𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐬𝐢𝐱 - 𝐀 𝐦𝐞𝐫𝐦𝐚𝐢𝐝'𝐬 𝐭𝐞𝐚𝐫
Había oscurecido, o eso suponía Serena, pues llevaba un costal en su cabeza que le cubría la visión, pero al no sentir los ardientes rayos del sol, supuso que estaba anocheciendo o de plano, ya era de noche.
-- Cuidado, son manantiales profundos -- escuchó decir a Barba Negra mientras que la sentaban en piedra -- Si huye, todo estará perdido, Hundra maestre -- llamó y la protegida de Sparrow solo sintió como quitaban el costal de su cabeza -- Mira -- le ordenó el capitán a la muchacha, al ver que esta no obedecía, repitió la orden y el oficial que la sujetaba le giró el rostro.
Frente a ella, a unos cuantos metros de distancia, observó el esqueleto de lo que alguna vez fue una sirena.
-- Atadas y abandonadas para morir en el sol, solo la mitad en el agua no sobrevivirán, pero en este estado se prolonga su agonía -- explicaba el hombre -- Piénsalo, para robar sus lágrimas, tu pueblo es asesinado... Serena, ¿no quieres llorar? -- preguntó a la muchacha.
La joven observaba al capitán con frialdad, ese cuento no tendría mucho efecto en ella ya que nunca tuvo un pueblo bajo el mar en el cual vivir, siempre convivió en la superficie.
-- Todos tienen un fin, hasta tu, y el tuyo se acerca -- predijo, haciendo molestar al capitán.
-- Escucha -- el hombre camino hacia donde estaba la muchacha, está evitó mirarlo, pero el capitán la tomó del cabello y la obligó a mirarlo -- ¡Escucha! ¿No oyes el grito de tus hermanas? ¿No las escuchas? -- preguntó y Serena sonrió un poco.
-- No son mis hermanas, nunca conviví junto a ellas, serán mi sangre pero me desterraron cuando era una niña, no son mi familia -- aclaró sin mirarlo a los ojos, solo miraba hacia el frente.
El capitán solo se molestó más -- Una lágrima es lo que pido -- le dijo claramente.
Serena le sonrió con diversión, no lloraría, y a cambio recibió una cachetada por parte de Barba Negra.
-- ¡Hum! -- se quejó por el dolor, sentía su mejilla arder, más ni una lagrima se asomó por sus ojos.
Philip, quien era sujetado por uno de los oficiales del barco, trató de liberarse de su agarre, más fallaba en el intento.
-- ¡Criatura vil!
-- Arránquenle los dedos, ¡uno por uno!
-- ¡No, ahóguenla!
-- ¡Expriman sus ojos para sacar sus lágrimas! -- escuchaba gritar por distintas direcciones detrás de ella.
Philip, quien estuvo moviéndose todo el momento, se liberó del oficial y se acercó a Angélica -- ¿Y tu opinión de esto? -- se atrevió a preguntar.
Angelica miró a la muchacha, ya le había concebido varios favores, quería pagárselos -- Tal vez cambie de idea mañana con el sol -- trató de convencer a su padre.
-- Arderá, sería lo mejor pero ya no tengo tiempo hija, podemos hacer nuestro propio fuego -- se negó a la petición de su hija.
-- No.
-- ¡Clérigo, ya no protestes! -- aparto a Philip de su camino.
-- ¡No van a torturarla! -- exigió.
Angelica lo agarró del brazo y lo jalo hacia atrás -- Solo quiero una lágrima.
El capitán miró al misionero -- Le arrancare las escamas del cuerpo una por una si es necesario. Si te repugna eso, reza por allá -- hizo señales de que se marchara a otro lado, más Philip no se iba a rendir.
-- Me equivoque, no toda alma se puede salvar -- retractó sus palabras -- La tuya no lo hará.
-- Vean, caballeros, a un hombre que perdió la fe -- miró al clérigo con una sonrisa burlona.
-- Esa vil criatura, como le dices, vale por mil como tu -- enfrentó el muchacho. Serena lo miro con sorpresa y el capitán solo sonrió con astucia.
-- Le tienes afecto -- dijo y eso dejó sin palabras al muchacho, al parecer acertó -- También te gusta y no niegues lo que está claramente ante mis ojos -- lo señalo con rostro serio.
Philip miró a Serena, parecía estar descubriendo sus sentimientos, al igual que la muchacha.
