
🐯 Cap 22
Sentado en la cama, sus manos se movían sin muchos ánimos, guardaba cada objeto, y mordía sus labios ante los recuerdos.
— Es un antichévere, no me deja jugar — miró de reojo la puerta cerrada —. Bueno, es que también me pasé con eso de agarrarlo contra la pared, decirle que el celo había vuelto, y arrodillarme frente a él; pidiéndole que me dejara jugar con su amigo el tieso — sonrió travieso —, pero funcionó ayer, tenía que intentarlo de nuevo —. Se bajó de la cama, y cerró la caja — nos veremos después, amiga mía —. Expresó guardándola en el clóset.
Antes de regresar a la suave cama, se miró en el espejo. Sus ojos brillaron al ver su cuerpo cubierto por la ropa del alfa. Delineó sus labios ante la sensación de cosquilleo en sus labios, acarició la pequeña mordida que le había regalado el azabache; justo antes de encerrarse en el baño, y dejarlo con las ganas de explorar nuevamente sus cuerpos.
Abultó sus labios ante el acto de haber sido privado de una ducha con el alfa. Cruzó sus piernas y se sentó en posición de flor de loto. Tomó un cojín y cubrió su entrepierna. Se sumergió en sus pensamientos, navegando en los recuerdos de esos días.
Tragaba saliva, mordía sus labios, y apretaba el esponjoso cojín. Su mente le estaba regalando una excitante película de todo lo ocurrido. Gruñó cuando recordó aquella voz en la oficina del alfa.
— Ay, ya se me bajó la calentura — sus ojos se perdieron en un punto fijo —. Oye, tú, mente, ¿por qué no hablamos con el alfa del demonio sobre esa mujer? — Se cruzó de brazos — Ah claro, estábamos bien calientes, y sólo queríamos sexo. Pero ahora quiero saber —. Gruñó — ¿Hace cuánto fue su intento de relación? ¿Se acostarían? No Tae, no queremos saber eso, es su pasado, ¿y que gano si me dice que sí se la metió? — Frunció el ceño — Me dan ganas de desgreñarla, ella puso sus garras en mi rayitas, ¡No me gusta! — Jaló sus cabellos — Por favor, TaeHyung, no puedes hacer dramas, tú también estuviste con alguien antes de entregarte a JungKook — puchereó sintiendo una punzada en su pecho — ¿Cuánto duraría su relación? Tengo que preguntarle... No. Mejor me quedo callado. Boca que no pregunta, garganta que no ruge por los celos—. Con frustración, pasó sus manos por sobre su rostro — ¡Pero quiero saber...!
— Con gusto responderé todo.
— ¡Las rayas de mi tigre! — Brincó saliendo de la cama — ¿Cómo dices que dijiste...? Espera, ¿Cómo es que escuchaste mis pensamientos?
— ¿Pensamientos? — Acomodó la toalla sobre sus hombros — Rayadito, estabas hablando en voz alta.
— ¡Maldición! ¡¿Por qué me pasa esto...?! — Sus ojos se centraron en el cuerpo recostado contra el umbral de la puerta —Ra-Rayitas, me estás seduciendo con esa imagen. — Mordió sus labios.
— No te estoy seduciendo, y no quieras cambiar de tema...
TaeHyung se acercó a pasos lentos, jugando con el borde de la camiseta. Sus ojos observaban con detenimiento el cuerpo del alfa. Aquel cabello totalmente húmedo, aun escurriendo cristalinas gotas de agua. Las perladas gotas resbalando desde la frente, pasando por las mejillas, quijada, cuello, clavículas, pectorales, muriendo en el borde del Jogger que dejaba ver un poco del elástico del bóxer.
— No lo estoy cambiando... — sus dedos se posaron en una gota de agua sobre el pectoral, y lo deslizó hasta el fuerte abdomen — creo que se me antoja llamarte como tanto quieres, y que me des hasta dejarme en cama por una semana.
JungKook tomó la muñeca, deteniendo los dedos inquietos que jugaban con la vena que sobresalía desde sus abdominales, y que moría en las profundidades de su intimidad.
— Rayadito...
