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40.

—¿A dónde vamos? — Le pregunté.

Me sentí nostálgica cuando me subí al BMW negro. Este no era un automóvil viejo y me pregunté si era de Jennie o lo había robado.

—¿Es este tu auto?

Jennie sonrió mientras se sentaba detrás del volante. — Haces muchas preguntas, Anne.

Se estiró detrás de mí, tiró del cinturón de seguridad y lo aseguró en su lugar, su rostro cerca del mío.

Ella picó mis labios con un beso rápido y pasó a dedo índice por mi labio inferior ligeramente.

—Tus labios están hinchados, supongo que soy la culpable de eso.

Me sonroje y mire por la ventana. — ¿Vas a decirme a dónde vamos?

—Tengo un apartamento que se registró con un alias. Te quedarás allí mientras esté asunto se resuelve de una vez por todas.

—No. — le dije. — Llévame a casa, a mi apartamento.

—No te estaba dando opciones, Roseanne.

—Sé que no, pero no siempre puedo dejar que tomes decisiones por mí. Esto concierne a mi hermano. Si él es el asesino, encontraré la manera de terminar esto.

Jennie se echó a reír y luego sus rasgos se pusieron duros. — Ninguna conversación dulce va a impedir que tu hermano haga lo que está haciendo. Si te interpones en su camino, no dudará en matarte. Y sí JiMin te hace algo, si siquiera intenta hacerte daño, entonces, por Dios, te juro que no dudaré en poner una maldita bala en su cabeza.

Sabía que Jennie no estaba mintiendo cuando dijo eso. Me di cuenta por sus expresiones que hablaba muy en serio.

—Sé que correría el riesgo de ir a casa, Jen, pero tengo que hacerlo. Ya no quiero tener miedo y no quiero esconderme. El asesino quiere que hagamos exactamente eso, y no le vamos a dar la satisfacción.

Creo que Jennie estaba lista para responder, pero cerró la boca y se lo pensó mejor, porque sabía que yo estaba diciendo la verdad.

—No quiero huir toda nuestra vida. Si JiMin quisiera lastimarme, lo habría hecho hace mucho tiempo.

—Te acusó por los asesinatos y te puso en un centro mental, ¿qué más pruebas necesitas? — Jennie preguntó con furia.

Era mi turno de callar.

Afortunadamente, el teléfono de Jennie comenzó a sonar.

Odiaba discutir con ella.

Miró el teléfono y me dijo que era Jennie.

—¿Qué está pasando?

—Tenemos un problema, Jen. — la voz de Jane sonó por los parlantes del auto, su voz era muy similar a la de Jennie.

—Estoy escuchando.

Hubo silencio por un segundo y luego Jane dijo. — Rosé está desaparecida. Recibí una llamada del hospital. Dijeron que encontraron a un enfermero herido allí, casi muerto, y que Roseanne no estaba en la habitación. ¿Está ella contigo?

Negué con la cabeza a Jennie.

Si ella le decía a Jane que estaba ahí, entonces Jane me pediría que volviera al hospital de nuevo. No estaba lista para encerrarme de nuevo en ese horrible lugar y otra vez, no cuando había posibilidades de que JaeHyun regresará por un poco de venganza.

—Ella está conmigo. — dijo Jennie. — Ese bastardo intentó violarla. Se mereció lo que recibió, y si no fuera por Roseanne, yo lo hubiera dejado mucho peor. El infeliz tiene suerte de no estar muerto.

—Estás tomando la ley en tus manos, hermana. Ella sigue siendo sospechosa. – suspiró Jane. — Quiero que la lleves a la estación de policía. Ellos la vigilarán. – ella dijo la última parte en inglés.

—Puedo entenderte, genia. – le dije a Jane.

—No la llevaré a ninguna parte. — Jennie respondió. — Nosotras debemos protegerla.

—Vamos a protegerla, y veré qué puedo hacer con este enfermero. Confío en que la policía puede hacer las cosas mejor.

