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𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐭𝐡𝐫𝐞𝐞 † crack in the glass

chapter ☦︎︎ three
CRACK IN THE GLASS

Verano, 2021

BIANCA ENTRO apresurada al chateu, abriendo la puerta del porche bruscamente y despertando a cada uno de sus amigos. No había vuelto a casa la noche anterior, y prácticamente se la había pasado corriendo de un lado a otro toda la noche. Se había dispuesto a vagar por todo Outer Banks pensando una y otra vez que habría podido llevar a que aquel brazalete a terminar en esa playa escondida.

Y tal vez era su paranoia o la necesidad por darle un cierre a la desaparición de Jalander, lo que la hacía creer que ese era un paso en la dirección correcta para descubrir que le había ocurrido en realidad.

—¡Pope! ¡Vamos, despierta! —lo llamó Bianca dándole un ligero golpe en las piernas. El chico se encontraba dormido el sofá que estaba en la entrada al hogar de John B.

Bianca se adentró a la casa, observó a Kiara dormida en la sofá-cama que estaba en la sala.

—¡Kie! ¡Kiara! ¡Arriba! —exclamó golpeando la puerta principal fuertemente—. ¡John B.! ¡JJ! —exclamó por el pasillo que llevaba a las habitaciones.

Ambos rubios salieron de una de estás, asustados y aún adormilados por la repentina manera en la que estaban siendo despertados. Pope se adentró a la casa, tomando un lugar en el sofá-cama justo al lado de Kiara.

—¿Qué pasa, Bianca? —cuestionó Kiara tallando sus ojos con el dorso de sus manos.

—¿Qué haces por aquí tan temprano? —inquirió Pope.

JJ y John B. se acercaron al grupo y se dejaron caer perezosamente sobre el sofá.

—Encontré esto —habló Bianca sin aliento, siendo incapaz de contenerse más y levantando el brazalete de Jalander, con una ligera sonrisa, y un par de lágrimas acumuladas en sus ojos.

Sin embargo, no esperaba que la reacción de sus amigos fuera tan carente de emoción.

—¿Un brazalete? —preguntó John B. indiferente.

Bianca se mordió el labio y sacudió la cabeza.

—No es cualquier brazalete, chicos —hizo una ligera pausa mientras se acercaba a ellos y arremangaba su sudadera dejando ver el brazalete idéntico que colgaba en su muñeca.

—¿Un brazalete parecido al tuyo? Sabes que esos los puedes comprar donde...

—¡No! ¡No es un brazalete común! —exclamó fastidiada—. Jalander me lo obsequió cuando éramos niñas. Ella nunca se lo quitaba, por más molesta que estuviera conmigo. Siempre lo llevaba con ella. Hubo un tiempo en el que yo le devolví el mío, pero Jalander me lo regresó. Y pactamos no volver a quitarnos el brazalete jamás. Eso fue solo unos días antes de su desaparición.

Bianca comenzaba a desesperarse porque los Pogues parecían no creerle, y la miraban de la misma forma en que verían a alguien en un psiquiátrico.

—Sí... sí. Lo recuerdo. Pero, ¿cómo estás segura de que es el de Jalander? Podría ser de cualquier otra persona, Bianca —comentó Kiara, en un tono más suave, temiendo herirla con un susurro.

—Bianca, hemos hablado de esto mil veces —bufo JJ, exhausto.

Bianca lo miró de mala gana y sacudió la cabeza.

—Sé que creen que estoy loca, pero les aseguro... que este es el brazalete de Jal. Por favor. Necesito que me crean. Sé que algo le sucedió. Algo malo. Solo necesito su ayuda para descubrirlo —les pidió, con las lágrimas ya brotando ligeramente de sus ojos, intentando convencer más a JJ, que a los demás, pues sabía que él era el más escéptico, y no porque no creyera que lo que su hermana decía fuese verdad, sino porque no podría vivir sabiendo que algo malo le sucedió a Jalander, y él no estuvo allí para salvarla.

Los cuatro Pogues se miraron el uno al otro. Ninguno sabía muy bien que decir, ni si debían escuchar a Bianca, pero finalmente suspiraron casi al unísono, y John B. observó a Bianca.

