Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐍𝐀𝐕𝐈𝐃𝐀𝐃

Y el día tan esperado por fin había llegado.

El vigésimo cuarto día de la duodécima luna.

El sol no los recibió cuando despertaron, el cielo estaba nublado por nubes blancas y grises, y el frío les calaba en los huesos, se podía escuchar los rugidos de los dragones desde las cuevas, incomodos por aquel clima que tanto odiaban.

Cuando la familia real se unió para romper el ayuno aquella mañana, llevaban puestas prendas que tenían reservadas en sus armarios, pieles lo suficientemente calientes como para preservar el calor.

Lucerys era de los pocos a los que aquel clima no le molesto en lo absoluto, este llego descalzo a la habitación de sus padres y los tres se vieron alarmados al ver sus pies desnudos contra el piso helado.

De inmediato Harwin lo subió a la cama y su madre le llamo la atención, Daemon ordenó a unas doncellas traer ropa cálida y zapatos para el príncipe, mientras Lucerys les decía que no era necesario, aún así no le escucharon.

Jacaerys, por otra lado, había llegado abrigado a los aposentos para desear una feliz víspera, pero cuando noto que su hermano solo estaba cubierto por su camisón, se quito una de las pieles que traía encima y se la colocó.

—Luke, debes cuidarte o vas a resfriarte —dijo mientras le acomodaba la tela gruesa sobre sus hombros en modo de regaño.

—¿Por qué me regañan como si fuera un niño pequeño? —se quejo haciendo un puchero— yo solo quería desearles una feliz víspera de navidad —este se cruzo de brazos, molesto por la incesante preocupación de todos.

Harwin río al ver a su hijo y paso su brazo sobre sus hombros —Feliz víspera de navidad mi pequeño soldado.

—¡Feliz víspera papá! —exclamo feliz devolviéndole el abrazó.

Cuando las doncellas llegaron con las ropas para el niño, Rhaenyra las tomo en sus brazos, diciéndoles a las mujeres que ella se encargaría.

Ahora ahí estaban, sentados en el solar de Viserys, rompiendo el ayuno en familia.

Cuando los demás se enteraron de lo sucedido con Lucerys, le llamaron la atención al pequeño, a excepción de Aegon, quien le aseguro que podían caminar descalzos juntos si lo quería, este recibió una reprimenda por parte de sus padres, pero el joven de quince inviernos le sonrió a su sobrino en complicidad, sabiendo que Luke se sentiría mejor si alguien estaba de su lado.

—¿Y si repartimos capas de piel en Lecho de Pulgas? —pregunto Lucerys de repente llamando la atención de su familia.

—¿A qué te refieres mi principe? —pregunto Alicent.

—Pues, es el lugar mas pobre de la Ciudad y estoy seguro que hay muchas personas que no tienen como abrigarse, niños que no tienen un hogar, mujeres que tratan de sobrevivir en esas calles, personas mayores que apenas resisten el clima cálido —explicaba— el abuelo Viserys es el Rey, el puede ayudarles, al igual que tú abuela, como Reina consorte, y mi madre como la Princesa heredera, los tres tienen ese poder —aquellas palabras del pequeño de tan solo ocho años había sido como una bofetada de guante blanco para los adultos, ellos ni siquiera lo habían pensado y se supone que eran los gobernantes de aquel Reino.

—Tienes mucha razón mi pequeño dragón —hablo Viserys antes de que su esposa e hija contestarán— ordenaré a la Guardia de la Ciudad repartir capas de piel para quienes mas lo necesiten.

—Tambien podemos llevarles sopa caliente —acoto Rhaena entrando en la conversación, estando de acuerdo con Lucerys— una sopa con este clima no hace mal.

—Tienes razón ¡Podríamos ir todos! —exclamo el pequeño Luke, Rhaena asintió.

—No creo que sea buena idea.

—¿Por qué no abuela Alicent?.

—Debemos preparar todo para la cena de hoy, corazón —fue lo que dio como respuesta, aunque no estaba muy convencida, esta vez Jacaerys fue el que intervino.

—Tiene usted razón, Su Gracia, pero, creo que la cena la podemos organizar en la tarde, de todas maneras tenemos muchas personas que nos pueden ayudar, mientras que en Lecho de Pulgas a duras penas las personas sobreviven ¿Imagínese como deben de estar con este clima? —los mas pequeños asintieron estando de acuerdo, mientras los adultos habían quedado sorprendidos por las sabias palabras que habían salido de la boca del niño de solo diez onomásticos.

—Señorita ¿Podria ordenar en la cocina preparar diez ollas de sopa de verduras y carne de ciervo? —hablo la voz apacible de Helaena a una de las doncellas, Jacaerys sonrió en su dirección por apoyarle— y chocolate caliente, el suficiente para mas de quinientas personas —aquello se escuchaba imposible, pero ya de por si en el castillo había una cantidad cercana a eso y se alimentaban todos los días allí, así que no era tarea difícil.

La doncella dirigió su mirada al Rey, esperando su aprobación, y cuando lo vió asentir, aún estupefacto por lo que estaba sucediendo, la mujer salió para dar la orden en la cocina.

—¡Sera el mejor regaló de navidad para esas personas! —exclamo feliz Lucerys— y te querrán por eso abuelo, cuando haces el bien recibes cosas buenas.

—Y no hay nada mejor que hacer las cosas bien para las personas a las que sirves —apoyo Aemond a su sobrino.

—Vamos tío, debemos asegurarnos que todo salga bien —este tomó la mano del platinado y salió corriendo, Ser Erryk y el escudero de Aemond, un hombre llamado Robert, se fueron detrás de ellos.

—Creo que nosotros también deberíamos ir Principe Jacaerys —hablo Helaena mientras se levantaba de la mesa— si me disculpan familia, padre —dijo haciendo una reverencia.

—Tiene razón Princesa Helaena —respondio el Strong, este le ofreció su brazo y la joven entrelazó el suyo con el de él, saliendo de el solar como segundos atrás lo habían hecho Lucerys y Aemond, siendo seguidos por Ser Lorent y Rikar.

—¡No me dejen! —Joffrey salió corriendo detrás de ellos y se escucho la dulce risa de Helaena.