—Sé que puedes hacer tu trabajo, Jane, no lo dudo, pero ella está a salvó conmigo. – Jennie concluyó dándome una mirada. — ¿Algo más? Puedes decirme cualquier cosa, confío en Anne.

—Bien. Una de las fábricas de Kim Enterprise se ha incendiado. Parece ser un problema de cortocircuito, pero todavía estamos investigando.

—¿Qué departamento? – Jennie preguntó, sus dedos apretando el volante.

—Fabricación de ropa. Todos los equipos y las telas están dañados.

—¿Están los trabajadores bien?

—La mayoría de ellos, sí. Solo veinte están gravemente heridos. – dijo Jane.

—Dales todas las indemnizaciones.

—No soy tu maldita sirviente. Ya tengo demasiado en mis manos y el jefe de la oficina literalmente me acosa a cada segundo. Hazlo tú.

—Es solo un incendio. – dijo Jennie.

—¿¡Qué!? – llegó la respuesta sorprendida de Jennie.

—Exactamente lo que escuchaste. Sé que todos los empleados estaban felices por su trabajo. Es la primera vez que escucho algo como esto en cinco años. – dijo Jennie, sonaba tensa.

—¿Qué podrías saber tú, Jennie? Has pasado la mejor mitad de tu vida en un asilo mental y luego huyendo de la policía.

—¿Tu punto? – preguntó Jennie, claramente cabreada.

—Lo que quiero decir es, hermana, que esto no habría pasado si tú…

—Ni siquiera vayas allí, Jane. Te lo advierto. – Jennie dijo en un tono tan amenazadoramente bajo, que un escalofrío me recorrió la espalda.  — ¿Has intentado hablar con YeonJun? ¿Sabe de los encargados de hacer las medidas de seguridad de la fábrica?

—Tenemos un nombre. Es una compañía llamada…

—Despídelos. – Jennie dijo llanamente.

—¿En serio?

—Despide a la compañía y al hombre que hizo ese contrato con la compañía. Obviamente hicieron un trabajo pobre y no necesitamos que personas así trabajen para nosotras. Me pondré en contacto con la compañía de construcción y veremos si el edificio puede tener un problema repentino de "cortocircuito".

En ese momento, supe que Jennie era perfecta para ser heredera de una corporación millonaria.

Sabía lo que estaba haciendo, y si no lo sabía antes, no tenía ninguna duda en mi mente de cuán inteligente era Jennie.

—Perdimos un par de millones de dólares. Si esto continúa, vamos a enfrentar muchos problemas, los banqueros y los inversores vendrían a hacer preguntas. – dijo Jane.

—Yo me encargaré de todo. – Jennie dijo en un tono monótono. — Cuando todo esto termine, haré lo que sea necesario.

—Ya están reclamando tu atención como presidenta de Kim Enterprise, y con MinJoon Kim muerto, no tienes más opciones.

La llamada finalizó poco después.

Jennie me llevó a mi apartamento tal y como lo había pedido. En el interior, todo estaba al revés. No parecía un hogar que había dejado por pocos días, lucía más como un apartamento que había sobrevivido por poco a un desastre natural.

Jennie y yo pasamos la siguiente hora tratando de poner las cosas en su lugar original mientras buscábamos algunas pistas. No me perdí la forma en la que revisó todos los documentos o papeles que había en la habitación.

La habitación de JiMin estaba desordenada; sin duda, el FBI y los detectives estuvieron aquí para revisar el lugar.

—¿Dónde está la computadora portátil de JiMin? – preguntó Jennie.

Encontré el portátil escondido debajo de la cama.

Lo saqué y se lo entregué a Jennie.

Lo abrió y apareció la pantalla de inicio.

—No está protegido con contraseña.

—JiMin nunca tuvo mucho en cuenta su privacidad. Salía de su habitación y la dejaba sin llave cuando estaba trabajando en el hospital, por lo que me sorprende que él sea el asesino. Todavía no creo que lo sea. – dije.

—Lo mantenía desbloqueado para que no sospecharas. – Jennie me miró con una expresión que conocía demasiado bien, las ruedas en su cabeza giraban rápido.

