
𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐬𝐞𝐯𝐞𝐧 † wolf in sheep's clothing
chapter ☦︎︎ seven
WOLF IN SHEEP'S CLOTHING
Verano, 2021
SI HABÍA UNA cosa que Bianca Maybank no era, era ser una cobarde. Desde pequeña había luchado por la justicia, no estaba asustada de desafiar la autoridad, o de revelarse ante una evidente iniquidad y falta de moral. No estaba asustada de gritar y hacerse notar. De gritarle al mundo que ella era Bianca Maybank y merecía lo mismo que el resto de la población de la isla.
Eso era en gran parte por lo que pocas personas la toleraban más allá de ser catalogada como sexi; por su impresionante capacidad para jamás permanecer con la boca cerrada. Pero toda esa intrepidez y osadía no era más que un mecanismo de defensa por no enfrentar la única cosa en el mundo que de verdad la aterraba, y la única injusticia a la que jamás podría enfrentarse; su padre.
Y eso durante muchos años le trajo demasiados problemas, quizá incluso, la había llevado hasta su desdichado presente.
Los Pogues se encontraban sentados uno junto al otro en la sala de espera del pasillo que llevaba hasta la oficina de la Sheriff Peterkin. Habían decidido dejar de temerle a Rafe Cameron y ponerle fin al misterio de la desaparición de Jalander de una buena vez. Si las fotografías en el teléfono de Jalander resultaban ser una evidencia que justificara la teoría de que Rafe Cameron estaba relacionado con su desaparición, solo sería cuestión de tiempo para descubrir la verdad.
Bianca se encontraba acariciando el brazalete de Jalander en su mano, brazalete que desde que lo había encontrado en la playa aquella noche, no había vuelto a soltar. Era el único recuerdo que le quedaba de su mejor amiga, el único bueno al menos. Aún así, el vacío que sentía al no tenerla cerca no desaparecía.
Estaba desesperada.
Había vivido años junto a Jalander y jamás, ni por un segundo, imaginó lo que sería vivir en un mundo sin ella. Y es que, estaba segura de que no existía Bianca Maybank, sin Jalander Howard. Estaban hechas la una para la otra.
La Sheriff Peterkin finalmente abrió la puerta de su oficina, saliendo de esta acompañada de una mujer que lloraba desconsoladamente con un pañuelo apretado entre sus manos, queriendo limpiar las lágrimas y moquillos de su rostro. La Sheriff la rodeaba con su brazo en un intento de reconfortarla.
—El oficial al final del pasillo tomará su declaración —indica ella, y la mujer asiente mientras camina con pasos torpes por el pasillo.
La Sheriff Peterkin, desvía su mirada hacia los cinco chicos sentados frente a ella, colocando ambas de sus manos a un costado de su cintura, y sacudiendo la cabeza.
—¿En qué problema se metieron ahora? —inquirió ligeramente sarcástica.
Los cinco Pogues se miraron los unos a los otros, clavando sus miradas penetrantes en Bianca al final. La chica rubia se levantó de su asiento con inseguridad. Estaba tan aterrada como desesperada. No sabía lo que esperaría al entrar a aquella oficina, o lo que pasaría en los días siguientes, lo único que esperaba, era que se hiciera justicia.
Bianca buscó en el bolsillo de su chaqueta de mezclilla y sacó el teléfono de Jalander, extendiéndolo sobre la palma de su mano hacia la Sheriff.
Susan elevó una ceja, indicándoles que no entendía en lo absoluto que estaba haciendo.
—Es de Jalander —confesó Bianca, tragando saliva con dificultad. Los ojos de la Sheriff Peterkin se abrieron de par en par, y Bianca podría jurar que jamás la había visto así de sorprendida.
La Sheriff suspiró hondo, y miró nuevamente a cada uno de los chicos, notando sus rostros llenos de cansancio y tristeza.
—Entren —les indicó haciendo una seña con la cabeza, y Bianca soltó un suspiro de alivio, mirando a sus amigos un instante antes de asegurarse de que todos la siguieran hacia la oficina de la Sheriff.
Susan entró detrás de ellos, sentándose justo detrás de su escritorio y observando expectante a los Pogues. Cada uno de los chicos se había dispersado por la habitación, siendo Kiara y Bianca las únicas sentadas frente al escritorio.
—¿De dónde sacaron ese teléfono? —cuestionó la Sheriff Peterkin.
