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𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐬𝐢𝐱 † an eye for an eye...

chapter ☦︎︎ six
AN EYE FOR AN EYE

Verano, 2020

LA VIDA en Outer Banks se había vuelto relativamente tranquila durante los últimos días. Jalander y Bianca no habían intercambiado palabras desde la discusión un par de noches atrás, y había evitado a toda costa cualquier enfrentamiento con ella. Por lo que Bianca había optado por dejar de salir con los Pogues, dado que no quería ponerlos en una situación que los hiciera sentir incómodos.

Aunque JJ, y John B. insistían con que debía romper su orgullo y hacer las pases con Jalander.

—No lo haré. No está vez —dijo ella—. Siempre soy quien debe disculparse por todo, quiero que por una vez... —Bianca hizo una pausa, molesta, mientras suspiraba hondo y dejaba de lado el trozo de tela con el que limpiaba la barra—. Quiero que por una vez ella sea quien me pida disculpas —sentenció, tomando aquel pedazo de tela y volviendo a su trabajo.

JJ y John B. se miraron el uno al otro.

—Vamos, Bianca. Solo queremos tener un verano normal —repuso JJ.

Su hermana hizo una mueca y lo miró desafiante, y ya bastante molesta por su insistencia.

—Tenemos la tarde de cine este fin de semana. Kiara nos invitó y prácticamente nos obliga a ir. No será lo mismo si tú no estás ahí —le dijo él, rezando porque Bianca accediera de una vez.

Pero ella estaba bastante molesta por lo sucedido días atrás, y por el hecho de que Jalander no la buscara para disculparse. Jalander la había hecho pasar el peor cumpleaños de su vida, y vaya que había tenido malos cumpleaños, como aquel en que cumplió 8 años y paso el primer cumpleaños sin su madre a su lado, o su cumpleaños 13, cuando su padre se molestó con ella por salir con Jalander y la golpeó tan fuerte que le terminó rompiendo un brazo. Tuvieron que buscar una excusa creíble ante el hospital, y la mejor que pudieron encontrar fue que se cayó de su bicicleta. En aquel tiempo, ella ni siquiera tenía una.

—JJ, dale su espacio —la voz de John B. saco a Bianca de sus pensamientos, y lo miró con ternura.

Una vez más, él era su salvador.

—Intentó ayudar a que el grupo no se desmorone —replicó JJ haciendo una mueca.

La molesta voz de su hermano desvaneció cualquier sentimiento cálido que crecía en su interior y el enojo volvió a invadir su cuerpo.

—JJ. Por favor, basta. No seré yo quien se disculpe esta vez, y tú deberías de superar a Jalander de una vez por todas —le recomendó, mientras miraba el reloj justo arriba de la barra y notaba que su turno ya había terminado—. Olvida esto y vámonos a la tienda de Heyward. Le prometimos a Pope que lo ayudaríamos a entregar los pedidos por un par de propinas, ¿recuerdas?. Los veo afuera —dijo ella, dando por terminada la conversación y desapareciendo en la habitación detrás de la barra.

JJ, visiblemente inconforme con el rumbo al que la conversación había sido guiada, puso los ojos en blanco y bufo, mientras él y John B. se dirigían a la salida.

En cuestión de minutos, John B. ya se dirigía hacia la tienda del padre de Pope. Bianca y JJ se bajaron con prisa de esta y la mayor de los Maybank se acercó a John B. para despedirse de un beso, apartándose y entrando a la tienda junto a JJ.

Heyward ya los esperaba, al igual que Pope, ambos terminaban de empacar algunas cosas en las bolsas que llevarían a Figure Eight.

—Oh, justo a tiempo —dijo Heyward, observando a los dos chicos entrar.

—¿Me ayudan a subir esto? Son las últimas bolsas que faltan —dijo Pope.

—Claro.

Bianca se acercó al mostrador y tomó una de las bolsas que había ahí, a la par que JJ tomaba la otra. Debían cargarlas al bote en el que irían hasta Figure Eight.

