
𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐧𝐢𝐧𝐞 † guilt is light in the shadow of the truth
chapter ☦︎︎ nine
GUILT IS LIGHT IN THE SHADOW OF THE TRUTH
Verano, 2021
UNA VEZ MÁS, Bianca se encontraba en una encrucijada. Su corazón no tenía las respuestas a las preguntas con las que su mente la bombardeaba. Estaba hundida en terror y angustia por no poder resolver el misterio que la atormentaba y que se había llevado sus días de calma, que durante algunos meses fueron recurrentes.
La imagen ficticia en su cabeza de la persona que le dejaba aquellas piezas del tablero cada vez parecía tener más detalles, cada vez parecía ser más capaz de darle una forma... un rostro.
Sin embargo, su realidad era un hecho que la agobiaba y le impedía seguir. La policía se había dado por vencida con sus teorías aparentemente tontas y sin fundamentos. Bianca estaba vuelta loca por no hayar una forma de que su palabra tuviera peso en ellos, que fuera lo suficiente convincente para ser un veredicto. Y era una situación que comenzaba a volverse tediosa.
Se encontraba justo donde había comenzado:
En la nada.
Los días pasaban lentos como los copos de nieve cayendo del cielo en el invierto, todo se sentía irreal y frágil a su alrededor. Su padre relativamente dentro de sus cabales, y los Pogues volviendo a la normalidad, sin embargo, ella un no se sentía cómoda con lo que sucedía.
Por fortuna, Steve Howard, el padre de Jalander, había vuelto a la ciudad de su viaje de negocios, y como era su costumbre tras la desaparición de su hija, había invitado a Bianca a pasar una agradable cena, acompañándolo a él y a su esposa en su residencia en Figure Eight. Bianca aceptó gustosa y sin titubear, pues sabía que Steve aún estaba dolido por lo ocurrido, y que veía en Bianca una chispa de lo que alguna vez fue Jalander, o eso era lo que a ella le gustaba pensar. No obstante, no estaba lista para mencionarle nada acerca de su pequeña investigación y como había fracasado.
JJ también había tenido el honor de ser invitado pero dado que la desaparición de Jalander parecía haber cobrado vida otra vez, el prefería mantener su distancia con el mundo que solía pertenecerle.
Bianca había hecho su camino en bicicleta hasta Figure Eight, no estaba muy contenta del vehículo que había decidido tomar, pues el peinado que le había tomado horas hacer ahora se encontraba desordenado, así como su maquillaje, no obstante, no había otra forma más rápida en la que ella pudiera llegar.
Steve la recibió con un cálido y reconfortante abrazo, uno que Bianca no había recibido en mucho tiempo. La guió hasta el comedor, donde la hizo tomar un asiento de la mesa perfectamente acomodada, donde solía pasar tardes enteras con Jalander.
—Creí que... Margaret estaría aquí —habló Bianca, haciendo una pequeña mueca al notar la ausencia de su esposa.
—Su madre enfermo, así que tuvo que viajar de urgencia a Boston, yo la alcanzaré en unos días —explicó Steve, y Bianca asintió—. Yo creí que JJ nos acompañaría.
Bianca lo miró, un poco apenada por la también ausencia de su hermano, pero al mismo tiempo incomoda por la tensión que se sentía en el aire. Aunque había tenido muchas cenas así, jamás habían estado ellos dos solos, y a pesar de ello, se sentía un extraño sentimiento en el aire que la hacía sentir confundida y fuera de lugar.
—Estaba un poco indispuesto —se limitó a responderle. Steve asintió, y comenzó a cortar un trozo de carne de su plato.
Bianca estaba sentada frente a él, del otro lado de la gran mesa. Ambos degustaban de una cena que el padre de Jalander había ordenado en línea, dado que su especialidad no era la cocina.
—A Jalander le hubiera parecido tan gracioso que tuvieras que ordenar comida —dijo Bianca, divertida, intentando quebrantar la barrera invisible entre ellos que volvía todo muy engorroso.
