───── capitulo uno
☾ *.゚。╻┃ CAPÍTULO 01
nuevo despertar ☾ *.゚。╻┃
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❝ una vez más, mi querida Adelaide,
nos has salvado a ambos. ❞
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EL VIENTO MOVÍA LOS árboles fuertemente, el cielo estaba oscuro y no había ni una sola persona en el bosque. El día había sido triste en Beacon Hills, desanimado y lento, casi como si les estuviera advirtiendo a sus habitantes que lo peor estaba por venir. Con seguridad, una tormenta se acercaba.
Un chico, no más de veinte años, de apariencia limpia e imponente, se adentraba alegremente en el frío bosque. Los latidos de su corazón estaban frenéticos y caminaba de prisa, ni siquiera sabía con exactitud a donde se dirigía, pero estaba seguro de que encontraría lo que necesitaba. A ella.
Todo había comenzado meses atrás, los rumores de una nueva amenaza sobrenatural en Beacon Hills habían llegado hasta él pero lo ignoraba tranquilamente, después de todo era Beacon Hills, siempre había amenazas ahí. Incluso después de casi quinientos años, parecía que su viejo y repudiado pueblo siempre sería blanco fácil de los seres sobrenaturales. Y todo eso era gracias a él, gracias a ellos.
El joven salió de sus pensamientos cuando la vio, parada encima del Nemeton, con una apariencia totalmente diferente a cómo había sido antes. Ahora, su adorada Adelaide, habitaba en el cuerpo de una chica que se suponía debía estar muerta.
Vestía de blanco, con una chaqueta verde. Ambas prendas totalmente manchadas por la tierra, su rostro de porcelana también se encontraba sucio, pero aún así, cualquiera podría ver a la hermosa joven que se encontraba bajo todas esas capas de tierra.
Joseph avanzó a pasos rápidos, alertando a la temeraria Adelaide, quien no dudó en levantar su mano lista para atacar. Hasta que lo vio, a aquel chico que había estado siguiendo por décadas, como su sombra, sin poder hablarle o tocarle. Pero ahora podía hacer todas esas cosas.
Adelaide sonrió encantada, corriendo hacia el hombre que veía, quien la recibió gustoso y casi con los ojos llorosos. Para el, había sido la eternidad más miserable sin ella y para ella, había sido la tortura más horrible que jamás se hubiera imaginado. Pero eso no importaba, ahora estaban juntos.
───¿como es que...? ───comenzó a preguntar, frunciendo el ceño al escuchar su voz, al ver sus manos, al tocar su cabello. Esa no era ella, ¿de quien era el cuerpo en el que estaba?
───Allison Argent. ───le dijo, viendo la confusión en aquel rostro mugroso. Joseph levantó su mano, quitando la tierra de aquel rostro blanco y sonrió, si bien, nadie jamás se compararía con la belleza de su Adelaide, no estaba nada descontento con el nuevo cuerpo.
───¿por qué? ¿Quien es esta chica?
───era. ───la corrigió, sin soltarla. ───solo una cazadora sin importancia.
Adelaide sonrió un poco al escucharlo hablar, notando como a pesar de los años, su forma de hablar jamás había dejado de tener esa elegancia y franqueza que siempre lo había caracterizado.
───no lo entiendo, ¿como lo hiciste?
Joseph sonrió un poco. ───magia negra, querida.
───ahora podemos estar juntos, por siempre. ───murmuró con los ojos brillantes por la emoción. En su inocencia, Adelaide creía que las décadas de tortura por fin habían acabado. Eso era hasta que vio la sonrisa de Joseph temblar. ───¿hay algún problema?
───tenemos hasta el catorce de Noviembre, después de eso no podré seguir ocultándonos de Circe.
Los ojos de Adelaide se cristalizaron, no podía volver a ser una simple alma vagando por el mundo, sola, viendo los pecados provocados por la ira de su amado.
───debe haber algo... ¡tiene que haber una solución! ───le gritó, alejándose finalmente de él. Sintiendo la locura acumulándose dentro de ella y una pequeña voz en su cabeza pidiendo ser liberada. ───cállate, cállate. ───susurro, sosteniendo su cabeza con fuerzas y cerrando sus ojos.
El vampiro no lograba comprender lo que pasaba con la chica frente a él, aquella que en sus mejores tiempos, jamás habría levantado la voz o actuado tan extrañamente. Adelaide no lo necesitaba, siempre se mantenía tranquila, incluso cuando todo estaba perdido.
───mi amor, mi amor... tienes que tranquilizarte. ¿Enserio crees que no he pensado ya en una solución? Consulte con los brujos más antiguos y poderosos, con druidas de todas partes... por supuesto que se como arreglar esto.
Adelaide no contestó, continuaba en la misma posición que antes, pero esta vez con la respiración más tranquila.
»───vamos a solucionarlo... pero primero, ¿recuerdas algo de la chica en la que habitas? ───preguntó, genuinamente curioso y rogaba porque la respuesta fuera positiva.
───creo...
Esta bien...
Esta bien... es perfecto.
Estoy en los brazos de mi primer amor...
El ceño de Adelaide se frunció cuando aquella voz volvió a molestarla, las imágenes de la chica tirada en el suelo con un muchacho sosteniéndola, le llegaron de golpe y la hicieron sentir mareada. Pero además, la hicieron sentir las emociones de la misma chica, de Allison.
Tristeza, miedo, aceptación.
Ni siquiera había luchado para mantenerse despierta, simplemente se había quedado ahí, despidiéndose de su primer amor, aparentemente.
Te amo, Scott McCall.
Ahí estaba otra vez, esa voz. ¿Quien era? ¿Quien era Scott? Se preguntaba Adelaide una y otra vez, mientras una sensación de ansiedad se instalaba en su pecho al escuchar aquel nombre.
Joseph simplemente estaba ahí parado, delante de ella. Viendo como Adelaide dejaba leves golpes en su cabeza y caminaba en círculos con la mirada perdida, no fue hasta que comenzó a murmurar que el vampiro se acercó.
───Scott McCall. ───repetía la muchacha, sin detener su psicótica caminata. O eso fue hasta que Joseph la tomó de los hombros con una sonrisa brillante.
───¿lo recuerdas? ¿Sabes quien es?
───creo... creo que si.
Joseph soltó una carcajada aliviada, tomando a su amada en brazos y dándole vueltas con alegría.
───una vez más, mi querida Adelaide, nos has salvado a ambos. ───le dijo, murmurándole las gracias una y otra vez, mientras le dejaba castos besos en los labios agrietados y secos.
No fue hasta ese momento, que Adelaide se dio cuenta de la enorme sed que tenía. Sin quererlo, su vista fue a parar al cuello de Joseph, que se veía increíblemente apetecible. Adelaide se acercó cada vez más, hasta que sus dientes conectaron con este y comenzó a saborear la dulce sangre de su amado.
Joseph jadeo adolorido, abriendo los ojos con sorpresa.
»───eso es nuevo. ───murmuró, mientras la chica continuaba alimentándose directamente de él.
¡El primer capítulo!
¡Que emoción!
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