𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐅𝐢𝐯𝐞 - 𝐒𝐡𝐞 𝐡𝐚𝐬 𝐚 𝐧𝐚𝐦𝐞!
-- ¡Hundra maestre! -- Philip se puso de pie, Jack lo observó de su lado mientras estaba sentado.
-- ¿Que? -- el hombre con tatuajes preguntó sin muchas ganas.
-- No puede respirar.
-- Tiene agua -- respondió simple.
-- Necesita aire -- el rubio se encaminó a donde estaba Serena, tratando de abrir el ataúd, fallando -- Ábrelo.
-- Podría escapar -- riño el hombre.
-- Se está ahogando -- reclamó.
-- Yo apoyó la opinión del misionero -- dijo Jack observando a la muchacha. El de tatuajes rió y entonces Philip se arriesgó a quitarle una espada.
Una vez la tenía, la incrustó en el cerrojo del ataúd y luego de varios intentos logró abrirla. Serena se acercó con rapidez, tomando una gran bocanada de aire.
Miro a Philip con gratitud; el de tatuajes tomó su espada, indignado, más el muchacho se adelantó y puso su biblia, evitando que el ataúd se cerrara, mirando con molestia al mayor.
-- Continúen -- ordenó Barba Negra mirando el espectáculo.
Comenzaron a acomodarse para seguir el camino, Philip miró a Serena, respiraba agitadamente. El muchacho puso su mano en la madera, como forma de apoyo, para luego levantarse y marcharse.
Luego de unas horas, se encontraban en un acantilado, aparentemente no había forma de cruzar.
Mientras que Angélica y Jack discutían sobre quién sabe que, Serena se movió tratando de evitar generar mucho escándalo y golpeó tres veces el cristal, llamando la atención del niño y le señaló a Philip. El niño se acercó al mayor y le señaló a la sirena, haciendo que se acercara.
-- ¿Que está sucediendo? -- preguntó con dificultad.
-- Alguien debe ir por los cálices, Jack debe ir pero no se atreve a caer -- le informó.
Siguieron observando lo que ocurría, Barba Negra planeaba dispararle a su hija si Jack no bajaba. Hizo que uno de los zombificados cargara seis pistolas, dos estarían cargadas y las demás no, solo que el capitán no sabría cuales eran cuales.
-- Escoja una, maestre Sparrow -- indicó Barba Negra al mencionado.
-- Nop... mmm, no -- Jack escogía la pistola con la que se dispararía a Angélica. Dudo un poco más pero finalmente le dio una pistola al capitán.
-- ¿Seguro?
-- Si, claro -- respondió algo inseguro. Angelica se posicionó para ser disparada y con suerte la pistola no estaba cargada.
Sparrow sonrió y el capitán pidió otra -- Farsante, no están ni cargadas -- habló el pirata mientras daba una vuelta con la pistola lista para disparar. La elevó al cielo y disparó, esta si estaba cargada, asustando a las personas ahí, incluido el mismo.
-- Otra -- exigió el padre de Angélica.
-- Si tanto quieres asesinarla, ¿por qué no la lanzas al vacío? -- preguntó Sparrow mientras señalaba a Angélica.
-- ¡¿Qué?! -- exclamó indignada.
-- Si saltas y mueres al caer, entonces tendrá una oportunidad... elige -- indicó el capitán.
Jack miro las pistolas y después se dirigió a uno de los oficiales -- Oye, si saltó, ¿tú crees que sobreviva? -- el oficial miró a Angélica y extendió su mano.
-- Muñeco -- la mujer se lo dio y el hombre lo lanzó por el acantilado.
Jack gritó como si realmente estuviera él cayendo para luego cubrir su boca con su puño, sorprendido.
-- Si, ahora sobrevivirás -- el oficial lo miro con diversión.
Angelica se quitó su sombrero con molestia y lo tiró al piso -- ¡Que tontería! Yo voy a ir -- se acercó al acantilado.
Jack le impidió el paso, tomando la iniciativa de saltar sin pensar. Serena tocaba el cristal con las palmas de su mano, preocupada. Todos se acercaron a la orilla y vieron que seguía vivo.
-- ¡Continuemos! Al norte, hacia la fuente -- ordenó un oficial.
Philip se acercó a Serena -- ¡Philip! ¿Él está...?
-- Vivo, tranquila -- interrumpió a la chica.
La sirena suspiro con alivio y todos continuaron el camino.