El omega con su mano libre le apretó un pectoral, lamió sus labios y lo miró a los ojos.
— Quiero lamer de aquí... — deslizó su mano por sobre el pezón, bajando hasta delinear cada cuadro del abdomen — hasta aquí —. Jugueteó sobre la protuberante vena.
— No juegues con mi cordura. — Su mano apretó el pomposo trasero.
— Solo te pasaré la lengüita.
— Tentador — lo tomó de las caderas, ayudándolo a enredar las acaneladas piernas alrededor de su cintura —. Pero, voy a responder esas preguntas.
— No respondas nada, ahora quiero que seas un cosplay de paleta, te quiero lamer.
— No — lo tumbó sobre la cama —. Luego andas peleando contigo mismo por andar de caliente, y no obtener respuestas.
— Eres un mata pasiones.
— No lo creo — lo besó en las mejillas —. Sé lo que haces, y no me vas a distraer — se recostó contra el espaldar de la cama —. Tienes preguntas, y yo te responderé todo lo que quieras.
— ¿Responderás todo todito? — Se sentó frente al alfa, abriendo sus piernas y apresando el cuerpo con sus acaneladas extensiones.
— Todo, absolutamente todo. — Sus manos acomodaron la tela del pantalón corto.
— Entonces, ya conoces mis preguntas, cuéntamelo todo.
Sus dedos se posaron sobre los labios del alfa. Le encantaba sentir la calidez de aquellos belfos, el movimiento cada vez que le hablaba sobre sus dígitos.
Jeon los lamió con parsimonia.
— Sakura fue un intento de relación, era mi amiga cercana en la universidad. A los pocos meses de que nos graduamos, ella me declaró sus sentimientos. Y decidimos intentar una relación.
— ¿La amaste? — Sus dedos se deslizaban desde los labios hasta el cuello, dibujando círculos en el lunar y volviendo a los belfos.
— No. Mis sentimientos jamás pasaron de la línea de la amistad. Ni siquiera me acosté con ella. Al mes de relación, ya quería que intimáramos, y no pude. De solo pensarlo, mi mente se quedaba en blanco. Solo fuimos novios de manita sudada. Dos meses duro aquel fracaso.
— ¿Antes de ella tuviste otras relaciones? — Sus ojos se perdieron en la oscura galaxia de los de Jeon.
— No. Ella fue mi primer y único intento de relación, hasta que llegaste tú y...
— ¡No inventes! Rayitas, no me digas que yo... a ti... te...
JungKook apretó las nalgas acaneladas, olfateó el cuello, y sonrió sobre la cálida piel.
— Sí...
— ¡Te quité la virginidad, y escapé!
— Fuiste mi primera experiencia, ¿por qué crees que aquella noche te dije que no acostumbraba a hacer las cosas de esa manera?
— No puede ser, te quité la virginidad — cubrió su rostro, ocultando el sonrojo de sus mejillas —. Y yo pensando que me decías lo de la relación formal porque eras un caballero chapado a la antigüita.
— Amor, no entres en pánico — Acunó el rostro, y besó cada lunar a la vista —. ¿Pensaste que era un alfa con experiencia?
— ¡Pues si! — Abultó sus labios ante el agarre en sus mejillas — Es que... wow... esa noche supiste donde tocarme, cómo tomarme, todo fue tan irreal. Parecías experto.
— Bueno. Quizás di esa impresión, porque estaba amando a mi destinado — besó los dulces labios —. Mi cuerpo, corazón y alma se sincronizaron para tratar como se debe al dueño de mi vida y existencia.
— Deseo que tú hubieses sido mi primera vez. — Expresó con su voz al borde del llanto.
— ¿Y por qué piensas que no fui tu primera vez? — Besó los parpados.
— Ya sabes, mi ex...
— Amor, fui tu primera vez — con uno de sus brazos rodeó la esbelta cintura, giró con delicadeza, y acostó el cuerpo, apresándolo contra la suave superficie —. Esa noche tú cuerpo temblaba como si jamás hubiese sido tocado, la entrega en tus ojos me gritaba que yo era el hombre que había logrado adentrarse hasta tu alma. Fuiste mío completamente, fui tu primera experiencia. No pienses lo contrario. Porque tus ojos, piel, voz y tigre me dejaron muy claro que sólo yo había logrado amarte como mereces.
— Mi rayitas — Sus cristalinos ojos lo miraron con un brillo especial —. No sé qué decir ante esto...
— Solo bésame — Acercó sus belfos —. El movimiento de tus labios, los ahogados suspiros y la calidez de tu piel, me dicen todo lo que aún no me puedes expresar.
Después de un largo tiempo en donde acariciaron sus cuerpos sin segundas intenciones. TaeHyung se duchó, se cambiaron de ropa para estar un poco más presentables, y se dirigieron a la sala.
Allí, los dos abrazados, sentados frente al gran televisor esperaban a que su hijo llegara.
La puerta se abrió y el pequeñín ingresó corriendo, se arrojó a los brazos de sus padres. Apachurrando los cuerpos en un abrazo de tres.
Los canes ladraron ante la euforia de verlos.
— Y Jisoo decía que la malteada de chocolate no te haría nada— expresó Lisa al ingresar al apartamento —. Parece que tomaste litros... Buenas tardes, señores.
Sonrientes, alfa y omega devolvieron el saludo.
— No colí así de lápido a causa de la malteada — se inclinó hacia el vientre de TaeHyung —. A vel papá Kook, letila tu mano.
— ¿Por qué?
— Necesito sentil algo — su naricita olfateó el abdomen por sobre la ropa —. Umm, no pelcibo a estlellita luminosa — inhaló más profundo — ¿o selás sol luminoso...?
Su pequeña nariz olfateaba milímetro a milímetro, logrando crear un cosquilleo en la zona. Posó su mejilla sobre el ombligo y acarició la parte libre.
— ¿Qué dices, cachorro?
— Papis, pensé que ya podlía sentil a mi helmanita o helmanito... — puchereó decepcionado — ya que pasalón tanto tiempo solitos...
— ¿Quién te dijo que...? — TaeHyung pensó en cómo preguntarle.
— A mí no me mires, yo no le he explicado cómo se hacen los bebés. — JungKook alzo las manos negando.
— Lisa, me dijiste que estando solitos ellos...
— ¡Tigrecito! No digas eso frente a tus padres, TaeHyung me va a matar.
— ¿Qué le dijiste? — Inquirieron mirándola.
— Le expliqué cómo las abejitas polinizan a las flores... — Apretó los labios al recordar lo que le había dicho el pequeñín.
— ¡No te vayas! Lisa mona lisa, llévame con el doctol splite, él me dilá cuánto tengo que espelal pala sentil si mi papi fugitivo está polinizado — salió corriendo tras la chica que se adentró en la cocina —. Papis, ya vuelvo, necesito infolmación.
TaeHyung y JungKook se miraron confundidos, no procesaban lo que acaban de escuchar. Los canes les lamian los rostros, y ellos no se inmutaban.
— ¿Yo polinizado?
— ¿Yo polinicé a mi omega?
Se miraron, y sus ojos destellaron su característico color. A sus naturalezas interiores les encantaba la idea de su cachorro.
Pasados unos minutos, Hoseok llegó con Lisa y el pequeño tigre.
— JungKook rugidor feroz, suerte con tu hijo.
— ¿Qué quieres decir...? — JungKook observó cómo su hijo era casi empujado al interior del apartamento.
— Señores, hicimos lo posible para que entendiera, pero no se puede. — Sonrió cerrando la puerta.
— Lisa, ¿A dónde vas...?
— Se va a una cita con el tío Hoseok splite — se abrió espacio en medio de sus padres —. A vel, si mi papi fugitivo es la flolecita, mi papá Kook selía la abejita...
— Cachorro...
— Espela, papá Kook, estoy pensando. — Pidió posando su dedito en su pequeña barbilla.
— Rayitas, esto no me gusta.
— Entonces... pala sabel si mi papi fue polinizado, tengo que espelal unos días más — empezó a contar sus pequeños dedos —. Bueno, el doctol splite me dijo que selían más o menos en dos semanas —. Se bajó del sofá y llamó a los canes — Nos sentilemos en unos días, estlellita o sol —. Habló hacia el vientre del omega.
