En un mundo devastado por las guerras contra los muertos vivientes, tres trillizos, Ichino, Nino y Sano; sobrevivían en un pequeño refugio junto a su familia.

Su hermano mayor, Shiyura, los protegía con dedicación, al ser la única familia que le quedaba. Sus padres habían muerto y sus otros hermanos los abandonaron a su suerte en el apocalipsis zombie.

"Nunca salgan sin mi permiso..."

Les repetía siempre el joven, mientras cuidaba de los pequeños.

Un día, mientras exploraban los alrededores sin el permiso de Shiyura, conocieron a un ser extraño. Tenía una apariencia de una figura alta y delgada que está completamente negra, con las manos tan largas que sus dedos parecían las ganas de un árbol.

"Mi nombre es Koro."

Koro parecía amigable y les propuso jugar juntos, mientras los protegía de los peligros que había alrededor del hogar. Los trillizos, sedientos de diversión en aquel mundo desolado, aceptaron encantados hacerse amigos de la criatura.

Al principio, Koro parecía un compañero de juego ideal, cuidando de los pequeños pero sin descuidar de su confianza con ellos, permitiéndoles hacer lo que los pequeños querían.

"¡Koro es nuestro mejor amigo, siii!"

Decían con ternura e inocencia los dos mayores de los trillizos, Ichino y Nino; mientras Sano era cargado siempre en la espalda de Koro.

Sin embargo, pronto se comenzó a sembrar discordia entre los trillizos y su hermano mayor; les susurraba que Shiyura no los entendía, que era demasiado estricto con ellos y que realmente no los quería.

Los trillizos, inocentes, comenzaron a creerle a si nuevo amigo, pues él es la más cariñoso y permisivo que Shiyura.

Koro los llevaba a lugares abandonados, lejos de su refugio, bajo el pretexto de juegos emocionantes. Poco a poco, los trillizos se distanciaron de su familia. Shiyura, preocupado, intentaba advertirles, pero ellos no le hacían caso

"Por favor, ya no vean más a Koro, o me obligaré a encerrarlos aquí."

Les dijo el hermano mayor como advertencia, aunque los pequeños hicieron caso omiso a sus advertencias.

Una noche, Koro los llevó a un lugar oscuro y olvidado, cerca de una planta nuclear que había sido abandonada. De repente, su apariencia cambió ante los ojos de los pequeños, revelando su verdadera forma: Una bestia monstruosa de forma abstracta y voz tenebrosa.

"Vamos a jugar un juego eterno~"

Dijo Koro, con una sonrisa siniestra.

Los trillizos, aterrorizados, intentaron huir, pero Koro los atrapó.

Shiyura, desesperado, había salido a buscar a sus hermanos pequeños para rescatarlos, pero llegó demasiado tarde cuando eso pasó. Solo pudo ver cómo Koro arrastraba a sus hermanos hacia el infierno, en medio de un paisaje post-apocalíptico desolado.

"¡No! ¡Ichino! ¡Nino! ¡Sano!"

Gritó Shiyura, mientras la oscuridad se cerraba sobre él, viendo todo con impotencia por no hacer nada.

La bestia desapareció en las sombras, llevándose a los trillizos hacia un destino terrible. Shiyura se quedó solo, sumido en la desesperación y la culpa, en un mundo que ya no tenía esperanza ni compasión por él.

Cuenta la leyenda que la bestia aún sigue torturando las almas de aquellos niños que desobedecen, desapareciendo a los pequeños del pueblo. Esa es la razón por la cual en la noche siempre se escuchan ruidos de niños llorando en las calles.

- 𝓡𝓸𝓼𝓮𝔃𝓸𝓷𝓮𝓼.