejana, señal de que se hallaba con sus abuelos. A Earth le habría gustado quedarse con ellos hasta su funeral, pero peligraba demasiado, además, lamentablemente no pertenecía a esa familia, por lo que lo mejor era irse.
La señora Amy le había dado semanas atrás una buena cantidad de dinero para que comprara abono para los árboles en el mes de febrero, así que usaría eso para poder moverse y hallar un sitio nuevo de trabajo, que claramente no sería tan maravilloso como este.
Se limpió las nuevas lágrimas y apretujándose a la puerta, salió, mirando a todos lados muy alerta. Se dirigió a hurtadillas a la puerta trasera y se deslizó fuera.
Dando traspiés en el terreno de terracería que no estaba del todo plano, consiguió descender en las penumbras hasta la carretera. Rodeó la colina y escudriñó a su alrededor. Las patrullas y ambulancia cubrían perfectamente bien su coche y alcanzó a ver otro similar al suyo, pero color negro, que de seguro era de ese Alfa.
Le quitó la alarma y metió sus cosas a los asientos traseros antes de sentarse detrás del volante. Se abrochó el cinturón, metió reversa y se incorporó a la carretera con varias lágrimas deslizándose de sus mejillas.
No sabía a dónde iría, pero comprendía que la distancia era mejor que quedarse en ese rancho a merced de esa familia.
Pensó en llamarle a Fluke, pero desistió.
Colocó el pie en el acelerador y se perdió en la oscuridad con la cabeza llena de pensamientos y recuerdos bellos que compartió con esas personas que ahora ya no existían y que no volvería a ver jamás en su vida.
Llegó al pueblo más cercano y consiguió alojarse en un sencillo hostal, que tenía una recepcionista Beta muy amable, quién le ayudó a buscar un estacionamiento privado para guardar el AUDI y no llamar la atención.
Estuvo en confinamiento necesario durante seis tediosos días, en los que apenas comió por miedo a gastarse todo el dinero rápidamente. No tenía a dónde ir, así que debía ser muy meticuloso y pensar en un plan para afrontar la realidad.
Estaba solo de nuevo. Desamparado, asustado y triste.
Cuando salió de casa de sus padres, se halló en el mismo problema, pero en aquel entonces, se sentía libre y no triste.
Al cuarto día en el hostal, mientras miraba las noticias en la vieja TV de la habitación, el nombre de Kao Noppakao salir de la boca del periodista lo hizo respingar y encogerse de miedo.
"El nieto, segundo en heredar Happy Fruits Company, Kao Noppakao, dio a conocer los detalles sobre el fallecimiento repentino de sus abuelos, los fundadores de la Empresa, que perdieron la vida en la pasada tormenta eléctrica que se presentó en el rancho donde residían, dejando un gran vacío en el corazón de sus familiares..."
Apagó la televisión y se abrazó a sí mismo, ya que tenía puesto el suéter que le había hecho la señora Amy y eso le rompió más el corazón. Le resultaba deprimente estar llorándole a personas que no eran nada suyo y no por su hermanita a la que había dejado atrás desde hacía un año. El único recuerdo que tenía de ella era un oso de peluche, el cual estaba metido en su valija.
Además, no podía creer que los señores Amy y Robert, eran millonarios. Es decir, ¿Por qué decidieron vivir muy por debajo de sus posibilidades y tan alejados de la ciudad? ¿Acaso su familia era tan mezquina y decidieron vivir lejos de ellos? No dudaba que fueran unas serpientes que lanzaban ponzoña, puesto que a él le tocó lidiar con ese estúpido Alfa. Seguramente los demás eran todos igual: ALFAS.
Y los ancianos unos lindos Omegas. O al menos, eso pensaba. Eran demasiado amables como para ser Alfas.
Al quinto día, no tuvo otra alternativa más que llamarle a su amigo Fluke Natouch y pedirle ayuda. Él no iba a poder solo. Sus sentimientos y emociones estaban completamente colapsadas. Sentía que en cualquier momento perdería la cabeza y se volvería loco.
—¿Hola? —la voz cantarina y alegre de su amigo lo apaciguó un poco. Humedeció sus labios antes de responderle.
—Hola, Fluke, soy Earth, ¿tienes un minuto?
—Tenía semanas sin llamarme, claro que tengo más que un minuto para ti, aunque ya es pasada las once de la noche—le recriminó en tono juguetón.
Earth se quedó en silencio varios segundos, pensando por donde comenzar y no preocupar a Fluke.