—En cada una de las bolsas viene el nombre y la dirección de la residencia a la que deben ser entregadas. Pueden quedarse las propinas, pero les aseguro que si falta un solo billete de mis ganancias, los meteré a prisión —demandó el padre de Pope, haciendo que los hermanos Maybank soltaran una risa burlona.

—No es la primera vez que hacemos esto —repuso Bianca, dirigiéndose a la entrada de la tienda.

—Es por eso que lo digo —replicó el hombre mirando a JJ. El rubio elevó los hombros despreocupado.

—Digamos que cobro mi sueldo —se excusó él, haciendo al padre de Pope fruncir el ceño.

—Volveremos en un rato —se despidió Pope alegremente, y los tres salieron del lugar, tomando su ruta hasta Figure Eight.

Navegar por las aguas de Outer Banks siempre le había brindado una sensación de conformidad y calma a Bianca. Ella no esperaba mucho de la vida, y dado que está ya era muy complicada, lo único que podía hacer para aferrarse al sentimiento de querer vivir, era disfrutar las pequeñas cosas. La brisa que acariciaba su rostro era una de ellas.

—De acuerdo, esta es para Cameron —dijo JJ, revisando la etiqueta en una de las bolsas. La comodidad de Bianca se desvaneció, al ser Rafe Cameron la única persona que venía a su mente al escuchar ese apellido.

—Definitivamente no iré yo —se apresuró a decir.

JJ la miró burlón.

—Yo iré —habló él.

—No pondrás un pie dentro de territorio enemigo —atacó Bianca—. Si Rafe te ve ahí te matará, JJ, y honestamente no quiero tener que cargar tu cuerpo de vuelta a La Corte —bufó su hermana, claramente más preocupada de lo que le gustaría admitir.

—No seas dramática, Bi. Pelear con Rafe Cameron es como patearle el culo a un niño pequeño —alardeo JJ, pretendiendo que la fuerza psicótica de Rafe no le había dado unos buenos golpes ya.

—Claro. Un niño pequeño y psicopata. De verdad, JJ. Él me asusta, y parece tener un desprecio especial hacia nosotros —Bianca se levantó del lugar junto a la proa en el que estaba y se acercó a JJ dando pasos firmes—. No te acerques a él —demandó, golpeando su pecho con su dedo índice en cada palabra.

Muy pocas veces Bianca retaba a JJ. Por lo regular le permitía hacer lo que quisiera, porque JJ en realidad era inofensivo, un adolescente que solo quería llamar la atención que su padre no le daba. Y Bianca se lo permitía, porque sabía que él no iría demasiado lejos, o al menos nunca lo hacía. Y aunque ella había tenido que madurar a golpes desde la muerte de su madre, y convertirse en el único apoyo estable que JJ tenía, no se sentía con el derecho de reprimirlo si hacía algo mal.

Pero JJ escuchaba mucho a Bianca, daría la vida por ella, solo porque sabe, que ella también daría su vida por él, lo había hecho antes, y aunque por fuera parecía un chico desinteresado y problema, la verdad era que haría lo que fuera por defender y proteger a su hermana. Ella era todo lo que él tenía.

Y justo ahora, sabiendo que Rafe Cameron era peligroso, y que su orgullo no lo dejaba admitirlo ante nadie, el príncipe chiflado había herido a su hermana, y él necesitaba vengarse.

—De acuerdo —bufó JJ—. Yo iré con Huges y Pope con Cameron —le dijo él, intentando no mostrar su molestia. Bianca, asintió con una sonrisa apretada.

—Claro, a mí mándenme al matadero —se quejó Pope sin despegar la vista de su destino.

—Yo iré con el señor Miles, nos encontraremos aquí, ¿de acuerdo? —habló Bianca, ignorando el comentario de Pope, pero observándolo para esperar su respuesta. El moreno asintió y detuvo el bote junto a un muelle que llevaba a las calles de Figure Eight.