Bianca podía escuchar los latidos sordos de su corazón, y sentía como el sudor frío humedecía sus manos, y emepañaba la pantalla del teléfono de Jalander, que sostenía en sus manos. Decidió entonces, colocar el teléfono sobre el escritorio.
—Rafe Cameron lo tenía —soltó Bianca.
Susan apretó los labios, cerrando los ojos con fuerza un minuto e inclinándose hacia atrás sobre su silla.
—¿Cómo lo sabes? —le preguntó.
Bianca tartamudeó antes de responder, y observó a Kiara para tomar fuerzas. La morena asintió con una sonrisa apretada.
—Lo encontré en su habitación —dijo con voz temblorosa.
—Bien. ¿Cuando estuviste en su habitación? ¿El sabe que lo tienes?.
—No...
—¿Cómo lo conseguiste?.
—Lo encontré en una caja fuerte que... tenía escondida en su armario. Creo que eso es demasiado sospechoso.
—Solo es un teléfono. ¿Qué te hace creer que es el de Jalander?.
Bianca bufó y respiró hondo.
—Conzoco el teléfono de mi mejor amiga —le dijo a la defensiva.
—Además... —la Sheriff enfocó su atención ahora en Kiara—. Lo revisamos para asegurarnos de que fuera el teléfono de Jalander, y encontramos unas fotos sospechosas —dijo la morena.
—¿Qué fotos?.
—De Rafe —habló JJ—. De Rafe Cameron cargando un cuerpo a su bote.
Los ojos de la Sheriff Peterkin se abrieron aún más que antes.
—Chicos, ¿son conscientes de la acusación que están haciendo? —habló ella, con el ceño muy fruncido.
—Sí —se apresuró a decir Bianca—. Lo somos. Mire... él le hizo algo, ¿de acuerdo?. Encontramos su teléfono en su habitación, en el teléfono hay fotos comprometedoras de Rafe. El claramente la lastimó —dijo Bianca, notablemente alterada—. Además... —la voz de Bianca está vez se suavizó. Volviendo a ser temerosa de nuevo.
—¿Además que, Bianca?
—Él me atacó —confesó. Detestando haberlo dicho en voz alta, dado que lo había ocultado de JJ.
—¿Qué? —habló su hermano, molesto, y acercándose a ella.
—JJ, espera un momento —le ordenó la Sheriff, viendo a Bianca fijamente y con sorpresa , al igual que todos sus amigos—. ¿Qué quieres decir con que te ataco? —le preguntó.
Bianca desvió la mirada hacia sus manos cerradas en puño, que presionaban sus uñas contra las palmas de sus manos violentamente.
—En Geechies. Hoy por la mañana. Él... intentó asfixiarme, y me amenazo. Dijo que quería el teléfono de vuelta... que era peligroso que siguiera investigando...
La Sheriff suspiró hondo nuevamente, sacudiendo la cabeza de un lado a otro.
—¿Tienes pruebas de ello? —le pregunto.
Bianca hizo una mueca y sacudió la cabeza.
—No. La cámara de ese rincón del bar se rompió hace una semana y aún lo han reparado —dijo desanimada.
—¿Te dejo un moretón?.
Bianca apretó con más fuerza sus uñas con sus manos.
—No.
—Bianca, entiendes que no puedo hacer nada si no hay pruebas, ¿no? —le preguntó.
—¿Pero que hay del teléfono?. Lo encontramos en su habitación y tiene esas fotos...
—Aún no me han dicho cómo obtuvieron este teléfono —dijo la Sheriff, señalándolo.
—Ya le dijimos que lo encontramos en su habitación —apeló John B.
—Hmm. ¿Y cómo entraron en su habitación? —inquirió.
Los cinco Pogues se quedaron callados.
—Nos colamos por la ventana —admitió Bianca, levantando la cabeza rápidamente hacia la Sheriff para dar su excusa—. Pero porque la ubicación del teléfono de Jalander marcaba que estaba en la residencia Cameron. Si veníamos aquí y lo decíamos, nos habrían ignorado. Así que nos metimos en su habitación y lo encontramos. Solo miré las fotos. ¡Por favor! —le rogó.
La Sheriff se inclinó sobre sus codos en su escritorio y tomó el teléfono, a la par que tomaba sus lentes a un costado suyo y se los colocaba. Encendió el teléfono, viendo el fondo de pantalla en el que aparecía Jalander, y suspiró hondo, deslizando hacia arriba para desbloquearlo, teniendo éxito, dado que Pope le había quitado la contraseña.