—Lady Rhaena y Baela, ¿Les gustaría que las resguardara hasta la cocina? —hablo la voz de Aegon levantándose de su asiento, Rhaena asintió acercándose a él y tomándolo del brazo.

—Ire con ustedes, pero no esperes que tome tú brazo primo —la niña salió caminando del lugar con la cabeza en alto, Rhaena se quejo, diciéndole a su hermana que fuera mas amable, Aegon le resto importancia, diciéndole a su prima que ya estaba acostumbrado, salieron del solar con la compañía de Ser Arryk y Steffon.

Los adultos ahora habían quedado solos, procesando todo lo que había pasado, Daemon veía por donde se habían ido los niños con una sonrisa de orgullo, Harwin palmeó su hombro entendiendo el sentimiento y se levantó —no sin antes dejar un beso en la frente de su esposa—, y salió del solar para ir acompañarlos.

—Creo que nos acaban de dar una lección —resonó la voz de Rhaenyra en la habitación antes silenciosa.

—Así es, hija mía —hablo Viserys con una sonrisa— son los futuros Reyes, Principes, Lores y Ladys de este continente los que hablaron hoy.

—Entonces lo estamos dejando en buenas manos —dijo Alicent.

—Así es mi Reina, y creo que deberíamos seguir su ejemplo y discutir mas sobre los problemas que padecen nuestra gente para mejorar su calidad de vida —la Princesa heredera se arrepentía de no haber pensado en eso antes, y que hayan sido sus hijos los que les llamaron la atención sin intención alguna de reproche.

—Buenos días familia —hablo la voz de Rhaenys, quien entraba con la compañía de Corlys, ambos adultos fruncieron su ceño cuando notaron que faltaba gran parte de ellos y que los que quedaban tenían los rostros pensativos, se preguntaron mientras se miraban si quizás se habían perdido de algo.

Las órdenes de Viserys fueran acatadas en la Ciudad, donde incluso se unieron Capas Blancas y ciertos miembros de la nobleza, sintiendo el espíritu navideño.

Se armaron varias carpas en una plaza de Lecho de Pulgas, al igual que se instalaron mesas, las personas veían con curiosidad lo que pasaba mientras recibían aquellas capas brindándoles el calor que sus brazos no les permitían. Vieron carruajes llegar y de ellos bajaron doncellas del castillo.

El rumor de que la familia real haría acto de presencia se corrió tan rapido como el fuego.

Las sopas ya estaban listas, al igual que el chocolate caliente, Lucerys había cumplido con su promesa de vigilar de que todo estuviera bien, incluso probando la comida con ayuda de Aegon para asegurarse de que tuvieran un buen sabor.

Cuando todo estuvo preparado, las sopas y el chocolate se subieron en carruajes, y la familia real, sin excepción alguna, también lo hizo.

Las sopas fueron instaladas en las mesas y el chocolate caliente en otras aparte.

Ya todos los habitantes de la zona se encontraban rodeando el lugar y el delicioso olor de la sopa llego a ellos provocando que sus estómagos rugieran del hambre, muchos de ellos conocieron por primera vez el olor del chocolate y esperaban ansiosos por poder probarlo.

En ese momento llegaron finalmente cuatro carruajes y de allí bajaron toda la familia real, siendo rodeados por Capas Blancas y Doradas.

Lucerys bajo feliz, con la asistencia de su padre y luego se acercó a donde estaba su tío Aemond con Rhaena.

La familia se dividió en las tareas: Harwin, Aegon, Aemond y Jacaerys repartirían la sopa, Lucerys, Rhaena y Baela, con la compañía de Rhaenys, servirían el chocolate, Daemon y Corlys se encargaría de la vigilancia junto con los Guardias, Corlys había traído guardias de la familia Velaryon para reforzar la seguridad, Rhaenyra y Alicent hablarían con las mujeres mientras que Viserys con los hombres y Helaena había decidido interactuar con los niños, interesada en conocer sus situaciones.

Así todos pusieron manos a la obra
y las personas en Lecho de Pulgas no cabían de agradecimientos, viendo que por primera vez en años, aquellos que decían cuidarles y protegerles desde aquel castillo lleno de comodidades, habían decidido pasar aquella víspera de navidad dándoles cobijo y comida, escuchando los problemas que les aquejaban y esperando que sus promesas no solo quedarán en palabras, sino que también se materializaran con acciones.

Helaena se encontraba hablando con varios niños y niñas que se encontraban sentados alrededor de ella, la joven era acompañada por Ser Rikar y Ser Lorent, quien había recibido la orden de Jacaerys de no apartarse de la princesa.

Rhaenyra se encontraba sentada en una silla, con la compañía de Alicent a su lado, escuchando con atención las historias de las mujeres y ancianos, ambas mujeres sintiendo sus corazones romperse por tales relatos, y la princesa, por su estado hormonal, derramó algunas lágrimas, mientras se disculpaba y prometía brindarles toda la ayuda que necesitasen, recibiendo la misma promesa por parte de la Reina, quien tomo la mano de su amiga para brindarle apoyo.

Viserys se encontraba rodeado de hombres, escuchando atentamente sus pedidos con la compañía de Lord Mano, así como las historias de todo lo que padecían, incluso por ciertos guardias Capas Doradas, el Rey temió en ese momento en pensar si aquello también se daba cuando su hermano Daemon era el Lord Comandante, pero un anciano calmo sus dudas, cuando le contó como el año que el principe llevo la comandancia, vivían tranquilos.

Lucerys asintió cuando uno de los niños del lugar le invito a jugar, Ser Erryk fue detrás de él y varios Capas Doradas acompañaron al principe para mantenerlo vigilado.

Daemon veía todo desde su lugar y sonrió, ahora viendo a Lucerys jugar con varios niños, corriendo de un lado a otro, pensando en que Lucerys era como esa estrella brillante que guiaba a los barcos en la oscura noche cuando no podían ver más nada que la aterradora oscuridad.

Lucerys era aquella estrella que guiaba a su familia por el buen camino.