—Los ancianos con los que trabajaba y vivía fallecieron hace una semana—su voz sonó temblorosa, pero mantuvo la compostura—hubo una tormenta eléctrica y ocurrió un accidente poco normal: les cayó un rayo encima. Patético, ¿no? A los dos. Y me quedé otra vez solo—rio amargamente y una lágrima se desbordó por su mejilla.
—¿Por qué no me llamaste en cuanto sucedió? Pude haber ido por ti—titubeó su amigo, consternado— ¿Dónde estás ahora? Iré por ti.
Earth se rascó la frente con ansiedad y se limpió la mejilla, pensativo.
—Estoy bien, simplemente quería que estuvieras al tanto de mi situación. Me estoy quedando en un pequeño hostal en un pueblo cercano al rancho—suspiró—mañana veré qué hacer a continuación. Creo que venderé el coche que me regalaron los señores Udompoch y conseguir un departamento o una vivienda no tan grande con todo lo necesario para vivir y luego buscar un empleo.
—¿Venderás el AUDI? —Fluke se sobresaltó.
—Sí. Necesito el dinero.
—Estás demente. No puedes hacerlo—dijo, horrorizado—esos viejitos, ¿no te dieron algo más? No sé, ¿algún otro bien costoso? Aunque me parece extraño de que te hayan dado ese tipo de regalo, ya que dijiste que vivían en un rancho normal y vivían al día de lo que vendían con las frutas.
—¿Conoces «Happy Fruits Company»?
—¿La gran empresa que se dedica a la fabricación de las mejores mermeladas, sodas y demás? —bromeó Fluke—por supuesto que la conozco, ¿por qué?
Earth inhaló hondo antes de soltarle la sorpresa—Los señores Udompoch fueron los fundadores y dueños de esa compañía.
—Debes estar tomándome el pelo...
—Y aún hay más—resopló.
—¿Qué? Espera, todavía no proceso la información de los señores con los que trabajaste... —murmuró Fluke, impactado.
—El nieto de ellos, ¿adivina quién es?
—¿Quién? ¿Lo conocemos? ¿Es alguien que pensábamos era común y corriente?
—Resulta que el mundo es demasiado pequeño y el nieto de esos adorables ancianos es el maldito Alfa que casi me violó en el motel—masculló Earth con asco—ese tal Kao Noppakao, estoy seguro que lo recuerdas.
Aquello lo atragantó. Fluke iba a gritar o algo por el estilo, pero se ahogó con su propia saliva y Earth se sintió culpable y preocupado. Solo sabía ocasionar problemas.
—¿Estás bien?
—Sí—Fluke se aclaró la garganta—escucha, ni se te vaya a ocurrir presentarte en esa empresa o verte implicado en cualquier asunto de esos difuntos ancianos, ¿entiendes? Si ese imbécil que te atacó tiene relación con ellos, huye. Mantente lo más alejado posible de él y de esa compañía de frutas. Lamentablemente esos señores murieron, por lo que a ti no te ata nada a su familia.
—No te preocupes, de todas formas, no pensaba acercarme a la empresa—lo tranquilizó—pero, ¿sabes? Los señores Udompoch me hicieron firmar unos papeles.
—Dime que tienes esos papeles contigo—añadió Fluke, preocupado.
—Obviamente no me iba a escapar del rancho sin esos documentos—se sintió ofendido y abrió su mochila para sacar la carpeta—justo ahora voy a leerlo—miró la hora en el teléfono—ya es medianoche, ¿te puedo marcar mañana?
—Claro, ¿vas a estar bien?
—Eso creo. Necesito leer estos papeles y saber de qué trata. Mañana te cuento todo y gracias por escucharme.
—Soy tu amigo, Earth, no tienes nada qué agradecer.
En cuanto concluyó la llamada, Earth se sentó en posición de flor de loto sobre la cama y abrió la carpeta, en donde habían alrededor de diez hojas. Él recordó haber firmado en cinco.
"Yo, Busarakham Udompoch cedo la mitad de mis bienes y acciones de Happy Fruits Company al C. Katsamonnat Namwirote..."
Con los ojos entornados, leyó varias cláusulas y el seguimiento de protocolo para ceder su patrimonio a su nombre. Eran demasiados bienes, acciones y por obviedad, dinero validado en dólares. La señora Amy le había dejado casi todo.
Y de pronto, leyó algo similar, pero de otra persona. Del señor Robert.
"Yo, Khemkhaeng Udompoch, cedo la mitad de mis bienes y acciones de Happy Fruits Company al C. Katsamonnat Namwirote..."
Hasta el final de cada hoja en donde él firmó, estaba la cruel frase "Llévese a cabo mi última voluntad y en cuanto yo no esté, el ya mencionado heredero, tomará posesión de lo que es suyo.»