—Están en la galería —dijo Kiara.
—Son las más recientes —agregó Pope.
Susan obedeció, y se metió en la galería, observando las fotos oscuras de tonos azules y sombríos que se revelaban ante ella, al presionar la primera foto, solo pudo notar a Rafe jalando con esfuerzo una alfombra hacia el bote, y al continuar deslizando las fotos, era una secuencia de sus acciones con más zoom en cada foto. Al finalizar, suspiró hondo y colocó el teléfono sobre la mesa.
—Esto no me dice nada chicos. Solo está jalando una alfombra.
Los Pogues bufaron y sintieron sus esperanzas hacerse añicos en un instante.
—¡Mire bien! ¡Claramente hay un cuerpo ahí! —exclamó JJ furioso.
—¡No me levantes el tono, muchacho! —lo reprimió la Sheriff, levantándose de su asiento y mirando a los Pogues desafiante—. Lo único que veo es a cincho chicos lidiando con la desaparición de una amiga cercana, cuya desaparición no quieren aceptar. Estás fotos no significan nada. Si Jalander huyo pudo haber dejado su teléfono para que nadie la buscara.
—Eso no tie... —Bianca estaba por abogar cuando la Sheriff la miró con molestia y le hizo una seña para que guardarla silencio.
—Irrumpieron en una casa, robaron algo que tenía en su propiedad, y lo vinieron a acusar no solo de haber desaparecido a una chica, sino de haber violentado a otra. Realmente me gustaría creerles chicos, pero sus pruebas no me dicen nada. Steve, su padre... dio por cerrado este caso, y así se mantendrá hasta que encontremos algo que nos haga creer que Jalander no huyó. Ahora, por favor. Salgan de mi oficina antes de que los arreste por invasión a la propiedad privada. Me quedaré con el celular.
Bianca chasqueó la lengua, descepcionada por la posición que había tomado la Sheriff y por haberlos acusado de ser mentirosos. Se levantó de su asiento llena de furia y miró a la Sheriff Peterkin fijamente.
—Le juro por Dios que encontraré algo que pruebe que Jalander no huyó. Alguien la lastimó, y se encargó de que desapareciera. Vendré aquí y haré que todo su departamento de policías me crea, y se arrepentirá de no habernos escuchado cuando pudo hacerlo, o cuando alguien más salga lastimado —le dijo Bianca, desafiante y con una seguridad que sorprendió a todos en la habitación—. Si no tomara nuestras pruebas con seriedad, entonces tampoco necesitará el teléfono —demandó ella, y antes de que la Sheriff pudiera decir algo a su favor, Bianca tomó el teléfono bruscamente del escritorio y salió de su oficina con pasos arrebatados.
Sus amigos miraron a Susan de la misma manera que Bianca lo había hecho momentos atrás, y salieron desenfrenados detrás suyos, siendo JJ el principal interesado en alcanzarla. Pero esperó hasta salieran todos del departamento de policía para finalmente encarar a Bianca.
La rubia no parecía tener intension de detenerse mientras bajaba las escaleras de la entrada con las lágrimas retenidas en sus ojos y los puños apretados, uno contra el teléfono.
—¡Bianca! —exclamó JJ, caminando apresurado para alcanzarla. La rubia hizo una mueca y detuvo su paso, volteando a ver a su hermano—. ¿No ibas a decirme que Rafe te atacó? —la bombardeó él.
Bianca lo miró con culpa, pero sin ser capaz de pensar en alguna excusa para defenderse.
—¡Somos hermanos, Bianca! ¿Cuando vas a incluirme en tus asuntos? —exclamó él, furioso.
—¡Intento protegerte! —se defendió ella.
—Yo soy quien debe protegerte a ti —replicó él—. Yo soy tu hermano, y soy todo lo que tienes. Me has protegido toda la vida, déjame hacer lo mismo por ti.
Los Pogues los miraban sorprendidos e incomodados por la discusión que estaban presenciando.
—Yo soy la mayor, JJ. Es mi responsabilidad cuidar de ti. Siempre lo ha sido desde que mamá murió. Y cada vez que intento incluirte en mis asuntos me tomas por loca.
—Bianca... no...
—¡Sí! —estalló ella, elevando las manos al cielo y notablemente molesta—. ¡Lo haces!. Lo hiciste cuando te dije que Jalander no había huido, y lo hiciste todas aquellas veces en que ella fue una perra conmigo te pusiste de su lado.
