Me desperté de a poco mirando una luz blanca que estaba encima mio. Sentí como varios enfermeros se acercaron a mí para revisarme el pulso y mi estado. Tardé pocos días en recomponerme, pero logré estar estable para que pudieran darme permiso de salida y por fin irme a mi casa.

Al regresar simplemente quise dormir por varias semanas, meses... No quería despertarme jamás. Solo dormir por toda una eternidad sin tener que preocuparme de la renta o cosas triviales.

Tome una larga ducha por los malos recuerdos que tenía, era demasiado traumático tener que recordarlo, su mirada, su respiración en mi nuca. Lo único que lograba hacerme es llorar y sentirme sucia. Raspaba mi esponja por todo mi cuerpo una y otra vez solo para sentirme limpia.

Al salir de la ducha me regocijé en mi habitación, me di cuenta que me daba miedo dormir con la luz apaga... No quería recordar ese extraño sueño o lo que haya sido.

Pasaron varios días después de mi última ducha, no tuve el valor de ir a la policía, quizás ni me creerían o ¿Por qué deberían de hacerlo? No tenía ni una sola prueba de que el me violo.

Trate de dejar el pasado atrás y buscar un trabajo de medio tiempo en una tienda pequeña cerca de mi apartamento, necesitaba pagar la renta para así no quedar en la calle.

Al final lo único que me queda es vivir una vida tranquila, aunque mi sueño frustrado de ser psiquiatra quedara destrozado, sé que algún momento conseguiré otra beca para poder volverlo intentar.

El timbre de la puerta sonó avisando que había entrado un cliente, al voltear observe una mujer con una gran gabardina negra, su pelo negro largo era adornado con un bonito sombrero extravagante.

Su rostro era tapado con un velo, era como si hubiera venido después de un funeral. Se fue acercando a mí y tomo una caja de cigarrillos y los puso en el mostrador.

—Sera 7 dólares —le dije.

Pero ella solo se me queda viendo sin responderme.

—¿Me escucho? Son 7 dólares —le repetí.

—¿Quieres vengarte? —dijo la desconocida.

Me quede por un momento en silencio sin saber que decir o lo que ella se refería.

—No sé de qué hablas, pero sería bueno que me pagaras de una vez si vas a comprar los cigarrillos —le insistí a la desconocida.

—¡Elizabeth! —Arremetió ella en voz grave—. Hablo de aquel sujeto que te arruino la vida, y ahora estas en esta tienda barata. —Postro sus manos encima del mesón mientras me miraba. 

—¿Cómo es que sabe mi nombre y lo que me sucedió? Será mejor que se fuera, no quiero tocar ningún tema relacionado con lo que me sucedió.

—Elizabeth...

—¡Por favor lárguese! —exclamé mientras golpeé mis manos en el mostrador —. Por favor váyase...

—Aquí tienes mi tarjeta por si quieres tocar el tema —susurro la desconocida.

Dejo su tarjeta en el mostrador y luego se retiró de la tienda sin decir nada más. Me quede por un momento pensativa de saber quién era esa persona y el motivo por el cual vino.

Pasaron hasta que dio la noche y me retire de mi trabajo para irme hacia mi casa. En ella me recosté en el sofá mirando la tarjeta. Era algo peculiar, su fondo era negro y su logo decía "SOMAS" con un tono dorado. Por su espaldar se encontraba solo su número.

¿Qué quería de mí? ¿Por qué sabía lo que me sucedió? Tantas preguntas rondaban en mi cabeza que la única manera de sacármelo en mente era llamándola.

Agarre mi celular de mi bolsillo y luego trague saliva. no sabía lo que me esperaba, pero decidí marcar a su número.

—Hola, habla con Elizabeth. Quiero saber sobre la propuesta que dijo...