-- La duda es... -- el capitán se dio media vuelta y se dirigió hacia donde estaba Serena, quien comenzó a apartar la mirada del capitán -- ... ¿A ella también le gustas? -- preguntó. La muchacha comenzó a sonrojarse, frunció su ceño levemente -- Vaya, parece que si... ¡Que suerte, ¿no creen?! -- cuestionó a su tripulación y miró a la muchacha -- Empieza a llorar... -- apuntó al Philip y un oficial se acercó a él capitán con una cuchilla en mano, dándosela para luego sujetar al joven a la fuerza --... O presenciaras la muerte de esta pobre alma -- Scrum acercó un pequeño contenedor de vidrio y lo puso en la mejilla de la muchacha, esta alejó el rostro.
-- Serena -- Philip la llamó con dificultad -- S-si les puedes dar una, ¡hazlo por favor! -- pidió.
Serena quería llorar, pero las lágrimas no salían, se notaba muchísimo en su rostro la angustia que tenía, pero simplemente su mismo cuerpo no le permitía soltar una lágrima.
-- Tristeza, si... pero dolor no... Aún -- comentó el capitán.
Soltó el cabello de la muchacha, se puso de pie, dirigiéndose al muchacho pero su hija se lo impidió.
-- ¡Tu espada no, padre!
-- ¡Tiempo y marea no esperan, Hundra maestre! -- le dio la cuchilla, dejando por milisegundos respirar al muchacho, más todo se fue al caño cuando le cortaron el cuello.
-- ¡No! -- gritó Serena. Bajo su rostro, quería explotar en lágrimas. Uno de los tripulantes sujetó su rostro y la hizo ver a el muchacho moribundo en el suelo.
Su rostro, el cual demostraba dolor cambió a una expresión fría al ver al capitán -- Oh, si, son muy fuertes las sirenas... Todas ellas -- murmuró esto último el capitán -- ¡Átenla como a las otras! Y... desháganse de esto -- ordenó pasando a un lado del misionero.
Los tripulantes hicieron caso inmediato y comenzaron a tomar los brazos de la sirena y la apresaron en unos de los troncos que había ahí, Serena trataba de liberarse, pero la fuerza de la muchacha comprada con la de los oficiales era nula, por lo que no le quedó más opción que rendirse.
Pronto, la luz de la luna era lo único que iluminaba el lugar, todos se habían marchado a descansar o eso pensaba Serena, no tenía idea de lo que había ocurrido. Trataba de dormir, se sentía realmente cansada, pero el dolor en sus brazos no se lo permitía; pronto, unos pasos llamaron su atención, giró a ver quien era y se encontró a Philip quien rápidamente se acercó a desatar a la sirena.
-- Lo lamentó, Serena -- se disculpó mientras trataba de deshacer el nudo que apresaban a la muchacha.
-- Philip, estás vivo -- dijo con alivio y sorpresa, su corazón latió por la alegría -- Volviste por mi -- el muchacho la liberó y la joven se giró con rapidez para observarlo bien -- ¿Por que?
-- Eres diferente, ¿no es así? -- repitió las palabras de la muchacha, ella quedó sorprendida -- ¿No conoces la bondad?, ¿compasión?
-- No es algo que nos enseñan muy seguido a los piratas -- bromeó mientras que una lágrima resbaló de su ojo. Philip sonrió con ternura.
Pronto aparecieron otros tripulantes, arruinando el momento. Tres tripulantes sujetaron a Serena, jalándola hacia la orilla del manantial, en cambio a Philip, a este lo apresó uno de los oficiales.
El muchacho trataba de soltarse mientras que la sirena se movía de manera violenta para también liberarse.
Arrastraron y sujetaron a la muchacha a tal forma de que la mitad de su cuerpo quedó recostado en el frío suelo del lugar, un sujeto puso un frasco al lado del ojo de la muchacha, esta trató de zafarse, más no lo logró y la lágrima cayó en el frasco de cristal.
El hombre se lo dio a Angélica y está de lo mostró a su padre para después observarlo ella.
-- Lágrimas de dolor jamas, demasiado duras para eso -- tomó el pequeño frasco que su hija le ofrecía -- Pero de alegría... Hum, dicen que son mucho más potentes en todo caso.
-- Serena, te prometo que no tuve nada que ver en esto -- Philip hablo, ella solo lo observaba. Sabía que lo que decía era verdad, todo el tiempo estuvieron juntos -- Déjala ir, ya no la necesitas -- el muchacho le dijo al capitán.
-- ¿Dejarla ir? -- preguntó -- No. Átenla bien, déjenla con su gente -- renegó Barba Negra y la volvieron a atar.
Miro a Philip en busca de ayuda, pero ambos sabían que aunque intentara ayudar, los tripulantes y su capitán se lo impedirían, y no quería arriesgarse a perderlo realmente.
Soltaron al muchacho y este la miró, la muchacha asintió discretamente y el muchacho se dio la vuelta, comenzando a caminar.
Miro al capitán, al fin había obtenido lo que quería.
Una lágrima de sirena.
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