La frustración de JJ se volvió culpa con bastante rapidez.
—No necesito que me protejas. Yo puedo hacerlo por mi. Y no te culpo por lo sucedido con Jalander, pero no quiero que vengas aquí a juzgarme por no incluirte cuando en cada oportunidad la defendiste siempre a ella. No es justo —dijo ella, sacudiendo la cabeza. JJ, se había quedado sin palabras, y con un nudo atascado en su garganta—. No los incluiré más en todo este asunto de buscar respuestas. Ustedes no querían hacerlo en primer lugar, y aunque yo los presione, vean cómo resultó —dijo ella, observando al resto de los Pogues.
Ninguno objetó nada. Solo permanecieron en silencio y con las cabezas cabizbajas.
—Lo haré sola a partir de ahora. Pero gracias por ayudarme. De verdad lo aprecio. Ahora, si no les molesta. Me gustaría estar sola —dijo el, siendo aquella su despedida, antes de darse media vuelta y apartarse del grupo, con el teléfono de Jalander aún apretujado en su puño y su corazón latiendo descontrolado.
Kiara se acercó a JJ, colocando su brazo alrededor de él y dándome un abrazo. El rubio miraba fijamente a Bianca alejarse. No podía apartar sus ojos de ella, y del dolor que su hermana estaba atravesando. No podía evitar sentirse culpable por haberla dejado sola tantas veces en el pasado y haber provocado que ella se encerrara en su burbuja donde nadie podía tocarla.
El resto de sus amigos también se acercaron a él y lo abrazaron fuertemente.
—Dale un respiro, amigo. Está triste porque esto no resultó como ella esperaba —le dijo Pope, y JJ asintió.
🂱
Una vez más, Bianca se encontraba en aquella playa escondida en lo profundo del bosque, que a pesar de haberle parecido maravillosa durante años, ahora le parecía triste y la llenaba de nostalgia. Incluso sentía como si todos los colores pintorescos y cálidos que antes la adornaban, ahora se hubiesen vuelto fríos y oscuros. Como si la playa entendiera su dolor.
Estaba con sus rodillas flexionadas hacia su pecho, sentada sobre la arena y sintiendo las pequeñas partículas de esta entre sus manos, sintiendo su suavidad y la manera tan sutil en la que se deslizaba por sus manos cayendo como nieve entre sus dedos que se desvanecía.
Ella estaba intentando mantener toda la calma que fuera capaz de contener para no estallar como lo había hecho con JJ momentos antes. El ocaso estaba por terminar y los pajaritos cantando le daban una calma inexplicable, que al mismo tiempo la aterraba porque la dejaba sola con sus pensamientos.
Todo lo que había hecho hasta ahora para averiguar algo sobre la desaparición de Jalander la había llevado a un callejón sin salida. Estaba donde empezó. Sin nada. Y Rafe Cameron parecía haberse salido con la suya esta vez, y de cierta manera, ella había ayudado a que eso sucediera.
Tras haber pasado un par de horas en esa playa, con la vista enfocada en el agua frente a ella y nada más por hacer, decidió que finalmente era hora de regresar a casa y enfrentar la situación incómoda que se había generado con JJ, aunque con honestidad, esperaba que el decidiera pasar la noche en el chateu como tantas veces atrás y postergar la conversación que tendrían acerca de la locura que Bianca estaba haciendo al querer buscar respuestas a un problema, que quizá no las tenía.
Tomó la bicicleta en la que había llegado hasta ese lugar tan profundo del bosque y mientras la arrastraba por la arena para llevarla de vuelta a su ruta de regreso, notó a lo lejos un par de luces que atravesaban las ventanas de una casa a lo lejos. Por la oscuridad que ya la rodeaba no pudo ver mucho, pero sabía que era una pequeña casa, una que había ignorado hasta ese momento.
No le dio importancia, y continuó su paso hasta que se encontró con la carretera y se encaminó hasta su casa montada en el asiento de su bicicleta. Los paseos sobre aquellas dos ruedas la hacían pensar demasiado en lo que estaba haciendo con su vida, y lo que había hecho con ella durante años.
Específicamente la hacían pensar en cuánto tiempo le había dedicado a Jalander. Pues desde que tenía memoria habían sido ellas dos contra el mundo, y mientras más crecía, la relación más empeoraba, dejándola a ella como la única persona que luchaba por su amistad y por el amor de Jalander. E incluso ahora que ella ya no estaba, Jalander la seguía atormentando, en sus sueños, en su trabajo, en su día a día. Aunque Jalander ya no estaba, ella la seguía buscando. Como si realmente no hubiera otra cosa que Bianca supiera hacer.