Earth quería desaparecer.
Aunque huyera hasta el fin del mundo, esa familia de Alfas lo encontraría. Esos papeles lógicamente estaban en manos del abogado familiar y ahora que habían fallecido los fundadores, es decir, los dueños originales de esa empresa, abrirían el testamento y se darían cuenta que la mitad de sus bienes estaba a nombre de un completo extraño. Y si él había reconocido a ese estúpido Alfa, Kao Noppakao, había altas probabilidades de que también ese idiota lo reconociera con tan solo leer su nombre.
Casi no durmió. Le atormentó toda la madrugada aquella mirada desafiante y demencial de ese Alfa, Kao Noppakao y lo que podría hacerle en cuanto supiera lo que estaba pasando.
Llamó a Fluke a las ocho en punto de la mañana del otro día y le fue difícil explicarle que, la mitad de Happy Fruits Company ahora le pertenecía. Su amigo no se guardó el grito de sorpresa, sino que lo obligó a leerle absolutamente todos los papeles para salir de dudas.
—Maldita sea, envíame tu ubicación porque iré para allá—sentenció Fluke.
—No es necesario, yo...
—Cierra la boca, ¿acaso no te das cuenta? Esos ancianos lejos de dejarte una hermosa herencia, te sentenciaron a muerte con el resto de su familia—bramó Fluke—voy a llamar a Ohm para ir por ti, ¿de acuerdo? Corres peligro estando tú solo en un sitio que no conoces.
—Tienes razón, pero te advierto que yo no pienso volver a la casa de mis padres—espetó Earth—aunque he de confesar que extraño a Zion, pero aún no puedo ir por ella.
—No vas a volver a esa casa del horror—le prometió—con Ohm veremos qué hacer, no te preocupes. Ahora mismo me estoy alistando, mándame tu ubicación.
Al anochecer, Fluke Natouch y su novio, Ohm Thitiwat, arribaron el hostal dónde Earth se hospedaba. El chico salió a recibirlos y los abrazó con cariño.
—Vamos a mi habitación—dijo y la recepcionista se quedó un tanto perpleja y desconcertada, probablemente pensando que se trataba de un trío sexual, pero a esas alturas, a ninguno de los tres les importaba lo que creyeran.
Una vez estando en la seguridad de cuatro paredes, Earth no pudo contener más el llanto y le echó los brazos encima a su amigo. Ohm, por su parte, se sentó al borde de la cama, dándoles espacio y se puso a ver su teléfono.
—Debiste llamarme en cuanto sucedió todo ese problema, ¿Qué tal si algo malo te hubiese ocurrido? —lo regañó Fluke—la gente de ese calibre es de cuidado, no lo olvides.
—Lo sé—sorbió por la nariz y volteó a ver a Ohm—menos mal tú conseguiste a un Alfa adinerado que está loco por ti y es bueno.
Ohm esbozó una sonrisa y alzó la vista.
—Ohm tuvo que acoplarse a mí—alardeó Fluke—él no era lo que ves ahora, ¿Verdad, cielo?
—En efecto—reconoció Ohm, ruborizado—yo era igual o peor que ese imbécil que quiso hacerte daño, pero tras conocer a Fluke, me di cuenta que ser un idiota no iba a funcionar con él y ahora trato de ser mejor persona.
—Pensé que nunca tuviste que esforzarte para conseguir a alguien tan genial—titubeó Earth, confundido.
—Nos unió el deseo del sexo y después el amor—suspiró Fluke, mirando a Ohm con ojos de enamorado y viceversa.
— ¿Y algún día piensan tener hijos? —aventuró a preguntarles sin dejar de sonreír pícaramente.
La parejita intercambió miradas nerviosas.
—Por el momento no. Queremos vivir nuestra relación sin presión—contestó Fluke—y no habrá ningún accidente de por medio porque ambos nos cuidamos mucho.
—Entonces eso quiere decir que son parejas destinadas—dijo Earth y miró a Ohm—¿mi amigo huele a tu comida o postre favorito?
Ohm se ruborizó.
—Huele a fresas con chocolate, mi delirio—respondió el Alfa con fascinación, enviándole una mirada a su lindo Omega.
— ¿Y ya lo marcaste como tuyo? —quiso saber Earth con curiosidad.
Fluke soltó una risilla y mirando a Ohm, desabrochó los primeros botones de su camisa y Earth entornó los ojos al ver aquella marca de dientes en el pecho de su amigo, la cual ya estaba cicatrizada, pero había más mini marcas en otras partes de su piel que estaba recientes.
—Oh...