Cada uno se preparó con las bolsas que les habían sido asignadas y se encaminaron por su ruta habitual para llegar a la residencia que debían. Conocían esas calles tan bien casi como las del lado sur, pero no porque se criaran allí, sino porque habían pasado toda su juventud sirviéndoles y llevándoles sus pedidos. Siempre manteniendo la delgada línea entre ser Pogue y Kook.

JJ tomó la ruta que siempre tomaba cuando había que visitar al señor Huges, era una ruta que implicaba ir por el Boulevard Beverly, y cruzar el campo de golf del Country Club. Honestamente era su ruta favorita, al ser un campo al aire libre se le permitía a los externos cruzar, claro que siempre manteniendo las medidas de seguridad adecuadas, pero si tenía suerte, podía hacer alguna que otra broma a los ricachones que no sabían lanzar pelota, y él se la terminaba robando cuando prácticamente caía a sus pies.

Lamentablemente, ese día, parecía no tener tanta suerte.

Cuando regresaba de haber dejado el pedido en la residencia Huges y contaba los billetes que eran para Hayward, una interesante e irritable voz irrumpió la calma y tranquilidad que lo había acompañado hasta ahora.

—¿Maybank? —habló burlón el joven Cameron.

JJ apretó la mandíbula enseguida, reconociendo la fastidiosa voz que parecía nunca dejarlo en paz, y luchó con todas sus fuerzas mantener su palabra respecto a alejarse de Rafe Cameron, pero él se lo estaba haciendo imposible. JJ se dio media vuelta lentamente, observando a Rafe.

—Cameron. Un gusto verte, sí —habló irónico, viendo como él y Topper bajaban de una pequeña colina del campo para acerarse a él.

—Ojalá pudiera decir lo mismo hermano —habló él—. ¿Estás aquí para un segundo round? —le dijo, mientras arrastraba su palo de golf por la arena del suelo. Mantenía ese ligero destello de maldad que solo Rafe Cameron tenía en sus ojos.

—No quiero que llores como un marica —dijo Maybank, elevando los hombres despreocupado.

—Creo que el que lloro como marica la última vez fue otro —hablo burlon Topper, con una sonrisa quisquillosa, y Rafe rio a secas, acercándose a JJ y arrebatándole el dinero que tenía en la mano.

—¡Devuélvemelo! —exclamó JJ.

—Sí. Pero no lloro tanto como su freaky hermana —lo molesto Rafe, ignorando su petición, y con toda la intención de hacerlo enojar—. ¡Por favor, Rafe! ¡Detente! ¡Lo vas a matar! —la imitó él con voz aguda—. Oh, ¿y que hay de la otra noche? ¿Cuando salió corriendo de la fiesta? Supongo que no es tan ruda.

—Deja... de hablar de mi hermana... Rafe —dijo JJ, reprimiendo todos sus impulsos violentos.

—¿O qué? ¿Me golpearás en la cara otra vez? —Rafe se acercó a JJ quedando frente a frente, y lo miró con ojos desafiantes. Le rogaba que lo intentara golpear de nuevo. Quería tener la satisfacción de que JJ fuera el primero en dar el golpe, y el primero en perder por segunda vez. JJ intentó maniobrar para quitarle el dinero a Rafe de la manos, pero este lo apartó rápidamente con una risa burlona.

—Quiero que lo intentes —lo reto.

JJ sintió la ira recorrer su cuerpo más rápido de lo que esperaba. Empujó a Rafe bruscamente, mientras este lo miraba con una sonrisa.

—Déjanos en paz, Rafe —le dijo JJ, molesto—. Consíguete una vida, y déjanos en paz. A Jalander también. Ella no merece estar con un miserable drogadicto como tú.

Esas palabras enfurecieron a Rafe más de lo que creyó que lo harían. Su mueca burlesca rápidamente se transformó en una de molestia. De verdadero odio.

Se abalanzó contra JJ levantando el palo de golf en lo alto y lo golpeó con fuerza en la cabeza, haciendo que este soltara un quejido mientras caía al suelo.