—Te ayudaremos, Bianca —dijo, tomando ligeramente su mano, y a la rubia la recorrió una ráfaga de esperanza.

—Si realmente crees que algo le sucedió, lo averiguaremos —le aseguró Pope.

—Sí. Sabemos lo importante que era Jal para ti... —le dijo Kiara acercándose a John B. para poner su mano sobre la de Bianca también.

—Esto es una locura —dijo JJ, aún reacio a las palabras de su hermana, pero aún así, llevando las manos a su cabeza. Levantó la mirada y observó a Bianca—. Pero no te dejaré hacerlo sola—le dijo, sonriendo cálidamente.

Bianca sonrió entre lágrimas, sintiendo que un poco del peso que sentía disminuía de su corazón, se acercó a JJ y le dio un gran abrazo, rodeándolo del cuello. El resto de Pogues también se unieron a ellos.

Habían tenido una larga charla sobre cada una de las posibilidades de la desaparición de Jalander. Literalmente cada una. Desde que ella sí decidiera huír, o que su padre la haya mandado a algun internado en el exterior, hasta la más oscura, como que Rafe la había asesinado. Y honestamente, aunque doliera, la realidad era que la última opción, era la que más probabilidad tenía de ser verídica.

Y no solo por los antecedentes violentos de Rafe, en los que golpeaba a cualquier chico que se acercara a Jalander, sino porque meses atrás, antes de que Jalander desapareciera, existió el rumor de que Rafe Cameron había asesinado a un turista.

Nunca nadie supo quién fue la primera persona en expandir ese rumor, ni que habría visto o escuchado para creerlo, pero todos creían que aquel tipo, había hecho enojar realmente a Rafe Cameron, tanto, que la ira se apoderó de él, y terminó con su vida.

No obstante, nunca hubo algún registro, o aviso de desaparición de ningún tipo. Si Rafe realmente había asesinado a alguien, como la mitad de la isla lo creía, se había asegurado muy bien de no dejar ningún rastro. Y siendo parte de la familia Cameron, todos sabían que Ward, su padre, haría cualquier cosa para protegerlo a él, y a su imagen.

—De acuerdo. Entonces, lo que tenemos que hacer es descubrir que fue lo que le pasó a Jalander a partir del medio día. Sabemos que estuvo en su casa por la mañana, porque Sarah la visitó. Pero, ¿después? —habló John B.

—Necesitamos su teléfono —dijo Bianca—. Si lo encontramos, quizá podamos descubrir si llamó a Rafe, o si le envió algún mensaje.

—Lo que podemos hacer es... probar de nuevo si la ubicación está encendida —propuso ella.

Los Pogues la miraron haciendo una mueca. Los primeros días en que Jalander había desaparecido, Bianca desesperada intento localizarla a través de la ubicación de su teléfono, pero esta no estaba encendida. Y aunque desde entonces lo intentaba de nuevo de vez en cuando, seguía sin tener éxito.

—Quizá podría funcionar —apoyo John B.

—Bueno, no tenemos nada que perder —hablo JJ.

Bianca miró la hora en su teléfono y se dio cuenta de que su turno empezaba en un par de horas, no se había cambiado su ropa, y debía tomar una ducha. Tomó su teléfono junto a su bolso y se levantó del sofá.

—Tengo que irme, pero avísenme si descubren algo. Mañana es mi día de descanso, así que, si la localización está encendida, podremos investigar —les dijo.

—Yo te acompaño —hablo JJ, levantándose también del lugar en el que se encontraba y acercándose a su hermana.

Bianca asintió y le sonrió tiernamente tomándole el brazo.

—Gracias —dijo Bianca, observando a los Pogues—. Gracias por creer en mi —dijo ella sonriendo ligeramente.

Kiara se levantó de su lugar y se acercó a Bianca dándole un abrazo.

—Lo que necesites, Bianca. Siempre.

La rubia sonrió, despidiéndose de los tres chicos que se quedaban ahí, y saliendo del chateu con JJ.