Steve rio sin ganas, mientras aún cortaba aquel trozo de carne, con el cuchillo.
—Realmente la extraño —dijo él, con nostalgia. — Ya un año desde que se fue y aún no lo puedo creer. Antes de que... se fuera, no estábamos en los mejores términos, pero era mi hija. La amaba—repuso.
—Lo entiendo tanto —lo contuvo Bianca—. Ella era muy especial para mí —comentó, con la mirada cabizbaja, vagando en recuerdos.
Steve hizo una mueca, tragando saliva.
—Ella era tan dulce, nunca imaginé quererla tanto. Ella era... impresionante. Lo es. Deseo que este en algún lugar viviendo la vida que deseaba. Solo espero que algún día vuelva y nuestra relación pueda volver a lo que era antes, ¿sabe?. Ella lo era todo para mí y...
—Para de hablar así —dijo Steve, con una firmeza que desconcertó a Bianca. Ella levantó la vista y frunció el ceño.
Steve no era un tonto. Sabía perfectamente el tipo de amor que Bianca sentía por Jalander. Había visto la cercanía que mantenían durante su juventud, los susurros, las miradas, el tipo de mirada que no tienes hacia una amiga cercana, y no podía evitar sentir asco cada vez que notaba los sentimientos que florecían dentro de Bianca.
Y por más que había hecho lo posible para apartarlas, y alejar todo sentimiento que no fuera normal y debido, aparentemente, no había logrado un cambio.
—¿Disculpa?
—Tus sentimientos por ella... están mal —le dijo él, sin mirarle a los ojos.
—¿Mis sentimientos? —cuestionó Bianca, casi en un susurro.
—¡Están mal! —exclamó él, golpeando sus puños contra la mesa con brusquedad, y logrando asustar a Bianca. Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas, mientras su corazón latía despavorido, viendo una nueva faceta de Steve.
—No te estoy entendien...
—¡No puedes estar enamorada de ella! —exclamó él, finalmente mirándola a los ojos, con sus venas sobresaltando en su frente y su cuello, como si estuviera a punto de perder la razón.
Bianca se sintió personalmente atacada. Siempre había estado bajo su conocimiento que sus sentimientos no eran como los de otras chicas, que su orientación sexual siempre sería un tema del cual hablar y que no a todos debería agradarles, había sobrevivido años de burlas, y noches de dolor y deseo de ser una persona diferente, de odio irreversible hacia su persona y sus sentimientos, sin embargo, jamás pensó que sería Steve, quien no la aceptaría.
Los ojos de Bianca irremediablemente se llenaron de lágrimas, sintiéndose expuesta y avergonzada, miró a Steve fijamente, sacudiendo ligeramente la cabeza.
—Lo lamento... yo... no pensé que... —las palabras de Bianca salían a tropezones de su boca, no era capa de hablar con claridad y el nudo en su garganta a comenzaba dificultárselo mas—. No era mi intención incomodarte —dijo en un susurro, ahogando el llanto.
Steve desvió la mirada y soltó un suspiro.
—No es eso, Bianca. Yo jamás te juzgaría por tus preferencias —dijo él, arrepintiéndose del tono que había usado con ella momentos atrás—. Es... no puedes sentir eso por Jalander, no por ella.
—¿Por qué? ¿Te molesta? —titubeo Bianca.
—Sí, sí. Me molesta. Me parece enfermo, Bianca —respondió él, agresivamente una vez más.
—No puedo entenderte... ¿Por qué?...
—¡Porque deberías verla como tu hermana, carajo! —exclamó él, levantándose de la mesa y mirándola fijamente, con sus ojos a punto de salir de sus cuencas—. Porque yo soy tu pa... —sus palabras se apagaron lentamente, ahora agitado, y dándose cuenta del gran secreto que había revelado.
Bianca se quedó petrificada, tanto por el tono tan descortés y atemorizante que había usado, como por su confesión. Ni siquiera pestañeo. Ni por un segundo. No podía sentir nada. Absolutamente nada.
