Pase toda la noche despierto tratando de recordar mi nombre, pero mi mente bloqueaba cualquier intento que hacia; a tal punto que me daba dolor de cabeza.

La noche paso rápido que no me percate la luz del sol que salía por la ventana de barrotes, el cielo azul lastimaba mis ojos. Definitivamente estaba mal.

Al lado mio escuché el ruido de la puerta y vi pasar a Lorena, mantenía su mismo estilo al que ayer con diferencia que ahora sus tacones no eran rojos si no azules.

Tomo de nuevo su asiento, saco su libreta y dejo su bolso cerca de sus piernas. Esta vez no empezó a escribir, espero que yo me sentara para ella comenzar.

Como la rutina de ayer me levante de mi cama y me coloque en mi asiento. Metí mi mano en el bolsillo izquierdo para sacar un cigarrillo, pero luego recordé que se me habían acabado.

—¡Buenos días! —exclamó Lorena muy alegre.

Agaché la mirada y no le quise contestar.

—Veo que hoy amanecimos de mal humor —supuso Lorena.

—No pude pegar el ojo en toda la noche —musité.

—Puedes darte una ducha para así poder estar más relajado para la sesión —insinúo Lorena con una sonrisa.

Pensaba objetar, pero tenía algo de razón. Me levante de mi asiento y luego me dirigí hacia mi ducha, me fui quitando la ropa sin que me importara que ella me viera. Oprimí el botón para oscurecer el muro de contención.

Me situé en la regadera y tomé una gran ducha, sentía que hace años no me había duchado, las gotas de agua que recorrían por todo mi cuerpo lograban darme una sensación de coquillas. Tanto fue la sensación que empecé a masturbarme hasta lograr llegar al clímax.

Salí de la ducha y me coloqué todas mis prendas antes de apretar el botón y retomar mi asiento.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Lorena mientras agitaba su bolígrafo.

—Mejor que nunca —le conteste con una gran sonrisa.

—Me alegra saberlo paciente 606 ¿podemos continuar con lo de ayer?

—Claro, sin problema psicóloga.

Lorena comenzó a escribir aun sí que yo comentara la primera palabra, algo más me ocultaba que no quería decirme. Solté un respiro y volví a retomar el tema.

—¿No tienes nada que decirme antes de comenzar? —le pregunté.

Lorena se quedó por un momento pensando. —No tengo nada que decir ¿Por qué la pregunta 606?

—Solo tenía curiosidad.

—¿Pasa algo? —replicó Lorena.

—Siento que me ocultas algo —comenté mientras me cruzaba de brazos.

Lorena se me quedo viendo levantando una ceja, sabía que la estaba pre juzgando algo que no tenía pruebas.

—Creo que deberíamos de volver al tema principal 606, pero si quieres una respuesta concisa... No, no te oculto nada —expresó Lorena sin titubear.

<< Apreté mis manos contra mi pantalón por la rabia de no lograr sacarle ninguna información. No es tan tonta como lo parecía antes, pero si quería algo solo debía ganarme su confianza de a poco. pensé en mi mente >>

Está bien, retomando el tema inicial. Elizabeth como dije anterior mente no era una chica muy sociable, mantenía en su rincón esperando su momento. Apenas su profesor comenzó a dar clases, ese fue su momento para estallar todo.