—¡Rafe! —exclamó Topper, sorprendido por su agresividad.

Rafe se agachó al suelo, colocándose encima de JJ y comenzó a golpearlo con el palo de golf una y otra vez, mientras el rubio soltaba quejidos desgarradores de dolor e intentaba defenderse.

—¡Rafe, detente! —exclamó Topper, sin saber muy bien que hacer.

Rafe continuaba golpeando a JJ violentamente, el rubio quería defenderse, quería luchar. Pero en cada oportunidad un golpe de aquel palo de metal le quitaba toda su fuerza de voluntad. Los golpes ardían contra su piel uno tras otro.

—¡Amigo! ¡Lo vas a matar! —exclamó Topper con preocupación, acercándose a Rafe y empujándolo al suelo. El rubio cayó de espaldas, con la respiración agitada, pero se recompuso rápidamente y se levantó dispuesto a continuar golpeando a JJ.

JJ intentó deslizarse por el suelo lo más rápido que pudo para arrastrase lejos de él, su cuerpo entero sentía un cosquilleo de dolor y lo único que podía ver era la sangre en su ropa.

Cuando Rafe estaba a punto de darle otro golpe a JJ con su palo, una voz gruesa y firme se escuchó detrás de él.

JJ le agradeció a un dios que ni siquiera estaba seguro que existiera, mientras se retorcía del dolor en el suelo.

—¡Rafe! ¿Qué carajos estás haciendo? —exclamó su padre, Ward Cameron, acercándose a su hijo con pasos firmes.

Toda la valentía de Rafe se esfumó en un segundo, mientras veía a su padre pasar de largo, dándole una mirada de desprecio.

—Papá... yo...

—¡Cállate! ¡No quiero oír nada que salga de tu boca! —exclamó Ward. Incluso Topper lo miraba asustado—. ¿Muchacho? ¿Estás bien? —le pregunto Ward a JJ, con una suavidad que Rafe no estaba seguro de haber escuchado jamás.

JJ asintió con la cabeza lo mejor que pudo, mientras se levantaba del suelo con la ayuda de Ward, tenía los golpes del palo de golf marcados en los brazos de color rojo sangre, con la misma brotando de ellos, y el golpe que había recibido en la cabeza, también sangraba. Se preguntaba cómo haría que todos esos golpes pasarán desapercibidos frente a Bianca.

—Te llevaré al doctor. Es lo menos que puedo hacer por ti —le dijo Ward.

JJ lo miró, con rabia.

—No. Solo mantenga a su hijo alejado de mí y de mi hermana —dijo, luchando por contener todo el dolor que sentía, y permanecerse fuerte.

Era horrible. Sentía una punzada en la cabeza que incluso le impedía pensar con claridad. Su vista estaba nublada y el dolor en su cuerpo era insoportable. Rafe Cameron era un enfermo.

—JJ, por favor...

—No diré nada —habló JJ—. Tengo más para perder que ganar —le dijo, mientras se daba media vuelta y rengueaba para caminar de vuelta al muelle.

Bianca llevaba un rato ya esperando a su hermano. Ella y Pope se encontraban en el bote, solo esperando a que JJ regresara para volver a La Corte, se había tardado más de lo inusual y el padre de Pope era un poco desesperado.

—¡Ahí viene! —exclamó Pope, junto al timón.

Bianca se acercó a la orilla del barco cuando vio la cabellera rubia de su hermano acercándose.

—¡Ya era hora! —bufó al ver a JJ caminar con la cabeza cabizbaja y sin decir ni una palabra. El menor reprimía cada punzada de dolor que sentía. Y la sonrisa de Bianca se borró de inmediato cuando vio los golpes por todo el cuerpo de su hermano. Bajo de un salto del bote y caminó los pasos que le quedaban a JJ para llegar hasta el.

—Estoy bien.

—JJ, ¿qué demonios? —dijo su hermana, inspeccionando sus brazos y notando las marcas rojas que sangraban en ellos—. ¿Quién mierda te hizo esto? —le pregunto, mirándolo a los ojos.