Sus ojos se llenaron de lagrimas, y cayeron por sus mejillas como un vaso lleno que se desbordaba, permitiéndose sentir nada más que vergüenza y rechazo a ella misma, hasta que se obligó a guardar la compostura y pensar con claridad.
Era imposible. Jalander no podía... no debía... Steve mentía. Él estaba mintiendo.
Bianca rio con nerviosismo, mientras sacudía la cabeza y bajaba la mirada a su plato.
—¿A que te refieres? —musitó, intentando buscar mil excusas en su cabeza, un millón de razones para justificar su actuar.
Steve, se arrepintió demasiado pronto de lo que sus palabras habían confesado, desviando la mirada de Bianca, y sacudiendo la cabeza.
—Yo... olvida lo que dije. No me siento muy... Quise decir... —Steve suspiro, observando a Bianca con una mirada incapaz de leer—. Que prácticamente se criaron juntas, Bianca. Siempre fueron como hermanas. No se siente bien que tus sentimientos hacia ella sean de esta manera.
Ella se quedó en silencio un momento. Respirando agitadamente, sin poder apartar sus ojos de los de ella, de ese rostro que tan bien le devolvía su reflejo. Cómo un interruptor que había estado apagado mucho tiempo y acaban de encenderse, Bianca comenzaba a ver similitudes entre ambos. Sus ojos grandes azules, que le devolvían la mirada, la forma de sus labios, los pómulos marcados. Ella lucía como él.
—Creo que... debería irme —repuso, observando la comida a medias en su plato y levantándose de la mesa, empujando su silla lentamente hacia atrás.
Steve se quedó en silencio también. Un agónico silencio.
—Sí, creo que será lo mejor —soltó finalmente—. No me siento muy bien. Lamento...
—No hay problema —se apresuró a decir ella, y tomó su chaqueta de mezclilla que estaba sobre el respaldo de la silla continua a la de ella del lado izquierdo—. Gracias por la cena, Steve.
Bianca le dio una sonrisa apretada y giró sobre sus talones, dispuesta a marcharse, pero un leve, y casi inaudible "Bianca", proviniente de los labios de Steve, la hizo detenerse. Casi quería pretender que no lo había oído, salir corriendo y alejarse de esa casa llena de recuerdos, lo antes posible. Sin embargo, se dio la vuelta lentamente para mirarlo.
—¿Puedo...? —Steve ni siquiera terminó la frase, cuando ya se estaba acercando a Bianca. La tomó por sorpresa cuando la atrapó entre sus brazos, dándole un abrazo que jamás le había dado.
Bianca se sentía extraña y no sabía cómo reaccionar. Su mente estaba hundida en una nube de confusión, y miedo por lo que Steve realmente quiso decir momentos atrás. No correspondió el abrazo. Solamente recargó su barbilla encima de su hombro hasta que el estuvo listo para soltarla. Tenía el estómago revuelto, y un dolor indescriptible que subía hasta su pecho.
Cuando de apartó de Steve, no se molestó en despedirse de la debida forma. Solo se dio media vuelta y salió de su casa.
El aire le comenzaba a faltar allí adentro, y su pecho dolía tan fuerte que quería arrancárselo. Inevitablemente, y como si estuviera en modo automático, las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas de nuevo, mientras su cuerpo se inclinaba hacia delante y expulsaba toda la cena que había comido en los arbustos de la entrada. Intento apartar su corto cabello lo mejor que pudo mientras continuaba expulsando la cena. Cuando por fin se detuvo, limpió su boca con el dorso de su mano y comenzó a sollozar en silencio, levantando su bicicleta del suelo y arrastrándola con ella hasta salir de la residencia.
El sonido sordo de sus sollozos, y la sensación húmeda en su rostro la habían transportado a millones de recuerdos de su infancia. Recuerdos malos e hirientes.