Bianca estaba consciente de que los Pogues no creían que lo que ella decía era verdad, y que si la ayudaban, era porque querían ayudarla a cerrar ese capítulo de su vida. Todos creían que había una gran probabilidad de que Jalander si hubiera huido, pues las últimas semanas antes de su desaparición, había estado muy extraña, bastante irritable y parecía querer alejarse todos, incluso de su padre. Pero si investigar un caso que quizá los llevaría a un callejón sin salida, serviría para ayudar a Bianca a terminar con su locura, lo harían.

Bianca y JJ llegaron a casa, cuidando de no hacer mucho ruido. Su padre estaba profundamente dormido sobre la mesa, con una cerveza en la mano. Bianca tomó una ducha, y se arregló lo más rápido que pudo. El moretón del día anterior ahora estaba de un color morado intenso, así que solo lo cubrió con más maquillaje lo mejor que pudo, y salió con JJ en la motocicleta hasta Geechie's.

—Si te llega a molestar, llámame y vendré enseguida, ¿de acuerdo? —le dijo JJ, observándola.

Bianca se quitó el casco, entregándoselo a JJ para que el lo usará ahora, y asintió.

—Ya te lo he dicho, JJ. Solo se queda en una esquina observándome. No me hará nada —le aseguró ella suspirando lentamente.

JJ chasqueó la lengua.

—Quizá está planeando tu secuestro, porque sabe que tú sabes lo que no quiere que nadie sepa —dijo JJ levantando ambas cejas mientras se acercaba ligeramente a Bianca—. Ha estado semanas acechándote, debes tener cuidado.

Bianca sonrió frunciendo el ceño.

—No entendí absolutamente nada de lo que dijiste, Jayj, pero tendré cuidado —le dijo, dándole una ligera palma en el hombro. JJ le guiñó un ojo, colocándose el casco en la cabeza, y encendió la motocicleta, acelerando por la calle. Bianca lo observó alejarse, y entró al bar.

Bianca inició con la misma rutina de siempre. Ese día, debía doblar turno, ya que su compañera Kelly, quien era la que atendía el bar por las mañanas, debía resolver algunos asuntos familiares. Y por la tarde, llegaría su compañero Ethan para acompañarla en su turno.

Desafortunadamente, la mañana transcurrió más lento de lo que esperaba, no había muchos clientes, a excepción de los hombres con problemas de alcoholismo, a los cuales, pertenecía su padre, y rezaba fuertemente en su cabeza todos los días para que no fuera él ahí a causar un alboroto.

Las voces no se habían hecho presentes, y Bianca estaba muy agradecida por ello, ya que le permitía trabajar en paz y sin ningún percance, además de los clientes que se querían sobrepasar.

El teléfono de Bianca que estaba justo detrás de la barra, comenzó a sonar. Bianca dejó de barrer el suelo, y se acercó rápidamente a la barra de mármol, tomando su teléfono. Era JJ. Respondió enseguida.

—¿Hola?

Bi, tenemos algo —anunció JJ, del otro lado del teléfono—. Honestamente esperaba que su localización fuera de algún lugar muy lejos de aquí, pero no creerás dónde está su celular —explicó él rubio.

—JJ, vamos, solo dime.

En casa de Rafe Cameron —dijo JJ, sonando un tanto preocupado.

El corazón de Bianca comenzó a latir con mucha intensidad.

—¿Estás seguro? —preguntó.

Totalmente. El celular de Jal está en la residencia Cameron —aseguró Kiara.

—Entonces debemos ir por el —tartamudeo Bianca, tragando saliva—. Tengo un plan, ¿pueden pasar por mi por la noche? —cuestionó.

¿En qué piensas, Bianca? —preguntó Pope.

—En qué hay que recuperar el celular de Jalander, podría ser una prueba para que reabran el caso —explicó ella.

Pero es peligroso —le recordó John B—. Si Rafe realmente le hizo algo a Jal, estaríamos yendo a la boca del lobo.

Bianca suspiró lentamente y talló su frente con el dorso de su mano.

—No tienen que ayudarme si no quieren. Pero no impedirán que lo haga —les dijo.

Los Pogues se quedaron en silencio un momento, Bianca no sabía muy bien si estaban en desacuerdo, o si creían que estaba loca.