—Y... El punto de todo esto es que no puedes quedarte tú solo para enfrentar lo que se avecina—Ohm cambió de tema a propósito para no seguir con aquella incomodidad que le hizo enrojecer muchísimo hasta las orejas—conozco a los de mi clase, Earth, somos muy agresivos si se trata de defender algo que nos pertenece por derecho, como es el caso de una herencia familiar.
—Pero yo no quiero nada, ¿Cómo puedo devolver todo eso? —increpó Earth, azorado.
Fluke miró a su novio en busca de ayuda.
—No puedes huir, claro está, pero tampoco puedes acudir a esa empresa y decir quién eres así sin más. Te harían pedazos en cuanto sepan tu identidad—dijo Ohm con seriedad—pero de antemano sabes que debes dar la cara, ¿Verdad? Porque si no lo hacen, comenzarán a rastrearte e incluso podrían levantar una denuncia en tu contra por querer robarte la herencia y haber manipulado a los ancianos.
— ¡Yo no los manipulé! Me hicieron firmar sin leer de qué se trataba—se defendió con los pelos de punta—ni si quiera tenía idea de que ellos tenían una gran franquicia millonaria.
—Bueno, ¿te parece si te vienes a trabajar a mi empresa? —propuso Ohm—abriremos un nuevo restaurante/bar la próxima semana en Bangkok y estamos buscando personal. Hablaré con mis padres para ver si te podemos colocar ahí, aunque el puesto de gerente ya está ocupado por un conocido de mi mamá, así que tal vez puedas estar detrás de la barra sirviendo alcohol, ya que aparte están los meseros.
—¿Earth trabajando en un bar? —Fluke arrugó la nariz—no creo que sea un buen lugar para él, amor...
—¡No! ¡Es perfecto! —exclamó Earth—necesito dinero y pasar de inadvertido con esa familia.
—Estando en mi bar, ninguno de esos Alfas pisará nuestro territorio—repuso Ohm con orgullo—es como una regla estricta entre diferentes clanes de Alfas, a menos que tengan convenios con mi familia, pueden acceder y estoy seguro que los Udompoch no están en la lista de amistades de los Ritprasert.
—¿Por qué no? Ambas familias tienen empresas colosales—preguntó Earth y Fluke puso los ojos en blanco.
—Somos muy territoriales y difícilmente podríamos llegar a convenios con ellos—explicó Ohm—además, la selectividad y exclusividad es lo que define a mi familia. De haber sabido que querías tener sexo por primera vez con uno de los herederos de esa compañía, habría hecho lo posible por sabotear ese encuentro.
Earth sacudió la cabeza en negación.
—No creo que eso habría sido un problema, sino más bien lo que él me dijo sobre mí—tragó saliva—que no parezco un Gamma.
—Eso no es importante ahora—le contradijo Fluke—lo que debes hacer es centrarte en los problemas mayores que es la herencia multimillonaria que te dejaron un par de desconocidos y que el resto de su familia de seguro estará tras de ti en poco tiempo para recuperar lo que es suyo.
Earth bajó la cabeza y asintió.
—Tengo un apartamento que usaba para mis encuentros sexuales—dijo Ohm y miró a Fluke—que fue antes de conocerte, amor—se disculpó—y ahora ha permanecido vacío. Si quieres puedes quedarte allí el tiempo necesario.
—¿En serio? —una chispa de esperanza atravesó la mirada de Earth al mirar a su amigo y su novio.
—Puedo quedarme contigo para que te aclimates—ofreció Fluke y Earth asintió.
—¿Hay estacionamiento ahí? —preguntó el chico Gamma con ansiedad—porque quiero dejar escondido el AUDI hasta que pueda pensar qué hacer con él.
—Claro, el estacionamiento está lo bastante amplio para ese coche—respondió Ohm, abrazando a su pareja.
Tres días después, Earth yacía instalado en aquel apartamento en el corazón de la ciudad de Bangkok. Fluke había llevado lo suficiente para vivir con él una temporada y cuidarse entre sí. Entre los dos amigos, hicieron limpieza a conciencia en toda la estancia y compartieron habitación, ya que solo había una. El AUDI plateado quedó aparcado en el rincón más alejado del estacionamiento para no llamar la atención y quedaron de verse con Ohm la próxima semana en una cafetería para hablar sobre el nuevo trabajo de Earth.
—Con eso del nuevo bar que abrirá la familia de Ohm, comenzaré a verlo menos—se lamentó Fluke—parece que su padre lo dejará a cargo de ese sitio para ver qué tal funciona liderando el negocio por primera vez.
