SOÑADORES
Fue como un pequeño desencuentro para ellos. Si solo el profesor no hubiera hecho lo que hizo. Quizás no estaría en este manicomio hablando contigo Lorena.
—Centro de salud. No manicomio —expresó Lorena.
—Perdón, no me adecuo aun a ese nombre viendo todo el trato que recibo en este puto lugar —le respondí con gran enojo frunciendo el ceño.
—Sería más fácil avanzar si alguien pusiera de su parte —musito Lorena.
Solté un gran respiro y me levante del asiento para poder caminar, necesitaba moverme o mi gran enojo explotaría.
—Lo que me has contado es algo muy surrealista, en ninguna noticia apareció sobre ese gran atentado. Pero... sí que desapareció ese tal profesor del que hablaste.
Me quede un poco confundido, no era posible que no se haya dado... Lo vi en noticias, periódicos. Quizás esté intentando jugar con mi mente para así yo quedar como loco. Si eso es lo que hace.
—Conozco tu juego, pero no caeré tan fácil Lorena —expresé mientras seguía caminando por la habitación.
—Solo sigues inculpando tus acciones a Elizabeth e inventando historias para poder excusarte de lo que hiciste paciente 606.
—¿Me estas acusando? Además, porque aun intentas ¿ocultar mi nombre?
—No te oculto nada, solo quiero verificar quien está hablando. Tu o la otra persona —comento Lorena mientras escribía en su hoja.
Lorena había esquivado mi pregunta, pero respondió la segunda. En su mirada se notaba que solo quiere mantenerse neutral y profesionalmente, cosa que no perdurara de mucho.
—No entiendo ¿Cuál otro? —pregunté con gran duda.
—Nuestro tiempo termino, será en otro momento —dijo Lorena con una pequeña risa.
Se levantó de su asiento, tomo su bolso y camino hasta la puerta sin decirme nada más. No quiso despedirse esta vez. Solo salió en silencio.
Me recosté en mi cama y me quedé pensando en lo que había dicho. De verdad no hubo ningún atentado o solo me mintió. Hace tanto que no recuerdo como era afuera, la suave brisa acariciando mi cara, mis manos sintiendo las delicadas hojas del césped.
La gente hipócrita de cada rincón, el mal aroma de la puta ciudad que solo te envenenaba. ¡Qué demonios! ¿realmente quiero volver ahí afuera? aquí mantengo mentalmente estable, pero ahí afuera era como intentar sobrevivir ante tanta gente que solo te señalaba y juzgaba por tu forma de ser, de vestir... por más incómodo que me encuentre en este lugar, al menos... al menos...
Olvide la forma de vivir, olvide quien soy y por qué estoy aquí. No sé quién paga mi tratamiento o si soy demasiado rico para mantenerme. O quizás me raptaron para realizar sus experimentos conmigo, había tantas cosas que pasaban por mi mente que ninguna era buena.
<< ¿Realmente quieres quedarte aquí? resonaba una voz por mi mente>>.
No sé si es lo que quiero, pero no me queda de otra... Mi mente trastornada y tocada por tantos choques no doy para poder razonar bien, mis recuerdos se mesclan uno con otros que realmente perdí mi verdadera identidad. Siento que tengo recuerdos de alguien más... Que no son míos en total.
Quizás ya esté perdiendo la cabeza.
<< De seguro lo estás haciendo, pero oye... ¿Al menos nos divertimos o no? seguía resonando la voz en mi cabeza >>.
No sé de qué diablos hablas, pero de seguro que la pase muy bien lo que haya hecho. En un momento de soledad y el cuarto oscuro, todo estaba total silencio... Pero algo de mi quería reírse, soltar largas carcajadas sin parar. Reía y reía sin parar.
Toda mi habitación de inundo de mis graves sonidos. Una ópera completa para mí solo. Continúe hasta quedarme dormido.
Pero de un instante salte de la cama al oír el gran ruido de la puerta. Era ella de nuevo. Cada vez mis sueños son más cortos o solo sueño despierto.
—Buenos días ¿Qué tal dormiste? —preguntaba Lorena.
—No pude echar el ojo en toda la noche —respondí con un pequeño bostezo.
—Ya veo... Te recetare unas pastas para puedas conciliar el sueño —comentaba Lorena mientras se caminaba hasta su asiento y dejaba su bolso a un costado de sus piernas.
—La primera que al menos se preocupa que un buen hombre duerma —le dije en tono sarcástico.
Lorena solo se me quedo viendo con una mirada seria, ni un solo musculo de su cara se movió. No le cayó bien lo que dije.
—Si ya paso su hora de los chistes, creo que podemos comenzar y continuar en lo que estábamos —expresó Lorena mientras sacaba su libreta.
—Diría que podemos comenzar en la parte donde no me quieres decir mi puto nombre.
Lorena soltó un respiro y dejo su bolígrafo a un lado.
—¿Te gusta el fuego? —Preguntó Lorena.
—¡¿A qué viene esa puta pregunta?! —exclamé —. ¿Por qué esquivas mi pregunta? nuestro trato era ser lo más sinceros el uno con el otro, y con cada pregunta habría respuesta.
Lorena se cruzó de piernas y se me quedo viendo. Ella realmente usaba mí mismo truco, me hacía sentir como yo lo intentaba con ella.
—Está bien... Si así serán las cosas...
—No respondiste mi pregunta —insistía Lorena.
... Me quede por un momento callado, no quería responderle a su pregunta.
—A mí me gusta el fuego, siento que es algo sublime, poderoso. De niña siempre quise ir al festival de la luna llena ya que hacían una gran fogata enorme, pero claro... era más para universitarios y gente sociable. Así que nunca pude ir, aunque ya tuviera la edad.
Seguí manteniéndome callado pero confundido, a que quería llegar con su historia. Lorena postro sus ojos sobre mí. Su voz era un poco diferente, más calidad.
—Puede que lo que me contaste sobre Elizabeth y su atentado no haya salido por todos los medios. Pero te puedo decir que la gran masacre que sucedió en el bosque de Forrest Moon... resonó en todos los medios digitales y físicos.
Al mencionar eso, sentí como un pequeño recuerdo llegaba a mi mente, resonando imágenes desagradables como si fuera una carnicería.
—Yo... Yo no tuve nada que ver sobre eso... —tartamudeé
—Cuéntame sobre eso y quizás logres recordar tu nombre —expreso Lorena insinuando.
Sentí un gran dolor en el pecho, una angustia y pánico que lograba estremecerme por todo el cuerpo. Me temblaban las manos y empezaba a sudar frio. No lograba entender porque me había puesto así pero gran parte de mi mente pasaban recuerdos dolorosos y frustrantes de ese momento.
—Puedes contarme si quieres... Sin presión —comentaba Lorena mientras escribía.
Realmente le importaba una mierda como me sentía, ella solo quería sacarme todo lo posible para poder darme un veredicto. Malditos psiquiatras egocéntricos.
—No me quisiste creer sobre el atentando de la universidad, porque debería contarte lo sucedido en Forrest Moon.
—Porque no hay ningún dato verídico sobre eso y lastimosamente no te puedo contar nada sobre el exterior por tu bien —dijo Lorena con un tono sutil.
Apreté mi pantalón con mis manos, realmente soy una rata de laboratorio aquí.
—Si pensaste que lo que te conté fue irreal, esta historia será más irreal todavía.
—Tranquilo, estoy para poder escucharte y ayudarte —expresó Lorena.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro