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🐯 Cap 18

La fría brisa de la madrugada; acariciaba las mejillas acaneladas. Sus ojos estaban perdidos en la inmensidad del cielo estrellado. Suspiraba ante cada pensamiento en donde el alfa estaba presente.

Le era inevitable, aquel hombre se había adueñado por completo de su mente.

Recargó su cuerpo contra el gran árbol, cerró sus luceros, y acarició sus labios al recordar los sucesos de los días anteriores. Sentía que su corazón bombeaba más rápido de lo normal, con solo pensar en el padre de su cachorro; su cuerpo se desconocía por completo. Sus labios dibujaron una amplia sonrisa ante el flashback de aquella tarde soleada. Sus ojos dieron un rápido vistazo hacia el lugar donde descansaban los seres que le recordaba que jamás volvería a sentirse solo o desamparado.

Dejó que su mente lo arrastrara al momento que lo tenía envuelto en una nebulosa de sentimientos.

Después de plantar las flores que JungKook le había obsequiado con una gran sonrisa, y su rostro con tintes de tierra a causa de trasladar cada planta hasta aquel jardín. Logró darle vida a aquel espacio en donde se la había pasado la mayor parte del tiempo, mientras el alfa estaba en la oficina.

Con un suspiro de satisfacción, se recostó en el verde pasto, cubrió su rostro con el sombrero y decidió disfrutar del susurro del viento. Sonrió al escuchar a unos pasos a su pequeño cachorro jugando con los canes.

No supo en qué momento cayó dormido.

Cuando abrió los ojos, se encontró con el alfa, encarcelándolo contra el césped, sonriente, y acariciándole los labios con un pétalo del ramo de flores que no había dejado de ser obsequiado ni estando en aquella casa.

Veo un bello ángel en mi jardín. — Besó las mejillas. — Oww, el ángel tiene un hermoso cachorro. — Saludó con un movimiento de manos al pequeño que continuaba corriendo por el lugar. — Ángel, ¿Me permitirías el honor de besar tus labios?

No creo que pueda concederle eso, señor... — En un movimiento lento y sensual; posó sus manos sobre su cabeza, regalándole una vista tentadora al de piel blanquecina. — Tengo un guapo hombre que no se cansa de decir que es mi alfa, y pues verás, mis labios solo serán besados por él.

Pero ángel, tu aun no lo aceptas como alfa. — Acortó la distancia, acercando sus labios a los carnosos. — Eso indica que eres libre, y puedes darme un besito. — Humedeció sus belfos, incitando la unión con los del omega. — Solo será uno...

Es muy atrevido. — En un movimiento rápido; cambiaron de posición. — No lo besaré. — Sus manos ejercieron presión en los pectorales. — Se lo repito, mis labios solo se unirán con los del alfa del demonio.

Exorcizaré a ese demonio, y te liberaré de sus garras... — Sonrió, y sus ojos presentaron un brillo rubí.

Te va a golpear mi secuestrador...

Tú podrías curar mis golpes. — Le acarició la mejilla, y TaeHyung se tumbó sobre el cuerpo.

Está bien. — Humedeció sus labios cuando sus fosas nasales fueron inundadas por el perfume que emanaba de aquel cuello. — Un beso rápido antes de que llegue el alfa carcelero. — Con lentitud movió su rostro, dejando un camino de su respiración por el cuello y mentón. — Espero seas un buen besador...

¡Rayadito! — Lo sujetó de las caderas.

Chale, llegó el secuestrador alfa del demonio. — Sonrió travieso.

¿A qué juegas...? — Gruñó.

¿Yo? — Se señaló fingiendo inocencia. — A nada. — Se encogió de hombros.

Ibas a besar a ese tipo. — Rugió, y enrolló sus brazos alrededor de la esbelta cintura.

No seas celoso, era un besito...

Eres mi rayadito, no andes besando a cuanta personalidad mía se me escape.

Es que también, esa personalidad tuya es muy sexy... y yo soy débil.

Ven para acá. — Lo apresó contra el suelo. — ¿A quién vas a besar?

¿A tu personalidad? — Juguetón, mordió su dedo.

¡No! — Dejó caer por completo su cuerpo sobre el omega.

Ngh~... espera... Rayitas~... — Mordió su labio al sentir el roce de sus entrepiernas.

¿A quién vas a besar...? — Rugió bajito sobre los pomposos labios.

A... tus... — JungKook, apresó el labio inferior. — A ti, con todas tus personalidades.

¿Cuáles besos te gustan más? — Introdujo su lengua en la cavidad bucal, logrando que el omega enredara su sinhueso, luchando por el dominio, y así iniciar un beso apasionado.

TaeHyung ejerció una leve presión en los pectorales que anteriormente se encontraba acariciando, pidiendo con sus jadeos ahogados; un poco de aire.

Los tuyos, los de mi rayitas~... — Ronroneó cuando sus labios fueron liberados.

Eres mío, mi rayado, mi fugitivo y mi tentación. Acunó el rostro con posesividad.

Rayitas... No me parece justo. — Puchereó. —Llegas, me seduces, me reclamas con un beso que me deja sin aire, y luego me dejas con ganas de más...

Lo siento, pero es que me encanta este juego que nos traemos.

Se supone que yo sería el que jugaría con fuego...

Pues, amor, yo te voy ganando en el juego. — Miró hacia sus entrepiernas. — Tenemos un fugitivo firme... Auchs... no me pegues, ya sabes que se sale mi lado masoquista.

¡Alfa endemoniado!

Shh, no llames la atención, o el cachorro vendrá y verá tu problema. — Se tumbó al lado del omega. — Te quedó hermoso el jardín.

Rayitas... — Se giró levemente, apoyando su peso de lado. — Gracias por dejarme invadir tu jardín con mis flores.

Es tu jardín, si lo deseas, compro la casa de al lado y lo convertimos en tu espacio lleno de flores.

No dudo que lo harías, pero no es necesario. — Se recostó sobre el fuerte pecho. — Me gusta nuestro pequeño jardín.

¡Papá Kook! — Se lanzó sobre el cuerpo. — Papi fugitivo... — Acarició la mejilla del omega. — ¿Ya telminalon de coquetealse?

¡Tigrecito! — Gritaron al unísono.

Del demonio, les faltó eso. — Los señaló con su pequeño dedo. — Se veían lindos sonliéndose todos enamolados.

Te amamos cachorro.

Yo los amo mucho más. — Los abrazó dejando salir sus orejitas y cola. — Los amo tanto que mi mini tigle sale a saludal.

El cachorro se acostó en medio de sus padres, observaron las nubes hasta que el pequeñín fue vencido por el sueño.

— Nuestra familia. — Susurró volviendo al tiempo presente.

— ¿Qué haces afuera de la tienda de campaña? — Lo acobijó con una manta.

— ¡Ah! No me hagas eso, casi escupo el pulmón. — Le golpeó el hombro. — Las rayas de mi tigre perdieron su color por el susto.

JungKook negó divertido, se inclinó un poco más, y le pellizcó con delicadeza la nariz.

— Pensé que habías vuelto a huir. — Besó la mejilla.

— Enserio te dejé un trauma con mi huida.

— Me debes un beso por ese golpe. — Abultó sus labios, sonrió satisfecho al percibir la humedad de aquellos dulces belfos. — Estoy bromeando, pero si quieres huir, ya sabes lo que pasará si te atrapo.

Escuchando este recordatorio, se me antoja escaparme... a ver si así obtengo una buena nalgueada.

— ¿Vas a volver a huir? — Recargó la espalda contra el tronco del árbol, y sentó en su regazo al omega.

— ¿Me ves con cara de plan fugitivo? — Su cabeza reposó en el hombro.

— Te veo con cara de que quieres hacer travesuras al aire libre.

— Sí quiero, pero el rayitas abstemio se niega a jugar a encender la fogata con el roce de nuestras...

JungKook lo silenció con un beso.