Todos los malos cumpleaños que había pasado. La primera vez que Luke la golpeó por haber reprobado un examen en su primer grado de escuela. El sentimiento que la envolvió en agonía al saber que no volvería a sentir los cálidos brazos de su madre. La imagen de su padre bebiendo mientras le gritaba a su madre. Un JJ de 5 años llorando desconsoladamente en un rincón. Nunca había notado cuántas memorias de su vida lúgubre guardaba en el fondo de su mente, como si hubieran estado en un baúl olvidado y hubieran decidió salir a flote en ese instante.
Para cuando había llegado a casa, ya pasaban de las 12:00 de la noche. La pequeña casa del lado Sur, donde ni siquiera las ratas querían vivir jamás le había parecido tan sombría como ese día. El desastre que desde que tenía memoria adornaba su jardín, era un perfecto debacle para el deleite de los vecinos. La puerta de madera desgastada que les indicaba la entrada a un hogar poco armonioso también seguía igual. Cuando se adentró a aquel lugar único que podía llamar hogar, todas las luces estaban apagadas, a excepción del programa de TV que se reproducía en la pequeña televisión de antena. Cerró la puerta detrás suyo y dejó sus llaves sobre el plato del mueble a un costado de la puerta, acercándose hacia la sala de estar.
La misma imagen repetitiva de su padre sentado en el sofá con una cerveza en la mano, que durante años había visto, también, a pesar del tiempo, seguía igual.
Sin embargo, ahora, la duda de lo que su vida pudo haber sido si... No. No podía atormentarse con esa posibilidad, no cuando el peso de sus sentimientos comenzaba a hacerla sentir enferma.
Luke ni siquiera había notado su presencia. Seguía encandilado por su programa de televisión, y sus risas toscas y vacías.
—¿Dónde está JJ? —inquirió Bianca, alarmando a su padre sobre su presencia.
Luke dio un pequeño sobresalto y su risa se quedó atascada en su garganta, siendo reemplazada por una mueca seria y de desprecio en cuanto divisó a Bianca entre la poca luz de la habitación.
—Yo que sé. Debe estar por ahí —vaciló, sin darle mucha importancia, y regresando de inmediato la vista al televisor.
Bianca asumió entonces, que JJ no estaba en casa, como era su costumbre. Bianca aún tenía ojos vidriosos y ese nudo en la garganta que apenas le permitía formular oraciones coherentes. Se dedicó a observar a su padre por un buen rato. Las miles de ideas que le recorrían la cabeza, los cientos de posibilidades, las mentiras, no podía despejar su mente de la atroz vida que había vivido y que podría haber sido muy distinta.
—¿Qué carajos estás mirando? —le espetó Luke, cuando la mirada de Bianca se volvió demasiado para ignorar.
—Na-nada. Lo lamento —suspiró Bianca—. Estaré en mi habitación si me necesitas —musitó, recomponiéndose y caminando hasta su habitación.
—Como si me importara —murmuró Luke, regresando la atención al televisor.
No se tomaba sus palabras personales. Hacía mucho tiempo que había dejado de hacerlo. Pero ahora... se cuestionaba si en realidad, realmente todo su odio estaba justificado.
Quizá, la odiaba porque él sabía la verdad. Pero que caso tendría, ¿por qué hacerse cargo de una bebé que no era suya?.
Estaba divagando demasiado ante la variante que se le había presentado y no sabía cómo hacer para despejar sus dudas. Preguntarle a Luke solo empeoraría la situación, y para ser honesta, no quería volver a saber de Steve en un tiempo, no después de la escena en la cena. Otro misterio acababa de surgir, y por primera vez, no quería saber la verdad, no estaba preparada. No quería continuar investigando, no cuando una parte de sí misma, ya sabía la verdad.
Simplemente no quería aceptarlo.
Como innumerables noches, Bianca no lograba conciliar el sueño. Desde que tenía memoria, dormir presentaba un gran desafío para ella. A veces, cuando era más pequeña y su padre bebía hasta perder el control, la ansiedad y el pánico se escabullía tanto bajo su piel que se quedaba pegada a la puerta de su habitación observando a JJ dormir en su cama, asegurándose siempre de protegerlo en todo momento, incluso en aquellos en los que él no notaba el peligro. Sin mencionar las pesadillas que la habían comenzado a atormentar tras el suicidio de su madre.