Cuando toda la familia llegó en la tarde a la Fortaleza, con muchas ideas que aportar para ayudar a su gente, pero sabiendo que conseguirían la oportunidad en otro momento, Rhaenyra y Alicent fueron a las cocinas para ver que todo para la cena estuviera listo.

Los niños fueron enviados a sus habitaciones, donde doncellas ya les esperaban para ayudarlos a prepararse para la cena de esa noche.

Lucerys llego a su habitación con mucha adrenalina de aquel día, había jugado mucho con los niños de Lecho de Pulga, donde su tío Aegon y Aemond se le unieron, los tres también escucharon los pedidos e historias de aquellos niños, y entre los tres tenían muchas ideas para ayudarlos, por lo que antes de meterse en la tina que su doncella había preparado, busco un cuaderno que tenía y tomo una pluma, para anotar las ideas.

Helaena había ido preparada, y cuando iban de regreso a la Fortaleza, leía el cuaderno donde había anotado todo lo que ella encontró necesario e importante.

Jacaerys junto a su padre Harwin, habían intercambiado palabras con las personas a las que le servían comida, y cuando se desocuparon, también crearon su propio grupo de personas, quienes les contaron sus problemas, como futuro Rey consorte y Rey de los Siete Reinos les competia.

Lucerys fue guiado por una de las doncellas a su tina, quien lo ayudo a bañarse y escuchaba con atención lo que el niño le decía, se llamaba Bertha y era de las pocas doncellas a las que el pequeño le tenía confianza. Recién ese día había regresado al castillo y Lucerys se emociono cuando la vio en su habitación.

Cuando terminó con su baño, la mujer le ayudo a vestirse y a peinar su cabello de rulos desordenados.

Bertha consiguió una capa de piel que le combinaba con su ropa de colores azul y negro, Lucerys sonrió complacido cuando se miró en el espejo.

—Muchas gracias mamá Bertha —la mujer de unos cuarenta inviernos le sonrió y lo tomó de los hombros con cariño dejando un beso sonoro en su mejilla.

—Eres toda una bendición mi Príncipe —le dijo la mujer mientras empezaba a recoger las cosas— lo que hiciste por la gente de Lecho de Pulgas en este día tan especial, lo van a recordar por siempre.

—Era lo correcto mamá Bertha, son personas que necesitan de nuestra ayuda y nosotros debemos brindarsela.

—Seras un excelente Lord mi pequeño, y serás amado y recordado por todo Westeros por tú benevolencia, no tengo dudas de ello —el niño solo sonrió, con las mejillas sonrojadas y se despidió de la mujer cuando la vio dirigirse a la puerta, esta le envío un beso como despedida.

Cuando Lucerys quedo solo, se sentó cerca de la ventana, y observó como la servidumbre iba de un lado a otro, terminando los preparativos de aquella noche, donde se daría la cena navideña de la familia real.

Una hora después, su tía Helaena llegó a su habitación para hacerle compañía, y sobrino y tía hablaron de lo que habían hecho en el pueblo, compartiendose las ideas y preocupaciones que sostenían en su corazón.

Su conversación se vió interrumpida cuando Baela entro en los aposentos con la compañía de Jacaerys, quien sonrió al ver a su hermano y Helaena juntos, ahora los cuatro retomando la conversación que llevaban minutos antes.

—Mis niños —la voz de Alicent entrando llamo la atención de los cuatro, esta venía acompañado por Aemond— vamos, ya la mesa está lista.

Los cinco niños caminaron detrás de la mujer, hablando entre ellos y discutiendo, los guardias les seguían de cerca.

La cena navideña de la familia real se llevaba acabó en el bosque de los Dioses desde el Reinado del Rey Jaehaerys, y a pesar de que aquella noche hacía frío, aquello no detendría a la familia de seguir con aquella tradición.

Todos se encontraban usando sus mejores ropas, las mujeres llevaban vestidos de colores rojos, negros, dorados, azules y plateados y la vestimenta de los hombres combinaban con las de ellas.

Todos se esparcieron por el jardín, esperando por la presencia de Viserys para dar comienzo aquella cena.

Lucerys se encontraba cerca del árbol con la compañía de Aegon y Rhaena, Jacaerys hablaba con su padre, Rhaenyra estaba en una conversación con sus hermanos Helaena y Aemond, los tres riendo de algo que había dicho la mayor, Alicent llevaba una conversación con Daemon.

Les mentiría si les dijera que ambos se llevaron bien de inmediato, cuando Otto aún seguía vivo y Alicent era solo la dama de compañía de Rhaenyra, la joven y el hombre no tenían una buena relación, por el simple hecho de que Alicent era hija del coño Hightower, y Daemon, el horrible hombre que su padre le había dicho que era.

Ambos habían tenido asperezas por muchos años y cuando Daemon se caso con Rhaenyra, tuvieron que aprender a tener una buena relación, la princesa heredera estaba en el medio de ellos, así que los dos decidieron alzar sus banderas blancas por la paz e intentar ser educados con el otro, así fue al principio, pero poco a poco fueron tomando confianza y hasta ahora llevaban una buena relación.

Rhaenys y Corlys se encontraban sentados en un mueble, con la compañía de sus nietos, Baela y Joffrey, ambos conversando con los niños de sus experiencias en la guerra y la Corte, la niña escuchaba atentamente mientras Joffrey mostraba su preocupación por ser el heredero de Harrenhal, la cuál fue apaciguada por su abuela Rhaenys.

Viserys llegó con la compañía de Lyonel Strong, todos hicieron una reverencia hacía el hombre y fueron hasta sus asientos en la mesa, donde el Rey dio comienzo a la cena navideña.

Todos comían con felicidad, contando historias divertidas y de navidades pasadas, recordando momentos buenos y graciosos.

No fue hasta que Viserys llamó la atención de todos para hacer un brindis.