— Rayadito... — Con su pulgar limpió en hilo se saliva. — No despiertes a mi amigo el tieso.

— Pobrecito, lo mantienes en estado anaconda durmiente... Yo quiero despertarlo con la frotada de mi...

— No sigas....

TaeHyung sonrió de lado.

— O también lo puedo despertar con el beso de la tentación en su cabe...

— Cuando te tenga en mi cama, después de decirme alfa, enserio te voy a cobrar cada una de estas encendidas palpitativas. — Lo tumbó en el suelo.

— Anota bien cada deuda, no deseo estafarte. — Sus dedos se enredaron en la cabellera. — ¿Podrías acompañarme a admirar las estrellas?

— Déjame revisar la tienda de nuestro cachorro e hijos perrunos. — Fugazmente besó la curvatura del cuello.

Esa noche sin importar el frío de la madrugada; alfa y omega se quedaron despiertos, recostados contra aquel tronco, regalándose caricias en el rostro, impregnándose con sus fragancias, perdiéndose en el suave balanceo de las hojas, y observando las estrellas en el firmamento.

Abrazados, cubiertos por unas cuantas mantas; observaron su primer amanecer juntos. Los primeros rayos de sol les acariciaron la piel, deslumbrando sus ojos y provocando un sentimiento de unión ante ese nuevo recuerdo que creaban.

El acelerado ritmo de sus corazones, fue acompañado por la apasionada y dulce danza realizada por sus labios. Los rayos del astro presenciaron los gritos silenciosos del amor que se declaraban ante cada suspiro que ahogaba el deseo de unirse en más de una forma.

— Señolita Jisoo, enselio, cléeme... no es necesalio que le hagas caso a mi papi fugitivo.

— Tigrecito, no puedo seguir con tus travesuras, tu papá me da miedo. — Continuó guardando lo pedido.

— Papi fugitivo es una masita de amol gluñidola, él solo te hace calas pol molestal.

— Igual, voy a continuar, lo siento tigrecito.

El pequeño salió de la habitación, con un pucherito en sus labios. Se detuvo ante el retumbar de la idea que se había cruzado por su mente, y de inmediato sus pequeños labios dibujaron una sonrisa.

— Ni modo, tocó ponel en malcha el plan B. — Acarició el pelaje de los canes. — Y ustedes me ayudalán. — Los lengüetazos en sus regordetas mejillas; fueron la confirmación de su complicidad. — Vamos, la señolita no puede escuchal.

Los canes movieron sus colas, observaron al infante, y caminaron a los lados del pequeño cuerpo.

— Yo fingiré demencia, ese niño quien sabe qué andará planeando, y no me voy a arriesgar a que el señor Kim me vea con ojos de "Jisoo te voy a rapar las cejas", no, no y no. — Expresó al asomar la cabeza por el umbral de la puerta. — Aunque ese cachorro tiene razón, su padre es un amor, al menos que me vea muy cerca del señor Jeon, y allí si mejor huyo...

Las horas transcurrieron, el cachorro permaneció gran parte del día en el jardín. Jisoo hacia acto de presencia cada tanto; para verificar que el tigrecito estuviese bien.

Cuando inició a anochecer, el pequeñín se adentró en la casa.

Al escuchar la puerta principal; los canes junto al pequeño salieron corriendo hacia la sala.

— ¡Wow, wow! — JungKook buscó estabilidad en su cuerpo al recibir la tacleada de su hijo. — Bam, Tanie, esperen...

— Papá Kook, sígueme la coliente. — Susurró.

— ¿Qué andas planeando? — Abrazó el pequeño cuerpo.

— Nos conviene, pol favol, tu solo sígueme...

— ¿Por qué no me saludas? — Sonrió ante el ataque de lengüetazos que recibía por parte de los canes.

— Papi, te extlañé. — Se abalanzó a los brazos del omega. — Uy, tienes mascalilla de saliva peluna con vitamina amolosa.

— Y yo a ti, mi niño travieso. — Lo abrazó y besó con ternura. — Ven, te compartiré de la mascarilla. — Juntó su mejilla con la del infante.

— ¡No! Papi, mis helmanos pelunos ya me hicielon limpieza facial. — Arrugó su naricita.

— Esta es mejor. — Besó la pequeña frente. — ¿Estás listo? — El tigrecito negó. — Jisoo, buenas noches. — Saludó al ver llegar a la fémina.

— Buenas noches, señores. — Realizó una reverencia. — Señor Kim, las maletas ya están empacadas y listas en su habitación.

— Gracias.

— Rayadito, ¿En verdad hoy...?

— Ya lo habíamos hablado, JungKook... Ya es tiempo.

— Pero es nuestra casa, no tienes que irte.

— Bebé, sube a la habitación, y termina de prepararte.

— Señores, yo me retiro, estaré en el área de lavado.

El pequeño tigre abrió sus ojitos en grande, mordió su dedo en un acto de pensar rápido y alejar a la fémina de ese cuarto.

— Señolita Jisoo, pol favol, ¿Podlía acompañalme a la habitación? — La fémina se detuvo, observó al infante y en sus ojos divisó ese brillo de travesura. — Pol favol...

Algo hizo, ay Dios, ¿Qué hizo? — Tomó la pequeña manita.

— Los espelo en mi habitación, plóximamente abandonada.

— Tigrecito...

— El cachorro no se quiere ir. — JungKook imitó el puchero que el infante había hecho antes de irse. — Amor...

— Rayitas, no me hagas esas trompas. — Entrelazó sus manos. — Vamos a hablar de nuevo.

Se dirigieron al gran sofá.

— Señolita Jisoo, pensándolo bien... — Movió sus pequeñas pestañas en repetidas veces. — ¿Me podlías ayudal a buscal uno de mis peluches?

Caminaron por el pasillo, los canes siguieron los pasos del infante.

— Dime qué hiciste...

— Pol favol, finge demencia y ayúdame con mi peluche. — Le guiñó un ojo. — Lo dejé al lado de las floles de papi. Sugelencia... escuches lo que escuches, no vuelvas adentlo.

— Miedo... Dime, ¿Qué hiciste?

— Estoy intentando ganal más tiempo con mi familia.

Separaron sus caminos.

— Diosa, sé que ese cachorro no hace travesuras graves, solo busca tener momentos familiares, pero por favor ayúdame a no infartarme.

La fémina caminó arrastrando los pies, buscando tardar bastante tiempo en aquel lugar.

En la sala; TaeHyung se encontraba sentado de piernas abiertas en los muslos del alfa, sus frentes juntas y rozando su labios.

— Por favor, no te vayas, te he tenido por poco tiempo.

— Rayitas... — Posó sus manos en los pectorales. — Han pasado dos semanas, debo volver a mi apartamento, además nos seguiremos viendo.

— Nuestra cama se sentirá muy fría sin tu presencia.

— Ya se terminaron las vacaciones que pedí.

— Te doy más días...

— No. Ya sabes que nada de beneficios conmigo, señor Rayitas.

— Pero me voy a morir de ansiedad al tenerte lejos de nuestra cama, habitación, casa, y jardín.

— Kookie, podemos seguir durmiendo juntos. — Con sus dedos peinó los sedosos cabellos. — Los fines de semana me puedes secuestrar, y yo cooperaré.

— ¿Puedo dejar ropa en tu apartamento? — TaeHyung asintió. — No te secuestro, es un cambio de locación para nuestros actos de amor familiar.

— Es secuestro, pero yo ya no me quejo.

— ¿Puedo dormir sin pijama? — Cerró los ojos ante la caricia en el lunar de su cuello.

— ¡JungKook! No hagas eso, luego no me dejas jugar con el tieso.

— Pero te dejo manosearme cuando me sorprendes en la madrugada cuando me estoy ejercitando.

— No lo puedo evitar, tú haces sonidos que me llaman a tocarte... Además algo tengo que hacer, ya que tú no me dejaste escapar a mi apartamento para jugar con la caja del placer.