Iremos todos —le dijo JJ.

Claro —habló Kiara. Bianca sonrió al teléfono, y asintió con la cabeza como si ellos pudieran verla.

—Los veré después.

Bianca colocó el teléfono sobre la barra, y levantó la cabeza, encontrando justo al hombre que siempre la acechaba, recargado contra la pared en un rincón del bar. Su sonrisa se desvaneció al instante y tragó saliva con dificultad.

Bianca tomó su teléfono de nuevo y comenzó a textear rápidamente.

"Rafe está aquí. Probablemente se quede hasta tarde, así que debemos aprovechar ese momento para ir a la residencia"; escribió a los Pogues.

—Hey —la llamo una voz, Bianca levantó la cabeza de inmediato, un poco exaltada—. Hola.

—Ethan... —habló aliviada. Sonriendo ligeramente, su mirada se desvió un momento hacia Rafe, que la miraba fijamente y con el ceño ligeramente fruncido, sosteniendo su vaso con fuerza—. Tendré que irme un poco más temprano, me surgió algo. ¿Puedes cerrar tu? —le preguntó.

Ethan sonrió mientras asentía.

—Sí, claro. Las buenas propinas serán para mi —bromeó mientras se colocaba el mandil alrededor de su cintura. Bianca le dio una sonrisa apretada y volvió a mirar a Rafe. Él hablaba con sus amigos, mirando por fragmentos a Bianca, y siempre prestándole especial atención.

Así fue como transcurrió su tarde, como solían transcurrir durante las últimas semanas, con la única diferencia de que esta vez, no solo Rafe Cameron la observaba a ella, sino ella a él también, poniendo los ojos en blanco cada vez que él le regalaba una sonrisa coqueta que solo era extremadamente molesta.

Bianca comenzó a limpiar el lugar, asegurándose de dejar todo en perfecto orden para ahorrarle el trabajo pesado a su compañero. Comenzó a recoger los vasos en las mesas vacías, tirar la basura en los contenedores y barrer el suelo.

Su teléfono sonó nuevamente, y Bianca lo sacó de la pequeña bolsa en su mandil. El nombre de su hermano aparecía en la pantalla, ella respondió de inmediato.

—¿Si?.

Estamos llegando, Bianca. ¿Rafe sigue ahí? —le preguntó JJ.

Bianca miró a Rafe, que estaba en una esquina detrás suyo, y se apartó un poco, acercándose a la barra, solo para asegurarse de qué Rafe no oyera absolutamente nada de aquella conversación.

—Sí, sí. No se ha movido de aquí, pero necesito que se estacionen atrás. No quiero que Rafe me vea salir —les pidió.

Ya estamos aca. Date prisa, Bi —le dijo John B. Bianca colgó el teléfono y se acercó a la parte trasera de la barra, acercándose a Ethan.

Le susurró en el oído que estaba por irse, y que se asegurará de cerrar bien el lugar. Ethan asistió con una sonrisa y Bianca se apartó yendo al almacén detrás de la estantería de la barra. Se quitó su mandil, dejándolo en el perchero y tomó su bolso y sudadera apresurándose para salir por la puerta trasera.

Bajó las escaleras rápidamente encontrándose con la vieja camioneta de John B. JJ la esperaba con la puerta trasera abierta. Bianca se metió inmediatamente y JJ asegurándose de que nadie los viera, como si estuvieran cometiendo un crimen, cerró la puerta.

Bianca se sentó a un lado de Pope y observó a todos con el ceño fruncido.

—¿Qué hacen así vestidos? —les preguntó.

Los cuatro Pogues estaban completamente vestidos con ropa oscura, incluso tenían gorros del mismo color.

—Nos camuflajeamos —dijo Pope, elevando los hombros.

—¿No te gustan nuestros looks? —preguntó Kiara señalando su blusa color gris.

—No, no. Me gusta. Es solo que... Vamos a meternos en su cuarto, no a robar un banco — musitó Bianca haciendo una mueca.

—Bueno, si lo vamos a hacer hay que hacerlo bien —defendió John B—. Allá vamos—dijo, pisando el acelerador para dirigirse a Figure Eigth.