—Quiero brindar por esta familia, por la hermosa familia que hemos hecho —este sonrió— quiero brindar por mi hija mayor Rhaenyra, el fruto de mi amor con la antigua Reina Aemma, mi heredera, la futura Reina de los Siete Reinos, y también por mi nuero, Harwin Strong, futuro Lord de Harrenhal y Rey consorte de Poniente, compartiendo dicho título con mi querido hermano, Daemon Targaryen —todos brindaron mientras reían escuchando los gritos de Aegon y Daemon— también quiero brindar por mis hijos, fruto de mi amor con la Reina Alicent, mis valientes príncipes, Aegon y Aemond, y mi dulce princesa, Helaena, se que el futuro les depara cosas maravillosas y algo en mi me dice, que conseguirán su puesto dentro de los deberes de la familia real, ayudando a su hermana y su sobrino en sus reinados cuando yo ya no esté —nuevamente todos alzaron sus copas— para mis nietos, Jacaerys, futuro heredero al Trono y mis niños, Lucerys y Joffrey, herederos de Marcaderiva y Harrenhal, yo se que lo harán excelente mis dragones, y serán el faro y futuro de todo este continente, con la compañía de sus tíos y sus hermanastras, Baela y Rhaena, dos niñas sumamente hermosas e inteligentes como su madre y su abuela Rhaenys, brindo por todos ustedes —aquel brindis había sido muy emotivo y significativo, provocando que Rhaenyra llorará, maldiciendo a sus hormonas por hacerla tan susceptible.

Todos continuaron la cena, y cuando terminaron, se levantaron de la mesa y pasaron a sentarse en unos almohadones que les habían preparado las doncellas, todos reunidos alrededor de una fogata.

Los guardias estaban sentados detras de ellos, también recibiendo el calor que les proporcionaba aquel fuego, en aquel clima tan helado.

Lucerys se encontraba distraído, jugando con los botones de la manga de su jubón, cuando algo blanco cayó sobre su pierna, el niño frunció su ceño confundido, sacudiendo aquello pensando que era una basurita, pero esta vez sintió como otra caía sobre su pestaña y alzo su mirada mientras restregaba su ojo, ahora observando como mas de aquello que cayo en su pantalón caía del cielo y fue ahí cuando entendido que estaba pasando.

—¡Esta nevando! —exclamo mientras se levantaba emocionado de su almohadón, llamando la atención de su familia, quienes también alzaron sus miradas para ver la nieve que empezaba a caer.

Todos se levantaron de donde estaban y alzaron sus manos para intentar tocar la nieve que caía, la cual se volvió mas intensa con el pasar de los minutos.

La servidumbre y los guardias veían  la nieve caer desde todas las partes del castillo donde se encontraban, igual de emocionados que la familia real.

Lucerys salió corriendo, con Joffrey detrás de él, saltando debajo de la nieve, Aegon y Baela sacaron sus lenguas, compitiendo por ver a quien le caía primero un copo de nieve, Aemond y Rhaena estaban hablando, compartiendo su emoción de que sus lecturas con el maestre sobre los astros no habían sido erradas, Helaena y Jacaerys veían la nieve caer desde sus almohadones mientras hablaban y tenían sus manos entrelazadas.

Rhaenyra se encontraba abrazada a Harwin viendo los copos de nieve y Daemon estaba agachado hablándole a la barriga de la mujer, la mano de la Princesa acariciaba su cabello.

Viserys hablaba con el Strong, su prima y Lord Corlys, quienes jamás pensaron ver nieve caer en Desembarco del Rey, se sentían complacidos de formar parte de aquel momento tan histórico, que quedaría grabado en los libros de la historia de Poniente.

El Rey, quien observó a su familia con detenimiento, se encargarían de que todo ese momento quedará bien escrito, para que las personas en el futuro, pudieran saber la hermosa relación que tenía toda la familia.

Alicent parecía una niña pequeña más, corriendo y jugando con Lucerys y Joffrey, ambos niños disfrutando de la compañía del único adulto que parecía comprender su emoción.

La mujer se detuvo un instante, viendo la nieve caer, y pensó en que si su padre siguiera vivo, ni siquiera estuvieran todos juntos en ese momento disfrutando en familia, y si así fuera, le reprendería por su pérdida de compostura, recordándole que era la Reina y debía comportarse como tal.

Alicent le pedía perdón a los Siete por su pensamiento, pero agradecía que su padre estuviera muerto, viendo a sus hijos felices y pensando que quizas fueran niños tristes y vacíos si tuvieran presente la figura de su abuelo Otto, y ella, una mujer vacía y rota.

La Hightower regreso al momento cuando Lucerys y Joffrey la tomaron de la mano, esta sonrió volviendo a correr junto a ellos.

Helaena, Aegon, Baela y Jacaerys se les unieron al juego, la grama verde empezando a ser cubierta por aquella capa blanca.

Los caballeros reales estaban alejados, tomando de un chocolate caliente que las doncellas les habían ofrecido, mientras hablaban y reían.

El sonido de la campana detuvo los pasos, las risas y las conversaciones.

El vigésimo quinto día de la duodécima luna se dió paso en aquella noche invernal y oficialmente ya era navidad.

—¡Feliz navidad familia! —exclamo Lucerys entusiasmado abrazando a su madre.

Todos le imitaron; las familias compartieron abrazos, los esposos se besaron, las riñas entre Aegon y Baela dieron una pausa cuando la niña le abrazo, la amistad entre la Reina y la Princesa se hizo mas fuerte cuando compartieron un abrazo lleno de amor la una por la otra, los hermanos Targaryen se abrazaron, deseandose buenos augurios, Harwin compartio un abrazo con su padre, al mismo tiempo que recordaban a Larys, quien había muerto años atrás en un horrible incendió.

Lucerys se acercó a su tío Aemond, quien se encontraba algo retirado de los demás y veía todas las interacciones con una sonrisa.

—¿Estás feliz tío? —pregunto Lucerys cuando estuvo a su lado, el niño asintió mientras pasaba su brazo por su hombro, abrazándolo hacía él, el Strong-Velaryon paso su brazo por su espalda.

—¿Y tú sobrino? —este sonrió, viendo la hermosa imagen de su familia bajo la nieve.

—Es la mejor navidad —fue lo que dió como respuesta, después de eso, ambos se volvieron a integrar con su familia.

Lucerys se les escapó por un momento, para desearles una feliz navidad a sus fieles protectores, que siempre estaban allí para ellos, y se disculpó con Ser Erryk por ser un dolor de cabeza cuando esa luna llegaba, provocando que el guardia riera.

Todos imitaron la acción de Lucerys, y Viserys termino invitando a los hombres a que se les unieran en la celebración. Ser Harrold se quiso negar, pensando en que aquello era demasiado y que sus lugares estaban en otro lugar aparte de la familia, pero cuando escucho que era una orden por parte del Rey, no tuvo como excusarse.

Alicent busco a los músicos para que tocaran música, la mujer junto con Lord Corlys y los niños empezaron a bailar, Rhaenys fue invitada por Harwin, quien aceptó complacida.

Rhaenyra no podía bailar, por lo que se encontraba sentada en compañía de su padre y suegro, hablando y riendo mientras veían a los demás danzar.

Daemon bailaba con Rhaena, quien luego era reemplazada por Baela y después las sostenía a las dos.

Aquella noche de navidad, se la pasaron bailando hasta que el cansancio llegó a sus cuerpos y uno a uno fueron marchándose a sus aposentos.

Lucerys se quedo dormido con una sonrisa en los labios, esperando que fuera de mañana para abrir los regalos.

En la mañana siguiente, Lucerys despertó con la voz de Bertha, avisándole que la tina caliente ya estaba lista, el niño se quiso aferrar a sus sabanas, pero la emoción de los regalos y que debía ir a la habitación de su tío Aemond pudieron más, por lo que se levanto, aún algo somnoliento y sonrió al ver mejor la cara de la mujer.

—Feliz navidad mamá Bertha —dijo, dándole un abrazo.

—Feliz navidad mi Príncipe —le respondió con una sonrisa.

—Tengo un regalo para ti —este salió corriendo a uno de sus muebles y saco una pequeña cajita de madera.

—No tiene porque hacerlo Príncipe.

—Claro que si debo, usted me ha cuidado desde que tengo conocimiento y es lo menos que puedo hacer —este le extendió el regaló, y la mujer, algo dudosa, lo acepto.

Cuando esta lo abrió, sintió sus ojos llenarse de lágrimas —Mi principe, pensé que no recordaba la historia.

—Yo siempre recuerdo mamá Bertha —era una caja musical, con una bailarina que daba vueltas.

—Muchas gracias Principe Lucerys —la mujer le dió un abrazo, y luego de eso, guío al niño a la tina, quien se baño rápido, no quería perder mas el tiempo.

Luke espero con paciencia a que la mujer lo ayudará y cuando terminó quiso salir de la habitación con prisa, pero su voz la detuvo.

—Principe, la corona —le recordó, este regreso a donde estaba la mujer, y esta le acomodo una corona hecha por ramas de pino en su cabeza.

Era una tradición de Navidad en Westeros, que, en el vigésimo quinto día, las mujeres llevaran coronas de flores y los hombres coronas armadas por las ramas de los pinos.

Cuando salió de sus aposentos, se encontro con su guardia real, a quien le entregó su regaló.

—Espero le de un buen uso Ser Erryk —fue lo que dijo mientras empezaba a caminar, el guardia lo abrió y sonrió cuando vio dinero y un papel con la letra de Lucerys, donde le agradecía por su trabajo y lealtad, al mismo tiempo que le aseguraba que podía usar ese papel como un pase para montar junto con el su dragona en el futuro, cuando esta fuera lo suficientemente grande para cargar a los dos.

Ser Erryk se sintió honrado y llevo aquella nota a su corazón, valía mucho mas que el dinero que le había obsequiado el niño.

Lucerys entro en los aposentos de su tío Aemond, el cual parecía ya estarlo esperando, también ya arreglado y con su corona sobre la cabeza.

—¿Cómo vamos hacer?.

—Creo que es mejor que se quede aquí y luego la traemos —Aemond asintió estando de acuerdo, ambos niños le dieron una última mirada aquel regalo que pronto estaría en las manos de la persona, a la cual le habían cuidado con mucho amor y conocimiento aquel obsequio.

Cuando llegaron a la sala de Trono, donde se encontraban los regalos, ya ahí esperaban Viserys, Alicent, Joffrey, Aegon, Rhaena, Baela, Helaena, Lyonel, Rhaenys, Corlys y Harwin.

Los dos niños saludaron a su familia, Lucerys halagando a las mujeres por lo hermosas que se veían con sus coronas de flores, Aemond se sonrojó cuando le dijo a Rhaena lo bien que le asentaba las flores azules en su cabello y la niña también se sonrojó.

Daemon y Rhaenyra llegaron juntos, saludando a toda su familia, en especial a sus hijos y por último Jacaerys, quien se veía muy nervioso.

La entrega de regalos comenzó a manos de Alicent, quien le regalo unos libros de la Vieja Valyria a Viserys, el hombre se vió muy agradecido con su esposa, la cual, había prácticamente buscado bajo tierra y mar aquellos libros. Incluso Rhaenyra, Daemon y Rhaenys se vieron curiosos y sorprendidos.

Daemon le regaló a su hija Baela su primera espada y la niña estuvo apunto de llorar, prometiéndole a su padre que le traería honor y dejaría huella con ella para la casa Targaryen, Rhaena recibió un guardapelo por parte de su padre y cuando lo abrió no pudo contener sus lágrimas y lo abrazo en agradecimiento, este traía la imagen de su madre con Vhagar de fondo, no era completamente exacta al ser un dibujo, pero, era su madre.

Jacaerys le regalo un diario a Aegon, este se vio aburrido al principio, pero cuando lo abrió, no dejo de agradecerle a su sobrino.

—¿Cómo le hiciste Jace? —pregunto viendo toda la información, incluso dibujos de su dragón Sunfyre en el.

—Descubrí que los cuidadores en Pozo Dragón, tienen diarios con anotaciones y dibujos de nuestros dragones, así que compre un diario y le pedí a los cuidadores que escribían la información que transcribieran cada letra y dibujo a el, se lo mucho que aprecias a tú dragon y lo libre que te sientes en el cielo tío, por eso pensé que este sería un buen presente —Aegon le abrazo y dió un beso en su mejilla, aun muy emocionado por aquel regalo.