— No quiero esas cosas cerca de tu cuerpo. — Apretó el agarre en la cadera. — Odio tus vibras grandes.

— Son solo plástico... — Afianzó el agarre en los hombros, con lentitud movió su trasero, fingiendo necesitar acomodarse mejor.

— No juegues con mi cordura... ah~

— Solo me estoy poniendo cómodo.

— No me distraigas, estábamos hablando de que me abandonas...

— No te abandono...

— ¡Papá Kook! — El fuerte grito hizo que se levantaran. — ¡Papi fugitivo!

— El cachorro.

Corrieron en busca del infante, cuando llegaron a la habitación no podían creer la escena que veían.

— ¿Qué pasa, tigrecito?

Se acercó al infante y lo abrazó. Quedando de espaldas al alfa, observaba a sus hijos perrunos.

— Papá Kook, sígueme la idea. — Movió sus labios en silencio, cuidando de que su padre omega no sospechara. — Papi, yo... me estaba despidiendo de Bam... — Se separó del cuerpo y lo miró a los ojos. — Y de la nada, Tanie se acostó panza aliba y Bam lo siguió.

— Rayadito... creo que nuestros hijos se enfermaron porque te vas de la casa.

— Sí, mila papi. — Se acercó a los canes y les acarició la panza. — Se muelen, no leaccionan a mi toque. — Puchereó.

TaeHyung entrecerró los ojos al escuchar la risa nasal del alfa, se giró a verlo y lo señaló con el dedo.

— No me hagan teatros, mis hijos están bien.

— ¡Oye! — JungKook levantó las manos. — Yo no estoy haciendo nada.

— Papi, es enselio, mila, poble Bam, hasta su lengüita está afuela de su hocico... ¡Se mueleeeee!

— ¡Mi compañero! — Agregó el alfa. — Reacciona amigo, no le hagas esto a tu padre. — Expresó dramático.

— Ay noooo, mila papi, a Tanie le tiembla la patita... ¡Está en las últimas!

Los canes continuaban panza arriba, estáticos, pendientes del pequeño golpe que el cachorro ejercía en el piso; dándoles la señal de que continuaran en su posición.

En el tiempo en que el pequeño JungKook estuvo en aquella casa, se dedicó a jugar con los canes, pero en el proceso; estuvo enseñándoles a hacerse los muertos. Era un juego para él, pero ahora era parte de su plan para quedarse otro poco más.

— Tae, amor, ¿Qué hacemos...?

— Llamaremos al veterinario.

— ¡No! Papi, tus hijos pelunos no necesitan un vetelinalio.

TaeHyung ocultó su sonrisa, y se esforzó en mantener seriedad.

— ¿Por qué no? El veterinario los ayudará a no morirse.

— No, no, no. — Negó con su pequeño dedo. — Mis helmanos pelunos necesitan quedalse en casa de papá Kook, con los cuidados de su familia...

— Pero nosotros ya nos vamos, y yo cuidaré a Tanie en el apartamento.

Dos pequeños golpes en el suelo fueron ejercidos por el cachorro, y los canes iniciaron a aullar.

— ¡Papi! Los estás telminando de matal... — Inició a dar vueltas por la habitación, buscando una manta para cubrirlos. — Se muelen, mis helmanos ya no aguantan el dolol...

— Ven cachorro, yo te ayudo a cubrir a nuestros futuros muertos. — Fingió secarse una lágrima. — Rayadito, nuestros hijos se nos van, se despiden de la vida.

— Qué lástima. — Expresó cruzándose de brazos. — Ni modo, tendré que darle sus galletas a otros perritos. — Sacó el pequeño paquete de su bolsillo.

— ¡Noooo! — Los canes se levantaron al percibir el aroma. — Dañalon el plan. — Se golpeó la frente con su pequeña manita.

— Conque plan... — Sonriente le dio las galletas en sus hocicos. — ¿Qué plan, JungKook?