—Toma. Ponte esto —JJ le estiró a Bianca una sudadera color negro. Bianca frunció los labios y se colocó la sudadera.

El viaje a Figure Eigth fue más rápido de lo que pensaban, mientras discutían sobre quién se metería en la habitación del joven Cameron y cómo llegarían a ella. Habían llegado a la conclusión de que Bianca sería la que se metiera en ella, ya que el resto parecía no estar tan seguros de hacerlo.

John B. estacionó la camioneta fuera de la residencia, justo frente al pequeño muro que la rodeaba y donde había muy poca luz. Pope abrió la puerta de la parte trasera y asomó su cabeza, mirando hacia ambos lados.

—Sin monos en la costa —dijo, haciendo una seña con la mano para que salieran. Bianca lo miró haciendo una mueca y bajó de la camioneta, acercándose al muro y levantándose de puntillas para observar el interior de la residencia.

—Creo que alguien debe quedarse vigilando —dijo Bianca, dándose media vuelta para mirar a sus amigos—. Es peligroso si vamos todos.

—Yo voy contigo. Sin discusión —dijo JJ mirando a su hermana, John B. y Bianca se miraron y ambos apretaron los labios.

—Creemos que será mejor si te quedas aquí —le propuso John B. JJ frunció el ceño y sacudió la cabeza.

—No. ¿Por qué? —renegó. John B. cerró los ojos un segundo y miró a JJ.

—Es que eres un poco... —habló Bianca.

—Torpe —terminó Pope su frase. JJ lo miró indignado.

—Sí. Es muy probable que hagas algo muy torpe —le dijo Kiara, poniendo una mano en su hombro.

—No soy torpe. ¿Cuando he arruinado yo algo? —les reclamó JJ.

—¿De verdad quieres que hagamos una lista? —preguntó Kiara sarcásticamente y JJ elevó los hombros.

—¡Basta! Perdemos tiempo. Pope y John B. vienen conmigo. Kiara y JJ se quedan vigilando, ¿de acuerdo? —demandó Bianca. La Pogue se acercó al muro y colocó sus manos en la superficie.

—¿Necesitas ayuda? —le preguntó John B. acercándose a ella.

—No. Puedo sola —respondió ella, mirándolo por encima de su hombro, con una ligera sonrisa, mientras tomaba impulso para saltar el muro.

Pope y John B. se miraron el uno al otro y cruzaron el muro, siguiendo a Bianca.

Bianca atravesó el jardín, corriendo rápidamente intentando no ser vista por nadie dentro de la casa, mientras los dos Pogues corrían detrás de ella, Bianca llegó hasta la parte trasera de la casa, recargándose en la pared y esperando a que sus amigos llegaran a su lado. Pope se colocó a su lado, respirando entrecortadamente.

—Corres rápido, eh —le dijo, intentando estabilizar su respiración.

—Necesitas condición, Pope —lo molesto John B.

—¿Dónde está su habitación? —preguntó Pope, poniendo los ojos en blanco, viendo a John B.

—Es la primera a la derecha —soltó Bianca con facilidad.

Los dos Pogues se quedaron perplejos, observando a Bianca con extrañeza.

—¿Cómo lo sabes? —inquirió John B. frunciendo el ceño. Bianca desvió su mirada y suspiró con nerviosismo

—Entregué... algunos pedidos aquí, y muchas veces lo vi en el balcón... —se excusó, haciendo una mueca.

—Claro —farfullo John B. frunciendo el labio.

Bianca le dio una sonrisa apretada y caminó hacia la habitación de la mansión que quedaba justo debajo de la habitación de Rafe.

—Necesito llegar al tejado... Creo que puedo entrar por la ventana —les dijo Bianca, mirándolos a ambos. John B. y Pope asintieron.

—¿Te levantamos? ¿Hacemos escalones? —cuestionó Pope.

—Vamos, yo te levanto —le dijo John B. Bianca lo miró por un momento y se acercó a él, John B. la tomó por la cintura, tomándola con firmeza y la levantó haciendo un pequeño esfuerzo, mientras Pope se aseguraba de que nadie los estuviera viendo.