Lucerys le regaló unas acuarelas especiales a su tío Aegon, las cuales su padre le había comprado en Essos, el pequeño Strong sabía de la afición que tenía su tío con la pintura y vió como los ojos de Aegon se cristalizaron, al mismo tiempo que lo abrazaba en agradecimiento, se sentía muy amado.

Rhaenyra le regaló un libro a Helaena donde hablaban de las flores, la mujer se había enterado que su pequeña hermana también amaba la naturaleza, por lo que pensó que sería buena idea darle aquel regalo.

A su hijo Jacaerys le regaló un libro que le confío su abuelo Baelon antes de fallecer, sobre el Reinado de Aegon Targaryen, donde habían anotaciones del Príncipe que Rhaenyra le aseguro, le servirían. A Lucerys le regaló un barco, el cual tenía la forma de su dragón Arrax, la pequeña figura de un niño sobre él, el cual se suponía era Lucerys, quien sostenía una estrella en sus manos, explicando que esa estrella era una representación de él, así como aquella estrella representaba la guía de los marineros, Lucerys lo sería para la casa Velaryon.

A su pequeño Joffrey le obsequió una figura de cristal de su dragón Tyraxes y el niño le agradeció a su madre.

Así continuo la entrega de regalos, entre lágrimas y mucha gratitud.

—Chicos ¿A donde vamos? —pregunto Rhaena, hace unos minutos Aemond y Lucerys le habían cubiertos los ojos, diciéndole que le tenían una sorpresa, Rhaena  no se vió muy convencida al principio, pero terminó aceptando por la insistencia de Lucerys.

Ahora era guiada por ambos niños, quienes le tomaban de la mano.

Sintió un cambió en el ambiente muy rápido, de sentir el frío helado, paso a sentir un terrible calor, que la llevo a quitarse la piel que la cubría, provocando que cayera al suelo, escucho como una puerta se cerraba detrás de ella y al lado de ella Lucerys río.

—¿Ya me puedo quitar la venda? —pregunto exasperada.

—Tranquila dragona —dijo Aemond y en ese momento la niña quiso golpearlo, de no haber sido porque la venda le cubría los ojos lo habría hecho— Luke, quítale la venda —el niño acato, y se puso detrás de ella, desenredando el pañuelo.

Cuando la venda cayo al piso, Rhaena abrió sus ojos y de inmediato sintió su vista cristalizarse al mismo tiempo en que su corazón comenzaba a latir de manera rápida.

—¡Sorpresa! —exclamaron los dos, aunque Lucerys con más emoción, mientras señalaban el huevo de dragon que se encontraba entre brasas calientes siendo cuidado.

La niña sintió sus piernas flaquear y cayó al piso, de inmediato ambos niños se pusieron a su lado, preocupados por ella.

—Rhaena ¿Estás bien? —escucho la voz de Aemond.

—Rhae, lo siento, si mi regalo no te gusto lo entiendo, o si es por el color del huevo, lo podemos cambiar, Dreamfyre puso muchos más —el niño recordaba como se había arriesgado para conseguir aquel huevo de la nidada de Dreamfyre, pero tuvo suerte que aquel día, por alguna extraña razón, la dragona se encontraba durmiendo y en ningún momento despertó.

Cuando Rhaena finalmente consiguió las palabras habló.

—No es eso Luke —le tranquilizó al niño que hablaba sin parar, el cuál se callo de inmediato apenas ella habló— es solo que estoy muy emocionada y esta fue mi reacción —la niña le miro con una sonrisa, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas, Lucerys le sonrió de lado y luego se abrazó a ella y Rhaena le recibió— es el mejor regalo que me han hecho en toda mi vida, muchas gracias Luke.

—El crédito también es de Aemond —le dijo mientras se separaban— entre ambos lo cuidamos, pero él lo mantuvo a salvo aquí en su habitación —la niña volteo a mirarlo y este le sonreía con los labios.

—Muchas gracias Aemond —sin darle oportunidad a reaccionar, lo fundió en un abrazo, y el niño de once años lo acepto cohibido, no era alguien de abrazos pero a ciertas personas se lo permitía, y ahora Rhaena formaría parte de esa lista.

Los tres se acercaron al huevo y Rhaena volvió a llorar, sintiendo el calor que emanaba y esta vez sintió en su corazón que finalmente su búsqueda había culminado.

Rhaenyra camino a sus aposentos, con la compañía de sus esposos, pudo sentirlos a ambos nerviosos, aunque cuando los veía, estos le sonreían o le mandaban guiños, la mujer les observaba con los ojos entrecerrados, sabiendo que algo se traían entre manos.

Cuando llegaron, Rhaenyra se quito los zapatos, los cuales mataban sus pies que se encontraban hinchados, síntomas del embarazo, Daemon le ayudo a sentarse en un mueble y cuando se aseguro de que se encontraba cómoda, se alejó.

La Princesa mordió su mejilla para ahogar una risa, cuando la imagen de sus dos esposos parados uno al lado del otro, como dos niños que se sentían cohibidos por su madre estaban en frente de ella, fue ahí que la mujer decidió expresar lo que pensaba.

—¿Qué hicieron? —pregunto entrecerrando sus ojos, ambos hombres se miraron— se que algo pasa, así que mas vale que me lo digan ya esposos míos.

Daemon miro a Harwin y este asintió, el peliblanco se marcho por un momento, dejando a Harwin con Rhaenyra quien observó a Daemon con curiosidad.

—Tenemos un regalo para ti Nyra —le hablo el Strong con una sonrisa, en ese momento la mujer se relajó y sonrió mirando a su primer esposo.

Una doncella hizo acto de presencia, trayendo unas frutas confitadas que la princesa había pedido, un antojo muy recurrente de la mujer los últimos meses, Harwin tomo la bandeja, agradeciendo a la mujer y se la dio a su esposa, la cual de inmediato tomó una entre sus manos y la llevo a su boca.

Minutos después Daemon llegó, con lo que parecía un cuadro en sus manos, el cual se encontraba cubierto por un papel marrón, la mujer le miro intrigada y este sonrió de manera abierta, algo muy raro en el Príncipe, por lo que supuso que el regalo que le darían era algo especial.

Ñuha ābrazȳrys, este año Harwin y yo quisimos darte un regalo especial.