Con el paso de los años, cuando JJ comenzaba a encerrarse en su propia habitación, o escapar de casa para evitar cualquier conflicto con su padre, sus noches de desvelo dejaron de ser para protegerlo a él, y pasaron a ser noches en vela esperando a que él volviera a casa sano y salvo, y una excusa para evitar las pesadillas.
Aunque JJ decía que ya no necesitaba su protección, Bianca jamás podría abandonarlo o dejarlo a la deriva. Solo era un año mayor que JJ, pero sentía que tenía el deber de hacerla la vida más fácil, aunque había fallado en ello incontables veces.
Su hermano era la única persona en el mundo que le quedaba. La única que se preocupaba por ella de verdad y que la veía por lo que realmente era. Perder a Jalander había sido un golpe demasiado duro y del que aún no se había recuperado. Pero la sola idea de perder a JJ muchas veces le había provocado ataques de pánico que no lograba controlar. Su hermano lo era todo para ella. La única persona a la que acudía cuando el mundo se destruía a sus pies, y la única persona a la que quería correr para quitarse de encima el nudo que tenía en la garganta en ese momento.
Llevaba años atada a sus secretos, a sus mentiras, y sentía que era momento de liberar esa carga que la atormentaba desde hacía ya mucho tiempo, y solo a JJ podía confesarse. Solo el necesitaba saber quién era ella de verdad. Aunque aún hubiera secretos que no estaba lista para confesar.
Una vez más, encendió su teléfono para ver la hora y las 3:00 am se le presentaban en la pantalla. Justo en ese momento, escuchó la puerta principal cerrándose, y se apartó de la ventana para acercarse a la puerta y abrirla lentamente al mismo tiempo que JJ cruzaba el pasillo.
—Jayj...
Su hermano se detuvo a mitad del camino a su habitación, y observó a Bianca a través de la pequeña ranura que dejaba entrever su habitación. Se acercó a la puerta y le sonrió dulcemente.
—Creí que ya estarías dormida. ¿Cómo te fue con Steve? —inquirió, adentrándose a la habitación de su hermana y cerrando la puerta detrás suyo con cautela.
Bianca se apartó de él un poco, con las manos en su cintura, tomando una gran bocanada de aire antes de mirarlo fijamente a los ojos, conteniendo las ganas desesperadas que tenía de llorar otra vez.
—Bianca, ¿que pasó? —la preocupación en los ojos de JJ era palpable.
—Debemos hablar —dijo Bianca sin aliento—. De-de nuestros padres. De Jalander. De mi...
Durante las próximas horas, Bianca se aseguró de contarle a JJ con extremo detalle sus sentimientos hacia Jalander. Comenzó diciéndole que para ella, Jal era la persona más importante después de él, que durante su juventud, ella había sido la única que la entendía a la perfección y la hacía sentir amada. Le contó acerca de cómo comenzó a sentir que sus emociones cambiaban a medida que crecía, que sus gustos se volvieron distintos a los de otras chicas de su edad, y que estaba asustada de decírselo a cualquiera por miedo al rechazo. Ella no quería sentirse así, pero no podía evitarlo. Le platicó acerca del momento en que creyó que sus sentimientos por Jalander se transformaron en algo más, y la idealización hacia su persona comenzó.
JJ, a pesar de ser temeroso de quebrarse frente al resto del mundo, comenzó a derramar lágrimas mientras Bianca continuaba hablando. Se sentó en su cama junto a ella y al abrazo con todas sus fuerzas, desesperado por que ella supiera cuánto la amaba, sin importar nada.
Pero cuando llegó a la conversación tan extraña que había tenido con Steve, y como había reaccionado, las cosas se pusieron aún más serias. Le explicó con detalle todo lo sucedido durante la cena la noche anterior, y cuando llegó a la parte en que Steve dijo: "Por qué deberías verla como tu hermana", su voz se quebró. El aire le faltaba mientras intentaba pronunciar las palabras que la habían atormentado durante horas, y la mirada de horror en el rostro de JJ, no podría haber reflejado mejor lo que ella misma estaba experimentando en ese momento.