— Bebé, ¿qué dices?
— Pequeño tigrecito, tenemos que hablar.
— Tlanquilos, en el caso que no sienta nada, selá en la plóxima. — Los besó en las mejillas, y se fue en compañía de los canes.
— ¡¿Cómo me va a embarazar, si el rayitas no me acomoda el útero con su amigo el tieso?!
— ¿Cómo lo voy a embarazar si me trago mis celotes, y le doy placer con sus juguetes?
Las risas de los infantes se escuchaban por todo el lugar, el aroma a comida fluía con el viento. Las hojas de los árboles se mecían de lado a lado. Parejas y familias compartían sonrientes.
En el verde prado, los omegas conversaban mientras desde la distancia observaban a sus parejas.
— ¡Tigrecito, cuidado, no te alejes! — Gritó TaeHyung, el cual obtuvo una mirada del alfa al escucharlo.
— No te pleocupes papi, papá Kook no me quita los ojos de encima. — Continuó jugando con los canes.
— Tranquilo, mi pantera también lo está cuidando — Jimin degustó su bebida —. Ahora, dime, ¿ya te llegó? — Alzó las cejas en picardía.
TaeHyung escupió parte de la manzana que estaba masticando.
— Oye, no hagas esas preguntas de la nada.
— Si, como digas, pero contesta. — Sobó su vientre ante el movimiento en su interior.
— Sí. Llegó... — susurró — Mi conejito vibrador —. Cubrió su boca —. Pero sabes que mi canijo cuerpo se niega a aceptar los juguetes, y el alfa del demonio no juega conmigo.
— Qué lástima TaeTae — se acercó para susurrarle en el oído —. Te estás perdiendo de un placer magnífico. Mientras te penetras, la protuberancia con las dos puntitas que parecen orejas de conejo; te regalan una exquisita estimulación en los testículos. Vibra re rico.
— ¡Jimin! — Los alfas los miraron tan pronto escucharon el grito — No pasa nada, es que vi una abeja — Dijo rápidamente, rogando al cielo para que no se acercaran —. Todo cool — levantó sus pulgares, y los alfas volvieron a su conversación —. No me andes antojando.
— ¿Qué color pediste? Yo pedí rosita.
— Púrpura.
— Yo quería ese, pero ya no habían — lo abrazó al caer rendido ante los pucheritos —. Te entiendo, o sea sé más o menos por lo que pasas.
— No te entiendo. Tu sí tienes sexo, y tus juguetes destrozándote el...
— No creas, el señor Min pantera controladora, me los decomisó — entrecerró los ojos con dirección a su pareja —. Dice que esas vibraciones e invasiones le hacen daño a la cueva del bebé, y que no puedo tener buenas vibras.
— Pero... — se carcajeó al grado de que se le cristalizaron los ojos — Eso es mentira, creo... ¿de dónde saca esas cosas?
— Yo qué sé — se encogió de hombros—. Pero el conejo vibrador no me lo va a quitar. Ese lo escondí de sus garras.
— Ni modo, amigo — suspiró —. Tú no tienes todas tus vibras, y yo ni siquiera la punta del amigo el ti... bueno el pene del alfa endemoniado, y mucho menos mis amigos de la caja del placer.
— Uy, hora de cambiar de tema, viene nuestro niño. — Jimin tomó una galleta y la mordió.
— Papi, tío pantela panzón bonito, ¿podemos il a alimental a los peces? — Inquirió con una gran sonrisa — Tío Hoseok splite y Lisa ya fuelon pol su cuenta.
— Claro, mi tigrecito del demonio. — Se levantó sacudiendo su ropa.
— Quieto papi, yo ayudo a mi tío a ponelse de pie — extendió su pequeña mano —. Con cuidado con la pancita, la pequeña pantela aún no está lista pala vel el mundo.
— Despacio, vamos a la de tres — expresó acomodándose con lentitud —. Y sigues diciendo que es niña.
— Pol que lo es, ya velás.