— No sé, amor, yo solo le seguí la idea al cachorro. — Rascó su cuello nervioso.

— Papi, la idea ela que vielas molibundos a mis helmanos, y yo te dalía la medicina pala que no se mulielan. — Puchereó y jugó con sus deditos.

— ¿Cuál era esa medicina? — Se sentó en el piso y continuó alimentando a los canes.

— La medicina ela que nos quedalamos otla semanita... poblecitos estaban bien tlistes polque nos íbamos, y pol eso se enfelmalon.

— ¡Tanie, Bam! — Sus ojos se abrieron en grande cuando los canes volvieron a quedar panza arriba. — ¿Quién les dio la orden de que volvieran a su actuación? — Alfa y cachorro se miraron en complicidad. — Tigres del demonio, dejen esos juegos, y no les enseñen esas cosas a mis bebés peludos.

— ¿Nos quedalemos? — Pestañeó y abultó sus labios en suplica.

— Mira amor, nuestros hijos... — Se arrodilló frente a los canes. — ¡Oh no! Su vida perruna se apaga.

TaeHyung estalló en carcajadas al ver como alfa y cachorro se acostaban en el piso para hacerse los desmayados; y los canes los atacaron con lengüetazos.

— Señores, ¿está todo bien?

— ¿Tu sabías de su plan? — Interrogó secándose las lágrimas que habían escapado por el ataque de risa.

— Papi, no, ella no sabía nadita... Incluso la alejé del lugal pala que no le fuelas a lapal las cejas.

— ¿Yo, raparle las cejas?

— Uy amor, es que a veces tus ojos gritan que le quieres rapar las cejas.

— No molesten. — Los señaló. — Jisoo, disculpa por haberte hecho trabajar en vano.

— No lo entiendo, señor.

— Es que nos vamos a quedar otra semanita más. — Le guiñó un ojo al cachorro. — ¿Podrías ayudarme a desempacar las maletas?

— ¡Nos quedamos! — Inició a brincar en compañía de los canes. — Soy feliz, muy feliz, nos quedamos... ¡Ay, estoy en ploblemas...! — Detuvo la celebración. — Señolita Jisoo, acompáñame. — La tomó de la mano y salió corriendo.

— ¿Sabes algo?

— Te juro que no tengo idea.

Observó a los canes salir tras el cachorro. Ayudó a que el omega se levantara, lo abrazó por la cintura, y le besó el cuello.

Vamos a ver.

La fémina no sabía si avanzar, o qué hacer. Su mano aún estaba unida a la del cachorro.

Los canes dentro del cuarto brincaban; intentando morder las burbujas y mojando su pelaje. Alfa y omega buscaban la manera de no resbalar dentro del lugar.

— JungKook, córtale el suministro de agua.

— Espera, amor, primero la energía.

El lugar se encontraba lleno de espuma y agua, grandes nubes de burbujas les impedían ver por dónde pisaban.

— Lo siento. — Bajó su cabeza. — Se me había olvidado que dejé andando el plan C.

— ¿Plan C?

— Sí, papi fugitivo, plan C... con c de con lopa mojada y jabonosa no nos podemos il.

— JungKook... tú le enseñaste esto, ¿verdad?

— ¿Cómo crees? ¡Ay! — Cayó al piso.

— ¿Estás bien, Rayitas? ¡Ay, Kookie agárrame! — Gritó justó después de resbalar y caer sobre el alfa.

— Señores, ¿Están bien?

— No entres, Jisoo, te vas a caer.

— Estamos bien. — Respondió el omega.

— Papis, yo solo seguí el consejo del tío doctol splite...

— Sol del demonio, ¡¿Qué le andas enseñando a mi bebé?!

— Papi, él llamó... — Abultó sus pequeños labios. — Le comenté que no me quelía il. Entonces, me dijo que podlía intental convencel a la señolita Jisoo de no empacal. — Cubrió su rostro ocultando sus ojitos acuosos.

— Debí escucharte, tigrecito travieso.