—Juro que no voy a decepcionarlo en mi labor—sentenció Earth—haré mi mayor esfuerzo. No ocasionaré problemas.
Vivir con su mejor amigo, un lindo, atractivo y delicado Omega, fue la decisión perfecta. Conversaciones a todas horas del día, risas hasta padecer dolor de estómago por no poder respirar, llorar por películas románticas de amores trágicos, hablar de sueños y aspiraciones, el futuro y posiblemente familia.
Si Earth hubiese nacido siendo un Alfa, probablemente se habría fijado en Fluke. O sea, ¿Quién no se enamoraría de él? Era perfecto. Su sonrisa era lo más hermoso que poseía y entendía por qué logró domar a Ohm, un Alfa muy varonil, sexy y malditamente dominante, que ahora era dominado por Fluke, el delicado Omega de carácter fuerte.
—¿Llevas tu currículo? —le preguntó Fluke antes de salir al encuentro con Ohm en una cafetería cerca al bar donde pronto trabajaría.
—Sí—afirmó Earth, revisando su mochila y luego mirándose al espejo. Las enormes ojeras hacían que su rostro se viera muy deteriorado y era gracias a las numerosas noches de insomnio que tuvo después de la muerte de los señores Udompoch—solo que dame un segundo...
Cuadró los hombros sin apartarse la mirada de encima de su reflejo y se repitió tres veces mentalmente «Tú puedes con esto. Siempre has sabido lidiar con los problemas y esto no será nada nuevo.»
—¿Qué haces? Vamos diez minutos retrasados...
Fluke se detuvo a mitad de la habitación al verlo frente al espejo.
—¿Sucede algo? —le preguntó en un susurro. Earth negó con la cabeza y esbozó una sonrisa.
—Estaba viendo que necesito maquillaje para mis ojeras—rio con nerviosismo.
—En cuanto Ohm nos diga cuando comienzas a laburar, iremos de compras—prometió Fluke, jalándolo del brazo—ahora vamos.
—¿Tus padres estuvieron de acuerdo en que te quedaras aquí conmigo? —le cuestionó Earth mientras bajaban en el elevador hacia la recepción.
—Les dije que saldría de viaje con Ohm—se encogió de hombros—y como ya saben que me casaré algún día con él, no les importa en absoluto donde yo esté, siempre y cuando me encuentre al lado de mi futuro esposo.
—Entiendo—rio Earth y luego se deprimió—¿viste a Zion cuando venías para acá?
Fluke le palmeó el hombro.
—La vi una noche antes—respondió—no hablé con ella, fue de lejos que logré verla jugar en el porche de tu casa con una muñeca muy bonita.
A Earth se le hizo añicos el corazón.
—Cuando pueda, quiero que me ayudes a traerla conmigo.
—¿Estás loco? Nos podrían meter a la cárcel por secuestrarla.
—La definición de secuestro es diferente a lo que piensas—bufó Earth—quiero darle una mejor vida.
—Traerla para acá solo hará que la metas en problemas también—opinó Fluke—primero espera a que todo se calme y ruega a Buda que esa familia no esté buscándote.
Con los ánimos hasta el subsuelo, abordó el coche de Fluke y se dirigieron a la cafetería estipulada. Earth admiró las calles de Bangkok en lo que llegaban, era muy hermoso el panorama, pero también tenía su lado oscuro en donde reinaba la pobreza y era lo que no mostraban en TV.
Saludaron a Ohm en cuanto llegaron. Fluke se le fue encima a besos sin ningún tipo de pudor y Earth aprovechó a ver el menú. Ya estaba acostumbrado a las muestras de cariño de sus amigos.
La mayoría de personas eran Omegas y el treinta por ciento Alfas, que, al parecer, estaban aturdidos por las feromonas de Fluke. Claro, a Earth no le afectaba y de no ser porque sabía muchísimo del tema, es que sabía identificar lo que implicaban las feromonas activas de los Omegas en los Alfas, aunque estos no estuvieran destinados.
Para no arruinar el perfecto y romántico momento de sus amigos, Earth fue directamente hacia una mesera y pidió una orden de waffles con arándanos y miles, junto con café capuchino. Al regresar a la mesa, se aclaró la garganta con una tos falsa.
—Ya pedí mi orden—dijo, todavía carraspeando.
—Pide dos órdenes de lo que pediste tú...—dijo Fluke sin querer dejar de besar a Ohm en los labios—nosotros lo comeremos...
Earth rodó los ojos y pidió dos órdenes más.
Y solo hasta que la mesera llevó el almuerzo, los tortolos guardaron la compostura y Fluke se sentó en la otra silla disponible, dejando libre el regazo de Ohm.