Tras aquella revelación, unos cuantos minutos que se sintieron eternos los absorbieron. Ninguno decía palabra alguna, y el único sonido que lograban escuchar, era el de los sollozos silencioso de Bianca.
—Pero... —JJ quiso hablar, su voz apenas un susurro—. Eso no puede ser posible —musitó, inclinándose hacia delante, con sus codos sobre sus rodillas y llevando sus manos a su cara.
Bianca tenía la mirada fija en el suelo, como si de este fueran a brotar todas las respuestas a sus preguntas.
—Eso pensaba. Pero no lo sé, JJ. ¿Por qué diría eso? No tiene sentido alguno, no si no es verdad.
JJ suspiró hondo contra sus manos, sacudiendo la cabeza.
—Solo piénsalo un momento, JJ. Nuestros padres siempre fueron muy unidos a los padres de Jalander. En especial Steve y mamá, siempre los veía riendo juntos y regalándose sonrisas a espaldas de Luke y de la madre de Jalander. Recuerdo... recuerdo que unos días antes de que... de que mamá...
—Lo entiendo.
—Unos días antes de que eso sucediera, en el cumpleaños de Jalander antes de que mamá... —la voz se le quebró por la idea de pensar en lo sucedido aquel día—. Cuando volvimos de la fiesta, después de la crisis de Lucy, mamá nos envío a mi habitación, ¿recuerdas?. Comenzaron los gritos, yo quise ayudarla, como siempre, pero... tenía miedo, mucho miedo. A la mañana siguiente Luke había desaparecido y mamá no salió de la cama en todo el día. Dos días después, ella se... se suicido.
Hizo una pausa, dándole a JJ el tiempo para asimilar la situación. Él aún mantenía las manos en su rostro, sacudiendo la cabeza ligeramente de un lado a otro.
—Un par de días después, la madre de Jalander los había abandonado. Ni siquiera se presentaron al funeral de mamá, y durante unos meses, Jalander y yo estuvimos separadas. No hablamos mucho, ella decía que su papá estaba muy triste porque su mamá se había ido, y Luke... bueno, era Luke. No me dejó salir durante un tiempo. Se volvió más violento y despiadado. Aprovechaba cada situación para lastimarme... para castigarme.
—¿Por qué yo no recuerdo eso? Después de la muerte de mamá, Jalander siempre estuvo ahí para mí —habló JJ en un hilo de voz.
—Me aseguré de que la muerte de mamá no te detuviera de tener una infancia normal, JJ. Luke a veces ni siquiera notaba cuando no estabas en casa, por lo que yo siempre te daba permiso para ver a John B. Supongo que ahí veías a Jalander, porque al parecer, solo conmigo no podía tener contacto. Simplemente no lo había visto en ese momento. Hasta ahora.
—No puede ser esto cierto, Bianca —JJ quitó las manos de su rostro y miró a su hermana con ojos destrozados e inyectados de sangre—. Esos años fueron un infierno para ti y yo estaba corriendo detrás de ella como si nada hubiera pasado —dijo con su voz quebrándose en cada palabra.
—JJ, no... —Bianca tomó su rostro entre sus manos, obligándolo a mirarla—. Eso no fue tu culpa. Así que no te atormentes con ello —sollozo—. Creo que mamá engaño a Luke con el padre de Jalander... y por eso su madre la abandonó. Steve y Luke dejaron de ser amigos, y él comenzó a odiarme.
JJ se mordió su labio inferior, cerrando los ojos con fuerza.
—¿Yo también...? ¿Yo también soy hijo de Steve? —JJ habló tan bajo, que a Bianca le sorprendió escuchar su pregunta.