— Finge demencia, señolita... — Negó con su cabecita. — Bueno, entonces el tío me sugilió mojal la lopa. Pelo pala estal más segulo de que nos quedalíamos... decidí llenal la lavadola de mi pamshoo...

— Shampoo, bebé, shampoo.

— Eso papi, mi pamshoo. — Los adultos sonrieron con ternura. — Alastlé una silla, me subí. Tanie y Bam vigilalon que la señolita no viniela; metí la lopa, plesioné todos los botones, y me fui cuando empezó a gilal. Luego colí pala hacel que mis helmanos peludos se hicielan los mueltos.

— Ahora entiendo porque no querías que viniera aquí.

— Es que ibas a descublil que tlaje las maletas, y le dilías a papi antes de tiempo.

— De ahora en adelante dejaré el suministro de agua cerrado.

— Peldóname señolita, no lo volvelé a hacel.

— No pasa nada, lo digo por tu seguridad.

El pequeño asintió, mordió sus pequeños labios y miró a sus padres.

— Les ayudalé a limpial.

— Ven aquí. — TaeHyung se acercó.

— ¿Ya me calgó el tigle?

— No. Bebé, no te cargó ningún tigre. — Acunó el pequeño rostro. — Lo que si voy a hacer, es sacudirle el polvo al sol del demonio.

— Cachorro... — JungKook lo tomó de la mano. — A la próxima pídeme ayuda, pudiste lastimarte.

— Nada de ayudas, endemoniados.

— Lo siento papi.

— Ay, mi niño. — Su corazón saltó al ver aquel triste puchero. — No hagas esas caritas, no te voy a regañar. Pero prométeme que jamás volverás a jugar con los electrodomésticos.

— Palabla de tigle.

— Bueno, aprovechemos que tenemos cuarto de espuma, y jugamos. — Sugirió el alfa.

— ¿Jugal?

— Sí, ven aquí mi tigrecito del demonio. — Le pellizcó la naricita. — Vamos a jugar en las burbujas. Agárrate fuerte del alfa del demonio secuestrador.

— ¡Hey! Rayadito... — Intentó protestar, pero se distrajo cuando el mencionado le mostró la lengua y contoneó sus caderas. — Sabes... te ves sexy con tu cuerpo todo espumoso. — Le susurró.

— ¡Papis! Milen, mis helmanos palecen nubecitas.

— Y tú serás una nubecita endemoniada, bonito y sonriente. — TaeHyung lo cubrió de espuma.

— Jisoo, no te preocupes por limpiar, yo me encargaré después. — Sonrió hipnotizado por las sonrisas de sus tigres.

— Con permiso señor Jeon.

— Adiós, señolita. — De la pequeña bola de espuma se asomó una manita.

Para no tener accidentes, decidieron sentarse. Jugaron a peinarse, soplaron las burbujas, sonrieron y se abrazaron. Disfrutaron de los saltos y ladridos de los canes que no se habían cansado de correr por el cuarto.

JungKook besó las mejillas de sus amores, los abrazó y les recordó el gran amor que sentía hacia ellos. El pequeño tigre se aferró a sus padres, dándoles besos en la nariz, y agradeciendo eufórico por la oportunidad de compartir más tiempo juntos. TaeHyung guardó en su memoria aquella escena.

Otro recuerdo preciado que atesoraría con el alma.

Abrazó a su familia y se prometió apresurarse a aceptar en voz alta lo que tanto gritaba su tigre interior.

Ya era hora de matar ese miedo, enterrarlo, y permitirse disfrutar con libertad de su mundo de sonrisas y amor.

Holas mis Kokoros darks 🤟🏻 🖤

Capítulo dedicado a bella_andria
Con 5 días de retraso, 😅 pero aquí tengo tu regalo de cumpleaños, hermana de risa contagiosa. 💋
Te quiero un montón, y deseo que sigas cumpliendo muchos años más.

Sin más que decir, Tsunade dark se despide. Besitos púrpuras 💋 💜

Tomen agüita y sonrían mucho 🤟🏻

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