— Hola mi fugitivo amor — los brazos rodearon el acanelado cuerpo —. Ver a Jimin con su pancita, me da tanta ilusión de verte de esa manera.
— No veas la panza de mi dulce pantera. — Min gruñó, y tomó una mano de su pareja.
— No le gluñas a mi papá Kook — aferró su pequeño agarre en la mano de Jimin —. Yo digo que pala que no sea sólo una ilusión, debelías polinizal bien a mi papi fugitivo.
— ¡Tigrecito del demonio! — Gritaron los cuatro.
— Solo digo — puchereó —. Tengo una idea — aplaudió entusiasmado —, ¿y si mi tío el señol Min pantela dolmilona le enseña a mi papá Kook a polinizal con éxito a mi papi?
— ¡No! — Expresaron las parejas.
— Aunque, ya le dije que una manera efectiva, es ocultarle los juguetes, pero ese tigre se niega a todas mis ideas. No sé para qué pide consejos, si no se atreve... — los oscuros ojos se entrecerraron, observándolo fijamente, como si hubiese escuchado aquel pensamiento — JungKook, ¿qué cosas le enseñas a tu cachorro?
— Oílo, Min, no le enseñé eso.
— Bueno, no lo polinices, pelo no me lendiré hasta que aglanden la familia.
— Vamos a la laguna. — TaeHyung intentó cambiar de tema.
Iniciaron a caminar, al ritmo de Jimin, teniendo cuidado de que los canes no lo hicieran tropezar.
El pequeño JungKook, giró su rostro al sentir una sensación extraña. Detuvo sus pasos y observó el lugar.
— ¿Pasa algo, bebé? — TaeHyung detuvo su caminata.
— ¿Cachorro... pequeño tigrecito...? — JungKook se acercó, aprovechando que Min se había agachado para amarrar los zapatos de Jimin.
— ¿Tigrecito...? — TaeHyung lo tomó de la mano.
El infante sacudió su cabeza, dio una última mirada y continuó con sus pasos.
— Nada, no pasa nada — su tigre alzó sus orejas en alerta —. Estoy imaginando cosas.
A la distancia, una presencia recuperaba el aliento, ocultándose en la sombra de un árbol.
— Eso estuvo cerca, tendré que ser más cuidadoso — caminó con tranquilidad, intentando no levantar sospechas —. Si quiero acercarme a ellos, tengo que ser astuto. Por ahora sé que lo que leí en los periódicos no es falso. Después de tanto tiempo, lo encontré.
A la orilla de la laguna, Min abrazaba por la espalda a Jimin, y este arrojaba la comida que habían adquirido para los peces. Disfrutaba de las caricias en su vientre, mientras observaba cómo los peces se acumulaban para recibir el alimento.
TaeHyung sostenía de la cintura a su hijo, cuidando de que no resbalara. JungKook y el cachorro sonreían al ver como varios peces abrían la boca y sobresalían del agua.
— Mila, papi, están pidiendo besitos. — Expresó emocionado ante el movimiento de la boca de varios peces.
— Oh, mira, mi fugitivo amor, allí — señaló un grupo de peces que se habían aislado —. Son una familia de seis, ¿no crees que es una señal? — Le guiñó un ojo.
— Ajá, alfa endemoniado, para qué lo dices si tu no me das con tu...
— ¿Con qué no te da, papi?
— Chale, ya volví a dejar salir el pensamiento.
— Y luego dicen que no le enseñan cosas al cachorro. — Expresó Yoongi.
— Tú no digas nada — regañó —. Te la pasas diciéndole a nuestro bebé que no confunda cierto trozo de carne con un dulce.
— ¿Cómo la mini pantela va a confundil calne con dulce? Ella es muy inteligente, lo sé.
— ¡Mira, pequeño tigrecito! Un patito.
— ¡Qué bonito! — inició a caminar, siguiendo el movimiento del ave. — Papi, mila, tiene un bebé patito.
— Mira, tigrecito, allí hay más. — Se alejaron.
— Min, conque dulce. — Se burló.
— Cállate, Jeon. — Rugieron.
— Ustedes dan material para molestarlos...