Teníamos que pensar rápido antes de que se acabará el tiempo y hubiera otra víctima inocente.

—Jen, ¿recuerdas el sueño? – le pregunté mientras ella seguía revisando papeles.

—¿Qué sueño?

—Cuando estabas en coma, soñé contigo. Te vi de pie allí, en algún lugar del más allá. Me diste fuerzas para seguir adelante. – le sonreí. — Nunca podría olvidar eso.

—¿Y yo sí? – me pasó una sonrisa divertida.

La primera sonrisa real que la había visto darme después de mucho tiempo.

Me encantó la alegría que brillaba en sus ojos.

—Honestamente, Roseanne, no recuerdo donde estaba o si tuve un sueño durante ese tiempo. Sentí que me desperté luego de una larga siesta.

Asentí, ella dijo que no lo recordaba pero yo sabía lo que había soñado.

Jennie detuvo lo que estaba haciendo, sus ojos se pusieron tristes.

Le apreté la mano. — ¿Qué pasa?

—Cuando desperté del coma, tuve la sensación de que algo malo te había pasado. Tenía tanto miedo de preguntarle a Jane si estabas…

—¿Viva?

Se dejó caer en el suelo delante de mí, me abrazó por la cintura tomó mis manos entre las suyas y las besó.

—No quiero perderte, Anne. – sus ojos se encontraron con los míos. — Si te pierdo, no creo que pueda vivir.

Toque su mejilla.

—Necesito que me prometas algo, Jen. – susurré.

—¿Qué?

—Si algo me pasa, continuarás con tu vida. Intenta no hacer locuras y mantente fuera del asilo.

Me miró desconcertada. — Nada te va a pasar porque siempre te protegeré, además… – sonrió. — Quiero… no, necesito que estés en mi vida para mantenerme cuerda. Si te vas, estaré enfadada como la mierda y moveré el infierno y la tierra para mantenerte a mi lado. Hazme un favor y vive.

—Jennie… – envolví mis brazos alrededor de su cuello y permanecí así por un tiempo.

—Te lo prometo, Anne. Lucharé hasta mi último aliento para mantenernos a las dos con vida.

Estaba temblando porque tenía miedo de que algo nos pasará.

Si algo le pasaba a Jennie, ¿cómo iba a vivir?

—Tienes que prometerme algo a cambio. – dijo en voz baja.

—¿Qué?

—Si me muero, te casarás con cualquier persona excepto con mi hermana. – lo dijo con cara sería.

Nos miramos en silencio la una a la otra hasta que estallé en carcajadas.

Ella estaba sonriendo.

Todavía me estaba riendo cuando agite mi mano. — Eso no va a suceder, no te preocupes. Jane no es mi tipo y creo que es bastante mutuo.

—Pero la besaste una vez, ¿verdad?

Me quedé helada.

Me sorprendió esa pregunta porque no la había visto venir.

Vi como sus rasgos se oscurecian mientras continuaba mirándome.

—Yo… fue… fue un mal entendido, Jen. Pensaba que eras tú, pero cuando la besé, ella no me respondió y ahí fue cuando me di cuenta.

Me hizo un gesto de asentimiento, su rostro estoico y eso me asustó un poco.

—¿Besa mejor que yo?

—No lo creo, al menos no para mí. Era como si nos hubiéramos tocado los labios, como un abrazo. Nada especial. No habían chispas volando para mí, mi corazón no latía más rápido. No estaba encendida como cuando tú me besas.

—¿Eso es cierto? – preguntó en la misma voz monótona.

—Por supuesto.

Finalmente, la cara de Jennie se iluminó con una sonrisa y se echó a reír. — Se supone que me sienta halagada, ¿eh?

—Bueno…

—¿Incluso te miraste a la cara? Te asustarías de tu ingenio. – Jennie dijo entre risas, estaba divirtiéndose por lo incómoda que me había puesto con esa pregunta.

¿Qué esperaba?

Me había asustado con esa mirada melancólica en su rostro y pensé que realmente estaba furiosa.