El camino a su pequeña casa en La Corte le pareció más largo de lo que esperaba, a pesar de recorrer la misma ruta durante años. Cuando llego, notó que todas las luces estaban apagadas, lo que significaba que no estaba JJ, y que su padre seguramente estaba en algún bar o dando la vuelta por la isla. Dejó su bicicleta en el jardín delantero y se acercó al porche, sacando la llave que estaba debajo de una maceta seca junto a la puerta. Abrió su casa y antes de si quiera dar un pie dentro de esta, escuchó el crujir de las hojas en el suelo, y se dio media vuelta acelerada, inspeccionando su alrededor con la mirada, y sintiendo una ráfaga de alivio al ver a JJ en el jardín.
Su cuerpo dejó de tensarse y suspiró hondo.
—Me asustaste —le dijo.
JJ le dio una sonrisa apretada.
—Esperaba que pudiéramos hablar... sin gritarnos —le pidió él, dando pasos cortos y torpes hacia ella.
La expresión en el rostro de Bianca se suavizó.
—Por supuesto.
Bianca se sentó en las escaleras del porche y le hizo una seña a JJ para que se acercara a su lado. El menor obedeció con rapidez y se sentó junto a su hermana. Ninguno de los dos se miró el uno al otro por un buen rato. Ambos se mantenían en silencio mirando a la nada, hasta que JJ por fin decidió hablar.
—Quería... disculparme.
Bianca lo miró, ligeramente sorprendida.
—Debí ponerme de tu lado todas aquellas veces en que Jalander fue ruda contigo, justo como tú lo has hecho conmigo siempre —defendió.
Bianca sacudió la cabeza.
—No estaba en la posición de reclamarte por eso cuando yo misma puse a Jalander sobre mi muchas veces. Ella tenía ese efecto en la gente. Te hacía hacer lo que ella quisiera, porque era dulce... y linda. No podías negarte simplemente —explicó Bianca, siendo invadida nuevamente por la melancolía de ya no tenerla cerca—. Tú solo quieres protegerme y aprecio eso, JJ. Pero yo no necesito ser protegida. No me interesa un carajo lo que me suceda a mí. Solo necesito saber que tú estarás bien siempre. El verano pasado casi te pierdo más de una vez, ¿cómo crees que reaccionaría si te pierdo a ti también? —le dijo ella, mirándolo fijamente.
JJ sintió una punzada en su pecho cerró los ojos un instante intentando retener las lágrimas.
—Lo sé. Pero, yo me volvería loco si algo te sucediera. No podría continuar viviendo si por seguir investigando toda esta extraña situación con Jalander pones en riesgo tu vida —repuso, abriendo los ojos y mirando los cristalinos iris azules de su hermana—. Hemos sido tú y yo toda nuestra vida. Bo y Yaya—dijo él, y Bianca sonrió con ternura al recordar los apodos que solían decirse entre ellos cuando eran más pequeños.
—Rafe no me hará daño, JJ. Es como un perro, "ladra pero no muerde" —dijo ella—. Está asustado porque sabe que nos estamos acercando, y eso lo pone nervioso, pero a mí... a nosotros, nos acerca un paso más a la verdad. No me rendiré ahora —demandó ella, haciendo una mueca.
—Eso es genial, porque tampoco lo haremos nosotros —dijo la voz de Kiara frente a ella, y Bianca volteó a mirarla, con una expresión de confusión. Pope y John B. se encontraban a su lado, mirando a Bianca y JJ.
—Todos estamos en esto. Jalander era nuestra amiga, y tú lo eres también. No te dejáramos sola —le dijo John B.
—Encontraremos la verdad, Bianca —agregó Pope.
Las lágrimas que hasta ahora Bianca había logrado retener desbordaron sus ojos lentamente. JJ colocó su mano sobre la de Bianca y le dio un pequeño apretón. Bianca sonrió de oreja y le hizo una seña a los chicos indicándoles que se acercaran. Todos los hicieron y se sentaron en el otro escalón continuo al de Bianca y JJ y abrazaron a los dos rubios.
—Los quiero chicos —les dijo Bianca, y todos respondieron dándole más calidez al abrazo.
—No te pongas tan sentimental, Bo —alegó JJ, queriendo romper la seriedad del momento y haciendo que todos rieran ligeramente.