Caminaban en total silencio, la muchacha estaba alerta y asustada, avanzaban con cierta velocidad que hacía que que Serena se sintiera inquieta. Pronto uno de los que sostenía en ataúd se tropezó con las raíces de un árbol, el lugar donde estaba la sirena se rompió y el agua cayó por todos lados arrastrando a la joven, Philip rápidamente saltó las raíces, más el ataúd le impidió continuar.
En cambio Serena respiró más libremente, se dio la vuelta cubriendo su pecho y atrajo sus piernas a su cuerpo para cubrirse un poco, estaba completamente desnuda, tal y como lo esperaba.
Todos se acercaron a querer observarla pero ella les lanzaba miradas de advertencia.
-- ¿Que ven? -- preguntó agresivamente. Philip se quitó su saco y después su camisa, con rapidez y se acercó a la muchacha para cubrirla con su camisa. Esto la exaltó.
-- Tranquila -- susurró el joven, ayudando a la chica con la camisa.
El capitán se acercó y la miró -- Vas a caminar -- dijo tranquila pero seriamente mientras observaba a la muchacha con advertencia.
Philip y Serena lo miraron, la muchacha endureció su rostro, comenzando a levantarse, el joven rápidamente la ayudó a ponerse de pie.
La joven suspiró y dio dos pasos, su pie se torció y volvió a caer.
-- No puedo hacerlo -- se lamentó la joven molesta consigo misma.
-- Muere entonces -- uno de los oficiales sacó su espada y se acercó a la muchacha, esta ni se inmutó, solo miraba con molestia al capitán.
Philip se agachó a su lado y la miró -- Pon tus brazos en mi cuello -- ordenó con voz tranquila.
-- No deseó que me ayudes -- la joven lo miro con cierta molestia, pero no con el, sino consigo.
-- Pero la necesitas -- trató de convencer.
Serena examinó al muchacho por unos momentos, sabía que sus piernas no volverían a funcionar hasta dentro de unos minutos, así que no le quedó de otra más que aceptar su ayuda.
Sin aviso ni nada puso su brazo derecho en el cuello de Philip, con el izquierdo sujetaba la camisa, cubriendo su pecho, el muchacho puso su brazo izquierdo en la espalda de la muchacha y con la derecha sujeto sus piernas y la elevó con cuidado.
-- Hay que seguir, ¿no? -- el de ojos azules cuestionó al capitán.
-- No se demoren -- advirtió y todos continuaron el camino.
Llegaron a un lugar del bosque donde for árboles gigantes se unían, sus raíces eran gigantes y la mayoría resaltaban por fuera de la tierra.
-- ¡Descansen hasta que les diga! -- ordenó Angelica mientras subía a las raíces de dos enormes árboles.
El rubio dejó a la muchacha en las raíces de uno de los árboles y se arrodilló frente a ella. Serena lo observaba fijamente.
-- Tanta belleza... eres una de las grandes creaciones... -- alagó el de ojos azules, la de mirada verdosa miró hacia otro lado, abrazándose a su misma bajo la camisa -- Y no desciendes de las oscuras criaturas que no hallaron refugio en el arca... Tanta belleza -- Serena lo miro con tristeza -- Y es letal -- Philip se puso de pie, encaminándose a otro lado.
-- ¿Letal? No -- negó rápidamente la muchacha mientras el joven la volteaba a ver.
-- Quisiste atacarme -- respondió.
La muchacha negó nuevamente -- No... Tu eres diferente -- mencionó.
-- ¿Diferente?
-- ¿No es así? ... Tu proteges -- trató de explicarse.
Ambos se quedaron en un pequeño silencio, Philip no tenía palabras para explicar cómo se sentía.
-- Tu... Tu me salvaste la vida -- concluyó, Serena asintió muy levemente.
El joven la miraba con sorpresa, más la chica sentía que la miraba indiferente, por lo que solo bajo la mirada.
-- ¿Ves la fuente? -- preguntó repentinamente Angélica a su padre.
-- No, pero está cerca -- informó -- ¡Que venga la criatura, cubran sus ojos! -- ordenó.
-- ¡Ella tiene nombre! -- gritó Philip con molestia al capitán. Todos lo miraron con sorpresa, en especial la sirena.
-- Bien, ¿cual es? -- preguntó Barba Negra. El de ojos azules la miro y la chica asintió.
-- Es Serena.
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