Empecé a imaginar a Jennie matándome lentamente y luego enterrando una bolsa de basura negra en el bosque que contenía partes de mi cuerpo.

Cómo si leyera mi mente, dijo. — Nunca te haré daño, Anne, no importa lo enfadada que esté. Siempre recuerda eso.

Le di un asentimiento y ella me besó.

—Te ves cansada, ve a tomar una siesta. Ya son las tres de la madrugada. Mientras tanto, repasaré todo esto.

Negué con la cabeza. — No creo que sea capaz de dormir. No quiero perder más mi tiempo durmiendo cuando podría estar mirándote.

—Bueno, no solo mirarme. Tienes mi permiso completo para hacer lo que quieras con mi cuerpo.

—¿De verdad? – le pregunté con entusiasmo.

—Por supuesto. Soy tuya. Corazón, cuerpo y alma.

Me reí y tomé el archivo de sus manos. — Esto puede esperar unos minutos más…

Tome su boca en un beso y dije: — Quién sabe qué me sucederá en las próximas veinticuatro horas. Ven a la cama conmigo, Jennie Kim.

—Mmm… esa es una invitación difícil de rechazar. – dijo con una voz sensual que hizo que todo mi cuerpo se estremeciera. — Me fascina escucharla decir mi nombre completo, enfermera Roseanne.

—Dame unos minutos para prepararme. – susurré, depositando un beso en su oído.

Ella me dió una sonrisa burlona. — Eres una chica caliente, ¿no? Está bien, supongo. No puedo quejarme de eso.

Riendo, rápidamente entre en mi habitación y abrí los cajones.

Había comprado un conjunto de lencería Victoria's Secret hace un año y nunca lo use. Era negro y de encaje.

Casi me sentí como una niña traviesa.

Me quite toda la ropa y me puse la lencería, me pasé los dedos por el pelo y me puse un poco de brillo de labios.

El sujetador seguro hacía que mis pechos se vieran más grandes.

—Jen, puedes entrar.

No perdió el tiempo, se zambulló directamente a la cama.

Apresuradamente alcancé el botón de su pantalón y lo desate. Jennie no me dió la oportunidad de bajar sus pantalones, sus manos se deslizaron hasta mi cintura y me atrajo posesivamente contra ella, su boca devorando la mía por completo.

Gimió profundamente en mi garganta y sonreí con satisfacción.

Mis dedos se enroscaron en su suave cabello, me gustó la punzante sensación de su mandíbula rozando mis mejillas.

Sacó un lado del sostén de mi hombro, lamió y succionó salvajemente mi hombro y clavícula. Luego me empujó sobre la cama, arrastrando sus besos por el valle de mis pechos, su otra mano alcanzando mis bragas.

Podía sentir su dureza a través de la gruesa tela de sus jeans.

Casi me estaba muriendo de anticipación.

Me tocó las bragas y comenzó a quitarlas cuando mi teléfono comenzó a sonar.

—Ignoralo. – Jennie dijo con una voz llena de deseo.

Ignoré el teléfono pero siguió sonando por una segunda y tercera vez.

La cuarta vez que sonó, me aparté de ella. — Voy a ver quién me está llamando.

—Es mejor que haya una puta emergencia como un huracán o un tsunami y que vayamos a morir todos o voy a matar a quien sea que esté interrumpiendo. – Jennie dijo mientras me entregaba el teléfono.

Mire la pantalla.

—Un número desconocido.

—Ponlo en el altavoz. — dijo Jennie.

—¿Hola?

—Roseanne, soy yo.

Sonaba desesperado.

Jennie y yo intercambiamos miradas.

—JiMin, ¿qué está pasando? ¿Dónde estás? — pregunté. — ¿Estás bien?

—Necesito tu ayuda.

Estamos cerca del final.

Voten que la próxima ya actualizo también de seguido hasta el final. Solo quedan 4 capítulos más, la primera y segunda parte del epílogo para terminar, si no mal recuerdo (⁠◍⁠•⁠ᴗ⁠•⁠◍⁠).

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