Toda la energía negativa y el dolor que Bianca había sentido, se desvaneció un poco al ver a todos los chicos en su jardín delantero divirtiéndose y bebiendo cerveza. Por primera vez desde que Jalander había desaparecido y ella salía con los Pogues, sintió que genuinamente estaba viviendo un momento de relativa paz y alegría, sentía que quizá un poco, era merecedora de todos esos sentimientos.
Más tarde que temprano, los chicos ya estaban todos volviendo a la camioneta de John B. para volver al chateu, dado que a Luke no le gustaba que los amigos de Bianca y JJ se quedaran en casa. Los dos Maybank los despidieron y se metieron en su casa. JJ fue directo a tomar un baño, mientras Bianca ordenaba un poco y esperaba que fuera su turno para tomar el baño.
Pero su alegre estadía se vio interrumpida por el sonido de su puerta siendo ligeramente golpeada. Bianca salió de la sala y se acercó al pasillo que llevaba a la puerta, no había ninguna luz encendida, pero pudo ver como alguien pasaba una hoja blanca por la ranura inferior entre la puerta y el piso. Bianca apresuradamente encendió la luz del pasillo y volvió a mirar hacia la puerta, encontrando efectivamente una pequeña hoja blanca en el suelo. Se acercó a la ventana al costado de al puerta para ver si veía a alguien, pero todo parecía estar vacío. Se agachó y tomó el papel rápidamente volteando al reverso para ver lo que decía.
"¿Cómo está el arma que apuntaba a la cabeza de tu padre meses atrás?".
La cara de Bianca se volvió pálida y sintió que sus manos comenzaban a temblar. Una vez más se acercó a la ventana y volvió a verificar que no hubiera nadie acechándola.
Corrió hacia su habitación y sacó una caja que estaba en los más fondo bajo su cama. La tomó entre sus manos y cerró la puerta de su habitación con seguro. Se acercó a su cama y colocó la caja polvorienta y con telarañas en sus muslos. La abrió lentamente y mordió su labio inferior al ver que el arma que tenía allí, había desaparecido. Su corazón comenzó a latir con rapidez, mientras se sentía nerviosa y asustada. Lo único que había en esa caja eran cartas y basura que le gustaba guardar como recuerdo, pero no estaba el arma.
Colocó la tarjeta que habían deslizado bajo su puerta dentro de aquella caja y la cerró nuevamente, volviendo a meterla bajo su cama.
Bianca, recordó de repente, que había visto un arma en la caja fuerte de Rafe Cameron. Una vez más, una pieza del rompecabezas parecía conectarse. Pero todo parecía confuso, como si hubiera alguien queriendo que ella descubriera la verdad, dejando pistas y dándole migajas.
La rubia se levantó de su cama y se acercó al espejo de su tocador, tomando una toalla desmaquillante y comenzando a pasarla por su rostro. La pasaba con brusquedad, de un lado a otro, arruinando su maquillaje y la máscara negra que se había corrido ahora por todo su rostro dejando una mancha desprolija y sucia, Bianca guió la toalla cada vez más abajo, despintando su cuello sintiendo pequeñas punzadas de dolor, pero presionando aún con más fuerza, quitando por completo todo el maquillaje, y revelándose a sí misma las marcas y moretones que la mano de Rafe había dejado en su cuello.
Soltó la toalla, y se miró fijamente al espejo. Sintiendo desprecio por la imagen que tenía en frente, sintiendo desprecio por si misma y sintiéndose miserable de nuevo. Se odiaba a sí misma por sus sentimientos hacia él. Lo aborrecía.
Pero aún así, no lo podía sacar de su cabeza. Lo tenía incrustado en sus pensamientos y corazón, y solo esperaba, que todo el amor que sentía por Jalander y que tenía la certeza de que era real, desapareciera todos los sentimientos entrañables que brotaban por él nuevamente, que se hundieran en el fondo de su corazón y no volvieran a salir, porque entonces, realmente tendría un problema, al querer proteger a alguien que ama, de alguien a quien a quien amó.
જ⁀➴
Les dejo la última frase a libres interpretaciones 💪💪, pero sepan q el siguiente cap ESTARÁ FUERTE, no puedo esperar a que lo lean, dado que ya tengo más de la mitad del capítulo escrito, espero poder publicarlo el fin de semana!!!
Recuerden dejarme su opinión respecto a este capítulo y sus dudas, que pronto serán todas respondidas 🫶.
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