—Algo que tuviera un gran significado en tú vida y que pudieras apreciar.

—Sabemos lo importante que fue tú madre para ti y que el perderla te dejo un gran hueco en el corazón —Rhaenyra sonrió, ahora algo triste y nostálgica al recordar a su madre.

—Así que hablamos con Lady Arryn y le preguntamos si tenían algo de la Reina Aemma que te pudiéramos obsequiar.

—Y la querida Jeyne consiguió esto entre unas pinturas que estaban en el almacen de la familia —Daemon finalmente quito el papel que cubría el cuadro y Rhaenyra llevo una de sus manos a su boca ahogando su llanto, sin poder creer lo que veía en ese momento.

La mujer cubrió su rostro con sus manos, para secar sus lágrimas y de inmediato sintió a los dos hombres a su lado, esta finalmente respiró, llevando una de sus manos a su barriga y luego miro a sus esposos con una sonrisa deslumbrante, lo cual los tranquilizó.

—¿Cómo es qué...?.

—No lo sabemos, ni siquiera Lady Jeyne tenía conocimiento de dicha pintura —le respondió Daemon.

—Yo... —esta dirigió su mirada al cuadro y sonrió— en estos momentos, viendo esa pintura, comprendo que mi madre es la razón por la que estoy con ambos —esta los miró— los dos me hacen feliz, de maneras distintas y me aman y miman en lo que sea que yo necesite, y me cuidan y protegen cuando llevo a sus hijos en mi vientre, madre fue el angel que me envió dos asombrosos hombres a que cuidarán de mi, y ver como se esmeraron en conseguir el regalo perfecto, el cual lo es, no me hace dudar de las decisiones que tome en su momento.

Ambos hombres sonrieron, emocionados por las palabras de su esposa y plantaron un beso en sus mejillas.

Rhaenyra veía la pintura, era su hermosa madre, era ella, había regresado nuevamente y aquel vacío que sentía en su corazón desde su muerte se iba cerrando poco a poco, en los brazos de Lady Aemma descansaba una bebé y Rhaenyra supo que era ella la que su madre cargaba, ella reía y tenía sus ojos cerrados mientras que arriba de la pequeña cabeza de la princesa heredera volaban dos pequeños dragones.

En ese momento su burbuja se vió interrumpida por unos gritos que venían del pasillo, y los tres padres se levantaron preocupados para ver que ocurría.

Jacaerys se encontraba guiando a Helaena al cuál sería su presente, la joven de tres y diez inviernos caminaba sujetando la mano del Principe mientras reía, detrás de ellos les seguian Ser Lorent y Rikar, vigilando sus protegidos, sonriendo por la adorable imagen de los niños.

Finalmente se detuvieron y Helaena escucho una puerta abrirse, Jacaerys la guío adentro y luego escucho como dicha puerta volvía a cerrarse detrás de ella.

—Jace —le llamo al no sentirlo a su lado, de inmediato la mano del niño tomó la suya.

—Aquí estoy Hel —le aseguro mientras acariciaba su dorso con su pulgar.

—¿Ya puedo quitarme la venda? El juego se me hace divertido, pero ya me esta empezando a molestar la tela.

—Claro que sí mi luna, dejame y te ayudo —Jacaerys se puso detrás de ella y aflojó la tela, permitiendo que esta cayera para que Helaena pudiera ver.

El joven se encontraba expectante detrás de ella, esperando una reacción de su parte, pero los segundos pasaban y no había alguna reacción alguna de su Princesa, el Príncipe penso que quizás no le había gustado, pero cuando esta volteó, pudo observar una sonrisa en sus labios y sus ojos cristalizados.

—Helaena ¿Qué...?.

—Casemonos —Jacaerys le miro sorprendido, Helaena se acercó y tomo las manos del joven entre las suyas, sintiendo la calidez de él traspasar su piel— he esperado mucho por este momento.

—No te estoy entendiendo mi soñadora —le dijo Jace con notable confusión en su rostro, Helaena solo pudo sonreír.

—He visto nuestro futuro Jace, los Dioses me bendicieron una noche y ví nuestro futuro, el cual comenzaba en esta habitación, justo en este momento y me veía a mi pidiéndote que nos casaramos —Jacaerys no sabía como sentirse, si feliz, abrumado o agradecido con los Dioses por haber bendecido a Helaena con el don de ver el futuro. Aún así, Jacaerys no pudo evitar decir sus inquietudes, las cuales eran muy razonables.

—Pero, apenas somos unos niños, yo tengo diez y tú eres una joven de tres y diez.

—El que nos comprometamos ahorita, no quiere decir que consumamos el matrimonio de inmediato.

—¿Qué mas viste mi soñadora? —pregunto.

—Yo te pedía comprometernos y tú decías que si, pero nuestro matrimonio ocurría unos años después —el Strong asintió con una sonrisa.

—Entonces debemos hablar con el abuelo y nuestras madres —Helaena le sonrió, pero esta era diferente, como de “yo lo se”.

—Jace, también ví como hablabas con tú madre antes de este momento sobre la idea de comprometerte conmigo y el como este regaló también se encuentra en Rocadragón —dijo mientras daba una mirada rápida en la habitación y la volvía a él, las mejillas del niño de diez se sonrojaron por verse descubierto y se preguntó, que más sabía— el azul y verde bailan felices en el cielo, no hay muerte, solo dragones bailando al son de una hermosa balada —dijo con su voz soñadora, aquella que Jace adoraba.

—¿Entonces si te gustó? —Helaena asintió.

—Es el segundo mejor regalo que me han dado, el primero serán nuestros hijos —respondio mientras se distraía con el hermoso cuadro que colgaba en una de las paredes.

—Espera ¡¿Hijos?! —exclamo acercándose a ella, Helaena le sonrió.

—La primera que cargaremos en nuestros brazos sera nuestra Aemma —asintió mientras observaba toda la habitación, dando una mirada rapida a la ventana, donde afuera caía la nieve, justo como había visto en su sueño.

—Aemma... —la voz de Jacaerys hablo en un susurro, como si aquella idea le encantara.