—Llevaré tu currículo con mi padre—comenzó a decir Ohm—le parece estupendo que haya reclutado a alguien de confianza y dijo que le echará un vistazo a tu experiencia y desempeño.
—Muchas gracias—sonrió Earth—haré lo que esté en mis manos y no los defraudaré.
—Si todo marcha bien, comenzarás a trabajar este lunes—concretó Ohm, degustando alegremente un trozo de waffle—el restaurante abrirá a las nueve de la mañana, pero tú no llegarás a esa hora, sino en las noches. Tu horario será nocturno, ¿te parece bien?
—Claro, ¿de qué hora a qué hora?
—De nueve de la noche a cinco de la mañana. ¿Podrás hacerlo? —Ohm arqueó una ceja en su dirección, estudiando su reacción.
—Sé trabajar en horario nocturno—gruñó Earth a la defensiva y volteó a ver a su amigo—Fluke ha sido testigo de ello, ¿no es así? En el motel me quedaba toda la madrugada.
—Perfecto. Lo harás muy bien—le guiñó el ojo Ohm, terminando de comer—entonces te haré saber con Fluke la respuesta final de mi padre.
—¿Tengo que usar uniforme?
—Sí, pero eso se te va a otorgar cuando comiences.
Earth asintió y notó que sus amigos tenían planeado salir a alguna parte y optó por fingir que iría a ver unas cosas que necesitaba.
—No te creo. Ven con nosotros, iremos al cine—lo invitó Fluke.
—Pero...
—Sí, acompáñanos. Yo invito—sonrió Ohm—recuerda que estando en la ciudad es más peligroso que andes solo a por ahí. Podrías cruzarse con ese idiota.
En cierto punto tenía razón, y aunque había altas probabilidades de no encontrarse a Kao Noppakao, no quería tentar a la suerte y accedió a acompañarlos a su cita.
Conocía muy poco la ciudad y le resultó patético darse cuenta que cualquier cosa, por más mínima que fuese, le sorprendía, como, por ejemplo, el centro comercial en donde pudo vislumbrar ropa hermosa en los aparadores y recordó que las únicas prendas espectaculares que tuvo, las hizo añicos el maldito Alfa aquella noche en donde casi fue abusado sexualmente por él.
Entraron a ver una película extranjera y Earth fue el único de los tres que, si miró la película, ya que sus amigos, que estaban en los asientos continuos a él, se devoraban a besos y se metían mano sin disimulo. Temió por la seguridad de Fluke, puesto que podría haber varios Alfas en esa función y enloquecer por sus feromonas. Ohm era el único que podía percibirlas a fresas con chocolate porque era lo que más amaba y los demás como simple invitación a tener coito desenfrenado.
Como él era un Gamma, no podía llamar la atención de ningún Alfa. No contaba con feromonas atrayentes y tal vez jamás conocería a alguien de su categoría que quisiera estar a su lado. Sin embargo, agradecía haber nacido como Gamma y no como un Delta, ya que los Deltas eran más escasos, en cuestión de población, que los Gamma y eran infértiles. Se alegraba de que hubiera más personas desdichadas e infelices que él.
Esa misma noche, Ohm le envió un mensaje a Fluke sobre el veredicto de su padre.
—¡Ya trabajas oficialmente en el nuevo bar! —chilló Fluke al leer el mensaje y Earth saltó varias veces sobre su propio eje—mañana vendrá a dejarte el uniforme y el contrato.
Earth saltó a abrazar a su amigo.
—Tú y Ohm son como mis ángeles—murmuró en su hombro, queriendo llorar—no sé qué haría sin ustedes.
—Jamás me ha importado que seas un Gamma. Esas categorías estúpidas no valen nada si la persona es una mierda—masculló Fluke sin separarse de él—puedes incluso ser un Delta y te voy a querer igual. Lo que importa es quién eres, lo que eres. Y tú eres fantástico.
Días después, Earth se preparaba ya para su primer día de trabajo en el Restaurante "Delicious Bear" y que a las nueve de la noche pasaba a ser un Bar nocturno.
El uniforme constaba de Jeans negros de mezclilla, camisa celeste y corbata blanca, chaleco negro y los zapatos que quisiera, pero que fueran oscuros de preferencia; así que eligió sus tenis púrpuras. También Ohm le llevó su gafete de metal con su nombre para que se lo pusiera sobre el chaleco.
Se perfumó, peinó y usó leve maquillaje que era contra el agua y sudor para verse lo mejor presentable del mundo.
—¿Cómo me veo? —le preguntó a Fluke, que miraba la TV mientras comía frituras.
—Parece que vas a un cóctel—contestó su amigo con una enorme sonrisa—serás el centro de atención y lo harás perfecto.
—¿En serio? —se sintió inseguro.
—Sí, y mira, llévate mi coche; así no vas a sudar.
—No, tomaré un taxi, no hay problema.
—Llévalo—insistió Fluke con los ojos estrechados—y pon la ubicación en el GPS para que llegues más rápido. Me lo agradecerás.
Earth aceptó y tomó las llaves del coche de Fluke, que era un Jetta 2010 color rojo y obedeciéndole en poner la dirección en el GPS, se adentró a las transitadas calles de Bangkok hacia el Bar Delicious Bear.
Cuando estuvo allí, enseñó su gafete a los del estacionamiento y lo dejaron entrar rápidamente. Aparcó cerca de la entrada y bajó corriendo a la puerta trasera para presentarse a su nuevo sitio de trabajo. Alcanzó a escuchar música de jazz y a continuación, divisó el restaurante, que estaba llenísimo y era súper elegante.
—¿Eres el que trabajará en la barra? —un chico Beta apareció de pronto en su campo visual. Era unos centímetros más alto que él y muy delgado, que debía tener más de treinta años por su expresión enfurruñada. Earth leyó su gafete que estaba cuidadosamente sobre su saco oscuro que decía simplemente "GERENTE".
—Sí—respondió con seguridad.
—Ven por aquí. El restaurante es aparte, el Bar está acá abajo—le hizo señas para que lo siguiera y Earth corrió tras de él.
Atravesaron una doble puerta que quedó moviéndose hacia adelante y hacia atrás en cuanto ellos pasaron y luego descendieron por una larga escalera en donde la luz comenzó a ser menos, siendo reemplazada por focos neón de todos los colores y la luz se volvió entre morada y azul.
Earth quedó estupefacto al contemplar el Bar Nocturno que era simplemente una sección más íntima, pero del mismo tamaño del restaurante de arriba. Había ya varias personas allí, bebiendo en las pequeñas mesas o sillones para dos o tres individuos, pero ninguno estaba en la barra. La música provenía de una enorme televisión, que estaba arriba de un escenario vacío, que tenía instrumentos musicales colocados con cuidado.
Eran las diez con cuarenta minutos, según el reloj de su teléfono.
—Como este es apenas el primer día, la semana estará tranquila, la clientela será mínima. Cuando comiencen a conocer más el restaurante, habrá muchísimo movimiento—le avisó el gerente—yo soy el gerente Luca, y por debajo de mí, eres el que manda aquí, ¿entiendes? Cualquier cosa que no puedas controlar, ve a buscarme a mi oficina que está pasando esta puerta—señaló la puerta junto a la barra—el joven Thitiwat te recomendó demasiado, así que hazlo sentir orgulloso.
El gerente tuvo razón. La primera semana fue muy leve, incluso regresó al apartamento a las dos de la mañana porque cerraron temprano, pero todo comenzó a salirse de control conforme pasaban los días.
Incluso le tocó separar a un par de Alfas ebrios que estaban peleándose por una jovencita Beta que solo había llegado a pasar el rato con sus amigos Betas. Tuvo que llamar al gerente para que echaran a esos estúpidos Alfas, y se quedó boquiabierto de solo ver que también echaron a los Betas por ser parte del problema.
Hubo más incidentes de ese tipo, por lo que la familia de Ohm tuvo que contratar de emergencia a varios hombres Alfas que se harían cargo de la seguridad del lugar.
No obstante, Earth jamás pensó que el 14 de febrero sería el más concurrido y problemático de su trabajo.
Aquella noche llegó puntual, en taxi, porque Fluke y Ohm decidieron irse todo el día a festejar el día de los enamorados. Claramente Ohm pudo haber pasado por su novio, pero Fluke era el que quería sorprenderlo con una cena romántica en un sitio privado, por lo que usó su coche y le pidió perdón a Earth, prometiéndole que cuando consiguiera pareja, le pagaría un viaje, los condones y la lencería.
Dos días antes contrataron a un grupo musical country y los clientes estuvieron satisfechos, pero ese día en específico, se les ocurrió contratar a cuatro mujeres Omegas como strippers, atrayendo a muchísimos Alfas heterosexuales y varias mujeres Alfas homosexuales deseosas de deleite femenino.
Lamentablemente la armonía y paz no duró mucho tiempo porque de repente, unos tipos, probablemente Alfas, comenzaron a pelearse entre sí. Earth resopló e informó a los de seguridad sobre lo que estaba pasando y fugazmente fueron echados.
Después de ese percance, Earth se mantuvo ajeno al espectáculo de strippers y con la vista en los vasos de licor que iba lavando y limpiando a medida que las personas se acercaban por un trago.
Cuando justo dieron la una de la madrugada, Earth decidió tomarse un respiro. Uno de los meseros lo relevó por diez minutos y salió por la puerta trasera, en el estacionamiento a tomar aire.
Inhaló y exhaló profundo, dejando que el oxígeno le llegara hasta el fondo de sus pulmones en esa noche fría y aburrida.
Pero lejos de que ese aire le hiciera bien, le provocó tos y asfixia. Era humo de tabaco. Alguien andaba fumando un cigarrillo.
Intrigado y molesto, barrió todo a su alrededor con los ojos y su mirada recayó en un individuo que yacía sentado en la banqueta, a dos metros de distancia de él, con un cigarrillo encendido. Desde donde se hallaba, solo podía verle el perfil izquierdo. Su perfecto perfil que lo desconcertó. Y se centró en su oreja izquierda, que tenía un arete con un dije de cruz, el cual le pareció muy familiar.
Era, sin lugar a dudas, más joven que él y extremadamente atractivo. Su cabello oscuro estaba despeinado, y su ropa elegante, una camisa vino mal abrochada y húmeda, lo hacía lucir más guapo. Tenía largas pestañas y su mirada estaba fija, perdida en sus pensamientos. Su mano en automático subía a su boca para darle una calada a su cigarrillo y haciendo una mueca, puesto que tenía sangre seca en la comisura de su labio inferior.
Y lo que más le llamó la atención, aparte de todo su físico y piel blanca como la nieve, fue el anillo en su dedo pulgar de la mano derecha que sostenía el cigarrillo. Era un anillo de plata, grande, con el diseño de un escorpión en una superficie negra.
—¿Acaso los empleados tienen permitido quedarse mirando a los clientes? —espetó de pronto aquel chico extraño y atractivo. Su voz era gruesa, varonil y muy masculina, pero teñida de muchísimo odio y veneno. Ni si quiera se atrevió a mirarlo.
—Lo siento...—se disculpó Earth con horror y bajó la mirada a sus pies.
Definitivamente era un Alfa. Un Alfa dominante y esos eran los más peligrosos.
—No lo sientas—masculló el joven y Earth vio por el rabillo del ojo como se levantaba, un tanto tambaleante—este asqueroso lugar es una mierda, voy a mandar demolerlo.
—¡No! —exclamó Earth y se arrepintió enseguida por ese arrebato—es decir, no es necesario llegar a esos extremos. Le pido disculpas en nombre del lugar...
Y sin previo aviso, ese joven Alfa se le fue encima a Earth, sujetándolo violentamente del cuello y estampándolo contra la puerta trasera. Earth cerró los ojos, aterrado e inmóvil, sintiendo la gigantesca mano y para nada gentil de ese idiota.
—Tú no me digas que hacer, ¿entiendes? —le ladró en la cara y Earth sintió su aliento alcohólico sin atreverse a abrir los ojos y entonces, sucedió algo todavía más extraño. La mano del Alfa se aflojó levemente de su cuello— ¿tienes... —pegó su nariz a su mejilla con descaro y luego fue descendiendo a su cuello, poniendo a Earth muy alerta por su comportamiento—... algodón de azúcar en tus bolsillos?
—N-No—titubeó Earth, muerto de miedo. Lo que él olía era el perfume exquisito de ese Alfa.
En eso, el sonido de la bocina de un coche los sacó de ese horrible momento.
—Entonces estuviste con alguien que comió algodón de azúcar—afirmó el Alfa riéndose y se apartó de él.
—¡Joven Santa! —le oyó decir Earth a un hombre que había llegado en una estrafalaria camioneta—súbase, por favor.
El Alfa de nombre Santa soltó una risa histérica y se alejó de Earth con pasos torpes.
Y solo hasta ese instante, Earth levantó la vista a él y parpadeó, completamente asombrado.
Ese Alfa tenía el rostro tan hermoso y atractivo, pero pese a ello, no pensó ver que contaba con dos cicatrices muy grandes atravesándole la cara. Su ceja derecha estaba dividida en dos por una herida ya cicatrizada de años y luego otra herida que empezaba desde su sien derecha hasta la mandíbula, la cual se notaba un poco reciente y aquello le provocó un espasmo en su vientre.
Y casi perdió el equilibrio cuando se cruzó por fin con sus petulantes, misteriosos y fascinantes ojos del joven Alfa, que lo dejó idiotizado.
Mantuvieron la mirada por unos segundos antes de que lo viera marchar en esa lujosa camioneta.
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