— Jeon, un hombre se está acercando a tu omega. — Señaló Min.
— ¡¿Qué?! — Con la mirada buscó a su familia — ¿Cuándo se alejaron tanto? — Inició a caminar apresurado.
— Quizás ese hombre si juegue con Tae y su...
— ¡Cállate, Jimin! — Rugió.
El pequeño estaba a segundos de sacar los colmillos. TaeHyung por su parte, intentaba ser educado con aquel hombre. Pero su insistencia no lo ayudaba. Y los canes al frente del omega, se encontraban sentados en sus patas traseras; estaban alerta ante cualquier movimiento brusco.
— Señol, mi papi no está intelesado.
— Niño, por favor, déjame hablar con tu papi — intentó dulcificar la voz —, y cuando sea tu padre te premiaré...
— ¿Y a usted quien le dijo que estaba buscando padre para mi hijo...?
— ¡Ya tengo papá!
— Ese soy yo. — Abrazó por la espalda al omega, y besó la piel expuesta del cuello.
— ¡Papá Kook! — Lo abrazó por la pierna.
— Rayitas... — cerró los ojos ante el contacto — ¿puedes creer que este quiere ser padre de nuestro hijo? — Acarició las manos que lo sujetaban con fuerza.
— Papá Kook, lompele su mandalina en gajos.
— No me digas. — Liberó feromonas.
— Sí. — Inclinó la cabeza hacia atrás — ¿Qué vamos a hacer con su propuesta?
— Yo... lo siento... no pensé que...
La familia se miró, sus colmillos se asomaron, y los canes se levantaron.
— Amor, ¿le arrancamos la lengua?
Bam ladró en compañía de Tanie.
— Me encanta esa idea, sería otra más para nuestra colección. — Sonrió con malicia.
— Papis, menos mal tlaje el flasco pala emelgencias.
— ¡Están locos! — Se alejó al ver el brillo en los ojos — Familia de dementes.
— No aguantó una bloma, y si quelía conquistal a mi papi. — Divertido, acarició el pelaje de sus hermanos peludos.
— Te alejas unos metros, y ya te caen moscas.
— Dirás gallinas desplumadas.
— Lo que sea — giró el cuerpo del omega —. Quiero marcar con mis besos tu precioso cuello.
— Me interesa — Besó el lunar en el cuello —. Pero tendremos que esperar hasta llegar a casa.
— Pol ahola, mueldan sus labios, yo no milo. — Se cubrió los ojos.
Juntaron sus labios en un beso suave, delicado, juguetearon con sus lenguas como si estuvieran acariciándose en cámara lenta. El hilo de saliva que los unía, fue testigo del deseo que fue obligado a ser enterrado.
— ¿Ya? — Abrió levemente sus deditos, observando con curiosidad a sus padres — Oigan, no hay moldida.
— Después cachorro. — Hablaron al unísono.
— Pol eso no polinizan bien.
— ¡Tigrecito del demonio!
— Vamos a los balquitos, ¿sí?
— Y cambia de tema.
— Rayitas, pero si deberías polinizarme. — Caminó siguiendo los pasos del cachorro.
— De que te quiero polinizar, no hay duda. — Susurró clavando su mirada en el trasero del omega.
— Con solo mirarlo no lograrás hacerlo. — Giró levemente el rostro y le guiñó un ojo.
— Por mi tigre, desde ese celo, mi pequeño rayadito anda más desatado.
Después de verificar las medidas de seguridad, la pequeña familia se subió al bote de remos. Navegaron por las calmadas aguas, disfrutando del viento y el paisaje. Admiraron los peces que huían ante el movimiento.
El tigrecito alimentó a los patitos, imitaba el sonido de las aves; para no asustarlos.
Compartieron una tarde armoniosa, jugaron en el lago, mojándose por completo.
Les regalaron una fotografía que les tomaron en el centro del lago. Aquella imagen iría para su álbum familiar.
Hola mis kokoros darks. 🖤
Hasta aquí la actualización de mis rayados. Gracias por acompañarme en sus aventuras.
Nos leemos.
Besitos púrpuras 💋 💜
No olviden tomar juguito.
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