—Un poco más —dijo Bianca estirando su brazo para llegar al tejado.

John B. comenzó a deslizar sus brazos lentamente, intentando levantarla más.

Bianca logró apoyar una mano en el tejado, y comenzó a hacer esfuerzo para apoyar los brazos completamente.

—Empújame —le susurró Bianca. John B. obedeció, y empujó lentamente sus piernas, mientras la soltaba al sentir como ella trepaba al tejado. John B. le empujó lentamente los pies. Bianca logró subir completamente, sosteniéndose con cuidado y sin levantarse del todo.

—Ten mucho cuidado —le dijo John B. Bianca se asomó un poco y asintió, elevando su pulgar para indicarle que todo estaba bien.

Se acercó a la ventana de Rafe, y miró en el interior, asegurándose de que no hubiera nadie adentro. Abrió la ventana lentamente, y sintió un aire cálido que la abrazaba. Su cabeza comenzó a llenarse de recuerdos, que se sentían ajenos. Como si la persona que los vivió, no fuera la misma que se encontraba justo ahora en esa habitación. Suspiró hondo, con una presión en su pecho, y se adentró al interior de la habitación, observando como todo lucia tan diferente, y al mismo tiempo tan igual.

Había un poco de desorden, y todo se veía deteriorado. Gris. Oscuro. Había una luz tenure que venía desde la ventana por la que había entrado. Bianca tomó la linterna de su celular y comenzó a buscar. Se acercó a la mesa de noche al lado de la cama de Rafe, y abrió cada uno de los cajones. Encontrando frascos de pastillas, libros, cosas de aseo personal, e incluso algunos preservativos, pero no el teléfono de Jalander. Cerró los cajones y se acercó a la cómoda que estaba frente a la cama. Revisó cada cajón, encontrándose con la ropa de Rafe, chequeando las esquinas y cada rincón que pudiera pasársele por alto.

Pero nuevamente, no había nada ahí. Hasta que llegó a su memoria un recuerdo en específico. Bianca se acercó al closet de Rafe, agachándose y buscando entre la ropa que se encontraba tirada al suelo. Y encontró lo que buscaba: una pequeña caja fuerte.

Suspiró hondo, e intentó recordar aquella contraseña que en algún momento le había sido proporcionada por él. Ella no estaba segura de que siguiera siendo la misma, pero debía intentarlo.

Se inclinó ligeramente hacia la cerradura. Presionando los números en el orden: 9-3-9-3 .

No era una contraseña muy complicada, pero al parecer había sido la correcta, porque tras un abrupto sonido, que a pesar de ser apenas audible, el silencio de la habitación lo hacía vibrar con más intensidad, la pequeña puerta se abrió. Bianca soltó un suspiro, y dio un ligero sobresalto, sus manos sudaban y su corazón latía con fuerza.

Escuchó como una piedra era lanzada hacia la ventana y se giró en su dirección, asustada. Su teléfono comenzó a vibrar, y Bianca lo levantó, viendo que la pantalla se encendía con el nombre de Kiara. Hizo una mueca y respondió.

Bianca. Rafe acaba de volver. Tienes que salir ya —alarmó, bastante agitada. Bianca comenzó a transpirar.

—No puedo irme. Aún no encuentro su teléfono —replicó ella.

¡Olvídalo, Bianca! Tienes que salir! —exclamó JJ.

Bianca chasqueó la lengua, y se quitó el teléfono de la oreja, alumbrando con la lámpara el interior de la pequeña caja fuerte, mientras escuchaba las voces lejanas de Kiara y JJ pidiéndole que saliera de la casa.

Escuchó unos pasos fuertes y firmes subiendo los peldaños, esos escalones en espiral que llevaban al pasillo. Su corazón latía con rapidez, mientras el habla se quedaba en su garganta al ver el arma que sobresalía de un pañuelo en el que se encontraba envuelta, y justo detrás de esta, estaba un celular.

Los pasos que había escuchado cada vez se acercaban más. Bianca se levantó de inmediato tomando el teléfono entre sus manos y cerrando la caja fuerte con rapidez, y al mismo tiempo siendo muy cuidadosa.

Caminó apresurada hasta la ventana y escuchó la perilla de la puerta moverse, mientras la puerta se abría lentamente. Se detuvo en seco, paralizada. Su corazón estaba por salir de su pecho, estaba segura.

—¿Estabas en el bar otra vez? —habló una voz femenina, bastante familiar.

—Ese no es tu problema. ¿Por qué tienes que meterte en todo? —le respondió Rafe, de manera grosera.

Bianca notó que la puerta estaba entreabierta, y que Rafe discutía con alguien en el pasillo. Entonces tomo ese momento para cruzar la ventana y salir con rapidez. Deslizándose por el tejado con mucho cuidado.

—Bianca —susurró Pope—. ¿Por qué tardaste tanto? —le dijo él.

—Shh —le hizo Bianca una seña, y se apoyó de la orilla del tejado, mostrándoles el teléfono. John B. y Pope se miraron entre sí con una pequeña sonrisa, y Pope estiró las manos hacia arriba, con la intención de atrapar el teléfono. Bianca lo lanzó y Pope logro acacharlo.

—Vamos, yo te atrapó —le aseguró John B., haciéndole una seña para que saltara. Bianca abrió los ojos enormemente, pensando si realmente valía la pena tirarse de un tejado, pero entonces escuchó como Rafe se acercaba a la ventana.

No tuvo tiempo de pensarlo, debía hacerlo, se sentó sobre la orilla del tejado, y saltó, sin dudarlo. John B. estiró los brazos y logró atraparla, Bianca soltó un quejido, cayendo sobre los brazos de John B. y quedando realmente cerca de su rostro.

Había algo formándose en su estómago, una sensación que viajaba por todo su cuerpo, creando un escalofrío que recorría su espalda, John B. la miraba fijamente, y el mundo parecía haberse detenido un instante. Podía notar que su respiración era acelerada, y su mirada fija en la de ella.

—¡Chicos! ¡Vamos! —exclamó Pope, interrumpiendo el momento, y corriendo hacia el jardín delantero.

Ambos chicos parpadearon un momento, dándose cuenta de la tensión que se había formado en ellos. John B. bajo a Bianca con delicadeza al suelo.

—¿Estás bien? —le preguntó.

—Sí, sí. Gracias —respondió ella, dándole una sonrisa apretada.

—¡Dense prisa! —los llamo Pope una vez más, y Bianca y John B. comenzaron a correr detrás del Pogue.

Los tres corrieron por el gran jardín, esta vez sin importarles si los veían o no, solo queriendo huir de la escena. Llegaron al muro y lo cruzaron rápidamente, dando un salto para caer del otro lado.

—¡Bianca! ¿Por qué no respondías el teléfono? —la regañó JJ, hablando molesto. Su hermana se recargó contra el muro, colocando sus manos sobre sus rodillas y mirándolo con las cejas elevadas, respirando con fuerza una y otra vez.

—Chicos, ¿están bien? —les preguntó Kiara.

John B. y Pope también respiraban agitados.

—Lo tenemos —dijo ella, mirando a JJ. Su hermano se quedó mirándola con confusión. Y un poco de esperanza.

—¿Qué?.

—Lo tenemos —le dijo Bianca, sonriendo lentamente.

Pope levantó el teléfono que tenía en sus manos, sonriendo ligeramente. Bianca le hizo una seña para que se lo diera, y Pope se lo entregó. Bianca lo observó, esta vez teniendo mejor iluminación que la que había tenido en la habitación de Rafe. Era el teléfono de Jalander, conservaba la misma funda que había utilizado los últimos meses antes de su desaparición, y al encenderlo, había una foto de Bianca y Jal de fondo de pantalla.

Los cinco Pogues miraron a Bianca, con sonrisas incrédulas en el rostro. El grupo se acercó a ella, dándole un gran abrazo, mientras los ojos de la rubia lentamente se llenaban de lágrimas.
Ella comenzaba a sentir que no estaba sola en ese duelo, y podía sentirlo, estaba un paso más cerca de descubrir la verdad.

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