Pope llegó a su lado, notablemente preocupado y se acercó a JJ, viendo el golpe en su cabeza que había teñido sus mechones rubios de rojo.

—¿Qué pasó? —inquirió el moreno.

JJ se sentía avergonzado por preocupar a su hermana. Ni siquiera levantó la mirada. Solo chasqueó la lengua y se abrió paso entre ellos como pudo para dirigirse al barco, pero antes de que avanzara más, Bianca lo detuvo.

—JJ, dime quién te hizo esto —le ordenó—. ¿Fue él? —preguntó.

JJ hizo una mueca apretando los labios y se dio media vuelta volteando a ver a ambos.

—Sí. Fue Rafe —dijo de mala gana—. Y... —esta vez se dirigió a pope—, me robó el dinero de tu papá.

La sangre de Bianca comenzó a hervir de ira. Rafe Cameron creía que podía hacer lo que quisiera. Que podía controlar a todos y usarlos a su antojo. Antes casi había matado a su hermano. Casi había matado a la única persona en el mundo que se preocupaba por ella y ahora, nuevamente había atentado contra él. Había atentado contra lo más preciado que ella tenía, y estaba dispuesta a todo para darle una cucharada de su propia medicina.

—¡Juro que lo mataré! —exclamó Bianca con enfado mientras apretaba sus puños.

—¡No vale la pena! —replicó JJ.

—JJ, mira como te dejo. Y robo el dinero de mi padre —le recordó Pope—. Alguien debe darle una lección.

Bianca buscó en el bolsillo trasero de su pantalón y sacó algunos billetes.

—Dale esto a Heyward —le dijo a Pope.

—Pero es tu propina —repuso él—. Le diré lo que ocurrió y el entenderá.

—Ustedes necesitan el dinero tanto como nosotros, Pope. Toma esto y dáselo a tu padre, dile que después le daré el resto.

—No tienes que hacer esto Bianca. Yo sé lo repondré a Heyward —le dijo JJ, haciendo una mueca, y sintiéndose mal porque su hermana tuviera que sacrificar su propina. Especialmente cuando sabía lo mal que ellos estaban económicamente y lo mucho que cualquier pequeña ayuda le venía bien a su hermana para sus ahorros.

Bianca se acercó a JJ y tomó su rostro entre sus manos.

—Soy tu hermana. Si yo no te cuido, ¿quién lo hará?.

JJ desvió la mirada de ella y suspiro hondo.

Bianca, de repente tuvo una idea.

—Llévalo al Chateu —dijo dirigiéndose a Pope—. Cuida de él, por favor. Yo iré pronto...

—¿A dónde vas? —inquirió JJ.

—Sí. ¿A dónde? —repitió Pope.

—¿Confías en mí? —pregunto volteando a ver a JJ. Su hermano, dudoso, asintió—. Entonces ve con Pope —le dijo, dándole un beso en la frente y luego pasando junto a Pope poniendo su mano en su hombro.

Bianca comenzó a correr por el muelle con rapidez. Ella iba a vengar a su hermano.

El camino hasta el Country Club se hizo relativamente rápido, mientras Bianca se movía con agilidad con las calles de Figure Eight con la ira apoderándose de cada rasgo de cordura en su cuerpo. No estaba pensando con claridad en lo absoluto, lo único que venía a su mente, eran los golpes y moretones por todo el cuerpo de su hermano. No podía evitar pensar en lo mucho que ella había luchado por años para evitar que su padre lo golpeara, llevándose las peores riñas y regaños. Soportando desmayos y dolores en el cuerpo. Soportando la mirada de culpabilidad de JJ cada vez que se escabullía hasta su habitación después de que Luke golpeaba sin control a su hermana. No podía pensar en nada más que no fuera la manera en que Rafe Cameron había golpeado tan bruscamente a su hermano y sin piedad, cuando ella había peleado toda su vida para protegerlo de los golpes de su padre.

No era justo.

Se había hartado de la mierda sobre ser un Pogue o un Kook. Ellos seguían siendo personas y merecían una vida decente sin importar su estatus social. Y si a Rafe Cameron no le temblaban las manos para tratar a su hermano como basura, a ella no le temblarían para tratarlo a él de la misma manera.

Cruzó el campo de golf por el que JJ había sido golpeado un rato atrás, y con cada paso de furia que daba, se convencía más de que estaba haciendo justicia.

Llego a la entrada del Country Club, donde los autos estaban todos estacionados y a lo lejos, junto al bar, pudo visualizar a Rafe bebiendo copa tras copa y parloteando estupideces con sus amigos.

Vio como un tipo cargaba algunas cosas en su auto, dejando la bolsa de sus palos de golf recargado sobre un costado de su coche. Bianca observó detenidamente como la bolsa se resbalaba de su posición y se caía, creando un sonido sordo al golpear el metal con el suelo. Ella se acercó rápidamente al hombre y le ayudó a recoger los palos de golf.

—¡Oh! Muchas gracias señorita —habló el hombre con calidez, mientras se agachaba con Bianca y recogía su equipo. La rubia visualizó como un palo de golf había rodado a unos metros del auto, y mientras sonreía con inocencia al hombre, se levantó del suelo acomodando los palos de golf en su saco y se los entregó.

—¿Necesita ayuda en algo más? —inquirió ella con voz dulce.

—No, para nada. Gracias por tu ayuda —repuso el hombre sonriéndole a Bianca y abriendo la puerta de la parte trasera de su auto para meter su bolso con los palos en el asiento. Bianca se apartó lentamente de él, mientras observaba como subía a su auto y encendía el motor.

Ella se acercó rápidamente al palo de golf que había rodado lejos de aquel auto y lo tomó del suelo rápidamente, reincorporándose cuando notó el auto del hombre salir de su lugar en el estacionamiento. Bianca escondió el palo de golf detrás suyo, con sus manos detrás de su espalda, y elevó de una de ellas como señal de despedida mientras el hombre le sonreía a través del vidrio y se alejaba en su auto.

La sonrisa fingida de Bianca se transformó en una mueca de molestia en cuanto el hombre se marchó, se dio media vuelta sosteniendo el palo con fuerza y observó como Rafe aún se reía y divertía con sus amigos, después, visualizó su auto color rojo intenso que tantas veces lo había visto manejar por las calles de la isla, y se acercó a este mientras arrastraba el palo de golf por la calle del estacionamiento.

Una vez llegó al bonito auto deportivo último modelo de Rafe Cameron, respiró profundo, levantando la mirada hacia él, y su estúpida risa mientras hablaba con Topper y Kelce. Su estúpido cabello peinado hacia atrás, y sus horrendas sandalias que lo hacía lucir como un abuelo. Cada parte, cada celula, cada respiro de Rafe Cameron le aborrecía.

Mientras más lo miraba más se llenaba de ira, como si no fuera capaz de sentir otra emoción, entonces, tomó el palo de golf con fuerza entre sus dos manos y lo levantó, apretó a los labios sintiendo todo su cuerpo tensarse y temblar del miedo, pero finalmente, se atrevió a dar el primer golpe al auto.

No tenía idea de cuánto había estado reprimiendo sus ganas de golpear algo que fuera tan valioso para Rafe, pero pronto todo el miedo e ira, se transformó en euforia. Golpeaba y golpeaba el auto una y otra vez sin parar. Veía como el metal se abollaba y se doblaba, como la costosa pintura se caía y como los vidrios de las ventanas se rompían con cada golpe que ella daba por todo el auto.

Las miradas y las voces y murmullos rápidamente se hicieron presentes por todo el campo. Rafe desvió la mirada hacia los ruidos molestos de algo siendo golpeado y cuando observó a Bianca golpeando ferozmente su auto sintió que estaba por volverse loco.

—¡Oh, mierda! —exclamó Topper.

Rafe y sus amigos corrieron lo más rápido que pudieron, acercándose a los arbustos y a la pequeña reja que dividía el club de campo del estacionamiento.

—¡Maldita perra! —exclamó Rafe lleno de furia.

Bianca notó como un par de guardias salían del club de campo y se acercaban corriendo para llegar a ella. Bianca dejó salir toda su ira en cada golpe que le había dado a ese auto, y mientras daba traspiés para apartarse del lugar y comenzar a correr, vio a Rafe Cameron directamente a los ojos y nada jamás le había dado tanta satisfacción como la expresión de enojo y desprecio que mantenía en su rostro. La rubia levantó su dedo de en medio, enseñándoselo a Rafe y a todos los habitantes de Figure Eight que estuvieran cerca para observarla, y antes de que los guardias la pudieran alcanzar, lanzó el palo de golf al suelo y salió corriendo tan rápido como pudo para huir de ahí.

Corría lo más rápido que sus delgadas piernas le permitían, aún sentía la adrenalina de lo que había hecho correr por todo su cuerpo. No pudo evitar soltar una risa de victoria mientras corría por las calles de Figure Eight, escabulléndose por la población que la miraba con extrañeza y desaprobación al ser una chica desaliñada y que corría ferozmente huyendo de los guardias. Para su suerte, aquellos dos sujetos eran regordetes y sus barrigas les impedían seguirle el paso, pero lamentablemente, Bianca no había medido lo lejos que estaba por llegar el asunto, hasta que vio un auto de policía persiguiéndola.

Toda la adrenalina y la euforia que estaba experimentando se esfumó en un instante y se desvió en un callejón, corriendo hasta el otro lado de la calle, al que los policías les costaría llegar. Aunque su cuerpo comenzaba a cansarse y le rogaba que se detuviera, dejar de correr era arriesgarse a ser atrapada.

Así que continuó su carrera hasta que había salido prácticamente de Figure Eight y se había asegurado de que no había nadie siguiéndola.

Una vez iba por la tranquila carretera que la llevaría hasta su lado de la isla, redujo su paso, caminando ahora con calma, pero sin dejar de estar alerta. Había pasado al menos una hora desde que había dejado a JJ, y le quedaba otra hora de camino para llegar hasta su casa, o al chateu, pero pensó que nadie debía verla así, sudada y despeinada, con su pecho subiendo y bajando desesperado, y todo el maquillaje que se había realizado por la mañana, corrido. Lo que había hecho esa mañana con el auto de Rafe Cameron, sería un secreto para ella sola.

Su teléfono vibró en el bolsillo de su pantalón trasero y lo sacó, observando que en la pantalla había unas 15 llamadas perdidas de JJ, y lo que la sorprendió aún más, fue encontrar un mensaje de Jalander.

Sintió como el mundo entero se detenía. El ruido de los autos por la carretera, y las olas golpeando el mar se desvanecieron. Bianca no escuchaba otra cosa que no fueran sus latidos desesperados y ansiosos. Con sus manos temblorosas, y sorprendentemente ya bastantes húmedas por el sudor, abrió el mensaje de Jalander, y contrario a lo que esperaba que dijera, había una advertencia:

"Te volviste loca???
Rafe está decidido a mandarte a la cárcel, Bianca. Aléjate de nosotros de una buena vez o lo lamentarás".

Bianca no esperaba en lo absoluto un reclamo por parte de Jalander. No imaginaba si quiera que Rafe involucraría a la policía, aunque ahora que podía pensar con más claridad, se daba cuenta de la estupidez que había hecho. Ella misma se había condenado a terminar como su padre.

Bianca apretó su teléfono con fuerza entre sus manos, mientras se detenía a plena carretera y soltaba un grito lleno de ira al aire.












જ⁀➴
holuuuuu, cómo andan? por fin otro cap de este maravilloso fic que te tanto amo escribir, de vdd desearía poder escribir todos los caps en un día pero aún quedan muchos (tengo pensado que sean 20) en fin, love uuu, nos leemos en otro cap <3

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