—No lo sé —dijo, mirando con pesar a JJ. Dejando sus sentimientos de lado simplemente para proteger los de su hermano—. Honestamente, lo dudo. No quiero que te sientas más culpable, JJ. Pero... —él desvió la mirada y Bianca lo obligó a que mantuviera los ojos sobre ella—. Mírame. Esto no es tu culpa, ¿de acuerdo?. Pero, JJ... Luke siempre fue más gentil contigo de lo que alguna vez fue conmigo. Yo lo atribuía a que ambos eran hombres y yo simplemente no encajaba, pero ahora... Creo que él no me quería porque yo no soy... yo no soy su hija.
Escuchar esas palabras salir de sus labios le dieron el balde de agua fría que necesitaba para asimilar toda la situación. Para unir las piezas en su cabeza y que todo hiciera sentido. Para saber lo enferma de dolor que estaba.
Ella nunca había tenido un padre. Ni siquiera una familia real. Lo más cercano a un hogar que jamás había tenido, era el rubio destrozado que estaba sentado junto a ella. Soltó el rostro de JJ, desviando la mirada y colocó sus manos sobre su regazo.
—Lo lamento mucho, Bianca. Lamento todo esto. Tú de entre todas las personas en el mundo, eres quien menos lo merece. Si pudiera cambiar nuestros lugares... lo haría sin dudarlo... ¿Bianca? —la rubia levantó la mirada y lo observó—. Absolutamente nada de lo que hagas... o seas, va a cambiar el amor que siento por ti. No importa que no tengamos la misma sangre. Tú siempre serás mi hermana, y siempre serás mi familia. No dudes nunca de eso.
Una sonrisa a medias se dibujo en los labios de Bianca y asintió, con el escozor de las lágrimas en sus ojos.
—Tú también siempre serás mi hermano.
JJ la atrajo hacia ella y la abrazó con fuerza, apretujándola contra su pecho, deseando curar todas las heridas de su hermana. Deseando salvarla.
—Aunque no entiendo porque le molestaban tanto tus sentimientos por Jalander. Él ni siquiera te crió, nunca fue un padre para ti, y Jalander... ni siquiera era su hija.
Eso despertó cierto interés en Bianca. Se apartó del abrazo de JJ y lo observó con el ceño fruncido.
—JJ, ¿a qué te refieres?.
El la miró, frunciendo también el ceño ante su pregunta.
—¿Qué?
—Con eso de que Jalander no es hija de Steve.
El rostro de JJ palideció, y la compasión nubló su rostro.
—Jalander fue adoptada. A-aparentemente Lucy y Steve no podían tener hijos. Supongo ahora, que Lucy era la del problema. Viajaron a no sé dónde y adoptaron a Jalander. Volvieron después de meses, para que el embarazo fuera creíble, y nadie se los cuestionó. Ella lo descubrió unos meses antes del verano el año pasado... y me lo dijo unos días antes de su desaparición. Yo creí... yo creí que tú lo sabías.
Cada una de sus palabras le cayeron como un balde de agua fría. No podía entender lo retorcida que se había convertido su vida.
Bianca dejó caer su cabeza en el pecho de JJ y comenzó a sollozar otra vez. Permanecieron así por más tiempo del que podía recordar.
—JJ...
—¿Mmm?
—La amaba más de lo que me amo a misma. ¿Te das cuenta de lo enfermo que es eso? —habló contra su pecho. JJ tragó saliva, aún acostumbrándose al hecho tan bizarro de que Bianca amaba a la misma chica que él amo, y que de alguna forma sus familias estaban tan conectadas—. Desearía poder arrancarme todo este amor de mi cuerpo hasta quedarme vacía.
Él no dijo nada. No sabía que decir. No sabía cómo podía consolarla, o cómo hacer que la situación fuera menos extraña.
Pero no había nada que pudiera hacer o decir para hacer sentir mejor a Bianca. Ella estaba tan obsesionada. Se daba cuenta de que Jalander tenía razón todas aquellas veces que dijo que quería su vida. Sí. Sí la quería. Quería tener un padre que la amara, una linda casa en el lado norte. Un novio normal, un hombre a su lado.
La amaba porque quería ser ella. Quería ser amada y escuchada de la misma forma. Quería ser vista. Y ahora se daba cuenta de ello.
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