Jacaerys paso toda una semana acomodando aquella habitación para que fuera un estudio solo para Helaena, habían insectos que la joven amaba por toda la habitación y en un rincón habían plantas, sus favoritas, en una pared yacía una estantería llena de libros de todo lo que tuviera que ver con sus adorados amigos y la naturaleza.

Y sobre una pared, estaba una pintura, donde se veía una Helaena con una sonrisa imperceptible en sus labios, mientras los insectos adornaban su cabeza como una corona, algunos se posaban sobre su ropa y su dragona estaba detrás de ella. En Rocadragón había una habitación parecida.

Ambos escucharon gritos venir de los pasillos y salieron.

Cuando toda la familia salió a ver lo que sucedía, se encontraron con Aemond, Lucerys y Rhaena, esta última traía sobre su hombro un pequeño dragon, al cual la niña había llamado Morning.

Daemon y Baela se sintieron muy orgullosos de su hija/hermana, y Rhaenys felicito a su nieta.

Había una nueva jinete en la familia, y el nacimiento de aquel dragón, era la seguridad de un maravilloso futuro.

Aquella navidad quedaría grabada en la memoria de toda la familia y no dejarían de hablar de ella en las navidades por venir.



Hola?



Hey!


—No, está historia aún no ha terminado.

—¡Lucerys!.

—No, me dijiste que tus lectores son muy chismosos y les gusta saber sobre mi familia, así que quiero contarles un poco más.

—Esta bien, pero te dejo solo por el dragón que me diste cuando tenías ocho años.

—Gracias —suspira— en estos momentos soy un hombre de siete y veinte inviernos queridos lectores, soy un hombre casado, pero, les diré mas adelante con quien me case. Mis padres y mi madre después de aquella navidad, al año siguiente, recibieron dos mellizos, una niña y un niño, llamados Visenya y Baelon, no sabemos cómo es genéticamente posible, pero Visenya tiene el cabello de los Targaryen y los ojos color marron, mientras que Baelon los ojos violetas pero el cabello castaño, de alguna forma resultaron siendo la perfecta combinación de los tres.

Lo sé, es raro.

Los años pasaron, y para cuando cumplí los siete y diez años, mi abuelo falleció y mi madre fue coronada como Reina, sin ningun inconveniente o usurpación de por medio, mis padres pasaron a ser los Rey consortes, y se volvieron el mayor soporte de mi madre para llevar el Reino, a la abuela Alicent se le otorgo el título de la Mano de la Reina y actualmente lo sigue siendo.

Mi hermano Jacaerys se caso con mi tía Helaena cuando cumplió los ocho y diez años, ella tenía uno y veinte, a esa edad fue nombrado principe de Rocadragón y heredero al trono de Hierro, al año tuvieron a su primer hijo, una hermosa niña llamada Aemma, como mi abuela, de cabello castaño y ojos violetas. Madre esta emocionada de que en un futuro habrá una Reina con el nombre de su madre. Y yo estoy preocupado porque ya llevan tres y Helaena se encuentra nuevamente embarazada.

Mi hermanastra Baela, cuando cumplió los ocho y diez años se fue de viaje a recorrer el continente y cruzo el Mar Angosto sobre su dragona Moondancer. Regreso tres años después, ahora siendo toda una señorita de uno y veinte años, y lo que toda la familia esperaba sucedió: Aegon y Baela finalmente admitieron estar enamorados y se casaron, tuvieron un hijo, al cual llamaron Maelor.

Joffrey es el actual Lord de Harrenhal, luego del fallecimiento del abuelo Lyonel, padre decidió pasarle el título a mi hermano. Al principio el lo guío, ya que para ese entonces solo era un joven de seis y diez años, pero, al año se deshizo de la ayuda de padre y demostró tener un talento innato como Lord. Actualmente Harrenhal es una de las ciudades con mejor economía en todo Westeros. Se encuentra comprometido con una princesa de Dorne y pronto contraerán matrimonio, Baela se lamentó de que su sueño de conquistar Dorne no se hicieran realidad, mi hermanito unirá a Dorne a través de aquel matrimonio a Westeros de una vez por todas.

Ahora, en cuanto a mí, me case a los veinte como nuestros ancestros en una boda Valyria, con Rhaena y Aemond.

Sí.

Los tres estamos casados, y andamos a la espera de nuestro segundo hijo, el primero tiene dos años y es una hermosa niña a la que llamamos Laena, en honor a la madre de Rhaena, el segundo, según Aemond, será un niño y le llamaremos Aerion.

Abuelo Corlys sigue vivo, por lo que yo sigo aprendiendo como ser el Lord de Marcaderiva, con ayuda de mis esposos, que se sentaran conmigo en el trono de Driftwood.

Todos somos felices, las guerras aún continúan, y hay veces donde tenemos que ir a ellas, pero, no hay guerra entre los Targaryen y la familia está mas fuerte que nunca.

Ahora si me despido amigos, es navidad y todos esperan por mí para abrir los regalos.

Feliz navidad y fue un gusto para mi mostrarles como es una Navidad en Westeros.


NOTA FINAL DE LA AUTORA

Ahora si amigos míos, esta historia llegó su final 🥺.

Me siento orgullosa porque es la primera historia que terminó, ya se que el truco esta en hacerlas cortas.

Espero el resultado de este capítulo final haya sido de su agrado, como lo fue para mí, disfrute haciéndolo, y a pesar de que son las cinco de la mañana, ahorita me pondre a editar el capítulo para publicarlo.

Quise jugar con los ships en esta historia e incluí algunos que se han vuelto de mis favoritos últimamente.

La primera parte de la historia que se da en Lecho de Pulgas, fue inspirada en una escena, de un hermoso one shot que leí en AO3 llamado: Locura en el corazón, amor en el cerebro de Cassisins. Es de Lucemond y también está el Jelaena, es hermoso, se los súper recomiendo.

Muchas gracias a todos los que apoyaron esta historia, a sus comentarios que me hacían llorar de la risa, espero en este capítulo también comenten bastante porque amo leerlos.

Gracias por apoyar esta idea, una navidad en Westeros es algo difícil de ver pero no imposible y yo hice lo mejor que pude con mis conocimientos.

Los adoro, muchas gracias y
¡Felices fiestas!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro