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El cuerpo desnudo de cierta dama estaba envuelto entre las sábanas de la cómoda cama matrimonial. Se hallaba sola en la cama, por lo que su cuerpo casi abarcaba más de la mitad de la misma. Una de sus piernas yacía estirada, mientras que la otra estaba en posición de L sobre la anterior mencionada; sus brazos abrazaban una almohada y su cabello estaba algo alborotado. Estaba boca abajo y con la mitad de su rostro oculto entre las almohadas.

Las marcas de colmillos en su cuello, hombros y pecho eran notorias. Así como también eran muy notorias las marcas morado/verdosas en todo su cuerpo, sobre todo sus muslos y caderas. Eran los resultados de mordidas y chupones hechos con orgullo y amor de su ahora marido.

Un joven de cabello largo de color negro con mechas fucsias se encontraba en el balcón de la habitación. Había despertado hacía no mucho tiempo, pero no quiso molestar a su mujer, era tan tierna cuando dormía. Aunque, la dama padecía de pesadillas que la lastimaban profundamente. Eso ponía triste a la antigua hada que solo se limitaba a ver el extenso mar que yacía frente a él. Pensaba en qué podría hacer para evitar aquel sufrimiento de su amada. Sin embargo, nada daba resultado.

──Uhg... Lilia... ──El qué la dama lo llamara de forma un tanto desesperada que lo hizo salir de su trance. Entró de vuelta a la habitación, su tonificado cuerpo se encontraba cubierto por una bata. Veía como la mujer desnuda intentaba levantarse, pero soltó una risa al ver como le costaba hacerlo.

──¿Qué sucede mi pequeña dama? ¿Cómo te sientes? ──Se acercó a ella y se sentó a un lado, ésta solo se acomodó, mientras aún abrazaba una almohada y lo miraba con mucha curiosidad. ──¿Dónde estabas? Me asusté al no verte aquí... ──Una sonrisa que dejaba ver los colmillos del hombre se hizo presente.

──Estaba viendo el extenso mar frente a nosotros, querida. ¿Te gustaría que demos un paseo? ¿O prefieres quedarte en cama todo el día? ──La dama se quedó unos momentos pensativa para luego arrastrarse hasta quedar lo suficientemente cerca de su amado para besarlo. ──Quedémonos en cama... ¿Si?

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Un hada anciana, pero con apariencia totalmente jovial se encontraba caminando por los pasillos de gigantesco castillo de Valle de Espinas en el cual reinaba actualmente uno de los mejores magos en el mundo, Malleus Draconia. Como consejero del joven rey, este debía permanecer en el castillo siguiendo las ordenes de aquel joven al que vio nacer y crecer hasta convertirse en lo que ahora es.

──Ah viejo, aquí estas. Mamá te estaba buscando desde hace un rato, pero salió a dar un paseo junto a Sebek. ──El de ojos fucsias/rojizos miró al joven Silver con interés, pero no dejaba de sonreír. ──Ya veo.. ¿Sabes para qué me buscaba? ──El de menor edad negó con lentitud, se veía somnoliento y algo cansado.

──Fufufu.. Deberías ir a descansar, querido. Te ves muy agotado. ──Este asintió y obedeció a su padre. El de baja estatura suspiró, pequeñas lágrimas bajaron por sus mejillas. Estaba tan feliz, sus hijos miraban a su esposa como una madre y sin duda parecían una familia feliz. Si... muy feliz.

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El desesperado grito de una doncella del castillo llegó a sus oídos. Los presentes en el salón del trono corrieron hacia la salida solo para encontrar a un Sebek muy herido y casi moribundo que yacía tirado como un saco sobre el caballo de la joven esposa del vampiro.

──Traed a un médico. ¡Ahora! ──Gritó el dragón mientras dos guardias cargaban al pobre caballero para llevarlo a su habitación. Lilia fue el primero en llegar a la habitación para hacer espacio y que pudieran dejar al peliverde sobre la cama. ──Sebek, querido. Dinos qué ocurrió.

La mirada de tristeza e impotencia en los ojos del caballero dejaron sin habla a los presentes mientras relataba lo ocurrido desde la salida del castillo... hasta la desaparición de cierta mujer que ahora se disponían a buscar. A Silver se le podía ver más despierto que nunca, el aura de Malleus se sentía mucho más potente; pero los sentimientos del hada mayor eran indescifrables al tratar de comprender tal situación.

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──La esposa del Virrey ha sido secuestrada, presenten una alerta en todos los reinos cercanos a Valle de Espinas. ¡YA! ──Nunca nadie había visto al dragón así de molesto. Y muy pocos habían visto la mirada oscura, sádica y asesina que tenía el hada mayor. Quien quiera que fuera el secuestrador de la esposa de Lilia Vanrouge, sin duda no viviría para contar lo que el pelinegro de mechas rosadas pensaba en hacerle.

Estos árboles y flores están tristes.

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